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LA APERTURA DEL MAR ARGENTINO A BUQUES EXTRANJEROS QUIEBRE DE LA EMPRESA NACIONAL, EVASIÓN Y PÉRDIDA DE EMPLEOS

César Augusto Lerena*

Ningún país desarrollado en el mundo abre su mar a la explotación de sus recursos pesqueros por parte de buques extranjeros. Independientemente del acceso a recursos excedentes que refiere la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), solo Cuba, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, la República Dominicana y los países africanos, que no tienen desarrollada su flota pesquera como la Argentina, admiten la captura extraña en la Zona Económica Exclusiva (ZEE); con el agregado de que los desembarcos de la captura puedan realizarse en cualquier puerto fuera del país y, con ello, se terminen el procesado de esas capturas en plantas industriales del país. A Estados Unidos, la Unión Europea, Japón o China no se le ocurriría semejante proyecto.

Muchos técnicos y diplomáticos del mundo dieron lugar a la CONVEMAR obteniendo el dominio y la jurisdicción de los Estados ribereños en la ZEE, precisamente, para administrar sus recursos económicos, pesqueros, generar industrias y empleo. Este proyecto tira por la borda este esfuerzo fenomenal de las empresas y trabajadores argentinos.

Por cierto, se tendrá menos certeza aún sobre qué, cómo y cuánto se captura sino desembarca en el país, con la consiguiente apropiación y evasión y no habrá más datos estadísticos que puedan asegurar la sostenibilidad de las especies. Este proyecto destruirá el esfuerzo de los investigadores para explotar sostenidamente los recursos pesqueros y también afectará la economía nacional.

El Capítulo XVIII Sección III de la Ley de “Bases y Puntos de partida para la Libertad de los Argentinos” respecto al Régimen Federal de Pesca (Ley 24.922) abre el mar argentino y lo hace formalmente con autorizaciones y cuotas a los buques extranjeros y, con ello, no solo no cumplirá con ninguna de las premisas del gobierno de bajar el costo del Estado sino que además producirá una imprevisibilidad inadmisible en el sector pesquero que tiene una estructura industrial, una flota disponible y una plantilla de operarios, astilleros, etc., que dependen del principal bien de la actividad: el pescado.

La actividad pesquera tiene mucho que corregir y yo soy partidario de ello; pero esta reforma no atiende ninguno de los cambios centrales que podrían potenciar la actividad. Es posible que al sector se le pueda exigir más; aunque, es bueno decir que lo ya hecho se hizo, pese a los pésimos funcionarios del área, los crecientes costos internos y a las erráticas políticas de los gobiernos de turno.

Las empresas pesqueras en la Argentina y el mundo no son empresas constructoras que licitan una obra y luego de efectuada la misma se va. En la pesca hay una super estructura cimentada desde hace años con inversiones periódicas donde se explota integralmente la actividad y a su riesgo: captura los recursos (con su complejidad biológica, marítima y de seguridad); los industrializa en forma directa (con su complejidad por tratarse de recursos altamente perecederos); los exporta sin intermediarios (donde el mercado internacional fija el precio) y realiza sus operaciones con trabajo intensivo (con la problemática laboral). No hay otra actividad productiva en la Argentina que sobrelleve semejante complejidad.

La reforma que se propone es errónea, insuficiente y abre gravemente el mar argentino a buques extranjeros y, para facilitarlo, termina con la exigencia de que los tripulantes sean argentinos, en un país que sufre de desocupación.

Dentro de las reformas de esta ley ómnibus observamos:

Respecto al artículo 242º que reforma el artículo 7º de la Ley Federal de Pesca agrega la obligatoriedad de licitar las cuotas de captura anual”; lo cual es un procedimiento que la ley actual podría aplicar sin reforma alguna, por cuanto, como puede observarse en el citado artículo 7º original-reformado, dentro de las funciones de la Autoridad de Aplicación está la de “regular la explotación”, aunque elimina cuestiones muy importantes ―se trate de licitación o no― respecto a que la adjudicación debe estar referida a la “captura anual por buques, por especies, por zonas de pesca y por tipo de flota”; lo cual pareciera estar demostrando el desconocimiento de que hay reglas técnicas, biológicas y operativas internacionales y nacionales que están destinadas a asegurar la sostenibilidad de las especies. Basta ver las reglas de la Unión Europea para ello.

Respecto al Artículo 243º que reforma el artículo 9º de la Ley Federal de Pesca elimina la facultad del Consejo Federal Pesquero de “Aprobar los permisos de pesca comercial y experimental”; lo cual es absolutamente contradictorio a la reforma que se propone, donde se mantiene en el artículo 7º que, dentro de las funciones (inc. d) de la Autoridad de Aplicación está la de “emitir los permisos de pesca, previa autorización del Consejo Federal Pesquero”. Obviamente toda la pesca en el mar territorial o la ZEE Argentina, sea comercial o experimental, debe ser aprobada. Salvo que la intención sea ―directamente― liberar el mar argentino. Entiendo que no; pero, los efectos son los mismos.

Respecto al Artículo 244º que deroga el artículo 25º de la Ley Federal de Pesca que deja sin efectola obligatoriedad de descargar la producción de los buques pesqueros en muelles argentinos”. El autor parece desconocer los procedimientos habituales de captura y descarga y que la mayoría de la pesca ilegal, según la FAO y todos los institutos internacionales y nacionales especializados, deriva del transbordo en alta mar o, de la utilización de otros puertos que no están dentro de la jurisdicción del Estado ribereño. Ello, por supuesto, generará una fenomenal evasión jamás vista en la Argentina ni siquiera en la etapa que se autorizó “el plan barrido”. Por supuesto ello contradice las consignas de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Ley 24.543); el Acuerdo de Nueva York (Ley 25.290) y el Plan Rector del Puerto que promueve las Naciones Unidas y podría llevar a una importante reducción de los desembarques en la Argentina y la consecuente disminución de las exportaciones nacionales. ¿A quién le van a cobrar las retenciones? Por ejemplo, ¿a qué empresa radicada en la Argentina que le vende su producción a Brasil se le ocurriría desembarcar en puertos argentinos en lugar de desembarcar directamente en Brasil y no pagar retención alguna o que para evitar el 15% de estas retenciones que acaba de anunciar el gobierno las empresas desembarquen en Uruguay para evitar estos costos y otros. Esta decisión parece apuntar a facilitar la pesca con buques extranjeros y nosotros nos adelantamos a decir que, como ocurrió con la pesca en la ZEE con buques rusos, españoles y otros, aprobados por el Congreso de la Nación, se produjo un descontrol total, la utilización de buques mellizos y la depredación más grave que sufrió el caladero argentino.

Esta decisión hace caer una de las herramientas centrales para la lucha contra la pesca ilegal, el narcotráfico y el trabajo esclavo.

Respecto al Artículo 245º que reforma el artículo 26º de la Ley Federal de Pesca entendemos que este cambio será letal para industria que opera radicada en el país y para la industria naval argentina, además de atentar contra el trabajo nacional, cuando indica: “la autoridad de aplicación solo podrá verificar los requisitos técnicos y de seguridad de los buques. Los permisos no podrán tener un tratamiento diferencial por el origen de los buques, su antigüedad o la mano de obra que empleen; ni por las características de las empresas titulares de los buques”.

Esta reforma establece, además, que “los permisos tendrán como mínimo una duración de veinte (20) años”, lo que parece ignorar que el recurso pesquero es renovable pero agotable; sujeto a procesos biológicos referidos a las especies, al medio marino y al esfuerzo pesquero que realizan los buques en la ZEE, pero también en alta mar (donde la Argentina no tiene jurisdicción), ya que se trata de explotaciones que actúan sobre recursos de un mismo ecosistema. No se pueden otorgar permisos como “mínimo” de 20 años, porque es desconocer los fenómenos biológicos de la naturaleza y la periódica actualización de condiciones que podrían establecerse tanto en las “licitaciones” como cualquier otro sistema contractual de concesión.

Esta reforma deja de manifiesto la vocación de ignorar el esfuerzo de las empresas nacionales o extranjeras radicadas en el territorio nacional que han consolidado esta actividad desde hace más de 50 años, donde en muchos casos se trata de sociedades familiares, de tercera generación, que comenzaron su actividad pesquera en pequeñas lanchas amarillas, vendiendo sus productos en el mercado central y hoy tienen importantes flotas pesqueras, plantas industriales y ocupan un importante número de trabajadores; además de exportar a los mercados más exigentes del mundo, pese a la situación macroeconómica nacional y la incapacidad reiterada de los gobiernos.

Es verdaderamente asombroso que retrotrayéndonos al siglo XIX, un gobierno no promueva la construcción de buques en el país (que en el exterior está subsidiada); que despreocupado por la desocupación nacional no exija que los buques empleen mano de obra nacional especializada, que la Argentina está en condiciones de proveer. Que no se considere importante la antigüedad de los buques, que ha sido el motivo de decenas de naufragios (en los últimos 15 años los buques “Jesús del Camino”, “Santa Lucía”, “Atlántida”, “Unión”, “San Jorge I”, “San Antonino” y “Repunte”) con la consecuente pérdida humana; aparte que la modernidad hace a la operatividad más eficiente y menos contaminante; que se deseche la promoción de procesar en plantas industrias que permite una mayor demanda de operarios; que no se exija el mayor valor agregado al producto final, lo que significa regalarles a los países importadores la transformación y la mano de obra argentina. Un verdadero desconocimiento de la actividad y de sus efectos y la “limpieza de exigencias” que deja en evidencia la intencionalidad del gobierno de abrir el mar argentino a buques extranjeros, cuestión que se consolida en el artículo siguiente.

Respecto al Artículo 246º que reforma el artículo 27º de la Ley Federal de Pesca. Esta reforma precisa que las capturas se asignarán mediante un “sistema de licitaciones internacionales, a quién aporte el mayor arancel para la captura determinada” y agrega: “el porcentaje que fijará el Consejo Federal Pesquero a efectos de evitar concentraciones monopólicas indeseadas”. Y remata “En la primera licitación de especies que han sido cuotificadas con anterioridad a noviembre de 2023 se deberá crear un sistema de preferencia. Las empresas que ya tienen cuota asignada tendrán una preferencia que les permitirá obtener hasta la mitad de la cuota que tenían al mayor precio ofrecido en la licitación”. Bueno, contaremos hasta diez, si no fuera una cuestión seria y estuviera el autor cursando el secundario, le diríamos te vas a marzo directo.

El autor ―perdón no queremos ser agresivos― no tiene la más pálida idea de cómo desarrolla sus actividades una empresa pesquera, pero tampoco conocimientos gerenciales y económicos, de cómo una empresa elabora su presupuesto anual. Sepa el autor: el principal recurso de una empresa pesquera es “el pescado”. Sin pescado no hay empresa, no hay buques, no hay industria, no hay trabajadores, no hay exportaciones o consumo interno, no hay desarrollo poblacional y, por supuesto, se despoblaría aún más la Patagonia. Sabe ese autor que ese “pescado” ha sostenido a cientos de empresas nacionales y extranjeras y dado sustento directo a miles de trabajadores, en un marco de libre competencia con el mundo.

Según el proyecto de reforma habrá muchos buques extranjeros en el mar argentino, con tripulantes extranjeros, sin necesidad de desembarcar sus productos en los puertos argentinos: no más pesca ilegal, a la que le pondremos “el sello de pesca legal” y no más empresas radicadas en Argentina. De exportadores pasaremos a importadores.

Conocemos en detalle lo que pasa en Latinoamérica y en la Unión Europea. No existe viabilidad para iniciativas de este tipo en ninguna parte del mundo. Nadie regala sus recursos, mucho menos cuando las empresas radicadas en el país tienen capacidad para explotar el recurso, como dijimos, en condiciones muy desfavorables.

Dice el proyecto que las cuotas se otorgarán “a quién aporte el mayor arancel para la captura determinada”. ¿Sabe el autor que toda la flota que opera a distancia lo hace en forma subsidiada y con trabajo esclavo? Los países desarrollados vienen por nuestras proteínas y en muchos casos operan a pérdida. Los valores ofertados pueden, incluso, ser absurdos, porque, por ejemplo, los buques chinos son del Estado (un régimen que criticó el Presidente de la Nación) y no se trata de valores, se trata de hacerse de toda la proteína posible para alimentar a sus poblaciones.

Este camino no tiene vuelta atrás. Se tirará por la borda 50 años de esfuerzo en una disciplina que se inició en la Argentina con el aporte físico, intelectual y material de cientos de italianos, españoles, belgas y en los últimos años de empresas nacionales y extranjeras.

Refiere el autor que “Las empresas que ya tienen cuota asignada tendrán una preferencia que les permitirá obtener hasta la mitad de la cuota que tenían al mayor precio ofrecido en la licitación”. O sea, el empresario desguaza la mitad de los barcos o los malvende a la empresa extranjera que pretende pescar en la Argentina; apaga la mitad de las cámaras; da de baja la mitad de sus empleados y comunica a los compradores del mundo que no va a poder cumplir con las compras pautadas; pese a haber cumplido con un mercado exigente desde los inicios de su actividad. Y luego, con el precio mayor ofrecido por la mitad de la cuota operará hasta quebrar porque su ecuación no cierra, ¿quién es el autor de este engendro?

Y cómo va lograr que se “evite la concentración indeseada” cuando las descargas podrán ser efectuadas en cualquier puerto del mundo y la Argentina no tiene ni tuvo nunca capacidad o voluntad de control del extenso mar argentino y menos aún de las especies que migran a alta mar. Vamos al descontrol total del mar argentino, a la depredación hasta el agotamiento del recurso y a naturalizar la pesca ilegal.

Respecto al Artículo 247º que reforma el artículo 27º bis (Artículo 1º Ley 26.386) de la Ley Federal de Pesca el autor considera viable que las empresas pesqueras radicadas en la Argentina, también lo podrán hacer en el área Malvinas, directamente o a través de subsidiarias, etc., sin que ello implique ninguna acción por parte de la Autoridad de Aplicación. Formalizan el incumplimiento sostenido de la ley 26.386.

Respecto al Artículo 248º que reforma el artículo 28º de la Ley Federal de Pesca está en línea con el artículo 247º citado.

Respecto al Artículo 249º que reforma el artículo 29º de la Ley Federal de Pesca indica que “El derecho de extracción a pagar por quienes hayan sido adjudicatarios en las licitaciones de cupos de pesca será definido en dicho proceso licitatorio y no podrán ser modificados”. Esto favorecerá a las empresas extranjeras que liciten por las cuotas e igualmente a las empresas nacionales. Ahora, al no haber establecido un presupuesto para la administración, investigación y control y, frente a la altísima inflación que sufre la Argentina, podría darse que las recaudaciones en materia de derechos de captura no alcancen para sostener los servicios básicos de la actividad.

No olvidemos que pudiendo realizarse los desembarcos en cualquier puerto extraño, no habrá forma de cobrarle retenciones. Nosotros, por el contrario, sostenemos que las retenciones deben eliminarse y las empresas deben autofinanciar la administración, la investigación y control, participando en la elaboración de presupuesto.  

Respecto al Artículo 250º que reforma el artículo 34º de la Ley Federal de Pesca abre la libre importación de buques extranjeros de países que subsidian la construcción y tienen bajas tasas de fomento. No se diseñan iguales políticas para que la industria naval argentina pueda competir en similares condiciones. Por cierto, esto terminará con la industria naval nacional. También se elimina la exigencia de que la construcción de un buque debe hacerse luego de obtener el permiso y ello es central porque el recurso está sujeto a la determinación de la Captura Máxima Sostenible de modo de no agotarlo.

Respecto al Artículo 251º que reforma el artículo 36º de la Ley Federal de Pesca a primera vista no parece que el cambio sea sustancial, salvo que está afectado por la reforma del artículo 27º.

Respecto al Artículo 252º que deroga el artículo 40º de la Ley Federal de Pesca ataca directamente la exigencia de usar en las embarcaciones personal argentino y es evidente: es otra medida para facilitar el ingreso en la ZEE de buques extranjeros, pese a que el propio artículo 40º original ya preveía que “en ningún caso podrán dificultar la operatoria normal de los buques pesqueros, quedando facultado el Consejo Federal Pesquero para dictar las normas necesarias para cumplir esta disposición”

Respecto al Artículo 253º en este se indica que Se respetarán y serán válidos los permisos, autorizaciones de pesca y cuotas ya otorgadas mediante la Ley Nº 24.922 hasta su vencimiento”; lo cual, diremos, es puro marketing, ya que el autor debería saber, que las cuotas deben renegociarse en pocos días: 2024.

Ahora, la culpa no solo la tiene el chancho, sino también quien le da de comer: La industria debería haber promovido una modernización de una ley que ya tiene 26 años.

La Argentina no necesita recursos económicos del Estado para financiar la actividad pesquera; pero tampoco se le deberían agregar retenciones no previstas al momento de concesionar la explotación, quitándole rentabilidad; dificultando reinversiones; impidiendo mantenimiento y reposición de buques y plantas industriales; el desarrollo poblacional e industrial en áreas desfavorables o generación de nuevos empleos.

Abrir permisos, cuotas y autorizaciones a buques extranjeras en la ZEE es de un país sin proyecto. Incapaz de explotar sus propios recursos y la Argentina no lo es. Ha competido en el mundo hasta hoy, con este proyecto no sé si lo seguirá haciendo.

De la soberanía marítima, un área más amplia que el territorio continental no hablamos. De Malvinas, la Antártida, el acceso a los océanos Pacífico e Índico; de la pesca ilegal que se apropian británicos, chinos, españoles, coreanos, taiwaneses, etc. no hablamos por ahí nos dicen: “No hay plata”.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Presidente de la Fundación Agustina Lerena. Web: cesarlerena.com.ar  

 

EL VOTO A QUIEN ADMINISTRE EL MAR ARGENTINO

César Augusto Lerena*

Ya hemos dicho, y lo reiteramos, que el Mar Argentino y sus recursos no están debidamente administrados. Un espacio que representa un 68% del total de la Argentina bicontinental y marítima que se encuentra en gran parte invadido y disputado por el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB).

A propósito del debate presidencial, votemos por quien tenga previsto administrar el mar argentino, donde hasta la fecha no se han llevado políticas activas destinadas a recuperar los archipiélagos y los espacios marítimos ocupados en forma prepotente por el RUGB y los sucesivos gobiernos se han dedicado inconducentemente a invitar a ese Reino a negociar la soberanía. En síntesis, un gobierno que lleve adelante una estrategia para administrar el mar argentino y de esta forma aislar al RUGB, dificultando y encareciendo su permanencia en la región. Donde los recursos pesqueros se administren adecuadamente y no sean consecuentemente subexplotados, depredados y capturados ilegalmente, la industria naval cuente con el suficiente apoyo del Estado para que todos los buques mercantes, fluviales, petroleros, pesqueros, de investigación y control naval se fabriquen en el país y donde se promueva la ampliación, modernización y tecnificación de los puertos con el aporte privado bajo administración del Estado.

Sintetizando, deberían llevarse adelante ―entre otras― las siguientes medidas:

  1. Captura de los recursos: incrementar en un 45% la captura pesquera anual, llevándola de 794.000 toneladas desembarcadas en 2022 a 1.165.000 toneladas. Incrementando por ello un 25% la mano de obra industrial ocupada.

Referencias: la Argentina desembarcó en la última década un promedio de 800 mil toneladas/año. El incremento de las capturas que se espera tendría origen en, a) acuerdos pesqueros con la flota extranjera que pesca en alta mar (más allá de las 200 millas) los recursos migratorios originarios de la ZEE, con la eliminación de impuestos/tasas a los buques nacionales (no afecta el tesoro nacional) que le permita a la Argentina quedarse inicialmente con al menos un 25% de esas capturas; es decir, un estimado de unas 125 mil toneladas/año; b) industrializar los actuales descartes aptos que, según la información del INIDEP; AGN; FAO, etc., acceden al 30% de las capturas, es decir un estimado de 240 mil toneladas/año; c) control de los desembarques mediante mejora de la metodología (escaneo) y los sistemas aplicados.

  1. Acuicultura: en cuatro años se debería llevar la producción anual actual de 2.592 toneladas (2020) a las 400.000 toneladas y en diez años a las 800.000 toneladas/año. Se duplicaría ―al menos― en los primeros cuatro años la mano de obra relacionada con la actividad productiva y su industrialización.

Referencias: el total de la producción mundial de pesca y acuicultura (2020) alcanzó a los 178 millones de toneladas, de las cuales un 42,2% tiene origen en la acuicultura/maricultura. Mientras que los desembarques de las capturas pesqueras argentinas alcanzaron a las 796.813 toneladas (2022), solo 2.592 toneladas (0,33%) tienen origen en la Acuicultura. Una de las bajas producciones de Latinoamérica, solo por encima de Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay.

  1. Industrialización de los descartes: es posible utilizar las 240.000 toneladas/año descartadas (aptas para el consumo humano) por la flota nacional e industrializarlas. No se descarta que, con motivo de los acuerdos con la flota extranjera, la Argentina pueda hacerse de los descartes aptos para el consumo humano de esos buques, lo que podría llevar a duplicar esa cifra. Esto sería posible mediante un precio garantizado para esas capturas. Se estima en un incremento del 35% la mano de obra a utilizar.

Referencias: estas proteínas se usarán con fines a) sociales, para proveer aminoácidos esenciales a 3 millones de niños/adolescentes por día todo el año; b) ampliar el mercado y c) fabricar harina con 65% de proteína.

  1. Consumo interno: el consumo interno debería incrementarse en el término de cuatro años un 100%, llevándolo de 4,8 Kg per cápita/año a 10 Kg. Debería esperarse en 10 años triplicar el consumo nacional, optimizando la comercialización y contribuyendo a mejorar la dieta nacional y la salud de los argentinos.

Referencias: mientras que la Argentina consume 4,8 kg per cápita/año de productos pesqueros en Latinoamérica y el Caribe consumen el doble (9,8 kg), en África 11kg. y en Europa 21,4 kg. Ello será posible por la mayor disponibilidad de la materia prima, derivada de la utilización de los descartes aptos, de la producción acuícola; una mejor administración de los recursos existentes; la promoción de virtudes y mejora del costo por la eliminación del IVA.

  1. Exportación: La exportación argentina de productos pesqueros debería pasar de 490.000 toneladas exportadas/2022 por valor de 1.823 millones de dólares a en cuatro años a 580.000 toneladas/año por valor de 3.000 millones de dólares, con un incremento del valor agregado y en diez años a 800.000 toneladas por valor de 5.000 millones de dólares.

Referencias: la suma del procesamiento industrial de los productos de acuicultura; la captura en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y en alta mar permitirán incrementar la exportación de productos pesqueros directamente a las góndolas, mediante los acuerdos comerciales necesarios.

  1. Control del territorio, de la pesca y los costos de investigación y administración: los costos de administración, control e investigación deberían ser prorrateados entre las empresas concesionadas, reformando la actual distribución de los derechos del Fondo Nacional de Pesca (FONAPE) y reduciendo los costos de administración.

Referencias: siendo el recurso pesquero de dominio del Estado Nacional (más allá de las 12 millas), su concesión, supone el pago de un canon que solventará todas las tareas de control, de investigación y de administración del recurso y, por lo tanto, la distribución de los recursos del FONAPE debería modificarse de acuerdo a ello.

  1. Capturas sostenibles: se debería garantizar una explotación sostenible mediante la determinación anual de la “captura máxima sostenible” y la aplicación de vedas, cuando corresponda. Al mismo tiempo derogarse todas las Áreas Marinas Protegidas y el INIDEP transformará en vedas permanentes o transitorias en aquellos casos necesarios.

Referencias: esta captura máxima sostenible se distribuirá entre todas las empresas interesadas que efectúen inversiones y ocupen personal argentino, conforme lo indica la Ley. Las vedas han resultado eficientes para preservar el medio marino y sus recursos y ello se fortalecería mediante una mejora del control.

  1. Administración: se debería optimizar y transparentar la administración del recurso y reformar la ley de pesca y generar una política activa sobre la explotación en alta mar de los recursos migratorios originarios de la ZEE. Ambos proyectos son parte del trabajo citado (César Lerena, “Cien acciones y sus efectos para potenciar la pesca y recuperar el Atlántico Sur”, 2023).
  2. Los Puertos: La Ley 24.093 de “Actividades Portuarias” debería reformarse y, más allá de que el Estado podría celebre acuerdos con Consorcios o aún con empresas privadas nacionales para llevar adelante cuestiones relativas al balizamiento; dragado; servicios de apoyo a las embarcaciones, de remolque, maniobra y practicaje; servicios relativos a la carga y descarga o de amarre; construcción y mantenimiento de astilleros; mercados concentradores o de distribución; depósitos de almacenamiento o cámaras frigoríficas y todo tipo de explotaciones industriales, comerciales afines a la actividad; transportes de apoyo logístico; servicios turísticos; locales de reparticiones públicas de control de calidad, sanidad, aduana, etc.; cuando se trate de convenios empresas jurídicas extranjeras o con participación extranjera; que pudieran dar lugar al uso de los puertos a buques extranjeros; la prestación de servicios logísticos a éstos; o si se tratara de puertos emplazados en áreas en disputa o consideradas estratégicas, las autorizaciones deberían ser de facultad exclusiva del Estado Nacional y/o el Congreso de la Nación, según la legislación vigente. En todos los casos, la administración general; las cuestiones de defensa y seguridad; el control aduanero y de migraciones; la policía de la navegación y seguridad portuaria deberían estar en manos del Estado.

Referencias: mientras los isleños británicos implantados en Malvinas están licitando la construcción de un puerto de 400 metros, para reemplazar al existente, invirtiendo unos 200 millones de dólares (MercoPress, 10/07/2023), la Argentina no ha hecho las inversiones necesarias en los 79 puertos en la vía Paraná-Paraguay y en los 21 del Atlántico Suroccidental para asegurar la soberanía política y el comercio nacional e internacional argentino. Véase por el contrario a las legislaciones similares de las Repúblicas de Chile, Brasil y Uruguay.

  1. La Industria Naval Nacional. adecuar el Régimen de Promoción de la Industria Naval Argentina para permitir que todos los buques destinados a la actividad mercante, petrolera, pesquera y naval se construyan en el país, permitiendo su desarrollo sustentable y la generación de decenas de miles de empleos calificados; la transferencia tecnológica de diseño, construcción y reparación de buques y artefactos navales.

Referencias: en Argentina, “la apertura de la explotación hidrocarburífera offshore y el desarrollo del gas natural en Vaca Muerta se presenta como una oportunidad histórica única para la Industria Naval Nacional… El bloque offshore CAN-100 de la Cuenca Argentina Norte tendría la capacidad de producir 200 mil barriles de petróleo por día duplicando la producción actual de YPF, sin contar que geólogos de YPF estiman que existen varios yacimientos más que podrían multiplicar varias veces el volumen proyectado. Además, el gasoducto NK y la construcción de otros dos más, con terminales portuarias en el sur de Buenos Aires, posibilitarían en un plazo de diez años, la exportación de 25 millones de toneladas anuales de gas natural licuado (GNL), lo que requeriría 465 buques metaneros para su transporte… En el año 2000 la industria naval brasileña contaba con 1.910 trabajadores y en 2013 superaba los 82.000” (Fabian Lugarini, ver sus artículos respecto a la política de Brasil en la web: cesarlerena.com.ar). A ello hay que agregar la renovación de la flota pesquera nacional y el aumento de ésta por el incremento de las capturas proyectado y los destinados a la flota mercante y fluvial.

Como resultado de la ejecución de los diez puntos anteriores y otros (César Lerena,Cien acciones y sus efectos para potenciar la pesca y recuperar el Atlántico Sur”, 2023), la Argentina podría producir la más importante acción de toda su historia sobre la administración del Atlántico Sur y la explotación de sus recursos marinos.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Presidente de la Fundación Agustina Lerena. Web: cesarlerena.com.ar

EL DISEÑO GEOESTRATÉGICO QUE AFLORA EN UCRANIA

François Soulard*

Las últimas maniobras en la guerra ruso-ucraniana han evidenciado el diseño geoestratégico subyacente a la invasión de Rusia a Ucrania. Para Moscú no se trata de un mero reflejo defensivo destinado a frenar militarmente la expansión de la OTAN hacia el este. En el fondo, el proyecto ofensivo de Rusia tiene que ver con reconfigurar la seguridad de Europa oriental, buscando controlar a Kiev, Bielorrusia, Georgia y Moldavia, actuando paralelamente en otros escenarios geopolíticos y en la geoeconomía para proyectar un rol mucho más protagónico en la creciente bipolaridad actual. Esta gran estrategia, mal percibida en la intensa batalla de percepciones que envuelve el conflicto, refleja la trama geoestratégica contemporánea.

La narrativa rusa fundada en la expansión efectiva de la OTAN

Desde febrero 2022, la narrativa rusa para legitimar la invasión de Ucrania ha sido fundada en la expansión de la OTAN hacia el este. La ampliación otaniana es un hecho y se enmarca, como lo sugirió Zbigniew Brzezinski en 1997, en una ofensiva más extensa de los Estados Unidos para reducir el perímetro de influencia soviética hacia las fronteras de Rusia en el periodo posterior a la Guerra Fría. La revolución naranja y la “diplomacia transformadora”, exitosamente desplegada desde Washington en Ucrania entre los años 2000 y 2014, fueron partes de esta ambición.

Fundamentalmente, es a inicios de este periodo que una parte de las élites rusas van a asociar progresivamente el derrumbe de la Unión Soviética a la matriz de influencia occidental, la percepción de haber sido corrido por la OTAN y la inercia de la propia burocracia rusa. Esta percepción, cristalizada al interior de Rusia por la impronta de Vladímir Putin, encuentra un eco a una larga obsesión estratégica del imperio ruso en mantener una cintura protectora en su flanco occidental. La hubris del “nuevo siglo americano”, impulsado por los neoconservadores norteamericanos a partir de 1997, acentuará esta polarización a la luz de las injerencias que realiza Washington en el derecho internacional en los escenarios de Irak y Libia.

El desarrollo de la OTAN va a orientar inclusive las etapas de integración de nuevos países a la Unión Europea, en contraste manifiesto con la ausencia de voluntad del bloque europeo para formar una arquitectura genuina de defensa.

La ausencia de defensa colectiva en Europa

Es importante subrayar este contraste de la capacidad de defensa europea con la de la OTAN que ha sido palmariamente ilustrado por sus varios episodios de crisis y que fue correctamente mapeado por los tanques de pensamiento rusos antes de 2022[1]. Entre 1986 y 2000, ninguna coordinación fue posible entre países europeos para responder a la guerra yugoslava, obligando a los Estados Unidos a intervenir militarmente en Kosovo. En 2016, Donald Trump cuestiona la escasa contribución financiera de los integrantes europeos (sólo siete estados respetan la regla de contribución del 2% en materia de presupuesto militar). En 2019, los Estados Unidos y Turquía deciden actuar en Siria sin consultar a sus aliados de la OTAN, creando así una nueva tensión que deriva luego en un cruce greco-turco en el Mediterráneo. En 2021 el desborde migratorio generado por Bielorrusia y Turquía genera otra tensión interna.

En diciembre 2022 la primera ministra finlandesa bien resumió lo que todos sabían sobre esta contradicción en materia de seguridad al momento de firmar el ingreso de Finlandia a la alianza atlántica: “nos sumamos a la OTAN porque estaríamos en problema sin el apoyo de los Estados Unidos”. Vale recordar que el presupuesto militar de la OTAN era de 950.000 millones de dólares anuales en 2018, los Estados Unidos aportando un 70% del total, con 66.000 millones de dólares para el presupuesto militar de Rusia.

A pesar de su volumen económico, la defensa europea es fragmentada y da un trágico reflejo de la ausencia de voluntad para construir un estatus de potencia y recubrir mayor niveles de soberanía.

El ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN fisura la narrativa principal

En abril de 2022, el ingreso de Finlandia a la OTAN a pedido de su gobierno (la de Suecia está en camino), creando una larga línea de contacto entre Rusia y la alianza militar (1300 km de frontera finlandesa), no genera reacciones diplomáticas o militares particulares de Moscú, más allá de algunos gestos retóricos. Mientras Vladímir Putin afirmaba en 2021 que había una línea roja no transable para la relación de Ucrania con la alianza atlántica, el mismo declaraba en mayo de 2022 que no veía al ingreso de Helsinki y Estocolmo como una amenaza real mientras no hayan consecuencias significativas en término de infraestructuras militares.

Al final, se evidenciaba que Finlandia no constituía un espacio de carácter estratégico para Moscú, comparativamente a Ucrania. Por ese mismo motivo, el argumento de describir a la OTAN como una amenaza existencial reveló su falta de idoneidad. Apareció más nítidamente que el eje principal de Moscú era Kiev y su no adhesión a la OTAN. Para entender más a fondo esta perspectiva hay que revisitar por un lado el derrotero de las relaciones con la OTAN y la matriz conflictiva que desarrolló Rusia desde el año 2014 en Ucrania y a nivel global.

Breve repaso de la relación OTAN-Rusia

Al momento de la caída de la Unión soviética, los occidentales empiezan rápidamente a trabajar en la sombra para debilitar a la economía rusa (con la participación de la oligarquía rusa) y acelerar la transición político-cultural en los ex-países soviéticos. Esta transición cultural corresponde a un movimiento genuino en los ex-países soviéticos desde el final de la Primera Guerra Mundial. Pero se amplifica y se instrumentaliza para inclinar a los regímenes políticos del lado atlántico. Ancladas en el activismo de la sociedad civil, varias revoluciones de colores se implementan en Serbia (2000), Georgia (2003), Ucrania (2004 y 2014), Kirguistán (2005, sin dar resultados), con el apoyo constante del ecosistema de influencia de Washington.

En la superficie, la política imperial estadounidense está envuelta en una actitud respetuosa al recalcar la “necesidad de preservación de la Unión Soviética” como lo expresaba textualmente el presidente George H.W. Bush[2] en 1991. En 1990, Mijaíl Gorbachov y el secretario de Estado estadounidense, James Baker, acuerdan explícitamente un no avance de la OTAN circunscrito a Alemania del Este, acuerdo que será codificado en el tratado de Moscú (“4+2”) sobre la cuestión alemana. Se cumple la no instalación de fuerza extranjera e infraestructura de la OTAN en el territorio de los nuevos länders alemanes. Este consenso no hace alusión a la idea de nuevos miembros y de la no expansión otaniana hacia los ex-países del Pacto de Varsovia. Lo recordará el mismo Mijaíl Gorbachov en 2014[3].

En 1993, la crisis en Yugoslavia modifican las percepciones. Moscú incentivó el separatismo en una parte de Moldavia en 1992 (Transnistria). Más adelante, impondrá su predominio mediante la fuerza militar en Chechenia en 1999, mientras ocupará una parte de Georgia (Osetia y Abjasia) en 2008. Alemania y Estados Unidos empiezan a contemplar la integración de países del este europeo a la alianza con el telón de fondo de la permanente prudencia en no desatar alarmas en Moscú. En 1997 los miembros de la alianza vuelven a asegurar que la OTAN no desplegará armas nucleares ni fuerzas de combate substanciales en el territorio de los nuevos países miembros. En 2008, luego de la integración de una decena de nuevos países en la Organización del Atlántico Norte, George W. Bush empieza a agitar la idea de incorporación de Ucrania, encontrando de pronto la oposición de Francia y Alemania hasta el año 2022. En febrero de 2022, en vísperas de la invasión de Ucrania y ante el ultimátum planteado por Vladímir Putin, el canciller alemán Olaf Scholz no duda en reiterar que Kiev no será miembro de la organización antes de por lo menos 30 años.

La guerra irregular en Ucrania, el capítulo Crimea

El año 2014 es el punto de inflexión de una contraofensiva de Rusia dirigida hacia Ucrania en sintonía con otras maniobras. Kiev ha ratificado su salida política de la órbita rusa, como exitoso resultado de la revolución de color incentivada desde hace quince años. Las masas del Euromaidan han rechazado al presidente pro-ruso Víktor Yanukóvich y colocan a Kiev del lado euro-atlántico. Precipitado caóticamente por un episodio violento en la plaza Maidan, el cambio es sinónimo de golpe de Estado para Moscú, orquestado directamente desde el mundo occidental con la complicidad de grupos ultranacionalistas y neonazis ucranianos (Bandera).

La recuperación de Crimea en febrero 2014 es la primera contrarreacción de Rusia. La península alberga a 15.000 soldados ucranianos y es conquistada en una semana, casi sin combates. La anexión militar de la península se disfraza hábilmente de fuerzas especiales rusas fusionadas con los grupos separatistas locales y luego con un referéndum de autodeterminación (marzo 2014). Al violar el derecho internacional, la anexión genera naturalmente un fuego enemigo con las primeras condenas políticas, junto con sanciones económico-diplomáticas.

Enfrentamiento irregular en el Donbás

En un segundo tiempo y hasta febrero de 2022, Rusia emprende una guerra por debajo del umbral de confrontación abierta con múltiples frentes en el norte, en el Donbás y en el frente interno a escala de toda Ucrania. Por un lado, grandes ejercicios militares están organizados en la frontera ruso-ucraniana (con un total de cerca de 100.000 hombres movilizados). Por otro lado, se empuja a un movimiento insurreccional, al principio difuso, en el sector del Donbás. Los grupos separatistas son apoyados y militarizados con mercenarios despachados desde Moscú.

En el frente, varios batallones de ucranianos nacionalistas se militarizan también, mientras Kiev moviliza a fuerzas regulares en el marco de una operación “anti-terrorista” que va lograr equilibrar temporariamente la correlación de fuerza. Rápidamente, el aumento de la ofensiva militar rusa termina quebrando el frente ucraniano a fines de 2014 y principios de 2015, obligando Kiev a firmar sucesivamente los acuerdos de Minsk y Minsk II. Ni Ucrania, ni las repúblicas separatistas del Donbás, ni Rusia respetarán estos acuerdos.

Con otras partes del ejército ucraniano fijadas en las zonas de maniobra fronteriza, Ucrania se encuentra estratégicamente paralizada, sin que ambos campos se hayan oficialmente declarado la guerra.

Guerra informacional y political warfare

En el teatro informacional, Rusia busca alterar las percepciones y los resortes motivacionales de sus adversarios. La ofensiva se centra en cuatro ejes: 1. demonizar a Ucrania e instalar leitmotivs justificadores (grupos ultranacionalistas, laboratorios de guerra bacteriológica, decadencia de sus élites, etc.); 2. ocultar la participación directa de las fuerzas rusas en el Donbás e incentivar un movimiento insurreccional separatista; 3. desmoralizar y fragmentar la sociedad ucraniana; 4. cuestionar el arco occidental, subvertir su estructura de percepción y dividir a las opiniones públicas (revolución de color, intervencionismo en Irak, Afganistán, Libia, expansión de la OTAN, etc.). Esta ofensiva incluye también a la sociedad rusa donde 50% de los rusos consideraban a principios de 2022 que la OTAN y Occidente en general son responsables de la tensión con Ucrania.

Recordamos que el canal RT y Sputnik fueron creados en el año 2005, luego de los sublevamientos fomentados en Georgia (2003) y Kiev (2004) como herramienta de influencia a nivel internacional, en sintonía con un ecosistema de medios que levantan sus contenidos.

Otra vía de influencia tiene que ver con los canales diplomáticos secretos entre las inteligencias estadounidenses y rusas y la activación de un campo social favorable a la posición de la pacificación. Se confirma en julio de 2023 que existían permanentes conversaciones diplomáticas secretas[4] entre antiguos altos funcionarios de seguridad nacional de los Estados Unidos y altos cargos del Kremlin. La vía de pacificación consiste en fomentar un sector de opinión proclive a la no confrontación con Rusia, particularmente vigente al interior de los Estados Unidos y Europa.

“Hay que evitar humillar a Rusia”, “no hay que entregar Moscú a los brazos de Pekín”, “se debe evitar sí o sí el caos vinculado a un posible derrumbe de Rusia”, “los occidentales no creen en el éxito de la contraofensiva” son varias de las expresiones sintetizando los métodos de chantaje por el caos, por la amenaza o el poderío autocrático que se fueron asimilando al interior del mundo occidental. La CIA[5] inclusive participó en este papel de relativización y de negación de la realidad conflictiva[6], lo cual agregó elementos favorables a Moscú para plantear un ultimátum a la OTAN a fines de 2021 y luego invadir a Ucrania.

Esta atmosfera, dibujando una suerte de contexto de Munich donde las potencias esquivan la confrontación, fue evaluada como tal por Moscú. A fines de 2021 se decidió generar dos propuestas de acuerdos de seguridad, apuntando a obtener garantías de parte de los Estados Unidos y de la OTAN. Los textos solicitaban explícitamente una “renuncia a cualquier ampliación de la OTAN, el fin de la cooperación militar con los países post-soviéticos, la retirada de las armas nucleares estadounidenses de Europa y el regreso de las fuerzas armadas de la OTAN a las fronteras de 1997”, junto con la no navegación en los mares Negro, Báltico, Barents, Ojotsk, sin que se haga alusión en contrapartida a la ocupación rusa en Abjasia, Osetia del Sur, Crimea o en el Donbás. En otras palabras, se trataba de borrar del mapa a la OTAN y apagar la presencia de los Estados Unidos en Europa.

Kiev y la respuesta atlántica

La derrota del plan relámpago para tomar a Kiev en febrero 2022 no impide a los amos del Kremlin de seguir trabajando en este terreno de la influencia para voltear a la administración de Kiev. Con las dudas frecuentes expresadas por los aliados occidentales y su inercia para la entrega de material bélico, los dirigentes rusos piensan haber convencido a Kiev de renunciar a cualquier victoria. Así, Moscú fortalece su esfuerzo para desmotivar a su rival, sumando las nuevas dudas vinculadas al alcance de la contraofensiva iniciada en junio de 2023, junto con la idea de que una negociación de paz se está realizando a espaldas[7] de Ucrania entre Washington y Moscú.

Simétricamente, la esfera atlántica articuló varios frentes informacionales para alimentar la percepción de amenaza rusa y contrarrestar sus ofensivas. Ya desde 2005, la vuelta de la potencia rusa había generado una estigmatización de Rusia en los Estados Unidos y Europa. Permitió mantener un norte movilizador para los países miembros de la OTAN cuyas prioridades en seguridad se han ido dispersando. La ruptura con Rusia en 2022 permitió reactivar la vigencia de la alianza atlántica e instalar nuevamente a Washington como el gran defensor de la soberanía y la libertad luego de las derrotas políticas de Washington en el Medio Oriente. Todo el ecosistema ideológico de la OTAN está reactivado y trabaja en polarizar las percepciones. En Kiev, Volodímir Zelenski desempeñó un papel muy relevante para poner a los países occidentales frente a sus “deberes” y contrarrestar internamente la influencia rusa.

De forma general, todo este choque de maniobras informacionales ha precipitado una lectura muy maniquea de la guerra ruso-ucraniana, polarizada entre ambos campos.

Guerra geoeconómica en el sector energético y agroalimentario

Una ofensiva geoeconómica acompaña este escenario. Bien antes de febrero de 2022, Rusia se ha asegurado el respaldo de China e incentivó por un lado la dependencia energética de Europa y por otro un acercamiento económico con China y Asia. En 2013 y 2014, se firman varios acuerdos energéticos con China, entre ellos la construcción de gasoductos, mientras en 2019 Rusia se vuelve el mayor proveedor de petróleo para China. La invasión de febrero de 2022 es seguida de un recorte de 75% de la exportación de gas a Europa, dependiendo un 40% del gas ruso que transita principalmente por los dos gasoductos Nordstream en el mar Báltico. Alemania está en el nudo gordiano de esta dependencia. En septiembre de 2022 el sabotaje de estos últimos, asociado sesgadamente a los Estados Unidos (mediante la investigación de Seymour Hersh por ejemplo) pero en realidad operado por Rusia según las últimas pruebas[8], termina de sellar un nuevo panorama energético. Los Estados Unidos, claramente favorecidos por este pedido europeo, son capaces de proveer 25% de la demanda, pero no pueden reemplazar la fuente rusa en el corto plazo, dejando a Europa en situación de austeridad energética.

En el plano agroalimentario, Moscú ha neutralizado rápidamente varios terminales de grano ucranianos en febrero de 2022, junto con el bloqueo de exportaciones de alimentos críticos. La crisis alimentaria es utilizada para culpar a las sanciones occidentales y erosionar el apoyo europeo a Ucrania. Se instrumentaliza esta desestabilización para diseminar en el Sur Global la narrativa rusa de que las sanciones occidentales son fuente del alza de precios y jugar con la dependencia de la importación de granos.

El Bismarck de hoy es ruso

Dos conclusiones principales son para destacar. La primera es que el espectro ofensivo desplegado hasta la fecha por Moscú en Ucrania ilustra magistralmente la trama geoestratégica contemporánea. No hay acción militar sin movimientos en el terreno geoeconómico, informacional y geopolítico susceptibles de aumentar las condiciones de una victoria política. Preparada aguas arriba por un cerco geoeconómico, una guerra irregular en el Donbás, un conjunto de ofensivas informacionales y diplomáticas, junto la promoción de una “quinta columna” en un mundo occidental muy desfasado con la naturaleza de las hostilidades, la confrontación irregular de 2014 y la invasión de febrero 2022 se articularon con un flujo inmaterial agresivo dirigido hacia el noumen de las sociedades adversas.

Su objetivo es quebrar las voluntades, hacer admitir a toda costa la inviabilidad de la resistencia de Ucrania, la traición posible de la potencia norteamericana y el peligro del oso ruso, en la perspectiva de desgastar el régimen de Kiev. Por ahora, esta guerra de influencia librada contra el orden europeo, incluyendo la instrumentalización de las materias primas, las operaciones cibernéticas e híbridas, la guerra informacional, el chantaje nuclear, las oleadas migratorias y las turbulencias políticas, ha tenido efectos notables pero no los frutos esperados. Es mal conocida y mapeada por el mundo académico, inclusive dentro de los tanques de pensamiento de la OTAN.

La segunda conclusión tiene que ver con la proyección que Moscú está queriendo diseñar en el mundo de hoy. Vladímir Putin se lanzó en Ucrania para restaurar la preeminencia rusa en un momento de reflujo del arco euro-atlántico y de un mejor posicionamiento de su poder en varias regiones (América Latina, África del Norte, Medio Oriente, Asia). Al igual que Bismarck en la Europa de ayer, intenta reconfigurar la seguridad europea fragmentada, mediante el sometimiento de Kiev y la unión con Bielorrusia, Georgia y Transnistria. El acercamiento a China configura una alianza inmediata necesaria para esquivar las sanciones occidentales y estabilizar la potencia rusa. En el largo plazo, expresa la voluntad de arrimarse al polo global alternativo chino que cuestiona el orden internacional y trabaja para frenar la proyección estadounidense a nivel global.

Al iniciar un enfrentamiento a gran escala contra Ucrania, Rusia intensifica indirectamente este conflicto sistémico entre ambos polos de poder global, buscando un mejor posicionamiento y la cosecha de beneficios propios. Ahí también, este rumbo no está realmente entendido en el mundo occidental y en otras latitudes.

No obstante, el freno a la invasión militar en Ucrania ha sido un obstáculo mayor para Rusia, ampliamente subestimado por la rigidez del aparato estatal. La subyugación relámpago de Kiev fue derrotada (batalla del aeropuerto de Hostómel y ofensiva de Kiev) y obligó a un plan alternativo en tres grandes frentes periféricos. Reavivó un nacionalismo ucraniano que ya no podrá volver a formar parte de la órbita rusa. La extensión de la movilización interna en Rusia muestra nuevamente esta dificultad y los preparativos para un largo enfrentamiento.

El dilema actual

La contraofensiva ucraniana, iniciada en junio de 2023 a raíz del respaldo material obtenido por sus aliados, obtiene resultados no tajantes, pero tangibles y perturbadores. Ilustra nuevamente la capacidad de adaptación de Kiev y su partición táctica todavía mal entendida por sus aliados. En el terreno militar, las fuerzas ucranianas han cambiado de temporalidad, apostando a un desgaste progresivo de las defensas rusas, lo cual generó divergencias en los aliados cercanos (Polonia). La reciente visita del líder ucraniano a Washington es todo un símbolo de estos dilemas: mantener la permanencia del apoyo más allá de las grandes fechas electorales y acompañar el diseño ofensivo ucraniano.

 

* Autor de “Una nueva era de confrontación informacional en América Latina” (2023). Coordinador de la plataforma de comunicación Dunia. Miembro e investigador de la SAEEG. francois@rio20.net

 

Referencias

[1] La OTAN es considerada por algunos círculos estratégicos como un “tigre de papel”. Citando a la agenda RIA Novosti: “Los atlantistas, a pesar de todas sus apetencias, no entrarán en conflicto abierto con Rusia. No lo quieren y les da miedo. Incluso los estrategas angloamericanos razonables entienden que Occidente no tiene la fuerza para mantener a Ucrania en su órbita por mucho tiempo. Las leyes de la historia rusa (como las leyes de la geopolítica) siempre funcionarán”. Disponible en https://ria.ru/20211217/nato-1764307285.html.

[2] En agosto de 1991 el presidente George H.W. Bush intima a los ucranianos a renunciar a la independencia y a satisfacerse de la libertad política que regirá en la futura Rusia.

[3] Ver la entrevista de Mijaíl Gorbachov por el canal alemán ZDF en 2014. Disponible en https://www.zdf.de/politik/kontext/videos/kontext-interview-gorbatschow-russland-100.html, con subtítulos en inglés : https://twitter.com/splendid_pete/status/1650735533826375680. Ver también Mikhail Gorbachev: I am against all walls disponible en https://www.rbth.com/international/2014/10/16/mikhail_gorbachev_i_am_against_all_walls_40673.html

[4] Former U.S. Official Shares Details of Secret ‘Track 1.5’ Diplomacy With Moscow. Disponible en https://www.themoscowtimes.com/2023/07/26/us-official-shares-details-of-secret-track-15-diplomacy-with-moscow-a81972

[5] Exclusive: The CIA’s Blind Spot about the Ukraine War. Disponible en  https://www.newsweek.com/2023/07/21/exclusive-cias-blind-spot-about-ukraine-war-1810355.html

[6] The Second Front. Disponible en https://en.desk-russie.eu/2023/09/06/the-second-front.html

[7] Naryshkin afirmó que la SVR y la CIA mantenían consultas raras pero regulares. Disponible en https://ria.ru/20230927/vyezd-1898953086.html

[8] En abril de 2023 el Ministerio de Defensa danés confirma distintas investigaciones sobre el ataque al gasoducto NordStream. Hay 112 fotos de barcos rusos en el lugar, tomadas por la Marina danesa cuatro días antes de las explosiones. Disponible en https://www.information.dk/indland/2023/04/forsvaret-bekraefter-rusland-specialfartoej-naer-nord-streams-spraengningspunkt?kupon=eyJpYXQiOjE2ODI2MTc4NzksInN1YiI6IjM3OTczMDo3OTEwMzIifQ.0jny5boMNqfm8wy90bFhog
Investigaciones:

Russische Schiffe am Nord-Stream-Tatort. Disponible en https://www.t-online.de/nachrichten/ausland/internationale-politik/id_100160712/explosionen-am-nord-stream-russland-schickte-schiffe-zum-tatort.html

OSINT Analysis: Six Russian Ships Active Near Nord Stream Sabotage Site According to Intelligence Source. Disponible en https://oalexanderdk.substack.com/p/osint-analysis-six-russian-ships

Otras notas de interés: https://www.businessinsider.com/russian-navy-ship-nord-stream-pipelines-days-explosions-2023-4?op=1

https://www.themoscowtimes.com/2023/04/28/russian-anti-torture-group-members-homes-raided-a80973

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