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ALGUNAS NOTAS SOBRE EL CONCEPTO DE DESARROLLO

Cesaltina Abreu[1]*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Parece lógico argumentar que los fundamentos del desarrollo deberían ser la educación (principalmente la educación básica y profesional) y la salud (la atención primaria en primer lugar), sin la cual ninguna construcción durará. Es cierto que los recursos son escasos. Sin embargo, no se trata de dedicarlos por completo a estos sectores, sino solo de fortalecerlos significativamente.

Muchas acciones podrían llevarse a cabo sin un aumento significativo en los gastos, si hubiera voluntad política e imaginación creativa para hacerlo. El desarrollo no es solo una cuestión de recursos financieros. La regionalización en espacios internacionales también es un capítulo indispensable para la mayoría de los países africanos. Su realización se justifica por razones económicas obvias —ampliación de mercados, complementariedad de producción, etc.— pero es muy relevante a nivel político como una transición hacia el espacio económico y político mundial.

La realidad no es unidimensional y el concepto de “desarrollo” no puede encerrarse en lo económico stricto sensu y menos aún en lo ideológico. La postura tecnocrática de un cientificismo que solo se enfrenta a un punto de vista, que solo aborda causas materiales y que solo cree en un “desarrollo” ilimitado a la manera de Rostow[2], olvida que esta perspectiva es solo el resultado de nuestra civilización de la hiperespecialización del conocimiento, de la degradación concomitante de la cultura general y, después de todo, de la pérdida de aptitud para aprehender problemas fundamentales y globales. La concepción y el análisis del “desarrollo” es inseparable del contexto social en el que se proyecta, es decir, de la cultura donde la acción  sumerge en sus raíces.

En una declaración en las Conferencias de Estoril, el escritor mozambiqueño Mia Couto Mia Couto[3] afirmó que el hambre es un arma de destrucción masiva y que es la mayor causa de inseguridad en nuestros tiempos. Según él, 1 de cada 6 personas es víctima del hambre. De acuerdo con Mia Couto, es importante recordar que el Desarrollo, como resultado esperado de la gobernanza en sus diversos aspectos, traduce “(…) un proceso de ampliación de las opciones de individuos y poblaciones y de permanentemente elevación de su nivel de bienestar. Estas opciones no son finitas ni estáticas y su expansión es el resultado de varios determinantes, entre ellos, el desarrollo de sociedades cada vez más democráticas y altamente equitativas, en el acceso a oportunidades para el desarrollo individual y colectivo.

Las opciones más elementales para el desarrollo humano son: una vida larga y saludable; adquisición de conocimientos y habilidades y acceso a los recursos necesarios para un nivel de vida adecuado”[4].  

La visión del desarrollo como un proceso de expansión de las libertades en lugar de la acumulación de riqueza, enfatizando todos sus componentes sociales y políticos sin negar la importancia del mercado en la creación de riqueza, se encuentra más allá de una perspectiva de mero crecimiento de la sociedad del producto y de los ingresos. Implica un equilibrio más apropiado entre las fuerzas del mercado y las instituciones sociales, una estructura legal socialmente más justa, derechos de propiedad, acceso al crédito (incluso sin tener capital) y financiamiento, igualdad entre hombres y mujeres, todo dentro de un marco de referencias en que la amplia participación de la población crea condiciones para la generación de nuevas formas de solidaridad y responsabilidad social para el logro de objetivos definidos en consenso, en negociación y actualización permanente[5].

Las perspectivas locales son muy interesantes, muestran nociones de universalidad (la movilización de todos los participantes relevantes) y la capacidad, a pesar de las intenciones de los poderes instituidos respectivos, de desarrollar e implementar políticas locales apropiadas, legitimándolas en términos de promover su propias ideas de desarrollo y de progreso social. Sin embargo, estas iniciativas locales se ven afectadas por una falta crónica de recursos, generando frustraciones y proporcionando dependencias, tanto en relación con el poder central como en relación con los actores externos.

Y ambos lados de esa dependencia tienen consecuencias:

1º. La opción de un modelo de desarrollo socialista, presentada como inevitable dado el contexto de la guerra fría en la que Angola fue una de las etapas de la confrontación entre los antiguos bloques capitalistas y socialistas, no solo no corrigió las distorsiones heredadas de la era colonial, sino que también contribuyó a exacerbar los conflictos sociales y culturales, a menudo basados ​​en argumentos étnicos o raciales, resultantes de la colonización y de la formación de un estado colonial mediante la anexión de varios reinos que existieron en el espacio geográfico que hoy corresponde al país Angola, con consecuencias políticas, sociales y económicas evidenciadas por el alto nivel de exclusión social y por la creciente desigualdad social, privilegiando a una pequeña minoría y llevando a la gran mayoría de su población a una situación de pobreza muy severa. El drama es que 43 años después de la independencia, no se vislumbran alternativas a la fuerte alianza entre los intereses y las élites políticas y económicas en el poder;

2º. Porque la ideología dominante a nivel internacional es neoliberal, según la cual el bien colectivo se considera el resultado de una acción basada en el interés propio[6] y la creencia en la mano invisible del mercado dentro del alcance de un proyecto amplio para inventar una realidad cuya raison d’être reside en la reproducción del Consenso de Washington, con la intención de expandirse a todas las sociedades del mundo, independientemente de las realidades socioeconómicas, culturales y políticas de cada una, en una negación agresiva de otras realidades[7]. Y es dominante en el sentido de que busca imponer sus puntos de vista sobre la organización de las relaciones sociales en un entorno en el que el mercado es responsable de tomar decisiones políticas y sociales vitales y en el que el Estado desetima funciones asumidas anteriormente, particularmente con respecto a la protección social del ciudadano, dejando de ser el lugar de lo universal. Sucedió lo que Polanyi temía durante más de 50 años, cuando declaró que “permitir que el mecanismo del mercado gobierne exclusivamente el destino de la humanidad y su ecosistema natural (…) conduciría a la devastación de la sociedad” [8].

Los mecanismos de asistencia pública al desarrollo y a la asistencia humanitaria de emergencia condicionan el acceso a los recursos para la implementación de reformas institucionales y para la incorporación de prácticas y valores democráticos en las relaciones sociales, cuya identificación no tuvo en cuenta las necesidades y las aspiraciones de las sociedades donde son ‘impuestos’.

La gran dependencia de los recursos humanos, técnicos, materiales y financieros que caracteriza a nuestras sociedades, las hace muy vulnerables a la influencia de estos actores globales. En los últimos años, a las ‘ONG del norte’ —en el léxico desarrollista, que se transmite desde el norte desarrollado hasta el sur atrasado—, se les ha dado el mandato de democratizar el mundo a través de la difusión y de la promoción de la democracia y la sociedad civil como parte de su misión pro-desarrollo, en una estrategia muy liberal de reducir cuestiones esencialmente políticas, como la pobreza, la desigualdad, la exclusión y la injusticia social, entre otras, a cuestiones económicas o éticas, despolitizando los diversos dominios del mundo de la vida, para tratar conflictos políticos a través de mecanismos de mercado[9].

En la perspectiva del desarrollo sostenible, la preservación del medio ambiente debe entenderse como una parte integral del proceso de desarrollo y no puede considerarse de forma aislada; aquí es donde entra una pregunta: ¿cuál es la diferencia entre crecimiento y desarrollo?

La diferencia es que el crecimiento no conduce automáticamente a la igualdad ni a a la justicia sociales, pues no tiene en consideración ningún otro aspecto de calidad de vida que no sea la acumulación de riquezas, lo que  apenas favorece a algunos individuos de la población.

El desarrollo, a su vez, tiene que ver con la generación de riqueza, pero tiene el objetivo de distribuirla equitativamente, de mejorar la calidad de vida de toda la población, teniendo en cuenta la calidad ambiental del planeta.

Una estrategia de desarrollo sostenible se basa en seis pilares fundamentales que deben entenderse como objetivos:

1. Satisfacer las necesidades básicas de la población (educación, alimentación, salud, vivienda, ocio, etc.);

2. Solidaridad con las generaciones futuras (preservando el medio ambiente para que tengan la oportunidad de vivir);

3. La participación de la población involucrada (todos deben ser conscientes de la necesidad de conservar el medio ambiente y hacer que cada individuo sea parte de ello);

4. La preservación de los recursos naturales (tierra, agua, oxígeno, etc.);

5. La elaboración de un sistema social que garantice el empleo, la seguridad social y el respeto a otras culturas (erradicación de la miseria y los prejuicios);

6. La efectividad de los programas educativos.

Basado en los conceptos principales que subyacen en el debate sobre el papel de la Universidad frente a las condiciones sociales y económicas que influyen en la cultura, la soberanía y la sostenibilidad de nuestros pueblos, y considerando la necesidad de fortalecer las acciones a favor de movimientos como: economía solidaria, agroecología, proyectos y prácticas socioambientales, educación para la ciudadanía en todos los campos de producción de conocimiento, comenzando dentro de la propia Universidad, entiendo que estos esfuerzos pueden y deben ser apoyados por una Universidad que esté abierta al intercambio de experiencias no solo dentro de la academia, pero sobre todo con la sociedad, lo que lleva a la identificación de estrategias y modelos alternativos de convivencia y preservación (naturaleza y cultura), dando prioridad al acceso responsable y al uso de los recursos más directamente involucrados en la implementación de cualquier estrategia de soberanía alimentaria, a saber, su conocimiento y su divulgación, la tierra, el agua, el uso y la difusión de tecnologías capaces de fortalecer las unidades y acciones políticas, promoviendo y manteniendo, con su producción científica, el movimiento continuo para la transformación de la sociedad liderado por aquellos que luchan por una sociedad más justa tanto en el campo como en la ciudad.

* Universidade Catòlica de Angola (UCAN).

Referencias

[1] Extracto de la comunicación “‘Que’ Ciências Sociais para ‘que’ Desenvolvimento”? al VIII Colóquio da Faculdade de Ciências Sociais da Universidade Agostinho Neto, que se realizó en Luanda (Angola), los dias 25 y 26 de octubre de 2018, bajo el  lema Retomar el Desarrollo en Angola.

[2] ROSTOW, W. W. «The Take-Off into Self-Sustained Growth» en A. N. Agarwala & S. P. Singh (eds), The Economics of Under development. Oxford, Galaxy, 1963. [400-435]

ROSTOW, W. W. Etapas do desenvolvimento econômico: um manifesto não-comunista. Rio de Janeiro: Zahar Editores, 6ª edição 1978.

[3] COUTO, Mia (2011). “Murar o Medo”. Comunicação à Conferência no Estoril, Portugal. https://airtonbc.wordpress.com/tag/murar-o-medo/

[4] Relatório de Desenvolvimento Humano – Angola 1999, PNUD, p.17.

[5] SEN, Amartya (2000), “Desenvolvimento como Liberdade”. Companhia das Letras, Rio de Janeiro, Brasil.

[6] EDER, Klaus. (2003), “Identidades Coletivas e Mobilização de Identidades”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 18, nº. 53, pp.5-18.

[7] MACAMO, Elísio. (2005), The Hidden Side of Modernity in Africa – Domesticating Savage Lives. En Sérgio Costa, José Maurício Domingues, Wolgang Knöbl e Josué P. da Silva (orgs.), Modern Trajectories, Social Inequality and Justice. Mering, Hampp (no prelo).

[8] POLANYI, Karl. [1944] (2000), A Grande Transformação. As origens da nossa época. Rio de Janeiro, Editora Campus Ltda.

[9] ABREU, Cesaltina (2008). “O Espaço Público em Angola: uma perspectiva a partir da sociedade civil”. Comunicación a la 12ª. Asamblea General del CODESRIA bajo el lema “Gobernar el Espacio Público Africano”, 07 al 11 de diciembre de 2008, Yaoundé, Camarões.

Traducido del portugués por Marcelo Javier de los Reyes.

ALGUMAS NOTAS SOBRE O CONCEITO DE DESENVOLVIMENTO

Cesaltina Abreu [1]*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Parece lógico defender que os alicerces do desenvolvimento deverão ser a educação (prioritariamente o ensino básico e profissional) e a saúde (cuidados primários antes de mais), sem os quais nenhuma construção durará. É certo que os recursos são escassos. Contudo não se trata de os consagrar por inteiro a esses sectores, mas somente reforçá-los significativamente.

Muitas acções poderiam ser levadas a cabo sem acréscimo significativo de despesas, se houvesse vontade política e imaginação criativa para tal. O desenvolvimento não é apenas uma questão de recursos financeiros. A regionalização em espaços inter-nações é igualmente um capítulo de actuação indispensável para a maioria dos países africanos. A sua realização justifica-se por razões económicas evidentes – alargamento dos mercados, complementaridade de produções, etc. – mas é fortemente relevante no plano político como transição para o espaço económico e político mundial.

A realidade não é unidimensional e o conceito de “desenvolvimento” não pode ser enclausurado no económico stricto sensu e menos ainda no ideológico. A postura tecnocrática de um cientismo que apenas encara um ponto de vista, que só aborda as causas materiais e que só acredita num “desenvolvimento” ilimitado à maneira de Rostow[2], esquece que essa perspectiva é apenas fruto da nossa civilização de hiper-especialização dos conhecimentos, de degradação concomitante da cultura geral e, afinal, de perda de aptidão a apreender os problemas fundamentais e globais. A concepção, e a análise, do “desenvolvimento” é inseparável do contexto societal em que este se projecta, ou seja da cultura onde a acção mergulha as suas raízes.

Numa declaração no âmbito das Conferências do Estoril, o escritor moçambicano Mia Couto[3] afirmou que a fome é uma arma de destruição massiva, e que é a maior causa de insegurança nos nossos tempos. Segundo ele, 1 em cada 6 pessoas é vítima da fome. Concordando com Mia Couto, importa lembrar que Desenvolvimento, como o resultado esperado da governação nas suas diversas vertentes, traduz “(…) um processo de alargamento das opções dos indivíduos e populações e de permanente elevação do seu nível de bem-estar. Tais opções não são finitas nem estáticas, e o seu alargamento é uma resultante de várias determinantes, de entre elas, o desenvolvimento de sociedades cada vez mais democráticas e com elevado sentido equitativo, no acesso às oportunidades de desenvolvimento individual e colectivo.

As escolhas mais elementares para o desenvolvimento humano são: uma vida longa e saudável; aquisição de conhecimentos e capacidades, e acesso aos recursos necessários a um padrão de vida adequado”[4].  

A visão de desenvolvimento como um processo de expansão das liberdades mais do que de acumulação de riquezas, enfatizando todos os seus componentes sociais e políticos sem negar a importância do mercado na criação de riqueza, situa-se para além de uma perspectiva de mero crescimento do produto e dos rendimentos. Implica um equilíbrio mais adequado entre forças do mercado e instituições sociais, uma estrutura jurídica socialmente mais justa, direitos de propriedade, acesso ao crédito (mesmo sem possuir capital) e a financiamentos, igualdade entre homens e mulheres, tudo isto num quadro de referências em que a participação ampla da população crie condições para a geração de novas formas de solidariedade e de responsabilidade sociais para o alcance de objectivos definidos em consensos, em permanente negociação e actualização[5].

As perspectivas locais mostram-se muito interessantes, evidenciando noções de universalidade (a mobilização de todos os participantes relevantes) e capacidade para, apesar das intenções dos respectivos poderes instituídos, desenvolverem e implementarem políticas locais adequadas, legitimando-as em termos de promoverem as suas próprias ideias de desenvolvimento e de progresso social. Contudo, estas iniciativas locais são afectadas por uma falta crónica de recursos, gerando frustrações e propiciando dependências, tanto em relação ao poder central, quanto em relação a actores externos.

E ambos os lados dessa dependência têm consequências:

1º. A opção por um modelo de desenvolvimento socialista, apresentada como inevitável dado o contexto da guerra fria no âmbito do qual Angola foi um dos palcos do confronto entre os ex-blocos capitalista e socialista, não só não corrigiu as distorções herdadas da era colonial, como contribuiu para exacerbar conflitos sociais e culturais, muitas vezes com base em argumentos étnicos ou raciais, resultantes da colonização e formação de um estado colonial pela anexação de diversos reinos que existiam no espaço geográfico que hoje corresponde ao país Angola, com consequências políticas, sociais e económicas evidenciadas pelo elevado nível de exclusão social e pela igualmente crescente desigualdade social, privilegiando uma pequena minoria e lançando a grande maioria da sua população numa situação de pobreza bastante acentuada. O drama é que 43 anos depois após a independência não se vislumbram alternativas à forte aliança entre interesses e elites políticas e económicas no poder;

2º. Porque sendo a ideologia dominante no plano internacional a neoliberal, segundo a qual o bem colectivo é considerado resultante da acção baseada no interesse próprio[6] e na crença na mão invisível do mercado no âmbito de um amplo projecto de inventar uma realidade cuja única raison d’être reside na reprodução do Consenso de Washington, com pretensões de expansão a todas as sociedades do mundo independentemente das realidades socioeconómicas, culturais e políticas de cada uma delas, numa negação agressiva de outras realidades[7]. E é dominante na medida em que procura impor as suas visões sobre a organização das relações sociais num ambiente em que cabe ao mercado a tomada de decisões políticas e sociais vitais, e em que o Estado se autodemite de funções anteriormente assumidas, particularmente no que respeita à proteção social do cidadão, deixando de constituir-se no locus do universal. Aconteceu o que Polanyi temia há mais de 50 anos, quando declarou que “permitir que o mecanismo de mercado governe em exclusivo o destino da humanidade e seu ecossistema natural (…) levaria à devastação da sociedade”[8].

Os mecanismos de ajuda pública ao desenvolvimento e da assistência humanitária de emergência condicionam o acesso aos recursos à implementação de reformas institucionais e à incorporação de práticas e valores democráticos nas relações sociais, cuja identificação não teve em conta as necessidades e as aspirações das sociedades onde são ‘impostos’.

A grande dependência em recursos humanos, técnicos, materiais e financeiros que caracteriza as nossas sociedades, torna-as muito vulneráveis à influência destes actores globais. Nos últimos anos, as ‘ONG’s do norte’ – no léxico desenvolvimentista, que remete do norte desenvolvido ao sul atrasado – atribuem-se o mandato de democratizar o mundo através da difusão e promoção da democracia e da sociedade civil como parte da sua missão pró-desenvolvimento, numa estratégia bem liberal de reduzir questões essencialmente políticas, como a pobreza, a desigualdade, a exclusão e a injustiça social, entre outras, a questões económicas ou éticas, despolitizando os vários domínios do mundo da vida, de maneira a lidar com os conflitos políticos através de mecanismos de mercado[9].

Na perspectiva de desenvolvimento sustentável, a preservação do ambiente tem que ser entendida como parte integrante do processo de desenvolvimento e não pode ser considerada isoladamente; é aqui que entra uma questão: qual a diferença entre crescimento e desenvolvimento?

A diferença é que o crescimento não conduz automaticamente à igualdade nem à justiça sociais, pois não leva em consideração nenhum outro aspecto da qualidade de vida a não ser a acumulação de riquezas, que acontece apenas favorecendo alguns indivíduos da população.

O desenvolvimento, por sua vez, preocupa-se com a geração de riquezas sim, mas tem o objectivo de distribuí-las equitativamente, de melhorar a qualidade de vida de toda a população, levando ainda em consideração a qualidade ambiental do planeta.

Uma estratégia de desenvolvimento sustentável assenta em seis pilares fundamentais que devem ser entendidos como metas:

1. A satisfação das necessidades básicas da população (educação, alimentação, saúde, habitação, lazer, etc.);

2. A solidariedade para com as gerações futuras (preservar o ambiente de modo que elas tenham oportunidade de viver);

3. A participação da população envolvida (todos devem tomar consciência da necessidade de conservar o ambiente e fazer cada um a parte que lhe cabe para tal);

4. A preservação dos recursos naturais (terra, água, oxigénio, etc.);

5. A elaboração de um sistema social garantindo emprego, segurança social e respeito a outras culturas (erradicação da miséria e do preconceito);

6. A efectivação dos programas educativos.

Com base nos principais conceitos que subjazem ao debate sobre o papel da Universidade frente aos condicionantes sociais e económicos que influenciam a cultura, a Soberania e a sustentabilidade dos nossos povos, e considerando a necessidade do fortalecimento das ações em prol de movimentos como: economia solidária, agroecologia, projectos e práticas socioambientais, educação para a cidadania em todos os campos da produção do conhecimento, começando dentro da própria Universidade, entendo que estes esforços podem e devem ser sustentados por uma Universidade que se abra à troca de experiências não apenas dentro da Academia, mas acima de tudo com a Sociedade, que conduza à identificação de estratégias e modelos alternativos de convivência e preservação (natureza e cultura), priorizando o acesso e uso responsável dos recursos mais directamente envolvidos na implementação de qualquer estratégia de soberania alimentar, nomeadamente, o conhecimento e a sua vulgarização, a terra, a água, o uso e a difusão de tecnologias capazes de fortalecer as unidades políticas e as ações, promovendo e sustentando com a sua produção científica o movimento em curso de transformação da sociedade protagonizado por aqueles e aquelas que lutam por uma sociedade mais justa tanto no campo quanto na cidade.

* Universidade Católica de Angola (UCAN).

Referencias

[1] Excerto da comunicação “‘Que’ Ciências Sociais para ‘que’ Desenvolvimento”? ao VIII Colóquio da Faculdade de Ciências Sociais da Universidade Agostinho Neto, que se realizou em Luanda, nos dias 25 e 26 de Outubro de 2018, sob o lema REVISITAR O DESENVOLVIMENTO EM ANGOLA

[2] ROSTOW, W. W. «The Take-Off into Self-Sustained Growth» in A. N. Agarwala & S. P. Singh (eds), The Economics of Under development. Oxford, Galaxy, 1963. [400-435]

ROSTOW, W. W. Etapas do desenvolvimento econômico: um manifesto não-comunista. Rio de Janeiro: Zahar Editores, 6ª edição 1978.

[3] COUTO, Mia (2011). “Murar o Medo”. Comunicação à Conferência no Estoril, Portugal. https://airtonbc.wordpress.com/tag/murar-o-medo/

[4] Relatório de Desenvolvimento Humano – Angola 1999, PNUD, p.17.

[5] SEN, Amartya (2000), “Desenvolvimento como Liberdade”. Companhia das Letras, Rio de Janeiro, Brasil.

[6] EDER, Klaus. (2003), “Identidades Coletivas e Mobilização de Identidades”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 18, nº. 53, pp.5-18.

[7] MACAMO, Elísio. (2005), The Hidden Side of Modernity in Africa – Domesticating Savage Lives. In Sérgio Costa, José Maurício Domingues, Wolgang Knöbl e Josué P. da Silva (orgs.), Modern Trajectories, Social Inequality and Justice. Mering, Hampp (no prelo).

[8] POLANYI, Karl. [1944] (2000), A Grande Transformação. As origens da nossa época. Rio de Janeiro, Editora Campus Ltda.

[9] ABREU, Cesaltina (2008). “O Espaço Público em Angola: uma perspectiva a partir da sociedade civil”. Comunicação à 12ª. Assembleia-Geral do CODESRIA sob o lema “Governar o Espaço Público Africano”, 07-11 Dezembro 2008, Yaoundé, Camarões.