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A RUSIA LE CUESTA ABANDONAR LOS VIEJOS VICIOS

Alberto Hutschenreuter*

La recientemente fallecida Hélène Carrère d’Encausse, una de las mejores especialistas de Occidente en Rusia y la Unión Soviética, entre sus muchas obras tiene una que se titula «El mal ruso». Allí, la experta francesa de ascendencia georgiana, plantea que la historia de Rusia podía ser explicada desde la violencia política; una práctica aplicada desde arriba hacia abajo, pero también violencia desde abajo hacia arriba, sobre todo desde el surgimiento de movimientos insurgentes en la segunda mitad del siglo XIX.

Por su parte, Alain Besançon, otro gran experto francés en ese país, consideraba que la Unión Soviética podía ser explicada desde los ciclos conocidos como «comunismo de guerra» y «nueva economía política». Mientras que en el primero el Estado avanzaba violentamente sobre la sociedad para imponer el modelo marxista leninista y eliminar toda oposición, en el segundo, para evitar la misma desaparición de la sociedad y que la economía tuviera más rendimiento, el Estado replegaba su poder, permitiendo que se revitalizara la sociedad y la producción.

Luego, el régimen regresaba al comunismo de guerra y, si era necesario, como lo fue cuando Alemania invadió la URSS, permitía otra vez que la sociedad y los soldados sintieran menos opresión. Durante la guerra de exterminio con Alemania, la nueva economía política fue acompañada de la evocación de gestas militares gloriosas y héroes del pasado ruso.

El punto es que los interesantes planteos de los dos especialistas sirven para explicar Rusia y la URSS hasta la muerte de Stalin, en 1953. Pues desde entonces el totalitarismo dejó de ser la condición política en el país, continuando el autoritarismo como rasgo del poder. Es decir, con Stalin se fue esa forma política-económica-social-cultural que solo admitía la ideología imperante. Cualquier manifestación mínima de disidencia podía significar la muerte o el Gulag, que era casi como una muerte en vida, tal como lo describe la obra mayor de Alexander Solzhenitsyn, un testigo directo, o un reciente trabajo de la historiadora Anne Applebaum.

Por supuesto que con los «sucesores de Stalin» todas las características del régimen, muy bien analizadas por Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington en un texto clásico de los años sesenta, continuaron, pero no con la brutalidad de antes, es decir, el terror en todas partes. Incluso se permitió la publicación de libros que nunca antes se habrían permitido. Tras la muerte del dictador, la URSS entró en un largo ciclo de nueva economía política, hasta que el país-continente se desplomó, la Guerra Fría terminó, el mundo ingresó en el régimen de la globalización y la «nueva Rusia» experimentó una era de desorden interno y debilidad externa casi sin precedentes.

En ese contexto, hacia el final de la década del noventa, Vladimir Putin, un hombre del extendido segmento del servicio secreto, fue designado primer ministro y luego fue elegido presidente. Con él, Rusia se ordenó hacia dentro y, por tanto, logró elevarse estratégicamente hacia fuera.

Pero Rusia mantuvo algunas «constantes». Por caso, siguió siendo un gran poder, aunque no un actor preeminente cabal, es decir un poder con proyección en todos los segmentos de poder. A pesar de su poder nuclear, su asiento permanente en el Consejo de Seguridad y su ascendiente geopolítico en el «vecindario inmediato» (las ex repúblicas), Rusia continuaba siendo una potencia con base «GPM» (gas, petróleo y minerales). Algunos, irónicamente decían que Rusia se apoyaba en una «economía Kalashnikof», esto es, barata, irrompible y con baja tecnología. Como otrora la URSS, su Estado continuador postergaba la modernización.

Hay otras constantes, por ejemplo, el celo geopolítico frente a situaciones que impliquen poderes tradicionalmente marítimos que se acercan a sus fronteras y amenacen su condición de poder terrestre. Por ello, Rusia siempre reaccionará desde lo que considera «medidas contraofensivas de defensa».

Además de estas constantes, Rusia también mantuvo algunos «vicios» zaro-soviéticos en relación con el ejercicio y mantención del poder. Es verdad que ya no es un régimen de partido único, aunque sí de partido hegemónico. Y si bien en un principio el régimen mostró una relativa tolerancia con opositores, durante la última década el régimen se volvió más cerrado frente a la sociedad y más duro con la oposición. En este contexto, ocurrieron asesinatos selectivos, quedando siempre el régimen y el mismo presidente en el abanico de conjeturas sobre la responsabilidad. Las recientes muertes del número uno y el número dos de la milicia Wagner han sido otro caso más en los que las sospechas se dirigieron rápidamente al mandatario.

Ello no quiere decir que acaso Rusia se vuelva a explicar desde la violencia, pero sí tal vez debamos preguntarnos si el régimen político ruso no se está dirigiendo hacia formas que podrían provocar una gran disrupción en el país. Porque en la Rusia de hoy, el centralismo y verticalidad del régimen podrán mantenerse, pero muy difícilmente un líder alcance el poder totalitario que tuvieron Stalin o Pedro el Grande.

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.

Artículo publicado el 25/08/2023 en Abordajes, http://abordajes.blogspot.com/.

LOS FACTORES DE LA DECISIÓN

F. Javier Blasco*

No es la primera ni la segunda y creo, que ni la décima vez que, para tratar de analizar cualquier conflicto con participación militar, debo recurrir a escribir sobre estos conceptos, que durante años he enseñado en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas y practicado en operaciones reales en cuarteles generales de la ONU, la OTAN o de España, tanto dentro como fuera del solar patrio.

Creo que esta situación ha sido prácticamente imprevisible en su evolución para la inmensa mayoría de analistas, entre los que me incluyo. Todavía es muy prematuro avanzar el resultado final de este conflicto, creado artificialmente por Putin contra Ucrania para absorberla, así como para terminar de escribir las necesarias Lecciones Aprendidas, imprescindibles en todo conflicto y máxime en los que, como en este, las cosas no funcionan como se esperaba, se tuercen y hasta pueden derivar hacia resultados totalmente contrarios a los previstos.

Pero, para tratar de corregir o paliar en parte los propios y ajenos errores, lo que sí es indudable ahora es que debemos empezar a tratar de explicar que es lo que ha pasado hasta el momento, que está pasando y que puede llegar a pasar; por supuesto, siempre que la situación, la estrategia a emplear, la entidad y la cantidad de medios implicados no cambien drásticamente.

Los factores de la decisión, como muchos ya saben, son: la misión, ambiente, el enemigo, el terreno y los medios.

Una serie de elementos que deben ser estudiados y analizados con todo tipo de detalle, porque cada uno por separado o en coordinación, influyen directamente en el proceso de toma de cualquier decisión de carácter militar.

Todos ellos tienen una valoración similar, ninguno es preponderante sobre los demás. Una valoración bastante negativa, aunque sea de solo uno de ellos, puede dar al traste con la operación planeada, obligar a grandes cambios en su orientación y hasta llegar a cancelarla.

Con respecto a la misión, debe ser clara, completa, asumible, directa, factible y que no deje flecos sin estudiar para tener que ser desarrollados con posterioridad. Pedir peras al olmo o que la misión emanada sea tan compleja pueda dar lugar a diversas interpretaciones, es una irresponsabilidad.  

El ambiente es un factor que aparentemente es ambiguo o muy amplio, pero francamente decisivo porque abarca conceptos como la población (edad media, religión, creencias, ascendencia y grado de formación), su régimen político, el grado de su espíritu de defensa nacional, formas de vida, industria propia, dependencias, diversos tipos de apoyos externos, desarrollo económico y otros varios más.  

El enemigo debe estudiarse desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, estado y nivel de su armamento, moral de combate, grado de instrucción y adiestramiento propio o adquirido externamente, apoyos actuales o potenciales, así como sus capacidades logísticas y de reposición de personal y material.

El terreno es un factor francamente importante por su capacidad o no de transformación por la mano del hombre, los efectos del clima reinante durante la operación, grado de fortificación del campo de batalla, elementos naturales o no aprovechables como grandes ciudades, cursos de agua, cadenas montañosas, embalses, aeropuertos, carreteras y salidas al mar.

El apartado de los medios, abarca, lógicamente, los propios para confrontarlos con los del enemigo, en su grado cuantitativo, cualitativo y de proporcionalidad, moral de combate, grado de hastío en las tropas, influencia de los otros factores sobre su posibilidad de empleo, así como, su nivel de mantenimiento y efectividad.

Tras este somero repaso y enumeración de cada uno de ellos, podemos entrar en harina. En primer lugar, la misión asignada a las tropas rusas, al menos la que nos ha llegado a nosotros, no ha estado nada clara, es totalmente confusa, enmascarada y llena de cambios en función de la evolución de los acontecimientos; muy propia para una guerra relámpago y no de un conflicto de guerra de guerrillas de carácter urbano y asimétrico que se puede prolongar en el tiempo.

El ambiente es quizás el factor que menos han estudiado con propiedad los estados mayores rusos. La población ucraniana considerada por ellos mismos y los rusos, como los ancestros de la gran Rusia y el alma de su espíritu.

Una población que, a pesar de tener zonas llenas de ruso parlantes, a la hora de defender su tierra, honor y dignidad, ha dado una lección al mundo por lo numantina que se ha mostrado, sorprendiendo a propios y extraños por su capacidad de sufrimiento y predisposición al martirologio, si fuera preciso, sin tener en consideración su rango, sexo, edad o condición.

A diferencia de otros conflictos recientes, se puede afirmar que el grado de confianza de los ucranianos en que este conflicto será de corta duración y se resolverá a su favor, se plasma en las enormes ganas que tienen de volver a sus casas. Tal y como ya sucedió en Kosovo, la mayoría de los refugiados que, de momento, huyen de los combates, se apuran a quedarse cercanos a sus fronteras, para regresar lo más rápidamente posible. 

El enemigo, en este caso los ucranianos, si bien su ejército regular no está bien armado oficialmente y que la mayoría de sus medios “conocidos” son bastante obsoletos, de procedencia rusa y con muchos años de servicio; pero, a la vista de cómo se está combatiendo en las ciudades, queda bien claro que su estrategia de confrontación no es el combate a campo abierto, sino la guerra de guerrillas en las grandes y medianas ciudades.

El ejemplo y la generosidad ciudadana de los civiles en Ucrania y fuera de ella, ha elevado la moral de los propios combatientes, tanto civiles como militares por lo que pueden tener mucho valor específico por delante.

Da la sensación que durante los meses previos al conflicto armado más de un apoyo en medios sofisticados y eficaces, así como en adiestramiento con dicho material y tipo de combates, podría haberles venido llegando del exterior, sin que, aparentemente, hayan sido detectados.

Igualmente, creo que se han usado medidas de decepción y simulación para engañar los ataques selectivos rusos de las primeras cuarenta y ocho horas, lo que les ha impedido alcanzar todavía la necesaria superioridad aérea total.        

El terreno y el factor invierno, a pesar de ser conocido y similar al de Rusia, ha vuelto a ser, de momento, una gran dificultad si no la tumba de las operaciones militares de gran escala, como lo fue para las llevadas a cabo en aquellas tierras por Napoleón y Hitler. Veremos si no estamos ante una tercera edición del mismo suceso.

Con respecto a los medios rusos, si bien parecen ser muchos y aparentemente bastante decentes y potentes, las imágenes libres muestran que bastante de aquel material arrastra muchos trienios sobre sus ruedas y cadenas. Situación que de unirse a que llevan varios meses dando vueltas por las fronteras o en Bielorrusia, en maniobras de engaños y jugando al gato y al ratón, es muy posible que gran parte del mismo, se encuentre bastante necesitado de un adecuado mantenimiento que, me imagino, no lo van a recibir con lo que esto supone para su rendimiento y efectividad.

Las fuerzas armadas rusas tradicional y recientemente nunca han destacado por sus grandes capacidades logísticas para alimentar adecuadamente la batalla. Se ven imágenes de soldados rusos explotando recursos locales para alimentarse, lo que prueba que sus fuerzas empiezan a ser menos efectivas al encontrarse cansadas por haber estado durante varios meses en movimiento constante, sin descanso apropiado, mal alimentadas y porque el alargamiento de las operaciones hace presuponer que, con medios tan deficitarios, pronto le faltarán víveres, combustibles y municiones.

A ello, hay que añadir, que las tropas rusas son soldados de recluta forzosa entre una juventud que mayoritariamente y gracias, en parte a Internet, ya no sigue tan ciegamente a Putin y que se ve en una guerra que no entienden, contra sus hermanos y amigos, que desangra a ambos países y que, de seguir en el tiempo y si se llegan a aplicar todas las medidas económicas publicadas y alguna más, llevará la economía popular rusa a situaciones límites o de bancarrota.

Haber lanzado el amago de unas conversaciones de paz en el día de hoy, no es más que una maniobra de distracción y algo para ganar tiempo con el que reorientar su estrategia, acumular más fuerzas, porque las empeñadas, hasta el momento, en esta operación no son suficientes para mantener bajo un control estricto todo el territorio ucranio sin ser hostigados y, también, para dar un tiempo a Occidente para la reflexión, ya que las inesperadas medidas de todo tipo adoptadas comúnmente o por algunos países de forma individual, les han pillado a todos por sorpresa y quieren hacer ver a nuestras sociedades que, realmente, como así puede suceder, podrían llegar a ser nefastas para todos.

Las exigencias puestas sobre la mesa hoy por la parte rusa, son las mismas que las del principio o antes del inicio de las hostilidades, pero es bien claro que están en su grado o punto máximo de ambición, aunque, si persisten en el tiempo, con alto grado de probabilidad, algo de ello acabará cayendo en su cesto de la compra.

La amenaza nuclear de Putin no es más que un brindis al sol si bien hay que estar atentos a ello, por quien corresponda. Volver a los tiempos de la Destrucción Mutua Asegurada, no solo es un error, es algo tan grave que imposibilitaría seguir el camino para recuperar la gran Rusia soñada por el sátrapa.

Por último, hay que tener una clara visión de lo que se pretende también por nuestra parte. Legislar o adoptar medidas muy drásticas, que puedan repercutir gravemente sobre nosotros mismos, no es la mejor vía para salir de un atasco como este.

En este mismo sentido, pongo en relativa duda la cuantía, la eficacia y el camino que llevarán los anunciados envíos de material militar ofensivo, para ser empleados en tiempo y forma adecuados por los ucranios dispuestos a luchar. 

La todavía no declarada guerra entre Rusia y Ucrania se viene convirtiendo en un proceso o fenómeno volátil, totalmente cambiante, que no sigue los cánones ortodoxos y que presenta perplejidades, errores y hasta sobresaltos para todas las partes. Entre los contendientes sobre el tatami de combate y para los muchos espectadores, que hasta hace bien pocas horas, contemplábamos a distancia el fenómeno con muy pocas ganas o ninguna intención de hacer nada, salvo apuestas y comentarios sobre el número de horas o de escasos días que duraría en pie Ucrania.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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OPERACIÓN MILITAR ESPECIAL DE RUSIA EN UCRANIA

Ricardo Zedano*

Para entender la razón por la que la Federación de Rusia decidió realizar una operación militar especial en las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, cuya independencia fue reconocida el 20 de febrero último por Moscú. Primero es necesario citar algunos momentos históricos que nos ayudarán a hacer una conclusión más aterrizada sobre el proceder de Rusia en lo que respecta a la operación militar especial que viene realizando con el objetivo de imponer la paz, de desmilitarizar a Ucrania y extirpar de dicho país al grupo nazi y fascista, cuyos representantes se han enquistado en el poder y gozan del apoyo de EEUU y sus aliados de la OTAN.

En este sentido, cabe destacar que el antagonismo entre Rusia y EEUU, que tiene bajo su yugo a Europa y a muchos países, data desde hace muchos, pero muchos años. Pero no vamos a ahondar mucho en la historia. Tomaremos como punto de partida 1991, año en que la OTAN prometió a Rusia, tras la caída de la Unión Soviética, que no avanzaría ni una pulgada hacia Europa del Este y así evitar conflictos bélicos.

Esa promesa no fue cumplida. Los rusos le recordaron reiteradas veces. La OTAN contestó últimamente que esas promesas no están plasmadas en ningún documento oficial y por esta razón todo lo que se haya hablado son solo palabras. En vista de que la OTAN solo toma en consideración todo lo que este en los documentos, Rusia alega a documentos aprobados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), a la que pertenecen 57 países, incluida Rusia. Entre dichos documentos tenemos:

La carta sobre la seguridad europea, Estambul, noviembre de 1999, que dice lo siguiente:

La Carta contribuirá a la formación de un espacio de seguridad común e indivisible, y favorecerá la creación de un área de la OSCE sin líneas divisorias ni zonas con distintos niveles de seguridad.

Declaración conmemorativa de Astaná. Hacia una comunidad de seguridad, que dice lo siguiente:

La seguridad de cada Estado participante está inseparablemente ligada a la de todos los demás. Cada Estado participante tiene el mismo derecho a la seguridad. Reafirmamos el derecho inherente de todos y cada uno de los Estados participantes a poder elegir o modificar sus disposiciones de seguridad, con inclusión de los tratados de alianza, a medida que evolucionen. Cada Estado tiene también derecho a la neutralidad. Cada Estado participante respetará los derechos de todos los demás en esas esferas. No reforzarán su seguridad a expensas de otros Estados.

Pero la Alianza Atlántica pasa por desapercibido esa parte de la carta y de la declaración: la seguridad común e indivisible, así como el hecho de que cada Estado participante respetará los derechos de todos los demás en esas esferas. No reforzarán su seguridad a expensas de otros Estados.

Como verán, EEUU y la OTAN aplican parte conveniente de lo consignado en sus documentos para justificar sus fechorías, haciendo uso de acuerdos y otros como si fueran un menú. Y si el menú ya nos les gusta absolutamente, pues lo cambian por uno que ellos redacten en el momento.

Es importante resaltar que, Der Spiegel, uno de los semanales más populares de Europa y más importante en Alemania, reveló que la OTAN sí prometió que no se expandiría hacia Europa del Este en contradicción a las declaraciones del actual secretario de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, quien afirmó hace unos días que ese bloque militar nunca hizo ese tipo de promesa.

Se preguntarán y qué tiene que ver este preámbulo con la operación militar especial para defender a la población de Donbás, que incluye las poblaciones de Lugansk y Donetsk, Repúblicas que limitan con Rusia. Tras el golpe de Estado perpetrado por fuerzas políticas nacionalista y rusofóbicas, apoyadas y bendecidas por EEUU y Europa, que se caracteriza por sus tendencias nacionalistas ultra radicales y neonazis, se intensificó los intentos de atacar a Rusia. Mediante leyes discriminatorias se prohibió la lengua rusa que una gran parte de Ucrania habla desde hace varias décadas, se cerraron escuelas en que se impartían las materias en ruso, la gente adulta empezó a perder sus trabajos porque no habla ucraniano.

A ello se suma la aprobación de la Ley de los pueblos autóctonos, que no incluye la etnia rusa, lo que divide la sociedad y poniendo en riesgo la seguridad de millones de rusos, si no me equivoco, equivalente al 17 % de la población del país eslavo. Todo esto condujo a que ese mismo año de la toma del poder mediante el golpe de Estado las Repúblicas de Lugansk y Donetsk se autoproclamaran independientes del gobierno central. Desde ese entonces sus poblaciones viven bajo el terror de los ataques militares de Ucrania, que provocó la muerte de más de 13 mil personas en el transcurso de 8 años. ¿Dónde estaban EEUU y la Unión Europea que no han denunciado y condenado esos actos de genocidio? ¿Acaso esas familias que perdieron sus seres queridos no merecen compasión? ¿Por qué no se ha condenado la muerte de 42 activistas pro rusos, quemados vivos en la casa de los sindicatos en Odessa en mayo del 2014? Los autores de esta tragedia siguen libres e impunes, nadie investiga las muertes de esas personas. EEUU y la Unión Europea que todo lo saben, resulta que de esto no saben nada. ¿Por qué no reconocen los Derechos Humanos de la población de Donbás? ¿Qué diferencia existe entre las muertes de ultranacionalistas y nazis y la de los ciudadanos de Donbás? La opinión pública exige explicaciones.

Y bien, como es sabido por los que ya despertaron gracias a que leen diversas fuentes de información, EEUU decidió aprovechar el conflicto interno ucraniano para continuar con los planes de expansión de la OTAN en Europa del Este, quebrantando una vez más sus compromisos plasmados en la Carta y Declaración de Estambul y Astaná antes mencionadas.

Para ello aplica:

  • la financiación de grupos ultranacionalistas y de tendencia nazi en Ucrania a través de Organizaciones No Gubernamentales (ONG)”,
  • el fomento de la rusobia en el país utilizando las redes sociales y otros medios,
  • realización de ejercicios militares junto con sus socios de la OTAN en las fronteras de Rusia,
  • la presencia constante de instructores militares que preparan a los ucranianos para la guerra con Rusia, que fomentaban poco a poco,
  • inducir a los ultranacionalistas para que realizaran una vez más una operación de limpieza étnica y conseguir que finalmente Rusia se vea directamente involucrada para después acusarla de invasora.

En vista de los preparativos para la realización de la operación de limpieza étnica, Rusia se vio forzada a reconocer la independencia y soberanía de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk para defender en el marco de los acuerdos de amistad, cooperación y asistencia mutua a la población de Donbás, desmilitarizar a los grupos nazis de Ucrania, enjuiciar a sus miembros y crear las condiciones para que el pueblo de Ucrania se recupere y empiece una vida normal y de buena vecindad con otros países de la región.

En este último punto, hay que reconocer que EEUU y sus “socios” de la OTAN lograron enfrentar a dos pueblos hermanos. Así es, Rusia no podía quedarse con los brazos cruzados viendo que, por tercera vez, ojo con esto, por tercera vez, se intentara llevar a cabo una acción genocida, denominada «guerra de relámpago», contra la población de Donbás en la que viven más de 800 mil ciudadanos de Rusia y más de un millón de ruso parlantes entre los 4 millones de habitante de dicha región.

Rusia y sus ahora aliados de Lugansk y Donetsk realizaron operaciones de evacuación de una parte de la población de Donbás hacia territorio de Rusia, para que no sufra las consecuencias de lo que ya se veía llegar, a diferencia de los ultranacionalistas y nazis que actualmente están emplazando armamento de artillería y misiles en las zonas residenciales para utilizar a la población como escudo, pues bien saben que Rusia no se atreverá a atacar a la población civil. A propósito, esa táctica está consignada en los manuales terroristas en otros países. Y no dudo que el régimen ucraniano aplique actos genocidas contra su propia población. Pregúntenle a los occidentales. Además de ello, los ultranacionalistas han entregado miles de armas a la población en las calles de forma indiscriminada para crear el caos. Además, han puesto en libertad a delincuentes de las cárceles para que marchen al frente de combate. Nada de esto habla la prensa “internacional”. Si han preguntado por qué.

El bloque occidental está nuevamente poniendo en práctica la táctica que utilizó en la Segunda Guerra Mundial y que trajo muchos dividendos a los que fabrican y venden armas: hizo que la Alemania nazi de ese entonces entre en una guerra a muerte con la URSS para después declararle la guerra a la última supuestamente debilitada. Pero el tiro le salió por la culata.  La URSS venció. Pero a costas, lamentablemente, de más de 25 millones de muertes. Ahora es Ucrania la que está jugando el rol de aquella Alemania. Ojo, hablo de la élite política ucraniana que está en el poder y que amenaza con reanudar su programa nuclear. Pregunta: ¿Le gustaría a usted vivir al lado de un país con un gobierno nazi, con una élite política psíquicamente inestable? Yo creo que no. Y Rusia tampoco. En el caso de Ucrania, a Occidente también les saldrá el tiro por la culata. El pueblo de Ucrania no quiere guerra con el de Rusia. Son pueblos hermanos. Son eslavos. Y estos son mayoría frente a los que tienen complejo de inferioridad.

Lo que está haciendo Rusia en estos momentos es nuevamente salvar a la humanidad de una tercera guerra mundial. Si la élite nazi ucraniana se hace del arma nuclear, tengan por seguro que tendremos una tercera guerra mundial, y los que ahora tienen pena y condenan el accionar de Rusia en todos los formatos, incluidas las redes sociales, estarán escondidos en sótanos aterrorizados por los bombardeos, llorando a sus hijos que serán reclutados para pelear por intereses totalmente ajenos a ellos y a los de sus países, muriendo en el campo de batalla como carne de cañón y condenados al olvido. O simplemente dejaremos de existir, porque en esa guerra no habrá vencedores.

En esta ocasión Rusia actuará del mismo modo que lo viene haciendo en las últimas décadas donde Occidente ha provocado conflictos bélicos cerca de sus fronteras. Para que quede claro, citaré unos ejemplos: en 2008 Rusia impuso la paz en Osetia del Sur y Abjasia tras la operación genocida perpetrada por Georgia también patrocinada en ese entonces por EEUU y la OTAN. ¿Qué casualidad, verdad? En esa ocasión el Ejército ruso, vuelvo a repetir, impuso la paz, desmilitarizó la región, ingresó en territorio georgiano y desarmó a las tropas georgianas para que no hagan más daño y abandonó el territorio de Georgia. Nada más. Lo mismo ocurrió en Kazajistán este año. Es más, en el caso de Ucrania, Rusia concede la oportunidad a los ultranacionalistas para que depongan las armas, regresen a sus hogares y les proporciona refugio en territorio ruso con sus familias, si corren peligro en Ucrania después de deponer las armas. Pregunta: ¿En los países que sufrieron la invasión de EEUU y de la OTAN gozaron de esa oportunidad? La respuesta creo que es evidente. Lo que llevaron solo fueron muertes, destrucción, hambre, pobreza y otros más.

La comunidad internacional debe saber una cosa: Rusia no bombardea hospitales, niños, mujeres y ancianos, escuelas o edificios residenciales como lo han hecho EEUU y la OTAN, por ejemplo, en la ex Yugoslavia, dividiéndola por completo, en Irak, Afganistán, Libia, Siria entre otros. Y en muchos casos sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Las estadísticas lo dicen todo. EEUU, según el Pentágono, tiene más de 600 bases e instalaciones militares desplegadas en el mundo, «oficialmente», es decir tres veces más que el número de países existentes, esto sin contar un gran número de instructores militares residiendo permanentemente en varios países, incluso latinoamericanos, con el cuento de la cooperación técnico-militar entre los países involucrados. Un número significativo de dichas bases está concentrado en Europa con más de 60 mil efectivos. Ahora cabe la pregunta: ¿Creen que un país es libre y soberano con tantas bases y militares en su territorio? No lo creo.

Conclusión, si Rusia se queda en Ucrania después de terminada la operación militar especial, estaremos frente a una invasión, pero no de esas como las innumerables que llevaron a cabo EEUU y sus aliados de la OTAN y que la comunidad internacional no ha condenado con el fervor debido. Si entra y sale como lo hizo en el caso de Georgia y Kazajistán, mínimo merecerá el respeto de los que se adelantaron en tildarla de invasora, sin antes informarse bien, y el agradecimiento de las poblaciones que sufrieron las consecuencias del genocidio perpetrado por el gobierno de Ucrania. Y que por todos los medios la comunidad internacional abogue por el levantamiento de todas las sanciones impuestas contra Rusia que nada bueno le trae a la economía del mundo.

 

* Periodista. Federación de Periodistas del Perú. Corresponsal de “La Voz de Rusia”. Consejero de Comercio Exterior de la Cámara de Desarrollo, Comercio e Industria Perú-Rusia (CADECOMIN PERU).

Artículo publicado el 27/02/2022 en Federación de Periodistas del Perú,  https://fpp.org.pe/operacion-militar-especial-de-rusia-en-ucrania/