LA PESCA CHINA EN ARGENTINA CON LA COMPLACENCIA DEL GOBIERNO NACIONAL

César Augusto Lerena*

Publicado por Seafood Media Group, 11/08/2023

Los peces, crustáceos y moluscos argentinos no pueden ser capturados por buques de bandera extranjera, ya que el artículo 37º de la Ley de Pesca 24.922 establece, que solo se autorizarán mediante tratados internacionales aprobados por ley del Congreso Nacional y, únicamente, cuando tengan por objeto la captura de especies subexplotadas. Lo mismo cuando se trata de los recursos migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) en alta mar, porque la Argentina en los artículos 4º, 5º y 21º a 23º de la citada ley se reservó el derecho de regular y conservar. Pese a esto, la Autoridad de Aplicación no administra adecuadamente y buques del Estado chino pescan en aguas argentinas y en alta mar los recursos migratorios argentinos originarios de la ZEE, con la complacencia de la Subsecretaría de Pesca, del Consejo Federal de Pesca y, en lo que le atañe, como responsable de la política exterior del Atlántico Sur, la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería Argentina.

Esta repartición nunca entendió lo que Lord Shackleton ya había dicho hace 47 años, la riqueza no está en las Malvinas, sino en el Atlántico Sur que las rodea; ni que los chinos, se llevan nuestros recursos.

Nos referiremos a cuatro formas que demuestran que los buques pesqueros chinos se están apropiando de nuestros recursos pesqueros con la complacencia argentina e, incluso, en muchos casos, con habilitación de la Autoridad de Aplicación. La primera, es el otorgamiento de permisos de pesca a buques chinos destinados a empresas del Estado chino radicadas en la Argentina. La segunda, comprando empresas habilitadas para la pesca en la Argentina; la tercera, apropiándose de los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina en alta mar y, la cuarta, la pesca de buques chinos y otras nacionalidades en las aguas argentinas de Georgias del Sur con permisos otorgados por la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCRVMA).

Respecto a la primera, según nos informa el medio especializado más importante del mundo, Seafood Media Group (09/08/2023): «el 7 de agosto de 2023 la oficina agrícola y rural del distrito de Jiangbei, de la ciudad de Ningbo, provincia de Zhejiang, anunció que el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales autorizó el barco pesquero Yongfa Nº 8 de la empresa Ningbo Yongfa Ocean Fishery Co. a ingresar a la ZEE Argentina. Según Wu Mengnan, gerente general de la citada empresa que compró este gran barco de pesca de calamar llegó a un acuerdo de cooperación con Argentina para obtener cuotas de calamar. Una vez que el proyecto se ponga en producción, espera capturar 2.000 toneladas de calamar al año, con un valor de producción de 5,5 millones de dólares, donde el 90% de las capturas se enviarán de regreso a China» (Guo Shuang/Chinanews). Rara esta afirmación gerencial que parece devolver a China un calamar que es argentino y si bien no pudimos constatar la información en las Actas del año 2023 del Consejo Federal Pesquero, sí pudimos ver como se degrada la pesca cuando este cuerpo encargado de fijar la política pesquera, lo preside un director de Fiscalización (Actas 17 a 23), en lugar del Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca como fija la ley o, su delegado el Subsecretario de Pesca.

Los chinos no son una novedad en la Argentina, la mayoría de los poteros que integran la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA) que agrupa una flota de 65 buques pesqueros, que “capturan más del 90% de la extracción total argentina”, que en 2022 capturaron 167.110 toneladas del calamar Illex; aunque, muy por debajo de lo que se capturaba hace 25 años (233.000 tn), lo que seguramente está influido por la pesca en alta mar.

Son barcos en su mayoría de origen chino y que, en gran parte, pertenecen a empresas del Estado chino y que pese al nombre de la Cámara, está integrada por un 68% de buques de empresas asiáticas (mayoritariamente chinas), 18% españolas y solo el 14% argentinas.

La segunda. Son varias las empresas adquiridas total o parcialmente por China en la Argentina y aquí debemos recordar que las empresas chinas no son privadas, pertenecen al Estado chino. Entre las principales exportadoras argentinas (2019) de este origen encontramos el Grupo Fenix; Arbumasa S.A. del grupo Dalian Huafeng Acuatic Prod Co. Ltd; Ardapez; Conarpesa, a partir de la adquisición de un porcentual importante de su paquete accionario por parte de la española Wofco integrada con capitales chinos; Altamare de Shanghai Jinyou Deep Sea Fisheries Co., etc., con exportaciones del orden de los 280 millones de dólares anuales. China, por otra parte, está entre los cinco principales países importadoras de productos pesqueros argentinos (2021), aunque con U$S 3.700/tonelada, es la más baja respecto a los cuatro países restantes. Una fórmula que evita la intervención del Congreso para capturar con empresas extranjeras en la ZEE Argentina que debe revisarse.

La tercera. Son más de 300 buques chinos que pescan en alta mar los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina, de los cuales, unos 270 son poteros y otros 30 arrastreros, que se estima se deberían estar llevando en la temporada del Atlántico Suroccidental 1.440.000 toneladas de calamar; a las que deberíamos agregar las capturas de 24 buques españoles, 19 buques españoles-británicos (Malvinas), 45 buques coreanos y 70 taiwaneses, en alta mar y Malvinas.  

Como resultado de los estudios de Science.org (Katherine Seto y colab.) se determinó que, “mediante sistemas satelitales, se detectan las luces de buques poteros en el océano durante la noche. Mediante esta información se estimó el esfuerzo de pesca, verificándose un aumento en el esfuerzo de pesca de calamares del 68% durante 2017-2020. La cantidad total de esfuerzo de estas embarcaciones en las cuatro regiones observadas aumentó de 149.000 días en 2017 a 251.000 días en 2020, de los cuales, un 61/63% no transmitían mediante sistemas de identificación automática (AIS)”. (Seafood Media Group, 14/03/2023).

A todo ello, ni la Cancillería Argentina, la Secretaría de Malvinas o la Subsecretaría de Pesca denunciaron a esta pesca como ilegal. Tampoco efectuaron ninguna denuncia ni aplicaron sanción alguna a los buques extranjeros que pescan en Malvinas, cuya principal especie es el calamar Illex argentinus y Loligo, violándose la ley 24.922 y 27.564. Ante la imposibilidad de controlar esta última área por parte de Argentina, correspondería dictar una Ley de emergencia pesquera y ambiental alrededor de Malvinas.  

Los funcionarios no parecieran comprender que el calamar es una especie estratégica en el Atlántico Suroccidental y su administración adecuada, permitiría terminar con la pesca ilegal en alta mar y con el sustento de los británicos en Malvinas. La logística que le presta Uruguay en Montevideo es central para dar sostén a esta actividad ilícita. Para ello, el gobierno argentino tiene que empezar a entender que, como venimos denunciando, la pesca en alta mar, en la forma que se viene realizando, es ilegal (INDNR).  

La pesca en alta mar es ilegal porque los Estados de pabellón no controlan presencialmente los buques de su bandera; no se realizan investigaciones en alta mar para determinar las capturas máximas sostenibles, por lo que toda captura se presume depredadora y, por que dañando intereses de terceros ―ya que el ecosistema es uno solo (ZEE-Alta Mar)― los Estados de pabellón deben acordar la explotación con los Estados ribereños (Argentina, Brasil y Uruguay), desde donde migran a alta mar los recursos pesqueros de las respectivas ZEE, para que la distribución de la pesca sea equitativa y sostenible. Para terminar con esta pesca ilegal el gobierno debe comenzar por denunciarla ante los organismos multilaterales, con todos los elementos de prueba puestos a su disposición (César Lerena “La pesca ilegal y expoliación de los recursos migratorios de Latinoamérica y el Caribe”, 2023), los disponibles en la Armada Argentina y la Prefectura Nacional y, ahora la Auditoría Interna de la Nación al DINARA del Uruguay.

A todo esto, se agrega el interrogante y, el gobierno debería verificarlo, si los buques chinos al dar de alta la bandera argentina han dado de baja su bandera del registro correspondiente de China, ya que de otro modo ―como se ventila en los ambientes portuarios― no estarían pagando derechos de importación en China de los productos extraídos de Argentina; como tampoco lo hacen los buques que pescan en alta mar, en una evidente competencia desleal con el resto de las exportaciones argentinas a ese país. Aquí el gobierno debería investigar al respecto y, si ello se confirmara, agregarle a esas embarcaciones el valor equivalente a los aranceles de ingreso a China o compensar económicamente a los buques que deban pagar derechos en los países asiáticos. Otro tanto, podría estar ocurriendo con los buques coreanos, taiwaneses o japoneses.

La cuarta, son las capturas de buques chinos en las aguas argentinas de Georgias del Sur con permisos otorgados en el marco de la CCRVMA, pese a que la Argentina es miembro activo y las autorizaciones se otorgan por consenso. No podemos perder de vista que, no obstante, que las Georgias son argentinas, integran la subárea 48.3. de la Convención, por lo cual, no se entiende por qué la Secretaría de Malvinas y el diplomático afectado a esta función, presta consentimiento para la pesca de merluza negra y krill en las Georgias, donde (y también en el Área 48.1) barcos chinos ―ahora el buque pesquero Shen Lan (BZVK5)― extraen 47.605 toneladas de Krill (2021) y también Noruega ―que tiene relaciones pesqueras en el Atlántico Norte con el Reino Unido― captura unas 241.000 toneladas y durante el año pasado el Reino Unido autorizó sin consenso la pesca de 4 buques con bandera de Santa Helena, de la Armadora Noruega Ervik Havfiske. La Argentina no puede seguir dando consenso para pescar en Georgias y no debería esperar que Rusia, sea quien niegue la autorización, como ocurrió con estos cuatro buques de Santa Helena, fundando en que “la pesca en Georgias es insostenible porque tiene una media del 25% de peces inmaduros”. Evidentemente, como también respecto a Malvinas, tampoco el gobierno tiene políticas para cuidar el territorio marítimo y sus recursos pesqueros de Georgias.

Los chinos están tirando por la calle del medio, mientras el gobierno argentino hace la vista gorda”.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente de la Fundación Agustina Lerena (Fundada el 21/10/2002), Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana, CESPEL (Fundada el 02/04/1989).

Autor de “Malvinas 1982-2022. Una gesta heroica y 40 años de entrega” (2021) y de “Pesca Ilegal y Recursos Pesqueros Migratorios Originarios de los Estados Ribereños de Latinoamérica y El Caribe” (2022).

HASTA ENTERRARNOS EN EL MAR

Iris Speroni*

Niñas correntinas practican canotaje.

Simplifiquemos: los argentinos somos  tierra y agua.

En estos días de elecciones donde unos y otros nos prometen el oro y el moro prefiero hablar de otras cosas; de imaginar, proyectar, idear cómo será nuestra vida el día que nos saquemos a estas sanguijuelas de encima.

Hace unas semanas @gatin___ propuso que usemos a nuestros astilleros públicos y privados para construir miles de embarcaciones (Optimus, canoas, botes de regatas, tablas de windsurf) para miles y miles de niños argentinos, con educación náutica obligatoria en las escuelas primarias. A partir de su propuesta, me nacieron varias ideas que quiero exponer ante ustedes.

De pronto, una franja azul entre las pendientes de dos médanos. Y repechamos la última cuesta. De abajo para arriba, surgía algo así como un doble cielo, más oscuro, que vino a asentarse en espuma blanca, a poca distancia de donde estábamos.

Llegaba tan alto aquella pampa azul y lisa que no podía convencerme de que fuera agua. 

Capítulo XVI, “Don Segundo Sombra”, Ricardo Güiraldes.

Agua

El territorio argentino tiene una superficie de 2.780.400 km2 [1].

La plataforma marítima argentina es de 6.581.500 km2, según lo reconocido por las Naciones Unidas en 2016 (mérito del gobierno de Cristina Fernández y de los profesionales de carrera de la Cancillería Argentina). Es una de las plataformas marinas más grandes del mundo.

Plataforma Continental Argentina reconocida por Naciones Unidas.

Nosotros, según estos números, somos 29,70% tierra y 70,30% agua. Simplifiquemos: ⅓ tierra y ⅔ agua.

Por lo tanto, nuestra misión como nación, para el resto del siglo XXI que nos queda, debe ser conquistar el mar. Conquistar toda nuestra agua: lagunas, lagos, ríos, estuarios, deltas…y el mar.

Quien la vio venir, antes que nadie, fue don Manuel Belgrano, porque era más inteligente que todos nosotros juntos. Insistió en que tengamos nuestra marina mercante [2].

Durante el siglo XX Argentina con esfuerzo armó su marina mercante (y fluvial) privada y pública. Todo eso fue deshecho arteramente. Hay que reconstruirlo a como dé lugar, al igual que nuestros astilleros.

De hecho, hay que repensar todo el sistema de cargas: trenes, transporte fluvial, transporte marítimo a la Patagonia y camiones en forma subsidiaria.

Me quiero concentrar en la parte fluvial y marítima.

Más allá de enseñarle a la población que Argentina es ⅔ agua, hay que educar para amar y respetar al río y al mar.

Darle la épica necesaria y remontarnos al Almirante Guillermo Brown y al capitán Hipólito Bouchard. Y las hazañas del siglo XX, con la conquista de la Antártida, el rescate de los suecos locos (1903) a bordo de la ARA Uruguay al mando del entonces Teniente de Navío Julián Irizar y como miembro de su tripulación al entonces Alférez José María Sobral. ¿Quién no ama a la Fragata ARA Libertad?

Por lo tanto, además de lo ya expuesto (astilleros, flota fluvial, flota marítima de cabotaje e internacional), se agrega a) Marina de Guerra superpertrechada, realmente invertir un montón de dinero en eso y b) educar desde la primaria en forma obligatoria.

  1. respecto a qué comprar o no para la Marina, claramente no es mi tema. Pero sí propuse en AHORRO, que todos los ingresos aduaneros (aranceles, tasa aduanera, adelanto de IVA y Ganancias por importaciones) se cobren en divisa. Dicha recaudación se destinará únicamente a: a.1.) cancelar la deuda nominada en divisas, a.2.) pertrechar a las FFAA.
  2. Desarrollar un plan, en todo el país, aún en las provincias mediterráneas, para que toda la población infantil adquiera destrezas básicas en su educación primaria:
      1. nadar,
      2. kayak y remo individual y grupal,
      3. vela (¿Optimist?).
      4. windsurf.

Regata infantil en el Puerto de Quequén, provincia de Buenos Aires, organizada por la Prefectura Naval Argentina.

Tenemos campeones panamericanos y olímpicos de antaño y contemporáneos, varones y damas, en forma suficiente como para armar una mística que sea un ejemplo para los niños. Y tenemos atletas ganadores de todas las clases sociales, lo que a su vez es un incentivo para todos los niños, sin distinción; porque demuestra que hay lugar para todos.

También tenemos infraestructura en piletas municipales en todo el país y clubes de remo y náuticos en general, a los que el ministerio de educación puede alquilar instalaciones durante los días de semana a la mañana (con poco uso y que no afectaría a los socios). En casos de no existir, se puede armar la infraestructura a nivel municipal y que el ministerio le alquile luego al municipio a cambio del mantenimiento y el uso municipal generalizado.

Medallero olímpico argentino en natación, remo y vela.

No hay excusas. Aún las provincias norteñas y cuyanas tienen ríos y espejos de agua naturales y artificiales (diques). Como mucho habrá que gastar dinero en micros para mover a los niños de localidades rurales hasta el espejo de agua o río más cercano. En Patagonia y Provincia de Buenos Aires tenemos kilómetros de costa de mar y Río de la Plata. En el litoral estamos repletos de ríos de todo tipo. Como dije, no hay excusas.

Tampoco es que tiene que ser una materia anual, donde vayan lunes y martes durante siete años. Es adquirir la destreza, pasar el examen y a otra cosa. Los objetivos son cuatro: 1) educación física, amigarse con el propio cuerpo, ganar tonicidad, manejar motricidad fina, etc., al igual que cualquier otro deporte; 2) “picar el bichito”, saber que eso se puede hacer, que no hay barreras económicas o sociales; un grupo elegirá seguir con la práctica (¿1%?, ¿2%?, ¿5%?); ganar gente que o bien practiquen el deporte o bien de mayores quieran ser marinos o dedicarse a la pesca o entrar en Prefectura o en la Armada; 3) entender la dimensión agua (río, mar) dentro de lo que la Argentina es; pensar el país con otro marco mental, entender que debemos ser un pueblo marítimo y que para ello hay que conocer y perder el miedo al agua; 4) que se abren o se reabren carreras, tanto para hombres como para mujeres; quedó demostrado que tenemos atletas femeninas en abundancia y que las damas pueden conquistar el Mar Argentino y el mundo a la par de nuestros varones tanto en pesca, marina mercante o marina de guerra; defensa personal y la práctica de deportes hace más para la autoestima femenina que cualquier discurso de una feminista resentida y con el tenor muscular de un spaghetti sobrecocido.

Antonio Abertondo, nadador de aguas abiertas.

Por último, si volvemos a invertir en nuestras Fuerzas Armadas, y sin dudas hay que hacerlo, vamos a necesitar hombres y mujeres que amen el mar. Esta educación que propongo es tomarle el gustito, como ir por primera vez a una heladería.

Quisiera que imaginaran estos distintos niños.

Un niño que vive en una casilla en un barrio de emergencia en Quilmes, con sus padres y cuatro hermanos. Imagine lo liberador que puede ser para un muchachito de ocho años aprender las siguientes destrezas: nadar, subirse a una tabla de windsurf, aprender a controlar un Optimus, salir a remar con un compañerito. Que sepan de Antonio Abertondo y de Alberto Zorrilla. Que no se sientan inhibidos por vivir en un hogar humilde, que todo es posible para ellos. ¡Y los físicos que van a echar! 

Otro caso: una nena, hija única, que vive con su mamá y su abuela en un dos ambientes en Villa Crespo, capital federal. Sobreprotegida y encerrada, tal vez con principios de sobrepeso. Empieza a nadar, le enseñan que existió una señora que se llamaba Jeanette Campbell, porteña o más acá, Cecilia Carranza. Le abriría la mente.

Lange-Carranza ganan el oro olímpico.

Por último, imaginen niños de la zona rural de Salta, que vayan al dique Cabra Corral y aprendan a remar, a andar en kayak, a velear, que todos sepan nadar. Es abrir todo un mundo nuevo para todos ellos.

En educación gastamos plata en tantas idioteces. En cambio, las actividades propuestas constituyen dinero bien invertido. Además, creo imprescindible que todo argentino sepa nadar.

Quiero un pueblo fuerte, sano y con la autoestima en alto.

En 20 años arrasamos en los JJOO.

A cabalgar hasta adentrarnos en el mar.

La verdad verdadera detrás de todo esto:

La semana que viene haré la segunda y última parte expondré sobre la educación rural/tradicional/agropecuaria para toda la población.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Si tomamos la superficie reclamada en la Antártida y el territorio en disputa del archipiélago de las Islas Malvinas y otras islas del Atlántico sur, la superficie terrestre asciende a 3.761.274 km2.

[2] Nuestra «Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano”» lleva su nombre como forma de honrarlo.

* * *

Lecturas Relacionadas:

Club social y deportivo

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Ahorro

http://restaurarg.blogspot.com/2023/07/ahorro.html

Preppers

http://restaurarg.blogspot.com/2020/04/preppers.html

Preppers II

https://restaurarg.blogspot.com/2020/04/preppers-ii.html>

Volver a empezar

http://restaurarg.blogspot.com/2022/01/volver-empezar.html

Enduro

http://restaurarg.blogspot.com/2021/01/enduro.html

 

Artículo publicado el 05/08/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/08/hasta-enterrarnos-en-el-mar.html.

DE AQUEL «PRIMER ORDEN NUCLEAR» A ESTE ESCENARIO INCIERTO

Alberto Hutschenreuter*

Giada_jn  en Pixabay

 

Se cumplen 78 años del lanzamiento de las bombas nucleares estadounidenses sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Por entonces, había poca información sobre el uso militar del átomo. El Proyecto Manhattan había sido tan hermético que cuando en la Conferencia de Potsdam, celebrada a mediados de julio de 1945 entre Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética, Stalin recibió comentarios sobre la bomba, el líder soviético dio relativa importancia a la cuestión.

Pocos días después, aquellas ciudades ardieron y desaparecieron bajo un poder de destrucción jamás experimentado. Japón no se rindió tras la primera bomba, de modo que tres días después del 6 de agosto otro artefacto, cargado esta vez con plutonio-239, explotó sobre otra población japonesa (un día antes, el 8 de agosto, cumpliendo promesas hechas en la Conferencia de Yalta meses antes, la URSS declaró la guerra a Japón).

Alcanzar la rendición del Japón imperial fue el primer propósito que se buscó con los lanzamientos. Los soldados nipones luchaban hasta morir y se calculaba que una invasión a la isla costaría cientos de miles de estadounidenses muertos. Pero hubo otros objetivos: había que experimentar la bomba sobre un escenario real, pues detonarla en un desierto aportaba muchos datos, sin duda, pero no los datos verídicos totales.

Por otra parte, como lo dice Churchill en su obra sobre la Segunda Guerra Mundial, con el Ejército Rojo ya ocupando países de Europa centro-oriental era muy difícil pensar que allí habría elecciones libres. La rivalidad Estados Unidos y la Unión Soviética, que en rigor existía ya desde que los bolcheviques capturaron el poder en Rusia en 1917, era un hecho. Por ello, era necesario ostentar esa poderosísima nueva capacidad a la URSS y al mundo.

Así se inició la era nuclear en la historia. Como generalmente ocurre en relación con nuevos acontecimientos asociados al poder, a partir de un hecho violento; en este caso, la guerra total. Desde entonces y hasta 1949, cuando la URSS tuvo su primer artefacto atómico, Estados Unidos detentó un poder absoluto: si en ese momento hubiera atacado a su rival, el mundo habría tenido medio siglo de orden unipolar.

A partir de entonces, el orden atómico entre los dos grandes poderes transitó ciclos relativos con las capacidades de golpe de uno y otro, ciclos que nadie como el general francés André Beaufré supo analizar. Pero aunque los dos reunían un poder letal, no fue hasta que la URSS colocó el satélite Sputnik en el espacio, en 1957, que Estados Unidos se sintió vulnerable por primera vez, pues ello significaba que su rival poseía capacidad de rango intercontinental. Ese temor de Washington impulsó una gran suba del gasto de defensa nacional en tiempos de la administración Kennedy.

En los años sesenta ocurrieron los primeros desajustes en la relación basada en lo que se conoció como Mutua Destrucción Asegurada (MAD), pues en la carrera nuclear ambos poderes desarrollaron tantos sistemas misilísticos que los sistemas antimisilísticos de cada uno podían llegar a ser superados en un ataque, rompiéndose el equilibrio del terror, es decir, la «cultura estratégica» que predominaba entre los dos megapoderes atómicos, pues los dos asumían que una guerra nuclear no se podía ganar. Por ello, en los años siguientes se alcanzaron los acuerdos SALT sobre limitación de armas estratégicas y se firmó en 1972 el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM), sin duda el marco regulatorio clave en la era de las armas nucleares, pues era la base que sostenía la disuasión nuclear.

A pesar de las tensiones, en los años ochenta los presidentes Reagan y Gorbachov continuaron considerando que en una guerra nuclear no habría victoria. Posteriormente, tras el final de la contienda bipolar y el desplome de la URSS, la «cultura de tratados» prosiguió. Rusia se volvió un poder asombrosamente débil durante los años noventa, pero no dejó de ser una superpotencia nuclear, la única capaz de destruir a Estados Unidos. El hecho relativo con el consenso que había para que Rusia concentrara todo el armamento atómico de la ex URSS mostraba que la confianza en ese actor se mantenía.

Pero también era cierto que Estados Unidos había ganado la Guerra Fría y podía rentabilizar esa victoria en el segmento de las armas nucleares. Posiblemente por ello, por la afirmación nacional que significó Putin, por el impacto que le significó el ataque del 11-S y por la supremacía que ostentaba por entonces Estados Unidos, que se afianzó durante la primera década del siglo al punto que llegó casi a identificar el sistema internacional con sus intereses nacionales (algo así como un «wilsonismo militar»), la potencia mayor comenzó a distanciarse de los compromisos que implicaba el duopolio estratégico. Fue así que en 2002 se retiró del ABM, un hecho que fue vinculado con la decisión de alcanzar la supremacía nuclear, es decir, prepararse para eventualmente ganar una confrontación con esas armas.

Además, el otro pilar para evitar la dispersión atómica, el Tratado de No Proliferación (TNP), hacía tiempo que había comenzado a desfondarse, pues surgieron nuevos actores nucleares. Por su parte, pero siempre en este contexto, hechos como la intervención en Irak, la relativización de las soberanías nacionales como consecuencia de la lucha global contra el terrorismo, y, posteriormente, la intervención de una fuerza multinacional en Libia, recentraron en algunos países la cuestión relativa con lograr la seguridad absoluta, es decir, poseer la bomba, pues nadie se entrometía con un actor atómico.

Por su parte, Rusia adoptó medidas «compensatorias» y salió del Régimen sobre Control de Plutonio; más recientemente, Estados Unidos abandonó el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio. Y así el segmento estratégico más alto y sensible de la seguridad internacional se fue debilitando, al punto que entre Estados Unidos y Rusia solo quedó en pie un tratado sobre reducción e inspección de armas estratégicas, el START III o New START, que entró en vigor en 2011, fue prorrogado por cinco años en 2021, aunque este año Putin anunció la suspensión de su cumplimiento por parte de Rusia.

En estos términos, se han profundizado las incertidumbres relativas con el equilibrio del terror. ¿Es posible que todavía se mantenga? Es la gran pregunta, pues los desajustes que se han producido desde hace dos décadas en ese segmento vital para la supervivencia posiblemente hayan erosionado ese principio, y por ello posiblemente se estrechó el margen del uso del armamento nuclear. Más todavía, puede que nos hallemos en un escenario de «guerras nucleares ganables».

En relación con la reducción de los márgenes de utilización del arma atómica, el experto Andrew F. Krepinevich advierte que, por caso, Rusia ha aprobado una doctrina militar que habilita el uso de armamento nuclear si este arsenal se encontrara en riesgo o si Rusia estuviera perdiendo una guerra. Asimismo, una línea similar de pensamiento podría estar arraigándose en China, donde los políticos y militares han insinuado que ciertos tipos de armas nucleares podrían utilizarse en un conflicto de naturaleza convencional como las que se usan para generar un pulso electromagnético que pueda desactivar dispositivos electrónicos. En relación con la rivalidad entre China y Estados Unidos, donde prácticamente no hay equilibrio entre ambos, dicho uso no es ajeno a las capacidades relativas con la negación de acceso a los armamentos y complejos militares. Pero el experto advierte sobre otra situación altamente preocupante: los cambios que podrían haber tenido lugar en torno a la lógica de la disuasión. Es decir, como concepto teórico la disuasión se basaba en la suposición de que cuando existe riesgo los hombres actúan racionalmente, en el sentido de que basan sus decisiones en un cálculo de costo-beneficio y actúan solamente cuando las ganancias esperadas superan a los costos. Pero durante las últimas cuatro décadas, la investigación en materia de economía del comportamiento ha arrojado grandes dudas sobre esta suposición. Se estima que los hombres están dispuestos a asumir grandes riesgos y aceptar altos costos con el fin de evitar pérdidas. O sea, la toma de decisión podría basarse más en las pérdidas (para mantener una situación lograda) que en las ganancias.

Concluyendo, el segmento más elevado de la seguridad internacional y mundial se encuentra en un estado incierto, pues podría haberse desvanecido el equilibrio nuclear, es decir, la predominancia de una cultura estratégica entre los dos mayores poseedores de armas nucleares. En este contexto, el estado de guerra indirecta entre Occidente y Rusia o los puntos de discordia mayor entre China y Estados Unidos nos llevan a plantearnos escenarios apocalípticos sobre las consecuencias que podría tener un incidente mayor en el Mar Negro o en el Mar de la China, por tomar dos zonas geopolíticas y militarmente volcánicas.

 

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.

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