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“ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA…”

Maria Eugenia Alamos*

Fuente: DW. Jens Deslins/AP Photo/Picture Aliance

Esta frase es pronunciada por el personaje de “Marcelo” al propio Hamlet en la obra dramática de William Shakespeare que transcurre en el Castillo de Helsingør en el norte de Copenhague. En la famosa obra del año 1600, esta frase se utiliza para escenificar la decadencia moral del Reino de Dinamarca, y aunque este pasaje pertenece a la esfera de los clásicos de la literatura, en la actualidad estas palabras aparecen pintadas en algunos muros de la capital danesa como una señal de alarma.

Dinamarca ha sido tapa de noticias en los últimos tres meses debido a que su gobierno socialdemócrata ha aprobado con fecha 3 de junio de 2021 una polémica ley para endurecer, aún más, el asilo de refugiados en su territorio.

Esta nueva ley tiene como finalidad reubicar a los solicitantes de asilo en otros países fuera de la Unión Europea, donde deberán esperar hasta que sus casos sean resueltos, permitiendo según sea el caso, que se les conceda el asilo en ese tercer país. La norma fue aprobada con una amplia mayoría de 70 votos a favor y solamente 24 en contra, hecho festejado por el gobierno danés quién realizó declaraciones muy controversiales a través de su portavoz Rasmus Stoklund: “Si solicitas asilo en Dinamarca, sabes que te enviarán a un país fuera de Europa y, por tanto, esperamos que la gente deje de buscar asilo en Dinamarca” [1].

A su vez, el ministro de Integración y Extranjería danés, Mattias Tesfaye, ha asegurado que “la reforma es legal y que los acuerdos que Dinamarca establezca con terceros países respetarán «las obligaciones internacionales» de su país” [2].

No obstante, las autoridades danesas están en tratativas con varios estados que según expresan los periódicos daneses podrían ser Egipto, Eritrea y Etiopía como posibles países que quieran acoger a sus solicitantes de refugio. En abril, Dinamarca anunció un supuesto acuerdo con Ruanda que resultó ser un fracaso[3]. Tesfaye viajó a Kigali en abril y firmó un convenio que luego vendió al público como un acuerdo sobre campos para solicitantes de asilo. Pero Ruanda negó haberse prestado a ello, lo que supuso para el gobierno de Copenhague un gran traspié en la implementación de esta Ley.

Esta legislación danesa es criticada por la ONU, la Comisión Europea y distintas ONG de ayuda humanitaria que no comprenden cómo un Estado como Dinamarca, que fuera uno de los países del mundo que más apoyó la causa de los refugiados siendo la primera nación en firmar la Convención de la ONU que establece los mecanismos para protegerles en 1951, hoy se encuentre en una posición radicalmente opuesta.

Regionalmente, Dinamarca no forma parte de la política común de la Unión Europea (UE) en materia de justicia e inmigración, y pese a tener una alternancia política entre partidos de derecha e izquierda en el poder, ha impulsado una línea cada vez más dura respecto a la migración e integración desde las últimas dos décadas con una clara postura “euroescepticista[4].

Hay varios puntos importantes a la hora de analizar el caso danés que podrían generar un efecto dominó en la comunidad internacional. El primero, es el precedente. Podemos mencionar gran cantidad de ejemplos de políticas “desalentadoras”, “restrictivas”, “exclusivas”, pero pocas hasta ahora han ido tan lejos al punto de delegar la responsabilidad de su protección a un tercer país mediante un “tratado”.

Hasta ahora, existe sólo un precedente de un Estado soberano que establece un acuerdo con otro Estado para el tratamiento de la población que reside, o quiere residir, en su territorio: el caso de Australia con Papua Nueva Guinea y la Isla de Nauru.

El 19 de julio de 2013 el Parlamento australiano estableció un decreto[5] mediante el cual todos los solicitantes de asilo y refugiados que arribaran a territorio australiano serían trasladados a campos de retención denominados “centros de procesamiento” en la isla Manus (Papúa Nueva Guinea) o al pequeño Estado de Nauru en Micronesia, que ya recibía migrantes provenientes de Australia desde el año 2008.

Esta legislación prohibía expresamente la posibilidad de habitar suelo australiano para todos los que se encontraban en los centros, dejándoles como opción quedarse en las islas o migrar a otros territorios una vez finalizado el proceso de revisión de la solicitud de asilo. Esto creaba permanentes condiciones de vulnerabilidad a las personas solicitantes de asilo, permaneciendo detenidas hasta 8 años en completa ausencia de respuestas.

Luego de intensos reclamos de la comunidad internacional, que incluyeron la viralización de informes médicos con índices de depresión e intentos de suicidio nunca vistos en menores en condición de encierro[6] y un creciente sentimiento anticolonialista de movimientos sociales en Papúa Nueva Guinea, el Estado australiano aceptó normalizar la condición de los migrantes allí detenidos aduciendo razones económicas y no humanitarias en palabras del ministro del Interior Peter Dutton[7], quién declaró respecto a los solicitantes de asilo “que resultaba más barato dejarlos en libertad que mantenerlos detenidos en las Islas de Nauru y Papúa Nueva Guinea por tiempo indeterminado”.

No obstante, los números que reflejan estas políticas como resultado no son nada alentadores. Según datos del Consejo de Refugiados de Australia, desde su aprobación, esta ley ha afectado a 3.127 solicitantes de asilo. De ellos, 1.200 se encuentran en Australia. Para cerca de otros 1.000 se encontró una solución duradera, en la mayor parte de los casos reasentándolos en Estados Unidos. 750 fueron devueltos a sus países de origen, voluntariamente o a la fuerza. 233 se encuentran retenidos en las islas de Papúa Nueva Guinea, y 132 fueron evacuados a Australia por razones médicas, pero se encuentran en centros de detención. Finalmente 14 murieron. Entre ellos seis por suicidio y otro como consecuencia de la violencia ejercida por los guardias del centro de detención[8].

Este caso, emblemático si se quiere para el estudio de políticas migratorias modernas de tinte xenófobo, no representa un hecho aislado. En la actualidad se encuentran en pleno punto de ebullición posturas políticas, que antes parecían más cautelosas a la hora de manifestarse, enarbolando proyectos de abierto tinte anti migratorio.

Un ejemplo de ello es la postura del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, quién ha puesto como modelo de política migratoria a Australia declarando públicamente que “contempla ‘deslocalizar’ a los solicitantes de asilo planteando enviarlos lo más lejos posible”. Las opciones que maneja el gobierno británico empezaron por la isla de Ascensión (a 6.800 kilómetros de distancia) y la de Tristán da Cunha (casi 10.000 kilómetros) que forman parte del imperio británico en el medio del Atlántico; pero las complicaciones logísticas inclinaron la balanza por opciones más realistas como Gibraltar, las Hébridas y la isla de Man que es una dependencia de la corona pero no es parte del Reino Unido sino “posesión” de la reina Isabel y cuyos ciudadanos son británicos pero tienen su propio pasaporte[9].

Como consecuencia del Brexit, todas las embarcaciones que cruzan el Canal de la Mancha no pueden ser devueltas a Francia, tal como sucedía cuando formaba parte del bloque europeo, por lo que las solicitudes de asilo aumentaron exponencialmente en lo que va del año 2021 obligando a las autoridades a cumplir sus compromisos internacionales procesando tales solicitudes en su propio territorio.

Como respuesta, la administración británica aduce que solo serían enviados a la Isla de Man, Gibraltar o las Hébridas escocesas los demandantes de asilo que lleguen por “rutas ilegales” (es decir, el mar, o como polizontes en un barco, o escondidos entre las ruedas de un camión), y no los que lo hacen por “rutas convencionales”, es decir, a un aeropuerto[10].

Esto ha generado algunos roces diplomáticos, en primer lugar, con el primer ministro de Gibraltar quien aduce que luego de haber estabilizado las responsabilidades sobre el área en conflicto, y siendo que ahora el Reino Unido no forma parte de la UE, esta actitud de trasladar a los migrantes “a las puertas” de Europa podría ser tomada como una provocación por la región.

También, el primer ministro de la Isla de Man ha presentado su queja en público frente Boris Johnson, lo que nos muestra que la posibilidad de que los Estados Poderosos puedan utilizar directamente sus posesiones territoriales para la deslocalización migracional plantea un conflicto en puerta para las relaciones internacionales y el balance de poder, dejando como opción más factible el establecer tratados de compensación económica con estados en vías de desarrollo que se hagan responsable del problema en cuestión.

Esta situación, nos permite inferir cómo esta ley danesa de deslocalización migracional generará a cortísimo plazo un efecto político dominó en diversos estados con tinte más xenófobo. El hecho de garantizar bajo el paraguas de un “Tratado o Acuerdo” la asistencia de población no deseada, en este caso refugiados y migrantes, en un tercer territorio a cambio de transferencias económicas, tecnológicas, defensivas o de cooperación puede presentarse como la solución estratégica, por un lado, para los estados poderosos cuyo problema no es económico, y por otro, para muchos estados empobrecidos que verían en esta opción una posibilidad de mejorar su posición en la escena global.

Esta acción encubierta de derivar la responsabilidad sobre cuestiones que no quieren absorberse políticamente no es nueva para los países europeos, quienes recurren a un manejo sutil en las formas de “cooperación” con algunas regiones a través de transferencia de capital a cambio de mayor vigilancia fronteriza o contención migratoria. Hasta ahora, sólo se había planteado este escenario desde la esfera de la “cooperación para el desarrollo” o a través de ayudas puntuales referidas al manejo de la crisis de refugiados en las fronteras de la UE como lo fue el acuerdo con Turquía durante 2016[11].

Si se realiza un análisis de la última década, las políticas disuasorias europeas se basan en una serie de iniciativas de diálogos y de marcos políticos relativos al desarrollo en donde se incluyen los ítems migracionales bajo la rúbrica de un Planteamiento Global de la UE sobre la Movilidad. En estos marcos de acción: se crean alianzas de movilidad con terceros países; se induce al diálogo a largo plazo con la región euro-mediterránea mediante el denominado “Proceso de Rabat” y se establece un considerable gasto de capital político en el desarrollo de acuerdos de readmisión de la UE con los principales países de tránsito que envían migrantes, realizando un verdadero esfuerzo diplomático, pero con alcance global limitado a la ayuda financiera. Estas relaciones con terceros países siempre han tendido a centrarse más en la migración y en la vigilancia fronteriza, exceptuando algunas iniciativas específicas como el diálogo con países del Cuerno de África (Proceso de Jartum); los mecanismos de financiación basados en el Fondo Fiduciario de Emergencia para África o una serie de Programas Regionales de Desarrollo y Protección en Oriente Medio, norte y este de África[12].

El análisis del caso danés desde una perspectiva social y acorde con los derechos humanos resulta imperioso a la hora de analizar detalladamente los puntos de esta legislación cuyo contenido no se limita exclusivamente a la terciarización del asilo. El número de complejos habitacionales con residentes extranjeros también está en la mira de esta legislación que pretende acabar con los guetos de migrantes en Copenhague hacia el 2030. El anterior gobierno liberal-conservador de Lars Løkke Rasmussen impulsó un plan para acabar con lo que ellos denominan “sociedades paralelas” en vez del término gueto, que incluía una veintena de medidas: la imposición de penas el doble de altas a los crímenes cometidos en estas áreas, prohibir enviar a los hijos al país de origen de sus padres durante las vacaciones y derribar cientos de edificios de vivienda social para dispersar y reubicar a los residentes. Para ello, todos los años se publica una lista donde aparecen las áreas consideradas “guetos duros” para la administración gubernamental. Por ello, a partir de ahora, los guetos duros que llevan más de cinco años en la lista deberán tener como máximo un 40% de vivienda pública en 10 años[13].

Esta situación deja al complejo Mjølnerparken del área urbana norte de la capital danesa en un crítico escenario, puesto que el 100% de su población lo constituye la vivienda pública que será vendida a empresas privadas para demolición. Este proyecto, incluye la reevaluación de una sesentena de áreas potencialmente vulnerables por su elevada proporción de inmigrantes (aunque menor que en los guetos), donde también se deberán llevar a cabo medidas para fomentar que se conviertan en áreas residenciales ‘mixtas’. El objetivo es que en 2030 ninguna área residencial de Dinamarca tenga más de un 30% de vecinos no occidentales. Un elemento clave para modificar la composición de vecinos en estas zonas identificadas como vulnerables o potencialmente vulnerables será la introducción de criterios en las normas de alquiler que den prioridad a los solicitantes que tengan empleo o estén estudiando; y no se podrá aceptar como nuevos inquilinos a ciudadanos procedentes de países no europeos o a aquellos que reciban subsidios[14].

En este punto, podemos preguntarnos, ¿qué es lo que está sucediendo al interior de la sociedad danesa que propicia desde hace veinte años el apoyo indiscutido a políticas migratorias duras independientemente del partido que se encuentre en el gobierno? La respuesta difícilmente sea una, no obstante, la sociedad danesa manifiesta haberse visto incómoda con la postura europea frente a la crisis de refugiados del 2015, que generó fuertes incrementos de solicitudes de asilo y un cambio abrupto en los suburbios de los centros urbanos.

La simbolización social es muy fuerte a la hora de analizar el impacto que generó el reemplazo de sus tradicionales pautas de vida por otras foráneas. Y así, la proliferación de negocios gastronómicos de kebab en detrimento de las tradicionales Pølser danesas, o la mera presencia de mujeres con nicab, representa una amenaza en su construcción identitaria y cultural.

La imagen es un símbolo; y parece ser fundamental a la hora de poder conciliar diferencias intra y entre sociedades disímiles. De la disposición de éstas, depende la conformación identitaria y el entramado social que resignifique constantemente la figura “del otro” y la propia identidad de una manera permeable y más flexible a la época.

En este marco, las representaciones sociales aparecen como verdaderos sistemas de significación con categorías que permiten interpretar el curso de los acontecimientos y las relaciones sociales. Esta construcción simbólica juega un papel predominante en la manifestación de conflictos, pero resulta fundamental a la hora de repensar las bases de la construcción que se está dando dentro de la sociedad a través de la adopción de estas políticas cada vez más duras que pueden generar cambios permanentes en la sociedad danesa con efectos inciertos a nivel internacional.

 

* Geógrafa (UNLP) y Becaria Doctoral del Programa Argentino Alemán de Intercambio Académico en Estudios Culturales Interdisciplinarios de Europa y América Latina CUAA; Ibero-Amerikanisches Institut von Berlín, Universität Rostock y UNLP. Consultora Externa en Migraciones Internacionales para África, Europa y América en la Organización Internacional para las Migraciones – OIM/ONU. Especialista en Contenidos sobre Derechos Humanos y Defensores del Medio Ambiente en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos – IIDH en Costa Rica. Miembro de la Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior – RAICES y la Red de Científicos Argentinos en Alemania (RCAA). Miembro de la SAEEG.

 

Referencias

[1] “Dinamarca, el «paraíso liberal» en el que los inmigrantes y los refugiados ya no son bienvenidos como antes”. BBC News Mundo, 04/06/2021, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57353853

[2] “Dinamarca enviará a migrantes a centros en el extranjero”. Deutsche Welle (Europa al día), 03/06/2021, https://p.dw.com/p/3uO98

[3] “Política. Dinamarca quiere tercerizar sus procesos de asilo”. Deutsche Welle, 06/06/2021 https://p.dw.com/p/3uUOK

[4] “El euroescepticismo se hace un hueco en el núcleo duro de la Unión Europea”. EFE. Bruselas, 27/05/2019, https://www.efe.com/efe/america/mundo/el-euroescepticismo-se-hace-un-hueco-en-nucleo-duro-de-la-union-europea/20000012-3985771

[5] “ONU pide Australia repatríe refugiados que envió a Papúa Nueva Guinea y Nauru”. La Vanguardia, 12/10/2018, https://www.lavanguardia.com/vida/20181012/452309526808/onu-pide-australia-repatrie-refugiados-que-envio-a-papua-nueva-guinea-y-nauru.html

[6] “Los refugiados de Nauru, la isla donde los niños perdieron el deseo de vivir”. BBC News, 09/09/2018, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-45382907

[7] “Australia libera a decenas de migrantes tras años de detención”. Deutsche Welle, 02/03/2021, https://p.dw.com/p/3q675

[8] “After eight years of offshore processing, where to from here?” Refugee Council, 19/07/2021, https://www.refugeecouncil.org.au/

[9] Rafael Ramos. “El Reino Unido quiere enviar a los solicitantes de asilo a la isla de Man, Ascensión o Gibraltar”. La Vanguardia, 22/03/2021, https://www.lavanguardia.com/internacional/20210322/6603516/reino-unido-solicitantes-asilo-isla-man-ascension-gibraltar.html

[10] Ídem.

[11] “Declaración UE-Turquía”. Consejo Europeo, 18/03/2016, https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2016/03/18/eu-turkey-statement/

[12] Elizabeth Collett. “La cooperación de la UE con terceros países: repensando conceptos e inversiones”. RMF 51 (University of Oxford), enero de 2016, https://www.fmreview.org/es/destino-europa/collett

[13] Nuria Vila (Copenhague). “Un país sin guetos ni refugiados: ¿la derecha radical? No, la socialdemocracia danesa”. El Confidencial, 07/07/2021, https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-07-07/ghetto-dinamarca-inmigrantes_3167876/

[14] Ídem.

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¿RESOLUCIÓN DIPLOMÁTICA O MILITAR? LA DISPUTA POR EL CONTROL Y MANEJO DEL NILO AZUL.

Ehsan Sherbi*

Imagen: Embajada de la República Democrática Federal de Etiopía en Australia.

La Gran Represa Etíope del Renacimiento, situada en la región de Benishangul-Gumuz, se erige sobre el afluente del Nilo Azul. Junto al cauce del Nilo Blanco, constituyen un sistema fluvial complejo de carácter internacional que abastece de agua a 10 países.

Egipto y Sudán, que se ubican en la cuenca baja y dependen insustituiblemente de las cuotas hídricas anuales del Nilo, aseveran que la ausencia de un acuerdo formal con Etiopía no garantizará el abastecimiento a ambos países. La segunda etapa del llenado de 13,500 millones de metros cúbicos amplifica las tensiones entre los tres países que, durante una década, han llevado a cabo numerosas instancias de negociaciones fallidas.

Nodos estratégicos que emergen de la disputa por la Gran Represa del Renacimiento Etíope (GERD[1])

La disputa por GERD invita a analizar temas puramente estratégicos que incorporan variables fundamentales en los niveles medioambientales, políticos, económicos y militares en un contexto real. Entre las más sustantivas podemos enumerar las siguientes:

1- La agenda de desarrollo continental revela intereses contrapuestos en la utilización y dominio de los recursos hídricos que requieren marcos jurídicos más claros y modernos para su resolución; 2- En el caso de Egipto y Etiopía se observa la puja por el liderazgo político y económico en África Oriental para los próximos 30 años, en esta circunstancia, el agua se torna una variable de poder decisivo en lo económico, lo político y lo militar;3- Estados Unidos, China y Rusia se incorporan como actores obligados a mantener su influencia en un contexto de alianzas cruzadas con los gobiernos de la cuenca del Nilo y el cuerno de África, en el caso de GERD, China ha financiado gran parte de las obras; 4- La represa del Nilo Azul añade una sinuosa complejidad ya que Etiopía pretende convertirse en un proveedor protagónico del sector energético y, a su vez, Egipto y Sudan deben sostener el acceso al agua para la expansión de la frontera agrícola. Con el fin de mejorar los indicadores de seguridad y soberanía alimentaria para 150 millones de seres humanos; 5- En el plano diplomático, no hubo avances en los acuerdos y notoriamente Etiopia ha sido esquiva a consagrar compromisos tripartitos con Egipto y Sudán; 6- La Seguridad Hídrica se instala con más fuerza como asunto a abordar multidimensionalmente en los aspectos climáticos, energéticos, económicos, tecnológicos, demográficos y de seguridad humana; 7- En el último tramo temporal de 2021, todos los mandatarios han incluido o declarado públicamente que todas las opciones están sobre la mesa (lo que supone una manifestación tácita de un potencial conflicto armado en caso de que la diplomacia fracase).

Etiopía en sus interiores complejos

Etiopía se encuentra en un momento crítico debido a la inestabilidad interna que ha promovido una pérdida progresiva del consenso político y  monopolio de la fuerza del gobierno federal del Premier Abiy Ahmed. La debilidad institucional ha motivado la reaparición de disputas limítrofes por tierras fértiles y otros recursos naturales en la mayoría de las 10 regiones del país, ampliado por diferencias étnicas, culturales y religiosas.

Las próximas elecciones de Junio de 2021 han provocado brotes de violencia que arrastran un trasfondo complejo para sostener el poder en el país y los controles territoriales en las regiones. En los últimos meses se destacan: la crisis en la región de Tigray (motivado por Abiy Ahmed para neutralizar al partido político TPLF); atentados y enfrentamientos entre la etnia oromia y amhara[2]; ataques entre las etnias afar y somalí (motivado por disputas de la administración territorial en las áreas de Hawuk y Gewane, originada por la notable agricultura de subsistencia nacional), y enfrentamientos con propósitos separatistas en el territorio de la etnia de Bani Shangul-Gumuz (donde se emplaza GERD).

Cabe destacar que la región más golpeada por la violencia es la de Tigray, donde se han enfrentado las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (gobierno) con el partido TPLF, generando centenares de muertos y el éxodo de aproximadamente 200,000 civiles. Con la particularidad que elementos de las fuerzas eritreas han participado dentro del territorio etíope para combatir al TPLF, ejecutando numerosas masacres de civiles en los focos de combate más álgidos (el secretario Antony Blinken de Estados Unidos presiona al gobierno etíope para que las fuerzas eritreas abandonen dicho territorio). En este contexto, la Etnia amhara ha operado activamente para recuperar territorios en disputa que habían sido agenciados antaño durante el paso del TPLF por el gobierno federal.

El consejo de Seguridad de la ONU ha declarado formalmente, y por primera vez, su preocupación por las denuncias de violación y abuso de los derechos humanos en la región[3]. La escalada de violencia en Tigray no es reciente. Kirby explica lo siguiente: «Las tensiones persistieron en 2020, que se suponía sería un año electoral, hasta que Abiy (con la aprobación del Parlamento) pospuso las elecciones, citando la pandemia de coronavirus como excusa. Los críticos de Abiy, incluidos los del TPLF, lo acusaron de una toma del poder antidemocrática. La región de Tigray celebró elecciones de todos modos en septiembre en un acto de desafío. Pero el gobierno de Abiy consideró ilegales esas elecciones»[4].

Para el caso de la etnia oromia la situación no es diferente; durante el año 2018 se inició una amnistía a grupos armados, considerados por el gobierno de Abiy Ahmed por «fuera de la categoría de terroristas», como el Frente de Liberación de Oromo (OLF), Patriotic GINBOT 7 (PG7), Frente Nacional de Liberación de Ogaden (ONLF), Movimiento de Fuerzas Democráticas de Amhara (ADFM) y el Movimiento Democrático Popular de Tigray (TPDM). Durante el proceso, el OLF no se integró al acuerdo de desarme, desmovilización y reintegración, por lo que sostienen su intransigencia contra Abiy Ahmed. Por el contrario, otros grupos mutaron a movimientos y partidos políticos para insertarse al proceso de reinstitucionalización.

El aumento de las protestas y enfrentamientos internos en Etiopia vienen causando mayores dificultades para la consolidación de una estabilidad económica a corto plazo. El analista Mbuyamba sostiene que «Los inversores se han vuelto más cautelosos como resultado de los disturbios sociales desde que el primer ministro Abiy Ahmed intentó introducir reformas económicas orientadas al mercado»[5].

La construcción de la represa GERD, que tiene un costo aproximado de 5.000 millones de dólares, se inserta como plan estratégico para Abiy Ahmed, que lo proyecta política y económicamente a nivel regional, aunque también las diferentes etnias opositoras se incorporaron a la crisis para buscar beneficios en la cambiante estructura de poder interno. 

Alteración del flujo del río Nilo: aprensiones axiomáticas de Egipto y Sudán frente a la posición etíope

Egipto y Sudán han edificado una alianza diplomática de envergadura debido a la disputa sobre GERD. Ambas partes han dejado en claro que las negociaciones fueron dañadas porque Etiopía no tiene intención de ceder y ha tomado una actitud totalmente unilateral desde el inicio de la disputa. Ambos gobiernos evidencian que durante 10 años no hubo avances y Etiopía utilizó las oportunidades de negociación «para ganar tiempo en el avance de las obras de GERD» a pesar que El Cairo y Jartum nunca se opusieron a su construcción, sino a los tiempos de llenado del lago artificial para no perjudicar el flujo del cauce de Nilo Azul.

El gobierno egipcio ha sido determinante con su posición frente a la crisis; el presidente Abdel Fatah El Sisi ha declarado explícitamente en una conferencia que «Egipto no permitirá que disminuya una sola gota de agua de la que les corresponde». Como también, ha expresado que «todas las opciones están abiertas para resolver la crisis». Por otro lado, numerosos funcionarios y políticos de renombre han sentenciado que «jamás en 7000 años Egipto se enfrentó a una situación tan apremiante para la supervivencia del país».

El líder del Consejo Soberano de Sudán Abdel Fattah Burhan ha revelado enérgicamente que «no desea la guerra, pero que su país está preparado para responder a los desafíos en la protección de su soberanía». Como también, ha dicho que «quiere llegar a un acuerdo razonable y legal», cuestión que «ha negado el gobierno de Abiy Ahmed», según afirmó el militar sudanés en numerosas entrevistas televisivas.

La obturación diplomática se focaliza en que Etiopia rechaza los acuerdos de 1929 (entre Egipto y Reino Unido) y 1959 (Egipto y Sudán), el primero porque afirma que es de la era colonial y el segundo porque no estuvo incluido como estado soberano. Sumado a lo anterior, se explicita una tendencia negativa a las propuestas de ambos países hacia todos los cuestionamientos de orden técnico.

Desde los ministerios de Recursos Hídricos y Riego de Egipto y Sudán han explicado que «si bien, el objetivo principal de GERD es generar electricidad, durante la época de sequía el flujo del agua mermaría y el funcionamiento normal de la presa tendría como efecto colateral la disminución de las cuotas hídricas hacia ambos países». Es por ello, que el foco de un futuro acuerdo formal se centraría en establecer las reglas para administrar el agua en esos periodos de sequía. Vale recordar que, además de las temporadas de déficit de lluvias de corto plazo, cada 100 años el rio Nilo presenta sequias que duran 5 años ininterrumpidamente.

También han apuntado que «la agricultura en ambos países es vital para la generación y sostenimiento de millones de familias». Las cuales riegan sus cultivos a través de canales, muchos de ellos, milenarios. En el caso de Egipto, país donde culmina el curso del rio con desembocaduras en el mar Mediterráneo, posee una cuota de 55,500 millones de metros cúbicos anuales (establecido según el acuerdo del año 1959) y representan alrededor del 80% de sus recursos hídricos, que se originan mayoritariamente fuera del país[6]. Expertos egipcios han marcado que la construcción de GERD impone una disminución de la resiliencia de la Represa de Asuán, tanto en épocas de sequía como de precipitaciones.

En el plano de la seguridad, han deslizado que la disminución del flujo de agua desencadenaría conflictos internos e incrementaría la inmigración ilegal hacia otros países en un escenario futuro de corto plazo. Como contrapartida política, Egipto declaró que expandirá su zona agrícola en un proyecto llamado «Nuevo Delta», una obra que ha sido presentada formalmente a inicios del segundo trimestre de 2021 y se articula con todos los planes existentes de agricultura con diferentes metodologías de riego, incluido el sistema por pivote. 

La encrucijada: dinámica de los últimos encuentros diplomáticos y declaraciones políticas traspuestas

Haciendo un conciso recorrido temporal, en estos últimos seis años hubo instancias de negociación que no consumaron progresos palpables. A modo de apuntación y glosa, pueden enumerarse: el acuerdo tripartito de 2015, la reunión de Washington en 2020 —donde no se lograron acordar los puntos críticos de la disputa— a pesar de las rondas técnicas establecidas. Como corolario, la reunión motorizada por la Unión Africana de Kinshasa en 2021 mostró la dificultad de demarcar un consenso tripartito.

Posteriormente, en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad realizada el 24 de abril de 2021 Etiopía anunció formalmente el inicio de la segunda etapa del llenado de GERD en el mes de junio y que no dará marcha atrás en su decisión. Egipto y Sudán declararon en numerosas oportunidades que, de no existir un acuerdo formal, no habrá garantías para el futuro en la distribución equitativa del agua. Asimismo, han exteriorizado que Etiopía toma constantemente decisiones unilaterales sobre un rio internacional y que ponen a Sudán y Egipto en un alto riesgo, asegurando que es erróneo el precepto difundido en medios de comunicación de que «el agua del Nilo Azul es potestad de Etiopía» y puede administrarlo de manera autónoma.

Paralelamente, la ministra de Relaciones Exteriores de Sudán Mariam Al-Sadiq Al-Mahdi indicó el 20 de abril de 2021 que «Etiopía amenaza la seguridad nacional de Sudán con su intención iniciar el segundo llenado de GERD».

Por otro lado, el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto Sameh Shoukry ha realizado, luego de la reunión de Kinshasa, visitas a diferentes países de la cuenca del Nilo y Estados claves en el continente africano. El alto funcionario ha dicho «No puede haber negociaciones interminables o negociaciones por venir, con una parte que continúe tomando medidas unilaterales. De lo contrario, el asunto se convierte en un problema y no conduce a nada más que imponer la voluntad a dos partes y exponer a su gente a riesgos existenciales». En otro orden, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. egipcias Teniente General Mohamed Farid también ha concluido una agenda de visitas de cooperación militar en la región en países como Burundi y Sudán.

La estrategia multinivel egipcia recae en intentar incidir en todas las instancias diplomáticas, incluso en la Asamblea General de Naciones Unidas, al Secretario General y al Consejo de Seguridad tratando de explicar que «la posición unilateral de Etiopía impacta en la estabilidad y seguridad de la región».

Un factor llamativo es la incorporación de Emiratos Árabes como mediador para encontrar soluciones diplomáticas sobre la represa. El Sheikh Mohammed bin Zayed Al-Nahyan se encuentra realizando viajes y diálogos para buscar una solución ya que posee buenas relaciones con los tres países.

Estados Unidos, Rusia y China no han declarado una posición específica sobre la cuestión, a pesar del llamamiento al dialogo, aunque los intereses de las tres potencias se encuentran inmersos en el continente. Debe recordarse que gran parte de la infraestructura de Etiopía está siendo financiada por China. En el caso de Rusia, y luego de haber construido la base naval en Sudán, se proyecta una nueva estrategia en África, por lo que a Estados Unidos le compete reestructurar sus objetivos en la región frente al avance de ambos adversarios.

 

* Especialista en Seguridad Internacional, Geopolítica y Estrategia. Licenciado en Ciencia Política, con especialización en Administración Pública, por la Universidad Nacional de Rosario. Obtuvo el título de posgrado de Magister en Defensa Nacional de la Escuela de Defensa Nacional Argentina (UNDEF). Ha cursado la Maestría en Gestión de la Ciencia, La tecnología y la Innovación en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Conforma el Comité Nacional de la Cámara Argentina de Profesionales en Seguridad integrada (CAPSI), siendo el coordinador de cooperación Internacional.

 

Referencias

[1] Acrónimo en inglés.

[2] Edmund Blair (Sala de prensa Nairobi). “Death toll from mid-April ethnic clashes in Ethiopia may be 200, official says”. Swissinfo, 25/04/2021, https://www.swissinfo.ch/eng/death-toll-from-mid-april-ethnic-clashes-in-ethiopia-may-be-200–official-says/46563974

[3] Redacción NIUS. “El Consejo de Seguridad y EEUU muestran ‘preocupación’ por la situación en Tigray”. NIUSDIARIO, 23/04/2021, https://www.niusdiario.es/internacional/africa/consejo-seguridad-muestran-preocupacion-situacion_18_3127170011.html

[4] Kirby, Jen. “‘Dying by blood or by hunger’: The war in Ethiopia’s Tigray region, explained. A humanitarian and political crisis, with no clear resolution”. Vox, 24/04/2021, https://www.vox.com/22370629/ethiopia-tigray-eritrea-amhara-war-ethnic-cleansing

[5] Mbuyamba, Lievin. “African sovereign debt: sorting the wheat from the chaff. Business Day”. BusinessDay, 25/04/2021, https://www.businesslive.co.za/bd/opinion/2021-04-25-african-sovereign-debt-sorting-the-wheat-from-the-chaff/

[6] Frenken, K.Y Faurès, J.M. “Irrigation potential in Africa: A basin approach”. FAO Land and Water Bulletin, 1997, 4. Roma: FAO Land and Water Development Division, ISBN 92-5-103966-6.

 

Prohibida su reproducción.

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