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LA HUMANIDAD EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS. DE LA TEOLOGIA A LA INTELIGENCIA.

Marcelo Javier de los Reyes*

El discernimiento es la capacidad de 
distinguir la verdad de la casi verdad.

Charles Spurgeon (1834 – 1892)
Pastor Bautista

 

Introducción

Las comunidades judías y cristianas se encaminan a celebrar sus respectivas Pascuas. Por ello, y por las actuales circunstancias, recordé un pasaje del Antiguo Testamento, quizás el más relevante.

En Éxodo 12, se relata que el Señor les dio a Moisés y Aarón las instrucciones para celebrar la fiesta y la salida de Egipto “el 10 de este mes”, entre las que debían tomar un animal, cordero o cabrito, sin ningún defecto, macho y de un año, el cual debía ser inmolado por toda la asamblea, y con su sangre marcar los dos postes y el dintel de las puertas de las casas donde iba a ser comido. Del mismo modo les advirtió: “Esa noche pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos los primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto”. Quienes tuvieran la marca de sangre en la puerta estarían librados del castigo divino.

Eso ocurriría en una noche pero debía ser recordado por generaciones. Efectivamente, era una sola noche. Las poblaciones actuales verán pasar al “exterminador” durante meses y, en buena medida, el castigo dependerá de la capacidad de sus gobernantes para campear la crisis del coronavirus.

En una nota publicada por The Jerusalem Post su autor dice que algunos “cristianos devotos” creen que el coronavirus es una profecía apocalíptica, y lo demostrarían comparando “las misteriosas similitudes entre los eventos actuales y la profecía del fin del mundo presentada en el Nuevo Testamento en el Libro de Apocalipsis”[1]. El autor de la nota también menciona a los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”… Una vez más, el maravilloso Libro del Apocalipsis o de la Revelación, es tergiversado y desnaturalizado por algunas interpretaciones libres que gustan de utilizarlo en los momentos de catástrofes e incertidumbres.

Bajemos a la realidad

La realidad es que no se trata de un “castigo divino” sino de un grupo de hombres que está jugando a ser Dios en una desenfrenada e ilimitada carrera no sólo irracional sino también carente de toda emoción. Afortunadamente, el mencionado artículo también recoge una opinión que desmiente que se trate del Armagedón y abre la puerta a ciertas teorías, como la que considera que el COVID-19 sería una creación de un laboratorio, más precisamente, un “arma biológica”. Para muchos esto sería una teoría conspirativa… como si la historia no estuviera plagada de conspiraciones…

Es comprensible —ya por incredulidad, ya por ingenuidad, ya por falta de información, ya por la “necesidad salvadora de negar”— que muchas personas no puedan creer que el hombre, creador de los “derechos humanos” y poseedor de grandes virtudes como la caridad y la solidaridad, pueda llevar a cabo acciones de esta naturaleza, aunque hayan leído u oído sobre numerosas guerras. La utilización de armas biológicas ya tuvo lugar en la edad Antigua, hace 3.500 años, por los hititas. Por aquella época se sabía que la oveja portaba la tularemia o fiebre de los conejos, enfermedad infecciosa grave causada por la bacteria Francisella tularensis, que se transmite de los animales a las personas. Este es el primer registro de guerra biológica[2].

Bartolo Luque Serrano nos informa que en 1097, durante las Cruzadas, cuando se llevaba a cabo el asedio a la ciudad de Nicea, en Asia Menor, los Cruzados catapultaron cabezas humanas que no solo tenían por propósito amedrentar al enemigo sino también porque esos objetos “biodescompuestos” provocaban enfermedades[3]. Podrían mencionarse otros ejemplos, como el uso de armas químicas durante la Primera Guerra Mundial —por parte de alemanes y británicos—, la Unidad 731 del ejército japonés que, durante la Segunda Guerra Mundial, experimentó con humanos para desarrollar armas biológicas. Bien, hasta aquí alguien podría argumentar que se trataba de enemigos en una guerra y que ningún gobierno haría semejante experimento con su propia población. Muy bien, es cierto… relativamente cierto.

Imagen de hairmann en Pixabay

Durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial se creó el complejo ultrasecreto de Porton Down, en Wiltshire, Reino Unido, el cual —desde 2004— es estudiado por el profesor de historia moderna de la Universidad de Kent en Canterbury Ulf Schmidt, quien recibió una subvención del proyecto Wellcome Trust para investigar la historia y la ética del programa de guerra química y biológica en el Reino Unido durante la Guerra Fría. Miles de militares de las fuerzas armadas británicas se ofrecieron como voluntarios para participar en los experimentos secretos sobre los efectos de las armas químicas y biológicas llevados a cabo en ese establecimiento de investigación del gobierno en Porton Down[4]. Se cree que entre 1945 y 1989, unos 3.400 militares participaron en ensayos con agentes nerviosos, pero varios miles más desde su creación fueron sometidos a experimentos con gas mostaza, fosgeno, sarín y otros agentes nerviosos, ántrax, Yersinia pestis (la bacteria de la peste), mescalina, ácido lisérgico y otras drogas. En 1953, los experimentos llevaron a la muerte del militar Ronald Maddison, de 20 años, investigación de la que participó el profesor Ulf Schmidt como experto histórico. El 6 de mayo de ese año se vertieron 200 miligramos de sarín líquido sobre una doble capa de ropa del uniforme del soldado de la Real Fuerza Aérea Británica. A la media hora había perdido el conocimiento y poco más tarde falleció[5].

Muerte del soldado Maddison. Fuente: <https://www.kent.ac.uk/porton-down-project/TS4.jpg>

En Estados Unidos, en 1949, fueron colocadas bacterias inofensivas en el sistema de aire acondicionado del Departamento de Defensa para ver qué efectos producía su exposición sobre los humanos. Entre el 20 y el 27 de septiembre de 1950 un buque de la armada estadounidense se aproximó a la costa de San Francisco y roció una nube de microbios sobre la ciudad. Este experimento fue practicado sobre una población de 800.000 habitantes (“Operación Sea-Spray”). En 1966 otro experimento se llevó a cabo en la estación Broadway del subterráneo de Nueva York, en donde se esparcieron bacterias sustilus varilus.

Habría muchos más ejemplos pero quien quiera seguir creyendo en una dieta basada en murciélagos puede seguir haciéndolo.

“La peor falla de inteligencia en la historia de los Estados Unidos”

Una nota publicada por Foreign Policy considera que el coronavirus es la peor falla de inteligencia en la historia de los Estados Unidos[6]. El autor, Micah Zenko, escribe acertadamente que la mayoría de los líderes carecen de disciplina para formular un análisis basado en el riesgo y pocos son capaces de desarrollar los planes de contingencia necesarios[7]. Agrega algo más interesante cuando afirma que aún más raro es el líder que logra identificar correctamente la principal amenaza con suficiente antelación para desarrollar e implementar esos planes[8]. Una vez más la falla caería sobre quién debe tomar las decisiones y, en este caso, es el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un líder que padece incontinencia verbal y que no se cansa de repetir que se trata del “virus chino”. Otro que también falló al momento de tomar las medidas adecuadas ha sido el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, uno de los padres del Brexit, … hoy enfermo de coronavirus al igual que su ministro de Salud[9]. Sin embargo Johnson fue previsor y nombró a su “designated survivor”, Dominic Raab, secretario de Asuntos Exteriores[10]. Dada la gravedad del contagio sería deseable que no haya que designar sucesivos “designated survivors”.

Mi percepción es que la nota de Micah Zenko tiene una seria contradicción entre el contenido y el título porque en el título hace referencia a una “falla de inteligencia” pero en el texto pone el acento en que la responsabilidad recae sobre los decisores, quienes no toman en cuenta la información de inteligencia. Zenko menciona que, frente a otras “sorpresas estratégicas” —Pearl Harbor, la revolución iraní y el 11 de Septiembre—, la actual se produjo por una indiferencia sin precedentes, aún más por una negligencia deliberada.

A mi juicio, estas afirmaciones ameritan una digresión. Con respecto a Pearl Harbor, a todas luces no fue una “sorpresa estratégica”. El capitán de navío Mitsuo Fuchida, quien condujo el ataque a Pearl Harbor, afirmó que luego de analizar la propuesta de Estados Unidos del 26 de noviembre de 1941, el gobierno y el Alto Mando de Japón llegaron a la conclusión “de que la propuesta era un ultimátum tendiente a subyugar al Japón y hacer inevitable la guerra”[11]. La fuerza de tareas japonesa ya estaba rumbo hacia Pearl Harbor y el ataque quedaba supeditado a la mencionada propuesta estadounidense pero el gobierno japonés había decidido continuar con los esfuerzos de paz “hasta el último momento”[12]. Otro dato de interés que proporciona el capitán Fushida es que la decisión de atacar un domingo obedecía a que tenían información de que “la Flota de los Estados Unidos volvía a Pearl Harbor los fines de semana después de los períodos de instrucción en el mar”[13]. Luego agrega que informes de inteligencia sobre las actividades de la Flota del Pacífico retransmitidas desde Tokio, informaban que el día 5 de diciembre el USS Lexington había dejado el puerto y que se estimaba que el USS Enterprise también estaba operando en el mar[14]. Ambas naves eran los portaviones estadounidenses, las dos naves más importantes en Pearl Harbor, las cuales habrían sido sacadas a alta mar debido al conocimiento del ataque japonés.

El mayor testimonio de que el ataque japonés no fue una “sorpresa estratégica” es el libro del contraalmirante estadounidense Robert A. Theobald, titulado The final secret of Pearl Harbor. The Washington contribution to the Japanese attack, publicado en abril de 1954[15]. En su libro el contraalmirante Theobald acusó a la administración del presidente Franklin Delano Roosevelt de no alertar a los comandantes de Pearl Harbor —ocultando la información de inteligencia— sobre el ataque con la intención de llevar a los Estados Unidos a la guerra. En el prólogo de su libro, el contraalmirante Husband E. Kimmel —comandante de la Flota del Pacífico y comandante en Jefe de la Base Naval de Pearl Harbor, quien fue destituido de su cargo y degradado—, expresa:

Los estudios realizados por el Contraalmirante Theobald lo han llevado a la conclusión que estuvimos desprevenidos en Pearl Harbor debido a que los planes del Presidente Roosevelt requerían que no se enviara aviso alguno que alertara la Flota del Pacífico.[16]

Edición del libro del contraalmirante Theobald por el Círculo Militar, Argentina.

Respecto del ataque del 11-S ya se ha hablado y se ha escrito mucho. Casi inmediatamente a los hechos, Thierry Meyssan escribió su libro 11 de septiembre de 2001. La terrible impostura. Ningún avión se estrelló en el Pentágono[17]. Para muchos se trata de un libro que se inserta en las teorías conspirativas pero resulta difícil creer —entre otras cosas— que unos árabes tomaran unas pocas clases de vuelo en avionetas y luego tuvieran la gran capacidad para estrellar grandes aviones de pasajeros contra el World Trade Center. Más insólito resultó que los atacantes eran saudíes y que ello haya motivado invadir Afganistán…

Retornando al tema del coronavirus, resulta extraño que algunas personalidades como Bill Gates hayan podido predecir la pandemia y hacer esta advertencia en enero de 2017, cuando le dijo a la BBC: “Mantengo los dedos permanentemente cruzados para que no nos llegue una gran epidemia como la gripe en los próximos diez años”[18]. Bill Gates fue uno de los que organizó el encuentro Event 201, un ejercicio de simulación en vivo para preparar a líderes públicos y privados para dar respuesta ante una pandemia. Del mismo participaron el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, en asociación con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates[19]. Del Event 201 salieron una serie de recomendaciones, lo que daría a la redacción de otro artículo.

En función de ello, resultaría inexplicable asumir que después de los antecedentes de la gripe aviar, del SARS (H5N1), del N1H1, y del actual SARS-CoV-2, se considere que la inteligencia no ha tomado sus previsiones. Lo singular es que mientras el brote avanzaba Trump seguía hablando del “virus chino”. Sin embargo, mientras Trump insistía en ello, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, publicó en Twitter un video de Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en momentos en que se dirigía a un comité del Congreso —el 11 de marzo—, en el que reconoció que algunas muertes por influenza en Estados Unidos se identificaron más tarde como casos de COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus[20]. Del mismo modo, se informó que cientos de atletas del ejército estadounidense asistieron en octubre de 2019 a la ciudad de Wuhan a los Juegos Mundiales Militares. De estos juegos participaron 9.603 deportistas militares procedentes de 104 países y, luego de su celebración, varios estadounidenses fueron hospitalizados por “una extraña neumonía”[21]. Podría afirmarse que, casi en paralelo, se estaba llevando a cabo el ejercicio Event 201.

Algunas reflexiones finales

Ahora, consummatum est, se habla de un “fallo de inteligencia”.

El ataque a Pearl Harbor no fue un fallo de inteligencia, sino un ocultamiento de la información producida por la inteligencia. En este caso la responsabilidad recaería sobre los tomadores de decisión, quienes deciden escuchar a sus servicios de inteligencia o bien desestimar la información que éstos les proporcionan o utilizarla para otros fines. Tampoco lo habría sido el ataque del 11-S.

Es evidente que si Bill Gates se manifestó en enero de 2017 alertando acerca de una pandemia, lo cual fue replicado en medios de todo el mundo, y teniendo como antecedentes los demás casos de enfermedades ya mencionadas, resulta desestimable que los organismos de inteligencia no hayan tenido en cuenta la propagación de una enfermedad que podría derivar en una pandemia. Aún más, los medios han informado que, en el caso de Estados Unidos, en enero, el presidente Trump había recibido advertencias de los servicios de inteligencia, las cuales fueron desestimadas por el mandatario[22].

No obstante, lo más apropiado es que la preparación para un hecho de esta naturaleza haya tenido que ser considerada por los respectivos ministerios de Salud y por los tomadores de decisión al más alto nivel.

Cabe aquí recordar a Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), quien expresó: “A cada época la salva un pequeño puñado de hombres, que tienen el coraje de ser inactuales”.

Quizás haya que reparar en que hay una gran carencia de masa crítica en las respectivas sociedades o, al menos, que quienes la integran no tienen acceso a la toma de decisiones. De este modo, el liderazgo ha sido puesto en manos inexpertas al momento de manejar las crisis. Una mente maliciosa podría pensar que tal vez no se trate de falta de experiencia sino de intencionalidad. Sin embargo, la Historia —a la que deberíamos recurrir más seguido en busca de enseñanzas— deja entornada la puerta a quienes quieran conocer.

El gran desafío a los que nos someten estos tiempos es intentar encontrar la verdad entre la razón y las creencias.

En estas épocas difíciles e inciertas, en los que se hace complejo encontrar la verdad, debemos escudriñar toda la información a la que tenemos acceso. El camino para ello es el discernimiento —asimismo esencial para la toma de decisiones—, es decir, tener la capacidad intelectual para distinguir lo verdadero de lo falso —de la desinformación o de las medias mentiras— para lograr acercarnos a la verdad.

 

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

 

Referencias

[1] Omri Ron. “Why do some Christians believe coronavirus is an apocalyptic prophecy?”. The Jerusalem Post, 26/03/2020, <https://www.jpost.com/international/why-do-some-christians-believe-coronavirus-is-an-apocalyptic-prophecy-622425>, [consulta: 26/03/2020].

[2] Siro Igino Trevisanato. “The ‘Hittite plague’, an epidemic of tularemia and the first record of biological warfare”. En: Medical Hypotheses, 69(6):1371-4, February 2007.

[3] Bartolo Luque Serrano. El mundo es un pañuelo: Un paseo pluridisciplinar por la ciencia. Valencia: Publicaciones Universitat de Valencia, 2009, p. 122.

[4] “The History of Biochemical Warfare Research and Human Experimentation, 1945 – 1989”. University of Kent (School of History), <https://www.kent.ac.uk/porton-down-project/>, [consulta: 27/12/2019].

[5] “The History of BiochemicalWarfareResearch and Human Experimentation, 1945 – 1989. Ronald Maddison”. University of Kent (School of History), <https://www.kent.ac.uk/porton-down-project/PortonMaddisonPage4.html>, [consulta: 27/12/2019].

[6] Micah Zenko. “The Coronavirus Is the Worst Intelligence Failure in U.S. History”. Foreign Policy, 25/03/2020, <https://foreignpolicy.com/2020/03/25/coronavirus-worst-intelligence-failure-us-history-covid-19/>, [consulta: 25/03/2020].

[7] Ídem.

[8] Ídem.

[9] “Boris Johnson y su ministro de Salud tienen coronavirus”. La Nación, 27/03/2020, <https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/sorpresa-reino-unido-boris-johnson-tiene-coronavirus-nid2347930>, [consulta: 27/03/2020].

[10] Adam Bienkov. “Boris Johnson has tested positive for the coronavirus. Here’s what happens if he becomes too ill to remain prime minister”. Business Insider, 27/03/2020, <https://www.businessinsider.com/coronavirus-what-happens-boris-johnson-too-ill-prime-minister-covid-2020-3>, [consulta: 27/03/2020].

[11] Mitsuo Fushida. “Yo conduje el ataque sobre Pearl Harbor”. En: Robert A. Theobald. El secreto final de Pearl Harbor (La contribución de Washington al ataque japonés). Buenos Aires: Círculo Militar (Biblioteca del Oficial), julio de 1954, p. 306.

[12] Ídem.

[13] Ibíd., p. 307.

[14] Ídem.

[15] Robert A. Theobald. The final secret of Pearl Harbor. The Washington contribution to the Japanese attack. Nueva York: Devin – Adair Company, abril de 1954, 202 p.

[16] Robert A. Theobald. El secreto final de Pearl Harbor (La contribución de Washington al ataque japonés). Buenos Aires: Círculo Militar (Biblioteca del Oficial), julio de 1954, p. 15.

[17] Thierry Meyssan escribió su libro 11 de septiembre de 2001. La terrible impostura. Ningún avión se estrelló en el Pentágono. Buenos Aires: El Ateneo, 2002, 253 p.

[18] “El mundo es vulnerable a una gran epidemia, le dice Bill Gates a la BBC”. BBC Mundo, 01/01/2017, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-38470286>, [consulta: 22/01/2020].

[19] “About the Event 201 exercise”. Center for Health Security (Johns Hopkins University), <http://www.centerforhealthsecurity.org/event201/about>, [consulta: 28/2/2020].

[20] Ben Westcott y Steven Jiang. “Un diplomático chino dice que el ejército de EE.UU. llevó el coronavirus a Wuhan”.  CNN en Español, 13/03/2020, <https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/13/un-diplomatico-chino-esta-promoviendo-la-teoria-de-la-conspiracion-de-que-el-ejercito-estadounidense-trajo-el-coronavirus-a-wuhan/>, [consulta: 18/03/2020].

[21] Fernando Navarro. “La teoría china del origen del coronavirus: apuntan a EEUU y los Juegos Mundiales Militares”. El Español, 15/03/2020, <https://www.elespanol.com/deportes/20200315/teoria-coronavirus-apuntan-eeuu-juegos-mundiales-militares/474952717_0.html>, [consulta: 17/03/2020].

[22] “Trump desoyó en enero las advertencias de los servicios de inteligencia sobre la ‘grave amenaza’ del coronavirus”. RT, 21/03/2020, <https://actualidad.rt.com/actualidad/347002-inteligencia-advertir-trump-grave-amenaza-coronavirus>, [consulta: 22/03/2020].

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LA CAUSA MALVINAS

César Augusto Lerena*

Imagen de 13969351 en Pixabay

La Cancillería Argentina en sus primeros sesenta días dio algunos pasos positivos destinados a cambiar el modelo de estrategia respecto a la Causa Malvinas, modelo que continuó y profundizó la Cancillería de Malcorra y Faurie. Esta nueva etapa jerarquizó la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur y puso razonablemente bajo control de ésta a la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental Argentina (COPLA); suspendió las reuniones sobre las investigaciones pesqueras conjuntas que se iniciaron el 4 de diciembre de 1995 con el Reino Unido en el ámbito del Atlántico Sur (más allá incluso de la FICZ, la zona de exclusión inglesa); desafectó de la embajada del Reino Unido al Embajador Renato Carlos Sersale, quien en el 2018 había calificado de “máximas autoridades” a las británicas usurpadoras en Malvinas, y a Carlos Foradori de la Embajada ante los Organismos Internaciones con sede en Ginebra, quien en 2016 firmara el lamentable Pacto Foradori-Duncan donde se ratificó de hecho el Acuerdo de Madrid y se declaró: “adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas” manteniendo viva la “fórmula del paraguas”. Nunca, desde el Acuerdo de Madrid, nadie se había atrevido a tanto. Este pacto reactivó las investigaciones conjuntas pesqueras que habían sido suspendidas en el 2005 (debido a que los británicos otorgaron licencias de pesca por 25 años en Malvinas) y, habilitó los vuelos entre Malvinas-San Pablo-Córdoba, facilitando el comercio de Malvinas y la sobrevivencia de las islas a los probables cambios arancelarios a partir del Brexit.

La Causa Malvinas no es una cuestión en la que podamos poner en duda la pertenencia ni el objetivo, que ya está perfectamente definido en la cláusula primera de las Disposiciones Transitorias de la Constitución Nacional: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. Podremos, en todo caso, discutir la estrategia y la táctica para el logro de este objetivo, pero no, caer en el absurdo, de considerar máximas autoridades de las islas a las británicas o remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de Malvinas.

El gobierno saliente ha hecho todo lo posible para favorecer al Reino Unido.

Así las cosas, este nuevo gobierno podría llevar adelante algunas “ideas fuerza” que me limitaré —sin orden de prevalencia— solo a señalar, por tratarse de cuestiones sensibles:

    1. Promover un Protocolo Adicional Mercado Común Pesquero (MERCOPES) en el Atlántico Sudoccidental y Pacífico Sudeste, dentro del Tratado del MERCOSUR, entre sus miembros la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y sus adherentes Bolivia y Chile, con el objetivo de a) Ocupar el área adyacente del Atlántico Sudoccidental con buques de los países del MERCOSUR y adherentes, promoviendo el interés de estos en desplazar la ocupación extracontinental del mar austral; b) Desalentar a los buques extranjeros que pescan ilegalmente en el Atlántico Sudoccidental y en el Pacífico Sudeste; c) Promover la utilización de los puertos argentinos, la radicación industrial y la ocupación de mano de obra nacional; d) Integrar las economías, el consumo interno y el comercio internacional de Latinoamérica; e) Consolidar el liderazgo argentino en Suramérica.
    2. Llevar adelante un proyecto de integración rioplatense con la República del Uruguay (renovando una estrategia ya aplicada por el España hace más de 200 años) para fortalecer la presencia argentina en el área norte del Atlántico Sur y su acceso al Río de la Plata. Entre los primeros: a) ampliar los alcances del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo; b) iniciar las conversaciones sobre el emplazamiento y financiamiento de un puerto binacional de aguas profundas (con un marco legal ajustado, similar al vigente entre Argentina y Chile en la explotación minera); c) eliminar los impuestos al transporte entre ambos países para facilitar el intercambio de personas y bienes; d) Promover, a través de sistemas de compensación, la eliminación del uso de los puertos uruguayos por parte de la flota ilegal que opera en el Atlántico Sur; e) Promover una agenda cultural común entre ambos países.
    3. Promover un Acuerdo de complementación del Tratado de Paz con Chile respecto a la Cooperación en el Canal del Beagle; el corredor bioceánico Atlántico-Pacífico y el turismo en la Provincia de Tierra del Fuego y Chile, de forma de fortalecer la posición de Argentina en el Océano Austral, la Antártida y el corredor bioceánico, generando una relación de mayor confianza con Chile con el fin de promover mayores acuerdos con este país vecino que consoliden la posición Argentina en el mar austral.
    4. Profundizar el pre Acuerdo con la Unión Europea, en al menos tres líneas: a) acordar la certificación argentina de origen de las materias primas extraídas de las áreas FAO 41 y 48 (El Atlántico Sudoccidental); b) acelerar el ingreso de productos finales (con valor agregado) a la Unión Europea libre de aranceles y, c) mientras ello no ocurra procurar que la Unión Europea de el mismo tratamiento arancelario a la Argentina que a todas las materias primas capturadas en el Atlántico Sudoccidental dentro o fuera de la Z.E.E. Argentina. Entendemos como muy urgente profundizar la relación con algunos países de la Unión Europea, para tratar de incidir respecto al tratamiento arancelario que recibirá la pesca en el Atlántico Sur, etc. y, especialmente España y los territorios de Ultramar (Malvinas, etc.) en esta etapa de negociación post Brexit entre el Reino Unido y la Unión Europea.
    5. Promover la adhesión de todos los países de América del Sur al Tratado Antártico y la firma de un acuerdo de transformación del Continente Antártico en la “Reserva Ambiental, Científica, Acuífera y Alimentaria de Latinoamérica” con el objetivo de visibilizar las acciones de Argentina sobre la Antártida y el Océano Austral (idea original del General Leal) y fortalecer su posición en esta área.
    6. Promover una Comisión de notables y especialistas para producir un Informe relativo a los llamados Acuerdos de Madrid y la eventual convocatoria a una bicameral, en función del quebrantamiento por parte del Reino Unido de la Resolución de la ONU 31/49 que pidió a ambos gobiernos que aceleren las negociaciones de soberanía e instó a las partes a abstenerse de adoptar modificaciones unilaterales mientras no se realicen las negociaciones relativas a la disputa sobre soberanía (Res. 2065/65 y Res. 3160/73) y, en igual sentido, por analogía, las Res. de la ONU Nº 3171/73 y ONU 3175/73 relativas a soberanía sobre los recursos naturales que no deben explotarse en el país ocupado.
    7. Promover Acuerdos con las flotas pesqueras (y muy especialmente con las españolas) que pescan en el área adyacente del Atlántico Sur para desalentar el uso de licencias británicas en Malvinas y, provocar, accesoriamente, el aumento de la industrialización en la Argentina y la consecuente generación de empleo nacional. Es urgente tomar algunas acciones destinadas a desalentar la iniciativa de construir (BAM Nuttall Ltd.) un nuevo puerto en Malvinas, cuya firma del contrato estaría previsto realizar en marzo de 2020.
    8. Ratificar la congelación de las investigaciones conjuntas pesqueras con el Reino Unido en Malvinas hasta que a) la Argentina no pueda controlar a través de observadores nacionales las capturas de los buques extranjeros licenciados ilegalmente por el Reino Unido, b) Establecer el daño ecológico que provoca esta captura, en atención a que el ecosistema es único en el Atlántico Sur y las capturas de estos buques afectan a la biomasa pesquera y al recurso que captura la Argentina en su territorio.
    9. Establecer Áreas Marítimas Protegidas (AMP) en las 1.639.900 Km2 que ocupa el Reino Unido en el Atlántico Sudoccidental y Austral y, en el área adyacente de la Zona Económica Exclusiva Argentina donde migran especies pesqueras argentinas que luego son capturadas por buques extranjeros ilegales, fundado, en que la falta de control de Argentina, en esos espacios marítimos, impide controlar las extracciones y descartes de los recursos migratorios nacionales, depredando los recursos y comprometiendo el ecosistema en el Atlántico Sur.
    10. Revocar la autorización de los vuelos desde Malvinas a San Pablo, ya que a prima-facie se entiende que frente al Brexit esta ruta favorecerá el comercio de las Islas Malvinas a un mercado de alto consumo como es San Pablo y la apertura desde esta ciudad al comercio mundial.
    11. Elaborar un Proyecto de Ley de Toponimia en las Islas Malvinas en homenaje a los argentinos caídos en Malvinas (ya elaboré un proyecto al respecto), denominando con sus nombres a todas las islas, islotes, penínsulas, etc., y crear la Comisión de Toponimia de las Islas Malvinas para que en un año eleve al Poder Ejecutivo los nombres propuestos.
    12. Todas las acciones que deriven de las relaciones referidas a Malvinas.

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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LA RATIFICACIÓN DEL PROYECTO PESQUERO Y SU CONFIRMACIÓN POLÍTICA

César Augusto Lerena*

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Días pasados tuve la posibilidad de conversar telefónicamente en un programa radial con tres conocidos periodistas especializados en temas pesqueros. Como me ha ocurrido en estos últimos tiempos, desde que se difundiera una lista de posibles candidatos a ocupar la Subsecretaria de Pesca de la Nación que me incluía, debí negar nuevamente que se me hubiese ofrecido tal cargo. Aunque, debí aclarar que, si tal ofrecimiento ocurriese, lo aceptaría, con determinadas condiciones, porque desde hace 50 años en que me vinculé al sector pesquero, me involucre fuertemente con la actividad.

Pero, claro está, el ofrecimiento sería un hecho ciertamente revelador, porque en los cientos de artículos que escribí en los últimos años, he expresado claramente un proyecto de fuerte desarrollo social, industrial y nacional y de defensa de la soberanía nacional en el Atlántico Sur y Malvinas, que no se compadece con la política dominante de estos últimos años.

Es hasta lógico, que el periodismo, en su avidez por conocer quién se hará cargo de esta cartera en la afligente situación por la que atraviesa la industria pesquera, se dude de mi afirmación categórica: no se me ha ofrecido cargo alguno.

Sobre este aspecto, les recordaría a los amigos periodistas tener muy en cuenta que en estos menesteres aplica habitualmente la política del tero, que, “canta en un lado y pone los huevos en otro” y, sobre todo, que “el sur también existe”.

Ahora bien, se podrá mantener viva la llama de la duda respecto a ocupar o no un cargo, pero no un trabajo inclaudicable en defensa irrestricta de los intereses de la empresa nacional, el trabajo y la sostenibilidad de los recursos naturales del Estado que, comenzó profesionalmente hace algo menos de cincuenta años y que, en materia política, se inició en 1976 criticando la presencia de buques extranjeros en el mar argentino, en una época donde la mayoría guardaba silencio. Hacia 1983, nos referíamos a “la desmalvinización” y en 1986 nos opusimos a los Acuerdos Marco con la Unión Soviética y Bulgaria (una relación residual heredada del Proceso), a los que calificamos como “la derrota final de Malvinas” y, junto al recordado Cuqui de la Garma, para profundizar el accionar político, fundamos la Revista “Pesca Argentina y mundial”, financiada por Paco Ventura, donde describimos la ocupación del Atlántico Sur y la destrucción del sector pesquero nacional, desde Martinez de Hoz a Juan Vital Sourrouille y, hacia 1987/8 cuando el gobierno radical negociaba los “Acuerdos de Madrid” (que se concretarían en el gobierno menemista), titulábamos con dureza “Caputo, el peón de la Reina”, a quién, siendo Canciller y, Presidente de la ONU, desde el Centro de Estudios para la Pesca (CESPE) invité a debatir sobre la política en el Atlántico Sur (Clarín,  21 de abril de 1989). Nunca imaginamos que lo peor estaba por llegar.

En 1991 renuncié a la Secretaría de Estado del gobierno de Menem con motivo de una serie de “desatinos” (¿?) del Canciller Cavallo que se iniciaron con la firma de los Acuerdos de Madrid en 1989; la conservación conjunta de los recursos pesqueros al este de Malvinas en 1990, que posibilitaron a los británicos el otorgamiento de licencias pesqueras a buques asiáticos, españoles, polacos, etc., y la consolidación económica de los isleños que concluyeron con la determinación de las Líneas de Base de Argentina en 1991, la derogación de la Ley 17.094 que redujo el mar territorial argentino de 200 a 12 millas que allanó el camino del Reino Unido a la posterior instalación de una Z.E.E. de 200 millas alrededor de Malvinas. Ya fuera del gobierno, en 1994 critiqué el Acuerdo con la Unión Europea, lo que calificamos “como el festival de los permisos” y la sobre-explotación de los recursos.

Observamos en 1995 que la CONVEMAR desconocía para los Estados ribereños los recursos migratorios, que dan sustento a los ingleses en Malvinas y depredan cientos de buques extranjeros (Estados de Bandera) llevándose más de un millón de toneladas anuales de nuestros recursos pesqueros e impidiéndonos duplicar nuestras exportaciones y triplicar el empleo nacional.

En 1993 elaboré la ley de pesca de la Provincia de Buenos Aires, aún hoy vigente, de la que se tomó gran parte del artículo 1º de la Ley 24.922 que promueve el valor agregado, el empleo y el trabajo industrial, aunque en las discusiones que se generaron al momento de la sanción de esta última, con el Senador Hipólito Solari Yrigoyen, Castillo y otros promotores, observé la desnacionalización de la actividad que provocaría su redacción y el tiempo me daría la razón, ya que mientras en 1970 todas las empresas pesqueras eran nacionales, en 2019, siete de las diez principales empresas exportadoras son extranjeras y, no porque ello, en sí mismo, sea malo, sino porque se deshumanizó el trabajo, desculturizó la actividad y se va en camino a que capitales inversores extranjeros se queden con la renta hasta que el caladero se agote.

En el 2005 hice notar que millones de argentinos con doble nacionalidad desconocieron que con el apoyo de países amigos se firmó el Tratado de Lisboa y los ciudadanos de la Unión Europea votaron la consulta sobre la aprobación del texto constitucional de Europa que incluyó dentro de ésta a Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y la Antártida, como territorios británicos de ultramar.

En 2008 aplaudimos la sanción de la Ley 26.386 que impide a las empresas pesqueras que operan en Malvinas obtengan habilitaciones para pescar en el Atlántico Sur, del mismo modo que la Ley 26.659 respecto a las petroleras y en el 2010 al Decreto 256/10 que obligó a la solicitud de permiso de tránsito hacia Malvinas, del mismo modo que repudiamos el inicio de las actividades petroleras en Malvinas.

Nos opusimos en 2011 a la llamada reserva ecológica británica que enajenó 1 millón de km2 de nuestro territorio marítimo y estamos en contra de toda área marítima protegida en el mar austral que no resulte de las recomendaciones e investigaciones del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero argentino, porque atrás de valiosos fundamentos ecológicos, se esconde el blindaje de los recursos que explotan los británicos y se limita la presencia de los buques nacionales en el mar argentino.

Resaltamos, desde siempre, que la Argentina tiene ocupados 1,6 millones de kilómetros cuadrados de territorio nacional y no solo los 14.410 kilómetros cuadrados del archipiélago de Malvinas, circunstancia que pasa desapercibida para gran parte de los argentinos.

Calificamos en el 2016 de Política de Estado a la ratificación por unanimidad de la ONU del informe de la Comisión de Límite Exterior de la Plataforma Continental Argentina (COPLA) que la Cancillería inicio su presentación en abril de 2009. Rechazamos enérgicamente ese mismo año en el Senado de la Nación el denominado Pacto Foradori-Duncan, que no es otra cosa que la ratificación del Acuerdo de Madrid destinado a “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las islas Malvinas” y mantiene viva la “fórmula del paraguas” que congeló los avances soberanos de Argentina sobre la recuperación de Malvinas y su territorio marítimo austral. Las investigaciones conjuntas que derivan del mismo y los vuelos a San Pablo, que como ya lo dijimos en su oportunidad y reiteramos, facilitarán el comercio de Malvinas y la sobrevivencia de las islas frente al Brexit y, con ello, la profundización de la pérdida soberana y de los recursos pesqueros nacionales.

Rechazamos en 2018 los acuerdos pesqueros con China y Rusia firmados durante la Cumbre del G20 realizada en la ciudad de Buenos Aires; acuerdos, que junto al otorgamiento de licencias ilegales pesqueras en Malvinas y las extracciones en la ZEE y la utilización logística de puertos de Montevideo dejan de manifiesto una política de extranjerización total del Atlántico Sur. Ya en estos días nos oponemos al otorgamiento a empresas británicas de la explotación offshore de petróleo en el área entre Malvinas y el continente argentino, debilitando la posición argentina en la zona austral del mar argentino.

Después de 37 años de políticas relativas a Malvinas y Pesca, a mi juicio desacertadas, también hemos convivido con un manejo discrecional e insustentable de la pesca. Y a propósito de ello, los tres periodistas que me entrevistaran, me preguntaron cuáles son las medidas que yo tomaría en una hipotética gestión gubernamental, a lo que respondí que en las cuestiones internacionales debería ocuparme con la Cancillería de las que afectan al sector pesquero (caso los buques gallegos asociados a empresas británicas en Malvinas, etc.) y de las internas que deben estar destinadas a generar más recursos económicos para el país, agregar valor a las materias primas y aumentar el empleo registrado y total.

Pero para ello, hay que empezar ordenar y sanear la actividad para dar previsibilidad a los empresarios, los trabajadores e inversionistas y, la pregunta surgió de los periodistas casi espontánea: ¿qué haría con los permisos, cuotas y transferencias que varios denunciamos como ilegales? A lo que respondí y reitero definitivamente en este escrito (pero lo he hecho en varios anteriores): todos los permisos, cuotas, autorizaciones y transferencias de captura serían revisados en mi hipotética gestión, desde la sanción de la Ley 24.922 hasta la fecha e, incluso, claro está, para ser más preciso, también —y muy especialmente— revisado el cálculo que motivó el otorgamiento de porcentuales relacionados a la Captura Máxima Permisible; el llamado informe de la UBA y los porcentuales máximos de concentración por grupo empresario y, muy especialmente, aquellas operaciones que dieron lugar a transferencias de permisos a buques españoles y del que debieron derivar en desguace y baja los permisos de los buques obsoletos argentinos y, claro está, incluirá también los que derivan de esta última gestión.

Aunque, todo ello, podría transformarse en un mero ejercicio intelectual, porque como he dicho, no he tenido ofrecimiento alguno y, si lo tuviese y aceptase, será porque todo esto se puede ejecutar.

No tengo otras aspiraciones que no sean llevar adelante mis fuertes convicciones. Son casi inexistentes mis probabilidades de convertirme en el próximo Subsecretario. Sugiero en este aspecto mirar al sur. Finalmente, ya he cumplido, con mis sucesivos artículos en materia de “Atlántico Sur, Malvinas y Pesca” con la obligación inexcusable de elevar la vara y visibilizar este tema entre los argentinos y, quién asuma la función, a partir del 10 de diciembre, tendrá que explicar el “qué” y el “cómo” va a llevar adelante una política nacional que devuelva a la Nación y, a esta noble actividad, al lugar del que nunca debió apartarse, para caminar el sendero de bienestar de todos los argentinos.

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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