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SLOBODAN MILOSEVIC Y EL DISCURSO DE GAZIMESTAN EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD SERBIA

Cristián H. Beltrán*

Este artículo se propone analizar el discurso de Gazimestán, pronunciado por Slobodan Milosevic el 28 de junio de 1989, y sus implicancias en la reconstrucción de la identidad serbia en un momento clave de la historia de los Balcanes como paso previo a la actuación política en torno a la cuestión de Kosovo. El contenido y el contexto en que fue pronunciado el discurso, son variables que nos ayudarán a entender el proceso de esa reconstrucción identitaria a partir del análisis del contenido y su uso de la historia como factor aglutinante en un contexto de creciente tensión en lo que por entonces fue Yugoeslavia. Los sucesos posteriores que desembocaron en una brutal guerra que terminó por desmembrar el Estado yugoeslavo fue el epílogo de lo que sucedió aquél día de 1989. El objetivo de este trabajo es abordar la cuestión de las identidades y la conformación de un sentimiento de pueblo a partir de una articulación entre el discurso y los factores históricos, políticos y sociales. El artículo, enfocado desde la perspectiva constructivista[i] y a través del método analítico-descriptivo, se estructura de la siguiente manera: en la primera parte abordaremos el contexto yugoeslavo hacia 1989 en el marco del desmembramiento del bloque comunista de Europa del Este. El segundo apartado se enfoca en el discurso y el uso de la historia en la reconstrucción de la identidad serbia. Por último, en una tercera parte haremos una reflexión final sobre el tema abordado y la importancia de este en un contexto en donde las tensiones nacionalistas basadas en consideraciones étnicas amenazan con reiniciar las hostilidades en los Balcanes, hostilidades que vienen desestabilizando el este de Europa a partir de la guerra en Ucrania, la posible desintegración de Moldavia y las tensiones en el Cáucaso.

Slobodan Milosevic y el discurso de Gamezistan en la reconstrucción de la identidad serbia

 

“La historia de un grupo humano es su memoria colectiva y cumple respecto de él la misma función que la memoria personal en un individuo: la de darle sentido de identidad”.

Joseph Fontana

“La magia del nacionalismo es la conversión del azar en destino”.

Perry Anderson

«No hay emblema de la cultura moderna del nacionalismo más imponente que los cenotafios y las tumba de los Soldados Desconocidos”.

Benedict Anderson

“Es falso decir que la historia no es previsible”

José Ortega y Gasset

 

Introducción

Kosovo, provincia o nación-estado depende desde que perspectiva[i], atraviesa en estos momentos, transcurrido gran parte del 2023, una situación de tensión solo comparable a la que se vivió en la última década del siglo XX siendo una de las cuestiones aún no resueltas en ese entramado geopolítico que son los Balcanes. En 2008 la antigua provincia de Serbia y corazón de la identidad del pueblo serbio pero de mayoría albanesa, declaró su independencia apoyada por los Estados Unidos y gran parte de Europa Occidental, Rusia nada pudo hacer en ese juego de ajedrez. A partir de ese momento el nuevo estatus de la antigua provincia serbia se fue afirmando a medida que las negociaciones con el gobierno de Belgrado fluctuaban entre momentos de tensión y relajación en las relaciones bilaterales entre aquél y las autoridades de Pristina.

Para 1995 cuando ya finalizaba la primera parte de la guerra que desintegró Yugoeslavia se advertía el problema de Kosovo, “la cuestión de Kosovo”, es decir, “la cuestión de Albania” ha estado preocupando y sacudiendo al Estado serbio desde el Congreso de Berlín y la fundación de la Liga de Prizren (la Kongra albanesa 1877-1878) y en la antigua República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY) asumió el carácter y significado de indicación vital para la supervivencia de la República de Serbia en sus límites establecidos en 1945”. (Radovanovic, 1995, p 1)

Pero debemos remontarnos hacia fines de los años ‘80 para comenzar a hacer una genealogía del actual conflicto a partir de la reconstrucción de la identidad serbia y su identificación con Kosovo. Por entonces la situación en Yugoeslavia era cada vez más tensa en lo económico y en lo político; con la crisis del comunismo, muchos antiguos dirigentes del partido comenzaron a replegarse hacia posturas más nacionalistas; la muerte del Mariscal Tito en 1980 había acelerado ese proceso. Yugoeslavia era un complejo Estado nacido en 1929[ii], como Estado monárquico y reconstruido luego del fin de la II Guerra Mundial como república comunista.

Un complejo mosaico de nacionalidades convivieron bajo el férreo régimen de Tito[iii] no obstante ciertos atisbos de libertades como la de los viajes al exterior, la recepción de turistas o cierta libertad de opinión, contrario a lo que se respiraba en el resto de los Balcanes en especial en la Albania de Enver Hoxa y la Rumania de Ceaușescu.

En ese contexto se desarrolló la creciente tensión entre los dirigentes nacionalistas al interior de Yugoeslavia, en especial entre la elite serbia y las del resto de las repúblicas, en especial croatas y albaneses. Ya en 1986 la Academia de Ciencias de Serbia había redactado un memorándum[iv] en donde se explicitaba en sus páginas la noción de la Gran Serbia y el destino histórico de los serbios. Belgrado, capital de Serbia, era también la capital de Yugoeslavia además de ser los serbios mayoría en la distribución demográfica del país.

Esos factores y el dominio que ejercían los serbios de los altos mandos en el ejército yugoeslavo acrecentó los recelos en el resto del país, especialmente entre los kosovares, musulmanes y de origen albanés, mayoría en Kosovo. El ascenso de Slobodan Milosevic, un antiguo dirigente comunista devenido en nacionalista aceleró el deterioro de las relaciones entre Serbia y el resto de las entidades que formaban Yugoeslavia, en especial con Kosovo al cual le quitó la autonomía de la que gozaba la provincia desde la época de Tito, quien para equilibrar el factor demográfico y las aspiraciones nacionalistas serbias y croatas le otorgó además a los musulmanes de Bosnia el estatus de nación. La política de Milosevic con respecto a la autonomía de Kosovo fue vista por los albano-kosovares como una demostración del autoritarismo serbio. En ese contexto no debemos ver las decisiones políticas como algo objetivo y externo al campo social, las decisiones de Milosevic debían estar fundamentadas y construidas dentro de ese campo. 

El discurso de Gazimestán

Como señala Robert D. Kaplan en “Fantasmas Balcánicos”, el 28 de junio de 1988 comenzó la cuenta atrás, de un año de duración, hasta el martirio de Lazar en Kosovo”. (Kaplan, 1998, p 89).

En la mañana del 28 de junio de 1989, según algunos datos, asistieron 1 millón de personas, Slobodan Milosevic pronunció en lo que a la postre y en relación a los acontecimientos venideros sería un discurso crucial en el ocaso de Yugoeslavia como Estado plurinacional. Milosevic se había convertido en el político más poderoso no solo de Serbia sino también de Yugoeslavia, en su rol de líder. Gazimestán era la gran oportunidad para reafirmar ese liderazgo; en este sentido Jiménez Diaz (2008) sostiene que “el habitus del líder político consiste en las estructuras sociales de su subjetividad, la interiorización de las estructuras sociales y de las instituciones por el líder. El líder representa la historia de un grupo de personas o asociación, sea en sentido territorial (Estado, región o municipio), sea en sentido funcional (partido, sindicato u organización socio-política)”. (Jimenez Diaz, 2008, p. 20)

Ese día en Kosovo Polje, en el campo de Gazimestán, Milosevic recordaba un hecho fundamental de la historia, la derrota de los serbios a manos de los ejércitos del Imperio Otomano que por entonces dominaba gran parte de los Balcanes, la batalla se dio en lo que se conoce como “Campo de los Mirlos”; fue en este lugar donde Milosevic, la figura ascendente de la política serbia pronunciaría su ferviente discurso 600 años después. Kosovo representa para los serbios el corazón de su nación, comparable a lo que representa en el folklore nacional el Álamo para los Estados Unidos o las Malvinas para el pueblo argentino.

La idiosincrasia serbia y los recuerdos como nación tienen su firmamento en los hechos sucedidos en Kosovo en 1389. La construcción y el mantenimiento de la identidad serbia estaría atada por lo tanto a lo que los serbios consideran como su provincia, como señala Kaplan, “la derrota y el martirio atrae a los serbios”. (Kaplan, 1998, p. 81)

El discurso de Milosevic[v] fue un mensaje directo a la audiencia para la reconstrucción de la identidad serbia oscurecida primero por los otomanos y luego, aunque no explicitada por aquél, por los años en que el comunismo gobernó Yugoeslavia; de esa manera se refería a que “cuando se creó la Yugoslavia socialista, en este nuevo Estado los dirigentes serbios seguían divididos, con tendencia a contemporizar, en detrimento de su propio pueblo. Las concesiones que muchos líderes serbios hicieron a expensas de su pueblo no pueden aceptarse, ni histórica ni éticamente por ninguna nación en el mundo”. En este sentido Levy-Strauss sostiene que “el significado básico del mito no está ligado a la secuencia de acontecimientos, sino más bien, si así puede decirse, a grupos de acontecimientos, aunque tales acontecimientos sucedan en distintos momentos de la historia”. (p. 68). La importancia simbólica de Gazimestán fue el resurgimiento del pueblo serbio en tanto actor social o en términos de Alexander Wendt, “agente”. Como sostiene Laclau, “la emergencia del «pueblo» como actor histórico es, entonces, siempre una transgresión respecto de la situación precedente”. (Laclau, 2005, p. 248)

En las primeras décadas del siglo XX, de forma profética, Ortega y Gasset, en medio de una Europa convulsionada escribió que “hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social”. Milosevic en una especie de construcción del tiempo histórico, en términos de Reinhardt Koselleck, como nexo entre la experiencia del pasado y las expectativas futuras, sostuvo que “por una serie de circunstancias sociales, este grandioso 600 aniversario de la Batalla de Kosovo tiene lugar en un año en el que Serbia, después de mucho tiempo, después de muchas décadas, ha recuperado su estado y su integridad nacional y espiritual. Por lo tanto, no es difícil hoy día para nosotros contestar a la vieja pregunta: ¿cómo vamos a enfrentar a Miloš ?[vi]. A través del juego de la historia y de la vida, parece como si Serbia, precisamente en este año, en 1989, ha recuperado su estado y su dignidad, y así celebra un evento distante en el pasado, que tiene un significado histórico y simbólico para su futuro”. (Slobodan Milosevic, Discurso de Gazimestán, 28 de junio de 1989).

El relato de Milosevic, acudiendo a la perspectiva de Levy-Strauss en cuanto a la noción de “mito”, lo real y la leyenda se confunden. De esta manera el líder serbio refiere a que “es difícil decir qué es verdad histórica y qué es leyenda sobre la batalla de Kosovo. Hoy esto ya no es importante”. Según las crónicas serbias basadas en las “Enconium to Prince Lazar” escritas de forma anónima luego de la batalla, aquella mañana del 28 de junio de 1389 el príncipe recibió un mensajero de parte del Santo Elías. Lazar debería elegir entre la derrota y un reino celestial o la victoria y un reino terrenal. El Príncipe Lazar eligió la segunda opción, la derrota y el reino celestial, por lo que construyó una iglesia, llamó al patriarca, bautizó su ejército y se enfrentó a las fuerzas otomanas. La derrota y el ascenso al reino celestial le asegurarían al Príncipe Lazar un lugar privilegiado en la historia serbia.

El discurso de Gazimestán, en un contexto político de creciente tensión entre serbios y albaneses fue una conjugación de factores políticos, económicos y sociales, Milosevic, hábilmente, logró captar la atención de un público azotado por la crisis que vivía el país y lo tradujo en un discurso de tinte nacionalista En este sentido, la recurrencia a los mitos de la historia serbia y de un pasado glorioso sirvieron como sutura para cerrar la reconstrucción de la identidad serbia, Slobodan Milosevic apelaba al pueblo serbio y a su conciencia colectiva. Como señala Benedict Anderson “la nacionalidad, o la “calidad de nación» —como podríamos preferir decirlo, en vista de las variadas significaciones de la primera palabra—, al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase particular”. (Anderson, 1983, p 21).

En este contexto, ¿podría denominarse al régimen de Milosevic como un régimen populista? Laclau (2005) sostiene que acerca del «”populismo” no entendemos un tipo de movimiento —identificable con una base social especial o con una determinada orientación ideológica—, sino una lógica política».(Laclau, 2005, p 21). Desde ésta perspectiva y como señala el mismo autor, “sabemos que el populismo requiere la división dicotómica de la sociedad en dos campos —uno que se presenta a sí mismo como parte que reclama ser el todo—, que esta dicotomía implica la división antagónica del campo social, y que el campo popular presupone, como condición de su constitución, la construcción de una identidad global a partir de la equivalencia de una pluralidad de demandas sociales”. (Laclau, 1985, p 93). Hacia 1989, la situación en Yugoeslavia se había deteriorado lo suficiente para crear descontento social que podría desembocar en la conformación de un movimiento populista, la crisis económica del régimen yugoeslavo, las diferencias cada vez más grandes entre Belgrado y el resto de las repúblicas, la agitación social entre los albaneses a medida que Milosevic recortaba derechos y garantías en Kosovo se convirtieron en un caldero lo suficientemente importante para la desviación hacia el nacionalismo, Milosevic advirtiendo ese peligro recurriría a posturas nacionalistas como síntesis definitiva, como señala Wendt «los procesos de formación de la identidad en condiciones de anarquía afectan primero y principalmente a la preservación de la “seguridad” del yo». (Wendt, 1999, p 24)

Milosevic se refirió en estos términos ante la enorme multitud presente aquél 28 de junio de 1989: “si perdimos la batalla, no fue sólo por la superioridad social y la ventaja militar del Imperio otomano, sino también por la trágica desunión en el liderazgo del estado serbio en esa época. En ese lejano 1389, el Imperio otomano era no sólo más fuerte que los serbios, sino que también era más afortunado”. (Slobodan Milosevic, Gzimestán, 28 de junio de 1989)

Para Milosevic, apelar al nacionalismo era la condición necesaria dentro de la cual se podrían encuadrar las demandas sociales; como sostenía el líder serbio, “la crisis que ha golpeado en Yugoslavia y ha traído divisiones nacionales, pero también sociales, culturales y religiosas y otras de menor envergadura. De todas estas divisiones, han sido las nacionales las que han resultado ser más dramáticas. Resolverlas hará más fácil mitigar las consecuencias del resto de divisiones por ellas creadas”. (Slobodan Milosevic, Gazimestán, 28 de junio de 1989). En ese contexto una multiplicidad de factores históricos y sociales sirvió de armazón para el discurso de Milosevic, desde esa perspectiva, la identificación del enemigo, que Milosevic evitó referirse en su alocución, fue condición necesaria para aglutinar al pueblo serbio frente a la nueva coyuntura que se presentaba en el país. Adoptando la perspectiva de la post-política de Slavoj Žižek, el líder serbio sostuvo que “la amenaza que esas divisiones generan en la patria común han generado una ola de sospechas, acusaciones e intolerancia. Una ola que invariablemente crece y es difícil de parar. Esta amenaza nos ha colgado como una espada de Damocles durante demasiado tiempo. Los enemigos externos e internos de comunidades multinacionales son conscientes de ésta y por tanto han organizado su actividad contra nosotros fomentando conflictos nacionales”. Como señala Žižek, la post-política  “se basa en la manipulación de una multitud u ochlos paranoide: es la atemorizada comunión de personas atemorizadas”. (Žižek, 2008, p. 102)

Mapa étnico de Kosovo.

Reflexiones finales

Alexander Wendt señala que la identidad «se refiere a una categoría social o etiqueta aplicada a personas que comparten (o se cree que comparten) alguna característica o características, en apariencia, rasgos de comportamiento, actitudes, valores, habilidades (por ejemplo, lenguaje), conocimiento, opiniones, experiencia, puntos en común históricos (como región o lugar de nacimiento), etc.». (Wendt, 1999, p. 225). Desde esa perspectiva analizamos de forma el discurso de Slobodan Milosevic intentamos reflejar como los factores históricos a través de variables políticos, sociales y económicas sirvieron como argamasa en la construcción de un discurso que tuvo como objetivo la reconstrucción de la identidad serbia en un momento clave de la historia balcánica en lo que podría denominarse en término de Mann el «aspecto colectivo del poder». (Mann, 1999, p. 21)

Lo que sucedería luego reafirmarían la importancia de ese discurso. ¿Debemos tomar las palabras de Slobodan Milosevic en Gazimestán como una premonición o como parte de una política tendiente a cambiar el estatus quo impuesto desde 1946 e instaurar el dominio serbio sobre Kosovo y el resto de las repúblicas yugoeslavas ?. En este trabajo intentamos esbozar que las decisiones políticas están construidas socialmente por una argamasa en la que se conjugan la historia, la economía y la identidad, identidad que en nuestro caso se vio reconstruida o reafirmada a través de la retórica nacionalista de Milosevic como paso previo a la política.

Esa mañana de 1989 Milosevic afirmó que «seis siglos más tarde, estamos comprometidos en nuevas batallas, que no son armadas, aunque tal situación no puede excluirse aún. En cualquier caso, las batallas no pueden ganarse sin la resolución, el denuedo y el sacrificio, sin las calidades nobles que estaban presentes en los campos de Kosovo en aquellos días del pasado. Nuestra batalla principal es ahora implementar el bienestar económico y el progreso político cultural y prosperidad social general, para encontrar un más rápido y exitoso para la civilización que vivirá en el siglo XXI».

Desde el discurso de Gazimestán han pasado 34 años; las advertencias de Milosevic sobre la posibilidad «del uso de las armas» se cumplieron rápidamente; dos años después de esa fecha Yugoeslavia se desintegró en una brutal guerra inter-étnica, la primera; finalizada ésta en 1995, le siguió en 1998 el inicio de la guerra de Kosovo; la segunda, tan brutal como la anterior y que sería el golpe definitivo a la existencia de esa experiencia política que fue la república yugoeslava.

Los recientes acontecimientos de Kosovo demuestran que la cuestión planteada en los años ‘80. Aún no está resuelta y lejos de alcanzar una solución. Los crecientes enfrentamientos entre la mayoría albano-kosovar y la minoría serbia en el norte de Kosovo, solo contenida por los esfuerzos de la Unión Europea, los Estados Unidos y la ONU, amenazan con alterar el precario statu quo en la región. En ese contexto, el Discurso de Gazimestán cobra en la historia reciente, un valor fundamental para la comprensión de los hechos actuales no solo en los Balcanes sino también como, desde la construcción de una retórica identitaria, se puede llegar a la comprensión de otros fenómenos similares como lo mencionamos al comienzo de éste artículo, Ucrania, Georgia, Moldavia entre otros.

Notas

[1] La premisa básica del enfoque constructivista es que los seres humanos viven en un mundo que construyen, en el cual son protagonistas principales, que es producto de sus propias decisiones. Este mundo, en construcción permanente, es constituido por lo que los constructivistas llaman “agentes”. (Sánchez, 2012, p. 118 ).

[2] Para Serbia, Kosovo es una provincia rebelde, países como Argentina, España o Rusia consideran a Kosovo parte de Serbia mientras que la mayoría de los Estados de la Unión Europea y los EE.UU. reconocen a Kosovo como país soberano.

[3] La I Yugoeslavia fue una unión de croatas, eslovenos y serbios bajo un régimen monárquico. La II Yugoeslavia amplió el concepto de nación a los bosnios de origen musulmán, mayoría en Bosnia-.Herzegovina.

[4] Josip Broz “Tito”, mitad esloveno mitad croata, gobernó  Yugoeslavia al frente del Partido Comunista yugoeslavo desde 1946 a 1980 año en el que falleció. El gobierno se instauró luego de la derrota de las fuerzas alemanas que habían invadido el país en 1941.

[5] Memorándum completo en: https://worldhistorycommons.org/serbian-academy-arts-and-sciences-sanu-memorandum-1986

[6] Discurso completo en castellano disponible en: https://www.ersilias.com/discurso-de-gazimestan/

[7] Miloš Obilić, fue un noble serbio que terminó con la vida del sultán otomano Murad I en el transcurso de la Batalla del Campo de los Mirlos aunque la historia no está ajena a las controversias.

 

Bibliografía

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* Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Filosofía y Humanidades. Licenciado en Historia. Córdoba. Argentina

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INDEPENDENCIA Y DEFENSA

Iris Speroni*

Cortar de cuajo cualquier intentona de adosarnos a algún otro imperio.

Hoy, 9 de julio, es el cumpleaños de la Patria.

Así que, antes que nada, ¡Feliz Día de la Patria!, ¡Feliz Día de la Independencia para todos!

En un mes interesante, cuando cumplimos el aniversario de la Defensa de Buenos Aires y días después, cumplimos años.  Ver EL MITO FUNDACIONAL de @Lohengrin82.

Llamamos “Reconquista de Buenos Aires” a la Primera Invasión Inglesa (1806). “Defensa de Buenos Aires” a la Segunda Invasión Inglesa (1807).

El 4 de julio de 1807, Whitelocke, luego del desembarco, arribó con sus hombres al Riachuelo. Al día siguiente, 5 de julio, las tropas invasoras se instalaron en Plaza Miserere, y con muchas bajas, avanzaron hasta Retiro. Siguieron luchas encarnizadas hasta la rendición inglesa el 7 de julio.

Casi una década después, y tras la caída de la Península Ibérica durante las guerras napoleónicas y la vergonzosa abdicación de la Corona de España (Carlos IV y Fernando VII), nos sacamos a un rey indigno de encima que pertenecía a una corona que no supo defender Buenos Aires (ni Cartagena, ni la península ibérica, ni nada).

La incompetencia de la Corona para defender a la capital del Virreinato desembocó en la desobediencia a un rey que no merecía serlo. Porque existe un único contrato fuerte y verdadero: nosotros pagamos los impuestos, vos nos defendés. El Rey no cumplió, ni en América ni en la Península. América la perdió. Se merecía haber perdido la metrópoli también y terminar ahorcado.

Quiero llamar la atención sobre un punto de la Declaración de la Independencia, que no se produjo el 9 de julio, sino el 19 de julio de 1816.

Ése día se agregó la frase “y toda otra dominación extranjera”, con lo que se calificó con precisión nuestro carácter independiente. Fue una propuesta del congresista Dr. Pedro Medrano, con el fin de cortar de cuajo cualquier intentona de adosarnos a algún otro imperio una vez que nos sacáramos de encima al inútil de Fernando VII, Borbón, Rey de España.

Con lo que el texto quedó así:

«Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud-América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración». La negrita es un agregado mío.

Curiosidades para los más jóvenes:

    • Se publicó en castellano, aymará y quechua.
    • Hubo representantes de provincias del Alto Perú (Tarija, Charcas, Chichas, Mizque) presentes y firmantes; otras dieron el faltazo porque el ejército realista enviado desde Perú había recuperado parte del territorio y los congresales electos no pudieron llegar.
    • 12 diputados (41%) eran eclesiásticos, lo que demuestra cuán involucrada estuvo la Iglesia Católica en la Independencia Americana.
    • El Litoral no mandó representantes, parte porque la Banda Oriental se defendía como podía de las invasiones portuguesas/brasileñas, parte porque sí.
    • La Declaración de la Independencia fue claramente una iniciativa de las provincias del norte, esto es Alto Perú y lo que hoy llamamos NOA [1], Cuyo, Córdoba y Buenos Aires.

Deberíamos hacer un altar a Pedro Medrano.

Quiero llamar la atención sobre un punto que se suele soslayar: «… sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama». Se refiere a la vida, haberes (propiedad) y fama (honor) de los diputados firmantes. Tres bienes protegidos específicamente por el artículo 29 de la Constitución a partir de 1853.

Es una aclaración que hicieron porque suponían que el Rey consideraría —correctamente— que todos ellos habían traicionado a la Corona y los condenaría a muerte; lo que hizo. Todos los que firmaron el Acta sabían perfectamente que si las fuerzas del Rey los agarraban, les cortarían el gañote, les confiscarían todos los bienes y quedarían en la historia como traidores.

Todos sabían qué ponían en juego  su vida, su propiedad y su honor e igual lo hicieron.

Creo que no les enseñamos a nuestros jóvenes el nivel de enjundia de esos locos en toda su magnitud. Gente que tenía todo para perder y sin embargo hicieron lo que creían correcto. Tampoco le damos hoy la épica y la heroicidad que verdaderamente tuvo todo ese período.

Tomás Manuel de Anchorena, uno de los hombres más ricos de ese momento —luego lo sería aún más— se bancó días enteros en carreta hasta llegar a Tucumán. Y puso todo —incluso su cuello— en juego. Hablemos de altas apuestas.

Me despiertan enorme admiración. Es para otro día, pero la mayoría de ellos perdieron sus fortunas en las luchas posteriores, tanto contra el ejército realista como en las guerras civiles. La guerra es así: una gran destructora de riqueza.

Basta compararlos con los “empresarios” actuales, permanente llorones de subsidios.

Ahora

El Plan de la Argentina (así, con mayúscula) está sembrado en el Acta de Declaración de la Independencia. ¿Qué tenemos que ser? “Una nación libre e independiente”. ¿Independiente de quién? “del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera”, esto es, de España y de todo el resto. Nada más que explicar. Está todo ahí.

¿Y cómo nos fue? Más o menos. Estamos mucho mejor que muchos otros.

Colombia tiene a los yanquis manipulándoles el territorio, América Central es un centro de trasbordo de armas y droga gestionado por el deep state norteamericano, México… pobre México, tan cerca de los EEUU. Cuba tiene un gobierno instalado por la CIA, el cual sigue su fiel papel asignado oportunamente, mientras su pueblo pasa hambre.

Al Magreb lo pusieron patas para arriba durante el gobierno de Obama, hicieron un golpe de estado a Egipto y descuartizaron Libia. Molieron Siria. Años atrás molieron El Líbano. Bombardearon Belgrado. Ocuparon 20 años Afganistán.

Siempre se puede encontrar alguien que está peor.

Pero nosotros no somos un país pequeño. Somos la octava superficie del mundo (gracias a Julio Argentino Roca). Tenemos viva una enorme disputa con Gran Bretaña que involucra el Atlántico Sur y la Antártida. Somos un país rico, sometido a una pobreza indigna, porque quienes gobiernan, funcionan en los hechos como interventores al servicio de intereses ajenos.

Deberíamos estar parados en otro lugar.

Pero que quede claro que podríamos estar peor. Como Ucrania, por ejemplo. Los países de la Unión Europea se han reunido y han dicho públicamente qué pedazo de Ucrania les tocará a cada uno.

Por lo que invito a mirar el medio vaso lleno y no el medio vacío. Llegamos hasta acá, con el territorio continental más o menos intacto [2], mediante una política de coqueteos, devaneos y zigzag entre las potencias imperantes [3]. Con recursos entregados a otros (oro, petróleo, pesca, comercialización de granos), pero con más o menos inversiones en infraestructura y un potencial más o menos listo para arrancar en punta apenas abran las gateras.

Futuro

Leandro Ocón (@oconalf), analiza EL NUEVO CONSENSO DE WASHINGTON. O por lo menos, la vuelta de tuerca que deben dar los EEUU para salir del pantano en el que se metieron. Tomar un poco de cositas de Trump, para darle trabajo a gente que está muy enojada, y ver cómo no perder poder en el mundo. Si se les cae el dólar, se van a ver en figurillas para mantener el liderazgo mundial.

El análisis de Ocón es muy jugoso. Uno de los puntos, que traté en numerosas ocasiones, es el resurgimiento de antiguas naciones. Dos milenarias, como China e Irán (ex Persia); otra de varios siglos, como Rusia. Y, tal vez lo más importante, es que China no reverdece en soledad, sino que arrastra consigo a todo el Extremo Oriente.

Argentina lo ve claramente reflejado en sus propias estadísticas de Comercio Exterior. Décadas atrás, Europa era prácticamente nuestro único comprador. Hoy apenas alcanza el 12,3%. Por el contrario, EEUU no existía, hoy comerciamos. Países con los que antes casi no teníamos relación, como Vietnam [4], Malasia [5], India [6], Indonesia [7], Magreb, hoy son grandes clientes. Para nosotros son oportunidades que no debemos desaprovechar.

Explicación de las siglas al pie [8]

Pero también hay un reacomodamiento cultural e ideológico. La doctrina monopólica anglosajona se resquebrajó. Lo que quieren implementar e imponer, arbitrario y mutante —ahora está de moda el LGTB y el racismo exacerbado, la inmigración compulsiva y la pedofilia— es resistido no sólo por los países asiáticos, musulmanes, sino por naciones europeas como Rusia, su área de influencia, Polonia, Hungría y la bombardeada Serbia. El presidente chino proclama que “se acabaron los 100 años de humillación”. El presidente ruso le dijo hace varios años atrás a los reunidos en Davos que sus ideas imperaban sobre el 12% de la población mundial, que el resto está en otra.

Pero a veces, lo más contundente es lo tangible. China es una potencia militar. El yuan ha desplazado al dólar en algunas transacciones de comercio internacional. El monopolio norteamericano es cuestionado.

¿Cómo estamos nosotros parados para defender el mandato de nuestros mayores de ser independientes de España y de toda nación extranjera? ¿Qué recaudos hemos tomado? ¿Cuáles vamos a tomar? ¿Qué defensa tenemos para que no nos hagan una opereta como le hicieron a Ucrania? ¿Cuándo vamos a acabar con los 41 años de humillación? ¿Alguien piensa hacer algo? ¿Qué?

Si queremos mantener nuestra Independencia debemos elaborar una estrategia de Defensa (como lo hicieron los habitantes de Buenos Aires entre la Primera Invasión Inglesa en 1806 y la Segunda en 1807).

Nuestra obligación es defender nuestra soberanía; pero también el bienestar del Pueblo; y garantizar los beneficios de la libertad. ¿Quién piensa una estrategia para cumplir con esas múltiples exigencias?

Cualquier cosa que pensemos, diseñemos e implementemos debe tener en cuenta que actualmente son tiempos de cambio (como los fueron las Guerras Napoleónicas que desembocaron en nuestra Independencia). Hoy tenemos un contexto internacional sumamente favorable que vino para quedarse. No eternamente, porque nada lo es, pero sí por mucho tiempo. Tenemos todo a nuestro favor.

Hoy es 9 de julio. Cumpleaños de la Patria. Aniversario de nuestra independencia, la cual no se conquistó con un papel firmado en Tucumán, sino a sangre y fuego y con el costo de miles de vidas.

Diseñemos cómo vamos a honrar a nuestros mayores, a nuestra posteridad, y a nuestras vidas.

¡Feliz Día de la Patria para todos!

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Más allá de que entre la convocatoria al Congreso y su efectiva reunión, el Alto Perú fuera reconquistado por fuerzas realistas; lo que impidió que estuviera plenamente representado.

[2] Tom E. Lawrence me hizo notar que no se puede hablar de territorio intacto cuando casi un tercio de nuestra superficie, mayormente marítima, está ocupado por una potencia extranjera. Y tiene razón. Por lo que aclaro que, a la fecha, hay intentos de quebrar nuestra continuidad continental (Cornejo con la secesión de Mendoza, activistas contratados que ofician de araucanos ofendidos en la Patagonia, tal vez para generar una excusa para una intervención internacional/británica). Así que resumo: tenemos gran parte del país ocupado por Inglaterra, pero conservamos la integridad territorial (por ahora).

[3] Me refiero concretamente a la política de neutralidad instaurada por J. A. Roca y Manuel Quintana, presidentes de la Nación.

[4] Viet Nam: 3,7% de las exportaciones; 1,5% de las importaciones.

[5] Malasia: 2,7% de las exportaciones; 0,5% de las importaciones.

[6] India: 5,1% de las exportaciones; 2,3% de las importaciones.

[7] Indonesia: 2,4% de las exportaciones; 0,6% de las importaciones.

[8] Zonas económicas definidas por el INDEC

Mercado Común del Sur (Mercosur): Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y zonas

francas.

Chile: Chile y sus zonas francas.

Resto de la Asociación Latinoamericana de Integración (Resto de ALADI): Bolivia, Colombia,

Cuba, Ecuador, Perú y zonas francas.

Sistema de la Integración Centroamericana (SICA): Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,

Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y zonas francas.

USMCA (ex NAFTA): Canadá, Estados Unidos (incluye Puerto Rico y territorios vinculados en

América y Oceanía) y México.

Unión Europea (UE):  Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia,

Eslovenia, España (incluye Islas Canarias), Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia,

Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania y

Suecia.

Reino Unido: Reino Unido –incluye Irlanda del Norte–.

Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN): Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia,

Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Viet Nam.

China: incluye Hong Kong y Macao.

Comunidad de Estados Independientes (CEI): Armenia, Belarús, Kazajstán, Kirguistán, Moldova,

Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

Medio Oriente: Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Iraq, Israel, Jordania,

Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Yemen, Siria y Palestina.

Egipto y la Unión del Magreb Árabe: Argelia, Egipto, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez.

Unión Aduanera del Sur de África (SACU): Botswana, Eswatini (Swazilandia), Lesotho, Namibia

y Sudáfrica.

Oceanía: Australia, Fiji, Islas Marianas Septentrionales, Islas Marshall, Islas Salomón, Kiribati, Estados

Federados de Micronesia, Nauru, Nueva Zelandia, Palau, Papua Nueva Guinea, Samoa, territorios

vinculados a Australia, territorios vinculados a Francia, territorio británico (Islas Pitcairn), territorios vinculados a Nueva Zelandia, Tonga, Tuvalu y Vanuatu.

 

Lecturas Relacionadas:

El mito fundacional, http://restaurarg.blogspot.com/2018/08/el-mito-fundacional.html, de @Lohengrin82

El Nuevo Consenso de Washington: ¿Posneoliberalismo? https://misionproductiva.com.ar/mundo/2023/07/06/el-nuevo-consenso-de-washington-posneoliberalismo/

Imperio austral, http://restaurarg.blogspot.com/2023/04/imperio-austral.html

Los BRICS y la Argentina, http://restaurarg.blogspot.com/2023/04/los-brics-y-la-argentina.html

 

Artículo publicado el 08/07/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/07/independencia-y-defensa.html.

 

PUTIN Y GORBACHOV: LÍDERES DIFERENTES, RETOS Y RIESGOS PARECIDOS

Alberto Hutschenreuter*

Imagen Victoria_Regen en Pixabay

 

Los acontecimientos de estos días en Rusia han recentrado una cuestión que desde hace tiempo provoca interrogantes, sobre todo desde que la invasión u operación militar especial rusa a Ucrania se transformó en campaña, y es la relativa con el grado de apoyo que conserva el presidente Putin como así de las perspectivas.

Lo que en principio fue una asonada por parte del líder de la milicia Wagner, Yevgueni Prigozhin, la misma evidenció no solo capacidad de fuerza, demostrada en Ucrania y en otros sitios de su proyección internacional de «servicios múltiples», sino una creciente capacidad para manifestar disconformidad y ejercer presión frente al mismo poder ruso.

Aunque las diferencias de recursos entre la compañía privada y el Estado ruso son enormes (pensemos solo en el poder aéreo), Prigozhin mostró resolución y llegó a inquietar, al punto que debió mediar el presidente de Bielorrusia para superar la situación y Prigozhin volviera a concentrarse en el complejo frente de Ucrania.

Si bien el poder de Putin nunca estuvo en juego, la «movida» de Prigozhin dejó en claro, como sostiene el analista Marcelo Montes, que aquel no es Stalin ni tampoco Xi, en el sentido de ejercer un mandato nacional absoluto; es decir, el denominado «putinismo de guerra» implica una férrea verticalidad de poder, sin duda, y ello se refleja en la prácticamente desaparición de cualquier expresión de oposición (el juicio que se lleva a cabo a Navalny no trascendió en lo más mínimo), pero esa verticalidad no expresa un mandato político y militar ruso totalitario.

Hace décadas que el totalitarismo ha desaparecido en Rusia como sistema político, incluso desde antes de la llegada de Gorbachov al poder en 1985. El experto francés Alain Besançon sostenía que a partir de la muerte de Stalin ya no hubo totalitarismo en la Unión Soviética, y sí hubo una larga «nueva economía política». Así continúa en parte siendo hoy: existe un régimen autocrático con un partido predominante (no único como antes el PCUS y hoy el PCCh en China).

Este sistema o modelo político supone que existan distintas (aunque controladas) manifestaciones, por caso, en la literatura, como sucedió en su momento con obras de Alexandr Solzhenitsyn e incluso en la misma política. Para el historiador Stephen Kotkin, la insurrección de Prigozhin significó el surgimiento de una alternativa en la política de Rusia.

Los hechos recientes dispararon algunos paralelos, por caso, con el intento de golpe que desde los sectores duros de la KGB se intentó en agosto de 1991 para desplazar a Gorbachov.

El mismo terminó fracasando porque los insurrectos no tuvieron mayoría y porque en aquella débil URSS había una dinámica de disgregación como consecuencia (principalmente) de la postura afirmativa del líder de la República Socialista Soviética de Rusia, Boris Yeltsin, quien junto con el presidente de la RSS de Ucrania y el de la RSS de Bielorrusia acabaron con la URSS en diciembre de ese año.

Putin se encuentra lejos de la debilidad y soledad que acompañaron a Gorbachov aquel año estratégico.

En la Rusia de hoy hay cuatro organismos sobre los que se apoya el poder: el Consejo de Seguridad, el Servicio de Inteligencia Militar (más conocido como el GRU), las Fuerzas Armadas y el Servicio Federal de Seguridad (ex KGB). Hasta el momento, y con las limitaciones en relación con la información que se dispone, no hay cuestionamientos (y menos conatos) contra el presidente dentro de estos «tanques» de poder.

Además, la guerra fungió funcional para que el régimen restringiera sensiblemente los movimientos y voces opositoras. En rigor, la ofensiva comenzó antes con el impulso de una legislación anti opositora. La guerra profundizó ese impulso, llevando a la detención y a severas penas a los críticos de la misma, por citar a dos: Vladimir Kara-Muza, a quien le dieron 25 años, e Ilia Yashin, condenado a ocho años.

Por otra parte, Putin posee rasgos de liderazgos más zaristas que soviéticos, es decir, se trata de un líder clásico, nacionalista y conservador (se tiende a relacionarlo con los zares del siglo XIX, particularmente con Nicolás I, 1825-1855, por su férrea defensa de la autocracia, la ortodoxia y la patria), a diferencia de Gorbachov que fue un mandatario soviético, ideológico y transformacional.

Ahora bien, hay retos que afronta Putin que lo aproximan al último mandatario de la URSS. Dejando por un momento la guerra, que es el principal desafío para Rusia hoy, Putin (o quien lo suceda) tiene por delante la enorme tarea de convertir a Rusia en un poder cabal, es decir, un actor estratégico. Grande lo es, rico lo es, pero Rusia es insuficiente o débil en varios de los segmentos de poder nacional e internacional, por ejemplo, en tecnologías avanzadas (de disponerlas, seguramente habría proporcionado semiconductores a China). Obviamente, el escenario de guerra dificulta sobremanera esta urgencia, y continuará dificultando en la posguerra.

Gorbachov fracasó en modernizar su país (que también se encontraba en guerra en Afganistán). Y como bien dijo Jacques Levesque, elegido para salvar la URSS, el «sétimo secretario» acabó siendo el responsable de su final.

Pero son los riesgos los que peligrosamente acercan a Putin a Gorbachov. Y los hechos de estos días hacen pensar en ello, más allá de la posición firme de aquel.

Lo que queremos decir es que, así como los acontecimientos empujaron a Gorbachov a no poder evitar la fractura del país-continente, Putin podría ser, a su modo, el responsable de una situación de desorden y fisión nacional. Tal vez no sea semejante a lo que sucedió con la URSS, pero sí aproximada.

Ello podría ocurrir si Rusia sufriera un revés militar en Ucrania, es decir, si fuera finalmente expulsada del territorio que ocupa. Un escenario así tendría secuelas políticas de escala en Rusia creándose una situación que podría devolver al país a los años noventa, un período de debilidad interna e internacional sin precedente en Rusia. Pero también podrían abrirse problemas con la prolongación de la guerra a partir de situaciones como la de estos días, pero en la que los insurrectos prosigan y el país (en estado de confusión y agitación) quede ad portas de un choque interno.

Por ello, en gran medida, en esta guerra «la victoria no tiene sustitutos» para Rusia, para emplear palabras de un general estadounidense.

Se trata nada más que de escenarios que merecen considerarse a partir de los sucesos de estos días, y porque no comprometen solamente a Rusia, una superpotencia nuclear y regional, sino a la seguridad continental y mundial.

 

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la Saeeg. Su último libro se titula “El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas geopolíticas y estratégicas para sobrellevar la incertidumbre”, Editorial Almaluz, 2023.

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