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AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA

F. Javier Blasco Robledo*

Frase con la que se tituló una de las series más vistas en la televisión española de todos los tiempos; serie, que empezó su andadura en septiembre de 2003 y finalizó en julio de 2006 tras cinco temporadas y 91 capítulos. Encuadraba un elenco de personajes que vivían en un mismo edificio y representaban los estereotipos más característicos de la real, picaresca, esquizofrénica —por los avatares de sus propias vidas e intereses— y tremendamente vividora sociedad española.

Los personajes se mostraban dominados o movidos —sin que se enteraran— por seres aparentemente inofensivos de su entorno que, sin embargo, ejercían una fuerte y nefasta influencia y un gran control sobre ellos o sus acciones y decisiones mediante la creación de embrolladas e incomprensibles situaciones que, realmente, suelen darse a lo largo de la vida por absurdas que parezcan; aunque la mayoría de los mortales las tomemos y tratemos de otra forma, tal y como pretendía la propia serie.

Una serie y conjunto de situaciones que pronto se convirtieron en la segunda casa de todos los españoles porque una inmensa mayoría se sentía identificado en la misma de una forma u otra, bien en los propios personajes o en las situaciones creadas o vividas por los guionistas y los actores, que algo añadían de su cosecha, y por el generalmente rocambolesco desenlace final de cada capítulo, que creaba una especie de interés a la espera de nuevas y absurdas vivencias por llegar.

Al igual que la novela picaresca española, fue tomada a broma por una inmensa mayoría de los televidentes, cuando en realidad era un auténtico drama que representaba, con alto grado de fiabilidad, la calaña y el bajo calado intelectual de nuestra sociedad, sus intereses, desviaciones varias, tendencias al engaño o la pauta para buscar cómo vivir de la mejor forma posible, a costa de los demás o con el menor esfuerzo propio.

Hace ya años que en España, y sobre todo, desde que Sánchez e Iglesias llegaron a copar los puestos de alta responsabilidad y representación en la escena política, la situación y evolución de los hechos y acontecimientos, recuerdan muy mucho a los líos y embustes de la serie.

Así, hoy en día, parece que en España todo se puede tomar a chunga, nada es serio; nadie respeta la Ley ni las decisiones de los tribunales sin incurrir en graves consecuencias; se ataca sin disimulo a la Constitución, a la Jefatura del Estado o al poder Judicial; se producen más de 100.000 muertes por una desastrosa y pesimamente llevada pandemia y nadie toma o acepta responsabilidades.

Sin olvidar que la mayoría de las decisiones judiciales se cuestionan, no se aceptan y, aunque estas se reiteren, no se aplican. El gobierno miente constantemente, no cumple sus promesas, cambia de rumbo sin solución de continuidad y es tan grande el lío montado que tenemos a Europa muy mosca con nuestro futuro y por ver que es lo que realmente nos traemos entre manos.

Los otrora grandes y graves enemigos de España por su pertinaz y rancio espíritu separatista o su enfermiza y deleznable tendencia a basar sus reivindicaciones en el traicionero uso de la amenaza, los actos de terrorismo y la autoría de unos 1.000 asesinatos en España —mediante el tiro en la nuca, la emboscada, la traicionera bomba y el rapto con posterior muerte por asesinato—, son ahora los que tienen nuestro futuro en sus manos, al haberse convertido en los imprescindibles socios de un gobierno que, por culpa de los favores, apoyos y los caprichos de estos, está totalmente endeudado.

Nuestra imperfecta y tantas veces manoseada democracia, permite sin reparos ni vergüenza o mínimo rubor, que la continuidad en el mando y la dirección del país por nuestros próceres de hoy dependa de los votos de dichas lacras sociales y políticas que se cobran con creces su favores ante la pasividad total de las clases políticas, la dirección de las fuerzas armadas, los altos tribunales y el imperdonable aborregamiento de una sociedad vendida, comprada o acomodada que no quiere saber nada, que prefiere mirar para otro lado, antes que verse implicada en manifestaciones y actos para decir fuerte y claro, “¡Señores, hasta aquí hemos llegado!”.

La jefatura del Estado, representada en SM el Rey, es vilipendiada, menospreciada, atacada y humillada casi a diario desde todos los estamentos, ciertas autonomías e incluso total o parcialmente por el propio gobierno por acción u omisión de sus componentes, quienes tienen hipotecado el futuro de sus carreras a costa de evitar ofender o molestar a tanto malvado que les apoya e incluso hasta forma parte del mismo gobierno, a pesar de que previamente en plena campaña electoral, haber jurado que tal situación no se iba a cumplir de ningún modo por ser insufrible y con consecuencias para España de mucho calado.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y hasta las mismas Fuerzas Armadas, en muchos casos, se encuentran bajo el mando de personas “acomodaticias o agradables” a los políticos en el gobierno, poco molestas y tremendamente agradecidas de haber sido designadas para ocupar dichos cargos, aunque su propia conciencia y formación profesional —mamadas durante muchos años— les indique que esos puestos, no son para ellos y que a otros, con más méritos y derechos, se los han birlado.

Vemos al presidente del gobierno, a gran parte del ejecutivo y al que hasta hace pocos días era vicepresidente segundo, empecinarse en atacar a la zona más fructífera y saneada política, social y económicamente de toda España, Madrid.

Y todo ello, a pesar de que la Comunidad de Madrid es la región donde nadie es extraño, todos tienen cabida y aporta más que ninguna otra ingresos solidarios, de los que viven los que la atacan, ofenden y le cierran sus puertas de acceso por cochina envidia, sectarismo y poca vergüenza ante la realidad del éxito de las políticas puestas en juego desde hace ya bastantes años.

Una región que en pocos días pondrá a prueba si se rompe o no la tendencia nacional y con ello se pueda corregir la hecatombe social, sanitaria, política y económica a la que los socialistas y los comunistas avocan a una triste España y hacia dónde, aún peor, nos quieren llevar.

Vivimos una situación de espera, incertidumbre y hasta de duda que acongoja a los que observamos con desesperanza e inquietud la evolución de los acontecimientos de una Patria a la que muchos españoles le venimos dando todos nuestros esfuerzos y desvelos posibles con amor y absoluta generosidad, sin pedir a cambio, nada en especial.

Hemos sido testigos del nacimiento, auge y caída de ciertos partidos políticos que, tras muy poco tiempo en las tablas, confundieron sus preceptos y principios para enzarzarse en lo más bajo de la política y tratar de encontrar un buen acomodo para sus mandos y demasiados allegados.

También podemos decir alto, fuerte y claro que han surgido o refundado otros partidos que prometiendo “velar por el pobre desgraciado”, sólo buscan su mayor rédito o enriquecimiento personal y no reparan en acogerse a toda dádiva, dieta o compensación a la que tengan derecho por “ejercer” su cargo, mientras el pueblo, trabajador y llano sufre las penurias de los ERTEs, los EREs, la segregación social y el duro, ciego y prolongado paro.

Una España sumida en las colas del hambre, en la desesperación por falta de un fututo claro, en la mentira y el engaño; que vive sometida a una constante propaganda tan mal enmascarada como el maquillaje con el que nuestro ínclito presidente, cada vez que habla en público, trata de esconder sus vergüenzas y las presiones que recibe desde Europa para poder hacer o proponer algo, aunque sabe que en cuestión de horas o días deba suspenderlo, anularlo o modificarlo porque está mal hecho o resulta fuera de tono, inútil o precipitado.

Mantenemos los peores datos del mundo civilizado en lo que al manejo y contención de la pandemia mundial se refiere; fuimos incapaces de verla venir, a pesar de los muchos avisos externos y los ocultados informes internos, por un afán de propaganda malintencionada de parte de un gobierno vendido a las exigencias de su parte comunista y más feminista.

La pandemia en sí, se gestionó y aun gestiona de auténtica pena, se invirtió en compras fantasma y se han malversado, o al menos desaparecido. sin dejar rastro, cientos de millones de euros en compras inexistentes, realizadas precipitadamente sin un contrato serio, asignadas a dedo a amigos o a comerciantes surgidos de la noche a la mañana, sin curriculum ni experiencia en el ramo sanitario y, por cierto muchos de ellos, bastante amigos de otros amigos del personal en el gobierno.

Las muertes de ancianos en la residencias, en soledad y con escasos cuidados paliativos, es una vergüenza nacional de la que nadie se quiere responsabilizar; incluso, se da el caso paradójico, de que el entonces vicepresidente segundo del gobierno, Iglesias; principal responsable por Ley y por haberse arrogado públicamente él mismo la máxima autoridad para el sostenimiento, las buenas praxis y la atención en las mismas, ahora usa las victimas en aquellas residencias como un  arma arrojadiza contra la principal oponente en Madrid a la que, de forma desesperada —ya que se ha visto precisado a abandonar el gobierno del que tanto le costó encontrar asiento a la lumbre, para intentar salvar a su partido de la desaparición definitiva— se enfrenta para las próximas elecciones regionales en los primeros días de mayo.

Somos el segundo país europeo más pedigüeño y plenamente necesitado de ayuda económica externa en Europa para poder salir del bache en el que este gobierno nos ha metido por su mala cabeza, falta de previsión y por haber tirado por la borda millones de euros a base de todo tipo de dádivas, inútiles planes, sueldecitos y otras ayudas dedicadas a la compra de voluntades y a asegurarse favores.

Nos encontramos, intentando engañar a una Europa de nuevo —que ya está harta de nosotros— con amagos de reformas nada claras, cambios estructurales que nunca llegan y una larga lista de impuestazos que como veremos, tras las elecciones del 4 de mayo, harán temblar a grandes y pequeños. Impuestos, que serán, sin duda, la puntilla para muchos de las pequeñas empresas, negocios y autónomos, que están tiritando tras más de un año de pandemia y que ya no se fían de lo que les dice el gobierno porque, según Sánchez, hace tiempo que le habíamos ganado la partida a la pandemia y salíamos reforzados. Pero, sin embargo, aquí estamos, con los negocios cerrados, mano sobre mano y sin ver un euro positivo en las famélicas cuentas de resultados.

Nos hemos convertido en un país ninguneado por todos los países lejanos y los más cercanos, que no cuenta para nadie y que aún sigue esperando a que le llame el Tío Sam y eso que Biden es de izquierdas y en Moncloa, a pesar de los desplantes de Sánchez y Zapatero, se pensaban que con este personaje, todo anterior desaguisado se iba a arreglar en un abrir y cerrar de ojos.

Nadie pensaba en la real trascendencia de las elecciones madrileñas, salvo los que ven en Moncloa que sus butacas pueden estar en peligro; por ello, hicieron todo lo posible para que no se hubieran celebrado. Unas elecciones en las que la mayoría de los partidos se han enfangado en una campaña sucia y barriobajera donde los insultos, amenazas, desplantes, abandonos de atriles, viejos y rancios eslóganes y absurdas mentiras se agrandan y ensalzan hasta niveles increíbles como el tratar de impedir un pequeño mitin en un rincón de la capital a base de lanzarles pedradas o en enviar amenazas con munición de guerra en varias cartas y sacarlo a la prensa como su gran baza para ganar.

No quisiera terminar el repaso a lo que está ocurriendo en nuestro solar patrio sin mencionar y resaltar un execrable hecho por el que atónitamente, el pasado viernes, fuimos testigos los españoles; ni más ni menos, que emplear el Boletín Oficial del Estado para promulgar una modificación, por cierto muy cuestionable —porque implica el sometimiento de todos a la voluntad de unos pocos en lo referente al derecho al trabajo y de huelga y la actitud de los activistas de los denominados “piquetes informativos”— mediante una Ley Orgánica (5/2021) por la que se deroga el apartado 3 del artículo 315 de Código Penal. Ley Orgánica, en cuyo preámbulo se trata de forma rastrera y torticera al partido que lo incluyó, y lo que es más execrable y aún sin comprender por nadie, se usó la firma de Su Majestad el Rey como es preceptivo, sin que al parecer, nadie advirtiera, se resistiera o posteriormente rectificara, tan vulgar y rastrera hazaña, propia más bien de países dictatoriales y poco o nada democráticos.

De la lectura de este trabajo, me atrevo a pensar que de él se desprende fácilmente que en España estamos viviendo situaciones peculiares, estrambóticas o de auténtica pesadilla, tal y como aquellos vecinos de la serie a la que me refería al principio, quienes apenas salían de una situación rocambolesca volvían a verse inmersos en otra u otras de mayor calado y profundidad, cada vez más absurdas e irracionales de manos de unos peculiares elementos que, a su modo, dominaban al resto de convecinos. El certero título de la serie era lo mejor de ella; y en este caso, yo cambiaría el de este trabajo por “En España, con este gobierno, no hay quien viva”.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

©2021-saeeg®

ESPAÑA. POLÍTICA EXTERIOR.

F. Javier Blasco Robledo*

Tengo la sensación que nuestros presidentes, sobre todo los socialistas, piensan que las cosas complejas tienen fácil solución y que en “dos tardes y fuera de horas lectivas” se puede aprender cómo convertirse en expertos sobre tales temas y así poderlas manejar sin dificultad, incluso hasta contra el criterio de los verdaderos expertos en el tema incluidos en su propio gobierno. En estas lides y formas se doctoró hace unos años José Luis Rodríguez Zapatero de manos de Jordí Sevilla quien, como buen mozo de estoques, le animó y se empeñó en enseñarle los principios y las normas que rigen la economía. Y así nos fue; ya nadie duda que nos metió de hoz y coz en la mayor crisis económica hasta el momento conocida y nos costó más de seis años empezar a sacar la cabeza, tras muchos sacrificios, recortes por parte de otros gobiernos, que no habían tenido vela en dicho entierro y con muchos esfuerzos de todos, malgastados y dejados escapar como los detritus que desaparecen por las tuberías del retrete.

Su más insigne alumno y seguidor, el ínclito Pedro Sánchez, en su afán de superar al maestro y como él, ya creía y decía saber de economía, por lo que no precisó tales lecciones; aunque como sus estudios fueron mediocres y su tesis falsa y copiada, esta vez la crisis económica en la que nos ha metido, es muchas veces superior a la anteriormente referida y gracias a su gestión inicial tenemos el privilegio de estar económicamente el segundo en la cola de la lista mundial, tan solo superados negativamente por Argentina, un país ejemplo de continuos desastres en este campo, que hay que ver cómo le va.

 

Dicho señor; en su afán de jugar a brujo y a trilero al mismo tiempo, buscó otro cajón nada fácil donde jugar a ejercer y auto erigirse en el papel de líder, maestro y ejemplo del mundo entero en política internacional. Para ello, ni más ni menos se arropó con Borrell, también conocido como el falso látigo del separatismo catalán; un hombre de paja, que miente más que habla y que hasta fue expulsado del gobierno y de España por orden de los de su tierra y verbo, aunque eso sí, se le mandó a un sillón donde cobra mucho más, tiene mayor empaque oficial, que no real, y donde mangonear y dejar a Europa a la altura del betún; cosa que como con tanto ahínco está intentando desde que ocupó el cargo y creo que nunca va a cejar en su empeño por mucho que le llamen la atención los organismos y autoridades superiores europeas a las que se resiste a rendir cuentas de su extraño y estrepitoso amiguismo y de un partidismo estrafalario con aquellos países que a él y al gobierno de España les interesan; sobre todo, al otro lado del charco, a los que la UE quiso mantener a raya o quiere apartar de determinadas nocivas influencias sobre estas tierras.

Despojado de Borrell, Sánchez encontró para dicho puesto a una señora, Arancha González Laya; persona, que aunque sabe de algunas cosas, sobre todo de economía internacional y habla un excelente inglés, el traje que le entregaron, el de la Política en la Arena Internacional (con mayúsculas), le viene demasiado grande por mucho que las modistas y modistos de su ministerio en el palacio de Viana, se lo quieran e intenten achicar. No sabe por dónde le sopla el viento; llega tarde a casi todos los sitios o, al contrario, se anticipa sin necesidad (Gibraltar); promete cosas increíbles y alejadas de realidad (el regreso de los turistas al principio el verano); la pillan siempre desprevenida; miente más que habla; confunde las banderas de los países amigos o aliados (Italia y México); la ningunean por todos los costados y en dicho constante ninguneo, hasta es incapaz de olisquear mínimamente que los norteamericanos y Marruecos —el país vecino, que tradicionalmente es protagonista de muchos agravios y recientemente los ha aumentado, todos ellos consentidos o apoyados por EEUU— llevaban semanas tramando un intercambio de favores con Israel por en medio y de paso, darle a España una puñalada trapera o “la puntilla” en todo su prestigio, intereses y en el papel que en dicha arena y lugar, sobre la antigua colonia saharaui y según las propias Naciones UNidas, nuestro país puede y debería desarrollar.

Como consecuencia de aquello, le han aplazado sine die fijo para febrero una cumbre con Marruecos, que a pesar de tener fecha inmediata no tenía agenda ni futuro por tantas veces despreciarla por nuestra parte. Aunque, también aparecen otras razones para justificar dicho aplazamiento, que van desde aprovechar la coyuntura del peligro en el momento sanitario, el desmadre de un gobierno de procaces lenguaraces en el que cada uno dice lo que quiere, piensa o según le convenga o, incluso que el propio Rey de Marruecos no quiere ver ni en pintura al presidente Sánchez, como una forma o la respuesta para cobrarse los muchos desprecios hacia él o para dejarle en situación de inferioridad zonal. Ya sabemos cuál de ellas es la que ha elegido el falaz gobierno para justificar otro patinazo en sus relaciones exteriores que no levantan cabeza y van muy mal.

Las relaciones con EEUU no pueden ser peores desde el mismo momento de empezar ambos dirigentes a mangonear sus políticas respectivas. Como consecuencia de ciertas y relevantes chulerías y desplantes por nuestra parte, Trump levantó los aranceles a casi todos los países, menos a España lo que no es por pura casualidad; nos llamó la atención públicamente en las cumbres de la OTAN y puso grandes pegas a los desplazamientos y a la obtención del visado a los españoles para desplazarse o quedarse en EEUU para estudiar o trabajar. Haberse enfrentado en varias ocasiones David a Goliat, sin ni siquiera contar con la onda con la que tirarle una piedra y haber despreciado las tradicionales relaciones y los canales de amistad y cooperación fue un grave error entre dos insolentes; pero también, un acto muy arriesgado por nuestra parte y, en consecuencia, ahora parece llegado el momento de pagar la factura de tanto mal paso dado y falta de cuidado, incluso aunque el presidente norteamericano —quien se resiste como gato panza arriba— esté en sus últimos actos, recogiendo los bártulos y le quede pasar en la Casa Blanca solo esta Navidad.

En la gestión de la pandemia que asola al mundo de forma muy singular, las malas gestiones del gobierno y sus retrasos en la forma de actuar para atajar el mal, unidos a los graves desprecios y a las falsas comparativas con todos los demás, en boca del propio presidente, no le han ayudado a la ministra a lavar siquiera un poco, la imagen tan pobre que estamos dando entre nuestros aliados europeos e incluso, también a nivel mundial. Las gestiones en el exterior para la compra del urgente y muy necesario material, no han podido ser peores, inútiles, de las más costosas, y hasta muchas de ellas fuera de una total legalidad. Los propios chinos con su especial mercado y los “amiguetes españoles” que han actuado y se han lucrado con dinero público a modo de “intermediarios”, nos han engañado como a chinos, según se decía antaño, aunque creo que eso nunca fuera verdad.

Todavía colean cientos de millones en compras nada serias, algunas inexistentes, poco legales y hasta con tintes de malversación por aclarar. Mucho me extraña que en estas lides no se empleara, como sería natural, la red de Oficinas Económicas y Comerciales que España, como cualquier país avanzado, tiene encuadradas en las misiones Diplomáticas Permanentes; oficinas, consejerías o delegaciones de industria y comercio que sirven para facilitar y agilizar la venta y compra de productos propios o de aquellos que se precisan para nuestra economía o para paliar rápidamente una urgente necesidad nacional. Dichas oficinas están bajo el control de los Embajadores y dependen de ambos ministerios, el Ministerio de Exteriores y el de Industria, Comercio y Turismo. Desconozco si por entonces, los ministros Illa, Reyes Maroto y Laya sabían de su existencia y el buen funcionamiento general de las mismas; pero mucho me temo, que algo raro hay porque es vox populi que algunos de los contratos firmados fueron falsos, varios se hicieron a escondidas, muchos resultaron oscuros o con cierta nocturnidad y bastantes de ellos con amiguetes y empresarios realmente extraños y totalmente alejados del ramo o actividad. Situación que nos lleva a pensar muy mal y creo que, ahora que tan de moda están las profundas e intensas investigaciones por posibles comisiones en gestiones en el extranjero por parte del Rey Emérito, este tema también, por ser dinero oficial y por su monto total, con el mismo impulso y ahínco que vienen demostrando, se debería investigar por la Fiscalía General.

El papel y la imagen del desastre económico que atravesamos en España, con tendencia a empeorar mucho más, según los indicadores del ramo a nivel nacional e internacional, y sólo superado por Italia en la UE, es muy triste, propio en la mayor parte de su responsabilidad y muy oscuro para poderlo ocultar o fácilmente limpiar. Este gobierno y todos los responsables en el interior y el exterior, han permanecido silentes e impasibles ante la evolución de los hechos o acontecimientos y las repercusiones de las erróneas medidas adoptadas hasta el momento para paliar en algo sus efectos y sobre la barbaridad de las que, según parece y se anuncian, se van a adoptar con los nuevos presupuestos. Medidas, totalmente contrarias a las adoptadas por los países de nuestro entorno, poco o nada consensuadas y propias de la imaginación de un trilero, su acompañante muy cercano con coleta al viento y dos señoras totalmente equivocadas o, lo que es peor, anuladas en su ideario económico, que tratan de enseñar la misma bolita en los tres cubiletes a la vez, vendiendo humo con aquello de que aún no se tiene, que deberá llegar a plazos y sin urgencia, si es que se cumplen todas las expectativas puestas en ellas y siempre que no aparezca otro nuevo escollo que ponga todo este andamiaje en peligro. Nos hemos convertido en unos absolutos pringosos pedigüeños, vivimos con la mano extendida y suplicando las limosnas que nos puedan llegar; sin que nuestra palabra, peso específico o ideas para solventar el problema, poco o nada puedan valer ni mucho aportar; esta misma semana acabamos de comprobar que, tras días de mucha incertidumbre, nuestro futuro estaba pendiente de un hilo muy fino, vendidos y en manos de las negociaciones y esfuerzos de Francia y sobre todo, de Alemania para que sean ellos los que, finalmente, convenzan a los díscolos y nos puedan salvar.

Nuestra manía de ir por libre, de no ejercer el papel que realmente nos corresponde y que todo el mundo espera que juguemos en la UE y en especial en las relaciones de esta con Iberoamérica es patético y convierte a nuestra diplomacia en un verso suelto que además de no cumplir con lo esperado o requerido, muchas veces actúa en sentido contrario al que siguen o pregonan los demás. La imagen dada por un expresidente de gobierno de España, Zapatero, autoerigido contra todo el mundo, menos de una panda de mafiosos aprovechados, en una especie de “mediador internacional” sin mandato alguno de organismo internacional; repudiado por la mayoría de los venezolanos y acompañado por la peor ralea de aquellas tierras en los actos en apoyo a un tirano y dictador como Maduro, es triste, muy penosa y nos hace a todos mucho mal. Pero, conviene resaltar, que esta mancha no sólo es debida a que Zapatero ejerza dicho papel a nivel personal —con la casi certeza de espurios y ocultos intereses y agenda— sino porque recibe el bochornoso y silencioso apoyo implícito por parte del gobierno que, impasible en el ademán, sobre aquella zona arrastra y mantiene una política exterior muy errática, altamente incomprensible y ciertamente singular.

La ministra Laya no ha sabido aprovechar los privilegios e iniciativas europeas para España acordadas en las negociaciones del Brexit sobre el futuro de Gibraltar. Por iniciativa propia y sin que aparentemente nadie de la UE se lo pidiera, hace meses se lanzó a reunirse con el ministro Picardo de tú a tú en una reunión de carácter bilateral. De aquellos polvos, aunque fueron negados, vienen estos lodos y no tengo nada claro en que quedará el tema de la soberanía, el cruce de fronteras y los derechos de los españoles que trabajan en el Peñón; así como los tributos de los muchos y sucios negocios allí generados, a las puertas de España, sin repercusión alguna para nuestras arcas y otras muchas cosas más.

Nuestro papel, figura y prestigio en la OTAN, es meramente residual y no es menor gracias al buen esfuerzo e imagen de nuestros soldados —malamente pagados y lo que les rondará— que con un bastante obsoleto material, hacen con esmero y generosidad en sus reiteradas rotaciones yendo de aquí para allá sin apenas tiempo para en España descansar. Somos el país con cierta entidad económica y militar que menos gasta en defensa en toda la OTAN y no hay ningún signo de que esto ni pronto ni tarde, vaya a cambiar. Por razones meramente política, abandonamos a nuestros aliados nada más empieza el peligro, o cuando se intuye que este vendrá. No fomentamos la industria de armamento ni la naval, perdemos contratos en este sector por dejar tirados a los norteamericanos en misiones acordadas que pudieran servirnos de expositor o atalaya de nuestro material y no explotamos otro tipo de capacidades en instrucción y adiestramiento en los campos de maniobras que guardamos celosamente sin apenas usar internacionalmente y cuyo número se reducen día a día porque el señor Sánchez los necesita para negociar oscuros y espurios apoyos a sus presupuestos, esos que tanto daño a España harán.

No nos llaman para nada importante fuera de casa; en política exterior somos como un bicho raro que casi todo el mundo desprecia o se aleja por si acaso; alguien que constantemente tiene en la cabeza la tremenda obsesión de pretender aparentar, busca codearse con los más importantes aunque solo sea para una foto fugaz y que le encanta figurar y presumir de su presencia física en diversos foros, aunque solo sea cómo fachada, a un elevado precio real o como resultado de una invitación particular de dudoso coste y valor, sin que se nos conceda el uso de la palabra, voz ni voto en los debates o conclusiones de dicho foro o entidad.

A lo largo de mi vida profesional he tenido la suerte de pasar por destinos o misiones y realizar cursos internacionales; situaciones, que me han enseñado cómo las relaciones internacionales se organizan en el extranjero. Me ha quedado bien claro que lo hacen de manera muy diferente a como lo hacemos aquí; los objetivos se marcan, pulen y definen claramente; se buscan y mantienen las iniciativas de cooperación que interesan de verdad y no solo por aparentar; se forjan y eligen lianzas duraderas o realmente comprometidas y se trata de resistir en ellas a toda costa, practicando el buen ejemplo y con mucha dignidad; son conscientes de que dichas relaciones se desarrollan en un mundo de lobos y alimañas donde pronto se identifica al débil como la víctima más propiciatoria y en el que buscan sobresalir sobre las aspiraciones de los compañeros de bando y mesa porque saben que aquellos que marchan mucho más lentos o atrás, aún les queda mucho aprendizaje, experiencias y prácticas por desarrollar.

En la arena internacional, solo sobreviven los que pueden presumir de verdad por causas o éxitos propios y porque sus méritos son grandes, verdaderos, tangibles o bien palpables y no solo una forma de aspirar o desear alcanzarlo todo, pero tan solo de forma, manera  y modo condicional. Es precisamente en este aspecto, donde alcanza todo su vigor y fuerza la famosa frase atribuida a Abraham Lincoln —aunque el verdadero autor parece ser Jacques Abbadie, un protestante que la pronunció en el año 1684— que textualmente dice: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Frase, que con ligeras modificaciones, sirvió de lema y guía a J. F. Kennedy, un gran admirador de su antecesor y que parece que no le afecta en absoluto a nuestro actual presidente porque lleva años haciéndolo sin que nadie le diga nada, sin perder apoyos y sin apenas pestañear.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

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LOS PLATOS ROTOS

F. Javier Blasco*

Solemos identificar el final de los desastres en el hogar o las rupturas sentimentales con la rotura de la vajilla y, sobre todo, de los platos de la misma. No sé qué tendrá dicho utensilio tan necesario para comer a la manera occidental, pero suele ser lo primero que buscamos y nos echamos a las manos para romperlos si el enfado entre la pareja es mayúsculo o cuando la situación de relación en el hogar ha llegado a un punto de no retorno y para quererlo significar ruidosamente, aplacamos o demostramos nuestras iras con la estrepitosa y forzada rotura de aquellos.

Los añicos que quedan tras la debacle, suelen ser muchos, molestos y difíciles de hacerlos desaparecer de una sola pasada, porque siempre suelen quedar pequeños trozos por todos los rincones, lo que, de nuevo, nos retrotrae al momento de la crisis y además, nos recuerdan y magnifican el hecho de que aquella vajilla, fue la que un día comparamos o elegimos con mucho mimo, cariño y con la esperanza de que nos sirviera y acompañe toda la vida; vajilla que nunca jamás se volverá a recuperar porque suele ser difícil encontrar una copia en el mercado, salvo que esta sea de baratillo o un simple conjunto para salir del paso y cubrir una pasajera e intrascendente necesidad.

Pues bien, nuestro ínclito presidente, aquel de la sui generis  moción de  censura basada en hechos falsos y espurios; el de la tesis doctoral escrita por un negro, aprobada por amigos, llena de errores, plagios y mala a rabiar; el mismo que prometió a bombo y platillo y no una vez sino innumerables más, no pactar con Bildu, mantenerse alejado de su pesadilla Iglesias, respetar la Constitución y la Jefatura del Estado y no engañar a los españoles jamás, una vez quitada la careta, se lanzó cuesta bajo a toda prisa para incumplir todo lo prometido públicamente en sus campañas y hasta en sede parlamentaria e institucional.

Ha roto casi toda la vajilla de su dote de boda política y ahora hasta empieza a rebuscar por los rincones porque sabe que aún queda olvidada alguna pieza más y que para su desaparición total debe hacerles sufrir el mismo destino que sus compañeras de lote, con toda su ira y verdadera maldad. Cierto es que aunque él sea el presidente —aunque a veces a Iglesias se olvide o no lo crea de verdad— y por ello el máximo responsable de todo para bien y para mal, en este desaguisado y carnicería está muy bien acompañado y a veces, hasta parece ser guiado por dicho amigo del alma; aquel que desde el ruin y empalagoso “abrazo del oso” ya no le quita el sueño y puede dormir plácidamente en su colchón de Moncloa o en cualquier otro lugar, a pierna suelta y sin ningún tranquilizante que tomar; lugares, a los que, por cierto, viaja por la cara, bien acompañado por su clan, sin reparar en gastos y con mucha asiduidad. 

Ese amigo que era muy dado a los insultos a los demás, que hacía feos y sucios escraches a los políticos, se reía de todo y gozaba al ver a los policías y guardias con sus cabezas abiertas por las barras de hierro o ladrillos lanzados por sus colegas de ideas cuando estos salían a la calle a protestar contra el gobierno del momento; pero que ahora sin embargo, hace que rodeen su casa decenas de guardias civiles, denuncia a todo el que se mueve cerca de la misma o hablen mal de él y hasta provoca que suspendan de empleo y sueldo, durante dos meses, a un policía sindicalista porque le llama “el moños” y, a pesar de que lo lleva aunque sea mal llevado, dicha palabra le ofende de verdad. Un mal vestido (parece que no tiene ropa de su talla o la poca que tiene la compagina fatal) y peor aliñado auxiliar de profesor universitario en la facultad de políticas, cuyo nivel intelectual debe dejar mucho que desear porque, al parecer, es incapaz de sacar una plaza fija con lo fácil que eso allí deberá estar.

Sánchez en su permanente campaña de publicidad ha removido Roma con Santiago, no ha dejado títere con cabeza y hasta ha sacado de su tumba los restos de Franco porque, según él, su vicepresidenta primera y la entonces Ministra de Justicia y hoy Fiscal General, era un clamor popular y una urgente y perentoria exigencia nacional. Tras mucho trasiego político con implicación del Vaticano incluso, demasiado bombo en los medios y una excesiva cobertura por la televisión amiga en vivo y en directo, finalmente aquel circo mediático, sólo le rentó unas pocas horas de popularidad ya que el hecho quedó apagado por sí mismo a los pocos minutos de culminar. Si pensaba sacar mucho rédito a tanta hipocresía y a un considerable gasto, solo le ha servido para pasar a la historia, como el presidente que hizo revivir los muchos legados de Franco, al igual que le sucedió al Cid Campeador, aunque en este caso, tras cuarenta y cinco años de su muerte de viejo, en su cama y por causa natural. Tras tanto remover la memoria histórica, ahora resulta que por ello, algunas estatuas y calles dedicadas a socialistas y comunistas se verán obligadas a desaparecer o cambiar. Es lo que suele ocurrir cuando uno se pasa de frenada al legislar tanto y tan duramente, que se olvida que en su bando hay muchas, muchísimas cosas que callar y por ocultar, otras tantas más.

Su ira y afán de revancha han ido in crescendo tanto, que ya en su cabeza y modo de actuar cualquier cosa es posible que ocurra; todo absolutamente todo, tiene cabida en su mente perversa y poco armada; vive en un permanente odio impostado o inculcado, impropio de un joven pijo y mal criado que lo tuvo todo en la vida sin dar muchos palos al agua, al igual que su compañera conyugal, quien aunque procede de una familia con determinados negocios poco recomendables, está bien adinerada y, quien ahora además, goza de todos los posibles e imposibles privilegios personales, trabajos varios y soberbias pagas aunque no tenga un solo mérito en su curriculum con los que ninguno avalar o justificar ni siquiera alguno de aquellos.

Como fiel alumno, y hasta más bien el más aventajado, sigue los pasos o completa la faena del poco acertado Zapatero, aquel aprendiz de brujo que “estudió economía en dos tardes” y por ello nos llevó a la quiebra total, el inventor de la nación de naciones y de que el concepto de nación es discutido y discutible. Quien en lugar de estar contando nubes, como nos prometió al ser expulsado, sigue haciendo el ridículo dentro y fuera de casa, vendiendo humo y tratando de engañar al mundo entero, mientras oculta unos espurios intereses que aún están por descubrir, porque sinceramente, habría que padecer de idiocia, si hace lo que hace por nada a cambio, solo por figurar o por amor al arte; cosa que nadie, salvo alguien muy despistado, se lo puede tragar. 

Nuestro presidente como hombre “con suerte”, para allanar más fácilmente el camino en su inmensa perversidad, ha tenido la oportunidad de que llegara la Pandemia del Covid 19; gracias a dicha situación, y como consecuencia de haber mantenido los oídos sordos y la mirada fija en otros lados, aquella llegó a España y se estableció en ella con toda su crudeza, cosa que se agudizó por su mala o nula gestión. Así, nos convertimos en el peor país del mundo en gestión y el tercero en número de muertos en proporción a la población, lo que justificó un durísimo y penoso Estado de Alarma de tres meses en plazos prorrogados cada quince días y un confinamiento de mes y medio lo que le sirvió para, amparado por en una vieja Ley, hacer lo que viniera en gana durante tanto tiempo y sin tener nada que justificar.

Para ello, inicialmente, cómo casi todos le creyeron y confiaron en su palabra de presidente en momentos de grave crisis, contó con el apoyo de todo el espectro parlamentario, que dicho sea de paso, cayó en sus garras por ineptos, falta de claridad de ideas, poca experiencia y en algunos casos por su poca o nula dignidad. Más tarde, paulatinamente y cuando las cosas ya eran bien malas y patentes y debido a diversos factores como los muchos abusos legislativos, continuos desplantes, errores y determinados abusos, los apoyos iban disminuyendo hasta que se llegó al extremo en el que solo le apoyaban sus compañeros de investidura (lo peorcito de España) y un partido residual, Ciudadanos (Cs) que caminaba y camina contra corriente desde que les abandonó su líder natural y ahora está en manos de una señora, especialista en olvidarse de sus engañados votantes, hacer lo que le viene en gana y en criticar a los que luego les ruega ir juntos en las listas, aunque solo en aquellos sitios donde sabe que por sus méritos nunca lograrían una plaza.

Ahora —tras un verano desastroso para todos menos para él, su gobierno y una larga lista de amigos que, al parecer siempre le acompañan a todo trapo a lugares y en medios oficiales aunque todo ello, para mayor vergüenza y escarnio en lugar de dejarlo bien claro, en un esfuerzo vano de taparlo, lo ha  declarado como secreto oficial— la situación sanitaria debida a los fuertes rebrotes se ha vuelto a deteriorar y de nuevo, ni corto ni perezoso y apoyado por los mismos ineptos y/o rufianes, nos marca y deja bien sellado un largo calvario; aunque esta vez, aprendida la lección de la etapa anterior, con sutiles diferencias que hay que enumerar: ya no se prorrogan los plazos de Alarma cada quince días; la situación durará seis meses sin que nadie le pueda rechistar; el presidente ya no tiene que ir al hemiciclo a rendir cuentas ni a pedir apoyos para mantener la situación; es un trabajo duro y penoso y lo delega en el filósofo que ejerce de brujo como Ministro de Sanidad; él no está para tonterías, sino para otras cosas de mayor enjundia o calado aunque tenga al país sometido al Estado de Alarma más largo de la historia de la humanidad y sumergido en la segunda peor quiebra de la UE a la espera de unos fondos que Dios sabe, si alguna vez y cómo finalmente vendrán. La responsabilidad queda en manos de la Comunidades Autónomas a las que toda acción propuesta por ellas, el gobierno, según su personal —que no técnico— criterio y grado de animadversión personal (Madrid), debe aprobar y a lo sumo, si así lo estima oportuno, algunas de aquellas acciones y medidas las podrá coordinar.

Gracias a tanto Estado de Alarma ha podido remover, retorcer o aprobar leyes a su antojo y con carácter de urgencia, sin pasar los filtros preceptivos o los plazos recomendables y sin ningún consenso con los agentes sociales, los sectores afectados o la oposición privando a los españoles del legítimo derecho a que sean discutidas como corresponde en las Cámaras de las Cortes y el Senado. Un auténtico rodillo al más puro estilo absolutista y dictatorial; tanto, que la generalmente tímida y lenta UE, no ha podido mirar tanto para afuera y le ha tenido que llamar la atención en varias ocasiones porque sus pretensiones y humos olían muy mal.

En esta semana pasada, aprovechando que la propia UE ha levantado la mano y, al menos por dos años, mirará para otro lado en lo referente a la contención del gasto, al excesivo incremento del déficit y la deuda (el segundo gran golpe de suerte para él y la peor noticia para los españoles) ha aprobado un proyecto de presupuestos falsos e incumplibles por muchas vueltas y engaños que se le quieran dar o aplicar. También ha conseguido, por un solo voto más que la mayoría absoluta requerida, aprobar la peor, más sectaria y destructiva ley de educación que jamás los españoles pudimos pensar. Una Ley, que ataca y pone las bases para destruir la educación especial y la concertada, desprecia el esfuerzo y la verdadera capacidad; así como y esto sí que es grave, permite que según piensen y consideren las Comunidades, el español será o no lengua vehicular, aunque siga siendo oficial en todo el Estado.

Poco a poco han ido copando los puestos y funciones clave para el funcionamiento y el control de los estamentos y pilares del Estado y de los propios ciudadanos; hace ya años que se tomó al asalto, aunque oficialmente era de forma provisional, la dirección y administración de RTVE convirtiéndola en la más fétida herramienta de propaganda al servicio exclusivo del gobierno; luego se nombró Fiscal General del Estado a aquella persona que había sido, hasta pocos minutos antes, Ministra de Justicia —persona muy deslenguada y poco fiable por su inclinación a las reuniones y amistades peligrosas con gente juzgada por delitos o encarceladas y pendientes de juicos— por aquello de controlar las actuaciones y acusaciones judiciales de un órgano colegiado y orgánicamente estructurado; cosa esta que, sin ningún reparo, el presidente lo dejó bien claro y puso blanco sobre negro con aquella desafortunada frase lapidaria, sin cortapisa alguna, intencionada y en directo durante una entrevista pública “¿de quién depende la fiscalía? Pues eso”. Posteriormente, sin dilación ni pausa alguna, se fueron relevando a las figuras en los puestos fundamentales de las cúpulas del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia civil para aposentar en ellos a personas “menos conflictivas o incluso más del acomodo” del ministro del ramo a imagen y semejanza de lo previamente sucedido en la dirección y el mando de las fuerzas armadas, cosa que este caso, esta misma semana se ha seguido haciendo. No contentos con ello, se empezaron a contralar los contenidos y las publicaciones en los medios y las redes, primero negándolo públicamente y en sede parlamentaria y más tarde, legislando de tapadillo sobre ello, con excusas tan vanas como evitar los bulos, las llamadas fake news procedentes de cualquiera menos del propio gobierno que las produce a mogollón y atacando así, un principio fundamental como es la Libertad de Expresión, recogido y defendido en nuestra Constitución. 

Siguiendo su táctica de lanzar globos sonda para analizar las reacciones o acostumbrarnos poco a poco a los ciudadanos a lo que se nos viene encima, ya se han dado muchos pasos y se empiezan a conocer otros nuevos o muy posibles. Pasos destructivos en todas las direcciones, coordinados y casi todos al mismo tiempo, para evitar que los podamos detectar y estudiar plenamente para poder reaccionar. Esta enloquecida pléyade de cambios, reformas y cesiones pueda que sea el hecho que justifique que Sánchez se haya rodeado del gabinete más numeroso, costoso, incompetente para lo bueno, pero muy eficiente para lo malo y destructivo de la historia de la democracia. Necesita torpederos por todas las bandas en este buque a la deriva antes de que él lo hunda definitivamente.     

Entre las lindezas en proceso o prontas a llegar están los indultos a los presos protagonistas hace tres años de un golpe de Estado contra España y su Constitución; aunque, más tarde, algunos organismos bien coordinados y alentados por diversas influencias o manos negras, lo rebautizaron como una tontería o una simple ensoñación y por aquello de ponerle un apellido algo más serio, lo disfrazaron de sedición en el grado más bajo para su calificación. No contentos con tamaña felonía, ya está en marcha el proceso de cambios en el Código Penal para dejar en nada los delitos contra el Estado, por entender que son decimonónicos y fuera de la actualidad aunque, realmente, acaba de pasar y sus protagonistas aún en la cárcel, anuncian a todo trapo que están dispuestos a volverlos a protagonizar.

En España, incluso alentado o con implicación directa de algunos miembros del gobierno, se ultraja al Rey, se quema y pisotea la Bandera, se pide una o varias repúbliquetas bananeras por canales ilegales y se ofenden y denigran a las víctimas de terrorismo hasta con menosprecios oficiales e indignos acercamientos de presos sin ningún signo de arrepentimiento y sin que nadie diga o haga nada para solucionar estos graves hechos que, incluso, hasta han perdido dicha consideración. Se realizan indecentes acuerdos y pactos de Estado con los que quieren romper la Nación, con los herederos de los terroristas que nunca han condenado los sufrimiento provocados por los casi mil muertos asesinados y los miles de heridos y afectados que dejó tras de sí la banda terrorista ETA en sus violentas correrías criminales. Se están fraguando nuevos Estatutos que den todo tipo de desconexiones y cesiones varias entre los territorios de España, que durante siglos constituyeron la nación más longeva del mundo occidental. La caja única de la Seguridad Social es una cosa que está a punto de reventar y entonces veremos que sucede con las pensiones y ese precepto de solidaridad que mantiene a aquellas para todos por igual.

España tras los dos o tres próximos años que nos esperan de un improvisado y más que seguro exagerado dispendio, dadivas a troche y moche y apoyos infectos por interesados en busca de votos y adeptos —realizados de forma desenfrenada y sin control o veto interior o exterior— acabará en una auténtica e irreparable banca rota; los diezmados trabajadores, aquellos que para entonces no estén viviendo del paro, si es que todavía persiste algún fondo para pagarlo, no podrán sobrellevar tanto impuesto y el costo para pagar unos gastos desorbitados de un gobierno sin freno ni recato; cuando se acaben las ayudas externas, que se acabarán, no se podrá costear a tantas personas viviendo de los pocos que trabajen y mucho menos, se deberá pensar en reducir en algo una deuda más que exagerada y un déficit espectacular, que solo por los intereses de la que quede sin pagar, seguirá creciendo sin parar.

No es precisamente la España actual y su gobierno ningún dechado o ejemplo positivo en las relaciones exteriores; en el flanco sur tenemos a Marruecos, que si bien siempre ha sido un divieso para España en los momentos de mayor debilidad o dificultad política, en estos últimos años anda a la greña con nosotros reivindicando aguas y recursos en zonas propias, nos tiene en vilo con los cupos de pesca, invade nuestros mercados con frutas y verduras frescas más baratas y no debemos olvidarnos de que las empresas españolas son las primeras inversoras en su territorio con lo que toda dificultad o poco entendimiento pondría en peligro mucho capital español que ha echado raíces y crece allí. Mantiene la llave del grifo de la emigración propia y vecina; grifo, que abre y cierra a su placer para ponernos en dificultad siempre que lo estime oportuno; sus fuerzas armadas se está equipando de material moderno, mientras las nuestras se desviven por sacar a flote y mantener, con escasos recursos y menor presupuestos, un material en muchos casos, casi obsoleto con el que pretendemos equilibrar  fuerzas. El problema del Sahara sigue latente en la ONU y en las relaciones entre el Polisario y Marruecos, mientras todos nos miran como el país que tiene la llave para encontrar la solución final cuando nos hemos olvidado de aquello. Entre tanto, nuestro presidente, desoyendo todo consejo aún no se ha dignado —como siempre ha sido costumbre por cortesía y seriedad— en visitar al vecino en Rabat y el vicepresidente segundo, en una más de sus guerras particulares, fomenta el mal rollo y la autodeterminación de los restos del pueblo saharaui, indisponiendo con ello al Rey de Marruecos, persona que, en estas cosas de feos y por lo que económicamente les supone, no se suele dejar amedrentar.

Nuestra relación con la UE, aparte de haber intentado mentir y sido tantas veces trileros con ellos, es la propia del segundo mayor pedigüeño y el peor situado sanitario y económicamente de entre todos los miembros de la Unión; por lo que nuestra imagen y prestigio están bastante dañados. En la OTAN somos una especie de apestados porque gastamos menos que un ciego en novelas en contribuir a los gastos generales y particulares en defensa de la Alianza. Veremos en que cambia nuestra relación con EEUU, muy dañada por la ojeriza política y económica desarrollada de forma personal por la Administración Trump y por último, con Suramérica, gracias a unos años de abandono oficial tampoco atravesamos una posición preferente o de gloria precisamente; la proliferación de movimientos bolivarianos y antiespañoles en aquellas tierras al considerarnos nocivos colonizadores y, también, las muchas injerencias de personajes de mayor o menor calado y prestigio de la política española en el desarrollo de sus políticas y futuro, llevadas a cabo sin ser invitados por nadie junto o en defensa de los movimientos más sanguinarios y radicales zonales, crean un caldo de cultivo muy propicio a perder nuestra influencia entre ellos de forma definitiva.

Un panorama particular y global tremendamente difícil y muy complicado de enmienda para el que ostente el ministerio del ramo; aunque mucho me temo, que con los bueyes que tenemos para arar en el presente en tanto lodazal, en mucho tiempo, la cosa no se pueda arreglar y el deterioro masivo en la arena internacional, sin duda, irá a más.

El pasado mes de junio escribí y publiqué un trabajo al que titule “España ¿ha muerto?” [https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/espana-ha-muerto-1]; hoy con tan solo unos pocos meses de diferencia, me atrevo a decir afirmativamente “España ha muerto y está en camino de su extinción definitiva” somos un país sin futuro y a la mayoría de los españoles, tras años de sutil y directo adoctrinamiento, se les ha helado la sangre y han perdido las ganas de reaccionar. Vivimos inmersos en la esperanza en el subsidio y la subvención gratuita sin pensar mucho en el mañana, como si todas esas dadivas y prebendas fueran una especie de inagotable maná, que fuera a durar toda la eternidad.  

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas.

Miembro de la SAEEG.

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Artículo publicado en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/los-platos-rotos