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HIDROCARBUROS, ALEMANIA Y RUSIA: PESE A LAS SANCIONES CONTINÚA LA CONSTRUCCIÓN DE NORD STREAM 2

Isabel Cecilia Stanganelli*

El sistema de gasoductos y los contratos de gas firmados por Moscú fueron un pilar en sus relaciones con Europa occidental durante el último medio siglo, aunque a principios de la década de 1980 las relaciones estuvieron próximas a interrumpirse debido a la intervención de Estados Unidos destinada a impedir la construcción del gasoducto Yamal (originalmente Northern Lights) que, desde Siberia occidental —a 4.500 Kms. de distancia— abastecería a diez países de Europa occidental: Alemania —occidental—, Austria, Bélgica, Finlandia, Grecia, Italia, Francia, Países Bajos, Suecia y Suiza. La intercesión de Japón y de capitales de Estados Unidos para financiar la obra permitieron que desde 1984 Yamal y sus ramales resultara el primer emprendimiento de magnitud entre ambos bloques durante la Guerra Fría. La interrelación energética sobrevivió a la Guerra Fría, al proceso de reunificación de Alemania y a la desunión soviética.

Finalmente la brecha se abrió en 2014, cuando se sumó la crisis política iniciada en Ucrania en noviembre 2013 que culminó en febrero de 2014 con el golpe de Estado condenado por Rusia y elogiado por Washington que derrocó a Viktor Yanukovich. Uno de los primeros actores en reaccionar contra Rusia fue nuevamente Estados Unidos.

Al golpe de Estado se sumó la protección que Rusia siempre reclamó para la población de origen ruso en el exterior, el apoyo inmediato de Washington al nuevo gobierno interino y la voluntad de importantes sectores de Ucrania oriental y Crimea de incorporarse a la Federación, concretada de facto en el caso de Crimea —luego de un plebiscito no reconocido internacionalmente— en marzo 2014.

Washington encabezó la aplicación de sanciones contra individuos relacionados con Rusia, con Crimea y con Vladimir Putin, pronto emulada por los principales líderes de la Unión Europea, además de los de Noruega, Japón, Australia

 

[1].

Pronto se sucedieron sanciones económicas contra bancos y empresas petroleras rusas, a las que se incorporaron otros sectores energéticos y de defensa, sin haber logrado con ello eliminar la guerra civil en Ucrania y afectando en cambio las relaciones políticas y económicas de la Unión Europea, Rusia y otros Estados, ofreciéndonos un panorama similar al de los peores momentos de la Guerra Fría. Por el momento y en líneas generales, solo vemos una Unión Europea cada vez más dependiente en materia de política exterior. Además, en el futuro previsible, Rusia seguirá siendo un proveedor importante de energía europeo pues su gas natural resulta comparativamente más económico.

Entre las opciones nos interesa el gasoducto submarino Nord Stream —de 1240 Kms. e inaugurado en 2011— que parte de Rusia y abastece directamente a Alemania bajo el mar Báltico y desde ahí a Dinamarca, Francia y Países Bajos, además de llegar por el ramal Opal hasta el límite de la República Checa. Su capacidad es de 55.000 millones de m3 de gas/año, volumen que se planeaba incrementar incorporando otros dos ductos, uno de los cuales llegaría hasta el Reino Unido. Esta ampliación fue suspendida en 2015. En 2012 la Comisión Europea exigió a Gazprom una reducción del 50% del combustible enviado por el gasoducto Opal, aduciendo que éste ducto no cumplía con la normativa antimonopolio de la Unión Europea —el Tercer Paquete Energético” (TPE) de 2009—, que prohíbe que la empresa de producción y transporte de hidrocarburos sea la misma —en este caso Gazprom— y establece la libre circulación de gas para todos los Estados de la red de gasoductos. A principios de 2015 la Comisión Europea continuaba postergando la decisión sobre esta restricción.

En cuanto a la posición de las principales empresas petroleras, el director de la petrolera francesa Total, Christophe de Margerie, declaró que Europa debía focalizarse en hacer más seguros los envíos desde Rusia, incluyendo opciones que evitaran a Ucrania y dio como ejemplo Nord Stream, construida para evitar pasar por Ucrania y no para evitar el gas ruso. Cualquier reducción deliberada de importaciones a Rusia resultará en importaciones más onerosas de otros productores cuyos objetivos podrían no gustarnos”, agregó Christophe de Margerie. De Margerie murió en un raro accidente en octubre 2014, cuando su avión chocó con una máquina quitanieves durante el despegue en el aeropuerto moscovita Vnukovo. De Margerie no era partidario de las sanciones de la Unión Europea contra Rusia, sino del “diálogo constructivo” que requiere “la interdependencia económica”.

Rusia —y con antelación la URSS— ha sido uno de los más seguros y estables proveedores de hidrocarburos hacia Europa. Pero se han ido incorporando algunos elementos preocupantes:

  • Europa desea diversificar sus fuentes de aprovisionamiento energético pues considera su excesiva dependencia de Rusia una cuestión de seguridad.
  • Ucrania, como país de tránsito de los ductos, ha causado interrupciones y escasez.
  • En la nueva Doctrina de Seguridad rusa es fuente de preocupación la amenaza de la Alianza atlántica, que considera a los cambios en los precios de los recursos energéticos como una forma de agresión.

Rusia ya poseía terminales de petróleo en el Báltico en San Petersburgo, pero en 2001, cuando se conocieron las intenciones de Washington de incorporar a las Repúblicas Bálticas en la OTAN, el presidente Vladimir Putin aprobó el desarrollo de un mayor puerto en el Báltico ruso, destinado a eliminar las exportaciones rusas a través de Letonia, Lituania y Polonia. En 2005 se negoció el gasoducto Nord Stream entre Vladimir Putin y Gerhard Schröder, estableciéndose que su trayecto uniría el puerto de Vyborg, cerca de San Petersburgo, con Lubmin, cerca de Greifswald, en Alemania oriental, mediante dos tuberías paralelas con un recorrido de 1.220 kms.

La construcción del sistema de ductos del Báltico se inició a finales de ese mismo año, 2005, y debía abastecer hasta el Reino Unido y Estados Unidos previo embarque en buques de gas natural licuado. Como estaba previsto, la primera tubería unió a Rusia y Alemania hacia fines de 2011 y su complementaria en 2012. Ya finalizados los dos ductos, comenzaron a abastecer anualmente a Alemania con más de 55 mil millones de m3 de gas. Moscú esperaba de esta manera ser capaz de vender gas a Europa sin riesgos de conflictos con países de tránsito. Gazprom era propietaria del 51% del emprendimiento, las alemanas E.ON y BASF del 20% y Gasunie de Países Bajos el 9% restante. El porcentaje alemán se reduciría con posteriores prolongaciones del ducto al 15,5%, al incorporarse la francesa GdF SUEZ.

La firma de este emprendimiento fue el último acto de Gerhard Schröder como canciller y provocó protestas del gobierno pro Washington de Polonia, así como del de Ucrania, ya que ambos perdían el control del ducto que fluye de Rusia.

A pesar de sus cercanos nexos con la administración Bush, la canciller Angela Merkel también aceptó el proyecto: “Nuestro objetivo común es una asociación energética basada en la igualdad, orientada a largo plazo. Se trata de ofrecer a las empresas en ambos lados de oportunidades para la cooperación y el crecimiento. De hecho, Nord Stream demuestra el enorme potencial económico arraigado en esta asociación.” Nord Stream es un proyecto energético prioritario de la Unión Europea: hacia 2030 podría proveer 25% de las necesidades energéticas europeas.

Ya entonces la presión sobre la construcción del gasoducto llegó a ser de tal magnitud que en numerosas oportunidades el presidente Putin advirtió que anularía todo el proyecto y exportaría el gas a través de buques metaneros en la forma de gas natural licuado. Alemania era la principal afectada por las dilaciones de Suecia referidas a cuestiones ambientales y la situación llegó a ser delicada entre ambos Estados. A pesar del rechazo rotundo manifestado por Polonia a este emprendimiento, a último momento comenzó a manifestarse interesada en recibir gas de Nord Stream para reducir su dependencia de Belarús. Con otras, las objeciones eran de índole política. De todos modos, hacía décadas que el mar del Norte estaba surcado por tuberías submarinas sin tantas contemplaciones ecológicas.

En octubre de 2010 se inició la etapa de construcción de la sección finlandesa de Nord Stream, a cargo de la compañía suiza Allseas.

En cuanto al gasoducto Opal, ofrece un enlace desde Nord Stream, en el noreste de Alemania hasta la República Checa. Tiene una capacidad de 36 bm3 pero operó a la mitad de su capacidad desde 2011. Recién a fines de 2016 un fallo de la Unión Europea otorgó a Gazprom mayor acceso al gasoducto Opal.

La disputa energética sobre “el tercer paquete energético” —y otros diez litigios pendientes— entre Rusia y la Unión Europea en la OMC quedó paralizada desde diciembre 2019 cuando caducaron los mandatos de dos de sus tres jueces. Estados Unidos lleva dos años bloqueando nuevos nombramientos.

 

Nord Stream 2

A mediados de enero 2021 se reanudaron las obras del gasoducto Nord Stream 2, paralelo al Nord Stream, concebido para asegurar el suministro energético de buena parte del continente y que se ha transformado en un problema a nivel internacional. Luego de los epítetos de Biden contra Putin —quien se burla de la edad del primero (78)—, Biden amenaza con sanciones contra el gasoducto Nord Stream 2. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, llamó a todas las entidades implicadas en el controvertido proyecto a que se retiren o enfrentarán sanciones de Estados Unidos. Blinken considera que Nord Stream 2 es un mal negocio para Alemania, para Ucrania y para sus aliados y socios de Europa Central y del Este y que dividirá y debilitará la seguridad energética europea. Además reiteró que Estados Unidos sancionará a cualquier entidad involucrada en su construcción (en Europa).

La construcción de este gasoducto es objeto de una enorme tensión en la Unión Europea, posiblemente relacionada con las crecientes turbulencias entre Washington y Moscú.

 

* Profesora y Doctora en Geografía (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales (UNLP). Secretaria Académica del CEID y de la SAEEG. Es experta en cuestiones de Geopolítica, Política Internacional y en Fuentes de energía, cambio climático y su impacto en poblaciones carenciadas. 

 

Referencia

[1] Para ampliar este tópico véase Stanganelli, I. “Ucraína: As sacións intenacionais, debates e consecuencias internacionais”. En: Tempo exterior, Revista de Análise e Estudos Internacionais. Instituto Galego de Análise e Estudos Internacionais, IGADI, vol. XI, N° 29, Galicia, España. Xulio-Decembro 2014.

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¿SERÁ 2021 EL AÑO DEL DESHIELO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES PARA TURQUÍA?

Giancarlo Elia Valori*

En los últimos años, después del torpe y desacertado golpe de Estado que intentó derrocarlo en 2016, el presidente de Turquía Erdogan ha adoptado actitudes cada vez más extremistas y políticas internas e internacionales que prácticamente han aislado a Turquía no sólo de sus aliados tradicionales de la OTAN (de los cuales ha sido socio desde la fundación de la OTAN), sino también de casi todos sus homólogos geopolíticos en Medio Oriente.

En su intento de desempeñar un papel destacado en los juegos en marcha en la región mediterránea y del Cercano Oriente, desde Siria hasta Libia, pasando por Nagorno-Karabaj, el presidente Erdogan ha dado a la diplomacia de su país una deriva islamista —basada, en particular, en el apoyo al movimiento fundamentalista de los Hermanos Musulmanes— que si, por un lado, lo ha fortalecido internamente, por otro le ha llevado a hacer más enemigos de los que razonablemente podría soportar.

El pico del aislamiento internacional de Turquía se mostró descaradamente en octubre del año pasado cuando, después del brutal asesinato en Francia del profesor Samuel Paty, decapitado en la calle por un extremista musulmán de origen azerí porque era “culpable” de haber expuesto las infames caricaturas de Charlie Hebdo sobre Mahoma en las aulas, el presidente Macron arremetió contra aquellos que, “a la sombra de Mahoma” , avivaban las llamas del islamismo radical en Francia con el objetivo de despertar a los jóvenes musulmanes y animarlos a convertir su ira en la marginación social y económica en conflictos religiosos.

Por orden del presidente francés, las fuerzas de seguridad comenzaron a investigar y realizar registros en los círculos salafistas franceses controlados por unos trescientos imanes turcos que se habían instalado en Francia.

Las palabras de Macron y las iniciativas de las fuerzas de seguridad francesas contra el fundamentalismo islámico en Francia desataron la ira del presidente turco, que no dudó en llamar a su colega francés “un cerebro de muerto” que trataba a los musulmanes en Francia “como los judíos fueron tratados en la Alemania de Hitler”.

Las palabras del presidente Erdogan han añadido combustible al fuego de las ya difíciles relaciones entre Francia y la minoría de salafistas activos en el país: pocos días después de las declaraciones públicas de Erdogan, un joven tunecino en Niza mató a tres personas gritando “Alla akhbar”  en la catedral de Niza.

En esa coyuntura, Francia retiró a su embajador de Ankara, congelando sus relaciones con un país que durante décadas había sido considerado un sólido socio comercial, político y militar.

A finales de 2020, las relaciones internacionales de Turquía alcanzaron el nivel más bajo de la historia reciente.

Incluso afirmaciones justificadas como la solicitud de redefinir las fronteras marítimas con Grecia han dejado de ser apoyadas por diplomáticos europeos, mientras que el activismo en Libia para apoyar al Presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” (GNA), impuesto por las Naciones Unidas pero apoyado por milicias islamistas, ha puesto a Ankara en un curso de colisión con Rusia y Egipto que, a su vez, se han puesto del lado del señor de la guerra “secular” de Cirenaica, Khalifa Haftar.

A finales del año pasado, un país como Turquía que, debido a su pragmatismo en política exterior, no sólo había sido considerado digno de pertenecer a la OTAN, sino también considerado un socio fiable y creíble durante décadas por Europa y los Estados Unidos, se encontró en total aislamiento a nivel internacional y en grandes dificultades a nivel nacional, debido a los efectos de la pandemia y una creciente crisis económica.

Es probablemente en este contexto que, desde principios de este año, el Presidente Erdogan ha cambiado de estrategia y ha lanzado lo que los observadores internacionales han llamado la “ofensiva del encanto”, en un intento de reabrir los canales de diálogo entre Turquía y los países occidentales y las potencias regionales en Medio Oriente (de Israel a Egipto, de Arabia Saudí a los Emiratos), un diálogo que había sido congelado debido a la decisión imprudente y mal considerada de apoyar, siempre y en cualquier caso, a los Hermanos Musulmanes.

Después de iniciar un canal secreto de cooperación con Israel en un intento de encontrar una solución a la guerra civil a pequeña escala sobre Nagorno-Karabaj —en la que Turquía, con el soporte “clandestino” de Israel, apoyó con éxito las razones de los turcomanos musulmanes azerbaiyanos, en detrimento de la mayoría armenia cristiana—, el presidente Erdogan decidió reabrir las relaciones con Egipto.

Después de ocho años de tensas o ausentes relaciones, Turquía ha reabierto la puerta al diálogo con Egipto bajo la bandera de una “Realpolitik” que el presidente Erdogan parecía haber olvidado.

Desde 2013, cuando el general Al Sisi derrocó al gobierno del presidente Morsi —líder de los Hermanos Musulmanes en Egipto y ganador de las elecciones de 2012—, el presidente Erdogan lo había llamado repetidamente “un asesino” y “un tirano”. Las relaciones entre los dos países se habían enfriado definitivamente cuando el presidente turco había dado descaradamente refugio y asilo político a todos los asesores y colaboradores de Morsi y a todos los miembros de los Hermanos Musulmanes que habían huido a Turquía para escapar de la represión.

El 12 de marzo de 2021, en una declaración sorpresa, el presidente Erdogan admitió en una conferencia de prensa que había “tomado medidas diplomáticas” para lograr la “reconciliación con Egipto”.

El ministro de Asuntos Exteriores, Melvut Cavusoglu, confirmó ese cambio de línea política diciendo que “después de años de hostilidad y desconfianza mutua… había llegado el momento de reiniciar gradualmente los contactos con Egipto”.

Según fuentes diplomáticas, hay dos razones principales que han convencido al presidente turco para cambiar su actitud hacia su (probablemente antiguo) rival Al Sisi.

La primera se remonta al total y ya sofocante aislamiento de Turquía en toda la región del Mediterráneo y de Medio Oriente.

La segunda es mucho más práctica y pragmática: la posibilidad de discutir con Egipto una nueva definición de las fronteras marítimas de Turquía en el Mediterráneo podría permitir a Turquía negociar —desde una posición más sólida— el problema de las “12 millas” y permitirle extender, dentro de límites aceptables, las fronteras de las aguas territoriales, actualmente “estranguladas” y cubiertas por la proximidad de las islas griegas a la costa turca.

Según el gobierno turco, un acuerdo entre Turquía y Egipto sobre fronteras marítimas podría conducir a un nuevo acuerdo sobre el mismo tema con Israel, útil para la explotación conjunta de los campos submarinos de gas frente a Chipre, Egipto e Israel.

Según fuentes muy fiables y cualificadas, el jefe del Servicio Secreto turco (MIT), general Hakan Fidan, ha recibido órdenes directas del presidente Erdogan de restablecer los contactos y las relaciones (interrumpidos desde 2013) con el Servicio Secreto egipcio, el Mukhabarat Al Amma.

Gracias al compromiso personal del emir de Qatar, Tamin Ben Hamad al Thani, quien es el último aliado del presidente Erdogan que permanece en la región, el MIT ha establecido contactos con colegas egipcios a principios de marzo de este año y, como gesto de cooperación hacia Egipto, las autoridades de seguridad turcas han colocado a treinta “Hermanos Musulmanes” egipcios, que habían sido acogidos como refugiados en Turquía, bajo estricto control de seguridad en vista de su posible extradición.

Mientras tanto, las autoridades turcas han pedido a los tres canales de televisión egipcios “alojados” en Turquía, a saber, las cadenas Al Shaq, Mekamleen y Watan, que bajen el tono de sus críticas contra el gobierno egipcio y dejen de insultar al presidente egipcio Al Sisi. A los tres canales se les ha pedido abruptamente que “revisen sus políticas editoriales” si quieren seguir disfrutando de la hospitalidad turca.

Según fuentes de prensa saudíes, muchos miembros de los Hermanos Musulmanes que se han refugiado en Turquía han sido presuntamente puestos bajo arresto domiciliario.

La diplomacia puesta en marcha por el presidente Erdogan a través del MIT está empezando a dar sus frutos: los contactos entre Fidan y su homólogo egipcio, el general Abbas Kamel, han llevado a un acuerdo en Libia que ha favorecido el nombramiento de Abdelhamid Dabaiba como presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” para reemplazar al ahora desacreditado Fayez Al Sarraj.

También gracias al compromiso tras bambalinas de los servicios secretos turcos y egipcios, bajo la supervisión vigilante del Mossad israelí, la “ofensiva del encanto” del presidente Erdogan está empezando a dar sus frutos y, después de años de movimientos desconsiderados, imprudentes y aventureros, probablemente llevará a Turquía de vuelta a la mesa de negociaciones, después de renunciar al fundamentalismo musulmán, contribuyendo así a la búsqueda del “deshielo” en las relaciones internacionales que el mundo necesita para reparar el enorme daño causado por la pandemia.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA. LA NUEVA ESTRATEGIA DE TENSIÓN.

Giancarlo Elia Valori*

En la noche del 17 de marzo, la diplomacia occidental y analistas políticos de todo el mundo seguían cuestionando las verdaderas razones del brutal ataque verbal del presidente Joe Biden contra su homólogo ruso Vladimir Putin (“un asesino…”), cuando en Anchorage, Alaska, la diplomacia estadounidense arremetió frontalmente contra una delegación china de alto nivel durante lo que se suponía que sería la primera gran cumbre entre Estados Unidos y China desde que la nueva administración asumió el cargo en Washington. presidencial.

Aquellos que habían imaginado que con el fin de la era Trump, las relaciones internacionales de Estados Unidos volverían a las fronteras elegantes de la diplomacia y el “multilateralismo” rápidamente tuvieron que ser informados.

Joe Biden hizo su debut internacional ordenando el bombardeo de una aldea iraquí que albergaría a milicianos chiítas respaldados por Irán.

Entre 22 y 27 personas han muerto como resultado de la acción, no se sabe si fueron guerrilleros o víctimas colaterales. El hecho es que un presidente que ha ordenado fríamente una acción de guerra necesariamente sangrienta, llevada a cabo en el territorio de un Estado soberano, llama a su colega ruso “un asesino” y al mismo tiempo declara que China es un “enemigo estratégico” de los Estados Unidos.

Esta nueva línea de agresión insospechada del nuevo inquilino de la Casa Blanca fue de hecho fuertemente compartida por el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken (que era el número 2 de Hillary Clinton cuando se concibió la deshonrada operación de “acercamiento” a las milicias libias, que costó, en 2012, la vida del embajador Chris Stevens), quien en la noche del 17 de marzo abrió la cumbre con los chinos, acusando a Beijing en términos inequívocos de reprimir a la minoría musulmana uigur en Xinjiang, de acciones antidemocráticas en Hong Kong y de “ataques cibernéticos contra Estados Unidos”.

La respuesta de Jang Jei Chi, jefe de relaciones exteriores del Partido Comunista Chino, a su vez se salió de los rieles de la cortesía diplomática: “Estados Unidos —respondió el diplomático chino— utilizó su fuerza militar y hegemonía financiera para aplastar a otros países… abusan de la llamada doctrina de seguridad nacional para obstaculizar el comercio e incitar a otros estados a atacar a China… Tienen que abandonar esta mentalidad de la Guerra Fría. Esta no es la manera de tratar con nuestro país, la cooperación puede beneficiar a ambas partes, pero debemos seguir el protocolo diplomático”.

La cumbre terminó con un vago acuerdo preliminar sobre la lucha contra el cambio climático, no sin otra “desviación” de los cánones de la diplomacia, cuando Blinken canceló abruptamente la cena con la delegación china en un gesto que los invitados encontraron innecesariamente grosero e irrepetible.

La cumbre de Anchorage, sin sentido, también afectará negativamente el problema de las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte.

La red tejida por Donald Trump para convencer a los líderes norcoreanos de iniciar un proceso de desnuclearización real del país se ha vuelto cada vez más evanescente desde que el presidente estadounidense, a mitad de su mandato, demostró que estaba más interesado en su reelección que en las relaciones internacionales, hasta el punto de que su secretario de Estado, Mike Pompeo, regresó de un papelón en Roma donde no había sido recibido por el Papa Francisco, evidentemente irritado por la injerencia estadounidense en las relaciones entre el Vaticano y China, también hizo una innecesaria antesala en Pyongyang, cuando el líder norcoreano Kim Jong Un se negó a recibirlo.

Aquellos que esperaban un cambio de música con la nueva administración presidencial, tuvieron que cambiar de opinión.

Si el problema de una Corea del Norte equipada con armas nucleares y portaaviones modernos se considera un problema real, entonces Foggy Bottom debe reconocer que su solución pasa por Beijing, porque sin sólidas garantías chinas, Kim Jong Un difícilmente abandonará su estrategia de autodefensa atómica.

Por tanto, parece muy difícil para el nuevo Secretario de Estado reabrir el canal de diálogo con Corea del Norte, insultando duramente a un invitado de la delegación china en territorio estadounidense, mientras Estados Unidos —en el silencio de la nueva administración— es atravesado por una ola de protestas por la violencia que sufren los estadounidenses de origen asiático.

Incluso los rusos, tras el frío ataque lanzado por televisión por Biden contra Putin, reaccionaron con una firmeza indiferente: el embajador en Washington fue llamado a Moscú —una medida apenas menos grave que la ruptura de las relaciones diplomáticas— y Putin se contentó con ironizar sobre la salud y estado mental de su colega estadounidense, mientras que su canciller, Sergey Lavrov, absteniéndose de comentar las acusaciones del presidente estadounidense, prefirió ir a Beijing el 21 de marzo para consultas con el presidente Xi Jinping.

En resumen, frente a una administración estadounidense que quiere parecer decididamente más agresiva que la de Trump, que al final de su mandato ha logrado actuar como catalizador de las nuevas relaciones entre Israel y el mundo árabe, Rusia y China están fortaleciendo los lazos y la cooperación, con la creación de un eje que pueda trasladar al este el verdadero centro de gravedad de las relaciones internacionales, sin descuidar la atención geoestratégica que tanto Moscú como Beijing dedican al Mediterráneo.

Mientras que los rusos, de hecho, están firmemente presentes en Siria, donde tienen su sede en el puerto de Latakia y son los principales socios de Damasco en la reconstrucción del país de las ruinas de la guerra civil, los chinos, que tienen la flota comercial más grande del mundo, después de haber dedicado energía e inversiones al teatro africano, han pasado por el Mediterráneo realizando fuertes inversiones en Grecia (se dice que después de haber “conquistado” El Pireo miran cuidadosamente a Palermo y Trieste) y un sólido inicio de contactos con Israel para el uso del puerto de Haifa.

China, como Israel, de hecho ha salido de la crisis pandémica del Covid 19 y parece inteligentemente orientada a favorecer el renacimiento de la economía internacional después del colapso posterior a la emergencia sanitaria.

En esta situación, en la que los países más avanzados del mundo deberían tratar de implementar esfuerzos conjuntos y sinérgicos para reactivar la economía a nivel mundial, superando viejas y obsoletas vallas ideológicas, Estados Unidos incluso piensa en trasladar la atención de la OTAN hacia el Este, con miras a la confrontación con Rusia y China que parece querer revivir el clima más sombrío y fatal de la Guerra Fría.

Una estrategia de tensión, la inaugurada por el presidente Biden y su secretario de Estado Blinken, a la que Europa mira con evidente vergüenza, a sabiendas de que sólo un enfoque innovador de las relaciones comerciales, financieras y políticas a nivel mundial será capaz de sacar a nuestro mundo de la crisis más grave del siglo.

Una estrategia de tensión que parece miope e injustificada y que no tiene en cuenta el antiguo dicho de que “donde pasan los bienes, los soldados no pasan”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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