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GUAYANA ESEQUIBA: PRIMERO EN EL TIEMPO, MEJOR EN EL DERECHO

Abraham Gómez R.*

Guyana, luego de introducir una demanda contra nuestro país y ratificarla en todas sus correspondientes audiencias procesales, con la finalidad de que la Corte Internacional de Justicia acredite unos supuestos documentos que nunca han poseído y obligue a Venezuela en su sentencia declarativa ―primero- reconocer, como válido y vinculante el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899 y en la misma resolución constitutiva― luego- como cosa juzgada.

Parece que la contraparte ha asumido la condición y disposición de arreciar, ya no únicamente en la proyección atlántica que genera la parte continental de la Guayana Esequiba, en contención, sino que, imprudentemente, ha dado instrucciones, y hasta órdenes escritas, a las empresas transnacionales para que operen en cualquier coordenada marítima hacia su costado oeste, irrespetando la soberanía venezolana en esa área, burlando, como les da gana, el Acuerdo de Ginebra de 1966, único documento con pleno vigor jurídico, con el cual se rechaza el citado «laudo».

La excolonia británica nos ha venido atropellando y vulnerando en nuestro legítimo e histórico contexto geográfico y aún sus voceros, en distintas épocas, presidentes y cancilleres hacen desvergonzadas afirmaciones ―a través de  comunicados y presencialmente en eventos internacionales— de que la acción de Venezuela viola la soberanía e integridad territorial de su país y se atreven a argumentar “que Venezuela es una amenaza, con actos hostiles, agresivos e ilegales para el desarrollo económico de Guyana”.

En una especie de reacción en cadena se han pronunciado en favor de los guyaneses la Comunidad del Caribe (CARICOM), integrada por 15 países, cuya sede y secretaría general se activa desde Georgetown; así también hizo lo propio la COMMONWEALTH, que constituye una de las organizaciones más antiguas del mundo. Conformada por 54 países independientes y semiindependientes que mantienen lazos históricos con Reino Unido y cuya pertenencia a la misma en la actualidad es voluntaria y no implica sumisión a la monarquía británica.

En total, los países que la integran reúnen 2.500 millones de personas (casi una tercera parte de la población mundial) e incluye tanto economías avanzadas como países en desarrollo.

Sin embargo, ninguna de las naciones tanto de la CARICOM como de la COMMONWEALT posee el más mínimo título para reclamar propiedad sobre los 159.500 km2 en contención.

Hemos denunciado, con insistencia, que hay un enjambre de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-Mobil, la cual fija los procedimientos, en el área, para la Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china; en fin, se conoce que sobrepasan las 52 compañías que allí se instalaron, procedentes de muchos países, que se dicen amigos de Venezuela; incluso algunas naciones que hemos estado apoyando a través de Petrocaribe.

Están aprovechando, como mejor les plazca, los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial-continental que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios para que esquilmen en el espacio marítimo que genera la que se denominó «Zona en Reclamación».

Reiteramos que en muchas ocasiones estuvimos haciendo las advertencias a las autoridades de la Cancillería venezolana, en el sentido, de que quedarse callados, dar aquiescencias o permisividades, omitir las denuncias oportunas y contundentes o tolerar que los gobiernos guyaneses, desde Cheddi Jagan hasta hoy, otorgaran concesiones en la Guayana Esequiba, todos estos silencios cómplices y/o las alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte (Principio de Estoppel), conspiran contra nosotros en los reclamos que desde hace más de un siglo hemos hecho de la Guayana Esequiba, que siempre ha sido nuestra.

Llegó el momento de demostrar y reafirmar la venezolanidad con declaraciones y con hechos concretos.

Me apoyo, en calidad de préstamo, en un interesante principio jurídico que reza «Prior in tempore, potior in iure», una expresión latina que puede traducirse como «Primero en el tiempo, mejor en el Derecho», que hace referencia a un inevadible enunciado normativo, en virtud del cual, en el caso de existir controversia entre Partes que alegan iguales pretensiones sobre una cosa, como la situación que confrontamos con la excolonia británica, se entiende que tiene preferencia en el Derecho Internacional Público la Parte que primero haya realizado un acto con eficacia jurídica; la cual procedió (dispuestos estamos a demostrar y probar) a realizar los respectivos asientos registrales que fundamentan el Derecho Real que alega, para evitar que se vulneren sus derechos de propiedad válidamente generados.

En concreto, nos encontramos preparados, iniciado el trayecto de pruebas para el 11 de agosto del próximo año, para consignar ante la honorable Sala Jurisdicente la documentación histórica-jurídica y cartográfica que nos asiste, donde se percibe ―perfectamente comprobable― una prelación cronológica y se establecen las razones temporales, de pleno derecho, primando la antigüedad.

Poseemos la preminencia del título sobre ese territorio, donde el Derecho Internacional insiste en favorecer la preferencia del título jurídico traslaticio por encima de la ocupación circunstancial o la posesión ilegítima.

La Corte ha decidido en una serie de sentencias que han creado jurisprudencias, que un título jurídico preexistente (como nuestro caso con la Cédula Real de Carlos III, de 1777, cuando crea la Capitanía General de Venezuela, a partir de las Capitulaciones de Santa Fe de 1492) prevalece sobre una administración del territorio en controversia, por parte de otro Estado.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial.

LA TRADICIÓN MILENARIA DEL PENSAMIENTO DE XI JINPING Y LAS DISPUTAS ENTRE CHINA Y LA UE

Giancarlo Elia Valori*

Foto: Spanish.Xinhuanet.Com

El 70º aniversario de la promulgación de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica es un gran acontecimiento para la comunidad internacional. También es de gran importancia que el presidente Xi Jinping lleve adelante la tradición milenaria de China de cooperación amistosa entre los ciudadanos de todos los países para promover la paz y el desarrollo mundiales. La República Popular China no está de acuerdo con la teoría de que un país fuerte debe buscar la hegemonía. El pueblo chino no lleva en la sangre el gen de oprimir a otros pueblos a través del militarismo o del llamado poder blando condicionante, o a través de bombas humanitarias que traen «libertad».

Hace setenta años, durante el movimiento de descolonización que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, la causa de la independencia y la liberación nacional floreció en los países afroasiático-americanos, y esos nuevos países aspiraban a establecer relaciones internacionales igualitarias con aquellos Estados que hasta entonces habían dictado e impuesto sus leyes de manera imperial-colonialista.

Los países recién independizados siguieron esa tendencia histórica y defendieron conjuntamente los Cinco Principios chinos de respeto mutuo, soberanía, integridad territorial, no agresión mutua y no injerencia en los asuntos internos, sobre la base de la igualdad y el beneficio mutuo de la coexistencia pacífica.

Ya en 1954, la República Popular China y algunos países asiáticos emitieron declaraciones conjuntas en las que confirmaban que esos Cinco Principios se aplicarían en sus relaciones mutuas y en las relaciones de sus respectivos países con otros países de Asia y de todo el mundo. Se trata de una iniciativa importante en la historia de las relaciones internacionales y una contribución histórica a la creación de un nuevo tipo de relaciones internacionales justas y razonables.

Mirando hacia atrás, el presidente Xi Jinping no sólo expresa su profunda gratitud a la primera generación de líderes de China Popular, sino que también desarrolla y reafirma que estos Cinco Principios son una forma de respeto y solidaridad con las personas con visión de futuro en varios países que han insistido durante mucho tiempo en promover los valores de igualdad e independencia en el mundo.

Esto significa explorar la mejor manera de llevar adelante el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones internacionales y construir juntos un orden mundial basado en la cooperación de beneficio mutuo.

Los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica se desarrollaron en Asia porque heredan la tradición ideológica de los pueblos asiáticos que abogan por la paz. Pueblos que nunca han intentado imponer sus ideas en otros continentes, ni en niveles políticos y económicos de pensamiento diferente, como sabemos que sucedió en Europa, que durante siglos se consideró la fuente de la verdad en todos los niveles, desde el social hasta el religioso.

La nación china siempre ha apoyado conceptos armoniosos en los que no debe haber uniformidad ni violencia que los impongan. No en vano, los países asiáticos siempre han defendido conceptos como la benevolencia, la caridad y la paz. Tagore, el gran poeta indio, escribió: «¿Crees que puedes lograr la amistad a través de la guerra? La primavera se escurrirá ante tus ojos».

El Presidente Xi Jinping siempre ha sostenido que los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica reflejan vívidamente las metas y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y les ofrecen una connotación visible, factible y alcanzable. No sólo representan las nuevas expectativas de los países asiáticos en materia de relaciones internacionales, sino que también encarnan el espíritu del estado de derecho internacional que debe unificar los derechos y las obligaciones, así como las responsabilidades de todos los países del mundo.

A través de esos principios, ya en el decenio de 1950, la República Popular China y algunos países asiáticos resolvieron viejas controversias. Por ejemplo, en la década de 1960, China y Myanmar (Birmania) resolvieron adecuadamente la cuestión fronteriza: los dos países firmaron un tratado fronterizo, que fue el primero de este tipo firmado por Nueva China con los países vecinos. Los dos países también firmaron el Tratado de Amistad y No Agresión, que nuevamente fue el primer tratado de paz y amistad entre países asiáticos.

Desde finales de la década de 1960, los Cinco Principios no sólo han echado raíces en Asia, sino que también se han arraigado profundamente y se han extendido por todo el mundo. El presidente Xi Jinping cree que, resumiendo la práctica de las relaciones internacionales, los Cinco Principios tienen una fuerte vitalidad. La propia India declaró hace poco que si se reconocieran los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica en las relaciones entre todos los países, casi no habría conflictos ni guerras en el mundo.

Es indiscutible que desde la época del liderazgo del Presidente Xi Jinping, los Cinco Principios, como principios abiertos e inclusivos del derecho internacional, han resistido la prueba de las vicisitudes de la situación mundial y encarnan los valores de la soberanía, la justicia, el estado de derecho y la democracia, entendida como la independencia de los Estados frente a la voluntad opresiva de los Estados más poderosos y no en el sentido propagandístico liberal como expresión política de partidos que representan a las clases privilegiadas y explotadoras que manejan el capital financiero.

De hecho, los Cinco Principios se están convirtiendo en las reglas fundamentales de las relaciones internacionales. Enmarcan científicamente las características esenciales del nuevo tipo de relaciones exteriores. Son una unidad interconectada, que se refuerza mutua e indivisiblemente, y son aplicables a las relaciones entre países de diversos sistemas sociales, niveles de desarrollo y tamaños.

En 1955, por ejemplo, los Diez Principios adoptados por la Conferencia de Bandung fueron una extensión y desarrollo de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica. El Movimiento de los Países No Alineados, que surgió en el decenio de 1960, adoptó los Cinco Principios como guía fundamental. Las declaraciones pertinentes adoptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1970 y 1974 aceptaron los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica. Estos han sido adoptados por una serie de organizaciones internacionales y pactos y tratados en el mundo actual y han sido ampliamente reconocidos y respetados por la comunidad internacional.

De hecho, los Cinco Principios salvaguardan los derechos e intereses de los países en desarrollo. La esencia de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica es que todos los países tienen la misma soberanía y se oponen al monopolio de cualquier país en los asuntos internacionales. Esto proporciona una poderosa arma ideológica para que los países en desarrollo defiendan su soberanía nacional y su independencia. Se convierten en una bandera para que estos países se unan, cooperen y se fortalezcan mutuamente a través de la solidaridad militante, que profundiza el entendimiento y la confianza mutuos, promueve la cooperación Sur-Sur, al tiempo que desarrolla y aumenta la cooperación Norte-Sur. El objetivo principal de los Cinco Principios es actualmente su contribución al establecimiento de un orden político y económico internacional más justo y razonable. Los Cinco Principios rechazan la ley de la selva en la que los fuertes pueden aprovecharse de los débiles. Ha sido un claro signo antiimperialista y anticolonialista desde las independencias de la década de 1960 que aceleraron el colapso del sistema colonial formal. En el contexto de la Guerra Fría, las «esferas de influencia» y otros métodos no lograron gestionar adecuadamente las relaciones entre los países, lo que llevó a conflictos regionales periféricos por la creciente interferencia. En marcado contraste, los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica abrieron un nuevo camino para la resolución pacífica de problemas de larga data y controversias internacionales entre países.

El mundo actual está experimentando cambios profundos y complejos. La tendencia de los tiempos de paz, desarrollo, cooperación y situaciones de ganar-ganar se está convirtiendo cada vez más en una comunidad de destino donde «nosotros estamos entre vosotros y vosotros estáis entre nosotros». Al mismo tiempo, la injusticia y la desigualdad en las relaciones internacionales siguen siendo evidentes, los desafíos globales están surgiendo uno tras otro, y varios conflictos regionales y guerras locales están teniendo lugar en muchos países sin la pantalla de las ideologías, pero con un claro intento de apoderarse de territorios ricos en recursos. Las personas, especialmente los niños, siguen viviendo en el fuego de la guerra, y muchos países en desarrollo siguen en las llamas de la guerra. La gente sigue padeciendo hambre y frío. Todavía queda un largo camino por recorrer para mantener la paz mundial y promover el desarrollo común.

En esta situación, el espíritu de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica no es obsoleto, sino que sigue siendo plenamente pertinente. El significado de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica no se diluye, sino que se profundiza; no se debilita, sino que se fortalece con el tiempo. La soberanía es el símbolo fundamental de la independencia nacional y la manifestación básica y garantía fehaciente de los intereses nacionales. La soberanía y la integridad territorial no pueden ser violadas y los países deben respetar los intereses fundamentales y las principales preocupaciones de los demás. Estas son verdades duras que no se pueden eludir en ningún momento y nunca debemos vacilar ante ellas.

El presidente Xi Jinping afirma que los países, grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son todos miembros iguales de la comunidad internacional y tienen los mismos derechos para participar en los asuntos internacionales. Los asuntos de cada país deben ser manejados por el pueblo de ese país. Debemos respetar los sistemas sociales y las vías de desarrollo elegidas independientemente por cada país y oponernos al uso de medios ilegales para subvertir el poder político legítimo de otros países por intereses u opiniones egoístas.

Además, la seguridad debe ser universal. Todos los países tienen derecho a participar en los asuntos de seguridad internacional y regional en pie de igualdad, y todos tienen la responsabilidad de mantener la seguridad internacional y regional.

Debe defenderse el concepto de seguridad común, mundial, cooperativa y sostenible y debe respetarse y protegerse la seguridad de cada país. Un país no puede estar seguro mientras otros países no lo estén, mientras que algunos países son seguros y otros no, por no hablar de la llamada seguridad absoluta a expensas de la seguridad de los demás. Por lo tanto, debemos fortalecer la cooperación internacional y regional, responder conjuntamente al creciente número de amenazas no tradicionales a la seguridad, luchar resueltamente contra todas las formas de terrorismo y erradicar su caldo de cultivo.

Cuando se trata de diferencias y controversias entre países, debemos insistir en resolverlas pacíficamente mediante el diálogo y la consulta, aumentar la confianza mutua mediante el diálogo y no recurrir a la fuerza ni amenazarla. La voluntad de usar la fuerza es un signo de pobreza moral. Solo la seguridad basada en la ética puede tener una base sólida y ser verdaderamente duradera. Tenemos que promover la construcción de una nueva arquitectura para la cooperación en materia de seguridad en Asia y el Pacífico que sea abierta, transparente y justa, y alentar a todos los países a salvaguardar conjuntamente la paz y la seguridad regionales y mundiales.

Algunos países se están volviendo cada vez más ricos, mientras que otros siguen siendo pobres y atrasados desde hace mucho tiempo. Esta situación es insostenible. Debemos salvaguardar y desarrollar conjuntamente una economía mundial abierta, promover conjuntamente un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado de la economía mundial, promover la liberalización y la facilitación del comercio y la inversión, adherirnos a la cooperación regional abierta, oponernos a todas las formas de proteccionismo y oponernos a cualquier política de asistencialismo y chantaje.

Xi Jinping sostiene que debemos combinar los intereses nacionales de cada Estado con los intereses comunes de todos los países y esforzarnos por ampliar la convergencia en todas las direcciones posibles, porque no se trata de resolver un problema y dejar otro sin resolver, sino de encontrar soluciones aceptables para todas las partes. Tenemos que establecer activamente el nuevo concepto de ganar-ganar y ganar múltiplemente, y renunciar al viejo enfoque basado en la idea de que tú pierdes, yo gano y el ganador se lo lleva todo.

Teniendo esto en cuenta, los derechos y las responsabilidades deben ser compartidos, trabajar juntos para abordar los crecientes problemas mundiales como el cambio climático, la seguridad energética y de los recursos, la seguridad de las redes y los grandes desastres naturales, y para proteger conjuntamente la tierra, nuestro hogar, del que depende la humanidad.

El respeto del derecho internacional es la base de los principios fundamentales universalmente reconocidos de las relaciones internacionales. Utiliza normas uniformemente aplicables para distinguir el bien del mal, promover la paz y buscar el desarrollo. En la comunidad internacional, el derecho debe ser la norma común. No hay ley que se aplique solo a los demás pero no a nosotros, y no hay ley que se aplique solo a nosotros pero no a los demás. No debe haber dobles raseros en la aplicación de la ley. Debemos salvaguardar conjuntamente la autoridad y la seriedad del derecho internacional y el orden internacional, que han sido violados en los últimos años. En nombre del estado de derecho, todos los países deben ejercer sus derechos de conformidad con la ley y oponerse a la distorsión del derecho internacional y a la violación de los intereses legítimos de otros países y a la amenaza a la paz y la estabilidad.

En cuanto al desarrollo de las tesis de Xi Jinping, cinco años después de la pandemia, el reciente viaje a Francia ―con motivo del 60º aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y Francia―, Hungría y Serbia, dio al líder chino la oportunidad de reafirmar sus tres iniciativas para el desarrollo global, la seguridad global y la civilización global, señalando la dirección de la sociedad humana hacia estas tres dimensiones, proporcionar orientación estratégica a las relaciones internacionales de China.

Xi Jinping ya ha argumentado recientemente que la recuperación económica mundial es frágil y débil. Uno tras otro están surgiendo varios desafíos de seguridad. Siguen existiendo malentendidos, distanciamientos e incluso conflictos entre diferentes civilizaciones, y los déficits en materia de paz, desarrollo, seguridad y gobernanza siguen aumentando.

Centrándose en promover el desarrollo y el progreso de la sociedad humana, en los últimos años el presidente Xi Jinping ha contribuido a la mejora del escenario internacional y a la gestión y mediación en los desafíos globales y la solución de problemas.

La paz, la estabilidad, la abundancia de materiales y la riqueza espiritual son los objetivos fundamentales del desarrollo. El desarrollo es la base material de la seguridad y la civilización, y la seguridad es el requisito previo fundamental para todo esto. El presidente Xi Jinping enfatiza que se complementan y unen a la comunidad internacional para fortalecer la cooperación y abordar los desafíos juntos, una vez que se cree un amplio consenso que beneficie a todos, pero que sea equilibrado, coordinado e inclusivo.

Más de 100 países y organizaciones internacionales han apoyado la Iniciativa para el Desarrollo Mundial; más de 70 se han unido al Grupo de la Iniciativa de Desarrollo Global, y casi 30 países y organizaciones internacionales han firmado memorandos de entendimiento sobre cooperación con la República Popular China. Además, la Iniciativa para el Desarrollo Mundial está plenamente en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y sigue de cerca las necesidades más urgentes de los países en desarrollo para satisfacer las necesidades de subsistencia de las personas, promueve la creación de plataformas de cooperación y asociaciones en ámbitos clave como la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, la industrialización y la conectividad en la era digital, así como profundizar la cooperación práctica y fortalecer el intercambio de conocimientos sobre el desarrollo en beneficio de la mayoría de los países en desarrollo.

Además, tenemos que insistir en la promoción de la paz y la negociación sobre cuestiones candentes como la crisis ucraniana y el conflicto palestino-israelí, y encontrar soluciones políticas a nuevas crisis mundiales, como la cuestión climática.

La Iniciativa para la Civilización Mundial aboga por el respeto de la diversidad de las civilizaciones del mundo, la promoción de los valores comunes de toda la humanidad, la importancia del patrimonio y la innovación de las civilizaciones, el fortalecimiento de los intercambios internacionales y la cooperación entre los pueblos, y la promoción de la coexistencia inclusiva, los intercambios y el aprendizaje mutuo entre las diferentes civilizaciones.

Las tres iniciativas propugnadas por el Presidente Xi Jinping han echado raíces y están llevando a la comunidad internacional en la dirección correcta del desarrollo común, la paz y la estabilidad a largo plazo. De cara al futuro, China seguirá trabajando con todas las partes para aplicar activamente las tres iniciativas encaminadas a una comunidad mundial de futuro compartido.

En cuanto a las fricciones comerciales entre China y la Unión Europea, surge la siguiente pregunta: ¿cooperación o confrontación? Por lo tanto, la UE se encuentra en una encrucijada crítica en sus relaciones con China.

El «Financial Times» del Reino Unido informó el 27 de enero que muchas empresas fotovoltaicas europeas han anunciado recientemente el cierre de fábricas, y que la UE está considerando imponer aranceles punitivos o investigaciones antidumping a los productos fotovoltaicos chinos, así como implementar subsidios para alentar a los países a mantener las fábricas en funcionamiento.

En este sentido, los medios de comunicación alemanes criticaron el hecho de que las empresas fotovoltaicas europeas no tengan ventajas técnicas evidentes y que las llamadas «subvenciones» no tendrán ningún efecto sustancial. Incluso la Asociación Alemana de Energías Renovables advirtió que apuntar ciegamente a la inversión y a las empresas chinas podría amenazar a los trabajadores empleados en trabajos relacionados en Europa.

Europa se beneficia del sistema multilateral de comercio. En un artículo dos días después, «The Wall Street Journal» afirmaba que esta era precisamente la razón por la que Bruselas podría reintroducir el sistema trumpiano, que persigue el «America First» y la antiglobalización. La elección del presidente de Estados Unidos causa preocupación. Algunos observadores creen que la repetida defensa de la Comisión Europea de que la «reducción del riesgo» no equivale a un «desacoplamiento» demuestra que la UE cree que «desacoplar y desconectar» la economía china no le conviene. Tanto el Parlamento Europeo como los Estados Unidos celebrarán importantes elecciones este año. Cómo llevarse bien con China pondrá a prueba la sabiduría política de los líderes europeos. Como es bien sabido, China está dispuesta a entablar un diálogo con la UE sobre la estabilidad de la cadena de suministro para eliminar las dudas mutuas. Y se cree que mientras Europa se adhiera a la independencia estratégica, el mundo no repetirá los errores de la Guerra Fría y la confrontación de bloques.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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GUAYANA ESEQUIBA: LAS OMISIONES CÓMPLICES O INVOLUNTARIAS SE PAGAN CARO

Abraham Gómez R.

En cualquier evento internacional donde se presenta algún delegado guyanés y que le corresponda hacer uso de la palabra, alude la controversia sobre el Esequibo.

El contenido central de su repetitivo discurso consiste en exponernos al escarnio mundial, señalándonos como un país avaro, potencialmente rico que pretende despojarlos de las dos terceras partes de su nación y dejarlos infuncionales como Estado.

Tales actitudes no nos causan extrañeza, por cuanto ha sido el modo manipulador como ellos se han encargado de torcer los elementos que histórica y jurídicamente favorecen a Venezuela.

Por ejemplo, se han atrevido a decir que el principio del Uti possidetis juris no aplica en esta contención porque España dejó de tener soberanía sobre el área en discusión, luego de concederles a los holandeses todo ese territorio, sin especificar, a qué se refieren con “todo ese territorio”. Tamaña ligereza e irresponsabilidad.

La argumentación de la contraparte ―arriba mencionada―  es falsa y mal intencionada. Dejamos sentado, con prístina precisión, que una vez que España otorga la independencia a las Provincias Unidas de los Países Bajos, después del Tratado de Münster de 1648, en ese evento diplomático le reconoce las posesiones coloniales, denominadas: Berbice y Demerara, conformadas por una franja territorial, bien delimitada que va desde la margen derecha del río Esequibo hasta el borde izquierdo del río Corentyne. Extensión que no llega ni a 50.00 km2. Eso era todo lo que tenían los holandeses por estos lados.

Testimonios cartográficos, escritos y registrados dan cuenta de lo que aquí exponemos.

Posteriormente, en el año 1814, Holanda le «vende, traspasa o arregla» con Gran Bretaña esa parte; pero los ingleses se apoderaron de todo y trazaron las conocidas Líneas Schomburgk, en 1841, con la aviesa disposición de arrebatarnos, inclusive hasta el Delta del Orinoco y parte del estado Bolívar.

Los funcionarios de los gobiernos de la excolonia británica, conjuntamente con los aprovechadores representantes de las empresas transnacionales han tenido el atrevimiento de divulgar que el Acuerdo de Ginebra, del 17 de febrero de 1966, no los limita a ellos para explorar, explotar y comercializar, directa o indirectamente, con los inconmensurables recursos de las áreas terrestres y marítimas correspondientes al Esequibo, porque ellos han «permanecido» en esa zona, desde hace muchos años.

Nunca han tenido la delicadeza o disposición de diferenciar lo que es ocupación ilegítima y lo que es posesión, esta última con sus características que así la determinan.

Las intervenciones de los delegados guyaneses en distintos congresos internacionales, como hemos apuntado ya; así también sus reiteradas declaraciones deben ser rechazadas y cuestionadas implacable e inmediatamente por nuestra cancillería. Ni más ni menos. Es lo que debemos hacer sin miramientos ni demoras. En tiempo real.

En las presentes circunstancias, cuando dirimimos este centenario pleito por ante la Corte Internacional de Justicia, no nos está permitido que las cosas continúen tan rampantes y campantes; como que estuviéramos en una especie y expresa disposición para hacernos los locos, con involuntarias permisividades; dejar para después las contundentes respuestas que se merecen. Atenuar lo que vamos a decir y que nos resbalen los compromisos y responsabilidades; como que no fuera con nosotros el asunto. Quedarnos desentendidos.

Vale tanto como aquel viejo adagio griego «sembrar sal entre las piedras». Voltear la mirada.

En el Derecho Internacional Público los silencios tienen un alto precio.

Al encontramos imbuidos en un Proceso jurisdiccional ―que desconocemos cuándo la Sala dictará sentencia― nos obligamos a estar monitoreando qué hacen y dicen; al tiempo que denunciar, incansablemente, toda descarada manipulación de la otra Parte. Salirle al paso a las maniobras y componendas internacionales; porque, de lo contrario caeríamos en aquiescencia; cuyo principio fue instituido con la finalidad de admitirse los hechos, de ofrecer consentimiento implícito, por habernos quedado callados.

La excolonia británica no pierde tiempo y en todas las congregaciones internacionales, Caricom o Commonwealth, obtiene sendos pronunciamientos a su favor; nosotros dejamos pasar —pasmosamente— las mejores oportunidades para reivindicar, en similares escenarios.

Poseemos los justos títulos traslaticios para probar que la Guayana Esequiba ha sido nuestra desde siempre; así también, nos asiste el contenido del Acuerdo de Ginebra que constituye, en sí mismo, el documento a través del cual el Reino Unido y su excolonia guyanesa admiten la vileza cómo actuó el Tribunal Arbitral, en París, el 3 de octubre de 1899, cuando nos arrebataron, en una tratativa política-diplomática, esa séptima parte de nuestra soberana extensión territorial.

Acaudalamos suficiente material para decirle a la comunidad internacional dónde, cómo y quiénes trampearon lo nuestro. De manera que resulta inadmisible que asumamos actitudes inertes, elusivas o tímidas en la inevadible defensa del referido inmenso espacio, del conglomerado humano que allí habita; añádase todo su potencial de riquezas y la proyección atlántica que genera.

 

*Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Comisión de la Asamblea Nacional por el Esequibo y la soberanía Territorial. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba.