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CONFLICTO ENTRE MARRUECOS Y ARGELIA

Marcos Kowalski*

Entre los variados escenarios e hipótesis de guerra que pululan alrededor de este sufrido planeta, el conflicto entre Marruecos y Argelia ocupa sin duda un lugar destacado. Recordemos que en las modernas doctrinas de hoy se analiza la posibilidad de las confrontaciones híbridas, que podríamos denominar como guerras no declaradas.

Pero en este caso, además de acciones hibridas de los dos participantes en territorios fronterizos, y apoyando grupos de milicias, el Frente Polisario Argelia y los separatistas de Cabilia, Marruecos, existe en ambos bandos una impresionante fuerza militar, permanentemente actualizada a los estándares más modernos como consecuencia de una cuantiosa inversión en Defensa.

En un ambiente de acusaciones mutuas, en agosto de este 2021, Argelia rompió relaciones diplomáticas con Marruecos y denunció a este ultimo de infringir el derecho internacional público de diferentes formas, en un capitulo actualizado de un conflicto que viene de por lo menos el siglo XIX, pero que se intensificó desde hace unas seis décadas, con el advenimiento de África independiente.

Se aprecia una rivalidad de alto riesgo con cierres de frontera desde 1994 y ambos contendientes intentando una supremacía regional sin haber podido ninguna de las partes superar a la otra por el momento. Con la ruptura de las relaciones diplomáticas, se habla de cerrar espacios aéreos y oleoductos, además de un aumento considerable de la presencia militar en las fronteras. De tal manera que se trata de un conflicto que parece ineludible y en proceso evolutivo marcado, como toda disputa, por la incertidumbre en cuanto a si evoluciona o no hacia un enfrentamiento armado.

Marruecos y Argelia son naciones parecidas, ubicadas en la misma zona de África, y los dos países se desempeñan de manera análoga en el ámbito de la economía, tienen poblaciones similares que comparten influencias árabes, bereberes y francesas además de la religión musulmana. Eso llevó a que muchos analistas de la década de 1960 imaginaran a estos dos países trabajando juntos por la prosperidad de la región.

Debería tenerse en cuenta que los orígenes de la rivalidad argelino-marroquí se remonta a la época colonial, a la conquista de Argelia por Francia en 1830 y a la rebelión contra esa ocupación instigada por Marruecos. En la represión de los rebeldes marroquíes Francia tuvo un triunfo aplastante que culminó hacia 1840 anexando parte de los territorios fronterizos de Marruecos.

Las provincias, que fueron denominadas Béchar y Tindouf, pasaron a formar parte de Francia y no de Argelia, los franceses nunca demarcaron con exactitud los límites de estas áreas, no les importaban mucho; recién en 1950, con el descubrimiento de metales preciosos y minerales allí, los franceses transfirieron esas zonas a la soberanía argelina.

Pero en 1957, en uno de los tantos virajes de la política exterior francesa para la región, Francia ofrece a Marruecos restituirle las dos provincias con la condición de que se formara una administración combinada franco-marroquí para explotar las riquezas mineras de esas provincias; los marroquíes rechazaron la oferta, no veían conveniente un acuerdo con Francia en un momento en que un movimiento independista argelino estaba en pleno apogeo.

La razón es que el gobierno de Marruecos había llegado a un acuerdo con el gobierno provisional de la revolución argelina para resolver la disputa por ese territorio ni bien los argelinos lograran obtener su autodeterminación, sin embargo, en 1962 al obtener la independencia el nuevo gobierno de Argelia cambió de opinión, se habían perdido demasiadas vidas y Argelia no podía ni quería hacer concesiones territoriales.

Se abandonaron las conversaciones sobre el tema y apareció en ambas partes una desconfianza y hostilidad hacia la otra que llevo a agudizar el conflicto de tal forma que un año después se produjeron crueles enfrentamientos en lo que se conoció como la guerra de las arenas.

A partir de entonces, aun cuando la disputa fronteriza se resolvió, la rivalidad entre Marruecos y Argelia nunca se solucionó. En Marruecos, su monarquía proporciono a la Nación marroquí un sentido de continuidad historia y como la mayoría de las monarquías árabes durante la denominada “guerra fría” se puso del lado de occidente.

Caracterizada por su lucha anticolonial, Argelia, donde se perdieron alrededor de un millón y medio de personas, salió con apremiantes necesidades de restaurar el país, desarrollando un celo revolucionario socialista que la inclino hacia la Unión Soviética, quedando ambas naciones alineadas en lados opuestos del escenario mundial de aquel entonces y aparentemente en un delicado equilibrio.

Cuando en 1975 España, después de una larga batalla legal en las Naciones Unidas, y ante la presencia de unos 350 mil civiles marroquíes que ocuparon la zona, abandona el Sahara Occidental cediendo el territorio a Marruecos, un área de 266.000 km² que se encuentra al sur de Marruecos y limita con Mauritania (este y sur).

La población original del Sahara occidental, los saharauis locales, no fueron consultados sobre el traspaso del área y por supuesto tampoco los argelinos, aun cuando aspiraban al control del Sahara Occidental porque les significaba el acceso al océano Atlántico como corredor alternativo que pasaba por alto el estrecho de Gibraltar, una clave para el acceso de Argelia al dominio regional.

Después que Marruecos se hiciera cargo del Sahara Occidental, Argelia se puso del lado de las milicias saharauis, produciéndose un prolongado conflicto, los proxis saharauies que eran liderados por el denominado Frente Polisario operaban desde territorio argelino, lanzando desde allí periódicos ataques contra Marruecos que perduraron casi dos décadas.

En 1991, cuando un alto el fuego puso fin a las hostilidades armadas, Marruecos dominaba casi el 85% del territorio del Sahara Occidental, pero la disputa, en una paz endeble con el Frente Polisario, complicó las relaciones entre Argelia y Marruecos. Cabe recordar que los argelinos en la década de 1990 estaban inmersos en una cruenta guerra civil contra grupos islamistas. Argel acusó a Rabat de apoyar a las milicias rebeldes y cerró su frontera en represalia.

A pesar de los intentos de normalizar las relaciones, la frontera entre ambos países ha permanecido cerrada desde 1994, aislando entre sí dos de las economías más dinámicas de África. Los dos países, como consecuencia de su hostilidad mutua han emprendido una carrera armamentista.

Marruecos opera uno de los ejércitos más sofisticados de África, su arsenal de origen occidental incluye aviones F-16, tanques M-1 Abrams, cañones autopropulsados, sistemas de misiles de medio alcance, satélites de observación, etc. Entre 2005 y hoy este país gasto aproximadamente entre 48 y 52 miles de millones de dólares estadounidenses en compras militares. En 2020 anunció, asimismo, un plan de cinco años de modernización y actualización del material militar por valor de 20 mil millones de dólares.

Argelia con una vasta riqueza en hidrocarburos, como es natural, no quiere quedar rezagado en cuanto a armamento moderno se refiere y entre 2005 y 2015 había gastado unos 58 mil millones de dólares en defensa. Ha adquirido submarinos rusos clase Kilo, fragatas y nuevos aviones también a Rusia SU-34 y SU-35.

En los últimos años la agitación en Libia, los yihadistas en el Sahel, la caída de los precios del petróleo y las restricciones del COVID han pesado en las economías de Argelia y Marruecos. Esto ha causado tensiones internas en los dos países, Rabat ha tomado medidas para mejorar su relación con Israel a cambio del reconocimiento, por parte de Estados Unidos, de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

En Argel, el gobierno lucha contra un movimiento de protesta que se inició en 2019, produciéndose la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika después de 20 años de mandato (el ex presidente Buteflika falleció el 18 de septiembre de 2021); años de corrupción y austeridad presupuestaria han reducido los servicios públicos en Argelia provocando las protestas desde entonces y el advenimiento de un movimiento secesionista en Cabilia, una región del norte de ascendencia bereber.

El gobierno argelino enfrentando a varios elementos separatistas de Cabilia parece dirigirse a un enfrentamiento violento. Cuando a principios de agosto de 2021, decenas de hectáreas de bosques quedaron seriamente afectados por incendios provocados, aparentemente, por una ola de calor en el norte de Argelia, el gobierno denunció que en su mayoría fueron provocados por organizaciones con sede en Cabilia y calificó a esos grupos como terroristas.

El hecho de que más de treinta soldados argelinos hayan muerto apagando esos incendios forestales puede indicar que ya se han producido tiroteos entre los separatistas y las tropas gubernamentales; en cualquier caso, a mediados de agosto, Argelia acusó a Marruecos de ser cómplice de los terroristas al ayudar a los grupos de Cabilia en su rebelión. De hecho, Rabat viene apoyando verbalmente la independencia de Cabilia.

Aun cuando no está claro si el apoyo marroquí ha ido más allá de las palabras, pero es lógico suponer que Marruecos puede ver a Cabilia como una justa represalia por la intervención argelina en el Sahara occidental, para Argelia ese apoyo constituye “acciones hostiles” y rompió las relaciones diplomáticas con su vecino.

Medio siglo de conflictos y escaramuzas han herido profundamente a Argelia y Marruecos, haciendo que ambos hayan perdido oportunidades para ejercer el poder en la región y prosperar, destaquemos el petróleo y el gas natural de Argelia, pero ambos países son abundantemente ricos en recursos naturales estratégicos, el crecimiento y desarrollo económico se vienen sacrificando para alimentar una rivalidad que puede destruir a los dos.

El conflicto entre Argelia y Marruecos lleva tanto tiempo que el desacuerdo se ha convertido en una fuente de propaganda al negarse a regularizar sus relaciones; los contratos comerciales se subcontratan a potencias lejanas, como Estados Unidos, Arabia Saudí, Irán, Francia etc. La vida económica se ve frenada, ya que la infraestructura de ambas naciones está orientada las exportaciones.

África realiza muy poco comercio interior y Argelia y Marruecos son quizás los países con mayor capacidad para proyectarse en ese sentido, pero no puede suceder si persisten en un conflicto que hacen fracasar todos los intentos de cooperación y las pocas vías de colaboración que podrían existir hoy corren el riesgo de cerrarse.

Los legisladores argelinos están considerando cerrar el espacio aéreo con Marruecos así como un oleoducto que atraviesa el territorio marroquí, mientras de ambos lados aumenta el número de tropas y vehículos en la frontera. Ninguna de estas medidas dañará seriamente el equilibrio de poder, pero recordará que la rivalidad entre Marruecos y Argelia es vieja y con una larga lista de agravios.

Incluidas las demarcaciones coloniales en su momento, los movimientos independistas, la ideología política y una carrera armamentista para ganar la influencia regional, las viejas heridas que foguean este conflicto no sanan pudiendo sangrar al menor roce.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

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FINANCIACIÓN DEL TERRORISMO: EL PRECIO QUE TENEMOS QUE PAGAR POR EL DINERO A VECES ES LA LIBERTAD

Giovanni Ramunno*

El alcance de los yihadistas se ha expandido dramáticamente en África Occidental en los últimos años desarrollando y extendiendo sus tentáculos financieros.

Además, algunos grupos son ahora poderosas fuerzas insurgentes, que controlan el territorio, suplantan al Estado y gobiernan con una mezcla calibrada de coerción y cooptación. Más recientemente, el Estado Islámico ha aumentado la complejidad de la crisis política y social alimentada por la presencia de Al-Qaeda en la región del Sahel.

El Sáhara es ahora casi exclusivamente un punto de tránsito para el comercio ilícito que ha generado una economía de protección que parece haber aumentado los costos de todo movimiento de mercancías. En toda la región, el comercio ilícito —tanto el comercio informal como el tráfico más pernicioso— ha obstaculizado la consolidación del Estado central y se ha convertido en un importante impulsor de la inestabilidad y el conflicto.

Además, algunos grupos son ahora poderosas fuerzas insurgentes, controlan el territorio, suplantan al estado y gobiernan con una mezcla calibrada de coerción y cooptación. Más recientemente, el Estado Islámico ha aumentado la complejidad de la crisis política y social alimentada por la presencia de Al-Qaeda en la región del Sahel.

El primer producto genuinamente ilícito que comenzó a transitar por el Sahara fue la resina de cannabis procedente de Marruecos, siguiendo respectivamente la costa norteafricana, que incluye el uso de barcos, y una ruta hacia el sur desde Marruecos, luego atravesando hacia el este a través del Sahel, a lo largo de la frontera entre Libia y Chad hasta Egipto y luego entrando en Europa a través de los Balcanes.

Más recientemente, la cocaína comenzó a transitar por el África subsahariana a principios de la década de 2000, con destino al mercado europeo. Los traficantes latinoamericanos atacaron varios Estados costeros de África occidental, de los cuales el más conocido y vulnerable era Guinea-Bissau. La llegada de cocaína a las costas de África occidental coincidió con el comienzo de varias transiciones políticas frágiles. Además, la ruta hacia el norte desde la costa de África occidental ha tenido un impacto decisivo en la estabilidad en el norte de Malí y Libia, ya que la rentabilidad de la cocaína superó con creces cualquier producto que hubiera pasado previamente por esa región.

Más recientemente, la Interpol informó el pasado mes de mayo acerca de un marcado aumento del número de traficantes de drogas que utilizan Libia como punto de transbordo, incluso para las drogas. El norte de África había surgido como centro de tránsito de cocaína después del Cocainegate en Argelia.

En 2011, Europol ya estaba informando que “… algunos grupos delictivos de África occidental se encuentran entre los más capaces de gestionar todas las fases sucesivas de la inmigración ilegal desde los países de origen hasta los países de destino. Los migrantes en tránsito son frecuentemente explotados en mano de obra ilícita, lo que marca un punto de contacto entre la inmigración ilegal y la trata de seres humanos (THB)”. Por lo tanto, la migración hacia el norte a través del Sáhara, que estaba impulsada y exacerbada por la fragilidad del Estado, se había convertido en un pilar de la economía criminal regional.

El control de las corrientes ilícitas y la protección de la circulación de mercancías ilícitas es ahora una fuente importante de recursos para los grupos de milicias armadas y una forma de consolidar el poder local.

En este sentido, tanto el Toubou a lo largo de la frontera sur de Libia con Chad y Níger, como el más pequeño pero poderoso Zintani en la frontera suroeste, se han fortalecido en gran medida en el proceso.

En todo el Sáhara, la naturaleza de los Estados y la naturaleza del desarrollo de la trata han aumentado el nivel de violencia, socavando la autoridad estatal central, lo que finalmente ha empoderado a los agentes de poder locales.

Grupos terroristas que prosperan para obtener recursos financieros se reubicaron, desde Argelia primero y Siria después, para beneficiarse del comercio ilícito gravando el movimiento de mercancías a través del territorio que controlan. Además, entre los principales métodos y técnicas para recaudar fondos se encuentran las extorsiones, los robos, el abastecimiento ilegal de petróleo, el uso indebido de ONG/organizaciones benéficas y la trata de personas. Por lo tanto, hay cada vez más evidencia de un nexo entre el financiamiento terrorista y la actividad criminal. Es decir, en Malí los líderes terroristas disfrutan de una libertad de movimiento que casi no tiene rival en otras partes del mundo debido al fracaso del gobierno maliense para reconstruir instituciones sólidas y la actual incapacidad de que el ejército maliense pueda reconquistar el territorio perdido. En Nigeria, Boko Haram también ha seguido atacando a civiles y explotando a mujeres y niños, incluidas niñas. Como resultado de sus actividades, la cuenca del lago Chad se ha convertido en una zona afectada por el conflicto armado y la trata de personas.

En la misma línea, informes recientes han indicado la persistencia de los mercados de esclavos en línea operados por ISIS y sus partidarios para continuar recaudando fondos. Los gobiernos aprobaron finalmente una resolución del Consejo de Seguridad que permite la designación de terroristas sancionados por violencia sexual y trata de personas para apoyar el terrorismo.

Aún más preocupantes que la convergencia del terrorismo y la criminalidad en África son los casos en los que el Estado es cómplice. Guinea-Bissau es un ejemplo frecuentemente citado de “Estado criminal” en el que los peldaños más altos de la dirección del gobierno se han visto arrastrados a la delincuencia. Es evidente que esta criminalización completa representa un desafío para la seguridad europea, ya que reduce el número de socios elegibles en la región.

El terrorismo fundamentalista religioso es una “corporación empresarial virtual” que opera en un escenario global, con una base de apoyo global, sin fecha de finalización hacia un amplio estado final (dominación global islamista).

Los terroristas han encontrado condiciones favorables para desarrollar sus actividades en el Sáhara precisamente porque pueden ser fácilmente móviles y explotar la debilidad de los Estados territoriales y la debilidad de los sistemas financieros Sub-Saharianos.

Se está financiando la sangre vital de una red terrorista eficaz. Las redes terroristas, como mafias, necesitan mover dinero criminal al extranjero y luego recorrer el sistema de pagos internacionales para ocultar la pista de auditoría. En abril de 2013, por ejemplo, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos identificó el lavado de dinero basado en el comercio de África Occidental facilitado por casas de cambio libanesas.

El terrorismo transnacional y la delincuencia organizada se han convertido en un problema mundial y, por lo tanto, el esfuerzo por perturbar su financiación debería extenderse más allá de las fronteras para bloquear el dinero dondequiera que esté escondido y rastrearlo dondequiera que se mueva. Para que la comunidad internacional desarrolle un estado de derecho que esté a la altura de la globalización del comercio y el movimiento mundial de personas, habrá que abordar las cuestiones planteadas por el agujero en el sistema jurídico y fiscal internacional.

Los Panama Papers han hecho sonar una clara señal de alarma que no podemos permitirnos subestimar más.

 

* Periodista y responsable de prensa, ocupó el cargo específico en los principales teatros operativos, incluidos la ex Yugoslavia, Kosovo, Irak y El Líbano. Fue jefe de la oficina de prensa de la operación europea “Althea” en Bosnia y asesor de comunicaciones del presidente del comité militar de la Unión Europea. Como piloto de helicóptero, trabajó con las Naciones Unidas en El Líbano como jefe de las actividades aéreas de la misión de la FPNUL y dirigió el grupo de vuelo en Kosovo; fue observador en la Misión de Observadores de la Comunidad Europea en Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia y en la Misión de Observadores Diplomáticos de Kosovo en Kosovo y Macedonia. Ha publicado “Magreb o un espacio de cooperación y desarrollo”, “Irán desde la primera posguerra hasta el acuerdo de Argel” y “La dama de los cristales: el desafío de la vida”. Colabora con revistas y sitios sobre los principales problemas de seguridad.

 

Artículo traducido por la SAEEG con expresa autorización de su autor. Publicado originalmente el 08/08/2021 en OFCS.Report – Osservatorio – Focus per la Cultura della Sicurezza, Roma, Italia, https://www.ofcs.it/internazionale/financing-for-terrorism-the-price-we-have-to-pay-for-money-is-sometimes-liberty/#gsc.tab=0