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LAS SOMBRAS QUE ACECHAN A UN LADO DE LA GUERRA

María Eugenia Álamos*

Los colores de la Bandera de Ucrania aparecen en estos días por todos los medios de comunicación, en distintos programas, documentales, análisis periodísticos y hasta en la ceremonia de los Oscar intentando visibilizar la situación de guerra que atraviesa este territorio.

Imágenes de tanques rusos, soldados ucranianos, ciudades sitiadas y bombardeos nocturnos se suceden incesantemente en la televisión por todo el globo. Con ellas, también enormes flujos humanos de refugiados que escapan improvisadamente del horror de la guerra en medio de frágiles “corredores humanitarios” establecidos por las partes en conflicto como medio de evacuación.

Este éxodo forzoso está compuesto esencialmente por mujeres, niños y ancianos, quienes son excluidos del “llamamiento a defender con armas su tierra” y deben abandonar todo su universo conocido si quieren preservar su vida y la de su familia mientras dure el conflicto.

Más de 3,7 millones de personas han huido de Ucrania desde que comenzó la ofensiva militar rusa el 24 de febrero y, de acuerdo con las estimaciones actuales de Naciones Unidas, es la crisis de desplazamiento humano que más rápido crece desde la Segunda Guerra Mundial[1].

No obstante, hay un murmullo que está empezando a sonar en medio de estos puntos fronterizos agolpados de refugiados y que preocupa cada vez más a las Organizaciones Internacionales que trabajan en puntos de extrema vulnerabilidad: el tráfico de personas.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que las mujeres que llegan como refugiadas a las fronteras “necesitan protección frente a la violencia de género, el abuso y la explotación sexual (…) porque son particularmente vulnerables a ser víctimas de trata y pueden no ser capaces de buscar ayuda de las autoridades estatales para escapar de una situación de explotación”[2].

En los últimos días, han sido denunciados y apresados varios criminales que pertenecen a redes de trata de personas y que están operando en estos corredores humanitarios, aprovechando la situación de desesperación que existe en las caravanas de refugiados compuesta esencialmente por mujeres y niños que no entienden otro idioma que no sea el suyo y no tienen más opciones que confiar en los voluntarios que van encontrando en el camino y les ofrecen algún tipo de ayuda. En la última semana de marzo, fueron apresados dos ciudadanos italianos que se hacían pasar por “voluntarios” de ayuda humanitaria y que estaban intentando secuestrar mujeres ucranianas para sus redes de trata[3].

La precariedad en la que se encuentra todo el recorrido que deben realizar los refugiados que huyen de la guerra posibilita que estas redes actúen con mayor rapidez producto de la falta de organización y vigilancia necesaria en numerosos puntos del camino para preservar la integridad de estas mujeres y muchos niños que escapan solos, sin comprender los idiomas de quienes se acercan a ayudarlos quedando envueltos en situaciones de extrema vulnerabilidad.

Las redes de trata que trabajan en Ucrania no son nuevas; desde los años noventa, con el desmembramiento de la Unión Soviética, la situación social de la población dentro de Ucrania conllevó a una crisis económica que obligó a muchas familias a fragmentarse y migrar para buscar un sustento a futuro. Según un informe de Human Rights Watch (HRW), entre 1995 y 2000 en dos de las principales ciudades de Ucrania, Lviv y Kiev, las tasas de desempleo femenino superaban el 70%[4].

Según el informe de la Comisión Europea, Ucrania también destacaba como el país en el que más tratantes fuera de la UE habían sido detenidos por tráfico de seres humanos entre 2017 y 2018[5]. De esta manera, muchas mujeres, migraron al exterior o quedaron solas dentro de Ucrania, cayendo en redes de trata que se instalaron en la zona captando mujeres y niños para su mercado internacional, llegando incluso a liderar la temida escala de tráfico de personas con el puesto Nº 8 en países con mayor presencia de redes de trata de mujeres en Europa.

Las actividades ilícitas encuentran un punto de ebullición en el contexto de las guerras actuales, por la intensidad de los movimientos que allí se generan y por las características de trauma que poseen quienes escapan o participan en ellas. Es menester de la comunidad internacional, no sólo dar ayuda y cobijo a quienes llegan o atraviesan sus fronteras, sino preservar la seguridad humana de quienes escapan de la muerte.

De esta manera, la Comisión Europea comunicó oficialmente el 2 de marzo de 2022: «A través de una medida histórica, sin precedentes, la Comisión ha propuesto hoy conceder una protección inmediata y general en la UE a quienes huyen de Ucrania. Todas las personas que huyen de la guerra gozarán de un estatuto seguro y tendrán acceso a educación, atención médica y trabajo. Al mismo tiempo, estamos trabajando para facilitar el cruce eficiente de las fronteras para las personas y sus animales de compañía, con los controles de seguridad necesarios. Se trata de un momento de gran presión para nosotros, pero la Unión Europea y todos y cada uno de sus Estados miembros están demostrando sin lugar a duda que estamos dispuestos a pasar a la acción y a mostrar nuestra solidaridad con Ucrania»[6].

Sin embargo, aunque la solidaridad es necesaria, no alcanza para preservar la vida de quienes se encuentran en este momento en situaciones de peligro inminente. No sólo en puntos fronterizos, donde la vigilancia este presente, sino en los caminos espontáneos que toman los refugiados que van orientándose unos a otros, atravesando bosques, montañas, aldeas desoladas o puntos despoblados. Ahí, donde no están presentes los ojos que protegen y vigilan, es dónde los peligros se hacen realidad.

Todos nos hemos conmovido con la imagen del niño ucraniano de 11 años de la localidad de Zaporiyia, en Ucrania central, que recorrió 1.700 kilómetros —1.200 de ellos en soledad— hasta reunirse con unos familiares en Bratislava (Eslovaquia) con sólo una bolsa de plástico, su pasaporte y un número de teléfono escrito en su mano. De acuerdo con la publicación del cuerpo de seguridad eslovaco que lo recibió, el niño “llegó completamente sólo” a Eslovaquia porque su madre viuda y con varios hijos ha tenido que quedarse en la ciudad de Zaporiyia cuidando de la abuela del niño que está inmovilizada.

Para muchos de nosotros, es impensado enviar a nuestros hijos solos en un tren con destino a un país que se encuentra a 1.700 kilómetros de distancia, pero esta historia se replica miles de veces en este momento para quienes están inmersos en situación de guerra. La desesperación es tan fuerte, la necesidad de supervivencia en contextos de incertidumbre nos lleva a situaciones que jamás imaginamos. El niño, en riesgo extremo. La madre, en riesgo extremo también sola en un territorio ocupado a merced de las bombas.

Esta historia, que se viralizó en las redes gracias a los voluntarios que asisten en la frontera, se asemeja a la de otro niño de cuatro años que ingresa a la frontera en Medyka (Polonia) llorando en soledad… Lo hemos visto TODOS, incluso los monstruos que acechan en la oscuridad a la espera de cazar a sus víctimas. Este niño, tuvo suerte (¿?) porque lo recibió un voluntario de Cruz Roja y enseguida lo protegió, pero ¿cuántos niños, niñas y mujeres no tienen la misma suerte desapareciendo del camino sin dejar rastro alguno?

La ayuda es necesaria, la solidaridad en tiempos de guerra. Pero no debemos olvidar que la protección y la seguridad son fundamentales para preservar a quienes huyen de la guerra, desolados, desesperanzados y sin voz, caminando sin saber dónde ir y con lágrimas en los ojos.

El crimen organizado (incluido el tráfico sexual, de órganos y, con frecuencia, el trabajo forzado) no es la única amenaza. Los refugiados también son explotados por individuos. Personas en Polonia, Alemania, Reino Unido y otros lugares han abierto sus hogares a los refugiados, la mayoría con las mejores intenciones. Pero lamentablemente no todos, habiendo actualmente muchas denuncias de mujeres que fueron alojadas por particulares que se ofrecieron a ayudarlas en estaciones de tren y luego terminaron quitándoles el pasaporte para retenerlas y explotarlas[7].

Debemos organizar y extremar sistemas de vigilancia específicos en todo el trayecto humanitario con la finalidad de minimizar todo lo posible la actividad de estas redes criminales que actúan en la oscuridad y convierten en sombras a quienes anhelan vivir en paz.

* Geógrafa (UNLP) y Becaria Doctoral del Programa Argentino Alemán de Intercambio Académico en Estudios Culturales Interdisciplinarios de Europa y América Latina CUAA; Ibero-Amerikanisches Institut von Berlín, Universität Rostock y UNLP. Consultora Externa en Migraciones Internacionales para África, Europa y América en la Organización Internacional para las Migraciones – OIM/ONU. Especialista en Contenidos sobre Derechos Humanos y Defensores del Medio Ambiente en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos – IIDH en Costa Rica. Miembro de la Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior – RAICES y la Red de Científicos Argentinos en Alemania (RCAA). Miembro de la SAEEG.

Referencias

[1] Lola García. “El desgarrador llanto de un niño al abandonar Ucrania y entrar en Medyka (Polonia) | Vídeo”. El Periódico, 09/03/2022, https://www.elperiodico.com/es/internacional/20220309/nino-llora-entrar-medyka-polonia-refugiado-ucrania–dv-13346287

[2] Noemí López Trujillo. “Tráfico de mujeres ucranianas: el riesgo de que las refugiadas sean captadas para la explotación sexual”. Newtral.es , 26/03/2022, https://www.newtral.es/trafico-mujeres-ucranianas-redes-trata/20220326/.

[3] Katya Adler. “Rusia y Ucrania: los traficantes que se hacen pasar por falsos voluntarios para captar refugiadas ucranianas”. BBC News, 28/03/2022, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60895320

[4] Ídem.

[5] “Ucrania: la Comisión propone la protección temporal para las personas que huyen de la guerra en Ucrania y directrices para los controles fronterizos”. Comisión Europea (Representación en España), comunicado de prensa, 02/03/2022, https://spain.representation.ec.europa.eu/noticias-eventos/noticias-0/ucrania-la-comision-propone-la-proteccion-temporal-para-las-personas-que-huyen-de-la-guerra-en-2022-03-02_es

[6] Ídem.

[7] Katya Adler. Op. cit.

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EL DIFÍCIL RENACIMIENTO DE SIRIA

Giancarlo Elia Valori*

Hace ahora diez años que una manifestación pacífica contra el régimen de Bashar Al Assad organizada por los estudiantes de Deraa fue brutalmente reprimida por la policía y las fuerzas armadas del gobierno, desencadenando una cadena de acontecimientos que sumieron a Siria en una terrible guerra civil.

En los combates, que vieron la destrucción total de ciudades históricas como Alepo y Raqqa, el sitio arqueológico de Palmira, incluido en la lista de la UNESCO, y una gran parte de la capital Damasco, unos 250.000 combatientes de todos los bandos en el conflicto (soldados leales, guerrilleros de ISIS, combatientes irredentistas kurdos, militantes islamistas del Ejército de Liberación Sirio, milicianos de las Fuerzas Democráticas Sirias) y al menos 230.000 civiles murieron, víctimas de la brutal ocupación por las tropas del Califato Islámico o “víctimas colaterales” de los combates y bombardeos de pueblos y ciudades. El conflicto civil se convirtió rápidamente en una “pequeña guerra mundial”, con la intervención armada de varios actores extrarregionales: los turcos junto a los rebeldes islamistas, los rusos e iraníes en apoyo del gobierno de Damasco y los estadounidenses en apoyo de los kurdos y los “demócratas” de las “Fuerzas Democráticas Sirias”.

En los últimos diez años, 5,6 millones de sirios han huido del país y viven precariamente en campos de refugiados en países vecinos, El Líbano, Jordania y Turquía.

Unos 6,7 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y son consideradas “desplazadas internamente”, es decir, refugiados dentro de las fronteras sirias, mientras que al menos 5 millones de personas atrapadas en las regiones del noroeste de Siria y en la región de Idlib, donde todavía operan las tropas extraviadas del Califato Islámico, necesitan asistencia humanitaria.

Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados, más de 13 millones de sirios lo han perdido todo y sobreviven gracias a la ayuda del gobierno y la caridad internacional.

Además de esta catástrofe humanitaria, el gobierno de Assad (que fue confirmado como Presidente de la República para un cuarto mandato) se enfrenta a una emergencia económica que comenzó después de los primeros enfrentamientos en 2011 y se intensificó gradualmente durante la guerra civil.

Según el Banco Mundial, la pérdida del PIB entre 2011 y 2016 fue de alrededor de 226 mil millones de dólares, mientras que el costo de destruir viviendas e infraestructuras civiles supera los 117 mil millones de dólares.

Los precios de los productos de primera necesidad, como los alimentos y el combustible, han aumentado 20 veces desde antes del conflicto, mientras que la libra siria se ha devaluado gradualmente.

Se estima que al menos el 70% de la población está actualmente por debajo del umbral de la pobreza y tiene poca capacidad alimentaria. Según World Vision International, la esperanza de vida de los niños sirios en 2021 ha disminuido en trece años.

La situación se ha deteriorado aún más por una importante emergencia hídrica, las represas de Tabqa y Tishreen están en peligro de cierre, con graves daños a la agricultura, la generación de electricidad y el suministro de agua corriente a las personas en todo el noreste.

El Covid tampoco ha perdonado a este desafortunado país, aunque las estimaciones oficiales –si bien altas– de infectados y muertes no son confiables debido a la imposibilidad, para las autoridades sanitarias, de realizar los relevamientos masivos necesarios para conocer el alcance real del contagio.

En el frente militar, la situación sigue siendo bastante confusa.

Las tropas gubernamentales han logrado, con ayuda rusa e iraní, infligir una derrota casi definitiva a los milicianos de ISIS.

Los hombres del Califato, tras ser expulsados de Alepo, Palmira y Raqqa (que incluso había sido designada por Al Baghdadi como la capital del “Estado Islámico”) han huido en parte al desierto iraquí, desde donde siguen llevando a cabo acciones inquietantes contra las fuerzas bagdadíes, y en parte se han dispersado en pequeños grupos en la zona desértica y montañosa de Idlib y Deir Es Zor, en el llamado triángulo Alepo-Hama-Raqqa, donde continúa la actividad guerrillera perturbadora y a veces sangrienta que no tiene nada que ver con las abrumadoras victorias que los acercaron a la victoria militar final en 2014-2015.

ISIS ahora se contenta con emboscar a los convoyes militares del gobierno y extorsionar a las personas atrapadas en la región con el propósito de autofinanciarse por razones de simple supervivencia.

El ejército de Damasco, sin embargo, está encontrando cada vez más difícil liquidar permanentemente la presencia de ISIS desde territorio sirio, tanto por las dificultades asociadas con la necesidad de controlar efectivamente una gran sección de territorio desértico y montañoso, como porque aún no ha podido apoyar plenamente a las guerrillas kurdas de las Fuerzas Democráticas Sirias, todavía apoyadas por Estados Unidos, y porque también tiene que lidiar con las formaciones armadas islamistas dispersas del “Ejército de Liberación Sirio” apoyado por Turquía.

El régimen de Bashar Al Assad, por lo tanto, a pesar de haber evitado la derrota final que parecía cercana entre 2013 y 2015, no puede abordar con seguridad el problema de la reconstrucción del país. El presidente sirio, después de haber asegurado las elecciones (con el resultado obvio porque solo alauitas y cristianos votaron a su favor en masa, mientras que los sunitas se han abstenido en gran medida o han sido “disuadidos” de participar en la votación) el cuarto mandato intenta fortalecer su gobierno reorganizando su aparato de seguridad con hombres de fiabilidad y lealtad seguras. En mayo pasado, el Presidente nombró a su leal general Jamal Mahmoud Younes, jefe del Comité de Seguridad de la Región Oriental, quien también es responsable de la seguridad de la Gobernación de Homs.

Se cree que Younes, que proviene del “feudo” de la familia Assad en Latakia, es muy cercano al hermano del presidente, Maher Al Assad, a quien sirvió en la Cuarta División Blindada de 2012 a 2013. Maher se considera muy cerca de Irán y Moscú.

Otro elemento destacado del nuevo aparato de seguridad de Siria es el general Ramadán Yusef Al Ramadan, también alauí y sujeto a sanciones personales por parte de la Unión Europea, junto con su colega Younes, por su papel en la represión de los primeros incidentes de Deraa en 2011.

Ramadán ha sido nombrado jefe del Comité de Seguridad del departamento de Latakia, una zona extremadamente sensible porque, de hecho, es una zona bajo control militar ruso.

Assad se encuentra, por tanto, en la necesidad de equilibrar las difíciles exigencias de derrotar definitivamente la rebelión, resolver la gravísima situación económica y convivir lo más razonablemente posible con la presencia de dos engorrosos aliados, Rusia e Irán, que tras haberle asegurado la supervivencia parecen decididos a asentarse definitivamente en territorio sirio.

Rusia, cuya ayuda ha sido fundamental para evitar el colapso del régimen de Damasco, sigue prestando apoyo militar desde el cielo y la tierra a la lucha contra los rebeldes que siguen en funcionamiento y explotando el crédito que ha adquirido con el régimen para fortalecer su presencia en la región. de forma permanente.

Fue a principios de junio cuando el Ministro de Defensa ruso autorizó el inicio de los trabajos de renovación de la base aérea de Khmeimim, en la región de Latakia, después de que la pista se haya ampliado para apoyar el tráfico de vehículos militares rusos (un avión por minuto). El nuevo aeropuerto incluso fue utilizado hace unos días para una misteriosa misión que llevó un avión de Moscú al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv.

Este misterioso episodio demuestra que la presencia de rusos en la zona podría incluso ser funcional en la búsqueda de una estabilización de las relaciones entre Jerusalén y Damasco (Putin nunca ha ocultado su simpatía por Israel).

La presencia militar iraní en Siria es mucho más profunda y de otro peligro para la seguridad israelí. Teherán ya tiene una fuerte presencia militar en la región: desde El Líbano, donde Hezbolá controla política y militarmente todo el sur del país y toda la delicada zona fronteriza con Galilea, hasta Irak, entregado a los chiítas proiraníes por George W.Bush con la guerra de 2003.

Si, como informan fuentes de inteligencia israelíes, el programa nuclear del Irán se ha reanudado a toda velocidad al mismo tiempo que el desarrollo de capacidades modernas y eficaces de creación de misiles balísticos, incluso como portadoras de ojivas nucleares, Siria podría convertirse, a pesar de sí misma, en un peligroso puesto de avanzada nuclear en las fronteras de Israel.

Una perspectiva de pesadilla que se hizo aún más preocupante por la reciente elección como Presidente de la República de Irán de un partidario de línea dura como el ayatolá Ebrahim Raisi; una perspectiva que no ayudaría a Siria a salir de su crisis de una década pero que, si Moscú no hace oír su voz, la volvería a situar en la vanguardia de la confrontación con Israel.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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