TECNOLOGÍAS Y PATOLOGÍAS CONSECUENTES

Imagen de Olichel Adamovich en Pixabay

Desde que el homínido primitivo desarrolló su mente y se transformó en homo sapiens, comenzó a crear e inventar instrumentos. Hoy vivimos una era altamente tecnologizada; nos cuesta creer ―inclusive imaginar― cómo deben haber sido esos tiempos que precedieron durante milenios lo disponible hoy en la materia.

Cada invención es como la mítica figura creada por Robert Stevenson del doctor Jekill y Mr. Hyde: una parte buena y transparente; la otra oscura y perversa. Cuando los humanos se dieron cuenta que un pedazo de hueso o palo de madera les servía de arma para matar animales y tener comida, percibieron al unísono que con ese mismo instrumento podían hacer lo mismo con el prójimo en caso de rivalidad o enemistad. Las primeras guerras fueron a palos; luego vinieron lanzas, arcos, flechas y pólvora. Así sucesivamente, cada invento trajo su lado claro y su lado negativo hasta llegar al presente, ya en los albores de la quinta generación en materia de comunicaciones móviles (5G) y con inteligencia artificial en crecimiento. La energía nuclear sirve para muchos propósitos útiles, pero esa misma energía puede obliterar en segundos ciudades y personas con una bomba atómica. Estos elementos positivos y negativos de la tecnología deben tenerse siempre presentes.

De estas disquisiciones generales pasemos a un campo más pequeño, aunque importante. Se trata de los videojuegos, que llegaron con las nuevas técnicas para ser parte del diario vivir. Adiós a trompos, bolitas, billares, metegoles, adiós inclusive al pinball y otros juegos otrora ultramodernos. Ahora los videojuegos mandan y han creado en su entorno una manía que llega a límites difíciles de creer. Tal ha sido el caso reciente de un menor que tras robar el dinero de su hermana lo gastó íntegramente en juegos de video dedicados a la violencia virtual. Es más, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tipificado el llamado “trastorno de video juego” e ingresará desde 2022 en su lista de enfermedades globales. Este nuevo tipo de dolencia psicológica está vinculado a las adicciones y se ha visto que promueve conductas violentas. Se observa que hasta en la aparente inocencia de los videojuegos hay una contraparte negativa, tal como históricamente se ha dado en el avance tecnológico. Así como hay videojuegos estimulantes para la salud cerebral hay otros que crean un mundo donde matar es cosa rutinaria y ello, en mentes tiernas o con cierta debilidad, puede provocar daños inmensos. La tecnología es vital para el progreso pero recordemos: en paralelo arrastra su parte negativa. Videojuegos y su uso por menores de edad deberían ser objeto de mayor control por parte de la autoridad competente.

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/Tecnologias-y-patologias-consecuentes-20190603-6471.html

LOS ESCENARIOS MUNDIALES CAMBIAN PERO EL ESPACIO SIGUE AHÍ

 

Agustín Saavedra Weise*

La otrora poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sostuvo una sórdida guerra fría contra Estados Unidos y sus aliados del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde fines de la Segunda Guerra Mundial (mayo 1945) hasta la debacle final que extinguió como Estado a la URSS en 1991 y precipitó la creación de 14 naciones independientes. Rusia, la más grande y poderosa entre ellas, fue la heredera natural del asiento soviético en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en calidad de miembro permanente y con derecho a veto. En todo caso, con la extinción de la URSS el poder global de la potencia eslava telurocrática (terrestre) quedó disminuido frente al de Estados Unidos, su rival talasocrático (marítimo) y heredero natural del dominio británico en los océanos.

A lo largo del casi medio siglo de un conflicto sin balas pero sí con ideología y juegos de amenazas mutuas, hubo avances y retrocesos de ambas partes en varios lugares del globo. Uno de los capítulos más dramáticos se dio en las Américas con la crisis de los misiles instalados en Cuba en octubre de 1962. Anteriormente hubo otra situación grave en Europa debido al bloqueo de Berlín por la URRS. El problema lo resolvieron los aliados occidentales mediante un puente aéreo que abasteció debidamente a la antigua capital prusiana sitiada por los soviéticos. En el incidente de Cuba, a nivel de propaganda política, Estados Unidos salió “vencedor”. En la práctica, la astucia rusa logró con el retiro de los misiles de la isla lo que era su principal objetivo: un compromiso formal de los norteamericanos de no invadir jamás Cuba, algo que intentaron hacer antes en la bahía de Cochinos en 1961 y fracasó estrepitosamente por diversas fallas de logística.

Las tensiones y rivalidades geopolíticas URSS-Estados Unidos eran muy grandes, abarcaban prácticamente todo el globo terráqueo, pero he aquí que en los niveles de intercambio comercial la relación era de baja intensidad. Aunque luego vino la época de la distensión y de reparto amistoso de áreas de influencia, la relación comercial soviético-americana nunca fue de gran relevancia. Una vez desaparecida del mapa la URRS, al colapsar el comunismo y fragmentarse en varios países, la actual Rusia de Vladimir Putin ―ya renovada y fortalecida luego de los desastres de los primeros gobiernos del post comunismo― continúa con sus esfuerzos de equiparar por lo menos el poder nuclear con su antiguo rival estadounidense y sostiene algunas condiciones ventajosas en el ámbito del ciber espacio, pero no mucho más. La economía rusa es hoy considerablemente menor que la de Estados Unidos y le resulta imposible competir de igual a igual. Así están las cosas.

El avance de la República Popular China (RPC) se afianza año tras año; se espera que hasta fines de 2019 crezca casi el triple que los Estados Unidos (6,3% versus 2,3%). Hoy el PBI chino es 28% mayor al de Estados Unidos. Tómese en cuenta que para 1980 el PBI del país del norte era 9 veces mayor; el avance de la RPC ha sido impresionante. Es más, el FMI calcula que para 2024 el PBI chino ya sería un 50% mayor al norteamericano. Aunque la producción total de bienes y servicios y las exportaciones supere a las de Estados Unidos, debemos recordar que este último continúa manteniendo su liderazgo militar, científico y tecnológico, inclusive en el campo de la lucha tarifaria del momento. Además, la calidad de vida y el ingreso por habitante de Estados Unidos son mejores que los de China, donde existen enormes bolsones de pobreza y muchas necesidades por satisfacer para las 1.400 millones de almas que habitan en su territorio. Asimismo, Estados Unidos aún mantiene el liderazgo en términos de innovación y calidad educativa. Pero aparte de los temas económicos entre ambos países ―que son vastos e importantes― va surgiendo una rivalidad planetaria que ingresa en el campo geopolítico. Veamos un solo ejemplo. La RPC reclama Taiwán (China Nacionalista) y su dominio sobre el Mar del Sur de China, donde la séptima flota norteamericana permanece desde hace tiempo para controlar los movimientos de la RPC en el lugar y asegurar la libertad de navegación. Ese proceder genera tensiones que podrían llegar a estallar.

Mientras China crece en todos los sentidos Rusia se achica; pese a las posturas belicosas de Putin la situación rusa se debilita en términos relativos. Aunque es el estado más extenso del mundo, la Federación Rusa apenas tiene 140 millones de habitantes y sigue perdiendo población en forma progresiva. Por otro lado, los problemas suscitados con Washington por el presunto espionaje de Moscú en las elecciones de 2016 y otros problemas en Ucrania, el Cáucaso y el mar Báltico, sumando el constante avance hacia el este de la OTAN ―brazo armado de Estados Unidos y sus aliados europeos― han creado situaciones que Rusia apenas puede resistir y de ahí ha surgido el acercamiento con Beijing en procura de reequilibrar fuerzas frente a la superpotencia norteamericana. El oso pudo haber estado al lado del águila y cumplir así la profecía de Alexis de Tocqueville acerca del dominio del mundo por América y Rusia. Mezquindades de grupos anti rusos en Estados Unidos y maniobras del complejo industrial-militar lo impidieron. Al verse en esa situación de rechazo, Moscú miró hacia el lado de Beijing; el oso ha comenzado a ponderar la posibilidad de una alianza con el dragón del oriente que sea capaz de enfrentar en términos económicos, geopolíticos y hasta militares, la presencia estadounidense en diversos lugares del planeta. Es una situación real y verificable que podría crear en el corto plazo un nuevo tipo de bipolaridad con cierto parecido al de la guerra fría del siglo XX, pero en el marco de otras realidades.

Y mientras esto sucede en el mundo, el espacio es el testigo silencioso de todo lo que ocurre en él. Un verdadero pensamiento continental no es posible sin pensar simultáneamente en siglos, ni se comprenden las razones de la política mundial sin previo análisis de la historia universal, agregando un conocimiento profundo del suelo que se habita y del espacio que se quiere retener o conquistar. Al final, los escenarios mundiales cambian, pero el espacio y sus inexorables leyes siguen ahí, esperando la oportunidad del que sepa aprovechar su momento. Y ahora, el actor internacional con chances a su alcance parece ser la RCP, eventualmente reforzada por su potencial compañía eslava; el tiempo dará su veredicto. Y en el campo de Kronos, esa potencial alianza le lleva ventaja a los norteamericanos; tiene en conjunto más historia, mejor visión estratégica, inmensos recursos y mucha paciencia para aguantar hasta llegar al momento oportuno. Desde la catastrófica derrota del Japón en 1945, China y Rusia han pasado a ser ―como ya lo expresé en otra oportunidad― los únicos y legítimos herederos de Gengis Khan.

* Economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG – www.agustinsaavedraweise.com

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LA CULTURA DEBE VOLVER A SER EL CENTRO DE NUESTRAS VIDAS

Marcelo Javier de los Reyes*

La primera observación que hacemos sobre el pensamiento es que es el elemento inobservado de nuestra vida.

Rudolf Steiner.

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

El diccionario de la Real Academia Española nos brinda varias acepciones del término cultura y en la primera nos deriva a cultivo, “acción y efecto de cultivar” y cuando el hombre cultiva espera, naturalmente, obtener frutos.

Una segunda definición alude a un “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” y una tercera acepción al “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

Luego podemos hacer una distinción entre una “cultura clásica” —entendida como un amplio conjunto de conceptos culturales y artísticos propios de la civilización occidental, que encuentra sus orígenes en las civilizaciones clásicas, en Grecia y Roma—, una cultura que podríamos considerar universal, aquella que puede ser común a numerosas sociedades —por supuesto que no a todas— y una cultura popular, que se refiere a un “conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”.

La riqueza cultural de un pueblo de una sociedad perteneciente a la sociedad occidental, como la nuestra, requiere de un equilibrio de ambas. Cuando una sociedad deja de lado la “cultura clásica” empobrece la calidad de su cultura y la aleja de otras sociedades con las que comparte los mismos valores, el mismo patrimonio cultural. Por otro lado, cuando una sociedad pierde su interés por su cultura popular, pierde identidad y se enajena. La pérdida de ambas implica una degradación general del nivel cultural de los miembros de esa sociedad.

Hasta hace unas cuatro décadas, cuando muchos de nosotros éramos niños, nos movíamos entre una y otra. Era común que las orquestas sinfónicas fueran a alguna plaza u otro lugar público al que la gente podía acercarse y disfrutar de un momento de esparcimiento pero, a la vez, de enriquecimiento cultural. Lo propio hacían las bandas militares, las que ejecutaban las típicas marchas que escuchábamos en las escuelas, con lo cual nos imbuían de un sentimiento patriótico al que contribuían los coloridos uniformes de los soldados, o también tocaban piezas de una amplia variedad musical. Conocida y singular fue la conformación de la banda de la Armada Argentina que pasó a denominarse “Tango a Bordo”.

Por aquellos años también nos daban entradas gratuitas para asistir al Teatro Colón, en el que podíamos disfrutar del ballet o la ópera. Teníamos radios dedicadas a lo que genéricamente denominamos música clásica, como Radio Nacional, y vale aquí recordar que Radio Municipal fue creada en la década del 30 para transmitir las funciones del Teatro Colón, mientras que otras radios también tenían programas en los que difundían música clásica. Del mismo modo, muchas radios y algunos programas de televisión difundían nuestro folklore.

TTeatro Colón de Buenos Aires. Imagen de Felipe Barchi Pim en Pixabay 

En las últimas décadas, el populismo y ciertos intereses se encargaron de ir erradicando la música clásica porque era considerada “elitista”, sin comprender que es precisamente esa ignorante concepción la que lleva a que ese género musical se mantenga como un reducto para los placeres auditivos de una élite. Radio Municipal sufrió ese proceso en 1973 y la Nacional con la llegada de Carlos Menem en 1989, al poner a Julio Marbiz al frente de la radio. Los valiosos discos fueron indolentemente dejados en la calle.

En este sentido, la degradación continúa. Al Teatro Colón, uno  de los cinco  principales  teatros  líricos  del mundo —considerado por el tenor alemán Jonas Kaufmann el teatro más fascinante, “sobre todo el de la acústica más perfecta del mundo”—, hoy concurren a cantar Valeria Lynch, Cacho Castaña, Alejandro Lerner o Palito Ortega, como si no existieran muchos más teatros para los géneros musicales que interpretan esas reconocidas voces argentinas. Claro que esto no quiere decir que el teatro se cierre a la gente. Muy por el contrario, el Colón debe mantenerse como teatro lírico pero abierto a la población en general.

Por otro lado, respecto a la cultura popular, en nuestras escuelas públicas nos enseñaban a cantar y a integrar un coro, en el que aprendíamos no sólo las marchas patrias sino también numerosas piezas del folklore argentino y americano y de tango. Eso nos imbuía de la necesaria identidad nacional que debe transmitir una escuela a sus alumnos. Sin embargo, hoy no existen muchos medios que difundan nuestro folklore ni el tango y, menos aún, espacios en los que los jóvenes puedan aproximarse para conocer nuestras expresiones culturales.

La cuestión cultural mantiene un estrecho vínculo con la educación y aquí es donde, si bien ya venía decayendo con el gobierno del Proceso de Reorganización Nacional, la democracia ha demostrado su fracaso. Por ejemplo, mientras se despilfarra dinero en obras innecesarias o en gastos políticos se recortan gastos en educación, lo que lleva a un descenso del nivel cultural de la población.

En 2018 el gobierno nacional implementó una “reorganización” que implicó una reestructuración de los ministerios. En este marco, los ministerios de Ciencia y Tecnología, Cultura y Salud, entre otros relevantes para la población, fueron degradados a secretarías dependientes de otros ministerios. Toda una expresión que indica cuál es el interés de los políticos por estos temas.

Hoy tenemos el serio dilema de los jóvenes que no terminan el secundario, de una reducción en el número que accede a la universidad, incluso comparado con países de la región.

Para ayudar en este deterioro de la cultura nacional, la televisión argentina ha bajado considerablemente su nivel y abundan los programas de chimentos —que eufemísticamente denominan de “espectáculos”—, los noticieros con una fuerte impronta policial, el fútbol y programas de baile que tendrían un fin filantrópico y que sus productores y participantes consideran una “academia de bailes”, aunque buena parte del mismo sea un show de peleas y otras bajezas que lo alejan de lo que puede denominarse “arte”. La Televisión Pública, naturalmente politizada y enajenada de los intereses de la Nación, no cumple la función de agente cultural.

En este contexto de degradación, los padres han preferido enviar a sus hijos a una escuelita de fútbol, mientras que las otras alternativas para los niños y jóvenes han ido desapareciendo. No se les ha incentivado a canalizar sus inquietudes en las artes o en la música. Si bien aquí existen las orquestas infanto juveniles, el programa carece del énfasis que ha tenido en Venezuela y, como todo lo que está en el ámbito de la cultura, ha sido sometido a un recorte de presupuestos en 2018. Uno más.

Vale aquí recordar a José Antonio Abreu, quien llevó la música clásica a las zonas más pobres de Venezuela desarrollando un sistema de orquestas juveniles modelo que fue lo que le permitió a Gustavo Dudamel ser un director de fama mundial, además de ser quien continuó la obra de su maestro, Abreu. El sistema incluye enseñanza gratuita de música para niños pobres bajo la órbita de la Fundación Musical Simón Bolívar.

José Antonio Abreu, creador del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela

Prueba de ese programa exitoso es que numerosos refugiados venezolanos en Argentina se han unido gracias a la música, formando una orquesta, la Latin Vox Machine, bajo la dirección del maestro surcoreano Jooyong Ahn. Precisamente, estos jóvenes se formaron en el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela creado por Abreu en 1975, modelo que fue imitado en otros países. Muchos de ellos llegaron a Buenos Aires y comenzaron a tocar en el subterráneo de la ciudad para ganarse la vida.

Latin Vox Machine, fundada en el año 2017 por músicos venezolanos, actualmente cuenta entre sus filas con más de 100 músicos de diferentes nacionalidades, entre las que se destacan argentinos, ecuatorianos, colombianos, bolivianos, uruguayos, chilenos y sirios.

Claro que lo que sucede en Argentina también ocurre en otros países, pero nosotros siempre ponemos una mayor devoción al momento de destruir lo que debería ser nuestras herramientas para crecer, para desarrollar a nuestros jóvenes.

En 2019 la Radio Televisión Española (RTVE) llevó a cabo una competencia de la que participaron nueve niños de entre 10 y 16 años, quienes debían demostrar sus habilidades en las disciplinas de danza, música clásica e instrumentos para convertirse en el “Prodigio del año”. Precisamente, el programa se llamó Prodigios, y formaron parte del jurado la cantante Ainhoa Arteta, el coreógrafo Nacho Duato y el director de orquesta Andrés Salado. El ciclo tuvo lugar en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid y la música estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Durante la transmisión de los programas se hizo referencia a que el programa no encontraba eco en la audiencia. Buena parte de la población no se interesó por esta excelente propuesta. Todo un indicativo de una indiferencia que finca en el desconocimiento.

La cantante Ainhoa Arteta expresó que “es tan importante que cantemos todos pero sobre todo que inculquemos a nuestros hijos, el canto coral que es muy importante porque cantando coralmente se unen las almas de los que estamos cantando”. Agregó que el canto coral le ha permitido tener amigas que aún mantiene. Por su parte, el coreógrafo Nacho Duato, también miembro de ese jurado, en una entrevista advirtió sobre la necesidad de mejorar la calidad de los programas de televisión al expresar: “menos ‘MasterChef’ y más ‘programas de cultura’. Pones cualquier canal y siempre están friendo un huevo”.

De regreso a la Argentina, parece paradójico, o hasta sorprendente, que nuestra mayor degradación cultural ha venido a la par de nuestra recuperación de la democracia. Esto, necesariamente, debe llamarnos a una concienzuda reflexión.

Debemos comprometernos

Como sociedad debemos procurar no seguir por la senda de los prejuicios, del populismo, de la igualación cultural hacia abajo, de la regulación de nuestras vidas por parte del mercado, sino exigirle a los funcionarios la elevación de la cultura porque unos ciudadanos que posean un alto nivel cultural serán personas ávidas de conocimiento que encaminarán a sus hijos por el mismo camino y serán capaces de discernir lo que será más apropiado para la comunidad en general, fortaleciendo los lazos sociales y, en lo personal, desarrollando un criterio propio y contribuyendo a cultivar mejores frutos para el país. Y aquí hemos vuelto al principio, a la definición de cultura.

Debemos velar para que la cultura de una nación no quede más a merced de los vaivenes del mercado, ni esté en manos de funcionarios políticos improvisados que sólo gozan de los privilegios de un cargo público, con un absoluto desinterés por la responsabilidad que se ha puesto en sus manos. Debemos internalizar que la inversión en cultura es fundamental, pues nos da un valor agregado como sociedad.

¿Cuál es la importancia de la cultura?

En principio debemos tener en cuenta que el ser humano tiene tres dimensiones básicas: la dimensión física, la dimensión intelectual y la dimensión espiritual. Precisamente la última es la que progresivamente vamos dejando de lado en esta sociedad que antepone lo material, la falsedad de la regulación del mercado y la inteligencia.

El filósofo, pedagogo y arquitecto austríaco Rudolf Steiner (1861-1925), autor del libro Die Philosophie der Freiheit (“La filosofía de la libertad”), escrito en 1894, expresó:

La naturaleza hace del hombre un ser natural, la sociedad hace de él un ser social, sólo el hombre es capaz de hacer de sí un ser libre.

Steiner desarrolló la antroposofía, lo que el mismo definió como “un camino de conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el ser humano a lo espiritual en el universo”. Del mismo modo, desarrolló la que es conocida como pedagogía Waldorf, que considera que “una escuela solo cumple con su objetivo de educar cuando el alumno, una vez abandonada la escuela, muestra una fuerte inclinación a las esferas de pensamiento, del sentimiento y de la voluntad”.

Rudolf-Steiner

Que una persona logre desarrollar una vida propia no depende del estudio de conocimientos abstractos sino más bien de la enseñanza artística que cala en la dimensión espiritual y social del ser humano. La pedagogía Waldorf se centra en el arte, en contacto con los materiales, en la creatividad y en la espiritualidad, atendiendo a las capacidades individuales de cada niño.

En Stuttgart, en 1919, Steiner fundó la escuela Waldorf de pedagogía con la intención de educar para el futuro.

Por su parte, a finales del siglo XIX y principios del XX, la médica italiana María Montessori (1870-1952), también desarrolló un método pedagógico que lleva su nombre. Su objetivo es liberar el potencial de cada niño o joven para que obtenga un desarrollo integral, para que alcance un máximo grado en sus capacidades intelectuales, físicas y espirituales.

María Montessori

Jakob Streit (1910-2009), profesor y antropósofo suizo, maestro Waldorf, expresó:

Los primeros siete años son los años dorados, luego serán plateados y finalmente tendrán que ser de hierro. Pero el oro de la primera infancia brillará a través de toda la vida.

Se hace urgente una nueva mirada sobre la educación con el objetivo de generar conciencia, sobre todo conciencia por el futuro, ya que la sociedad actual no solo está demostrando que ha fracasado sino que también está poniendo al planeta y a las nuevas generaciones en un serio riesgo.

Debemos repensar nuestro lugar en la naturaleza, en la creación, y no considerarnos sus dueños, sus creadores. La vuelta a la naturaleza y a la cultura debe llevarnos a esa toma de conciencia porque la cultura le da sentido a la vida del hombre al desarrollar su dimensión espiritual. El desarrollo de las habilidades artísticas, el acceso a las disciplinas humanísticas, le permite al hombre ser libre, tener la capacidad de elección, la capacidad de desarrollar una toma de conciencia frente a determinadas situaciones, algo fundamental para enfrentar el mundo actual dominado por el individualismo, la economía de mercado que pone el acento en la maximización de los beneficios y la reducción de los costos, el calentamiento global, las migraciones por diversos motivos, en fin, todas cuestiones que han llevado a la deshumanización del hombre, a la pérdida de la dignidad humana, a la pérdida de su libertad, al incremento de la depresión en las sociedades.

El mundo actual requiere de un cambio del sistema educativo que prescinda de los intereses del poder político o del poder económico. Requiere de un desarrollo de lo espiritual y de un acercamiento al humanismo que permita a los hombres vencer el miedo y la opresión del sistema actual para tomar coraje e involucrarse en cambiar nuestro futuro. Debemos involucrarnos en este cambio, de lo contrario ya sabemos cómo terminará esta aventura.

* Licenciado en Historia y Doctor en Relaciones Internacionales. Director Ejecutivo de la SAEEG.

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