FRAGILIDAD DE SEDE GUBERNAMENTAL IMPONE SU TRASLADO

Agustín Saavedra Weise*

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Las capitales (o sedes de gobierno) se eligen por ser lo mejor para un Estado y su futuro. Aquí no caben sentimentalismos. Los caballeros hispanos trasladaron su capital primero de Toledo a Burgos y luego a Madrid por su lucha contra los invasores sarracenos en la península ibérica. La “movida” permitió unificar al reino progresivamente reconquistado. Kemal Ataturk trasladó la sede de Estambul ante las realidades de un ex imperio otomano disminuido. Desde Ankara pudo gravitar mejor sobre su pueblo y vigilar al vital estrecho del Bósforo. Cuando Bolivia trasladó su sede de Sucre a La Paz (fines del siglo XIX) lo hizo al ritmo del cambio de la economía de la plata a la del estaño, en momentos en que La Paz era el centro de gravedad nacional y eje de las comunicaciones hacia puertos exportadores del mineral en el Pacífico. En función de las realidades de ese momento, el cambio fue justificado. El Brasil —con la creación de Brasilia— salió de la costa y empujó hacia su inmenso espacio interior. Hay otros ejemplos.

Dos son los requisitos básicos para ubicar una capital: a) la sede debe ser prácticamente inexpugnable, convirtiéndose en el último bastión nacional; b) debe reflejar al centro de gravedad del país. La ubicación actual de nuestra sede contradice ambas normas. Bolivia marcha hoy hacia el centro, el este y el sudeste; de igual manera marcha su economía. El eje de gravitación del país ha rotado, La Paz ya no es su centro y además es una ciudad muy vulnerable.

Un gobierno tiene que gobernar desde un lugar en donde su gestión no pueda ser interrumpida continuamente. La Paz, por su configuración topográfica, puede ser sitiada o bloqueada con facilidad. Solamente por eso el traslado de la sede debería ser inminente. Y ello de paso beneficiará al ubérrimo departamento paceño, que una vez desligado del centralismo podrá desarrollarse espectacularmente. Recuérdese: una capital que se queda a la zaga sin seguir la evolución nacional frena el desenvolvimiento del Estado y el propio.

En Bolivia se han realizado varias consideraciones acerca del traslado de la sede de gobierno, pero siempre primaron más emoción y regionalismo que razones concretas. Lo brevemente apuntado aquí nos provee algunos elementos de juicio objetivos, sólidos y razonables. Para tener futuro, Bolivia necesita otra sede. El importante ciclo histórico de La Paz ha concluido. Su “bloqueabilidad” hace que la urbe sea ahora un obstáculo para la expansión del país hacia sus nuevos horizontes y perjudica al propio desenvolvimiento paceño, de suyo con enormes posibilidades. El inmediato traslado de la sede a Cochabamba (o a un punto intermedio entre esa ciudad y el Dpto. de Santa Cruz) cambiaría positivamente las cosas. La capital quedaría ubicada en el centro geométrico del país. Desde allí, en el marco de una sana autonomía y eficiente descentralización, se ejercerá mejor la autoridad nacional y podrán concretarse las grandes posibilidades geoeconómicas de Bolivia. De seguir como estamos no avanzaremos. Además, como se ha visto desde hace tiempo, El Alto seguirá teniendo excesiva influencia en la gestión de gobierno (y hasta en su estabilidad) por la sencilla razón de poder sitiar la sede cuando le venga en gana. Al trasladarse la capital se anulará esa posibilidad alteña de crear problemas en la sede de gobierno. El Alto será solo una ciudad boliviana más, con muchos temas a resolver y con legítimos deseos de progreso.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/169479_fragilidad-de-sede-gubernamental-impone-su-traslado

COMODORO GUERRERO, CEREBRO DEL DESARROLLO DEL MISIL CÓNDOR

Nicolás Kasanzew*

Hubo un hombre que sabía como doblegar a los ingleses en Malvinas. Después de la guerra, creó un arma poderosa para ello, pero en vez de ser reconocido, lo castigaron pasándolo a retiro, desarmaron sus equipos científicos, y su muerte, el 8 de agosto del 2019, pasó casi desapercibida.

El comodoro Miguel Vicente Guerrero fue el cerebro del desarrollo del Misil Cóndor, como así también un precursor de las telecomunicaciones satelitales en nuestro país, presidente de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales y decano de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del Salvador.

Este nacionalista y hombre de ciencia tenía como objetivo crear un arma que sea una amenaza para las tropas de ocupación británicas en las Malvinas, reduciendo de esta manera la enorme diferencia militar entre la potencia de la OTAN y la Argentina. Con eso quería obligar a Gran Bretaña a entablar negociaciones, por el enorme costo económico que le significaría tener que montar en las islas defensas antimisilísticas de gran alcance.

El proyecto se completó con todo éxito, bajo el mayor de los secretos, pero fue desmantelado durante el gobierno de Menem, a instancias de sus ministros Di Tella y Cavallo. Ellos únicamente anhelaban quedar bien con el gobierno británico, y sin siquiera pedir nada a cambio.
Miguel Vicente Guerrero, “el Padre del Cóndor II” fue un hombre noble, de una mente extraordinaria, que juró dar la vida por la Patria e hizo muchísimo por ella.

Un país que le da la espalda a sus defensores, de la talla de Guerrero, está firmando el certificado de su propia defunción.

* Periodista. Corresponsal de guerra argentino durante el Conflicto del Atlántico Sur.

Tomado del Facebook del periodista Nicolás Nicolás Kasanzew https://es-la.facebook.com/nicolas.kasanzew1/

LOS MAPAS, SIEMPRE LOS MAPAS

Agustín Saavedra Weise*

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En la búsqueda de un destino nacional, los gobernantes de cada estado tienen que tomar en cuenta las propiedades físicas propias y las del resto del mundo. El escenario es siempre dinámico; los cambios tecnológicos y científicos cooperan o perjudican, alterando las condiciones naturales del espacio bajo estudio. Y en ese contexto espacial aparecen los mapas, ya desde la más remota antigüedad.

Los mapas son una forma de representación de la escena internacional. Hoy hay mapas para todos los gustos y adecuados a múltiples disciplinas. Ninguno de ellos puede ser réplica exacta, pese a las mejoras introducidas por la fotometría satelital. A mayor área, mayor será la distorsión. Según el pensador francés Jules Cambon: “La posición geográfica de una nación es el principal factor condicionante de su política exterior, la principal razón por la cual debe tener una política exterior”. Mayor razón para estudiar bien el mapa propio.

El problema esencial de la cartografía radica en representar en dos dimensiones lo que es físicamente tridimensional. Mientras más grande sea la imagen a representar mayor será la distorsión. El inconveniente básico de los cartógrafos ha sido siempre el control de dicha distorsión, de tal manera que una de las cuatro propiedades —distancia, dirección, forma y área— se muestre correctamente a expensas de las otras, o bien ajustándolas todas mediante un equilibrio no matemáticamente exacto entre ellas. Cada proyección y cada tipo de mapa tienen usos específicos, ventajas y desventajas. El uso indiscriminado de ‘cualquier mapa’ ha sido fuente común de errores y falsos conceptos. Los mapas son útiles pero traicioneros. Usados con cautela, pueden iluminar casi cualquier problema de política interna o internacional. Sin mapas, el estadista estaría tan indefenso como un navegante sin brújula. Empero, el mapa debe ajustarse a su cometido y quien lo use, tiene que estar consciente de su limitación.

¿Cuál es el mejor mapa? No hay tal cosa. El mejor mapa es el más adecuado para un propósito definido. Dentro de la multiplicidad de opciones que nos brinda la cartografía moderna, es importante evitar el uso continuo de un solo mapa; la mente tiende a ser esclava de las formas. Líderes y estrategas de ‘x’ país pueden comenzar a pensar (erróneamente) que ciertas ubicaciones geográficas son ‘buenas’ o ‘malas’, condicionados por lo que al fin y al cabo es una simple aproximación a lo que ellos creen ‘ver’ como real y tangible.

Es conveniente de vez en cuando voltear los mapas. He aquí una práctica recomendable, al margen de la convicción (errónea) de que el norte debe estar siempre arriba. El globo terráqueo no tiene techo ni piso, se lo puede observar de cualquier manera. Los usuarios de mapas deben guardarse además de la ‘cartohipnosis’ y tener siempre en mente las restricciones que el mapa en cuestión pudiera tener.

Desde hace décadas he venido pidiendo (sin ningún eco) que el Instituto Geográfico Militar elabore un mapa de Sudamérica centrado en Bolivia, mediante el cual se pueda apreciar el papel estratégico que nuestro país debe jugar en el continente como núcleo vital y área de soldadura, verdadera bisagra entre hoyas hidrográficas, cordilleras y mares. El primer pedido por escrito fue en 1979, este pedido público de ahora —marzo de 2020— tal vez tenga algún eco, tal vez no…

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/168757_los-mapas-siempre-los-mapas