GUAYANA ESEQUIBA: LA SENTENCIA (EN ESTRICTO DERECHO) FAVORECERÁ A VENEZUELA

Abraham Gómez R.*

Aunque luzca un poco temeraria la siguiente aseveración —por cierto, repetida con insistencia en bastantes escenarios— pareciera que condensa mucha verdad: “en el concierto de las relaciones internacionales, los países no tienen amigos sino intereses”; revelado y manifestado en el presente caso litigioso, del cual me he venido ocupando —particularmente— desde hace casi cinco décadas.

La Zona en Reclamación siempre ha sido considerada de un extraordinario potencial energético, tanto por las reservas probables y probadas de los recursos petroleros, la calidad de los mismos; los incuantificables caudales de agua; las factibilidades para desarrollar sendos planes sustentables de generación de energía eléctrica, programas agroindustriales, minero, maderero, piscícolas etc. Por otra parte, a la extraordinaria ubicación geoestratégica, añádase su proyección atlántica e interconexión con los países de Suramérica y con el resto del mundo.

Hay un enjambre de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-Mobil; la cual fija los procedimientos en el área para  la Shell holandesa; diseña los planes para la CGX estadounidense; establece las cuotas de explotación a la Anadarko canadiense y a la CNOON china; en fin, se conoce que sobrepasan de 52 compañías que allí se instalaron, procedentes de muchos países que se dicen amigos de Venezuela; incluso algunas naciones que hemos estado apoyando a través de Petrocaribe.

Guyana está esperando la decisión de la Corte Internacional de Justicia para definir si solicitan su incorporación a la OPEP o quedarse como agente independiente. La incertidumbre jurídica también arropa a las empresas que esquilman nuestros recursos. Ellos que se atengan a las consecuencias.

Que quede claro que Guyana no es un país petrolero. Esos recursos no le pertenecen.

En todo caso, declaramos y denunciamos —una y mil veces más— que esos incalculables recursos nunca han sido ni británicos ni guyaneses. Ya nos ocuparemos de eso; por lo pronto, tenemos una reclamación centenaria que ahora se dirime en la Sala Juzgadora de la ONU; juicio para el cual estamos plenamente preparados con nuestros justos títulos traslaticios. Los dos más importantes son:  la Real Cédula de Carlos III, al crear la Capitanía General de Venezuela, el 08 de septiembre de 1777 y el Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela, del 30 de marzo de 1845, donde nos reconocen las Independencia y la extensión territorial que teníamos para 1810.

Así, además, poseemos suficientes elementos probatorios para exponer y alegar que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra jurídica, cartográfica e históricamente.

Ha habido una ocupación abusiva de las transnacionales, a partir de concesiones fraudulentas e ilegales que recibieron de los gobiernos guyaneses. Entregas impregnadas de añagaza económica.

Son muchísimas empresas, cuyos representantes   saben, por exploraciones científicas, lo que allí está en juego.

Este territorio nos lo arrebataron. Fuimos vilmente despojados con el denominado Laudo Arbitral de París de 1899, que desde entonces calificamos tal documento de írrito y nulo, y por lo tanto inexistente jurídicamente.

Esta contención —la más prolongada en América y el asunto más importante de Política Exterior de nuestro país— nos necesita unidos, con criterios sólidos.

Ha aflorado muy buena expectativa y conciencia en toda Venezuela

Para este jueves 17 de noviembre, nos corresponde comparecer por ante La Corte a nuestra primera Audiencia Pública, para ratificar la petición de inadmisibilidad de la demanda que nos hizo la contraparte guyanesa, el 29 de marzo del 2018.

La Corte escuchará la narrativa de los hechos y la fundamentación en derecho que hará nuestra elogiada delegación de Agente, Coagentes y cuerpo de asesores; todo lo anterior en base a la Excepción Preliminar que introdujimos, como cuestión incidental, a lo cual tenemos legítima opción como parte demandada. Solicitaremos en el mismo acto procesal que la Sala Sentenciadora se pronuncie previamente, desestimando la acción interpuesta por Guyana contra nosotros; antes de ir a conocer el fondo del asunto controvertido, según sea la decisión.

La Corte ha resuelto en una serie de sentencias, que han creado jurisprudencias, que un título jurídico preexistente prevalece sobre una ocupación de un territorio en controversia, por parte de otro Estado.

No hay la más mínima posibilidad de que Guyana pueda salir airosa en este pleito. No tiene cómo, procesalmente; ni con qué, jurídica, histórica o cartográficamente.

Porque, en el supuesto absurdo de que la Corte le confiera —en los próximos meses— carácter estimatorio a la demanda; entonces damos por trabada la litis e iríamos a la fase probatoria, quizás en marzo del venidero año; precisamente, etapa para la cual estamos apertrechados con nuestro irrebatible acervo, los justos títulos arriba mencionados y otros elementos de probanza que no admite prueba en contrario.

Sin embargo, responsablemente advierto que la comparecencia o no de nuestra delegación —a partir de lo que decida la Corte de la señalada cuestión incidental— es una determinación del Jefe de Estado, quien rige la Política Exterior de Venezuela, según lo contempla el artículo 236 de nuestra Constitución Nacional.

En esta interesantísima controversia, no hay vuelta atrás. Tanto es así que las empresas transnacionales que están operando —mediante las ilegales concesiones otorgadas por Guyana— se encuentran en un serio proceso de análisis de la situación a futuro; calculando escenarios y probabilidades.

También debo explicar que la Corte podría llegar a sentenciar en nuestra ausencia, conforme al artículo 53 de su Estatuto; en caso de que avance el Proceso a sus etapas sucesivas, luego del mencionado pronunciamiento previo a la Excepción Preliminar, incoada por nosotros.

He hecho esta severa advertencia en todas mis conferencias —presenciales y on-line—, en los siguientes términos: sería desastroso si nos peleamos internamente; si cada quien cree que le puede sacar provecho para su parcela política-partidista; o si cometemos el grave error de ausentamos de la Corte; porque, de todas maneras, el juicio continuaría su curso; siempre y cuando se admita la demanda.

Insisto en señalar que debemos reforzar la estructuración, sin recelos ni mezquindades, de un bloque de defensa compacto, para contrarrestar las acechanzas de la parte que nos adversa en este pleito; quienes se han desatado por todos los medios a indisponer a Venezuela, en cualquier evento internacional.

La contención por la Guayana Esequiba rebasa los egos individualistas mal curados, los particularismos confesionales, raciales o de cualquier otra índole.

Por lo que pueda venir —en todo caso— debemos mantenernos unánimemente comprometidos con nuestra venezolanidad y en pro de la Guayana Esequiba y de los Esequibanos.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial. Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba.

HAMBRUNA

Iris Speroni*

Tilingas o chantas que no pueden explicar en qué gastan el dinero ni los resultados de su gestión.

 

¿Qué es el hambre?

¿Qué es una hambruna?

Según la Real Academia Española:

hambre

Del lat. vulg. *famen, -ĭnis, y este del lat. fames.

      1. f. Gana y necesidad de comer.
      2. f. Escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada.
      3. f. Apetito o deseo ardiente de algo.

hambruna

      1. f. hambre (‖ escasez generalizada de alimentos).

Los argentinos nos vemos bombardeados en los medios por dos corrientes de propaganda respecto al hambre.

    • ONU. Agenda 2030. Davos. Build Back Better. Gran Reseteo. Etc.
    • Local. “El hambre tan temida”. “La mesa del hambre”. Los “merenderos”. Desarrollo Social. Planes sociales. Etc.

La primera, neomaltusiana, está plagada de contradicciones. Por un lado sostiene que hay hambre en el mundo y por otro intenta reglamentar/prohibir/limitar la producción de alimentos. Nosotros, que somos inteligentes, sabemos que es un intento de cartelizar la producción y comercialización de productos agropecuarios (para todos los usos, alimentarios y otros) en concordancia con proseguir el viejo sueño de las élites occidentales de limitar la población como herramienta de control político. La mayoría de la humanidad vive fuera de la órbita occidental y no le presta atención a estos divagues.

Tony Milne, matemático escocés y autor de “Famine: Ireland, India and China, and the British Empire”, [Hambruna: Irlanda, India y China, y el Imperio Británico] ha estudiado la relación entre impuestos y hambrunas. Sostiene que éstas son provocadas por el sistema político y no por situaciones naturales. El Imperio Británico, desde su unificación en 1703, desarrolló un eficiente sistema impositivo y de aduanas (heredado de los normandos) que le permitió: a. financiar una flota poderosa; b. con el tiempo controlar un cuarto de la humanidad; c. una consecuencia del sistema fueron hambrunas periódicas y recurrentes en los territorios dominados.

El ciclo que describe es: los impuestos se llevan los excedentes de la población, lo que le impide tener acopios para los malos tiempos. Las hambrunas citadas (Irlanda, India, China) no fueron por escasez de comida, sino por escasez de dinero por parte de los sectores más pobres de la población para comprarla.

Entre 1945 y 1849 hubo una Gran Hambruna irlandesa (en inglés Great Famine o Great Hunger y en irlandés An Gorta Mór o An Drochshaol). Millones de irlandeses perecieron y otros tantos emigraron. El ciclo es el siguiente: la malnutrición o subnutrición sostenida, primero consume las reservas del cuerpo y luego deteriora el sistema inmunológico de la persona, hasta que esta contrae una enfermedad que el cuerpo no puede combatir y fallece; otros simplemente murieron de inanición. Debo recalcar que durante esos años el país exportó enormes cantidades de comida, en particular carne vacuna y porcina y barriles de manteca, a Inglaterra. Esto último consta en los registros aduaneros, públicos y disponibles. El sistema político impedía que la población nativa accediera a esa producción. Irlanda todavía no recuperó la población que perdió hace 170 años atrás.

Sostiene Tony Milne, libro citado, prefacio (la traducción es mía). Debo aclarar que el autor denomina “cobradores de impuestos” (tax-collectors) a todos los funcionarios del gobierno, ya que a su entender, la única función de éste es recaudar impuestos:

[Funcionarios públicos] primero defendieron sus acciones, luego justificaron su inacción, más tarde intentaron esconder o minimizar los problemas más obvios, y finalmente culparon a los nativos. El gerenciamiento de la hambruna se convirtió en un proceso político que continúa hasta hoy en el SXXI”.

Prosigue en el capítulo I:

Jared Diamond lista tres estrategias adoptadas por las sociedades tradicionales para evitar las hambrunas: guardar comida, diversificar la dieta, y dispersar o concentrar población. Los recaudadores de impuestos impiden, mediante políticas públicas, que esas estrategias puedan llevarse a cabo o que sean exitosas”.

El Sr. Milne sostiene que todas las leyes supuestamente ambientalistas que quieren imponer en el mundo hoy tienen por objetivo el control de la producción de alimentos y dejar afuera de las decisiones alimentarias a los comunes.

Juan José Borrell, es su magnífico libro “Geopolítica y Alimentos”, Ed. Biblos, describe cómo es el control de los alimentos por parte de las potencias y las grandes empresas y desenmascara el rol de la FAO y otras organizaciones dependientes de la ONU, como UNICEF. Donde el supuesto altruismo para con las poblaciones desfavorecidas, en realidad encubre deshacerse de excedentes —que son vendidos a la ONU a precios de primera—. Una de las múltiples consecuencias negativas de la intervención de la FAO es condenar a los agricultores locales a la quiebra por competencia desleal de las importaciones a precio cero.

Los argentinos debemos:

– Desarrollar una argumentación para hacer frente a la Agenda 2030, al ambientalismo, a los que quieren sacrificar vacunos o hacernos comer grillos.

– Formular estrategias para defender nuestros intereses de quienes desean manipular —aún más— los mercados de los alimentos.

– Construir una posición propia que resguarde los intereses del país y de sus agricultores y ganaderos.

Hoy, el gobierno patea en contra (como lo demuestra la desaparición de 100.000 productores en los últimos 15 años), y las cámaras patronales no muestran estrategia, programas o ideas.

La oposición se alinea con el gobierno, impostando diferencias mínimas.

Mi solución fáctica es sencilla: bajar los impuestos a los productores (DEX y tipo de cambio).

La lucha ideológica es toda otra historia y más compleja: habrá que darla en los escenarios internacionales con inteligencia, profesionalismo y picardía, y en el frente interno con determinación e impiedad: los interventores, los caballos de Troya, los traidores y los caídos del catre son más de lo que parece. 

La Mesa del Hambre

En diciembre 2019, el presidente Fernández, a días de asumir, armó una gran campaña publicitaria sobre el hambre en la Argentina. Se reunió con figurones y presionó a los legisladores para que sacaran un impuesto más —porque, ya saben, el hambre es atroz—. Salió en tiempo récord y los políticos se fueron de vacaciones en enero 2020. Fue todo un montaje para que la oposición tuviera una excusa para sumarse al voto del tributo.

Sobre el hambre nadie dio una cifra o un dato. La oposición no lo pidió.

¿Existe hambre en la Argentina? Sí, claro, lo dicen las estadísticas que produce la UCA, juez y parte en este entuerto.

¿Existe gente con hambre en Argentina? Si las personas que veo revolver comida todos los santos días y comer de los tachos es prueba de ello, sí, hay hambre o al menos algunos compatriotas la pasan muy mal.

Sin embargo, resulta extraño que en un país con el mayor consumo de carnes de todo el mundo detrás de EEUU, con consumo anual promedio de 240 huevos por habitante (también excepcional) y de 96 kg per cápita por año de trigo (también alto), la población pase hambre.

Cada vez suena más razonable la afirmación de la ex presidente, en Roma, en el Congreso de la FAO, que la pobreza no llega al 6% del total.

Ahora bien, ¿qué es pobreza? Si el sueldo promedio es de US$ 250, si millones de jubilados ganan menos de US$ 100 mensuales y claramente tienen dificultades para una comida diaria, si la población se ve mal vestida, mal entrazada, mal abrigada, entonces algo anda muy mal.

Una de las cosas que no funcionan son los ministerios de Desarrollo Social. Porque ni desarrollan ni son sociales. En manos de tilingas como Stanley o de chantas como Arroyo, no pueden explicar en qué gastan el dinero ni los resultados de gestión. Larroque trajinó La Cárcova con el padre Pepe. ¿Aprendió algo? Los niños a la ribera del Reconquista andaban descalzos, con frío y lluvia. ¿Larroque les compró zapatillas, al menos?

Nuestros funcionarios en el área no tienen formación, ni ideas para cambiar la realidad, ni calle. Se trata solamente de un negocio para administrar fondos públicos. A su vez los “referentes sociales” son los primeros interesados en que la pobreza real o aparente nunca se esfume. Sin “hambre”, no hay planes, no hay negocio.

La primera medida para tratar de poner un poco de orden en esta infamia que humilla a millones de compatriotas y desangra a impuestos al resto es comenzar a manejar cifras, datos, estadísticas.

Porque algo no cierra. Algo huele muy mal y no en Dinamarca.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

REFLEXIONES ESTRATÉGICAS INSPIRADAS POR EL CORONAVIRUS

Juan Carlos Neves*

Cuando comenzó el conflicto en Malvinas, tanto los países europeos integrantes de la OTAN como los Estados Unidos impusieron un embargo a Argentina que impidió la obtención de suministros esenciales para sostener el esfuerzo bélico.

Ello motivó que no dispusiéramos de otros medios que aquellos con que contábamos al comienzo de la guerra o los que pudieran ser provistos por las empresas nacionales de nuestra industria para la defensa.

Un caso paradigmático fue la disponibilidad de misiles Exocet Aire-Mar. La Armada Argentina solo disponía de cinco misiles de estas características y los utilizó con gran eficacia hundiendo al buque logístico “Atlantic Conveyor”, al Destructor “HMS Sheffield”, orgullo de la marina británica, y presumiblemente averiando el Portaaviones “HMS Invincible”. Pero a pesar de todos los esfuerzos realizados por el gobierno argentino fue imposible adquirir nuevas unidades una vez iniciado el conflicto ya que los misiles eran de origen francés y este país no solo se negó a proveerlos, sino que cesó oficialmente el apoyo para poner a punto las unidades ya vendidas y además brindó información a los británicos para facilitar la interceptación de estas armas.

Esta experiencia nos dejó como enseñanza la necesidad de asegurar la disponibilidad de insumos bélicos de producción nacional ya que, en caso de conflicto, que es justamente cuando más se los necesita, la mayor parte de los países se niegan a aportar armas al beligerante. Sin embargo, a pesar de estas evidencias, durante la Presidencia de Carlos Saúl Menem y el mandato de su Ministro Domingo Cavallo todo el complejo de producción para la defensa fue desarticulado siendo los casos más notables la fábrica que producía misiles Cóndor y el astillero de submarinos Domeq García. Si bien se adujeron razones presupuestarias, fue notoria la imposición de Estados Unidos a instancias del Reino Unido para quienes resultaba inaceptable la independencia armamentística de un país como la Argentina, que había demostrado tener la voluntad para desarrollar políticas independientes y la disposición para defender sus intereses nacionales utilizando la fuerza de ser necesario.

La pandemia del coronavirus vuelve a enfrentarnos con otro caso en que se siente profundamente la carencia de producción nacional de insumos vitales para situaciones de crisis, en este caso de origen sanitario.

Tanto el Presidente Alberto Fernández como su Ministro de Salud han reconocido públicamente que no se hacen las pruebas en la cantidad necesaria porque no se disponen de suficientes unidades de los elementos para determinar infectados, dado que son importados y muy requeridos en este momento en todo el mundo. Obviamente, los países que los producen priorizan sus propias necesidades y eventualmente las de sus aliados más cercanos. Sin embargo, la industria farmacológica argentina y el nivel de nuestros investigadores en la materia, permitiría desarrollar estos productos (como están intentando ahora de apuro) si lo tuviéramos entre nuestras prioridades. Lo mismo puede aplicarse al desarrollo de vacunas y a cuestiones más sencillas como respiradores, los que son producidos en el país por una única empresa y en cantidades limitadas.

Como me dijera en una oportunidad el prestigioso científico Conrado Varotto, presidente de la Comisión Nacional Aeroespacial: los únicos productos que no podemos producir son los que nos venden. Sucede que pocos países están dispuestos a invertir el tiempo y el dinero necesario para un desarrollo autónomo de algo que puede conseguirse en el mercado y Argentina no es la excepción.

La lógica económica de producir allí donde resulta más barato, generalmente por el menor costo de mano de obra derivado de las precarias condiciones laborales, ha llevado a que China tenga el monopolio de numerosos productos entre ellos los insumos medicinales. Sin embargo, debemos considerar que la lógica económica no es la única fuente de motivación para determinar los modos de acción para la producción, ya que existe una lógica estratégica que debe ser considerada so pena de sufrir graves consecuencias.

Esta no es solo una conclusión personal. Numerosos analistas de diversos países reconocen el error de tener una enorme dependencia de China en el área de insumos medicinales y ahora están sufriendo las consecuencias. Es absolutamente necesario que tomemos nota de esta segunda lección y actuemos en consecuencia.

¿Significa esto que tenemos que producir todo nacional, atados al eslogan de “vivir con lo nuestro”?

No, por cierto. No tiene sentido reinventar la rueda o lograr una patente de un motor de combustión convencional o cuestiones similares. De lo que se trata es de identificar las áreas de importancia estratégica y los elementos críticos para garantizar la supervivencia ante graves eventos infrecuentes, pero de ocurrencia posible y probable, y trabajar para contar con ellos en el mediano plazo.

Las circunstancias nos han hecho evidentes dos sectores que claramente entran en la categoría de estratégicos. El de la Defensa y el Farmacológico pues nuestra salud depende fuertemente de vacunas y otros productos importados que pueden tornarse escasos cuando más se los necesite.

Una tercera área que por suerte tenemos cubierta es el agua y la alimentación, ya que las características geográficas de nuestro país y el desarrollo tecnológico de la agroindustria aseguran la disponibilidad y la autosuficiencia.

Quedan sin embargo otros espacios a considerar en una lista que no es excluyente.

Uno de ellos es la Energía, de la que en distintos períodos de nuestra historia hemos pasado a ser importadores o exportadores y de la que no solo hay que considerar la producción sino la capacidad de distribución y la disponibilidad de refinerías y tecnología. Es necesario poner el énfasis en las fuentes alternativas de energía tales como la hidráulica, solar, eólica, mareomotriz, etc., que, a diferencia de las térmicas basadas en el consumo de sustancias fósiles, son renovables. En el caso particular de Argentina también debemos mantener la ventaja de disponer el conocimiento, el combustible (uranio) y la experiencia que nos permiten utilizar la energía nuclear.

Aunque menos obvio, debemos destacar la enorme dependencia que tenemos en el área de comunicaciones de elementos que no controlamos. Si una circunstancia inesperada como una tormenta de meteoritos, una inusual actividad solar o un acto de terrorismo a gran escala afectara los satélites de comunicaciones tenemos la seguridad de que los países que controlan estos artefactos asegurarían su propia necesidad y nos dejaría incomunicados. Es imperioso dar continuidad al programa ARSAT de satélites de comunicaciones de origen nacional y debemos disponer de alternativas aumentando las redes de fibra óptica que nos garanticen las comunicaciones internas en el ámbito nacional ante una catástrofe de esta naturaleza. Como dato cabe aportar que la red de fibra óptica nacional está alrededor de los 33.000 km contra más de un millón de su equivalente en España en un territorio mucho menor.

Finalmente, e insisto que sin agotar el análisis acerca de cuáles son las áreas que requieren desarrollos autónomos, debemos alertar que Argentina exporta más del ochenta por ciento de sus productos por vía marítima pero no dispone de una flota mercante de bandera. Todo el flete del comercio exterior es dependiente de terceros y es susceptible de ser bloqueado o embargado casi sin alternativas. Fortalecer la existencia y el funcionamiento de empresas navieras argentinas es también una necesidad estratégica.

Concluyendo, el coronavirus nos ha demostrado una vez más que no podemos vivir en un mundo complejo sin tener desarrolladas ciertas áreas estratégicas que irresponsablemente ignoramos corridos por la eterna coyuntura en que vive nuestro país. Por supuesto que una de las claves para llevar adelante una previsión estratégica racional es tener una economía sana y eliminar la enorme dependencia que genera la condición de deudor moroso.

La solución para esta falencia es mucho más integral, ya que requiere gobernantes y funcionarios idóneos, eliminar la corrupción, producir con eficiencia y no gastar más de lo que produce. Receta sencilla pero que ha probado ser muy difícil de cumplir en nuestra querida patria.

Quizás el sufrimiento y las carencias que se evidenciaron con la epidemia nos otorguen el incentivo para generar cambios inmediatos en lo económico y ponernos a pensar en lo estratégico, si queremos asegurar un futuro deseable.

 

* Contralmirante Retirado, Veterano de Guerra de Malvinas. Licenciado en Sistemas Navales. Master en Relaciones Internacionales. Master en Ciencias en Management. Presidente del Partido Nueva Unión Ciudadana. Coordinador Político de ENCENDER (Encuentro de Centro Derecha).