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COMPRO Y VENDO

Iris Speroni*

Quienes gobiernan, más las patronales que los apoyan, desean continuar con el statu quo, que hambrea al pueblo y engrosa los ya gordos bolsillos de quienes mandan en la Argentina.

Los funcionarios del gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) se han caracterizado por responsabilizar a eventos externos de nuestras desgracias económicas internas. Las imputaciones más usuales son la Guerra de Ucrania, la sequía, el COVID y supongo que ahora agregarán la guerra en Israel-Palestina.

Lo cierto es que esos mismos eventos impactaron en todo el mundo; ninguno de ellos con los resultados desastrosos locales.

Es más, los países del Mercosur, los han sufrido a pleno, incluida la sequía. Aun así, sus gobernantes han contado con más habilidades para superar los contextos internacionales y climático. Al punto tal que tanto Brasil, Uruguay como Paraguay controlaron la inflación, aumentaron sus reservas y acrecentaron sus respectivos PBIs, lo que se correlaciona con un sostenido aumento de los sueldos promedio de la población.

Otra de las excusas más frecuentes de los funcionarios es que nuestros males nacen de la “falta de dólares”. La repitió el miércoles 8 de noviembre el Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, en la oportunidad del debate de candidatos a vicepresidentes.

Ahora bien, ¿Hay escasez de dólares?

Veamos algunos números.

Balanza Comercial 2019-2022

En los últimos veintitrés años, el superávit comercial argentino consolidado es de U$D 190.405 millones. Su contrapartida debería ser la acumulación de reservas por igual monto. Pero no.

Superávit comercial consolidado 2020-2022 (Alberto Fernández) en millones de dólares:

2020:                    12.528

2021:                    14.750

2022:                      6.923

Consolidado:       34.201

Por lo tanto, el presidente Alberto Fernández debería haber acumulado a fines de 2022 reservas por 34.201 millones de dólares.

No sucedió por:

    • pago de intereses de deuda pública
    • pago de intereses y capital de deuda privada
    • pago de servicios (seguros, fletes internacionales, consultoría, etc.)
    • uso de dólares por parte del gobierno para “controlar” la cotización del dólar paralelo.

No hubo amortizaciones netas de capital de la deuda (por el contrario, se acrecentó).

En cuanto a la deuda privada, es muy difícil discernir entre deuda genuina por parte de personas físicas y jurídicas y cuánto es fraude ―es decir, inventar deudas inexistentes o autodeudas (en inglés back-to-back)― ya que el deudor compra dólares a precio oficial. Existe un enorme incentivo para a) endeudarse, b) simular endeudarse, ya que en ambos casos se generan las condiciones para comprar dólares a mitad de precio.

Recuerdo a los lectores que no existe mejor negocio en la Argentina que comprar dólares a precio oficial, que comprar dólares a mitad de precio. Es un negocio más suculento que traficar armas, drogas o personas. En 2022 se embolsaron U$D 44.223 millones de dólares.

En cuanto a los servicios, hay genuinos (fletes) y otros de imposible control. ¿Por qué habría de contratarse una consultoría o publicidad o cualquier otro servicio en el exterior? Una razón puede ser que no se brinde en el país (tecnológicas), otra que sea mandatoria respecto a líneas de crédito, y la otra directamente inventar empresas en el exterior que vendan servicios y permitan al contratante justificar la compra de dólares a mitad de precio para ser girada al exterior.

Fíjense que ahora la mayoría de las publicidades de automóviles en TV son importadas, cuando históricamente se hacían acá. Que la publicidad de Coca-Cola durante el mundial era importada. Eso sucede porque la pagan a dólar oficial. Argentina se cansó de ganar premios en publicidad. Así defiende el gobierno el trabajo argentino “de calidad y con valor agregado”.

El flete marítimo de todas las cosechas argentinas, así como las exportaciones de carnes, aceros, aluminio, otros productos industriales y las exportaciones de petróleo crudo se efectúa con flotas extranjeras. Lo mismo sucede con las importaciones. Eso significa un gasto en divisas entre 5.000 y 6.000 millones de dólares por año.

Un barco de ultramar es relativamente barato. Menos de 100 millones de dólares y mucho menos si es usado. Sin embargo, ni el estado ni los privados han querido arriesgarse a incursionar en lo que hoy es una actividad abandonada. A pesar de que tenemos escuela profesional de Marina Mercante. Una pena.

Es mucho mejor comprar dólares a 350 pesos y pagarle el flete a un tercero.

En cuanto al flete aéreo, AA cubre una fracción mínima del total.

Volvamos a la balanza comercial.

El superávit consolidado de los primeros tres años de Alberto Fernández superó los 34 mil millones de pesos. ¿Qué sucedió en enero-septiembre del 2023?

Sufrimos un déficit comercial de 6.960 millones de dólares.

¿Por qué? Según el gobierno, por dos razones: bajaron las exportaciones por la sequía y subieron las importaciones de combustibles, por el aumento internacional de los precios.

¿Es verdad? Sí, a lo primero. Más o menos a lo segundo. Las importaciones de combustible del período fueron de U$D 6.731 millones, 12% del total.

Existen otros productos extra “Región Pampeana” que podrían haber propulsado las exportaciones, tanto los productos industriales, como los cultivos de secano o patagónicos.

El retraso cambiario (el BCRA paga a 350 lo que vale 900) deprime las inversiones en esas áreas y vuelve no competitivas las exportaciones de otros productos, por ejemplo, los vinos finos. Las bodegas que durante años trataron de desarrollar una marca internacional de “Vinos Argentinos”, en particular malbec, se encontraron que no pueden cubrir los costos, y que cuanto menos exportan menos pierden.

Lo mismo sucede con productos industriales, que no ven el incentivo en desarrollar mercados externos para luego quedar presos del arbitrio de los funcionarios, tanto del BCRA como de la Aduana.

El gobierno ha entendido con claridad que el problema era y es el tipo de cambio, por eso inventó los cambios múltiples (“Dólar soja”), que ha dado lugar a su correlato de abusos dentro de la cadena de comercialización.

En estos meses en que el dólar oficial ha estado por el piso, se ha incrementado la demanda de importaciones, tanto necesarias como ficticias. El gobierno eligió reprimir la demanda de importaciones por cantidad (“usted sí, usted no, usted sí pero por este monto”).

¿Cuál es la solución sensata? Dejar que el tipo de cambio vaya al valor que tenga que ir (dado el precio deprimido, subirá) y esto será algún valor intermedio entre el oficial y el libre.

Entonces serán los agentes económicos los que decidan si importar o no a ese precio o dedicarse a exportar o no a ese precio. También se evitarían problemas intergubernamentales, como cuando el gobierno de Córdoba acudió a la justicia para comprar dólares a mitad de precio (oficial).

Es una verdadera pena que el gobierno cordobés no actuara en defensa de los exportadores cordobeses con la misma diligencia que lo hiciera para el Tesoro de la provincia.

Por último, y con esto dejo el tema por hoy, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil no cobran derechos de exportación (mal llamados “retenciones”). En realidad, casi ningún país del mundo lo hace.

Paraguay, Bolivia (*), Uruguay y Brasil no controlan el tipo de cambio. En realidad, casi ningún país del mundo lo hace.

No es un tema ideológico. No pusieron esos controles ni Lula ni Bolsonaro, ni Mujica ni Lacalle, ni el gobierno conservador de Paraguay, ni el socialista de Bolivia.

A cambio de esas políticas de sentido común, nuestros cuatro países amigos disfrutan prosperidad creciente, aumento de reservas, caída de deuda, bajas tasas de interés y no tienen inflación.

Mientras tanto, todas las patronales que apoyan al gobierno, desean continuar con el statu quo, que hambrea al pueblo y engrosa los ya gordos bolsillos de quienes mandan en la Argentina.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Nota

(*)  Bolivia está con un problema puntual ahora. No controló el tipo de cambio en todo el gobierno de Evo Morales.

 

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Artículo publicado el 11/11/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/11/compro-y-vendo.html

EL VOTO A QUIEN ADMINISTRE EL MAR ARGENTINO

César Augusto Lerena*

Ya hemos dicho, y lo reiteramos, que el Mar Argentino y sus recursos no están debidamente administrados. Un espacio que representa un 68% del total de la Argentina bicontinental y marítima que se encuentra en gran parte invadido y disputado por el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB).

A propósito del debate presidencial, votemos por quien tenga previsto administrar el mar argentino, donde hasta la fecha no se han llevado políticas activas destinadas a recuperar los archipiélagos y los espacios marítimos ocupados en forma prepotente por el RUGB y los sucesivos gobiernos se han dedicado inconducentemente a invitar a ese Reino a negociar la soberanía. En síntesis, un gobierno que lleve adelante una estrategia para administrar el mar argentino y de esta forma aislar al RUGB, dificultando y encareciendo su permanencia en la región. Donde los recursos pesqueros se administren adecuadamente y no sean consecuentemente subexplotados, depredados y capturados ilegalmente, la industria naval cuente con el suficiente apoyo del Estado para que todos los buques mercantes, fluviales, petroleros, pesqueros, de investigación y control naval se fabriquen en el país y donde se promueva la ampliación, modernización y tecnificación de los puertos con el aporte privado bajo administración del Estado.

Sintetizando, deberían llevarse adelante ―entre otras― las siguientes medidas:

  1. Captura de los recursos: incrementar en un 45% la captura pesquera anual, llevándola de 794.000 toneladas desembarcadas en 2022 a 1.165.000 toneladas. Incrementando por ello un 25% la mano de obra industrial ocupada.

Referencias: la Argentina desembarcó en la última década un promedio de 800 mil toneladas/año. El incremento de las capturas que se espera tendría origen en, a) acuerdos pesqueros con la flota extranjera que pesca en alta mar (más allá de las 200 millas) los recursos migratorios originarios de la ZEE, con la eliminación de impuestos/tasas a los buques nacionales (no afecta el tesoro nacional) que le permita a la Argentina quedarse inicialmente con al menos un 25% de esas capturas; es decir, un estimado de unas 125 mil toneladas/año; b) industrializar los actuales descartes aptos que, según la información del INIDEP; AGN; FAO, etc., acceden al 30% de las capturas, es decir un estimado de 240 mil toneladas/año; c) control de los desembarques mediante mejora de la metodología (escaneo) y los sistemas aplicados.

  1. Acuicultura: en cuatro años se debería llevar la producción anual actual de 2.592 toneladas (2020) a las 400.000 toneladas y en diez años a las 800.000 toneladas/año. Se duplicaría ―al menos― en los primeros cuatro años la mano de obra relacionada con la actividad productiva y su industrialización.

Referencias: el total de la producción mundial de pesca y acuicultura (2020) alcanzó a los 178 millones de toneladas, de las cuales un 42,2% tiene origen en la acuicultura/maricultura. Mientras que los desembarques de las capturas pesqueras argentinas alcanzaron a las 796.813 toneladas (2022), solo 2.592 toneladas (0,33%) tienen origen en la Acuicultura. Una de las bajas producciones de Latinoamérica, solo por encima de Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay.

  1. Industrialización de los descartes: es posible utilizar las 240.000 toneladas/año descartadas (aptas para el consumo humano) por la flota nacional e industrializarlas. No se descarta que, con motivo de los acuerdos con la flota extranjera, la Argentina pueda hacerse de los descartes aptos para el consumo humano de esos buques, lo que podría llevar a duplicar esa cifra. Esto sería posible mediante un precio garantizado para esas capturas. Se estima en un incremento del 35% la mano de obra a utilizar.

Referencias: estas proteínas se usarán con fines a) sociales, para proveer aminoácidos esenciales a 3 millones de niños/adolescentes por día todo el año; b) ampliar el mercado y c) fabricar harina con 65% de proteína.

  1. Consumo interno: el consumo interno debería incrementarse en el término de cuatro años un 100%, llevándolo de 4,8 Kg per cápita/año a 10 Kg. Debería esperarse en 10 años triplicar el consumo nacional, optimizando la comercialización y contribuyendo a mejorar la dieta nacional y la salud de los argentinos.

Referencias: mientras que la Argentina consume 4,8 kg per cápita/año de productos pesqueros en Latinoamérica y el Caribe consumen el doble (9,8 kg), en África 11kg. y en Europa 21,4 kg. Ello será posible por la mayor disponibilidad de la materia prima, derivada de la utilización de los descartes aptos, de la producción acuícola; una mejor administración de los recursos existentes; la promoción de virtudes y mejora del costo por la eliminación del IVA.

  1. Exportación: La exportación argentina de productos pesqueros debería pasar de 490.000 toneladas exportadas/2022 por valor de 1.823 millones de dólares a en cuatro años a 580.000 toneladas/año por valor de 3.000 millones de dólares, con un incremento del valor agregado y en diez años a 800.000 toneladas por valor de 5.000 millones de dólares.

Referencias: la suma del procesamiento industrial de los productos de acuicultura; la captura en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y en alta mar permitirán incrementar la exportación de productos pesqueros directamente a las góndolas, mediante los acuerdos comerciales necesarios.

  1. Control del territorio, de la pesca y los costos de investigación y administración: los costos de administración, control e investigación deberían ser prorrateados entre las empresas concesionadas, reformando la actual distribución de los derechos del Fondo Nacional de Pesca (FONAPE) y reduciendo los costos de administración.

Referencias: siendo el recurso pesquero de dominio del Estado Nacional (más allá de las 12 millas), su concesión, supone el pago de un canon que solventará todas las tareas de control, de investigación y de administración del recurso y, por lo tanto, la distribución de los recursos del FONAPE debería modificarse de acuerdo a ello.

  1. Capturas sostenibles: se debería garantizar una explotación sostenible mediante la determinación anual de la “captura máxima sostenible” y la aplicación de vedas, cuando corresponda. Al mismo tiempo derogarse todas las Áreas Marinas Protegidas y el INIDEP transformará en vedas permanentes o transitorias en aquellos casos necesarios.

Referencias: esta captura máxima sostenible se distribuirá entre todas las empresas interesadas que efectúen inversiones y ocupen personal argentino, conforme lo indica la Ley. Las vedas han resultado eficientes para preservar el medio marino y sus recursos y ello se fortalecería mediante una mejora del control.

  1. Administración: se debería optimizar y transparentar la administración del recurso y reformar la ley de pesca y generar una política activa sobre la explotación en alta mar de los recursos migratorios originarios de la ZEE. Ambos proyectos son parte del trabajo citado (César Lerena, “Cien acciones y sus efectos para potenciar la pesca y recuperar el Atlántico Sur”, 2023).
  2. Los Puertos: La Ley 24.093 de “Actividades Portuarias” debería reformarse y, más allá de que el Estado podría celebre acuerdos con Consorcios o aún con empresas privadas nacionales para llevar adelante cuestiones relativas al balizamiento; dragado; servicios de apoyo a las embarcaciones, de remolque, maniobra y practicaje; servicios relativos a la carga y descarga o de amarre; construcción y mantenimiento de astilleros; mercados concentradores o de distribución; depósitos de almacenamiento o cámaras frigoríficas y todo tipo de explotaciones industriales, comerciales afines a la actividad; transportes de apoyo logístico; servicios turísticos; locales de reparticiones públicas de control de calidad, sanidad, aduana, etc.; cuando se trate de convenios empresas jurídicas extranjeras o con participación extranjera; que pudieran dar lugar al uso de los puertos a buques extranjeros; la prestación de servicios logísticos a éstos; o si se tratara de puertos emplazados en áreas en disputa o consideradas estratégicas, las autorizaciones deberían ser de facultad exclusiva del Estado Nacional y/o el Congreso de la Nación, según la legislación vigente. En todos los casos, la administración general; las cuestiones de defensa y seguridad; el control aduanero y de migraciones; la policía de la navegación y seguridad portuaria deberían estar en manos del Estado.

Referencias: mientras los isleños británicos implantados en Malvinas están licitando la construcción de un puerto de 400 metros, para reemplazar al existente, invirtiendo unos 200 millones de dólares (MercoPress, 10/07/2023), la Argentina no ha hecho las inversiones necesarias en los 79 puertos en la vía Paraná-Paraguay y en los 21 del Atlántico Suroccidental para asegurar la soberanía política y el comercio nacional e internacional argentino. Véase por el contrario a las legislaciones similares de las Repúblicas de Chile, Brasil y Uruguay.

  1. La Industria Naval Nacional. adecuar el Régimen de Promoción de la Industria Naval Argentina para permitir que todos los buques destinados a la actividad mercante, petrolera, pesquera y naval se construyan en el país, permitiendo su desarrollo sustentable y la generación de decenas de miles de empleos calificados; la transferencia tecnológica de diseño, construcción y reparación de buques y artefactos navales.

Referencias: en Argentina, “la apertura de la explotación hidrocarburífera offshore y el desarrollo del gas natural en Vaca Muerta se presenta como una oportunidad histórica única para la Industria Naval Nacional… El bloque offshore CAN-100 de la Cuenca Argentina Norte tendría la capacidad de producir 200 mil barriles de petróleo por día duplicando la producción actual de YPF, sin contar que geólogos de YPF estiman que existen varios yacimientos más que podrían multiplicar varias veces el volumen proyectado. Además, el gasoducto NK y la construcción de otros dos más, con terminales portuarias en el sur de Buenos Aires, posibilitarían en un plazo de diez años, la exportación de 25 millones de toneladas anuales de gas natural licuado (GNL), lo que requeriría 465 buques metaneros para su transporte… En el año 2000 la industria naval brasileña contaba con 1.910 trabajadores y en 2013 superaba los 82.000” (Fabian Lugarini, ver sus artículos respecto a la política de Brasil en la web: cesarlerena.com.ar). A ello hay que agregar la renovación de la flota pesquera nacional y el aumento de ésta por el incremento de las capturas proyectado y los destinados a la flota mercante y fluvial.

Como resultado de la ejecución de los diez puntos anteriores y otros (César Lerena,Cien acciones y sus efectos para potenciar la pesca y recuperar el Atlántico Sur”, 2023), la Argentina podría producir la más importante acción de toda su historia sobre la administración del Atlántico Sur y la explotación de sus recursos marinos.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Presidente de la Fundación Agustina Lerena. Web: cesarlerena.com.ar

CAMPO Y CIUDAD

Iris Speroni*

Egresan de las instituciones con amplios conocimientos no sólo con los cuales ganarse el pan el resto de sus vidas sino para alimentar a sus semejantes.

 

Actualmente existe una gran distancia cultural y emocional entre la población de la ciudad y la del campo.

La misma no es inocente. El poder político promueve el menosprecio y la calumnia popular hacia el sector productivo agropecuario.

¿Cuál sería el fin? Darle un manto de nobleza y reivindicación al saqueo y exterminio. Saqueo: Diferentes sectores económicos y políticos del país se quedan con el fruto del trabajo del productor agropecuario (desde un humilde yerbatero misionero a un propietario de varias hectáreas en zona núcleo). Exterminio: desaparecieron 100.000 familias agropecuarias en los últimos 15 años (de 350 a 250 mil).

El expolio cuenta con un manto legal (impuestos) y regulatorio (diferencial de cambio por circulares del BCRA) para su instrumentación y un paraguas cultural y emocional para su justificación.

Existe toda una maquinaria integrada por universidades (academia), medios de comunicación y expresiones culturales (películas) cuyo fin es pintar a los productores agropecuarios como abusivos y oponerlos al trabajador urbano el cual debe comprar comida con su magro salario.

Es una bajada de línea vigente en el CBC y en facultades como Económicas, Sociales, Ciencias Políticas, etc. Luego permea por toda la sociedad a través de periodistas/propagandistas, docentes de escuelas secundarias y primarias y el resto del aparato cultural.

Su fin es justificar el despojo por parte de los beneficiarios del mismo: algunos pseudoindustriales, contratistas del Estado, el sector financiero, las actividades que no pagan impuestos o tienen groseras exenciones (minería, hidrocarburos y automotriz, nuestras vacas sagradas), la burocracia estatal jerárquica.

La martingala es: el estado se apropia de la producción agropecuaria y luego la reparte entre quienes son ―en los hechos― los dueños del Estado. Se trata de los sectores patronales ya listados más los funcionarios responsables operativos. En mucha menor medida y sólo para calmar las aguas, se reparte una mínima porción de dinero entre los desposeídos, al sólo efecto de que no cuelguen a esta nueva oligarquía y la maquinaria pueda seguir funcionando.

Luego de obtener este botín, las patronales desean reducir el salario al mínimo posible. En efecto, como sus ingresos no provienen de venderle bienes y servicios a la población, no necesitan que la población tenga poder adquisitivo para comprar los bienes y servicios que producen; así que cuanto más bajos sean los salarios, menores sus costos, mayor rédito patronal.

El problema de esta ecuación del Edén Patronal Prebendario es que si una persona gana U$D 200 por mes, no hay forma de que pueda alimentarse excepto con mendrugos.

Por eso las patronales urbanas requieren una maniobra complementaria: bajar artificialmente el precio de los alimentos, aún a riesgo de no cubrir los costos de producción (como ahora con los tambos).

Bajar artificialmente los alimentos, se logra con aprietes, regulaciones arbitrarias y presión cultural en los medios de comunicación. Ahí tenemos a infinidad de “economistas” Nac&Pop que pasean por TV y sostienen que hay que “desacoplar los precios de los alimentos del precio internacional”, gansada que escuché en la facultad cuando estudiaba (1983-1988). No se les ocurre algo brillante como “acoplemos los salarios argentinos a los salarios internacionales”.

Escuela Agrícola Salesiana.

Campo y Ciudad

El sector agropecuario ha tratado varias veces de cerrar esa brecha cultural y contrarrestar la evidente hostilidad.

A un productor agropecuario le resulta incomprensible el espontáneo destrato que recibe por parte de una enfermera que trabaja en una clínica en la Capital Federal o por un recolector de residuos de Chascomús. Le resulta imposible de digerir (él sólo produce y paga impuestos). Se siente ofendido y agraviado por las agresiones recibidas por parte de funcionarios públicos jerárquicos y por periodistas por igual (*); sentimiento que lo paraliza, al punto de no saber cómo reaccionar excepto para mendigar que le dejen de agredir y que le escuchen.

Eso no sucede ni sucederá.

Ha habido intentos de propaganda para unir campo y ciudad, los cuales han sido pocos y malogrados.

Estoy convencida de que el único programa serio para contrarrestar los abusos es el poder duro y puro: tener representantes en los cuerpos colegiados (concejos deliberantes, legislaturas provinciales y el Congreso Nacional). Armar bloques cada vez más morrudos hasta llegar a ser imprescindibles para aprobar ordenanzas o leyes provinciales y nacionales, en particular los presupuestos; elegir jueces, etc.

Así funcionan en Argentina distintos sectores como la minería, el petróleo, las farmacéuticas o en el caso del sindicalismo, los docentes. Es lo que les garantiza contar con fichas para negociar.

La lucha cultural

Actualmente existen cientos de escuelas agropecuarias en todo el país, algunas privadas y otras públicas. Es una educación integral donde se combinan conocimientos generales (lengua, matemática, geografía e historia) más las materias específicas. A los niños y adolescentes se los educa no sólo en el cuidado de animales y en el arte de la agricultura sino también en la elaboración de alimentos. Egresan de las instituciones con amplios conocimientos no sólo con los cuales ganarse el pan el resto de sus vidas sino para alimentar a sus semejantes.

Respecto a la educación agropecuaria, sólo queda ampliar la oferta, hasta que encuentre un techo de demanda. En este rubro hay gente que trabaja y lo hace muy bien. Esto ya está y está bien.

Mi propuesta es para otro sector de la sociedad: acercar a los argentinos que viven en las urbes con los que viven de la ruralidad; incorporar la educación agropecuaria a la educación primaria y secundaria general. Es para los niños que hoy van a colegios convencionales, no los que van a escuelas agropecuarias.

Proveer educación agropecuaria a todos los niños, con una frecuencia, al principio, de una vez por mes. Ir desde la ciudad a un campo y tener contacto con huertas y animales. 

Imaginen niños urbanos ―de cualquier clase social― lo que puede significar para ellos tener un corderito en brazos. Para los adolescentes, subirse a la maquinaria agrícola les hará sentir el Capitán Kirk.

La actividad implica darle de comer a gallinas y conejos, a vacas, cerdos y ovejas, acariciar un caballo. Cuidar la huerta. Desde lo teórico, que aprendan los ciclos de vida, las cantidades de alimento que hay que darle a cada uno y la composición del mismo. Más grandecitos, que ayuden a parir a una oveja, a esquilar, a vacunar. A nivel secundario, a hacer queso, dulce de leche, chacinados. Que aprendan de bromatología. Y que estudien biología (fotosíntesis, ciclo del agua, células, tejidos, etc., el Villé completo) con un marco práctico también.

Para quienes van a colegios industriales, que tengan un apartado en maquinaria agrícola, riego, generadores eléctricos autónomos y todas las instalaciones que necesita una explotación rural y la industria de alimentos para funcionar (pasteurización, cámaras de frío, molinos, secado) etc. Sería una parte más de la formación.

Para que esto se lleve a cabo son necesarias instalaciones ad-hoc. No se los puede llevar a los colegios agropecuarios ya existentes: sería muy disruptivo para los mismos. Pero sí preparar instalaciones rurales para que reciban niños en forma rotativa.

Piensen en niños que viven en un barrio carenciado de Moreno o Lanús o Lomas de Zamora o San Martín (provincia de Buenos Aires) o de Rosario o de la Capital Federal. O en niños de departamento del centro de Buenos Aires o de Córdoba capital. Sería abrirles una ventana a un mundo que desconocen.

La primera parte del programa debería seducir con la comida. Recibirlos a todos con un gran desayuno. Tostadas con pan, manteca y dulce de leche casero. Mate cocido con leche. Todas cosas que en algún momento obtendrán por sí mismos, cuando aprendan a ordeñar y preparar. Luego las actividades del día. Que sepan que a los animales hay que darles de comer los días de sol y también los de lluvia. El almuerzo debe ser empanadas, asados y frutas. Piensen que hay muchos niños que nunca o rara vez comieron asado. Luego actividades y antes de irse una muy buena merienda, pastelitos incluidos.

Importante: todos ―niños y docentes― deben irse con una cajita feliz: dulce de leche, alfajores, chacinados, queso. Los niños no lo olvidarán jamás, porque lo que uno conecta emocionalmente, no se olvida nunca. Y lo que entra por la comida, queda grabado en el cerebro. Que la madre sepa que si el niño tiene “día de campo” vuelve con medio kilo de dulce de leche, el cual se compartirá en familia. Ídem docentes.

Implica una gran inversión. En instalaciones para animales y huerta, más baños, comedor, cocina para la comodidad de niños y docentes. Y gastos: alquiler del predio, luz, sueldos, compra de animales, forraje, etc. Además del transporte, ya que a los chicos hay que trasladarlos.

Con el tiempo, habrá que incluirlos en actividades culturales, como fiestas tradicionales y jineteadas. Para que sea no sólo una enseñanza práctica sino también de la tradición.

Plan B

Supongamos que ningún departamento educativo provincial accede por las razones que todos conocemos.

Propongo que se empiece, primero con pruebas piloto y luego con mayor volumen, con las escuelas parroquiales que se avengan. Financiado por el sector agroindustrial (transporte, docentes específicos, contratar seguros para los niños y para el personal, luz, alquiler del predio, compra de animales y forraje y herramientas). Se puede usar predios de sociedades rurales o cooperativas que los tengan ociosos o subutilizados y adaptar las instalaciones.

Es una idea. ¿Habrá mejores? Probablemente. Pero de alguna manera hay que empezar a contrarrestar la gigantesca propaganda anti-campo, la cual se produce no sólo en Argentina sino en Occidente, si bien en exterior es por diferentes razones.

En algún momento habrá que empezar a defender nuestras tradiciones y la integridad de nuestra nación.

Notas

(*) O por parte de militantes del autopercibido sector nacional y popular.

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Artículo publicado el 04/11/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/11/campo-y-ciudad.html