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LA TERGIVERSACIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN FUNCIÓN DE LA POLÍTICA

Marcelo Javier de los Reyes*

 

Lectura del Libro de Números 20:1-13

Este no es un sitio dedicado a temas teológicos o religiosos pero ante los dichos de una reconocida figura política argentina, entiendo que amerita hacer una aclaración y, quizás, una corrección fraterna.

El 22 de julio, mientras era entrevistada por el programa “Nada personal” que conduce Viviana Canosa, por el canal Nueve, la diputada Elisa Carrió expresó: “Dios quiere hacer una alianza con todos, especialmente con Argentina. Tenemos que seguir caminando sin quejarnos, como hicieron los judíos”[1].

Es llamativo que una persona tan devota y conocedora de La Palabra haya incurrido en una manifestación que incurre en la ignorancia u omisión de numerosos pasajes del Antiguo Testamento. Sin embargo, en otra declaración se pronunció de la siguiente manera: “Dios debe estar confundido con nosotros”. “Saben que Dios se enojó mucho con su pueblo, porque estaban impacientes (…). Este es el castigo que nos merecemos, de ser un pueblo ciego, que nos gusten los ladrones”, afirmó. Como si esto no bastara, agregó: “Le pregunto a la Nación Argentina: ¿por qué les gusta tanto votar ladrones? ¿Por qué no quieren redimirse ante Dios?”[2].

Si “Dios se enojó mucho con su pueblo, porque estaban impacientes”, entonces eso implica que el pueblo se quejó… y ese pueblo era el pueblo judío. Es decir que la doctora conoce bien La Palabra pero la tergiversa a su antojo.

En Números 11:1 vemos que “el pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yavé” y en Números 14:1-4 también puede leerse como los hebreos gritaban, lloraban y murmuraban contra Moisés y Aarón. Mientras que algunos deseaban haber muerto en Egipto y no en el desierto y se preguntaban “¿Por qué nos lleva el Señor a esa tierra a morir bajo la espada y entregar nuestras mujeres y nuestros hijos como botín de guerra?”, otros proponían elegir un nuevo jefe y volver a Egipto.

En Números 20:1-13 se lee que cuando los israelitas llegaron luego de un mes al desierto de Sin, el pueblo se instaló en Cadés, y ante la carencia de agua le echaron la culpa a Moisés y a Aarón:

¿Por qué no morimos mejor en presencia de Yavé como nuestros hermanos? ¿Por qué han traído a la comunidad de Yavé a este desierto para que muramos junto con nuestros animales? ¡Nos sacaron de Egipto para traernos a este lugar horrible! ¡No hay dónde sembrar, ni tampoco hay higueras, viñas ni granados y menos agua potable!

Moisés y Aarón debieron escaparse y Moisés recurrió a Yavé, quien le dio respuestas ante esos reclamos.

También los salmos reflejan la queja. En varios el salmista muestra su desesperación por la opresión, por la violencia, la maldad, la persecución, en síntesis, por su sensación de abandono por parte del Señor, y clama ante Dios para que le dé respuesta a su angustia.

Cristo Pantocrátor (“Todopoderoso”). Mosaico bizantino, 1261.

Por otro lado, si ella considera que “Dios debe estar confundido con nosotros”, quiere decir que parece desconocer los tres atributos de Dios o las características de su poder: Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente. Que Dios sea omnipotente significa que es todopoderoso y así lo demuestra el profeta Isaías (Isaías 43:1-5) cuando dice:

Y ahora, así te habla Yavé, que te ha creado, Jacob, o que te ha formado, Israel. No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Si atraviesas el río, yo estaré contigo y no te arrastrará la corriente. Si pasas por medio de las llamas, no te quemarás, ni siquiera te chamuscarás. Pues yo soy Yavé, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Para rescatarte, entregaría a Egipto Etiopía y Saba, en lugar tuyo. Porque tú vales mucho a mis ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas; por ti entregaría pueblos, porque te amo y eres importante para mí. No temas, pues, ya que yo estoy contigo.

Ya en Génesis 35:9-11 leemos:

Dios se apareció a Jacob una vez más a su llegada de Paddán Aram y le bendijo. Díjole Dios: “Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás Jacob, sino que tu nombre será Israel.” Y le llamó Israel.

Yo soy el Dios Todopoderoso [en hebreo El Shaddai]. Sé fecundo y multiplícate. Una nación y multitud de naciones vendrán de ti, y reyes saldrán de tus entrañas.

En el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19:26, el evangelista nos dice:

Jesús, mirándolos fijamente, dijo: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”

De ese modo, ese pasaje pone el acento en la omnipotencia de Dios.

Dios es omnisciente, es decir que todo lo sabe y lo conoce porque tiene sabiduría plena. De tal modo que puede conocer nuestros pensamientos y nuestro corazón.

Dios es omnipresente porque puede estar en varios lugares a la vez o al mismo tiempo. Es una cualidad que sólo Dios tiene.

Es importante ir a la Palabra y no quedarse con las particulares interpretaciones que cualquiera puede hacer con aviesas intenciones.

Como cristiano no puedo más que sentirme ofendido por la manipulación que la diputada Carrió ha hecho de las Sagradas Escrituras. Porque cuando dice “¿Por qué no quieren redimirse ante Dios?”, lo que en verdad está diciendo es que “los argentinos debemos redimirnos ante los políticos”, no ante Dios.

Si el Señor es omnipotente, omnisciente y omnipresente, ¿cómo la diputada Carrió puede emitir un juicio diciendo que “Dios debe estar confundido con nosotros”? Ella se pone por encima del Señor y puede observar “que debe estar confundido”. Sólo puede hacerlo cayendo ante uno de los siete pecados capitales: la soberbia.

* Maestro catequista.

Referencias

[1] “Elisa Carrió en ‘Nada personal’, de Viviana Canosa – 22/07/19”. Actualidad en Foco, 23/07/2019, <https://actualidadenfoco.com/elisa-carrio-en-nada-personal-de-viviana-canosa-22-07-19/?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=twitter&utm_source=socialnetwork>.

[2] “A la Nación Argentina, ¿por qué no quieren redimirse ante Dios?”. La Nueva Mañana, 10/05/2019, <https://lmdiario.com.ar/noticia/146896/a-la-nacion-argentina-por-que-no-quieren-redimirse-ante-dios>.

JOAN MELÉ, PROMOTOR DE LA BANCA ÉTICA

Marcelo Javier de los Reyes*

En la tarde del 4 de junio, Joan Antoni Melé, presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, brindó una conferencia en el aula magna de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), organizada por la Fundación UADE y la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa.

Joan Melé tiene más de 35 años de experiencia profesional en el sector de la banca y se desempeñó como subdirector general de Triodos Bank de España, cargo del cual renunció en enero de 2015 para promover la banca ética por América Latina, como así también la economía consciente, las empresas sostenibles y sobre todo la educación en valores. A pesar de haberse retirado de la actividad, continúa vinculado al Triodos Bank como formador y miembro del Consejo Asesor. Asimismo, es autor de los libros Dinero y conciencia, La Economía explicada a los jóvenes y Lo que nos queda por vivir.

En su exposición expresó cómo la profesión de banquero derivó en algo considerado denigrante por la sociedad, debido a la corrupción y a partir de la crisis de 2008 que afectó seriamente la economía española y que llevó a la desaparición de la mayoría de las cajas de ahorro de España ―como consecuencia de querer ganar más dinero―, cajas que fueron una gran creación que benefició a mucha gente, financiando obras sociales y brindando un servicio solidario.

Según el expositor, hoy en el mundo sobra dinero y que más del 98% del dinero que cada día circula en el mundo es especulación, es decir que detrás no hay nada. En otra oportunidad, afirmo que “la especulación es un arma de destrucción masiva”. Su experiencia le permite afirmar que jamás un cliente le ha preguntado en qué invertirá su dinero el banco. Soló importaba el interés que recibiría por el capital invertido. Sin embargo, ese dinero sirve para financiar el comercio de armas, de drogas o empresas que obtienen beneficios mediante la explotación de seres humanos, del trabajo infantil, empresas que no respetan los derechos humanos. Ejemplo de estas son las empresas textiles que utilizan la mano de obra barata que les proporciona los trabajadores de Bangladesh o de Birmania.

Hacia los sesenta, hubo personas que empezaron a cuestionar acerca de dónde invertían su dinero los bancos y, de ese modo, hubo gente que comenzó a decir “con mi dinero no”. En buena medida esto nació a partir de la guerra de Vietnam, ya que la gente tomó conciencia que mientras los jóvenes estadounidenses morían en el frente, las empresas de Estados Unidos vendían armas.

En su disertación se enfocó en su experiencia en la banca ética, más precisamente en el Triodos Bank, lo que en sus orígenes significó enfrentar una serie de prejuicios por parte de otros colegas que no consideraban viable ese proyecto. “Ah, esto es imposible”; “pero, ¿un banco puede ser ético?”, eran algunas de las reacciones que sus creadores recibían ante la iniciativa de la banca ética.

La propuesta procura anteponer los hombres y la Tierra a los negocios y por eso nace la banca ética. De tal manera que, en Triodos Bank, afirman que trabajan para ayudar a crear una sociedad donde se proteja la calidad de vida de todas las personas y el medio ambiente. Para ello ponen la dignidad humana en el epicentro de nuestras actividades.

Melé recuerda que el Triodos Bank abrió sus puertas en los Países Bajos y que, a pesar de quienes dudaban de su éxito, fue abriendo sucursales en otros países de Europa, incluyendo a España. Desde 1980, el banco facilita a personas, empresas e instituciones un uso del dinero que genere beneficios para la sociedad y la naturaleza, por lo que ofrece financiación a empresas e iniciativas orientadas a generar un impacto social positivo.

Los principales valores de la banca ética residen en la sostenibilidad —dado que financia únicamente compañías cuya actividad promueve una mejora social, cultural y medioambiental—, la transparencia —mostrando a quienes financia con el dinero que les confían sus clientes— y la calidad —debido a que los productos que ofrece son competitivos en el sector bancario—.

A ello se suma un carácter emprendedor, pues trabajan para desarrollar formas innovadoras de financiar empresas e iniciativas sostenibles.

Además de exponer los orígenes, los objetivos y la política de esta banca, Joan Melé aboga por una vuelta a la ética, a los valores. Es así como buena parte de su disertación se encamina a que cada uno de los asistentes a sus conferencias se convierta en un motor que genere un cambio de conciencia en la humanidad.

En este sentido, cabe agregar que Joan Melé imparte los cursos denominados Taller de Conciencia, en los que procura que cada ser humano se convierta en un centro de conciencia que irradie a su alrededor. Este taller se divide en dos partes, una encaminada a que el cursante se descubra como ser humano y que asimismo descubra su potencial, su creatividad, sus necesidades, sus problemas y su fuerza interior y luego, la otra parte, consiste en llevar esas virtudes a la empresa —que es otro conjunto de seres humanos y, por lo tanto, otro ser vivo—, permitiéndole anticiparse, cocrear, prevenir ese futuro aunque sea incierto, pero saber vivir con seguridad aunque no sepa con certeza que va a suceder. En verdad, se trata de un retiro en el que un empresario, un directivo, un político o un funcionario que quiera ver otra forma de hacer las cosas, pueda lograrlo. Según sus propias palabras, su objetivo personal es luchar hasta su muerte para que este modelo de sociedad humana, creativa, entusiasta, sea la que predomine y no la que tenemos hoy.

A partir de esto considera que hay que generar una “epidemia de conciencia”, de entusiasmo, de coraje y de compromiso ―entre todos nosotros― para cambiar este mundo.

Finalmente, en este sentido, cabe mencionar que Joan Antoni Melé, en su libro Dinero y conciencia, cita la frase del poeta, escritor y traductor español en lengua catalana Miquel Martí i Pol: “Todo está por hacer, todo es posible todavía. ¿Quién sino nosotros?”

* Licenciado en Historia. Doctor en Relaciones Internacionales. Director de la SAEEG.

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LA CULTURA DEBE VOLVER A SER EL CENTRO DE NUESTRAS VIDAS

Marcelo Javier de los Reyes*

La primera observación que hacemos sobre el pensamiento es que es el elemento inobservado de nuestra vida.

Rudolf Steiner.

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

El diccionario de la Real Academia Española nos brinda varias acepciones del término cultura y en la primera nos deriva a cultivo, “acción y efecto de cultivar” y cuando el hombre cultiva espera, naturalmente, obtener frutos.

Una segunda definición alude a un “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” y una tercera acepción al “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

Luego podemos hacer una distinción entre una “cultura clásica” —entendida como un amplio conjunto de conceptos culturales y artísticos propios de la civilización occidental, que encuentra sus orígenes en las civilizaciones clásicas, en Grecia y Roma—, una cultura que podríamos considerar universal, aquella que puede ser común a numerosas sociedades —por supuesto que no a todas— y una cultura popular, que se refiere a un “conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”.

La riqueza cultural de un pueblo de una sociedad perteneciente a la sociedad occidental, como la nuestra, requiere de un equilibrio de ambas. Cuando una sociedad deja de lado la “cultura clásica” empobrece la calidad de su cultura y la aleja de otras sociedades con las que comparte los mismos valores, el mismo patrimonio cultural. Por otro lado, cuando una sociedad pierde su interés por su cultura popular, pierde identidad y se enajena. La pérdida de ambas implica una degradación general del nivel cultural de los miembros de esa sociedad.

Hasta hace unas cuatro décadas, cuando muchos de nosotros éramos niños, nos movíamos entre una y otra. Era común que las orquestas sinfónicas fueran a alguna plaza u otro lugar público al que la gente podía acercarse y disfrutar de un momento de esparcimiento pero, a la vez, de enriquecimiento cultural. Lo propio hacían las bandas militares, las que ejecutaban las típicas marchas que escuchábamos en las escuelas, con lo cual nos imbuían de un sentimiento patriótico al que contribuían los coloridos uniformes de los soldados, o también tocaban piezas de una amplia variedad musical. Conocida y singular fue la conformación de la banda de la Armada Argentina que pasó a denominarse “Tango a Bordo”.

Por aquellos años también nos daban entradas gratuitas para asistir al Teatro Colón, en el que podíamos disfrutar del ballet o la ópera. Teníamos radios dedicadas a lo que genéricamente denominamos música clásica, como Radio Nacional, y vale aquí recordar que Radio Municipal fue creada en la década del 30 para transmitir las funciones del Teatro Colón, mientras que otras radios también tenían programas en los que difundían música clásica. Del mismo modo, muchas radios y algunos programas de televisión difundían nuestro folklore.

TTeatro Colón de Buenos Aires. Imagen de Felipe Barchi Pim en Pixabay 

En las últimas décadas, el populismo y ciertos intereses se encargaron de ir erradicando la música clásica porque era considerada “elitista”, sin comprender que es precisamente esa ignorante concepción la que lleva a que ese género musical se mantenga como un reducto para los placeres auditivos de una élite. Radio Municipal sufrió ese proceso en 1973 y la Nacional con la llegada de Carlos Menem en 1989, al poner a Julio Marbiz al frente de la radio. Los valiosos discos fueron indolentemente dejados en la calle.

En este sentido, la degradación continúa. Al Teatro Colón, uno  de los cinco  principales  teatros  líricos  del mundo —considerado por el tenor alemán Jonas Kaufmann el teatro más fascinante, “sobre todo el de la acústica más perfecta del mundo”—, hoy concurren a cantar Valeria Lynch, Cacho Castaña, Alejandro Lerner o Palito Ortega, como si no existieran muchos más teatros para los géneros musicales que interpretan esas reconocidas voces argentinas. Claro que esto no quiere decir que el teatro se cierre a la gente. Muy por el contrario, el Colón debe mantenerse como teatro lírico pero abierto a la población en general.

Por otro lado, respecto a la cultura popular, en nuestras escuelas públicas nos enseñaban a cantar y a integrar un coro, en el que aprendíamos no sólo las marchas patrias sino también numerosas piezas del folklore argentino y americano y de tango. Eso nos imbuía de la necesaria identidad nacional que debe transmitir una escuela a sus alumnos. Sin embargo, hoy no existen muchos medios que difundan nuestro folklore ni el tango y, menos aún, espacios en los que los jóvenes puedan aproximarse para conocer nuestras expresiones culturales.

La cuestión cultural mantiene un estrecho vínculo con la educación y aquí es donde, si bien ya venía decayendo con el gobierno del Proceso de Reorganización Nacional, la democracia ha demostrado su fracaso. Por ejemplo, mientras se despilfarra dinero en obras innecesarias o en gastos políticos se recortan gastos en educación, lo que lleva a un descenso del nivel cultural de la población.

En 2018 el gobierno nacional implementó una “reorganización” que implicó una reestructuración de los ministerios. En este marco, los ministerios de Ciencia y Tecnología, Cultura y Salud, entre otros relevantes para la población, fueron degradados a secretarías dependientes de otros ministerios. Toda una expresión que indica cuál es el interés de los políticos por estos temas.

Hoy tenemos el serio dilema de los jóvenes que no terminan el secundario, de una reducción en el número que accede a la universidad, incluso comparado con países de la región.

Para ayudar en este deterioro de la cultura nacional, la televisión argentina ha bajado considerablemente su nivel y abundan los programas de chimentos —que eufemísticamente denominan de “espectáculos”—, los noticieros con una fuerte impronta policial, el fútbol y programas de baile que tendrían un fin filantrópico y que sus productores y participantes consideran una “academia de bailes”, aunque buena parte del mismo sea un show de peleas y otras bajezas que lo alejan de lo que puede denominarse “arte”. La Televisión Pública, naturalmente politizada y enajenada de los intereses de la Nación, no cumple la función de agente cultural.

En este contexto de degradación, los padres han preferido enviar a sus hijos a una escuelita de fútbol, mientras que las otras alternativas para los niños y jóvenes han ido desapareciendo. No se les ha incentivado a canalizar sus inquietudes en las artes o en la música. Si bien aquí existen las orquestas infanto juveniles, el programa carece del énfasis que ha tenido en Venezuela y, como todo lo que está en el ámbito de la cultura, ha sido sometido a un recorte de presupuestos en 2018. Uno más.

Vale aquí recordar a José Antonio Abreu, quien llevó la música clásica a las zonas más pobres de Venezuela desarrollando un sistema de orquestas juveniles modelo que fue lo que le permitió a Gustavo Dudamel ser un director de fama mundial, además de ser quien continuó la obra de su maestro, Abreu. El sistema incluye enseñanza gratuita de música para niños pobres bajo la órbita de la Fundación Musical Simón Bolívar.

José Antonio Abreu, creador del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela

Prueba de ese programa exitoso es que numerosos refugiados venezolanos en Argentina se han unido gracias a la música, formando una orquesta, la Latin Vox Machine, bajo la dirección del maestro surcoreano Jooyong Ahn. Precisamente, estos jóvenes se formaron en el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela creado por Abreu en 1975, modelo que fue imitado en otros países. Muchos de ellos llegaron a Buenos Aires y comenzaron a tocar en el subterráneo de la ciudad para ganarse la vida.

Latin Vox Machine, fundada en el año 2017 por músicos venezolanos, actualmente cuenta entre sus filas con más de 100 músicos de diferentes nacionalidades, entre las que se destacan argentinos, ecuatorianos, colombianos, bolivianos, uruguayos, chilenos y sirios.

Claro que lo que sucede en Argentina también ocurre en otros países, pero nosotros siempre ponemos una mayor devoción al momento de destruir lo que debería ser nuestras herramientas para crecer, para desarrollar a nuestros jóvenes.

En 2019 la Radio Televisión Española (RTVE) llevó a cabo una competencia de la que participaron nueve niños de entre 10 y 16 años, quienes debían demostrar sus habilidades en las disciplinas de danza, música clásica e instrumentos para convertirse en el “Prodigio del año”. Precisamente, el programa se llamó Prodigios, y formaron parte del jurado la cantante Ainhoa Arteta, el coreógrafo Nacho Duato y el director de orquesta Andrés Salado. El ciclo tuvo lugar en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid y la música estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Durante la transmisión de los programas se hizo referencia a que el programa no encontraba eco en la audiencia. Buena parte de la población no se interesó por esta excelente propuesta. Todo un indicativo de una indiferencia que finca en el desconocimiento.

La cantante Ainhoa Arteta expresó que “es tan importante que cantemos todos pero sobre todo que inculquemos a nuestros hijos, el canto coral que es muy importante porque cantando coralmente se unen las almas de los que estamos cantando”. Agregó que el canto coral le ha permitido tener amigas que aún mantiene. Por su parte, el coreógrafo Nacho Duato, también miembro de ese jurado, en una entrevista advirtió sobre la necesidad de mejorar la calidad de los programas de televisión al expresar: “menos ‘MasterChef’ y más ‘programas de cultura’. Pones cualquier canal y siempre están friendo un huevo”.

De regreso a la Argentina, parece paradójico, o hasta sorprendente, que nuestra mayor degradación cultural ha venido a la par de nuestra recuperación de la democracia. Esto, necesariamente, debe llamarnos a una concienzuda reflexión.

Debemos comprometernos

Como sociedad debemos procurar no seguir por la senda de los prejuicios, del populismo, de la igualación cultural hacia abajo, de la regulación de nuestras vidas por parte del mercado, sino exigirle a los funcionarios la elevación de la cultura porque unos ciudadanos que posean un alto nivel cultural serán personas ávidas de conocimiento que encaminarán a sus hijos por el mismo camino y serán capaces de discernir lo que será más apropiado para la comunidad en general, fortaleciendo los lazos sociales y, en lo personal, desarrollando un criterio propio y contribuyendo a cultivar mejores frutos para el país. Y aquí hemos vuelto al principio, a la definición de cultura.

Debemos velar para que la cultura de una nación no quede más a merced de los vaivenes del mercado, ni esté en manos de funcionarios políticos improvisados que sólo gozan de los privilegios de un cargo público, con un absoluto desinterés por la responsabilidad que se ha puesto en sus manos. Debemos internalizar que la inversión en cultura es fundamental, pues nos da un valor agregado como sociedad.

¿Cuál es la importancia de la cultura?

En principio debemos tener en cuenta que el ser humano tiene tres dimensiones básicas: la dimensión física, la dimensión intelectual y la dimensión espiritual. Precisamente la última es la que progresivamente vamos dejando de lado en esta sociedad que antepone lo material, la falsedad de la regulación del mercado y la inteligencia.

El filósofo, pedagogo y arquitecto austríaco Rudolf Steiner (1861-1925), autor del libro Die Philosophie der Freiheit (“La filosofía de la libertad”), escrito en 1894, expresó:

La naturaleza hace del hombre un ser natural, la sociedad hace de él un ser social, sólo el hombre es capaz de hacer de sí un ser libre.

Steiner desarrolló la antroposofía, lo que el mismo definió como “un camino de conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el ser humano a lo espiritual en el universo”. Del mismo modo, desarrolló la que es conocida como pedagogía Waldorf, que considera que “una escuela solo cumple con su objetivo de educar cuando el alumno, una vez abandonada la escuela, muestra una fuerte inclinación a las esferas de pensamiento, del sentimiento y de la voluntad”.

Rudolf-Steiner

Que una persona logre desarrollar una vida propia no depende del estudio de conocimientos abstractos sino más bien de la enseñanza artística que cala en la dimensión espiritual y social del ser humano. La pedagogía Waldorf se centra en el arte, en contacto con los materiales, en la creatividad y en la espiritualidad, atendiendo a las capacidades individuales de cada niño.

En Stuttgart, en 1919, Steiner fundó la escuela Waldorf de pedagogía con la intención de educar para el futuro.

Por su parte, a finales del siglo XIX y principios del XX, la médica italiana María Montessori (1870-1952), también desarrolló un método pedagógico que lleva su nombre. Su objetivo es liberar el potencial de cada niño o joven para que obtenga un desarrollo integral, para que alcance un máximo grado en sus capacidades intelectuales, físicas y espirituales.

María Montessori

Jakob Streit (1910-2009), profesor y antropósofo suizo, maestro Waldorf, expresó:

Los primeros siete años son los años dorados, luego serán plateados y finalmente tendrán que ser de hierro. Pero el oro de la primera infancia brillará a través de toda la vida.

Se hace urgente una nueva mirada sobre la educación con el objetivo de generar conciencia, sobre todo conciencia por el futuro, ya que la sociedad actual no solo está demostrando que ha fracasado sino que también está poniendo al planeta y a las nuevas generaciones en un serio riesgo.

Debemos repensar nuestro lugar en la naturaleza, en la creación, y no considerarnos sus dueños, sus creadores. La vuelta a la naturaleza y a la cultura debe llevarnos a esa toma de conciencia porque la cultura le da sentido a la vida del hombre al desarrollar su dimensión espiritual. El desarrollo de las habilidades artísticas, el acceso a las disciplinas humanísticas, le permite al hombre ser libre, tener la capacidad de elección, la capacidad de desarrollar una toma de conciencia frente a determinadas situaciones, algo fundamental para enfrentar el mundo actual dominado por el individualismo, la economía de mercado que pone el acento en la maximización de los beneficios y la reducción de los costos, el calentamiento global, las migraciones por diversos motivos, en fin, todas cuestiones que han llevado a la deshumanización del hombre, a la pérdida de la dignidad humana, a la pérdida de su libertad, al incremento de la depresión en las sociedades.

El mundo actual requiere de un cambio del sistema educativo que prescinda de los intereses del poder político o del poder económico. Requiere de un desarrollo de lo espiritual y de un acercamiento al humanismo que permita a los hombres vencer el miedo y la opresión del sistema actual para tomar coraje e involucrarse en cambiar nuestro futuro. Debemos involucrarnos en este cambio, de lo contrario ya sabemos cómo terminará esta aventura.

* Licenciado en Historia y Doctor en Relaciones Internacionales. Director Ejecutivo de la SAEEG.

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