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PROTECCIONISMO VERDE: EFECTOS COMERCIALES DE LAS MEDIDAS AMBIENTALES

Mauro Céspedes*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

El comercio internacional constituye un eslabón clave en el desarrollo y la prosperidad de una nación. Dada su importancia, es vital la necesidad de constituir los medios necesarios para garantizar su transparencia, fluidez, dinamismo, equidad, reciprocidad, y principalmente, desarrollar un marco de acción libre de impedimentos de terceros que puedan entorpecer su actividad sin una debida justificación.

Durante décadas los postulados de la política comercial conocida como proteccionismo han jugado un papel central en las restricciones del comercio internacional. Las denominadas barreras arancelarias y para-arancelarias han sido los instrumentos utilizados para permitir o no, o incluso limitar las cantidades y volúmenes de productos que ingresan desde el exterior. De esta manera se expresa un fin fundamental y básico de esta doctrina, proteger o privilegiar a los productos nacionales y/o determinados sectores económicos o productivos de la sociedad por encima de la competencia extranjera.

En este tiempo, donde la globalización se ve acelerada y acrecentada por los beneficios de la tecnología, las prácticas comerciales se intensifican año tras año. La injerencia de los organismos internacionales y los tratados celebrados por los Estados o bloques económicos ayudan, en cierta manera, a este incremento en las transacciones comerciales. Pero las prácticas proteccionistas siguen vigentes, quizás no de formas tan obvias como en décadas atrás, pero si a través de nuevos instrumentos que, de alguna u otra manera, facilitan su implementación. El proteccionismo a través del medio ambiente, o como los expertos denominan “proteccionismo verde”, es una nueva variante de esta política comercial que comenzó a tomar mayor fuerza en las últimas décadas, dadas las crecientes preocupaciones por el cuidado ambiental y la lucha contra el cambio climático en las agendas políticas de varios países, ocasionando así la interrupción del comercio internacional.

El proteccionismo en pocas palabras

Para dejar sentadas las bases de ¿Qué es el proteccionismo? me remitiré a la siguiente definición:

“En el terreno comercial corrientemente se aplica el término proteccionismo a la utilización de barreras comerciales arancelarias o para-arancelarias, que impiden o dificultan la importación de bienes, y por lo tanto están orientadas a proteger a los productos nacionales”.[1]

Se suele sostener que el proteccionismo como política economía surge de manera paralela al mercantilismo, entre el siglo XVI y hasta comienzos del siglo XVIII, donde el poderío, la importancia y la prosperidad de un imperio, estaban directamente relacionados a la capacidad de acumular grandes cantidades de metales preciosos en función de las transacciones primitivas y/o tempranas de comercialización de esa época. Para este fin, la intervención de las importaciones de bienes era crucial, al igual que el dominio sobre una red de colonias esparcidas a lo largo del globo, que funcionaban como fin único de abastecimiento de recursos primarios, y en menor medida como un mercado de destino.

Por supuesto como toda política comercial, ésta arrastra en su haber ventajas y desventajas. Entre las primeras podemos nombrar el amparo a nacientes industrias nacionales que comienzan a operar[2] en el mercado, el fomento de la industrialización nacional para paralelamente impulsar el empleo y la mano de obra, y la protección de industrias consideradas estratégicas o de gran importancia para el país. Dentro de las segundas, encontramos alzas en los precios, posibles surgimientos de monopolios u oligopolios, sometimiento de la población a adquirir productos sin posibilidad de un sustituto, inflación, entre otras.

Con la llegada de la corriente liberal, el proteccionismo perdería su auge, pero continuaría siendo una opción de política comercial a la que los Estados siguen recurriendo al momento de afrontar crisis o desajustes económicos. Un ejemplo válido de citar es el de EE.UU. luego de la crisis económica de 1929, donde el país recurrió duramente al proteccionismo, originando a su vez un desajuste en la cadena de suministro a nivel global.

Pero debemos tener en cuenta que, a veces, el proteccionismo suele ser camuflado bajo la máscara del nacionalismo económico. Podría argumentarse que la línea que separa un término del otro es delgada a la hora de referirnos al cuidado del mercado interno. Un Estado puede enarbolar la bandera del nacionalismo con el fin de aplicar políticas proteccionistas que le permitan mantener un control riguroso de la economía interna de su territorio. Así, promociona la compra de productos hechos dentro del país como forma de enaltecer la dignidad de la nación y el valor de lo producido a partir de la mano de obra nacional, frente a las empresas extranjeras, mientras aplica restricciones al ingreso de respectivos productos que puedan competir dentro del mismo segmento de mercado.

Como ya mencioné antes, los instrumentos utilizados como herramientas para la aplicación del proteccionismo son las barreras arancelarias y para-arancelarias. Estas juegan un papel central dentro de las prácticas proteccionistas de un país. Ya sea a través de aranceles o cuestiones propiamente técnicas, administrativas, estructurales u orgánicas de un producto, estas medidas sirven para regular el ingreso de productos extranjeros, y así proteger el mercado interno y a las industrias que se encuentran en etapas iniciales, a la vez que funcionan como un método de recaudación de fondos para las arcas del Estado aplicante.

Las barreras arancelarias implican el pago de un arancel en las aduanas, sea específico[3] o ad-valorem[4]. Mientras que las barreras para-arancelarias funcionan a través de cuotas de mercados, prohibiciones, normas sanitarias y fitosanitarias, normas de etiquetado, certificaciones, entre otras.

Los organismos internacionales como las Naciones Unidas (ONU) o la Organización Mundial del Comercio (OMC), o acuerdos como el caso del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, según siglas en inglés), han desempeñado papeles sin duda importantes para el sistema multilateral de comercio procurando la disminución de dichas barreras con el fin mismo de permitir una mayor facilitación y fluidez en las transacciones comerciales, evitando la imposición de medidas restrictivas o discriminatorias entre sus miembros, y así permitir la existencia del libre mercado.

La considerable disminución en los porcentajes de los aranceles a nivel global a lo largo del tiempo da cuenta de estos esfuerzos. Pero, aun así, los Estados todavía encuentran nuevos métodos para seguir amparando a la producción nacional, lo cual no significa que esté mal, a menos que esa protección perjudique las reglas del libre mercado.

Mientras las barreras arancelarias disminuyeron, las para-arancelarias proliferaron. Estas últimas, resultan más difíciles de controlar dada la diversidad de las mismas y el enfoque desde donde se contemple. De esta manera, elevan las exigencias y estándares necesarios para la introducción de los productos en los territorios a través de las aduanas.

Estas nuevas exigencias constituyen un freno, sobre todo para países en vías de desarrollo que buscan entablar relaciones comerciales fructíferas con países desarrollados. Para una PyME promedio establecida en uno de los primeros, implica una serie de dificultades en cuanto a la adaptación de su producto con el fin de cumplir con dichos requerimientos e ingresar a estos nuevos mercados. Además, en muchas ocasiones, no solo encarece su producto la necesidad de cumplir con determinados procesos de producción o certificaciones, afectando directamente a su competitividad y ganancias, sino que implica incluso la continuidad o no de sus prácticas comerciales con determinados mercados externos.

Lo curioso es que son los países más desarrollados los que hacen uso del discurso de libre comercio y de lo perjudicial que resulta el proteccionismo, introduciendo sus productos en los mercados de todo el mundo, mientras mantienen a raya a los países en vías de desarrollo a través de barreras que les imposibilita la libre comercialización con ellos, impuestas incluso a veces en forma imperceptible al momento, por acuerdos celebrados para la facilitación del comercio. Una contradicción.

El medio ambiente como barrera comercial, el nuevo proteccionismo

Hoy en día, los países económicamente más avanzados demuestran mayor interés en las prácticas cuidadosas y amigables con el medio ambiente. La Unión Europea (UE), por ejemplo, ha mostrado tener un ferviente interés en alcanzar altos estándares de cuidado ambiental dotando a sus miembros de herramientas y recursos para aplicación de medidas. El pacto verde europeo busca promover el crecimiento del bloque hacia una economía moderna, sostenible y más eficiente respecto a la utilización de sus recursos, aumentando también la competitividad de sus productos.

La Política Agrícola Común (PAC), conocida política proteccionista del sector agrario europeo y generadora de controversias, fomenta la agricultura ambiental sostenible. La UE destina gran parte de su presupuesto para financiar a sus agricultores, casi 387.000 millones de euros para el período comprendido entre 2021-2027 (Comisión Europea, 2021). Existen diversas justificaciones para este increíble desembolso millonario y una de ellas es que los agricultores enfrentan un doble desafío, producir alimentos mientras que paralelamente se protege la naturaleza y biodiversidad. Por lo tanto, la UE pone el énfasis en el correcto aprovechamiento de los recursos naturales y en la implementación de nuevas tecnologías y prácticas que permitan una agricultura de mayor precisión como también un mayor cuidado en la crianza de ganado, su sanidad y bienestar animal.

Pero estos altos estándares ambientales no son iguales en todos los países del globo, por lo tanto, posibilitar el ingreso de productos que hayan sido producidos bajo menores exigencias, y por lo tanto menores desembolsos económicos, claramente representa un riesgo competitivo para el mercado de un país donde su gobierno, sus productores e industrias se ven sometidos a realizar grandes inversiones para cumplir con lo establecido. Es ahí, donde el medio ambiente se transforma en una barrera comercial, y se origina lo que en la actualidad los autores denominan “proteccionismo verde”:

“Concepto utilizado para referirse a medidas de protección comercial donde se invocan justificativos ambientales. El concepto ha sido utilizado en una perspectiva crítica, cuando se sostiene que esas medidas ambientales no son justificadas y en realidad encubren el propósito de generar una protección comercial, como en un sentido positivo, al defenderse la necesidad de regular el comercio atendiendo a criterios ambientales legítimos. Diversos países agroexportadores de América Latina (particularmente Argentina) han cuestionado diversas medidas en la producción agrícola de los países industrializados, especialmente la UE, como un proteccionismo verde injustificado…”.[5]

Respecto a argumentos que se utilizan para la implementación de este tipo de prácticas proteccionistas, el informe publicado en la Revista Argentina de Economía Internacional en 2013, titulado “El “proteccionismo comercial verde”: un análisis de tres nuevas cuestiones que afectan a los países en desarrollo”[6], realiza una distinción entre los argumentos ambientales y los económicos que justifican este tipo de medidas.

Entre los primeros, sus autores, distinguen tres:

    • El cuidado del medio ambiente del país comprador del producto por los futuros daños que podría ocasionar el consumo de los mismos dentro del territorio importador.
    • El cuidado del ambiente compartido. Ejemplo de esto sería la capa de ozono o el habitad de especies compartidas por más de un Estado.
    • Y la protección del ambiente del país desde donde proceden estos productos. La cual puede verse como una imposición de valores por parte de una nación a otra sobre como operar correctamente respecto a sus recursos naturales dentro de sus fronteras territoriales.

Respecto a los segundos, distinguen dos:

    • La ya mencionada pérdida de competitividad de los productos de países que son elaborados u obtenidos bajo la rigurosidad de políticas ambientales más duras que derivan en mayores costos procedentes de sus cumplimientos.
    • Y la afirmación de que las inversiones podrían migrar hacia países con regulaciones y políticas ambientales menos exigentes (refugios de contaminación). Consecuentemente esta actividad podría jalar los estándares ambientales hacia abajo como bien mencionan. 
Cooperación conjunta para avanzar

Resulta obvio decir, que el avance de las economías en función del desarrollo productivo de cada país ha desencadenado un daño profundo en nuestro medio ambiente colectivo, el cual es vital reparar como factor principal para la continuidad y desarrollo de las futuras generaciones. El papel de las energías renovables y de los avances tecnológicos, acordes a posibilitar nuevas formas de producción, de maneras más sustentables, son necesarios. La cooperación internacional para el cuidado de nuestros recursos a través de compromisos serios y realmente compartidos es fundamental.

Esta necesidad de cooperación conjunta es lo que impulsa a los gobiernos de distintos países y organismos internacionales desde hace décadas a trabajar en acuerdos relativos al cuidado del medio ambiente, el progreso económico, desarrollo social, modelos de inversiones, comercio, entre otros; donde el fin fundamental en sí deriva en la transición hacia un nuevo modelo de economía. Este nuevo modelo es denominado en la actualidad como “economía verde”, y es definida por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como:

“[…] aquella que da lugar al “mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos medioambientales y la escases ecológica”.[7]

Ésta es reconocida, además, como un factor importante para la consecución de las metas de desarrollo sostenible[8] y la erradicación de la pobreza, tal como se expresó durante la Conferencia Río+20[9].

En cuanto al término antes mencionado, “desarrollo sostenible”, éste se ha citado y utilizado en varios acuerdos desde su primera implementación en 1987 en el informe “Nuestro futuro común”[10]. En 1992, en Río de Janeiro (Brasil), durante la celebración de la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), se reconoció la importancia del sistema multilateral de comercio para la contribución del mismo.

Entonces, se evidencia la importancia de la cooperación, la apertura, equidad y la no discriminación imparcial en las operaciones comerciales internacionales para alcanzar los objetivos que se expresan a través de los conceptos que he desarrollado, entrelazándose en una cadena de causa efecto continuo en su consecución. Por lo tanto, es importante evitar caer en restricciones mezquinas y unilaterales que no permitan el libre flujo del comercio o, mejor dicho, en prácticas proteccionistas.

Es por eso que, en vista de la posibilidad de la presencia de escenarios comerciales interrumpidos por protecciones recurrentes a temas ambientales, se ha dejado expresada en diversos fragmentos de tratados y acuerdos internacionales, la importancia del sistema de comercio internacional como piedra angular hacia la obtención de los fines perseguidos. Por ejemplo:

El “Principio 12” de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992:

Los Estados deberían cooperar en la promoción de un sistema económico internacional favorable y abierto que llevara al crecimiento económico y el desarrollo sostenible de todos los países, a fin de abordar en mejor forma los problemas de la degradación ambiental. Las medidas de política comercial con fines ambientales no deberían constituir un medio de discriminación arbitraria o injustificable ni una restricción velada del comercio internacional. Se debería evitar tomar medidas unilaterales para solucionar los problemas ambientales que se producen fuera de la jurisdicción del país importador. Las medidas destinadas a tratar los problemas ambientales transfronterizos o mundiales deberían, en la medida de lo posible, basarse en un consenso internacional.

El Programa 21, acompaña los principios establecidos en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, y constituye un plan de acción para llevar adelante dichos esfuerzos por alcanzar el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente, tanto a nivel mundial como nacional. De él, podemos destacar la Sección I: “dimensiones sociales y económicas”, Capítulo 2 “cooperación internacional para acelerar el desarrollo sostenible de los países en desarrollo y políticas internas conexas”.

El párrafo 5 del artículo 3 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de 1992:

Las Partes deberían cooperar en la promoción de un sistema económico internacional abierto y propicio que condujera al crecimiento económico y desarrollo sostenibles de todas las Partes, particularmente de las Partes que son países en desarrollo, permitiéndoles de ese modo hacer frente en mejor forma a los problemas del cambio climático. Las medidas adoptadas para combatir el cambio climático, incluidas las unilaterales, no deberían constituir un medio de discriminación arbitraria o injustificable ni una restricción encubierta al comercio internacional.

La OMC, por su parte, ha contribuido también en la elaboración y celebración de distintos acuerdos, con el fin de promover el desarrollo sostenible y la economía verde, mientras que intenta impedir las restricciones injustificadas entre sus Miembros, y facilitar a través de distintos mecanismos e instrumentos de transparencia el comercio internacional. Entre ellos están los acuerdos sobre: Obstáculos Técnicos al Comercio, Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Subvenciones y Medidas Compensatorias, Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual y el Acuerdo Plurilateral sobre Contratación Pública. También, es importante destacar el trabajo del Comité de Comercio y Medio Ambiente (CCMA), que pretende identificar y comprender la relación que existe entre el comercio y el medio ambiente en busca de promover el desarrollo sostenible.

Además, debemos tener en cuenta el Articulo XX del GATT “Excepciones generales”, apartados b) y g)[11], que permite la posibilidad de invocar estas excepciones como medias de protección ambiental relacionadas al comercio internacional, siempre y cuando el Miembro que acusara pueda demostrar la existencia de una relación entre su objetivo de política ambiental y el litigio que denuncia. Para lo cual intervendrá un Órgano de Apelación con el fin de evaluar la situación, sopesando y confrontando una serie de factores para emitir una conclusión final.

El Protocolo de Kioto y, más adelante, el Acuerdo de París tomaron también importancia en las tratativas respecto al cuidado del medio ambiente. El primero sirvió para comprometer a los países a reducir, mitigar o limitar, mediante la adopción de políticas y medidas, los gases de efecto invernadero (GEI), y que eventualmente se realicen evaluaciones e informes. El segundo, reconocido como un gran avance en la lucha contra el calentamiento global de manera multilateral, tiene como objeto reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza. Para dicho fin, se debe mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C respecto de los niveles preindustriales, de preferencia 1,5 °C, lo que reduciría considerablemente los riesgos y efectos del cambio climático. También busca aumentar las capacidades de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima, brindando a su vez, un marco para el apoyo financiero, tecnológico y fomento de la capacidad para los países en desarrollo.

Tratado de Libre Comercio MERCOSUR-UE. Los efectos del proteccionismo verde.

Un ejemplo del proteccionismo verde, y de la utilización de instrumentos como el Acuerdo de París para interrumpir la mecánica del comercio internacional, puede verse en las distintas controversias desatadas con el Tratado de Libre Comercio MERCOSUR-UE. Acuerdo negociado y discutido durante más de dos décadas, pero que desde julio de 2019 parecía que había encontrado la culminación a las negociaciones de manera exitosa para su ratificación, lo cual no fue así.

Varios países sostuvieron lo perjudicial que resultaría la ratificación de este tratado, en el estado actual del mismo, en materia ambiental. Entre los principales acusantes de este hecho, Francia encabezó la lista, junto a otros países como Irlanda, Bélgica, Polonia, Austria, entre otros. El incremento de la deforestación constituyó un punto relevante, sobre todo luego de los incendios acontecidos en 2019 en Brasil. Hecho que repercutió a nivel global y que, además, desató un intercambio poco amistoso entre Jair Bolsonaro y Emmanuel Macron, sosteniendo este último que el país sudamericano incumplía con lo establecido y pactado en el Acuerdo de París. Cuestiones relevantes a los métodos de siembra y cosecha, crianza, cuidado y hacinamiento del ganado, liberación de CO2 al ambiente, también formaron parte de las múltiples acusaciones.

Pero lo que realmente podría impulsar el rechazo, no es precisamente la preocupación por el impacto ambiental. La verdadera causa, podría radicar en el impacto negativo que produciría la entrada de productos del sector agrícola del MERCOSUR dentro de un mercado históricamente protegido por la PAC.

Ya en 2010, mientras se anunciaba el relanzamiento de las conversaciones comerciales entre ambos bloques[12], pudo observarse la preocupación por el ingreso de los productos sudamericanos. En una reunión del Consejo de Agricultura de la UE, el ministro francés de Agricultura en ese entonces, Bruno Le Maire, reiteró la oposición de Francia al acuerdo y advirtió que la eliminación de los aranceles de importación a los productos agrícolas llevaría a un aumento del 70% de las importaciones de carne vacuna y un 25% de las importaciones de aves de corral. Junto con él, el entonces ministro de Agricultura de Italia, Giancarlo Galan, se expresó en cuanto al riesgo que significaba para los agricultores europeos estas negociaciones y como la UE no podía reducir los aranceles de importación al mismo tiempo que se reduce el apoyo a las exportaciones agrícolas en el contexto de la reforma de la PAC de ese entonces. Irlanda fue otro de los que expresó su descontento respecto al impacto negativo sobre su sector de carne vacuna en competencia con países como Argentina y Brasil. En España, los agricultores elaboraron y publicaron una carta advirtiendo el impacto del acuerdo sobre los puestos de empleos en el sector, estimando pérdidas, para ese entonces, por 5.000 millones de euros, sobre todo en la industria cárnica.

Las organizaciones sindicales también alzaron la voz, La Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA) de Francia, estimó, en 2018, que la ratificación de este acuerdo, ponía en peligro entre 20 mil y 25 mil explotaciones agrícolas francesas, señalando, además, que no se respetan las reglas sanitarias, medioambientales y sociales de Europa. Para el FNSEA, el MERCOSUR ingresaría sus carnes al mercado por valores muy inferiores que las de Francia debido a los métodos utilizados para la crianza de los animales. En 2019, el COPA[13] COGECA[14] criticó la política comercial de la UE y como ésta aumentaba la brecha entre lo que se les exige a los agricultores europeos y lo que se les toleraba a los productores de MERCOSUR dada la distintas normas sanitarias y medioambientales.

En octubre de 2020 el Parlamento Europeo rechazó la ratificación del acuerdo por mayoría de votos[15]. El informe sobre la aplicación de la política comercial común sobre el que se discutió, deja claro en su enmienda 36 las razones:

“36.  Subraya la importancia de la reciente modernización del Acuerdo de Asociación UE-México y de la celebración del Acuerdo de Asociación Mercosur, que tienen el potencial de profundizar nuestra asociación estratégica con América Latina, de crear oportunidades adicionales en nuestras relaciones comerciales con estos países y de ayudar a diversificar las cadenas de suministro para la economía europea; considera que el acuerdo de asociación entre la UE y el Mercosur representa el mayor acuerdo de «bloque a bloque» de este tipo y tiene el potencial de crear un mercado abierto beneficioso para ambas partes que abarque aproximadamente a 800 millones de ciudadanos; señala que este acuerdo, al igual que todos los acuerdos comerciales de la Unión, debe garantizar unas condiciones de competencia leal y el respeto de las normativas y los modos de producción europeos; recuerda asimismo que el acuerdo contiene un capítulo vinculante sobre desarrollo sostenible que debe aplicarse, ponerse en práctica y evaluarse plenamente, así como compromisos específicos relativos a los derechos en materia laboral y a la protección del medio ambiente, incluida la ejecución del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y las normas de desarrollo conexas; subraya que no se puede ratificar el acuerdo entre la UE y el Mercosur en su estado actual”.[16]

En febrero de 2021, durante la presidencia Pro Tempore del MERCOSUR por parte de Argentina, el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales y Jefe Negociador de la Argentina, Jorge Neme, estuvo en videoconferencia con la Representante en el país de la Unión Europea, Aude Maio-Coliche, y los Embajadores de sus Estados miembros para analizar los desafíos vinculados al Acuerdo MERCOSUR-UE. Entre los temas que se tocaron, la cuestión ambiental fue parte de ellos, donde se destacó la importancia de asumir el papel de socios en la protección del medio ambiente, abordándolo desde un compromiso vinculado, y no de manera aislada[17].

Mientras tanto, el pasado 3 de septiembre de 2021, Emmanuel Macron reafirmó nuevamente la oposición de Francia al acuerdo, adelantando también que su país mantendrá su decisión cuando asuma la presidencia rotatoria de la UE en 2022. Expresó también: “Debemos reinventar nuestras políticas comerciales para que sean coherentes con nuestras políticas climáticas, con nuestras políticas de biodiversidad, es una necesidad”[18]. Respecto a lo anterior, es importante destacar que Francia posee casi medio millón de agricultores y se posiciona como uno de los primeros, y más importantes, países agrícolas de la UE, y cuyo sector agrario ha sido de los mayores opositores a este acuerdo desde el principio.

Los productores agrarios europeos, en diversas ocasiones, han expresado su descontento con la posibilidad de competir con los productos del MERCOSUR. Ellos no están dispuestos a perder su cuota de mercado ni a enfrentar caídas de precios como resultado de su política agraria proteccionista. Y a ellos se les suma la injerencia de las asociaciones ambientales que luchan para frenar el mismo.

Es entonces cuando, si se analiza desde el tema central de este trabajo, quizás lo primordial no es proteger al medio ambiente, sino mantener los beneficios que la política proteccionista de sus mercados les ha proporcionado, utilizando al Acuerdo de París, y las diferencias en cuanto a políticas y tratativas de las cuestiones ambientales como escudo para estos mercados. Esto constituiría un claro ejemplo de proteccionismo verde.

Conclusión

Como ya mencioné, el comercio internacional constituye un eslabón clave en la prosperidad de cualquier nación. El desarrollo económico y social pueden impulsarse a través del correcto funcionamiento de los engranajes de las políticas comerciales adecuadas. Los organismos internacionales, conscientes de esto, han demostrado a lo largo del tiempo su compromiso por facilitar los intercambios de bienes y servicios, impulsando a los actores globales a cooperar para la liberalización del mercado a lo largo y ancho del globo. El Acuerdo de París promueve a la colaboración entre las partes para una lucha conjunta contra el cambio climático. Este acuerdo y sus beneficios podrían acelerar la carrera en la implementación de una economía verde, de una mejora en la calidad de vida de las comunidades y en una evolución hacia nuevas formas de producir, a través de los avances y esfuerzos compartidos. La transparencia, fluidez, dinamismo, equidad y reciprocidad en las transacciones comerciales internacionales, no pueden darse bajo consignas proteccionistas, que utilizan al medio ambiente como forma de escudar sus mercados.

No hay duda en la existencia de una relación estrecha entre el crecimiento económico y productivo de los Estados, el incremento de los flujos de productos a nivel internacional y la contaminación ambiental. Es una cadena de causa-consecuencia derivada directamente del avance incesante de las economías mundiales y las naciones. Cuanto más aumentan el consumo y las ventas, más se produce, por lo tanto, se utiliza mayores cantidades de recursos, de energía, el transporte de dicha producción del punto A al B requiere de vehículos que emiten altos volúmenes de CO2 a la atmosfera, y una vez efectuado el consumo se originan desechos que difícilmente sean reciclados en su totalidad.

El accionar de los Estados debe apuntar al crecimiento económico de todos los actores del comercio, desde las PyMEs hasta aquellas que cuentan con el potencial de llegar a convertirse en grandes multinacionales, y las que ya lo son, pero sin recurrir a la monopolización de los mercados o la protección excesiva de estos. Las políticas ambientales deben ser tratadas urgentemente, pero lejos de las posibilidades de ser utilizadas como arma de doble filo para resguardar beneficios propios, por el contrario, deben ser abordadas con el fin único de propiciar avances benévolos para la humanidad y su bienestar, para encontrar maneras menos contaminantes de producir, ayudando a las naciones menos desarrolladas a alcanzarlas también.

Quiérase o no, vivimos en un mundo interconectado, aislarse no es una opción viable. Y en esa interconexión de nuestras relaciones sociales y comerciales, es parte fundamental el medio ambiente que nos rodea. Las agendas políticas no deben contemplar una u otra opción, el comercio internacional debe seguir creciendo, debe seguir abriendo fronteras y mercados, pero dentro del marco de nuevas situaciones que beneficien al medio ambiente.

* Licenciado en Comercio Internacional, graduado en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), Sede Regional Rosario.

 

Bibliografía

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Referencias

[1] Gudynas, E., & Buonomo, M. (Nobiembre de 2007). Integración y comercio – Diccionario latinoamericano de términos y conceptos. Montevideo, Uruguay: Coscoroba. doi:978-9974-7893-4-0.

[2] La lógica de esta protección seria hasta que la industria alcance la madurez competitiva.

[3] El monto a pagar está determinado por la cantidad de unidades importadas o exportadas. También puede determinarse por cuestiones como el peso o volumen del producto.

[4] El monto a pagar corresponde a un porcentaje del valor del producto que se comercialice.

[5] Gudynas & Buonomo. Op. cit.

[6] Lottici, M., Galperín, C., & Hoppstock, J. “El proteccionismo comercial verde: un análisis de tres nuevas cuestiones que afectan a los países en desarrollo”. Revista Argentina de Economía Internacional, 01/02/2013, p. 39-62, http://www.cei.gov.ar/userfiles/nota4.pdf.

[7] Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible y Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. (2014). Manual de comercio y economía verde (Tercera ed.). Ginebra, Suiza: Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible.

[8] Capacidad de satisfacer las necesidades humanas en el presente, sin comprometer la satisfacción de las necesidades futuras.

[9] Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible de 2012.

[10] Informe elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.

[11] b) necesarias para proteger la salud y la vida de las personas y de los animales o para preservar los vegetales;

  1. g) relativas a la conservación de los recursos naturales agotables, a condición de que tales medidas se apliquen conjuntamente con restricciones a la producción o al consumo nacionales;

[12] Las negociaciones para este acuerdo tomaron más de 20 años, pasando por varios momentos de interrupción en las mismas.

[13] Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas.

[14] Confederación General de Cooperativas Agrícolas.

[15] “La Eurocámara rechazó ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur por la política ambiental de Jair Bolsonaro”. Infobae, 07/10/2020, https://www.infobae.com/america/mundo/2020/10/07/la-eurocamara-rechazo-ratificar-el-acuerdo-entre-la-union-europea-y-el-mercosur-por-la-politica-ambiental-de-jair-bolsonaro/, [consulta: 05/09/2021].

[16] Parlamento Europeo. (2020). “Resolución del Parlamento Europeo, de 7 de octubre de 2020, sobre la aplicación de la política comercial común: informe anual de 2018 (2019/2197(INI))”. Bruselas, https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/TA-9-2020-0252_ES.html, [consulta: 04/09/2021].

[17] Ministerio de Relaciones Exteriores, C. I. (2021). Mercosur-UE: Argentina y la UE junto a sus Estados miembros analizaron los pasos a seguir para la firma del acuerdo entre ambos bloques. Información para la Prensa N°: 028/21. Recuperado el Septiembre de 2021, de https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/mercosur-ue-argentina-y-la-ue-junto-sus-estados-miembros-analizaron-los-pasos

[18] “Emmanuel Macron reafirmó que Francia se opone a un acuerdo Unión Europea-Mercosur”. La Nación, 03/09/2021, https://www.lanacion.com.ar/politica/emmanuel-macron-reafirmo-que-francia-se-opone-a-acuerdo-union-europea-mercosur-nid03092021/, [consulta: 04/09/2021].

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CHINA Y EUROPA EN ÁFRICA: DOS MODELOS DE COOPERACIÓN EN COMPARACIÓN

Giancarlo Elia Valori*

Cumbre del Foro de Cooperación China – África 2018 EFE

China está tratando de diversificar la adquisición de recursos naturales y mercados en desarrollo para sus exportaciones y, como se ha visto, se encuentra entre los países donantes más grandes. Los dos grandes Foros Sino-Africanos de 2006 y 2015 fueron casi ignorados por los medios europeos, debido a las mencionadas críticas al Imperio Medio por cómo aborda la cuestión de los derechos humanos.

Pero lo que nos preguntamos es por qué, si el sistema chino logra conquistar las materias primas y es acogido sin quejas por los africanos, Europa es incapaz de desembarcar en África, salvo con una limosna miserable y degradante. Una vez más, la Unión Europea está tratando de dictar reglas de moralidad a África, tales como: “Nosotros, la UE, somos mejores que los chinos”. Pero si es cierto que somos “mejores”, ¿por qué África está volviendo su mirada hacia el Este en lugar de rechazar el buenismo liberal-chic?

Así que cuando asistes a conferencias y conferencias, tanto como orador como espectador, estás absolutamente cansado de escuchar que China es “mala” porque comercia con aquellos que no son “buenos”, mientras que Europa y los Estados Unidos de América son “buenos” porque quieren regatear sólo con aquellos que se convertirán en “buenos”, tal vez induciéndolos a ser “buenos”, tal vez induciéndolos a serlo en las formas que conocemos. Pero aquellos que son “malos” esperando llegar a ser “buenos” ¿qué deben hacer?

Creo que la respuesta está en un libro de hace más de diez años (Cecilia Brighi, Irene Panozzo, Ilaria Maria Sala, Safari cinese. Petrolio, risorse, mercati. La Cina conquista l’Africa, Milano, O barra O, 2007), cuando los autores, de una manera sutilmente clara, refiriéndose a las empresas blancas, escribieron: “obligados a respetar los convenios y normas dictados por la OIT, la OCDE, así como las normas ambientales y de seguridad, las leyes nacionales y los contratos de los países a los que pertenecen” de los mencionados “forzados”.

La hipocresía de la famosa carga, destruida por un simple participio pasado de género femenino y número plural: forzado. Si una institución obliga a ser “bueno”, aquellos “buenos” por convención kantiana ya deberían ser “buenos” para el sistema de producción y la dirección de la sociedad civil, significa que algo está mal: muy grave.

China tiene enormes intereses económicos en el continente. La penetración comercial, el desarrollo de la colaboración en el ámbito de las fuentes de energía, las inversiones y los préstamos blandos son actividades que han experimentado un crecimiento espectacular en las relaciones entre Beijing y los países africanos desde finales de la década de 1990: no hay duda de que el carácter político de las relaciones entre China y Africa se ha engrosado con fuerza. El interés de China por Africa se explica, sobre todo, por la inmensidad de los territorios, la riqueza de los recursos naturales y el enorme potencial de desarrollo del continente.

Los principios y objetivos generales de la política china se basan sobre todo en la definición de una asociación estratégica con África, basada en la igualdad política y la igualdad de cooperación económica: el modelo Bandung anunciado por Zhou Enlai en 1955 que se basa en el respeto de los intereses de ambos países y en el que todas las partes se benefician de la cooperación. Y, de hecho, la característica más llamativa es que el comercio entre China y África está creciendo mucho más rápido y de manera más significativa que con Europa y los Estados Unidos.

El interés se concentra principalmente en el sector de las materias primas y los productos energéticos: la oferta de petróleo es, de hecho, un eje central del crecimiento económico de China, más aún si se tiene en cuenta el hecho de que una reducción de los suministros, y en cualquier caso una demanda que es mucho mayor que la oferta, permitiría al mercado internacional mantener los precios de la energía bajo control, lo que podría ser un desastre para un país que ha hecho de los productos baratos y la capacidad de exportar la deflación su principal factor de competitividad internacional.

Desde mediados de la década de 1990, las tres mayores compañías petroleras estatales de China, la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y Sinopec (China Petroleum and Chemical Corporation), han asumido un papel creciente en Africa, tanto en la prospección y explotación, como en actividades conexas, como la construcción de refinerías y oleoductos. , iniciando una competencia activa con las compañías petroleras occidentales que ha tenido mucho éxito. La economía de China necesita enormes cantidades de energía.

Al 20 de agosto de 2020, en la lista de proveedores de petróleo de China, África es la segunda luego de Medio Oriente (44,25%): Angola 9,5%, República Democrática del Congo 2,3%, Libia 2%, para un total de 13,8%

Si nos fijamos en los acuerdos que se han hecho en los últimos años, parece muy probable que el peso de China como salida para el petróleo africano aumente significativamente. Además, como ya se ha mencionado, África representa para China un enorme mercado potencial para sus productos económicos, especialmente de los sectores textil y tecnológico.

Beijing puede competir fácilmente, gracias a la mano de obra barata y la producción a escala industrial, con la artesanía local, especialmente en lo que respecta al mercado de ropa (lejos de saturado). Además, puede cubrir el Continente Negro con productos aún no generalizados entre la población, haciendo accesibles las tecnologías y servicios que aún no han estado disponibles.

La capacidad de China para mantener los costos de producción y, por lo tanto, unos precios muy bajos, junto con una mejora deseable de las condiciones económicas de los locales, abre la puerta a las principales perspectivas comerciales, que proyectan las relaciones comerciales sino-africanas mucho más allá de las estadísticas conocidas.

Baste decir que en el EY Attractiveness Program Europe: How can Europe reset the investment agenda now to rebuild its future?, publicado en mayo de 2020, África sólo se menciona en la página 31 con la pregunta: “¿Cómo cambiarás tu modelo de cadena de suministro en respuesta a COVID-19?”: “En lugar de un movimiento masivo de retorno al país de origen de los procesos productivos, el 83% de los ejecutivos encuestados esperan una regionalización de las cadenas de suministro, con un cierto acercamiento de ciertos centros de producción y sus cadenas de valor en las fronteras de la UE y África”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo exclusivo para SAEEG. Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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EL ASCENSO DE BEIJING Y LA CONFRONTACIÓN SINO-ESTADOUNIDENSE.

Ruvislei González Saez*

 

El mundo actual se encuentra en un momento complejo derivado por múltiples factores. Sin embargo uno de ellos se expresa en la confrontación estratégica entre las dos mayores economías del mundo, es decir, Estados Unidos y China. Todo parecía a finales de 2019 que las relaciones entre Washington y Beijing iban a mejorar cuando se logró concretar la primera fase del acuerdo bilateral generado con posterioridad a los grandes choques comerciales. Sin embargo, el declive de la hegemonía estadounidense reforzada por las acciones unilaterales de la actual administración de Donald Trump, conducen a un mayor nivel de desencuentros entre ambas potencias.

Para entender lo que está sucediendo hoy en el mundo entre las dos grandes naciones, hay que ir más allá de la confrontación comercial y examinar el fenómeno con una perspectiva de trascendencia global y de largo plazo. La economía es la fortaleza de Estados Unidos, pero también de China. La nación asiática es la segunda mayor del mundo en términos nominales y ya en términos de paridad de poder de compra rebasó a Estados Unidos (Tabla 1). Aun cuando en términos nominales su desarrollo es más bajo, ya China actúa como gran potencia. Cuando se llega a un nivel de desarrollo es inevitable la confrontación en distintos planos con la potencia hegemónica. Es un principio del pensamiento geoestratégico. No debe olvidarse que ya Beijing es el principal socio de más de la mitad de los países del mundo y muchos dependen de China como la mayor fuente de sus importaciones.

Tabla 1: Algunos indicadores comparativos entre Estados Unidos y China

Fuente: Elaboración del autor con diversas fuentes, 2020.

El resurgimiento de China como potencia es reciente y por eso su mayor presencia presenta un desafío para Washington, el de acomodar a esta nueva potencia emergente o impedir su ascenso. Lo que pase con estas dos grandes naciones tendrá un enorme impacto en el resto del mundo.

Relaciones políticas

El peligro actual no es el ascenso de China en sí, sino cómo Estados Unidos reacciona a este progreso y a su consecuente pérdida de hegemonía. Son dos naciones que irán hacia una mayor confrontación. El incremento de las tensiones conducirá a que Estados Unidos busque espacios de concertación política que excluyan la participación China o minimice su presencia. Tal es el caso de la convocatoria a la cumbre del G-7 (ampliada) para septiembre con la participación además de otros países como Corea del Sur, India, Australia, probablemente Brasil y también Rusia. Por mucho que lo intente, es difícil aislar a China en el actual contexto. Lo que provocará es el reforzamiento de la proyección externa de Beijing, en la que puede desarrollar con sus fuertes capacidades el poder inteligente o el suave, mediante asistencias a países que lo necesiten en el actual contexto de pandemia.

No obstante, ambas partes están conscientes de que en el peor de los escenarios deben fomentar el diálogo político. La estrategia de la administración Trump es presionar hasta el límite para llevar contra la pared a la contraparte y que esta ceda. En última instancia el diálogo político es el que permitirá resolver la situación, teniendo en cuenta que la conflagración armada no es el escenario que desea ninguna de las partes.

La confrontación y posición aislacionista de Estados Unidos, genera expectativas negativas y una mayor percepción global de la pérdida de hegemonía estadounidense. En tanto presiona para retirarse de organismos internacionales, China promueve la multilateralidad. Beijing percibe que necesita aumentar la colaboración multilateral en su beneficio y las propias acciones aislacionistas de Trump, acercan a varias naciones a China, incluso algunos de los propios aliados estadounidenses han mejorado el diálogo con Beijing, pese a que no confían en el gigante asiático.

Por otro lado, la promesa de China de aportar dos mil millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud, posterior a la suspensión de Estados Unidos, conlleva a un mejoramiento de la imagen china, justo en momentos en que el mundo percibe una drástica proyección negativa estadounidense. A ello deben sumarse los ataques mediáticos occidentales en relación con la calidad de los productos sanitarios y de los intereses de la ayuda china.

Relaciones Económicas

En lo económico, aunque Estados Unidos basa su llamada guerra comercial en el déficit que tiene con China, lo interesante es que el creciente déficit en el comercio de bienes estadounidenses con la nación asiática no es ni siquiera el de los años de este siglo, sino desde 1985. Incluso ya en los años 2000 ese déficit ya se dio durante el período de la administración republicana, de 2001-2008, bajo el gobierno de George W. Bush. Aunque bajo la administración demócrata de Barack Obama hubo un incremento, ya venía sucediendo con más fuerza. Bajo la administración de Trump continuó profundizándose pese a la llamada “guerra comercial”. El problema de Estados Unidos de su déficit con China no se resolverá mediante el establecimiento de aranceles o presiones. Es un tema estructural del modelo económico estadounidense que ya está agotado y que incide también en una crisis no solo económica, sino también política.

Ello no sucede de igual manera con el comercio de servicios en el que Estados Unidos tiene un gran superávit.

Interesante es que el discurso de Trump no refleja claridad y son otros los objetivos presentes. El déficit comercial de Estados Unidos con China es histórico. Pero en la misma que ha crecido el déficit, a su vez ha aumentado el nivel de empleo en los Estados Unidos, fenómeno contrario al discurso del presidente estadounidense (ver gráfico 1). Es necesario buscar pretextos para justificar una confrontación. La potencia hegemónica está en declive y tiene la amenaza de ser suplantada por Beijing. Tiene que actuar fuerte para evitar que se demore a toda costa esa caída estadounidense y ese ascenso chino. Solo que la conducción de Trump acelera el proceso mediante el aislacionismo y sus posturas extremas tanto dentro de su país como fuera.

 

Gráfico 1: Correlación entre el crecimiento del déficit comercial estadounidense con China y el crecimiento del empleo.

Fuente: Meltzer & Chenai, 2019

Las relaciones económicas bilaterales presentan un alto grado de interconexión, e interdependencia mutua, por lo que una confrontación afecta a las dos partes. Las medidas unilaterales estadounidenses perturban también a sus propias compañías radicadas en el gigante asiático. Sin embargo, la nueva Ley de Inversiones de China del 2019, puesta en vigor en el 2020, aumenta la apertura en el sector financiero en el que bancos estadounidenses pueden invertir en bancos chinos. Ello incide en la persistencia de la interconexión sino-estadounidense.

China constituye el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses de bienes, después de Canadá y México. También lo es para las exportaciones de servicios luego de Reino Unido y Canadá. De hecho el comercio de servicios de Estados Unidos con China tiene superávits, del cual juegan un papel importante los viajes, educación, puertos y servicios financieros. Si Trump sigue aplicando medidas restriccionistas, puede conducir a reducir los viajes de turistas y la presencia de estudiantes chinos a Estados Unidos, lo que dañará grandemente a las exportaciones de servicios de la primera potencia (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

En sentido general, Estados Unidos tiene más que perder que China en el mediano y largo plazo, teniendo en cuenta que el mayor crecimiento en las exportaciones de servicios estadounidenses se concentra en China, con incrementos de 229% en el período 2009-2018. Mientras, en el comercio de bienes, como principales fuentes de importaciones de China en el 2019 en primer lugar, más que Estados Unidos, están la Unión Europea (275 mil millones de dólares), Corea del Sur (173,08 mil millones de dólares), Taiwán (172,71 mil millones de dólares), Japón (171,30 mil millones de dólares) y luego la nación americana (122,34 mil millones de dólares) (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

Estados Unidos decrece como mercado suministrador de China y a la larga decrecerá más (por las posiciones estadounidenses y por decisión china también). El mercado chino hoy y en el futuro puede ser más importante para reanimar la economía estadounidense, a partir del cambio de modelo chino que promueve las importaciones. Sin embargo, la confrontación estratégica es tan fuerte que impide pensar en una correcta recuperación estadounidense, porque los intereses son de sobrevivencia hegemónica y no de recuperación económica. El tema del déficit no es nuevo, ni se resolverá con todas las sanciones que quiera imponer la administración actual. Pero sí puede lograr que mediante la iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), China desarrolle su propio mercado, tanto para exportaciones, como suministrador. Países como Brasil, India, Argentina y otros pueden convertirse en sustitutos de productos agrícolas estadounidenses y así puede suceder en otros sectores. No obstante, aún la dependencia china de algunas mercancías estadounidenses es relevante, en especial las tecnológicas.

El aumento de la influencia comercial china sobre los gobiernos se complementará con la presencia cada vez mayor de empresas y equipos chinos en los sectores tecnológicos, incluidas las redes 5G y las arquitecturas de vigilancia, mientras la posición estadounidense va en detrimento y que solo se limita a presionar a gobiernos, sin ofrecer ninguna respuesta económica, financiera ni oportuna para las naciones implicadas.

Las medidas proteccionistas de Trump involucran dos tipos de costos: a) el mayor costo asociado a las importaciones y b) los costos asociados a las menores exportaciones que ahora enfrentarán medidas de represalia. El primero de esos costos tiene un impacto diferenciado sobre los diversos estados de la Unión, dependiendo de su estructura productiva y comercial. Una confrontación comercial aún mayor con China afectará no solamente a ambos, sino también al resto del mundo, mucho más en el actual contexto de pandemia y crisis global. Por lo que el método más reciente estadounidense no es atacar por lo económico, sino por otras vías para afectar políticamente a China.

Los altos líderes de seguridad estadounidenses, por garantizar sus estrategias, están promoviendo el corte de las cadenas de suministros y los vínculos educativos entre los dos países y ello causará, a corto plazo, quizás una victoria de presión a Estados Unidos, pero al mediano y largo plazo causarán pérdidas significativas a la competitividad estadounidense. Lo peor es que este concepto es manejado por altos cargos en la Casa Blanca e intentan a toda costa retornar las empresas estadounidenses. Las cadenas de suministros globales están formadas por países de todo el mundo con el propósito de maximizar su ganancia y estas se han movido hacia zonas con costos laborales menores. Incluso los datos muestran que las empresas no han hecho gran caso a los políticos al punto que, en 2019, las cifras expresaron que el valor agregado de la industria manufacturera de Estados Unidos al PIB cayó al 11%, el nivel más bajo desde 1947. La Cámara de Comercio advirtió al gobierno que no fuera demasiado lejos con el tema de retirar la cadena de suministro estadounidense de China porque dañaría mucho a los propios Estados Unidos. 

Relaciones financieras

En lo financiero, el dólar es la moneda internacional dominante y lo será por un buen tiempo, la que es utilizada como una de las cartas más preciadas por Washington para la confrontación con China. Sin embargo, desde hace más de 10 años, China es el mayor prestamista del mundo. Actualmente presta mucho más que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional juntos y por si fuera poco ha ido creando sus propias instituciones financieras como es el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura (BAII) y el Banco de Desarrollo de los BRICS, así como el Fondo para la Ruta de la Seda, entre otros. Incluso ya bancos chinos han sobrepasado a bancos estadounidenses.

El Banco Comercial e Industrial de China es el mayor del mundo, luego le sigue la Corporación Banco de Construcción de China (uno de los bancos más antiguos de China fundado en 1954), el Banco Agrícola de China. Es decir los tres bancos más grandes del mundo son chinos, luego el cuarto es japonés y el quinto vuelve a ser chino, el Banco de China, mientras en el sexto lugar es el estadounidense Banco de América J.P. Morgan y luego en el noveno lugar el Banco de América (BAC) y en el décimo Wells Fargo (Berger, 2020).

Por otro lado, China es el país poseedor de las mayores reservas internacionales de divisas, con capacidad para hacerle frente a la actual y compleja situación del Covid-19 y la fuerte crisis económica que viene. El gigante asiático a inicios de 2020 poseía 3,399 billones de dólares, mientras el segundo mayor poseedor de reservas es Japón con 1,387 billones de dólares. Estados Unidos se encuentra muy por detrás con 0,129 billones de dólares. Suiza, Hong Kong, Arabia Saudita, República de Corea, entre otros, tienen más reservas que Estados Unidos (FMI, 2020). Ello demuestra que en lo financiero va perdiendo espacios, aunque el dólar sigue siendo la joya de la corona, lo más preciado.

En los últimos años, China se había caracterizado por ser el principal poseedor de los títulos de deuda (bonos del tesoro) de Estados Unidos. Esto suponía un grado de interrelación, en la que el gigante asiático tenía en sus manos un arma para maniobrar ante cualquier eventualidad, pero a su vez, eso le convertía en el principal financista del gobierno estadounidense, incluyendo los gastos del complejo militar. China ha estado financiando indirectamente al propio Departamento de Defensa al comprarle bonos del tesoro estadounidense. Ante la creciente rivalidad, desde 2018, China comenzó a desprenderse de los bonos pasando de esta manera al segundo lugar después de Japón, país que se ubica como el mayor poseedor en el 2020 (ver gráfico 2).

Gráfico 2: Principales poseedor de bonos del tesoro estadounidense en los años 2017 y 2020 en miles de millones de dólares.

Fuente: Elaboración del autor con datos de: http://ticdata.treasury.gov/Publish/mfh.txt, 2020.

La confrontación sino-estadounidense ha tenido muchas repercusiones y ha estado vinculado al impacto en los mercados financieros. En ese sentido, el incremento de la incertidumbre geopolítica provoca que los inversores se interesen por el oro como activo de refugio, a partir del interés de los bancos centrales en especial los de China y Rusia. De hecho, en 2018 se hicieron las mayores compras de metal de los últimos 50 años. La cada vez mayor preocupación china por las acciones estadounidenses le han motivado a desmarcarse del dominio internacional de la economía estadounidense por medio de dos de sus mayores activos: el dólar y los bonos del tesoro.

Entre diciembre y julio de 2019, el Banco Popular de China adquirió más de 70 toneladas de oro. Todo apunta a que esta progresiva reducción de la posesión de bonos del tesoro por parte de China responde, a su deseo de enfrentar a la presión que ejercen los Estados Unidos desde el punto de vista comercial con la imposición de aranceles. El desprendimiento de todos los bonos por parte de China podría conducir a consecuencias muy graves para la economía estadounidense, ya que el país emite bonos del tesoro por valor de un billón de dólares anuales. La maniobra de China podría encarecer el coste de financiación del gobierno estadounidense, extendiéndolo hacia el conjunto de la deuda y asfixiando la tasa de crecimiento de su economía. Pero también le afectaría a Beijing porque una venta a gran escala provocaría una importante depreciación del dólar respecto al yuan, lo que afectaría la competitividad de la economía china y provocaría una desestabilizante fuga de capitales (Pedraza, 2019).

Tema tecnológico en las relaciones

Más allá de la guerra de los aranceles, el objetivo básico de Trump apunta a dificultar el avance chino en materia de ciencia y tecnología. En particular, esta inquietud ha surgido después de conocer la iniciativa Made in China 2025, en la cual China busca construir liderazgo global en 10 áreas críticas, incluyendo tecnologías de información, robótica, aeroespacial, vehículos eléctricos, biotecnologías e inteligencia artificial.

Para ello, la administración Trump propuso actuar en dos ámbitos: a) barreras a la inversión china en empresas estadounidenses de tecnología; b) bloqueo a las exportaciones de alta tecnología dirigidas a China. Para lo primero, el Departamento del Tesoro aplicaría una normativa que prohíbe compra de empresas tecnológicas e impone un techo de 25% a la propiedad de inversionistas chinos en compañías estadounidenses de “tecnologías industrialmente significativas” y ese techo puede variar, en función de consideraciones especiales. A su vez, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento del Comercio están desarrollando programas para reforzar el control de estas exportaciones, particularmente las dirigidas a China. Estados Unidos se queja de la intervención del gobierno chino en apoyo a sus empresas, mientras el gobierno estadounidense está haciendo lo mismo, solo para frenar a China.

La postura china alega el derecho a poder invertir libremente, sin restricciones administrativas o de índole política. El argumento estadounidense alude al hecho que la frontera entre la inversión privada y el Estado en China sería demasiado tenue y, por ende, cualquier inversión china en Estados Unidos tendría detrás al Estado. De allí que bloquearle el acceso a las tecnologías de punta desarrolladas en Estados Unidos limitaría el avance de la iniciativa Made in China 2025.

El dominio de la tecnología de quinta generación (5G), en el marco de la Cuarta Revolución Industrial, permitirá dar el salto a la nación que la desarrolle. Ello permitió sobresalir a la Inglaterra de entonces como la gran potencia y posteriormente a Estados Unidos. La 5G consentirá el desarrollo del internet de las cosas (IoT), la conducción autónoma, la impresión en tercera dimensión (3D), la industria 4.0, la telemedia, el uso masivo big data. La disputa geopolítica se refiere a la posibilidad de creación y uso de la tecnología como fuente de crecimiento y desarrollo económico, así como de seguridad militar.

En cuanto a los avances tecnológicos y la porción del mercado, solo tres compañías combinadas dominan el 80%, Huawei, Ericsson y Nokia. Tan solo la compañía china domina el 30,1%, mientras Ericsson el 26,4% y Nokia el 22,2%. China lleva la delantera con las patentes esenciales estándar 5G con el 35,1%, mientras Estados Unidos el 14,29%. Incluso Corea del Sur está por encima 21,4% (The Center for Global Studies, 2019). Ya China y Estados Unidos trabajan en investigaciones hacia la 6G.

El conflicto tecnológico se ha centrado en las cuestiones de la 5G y la confrontación con Huawei, sin embargo, poco se habla de las llamadas tierras raras que son indispensables en componentes de los equipos de telecomunicaciones para uso comerciales industriales, pero también militares. En ese sentido, Estados Unidos tiene cinco grandes proveedores, de los cuales China es por mucho el principal. En el 2018, China envió a Estados Unidos 12.557 toneladas métricas (t/m), en segundo lugar Estonia 1.072 t/m, Corea del Sur, 937 t/m, Malasia 860 t/m y Japón 567 t/m. Entre las industrias que utilizan las tierras raras en sus producciones están las de avances electrónicos, equipos médicos, (imanes, baterías, fósforos), turbinas de viento, catalizadores, etc. El 60% del uso en Estados Unidos en el 2018 fue para el desarrollo de catalizadores (Congressional Research Service, 2019). 

Fortalezas de China

En sentido general, la fortaleza china opera más por el lado productivo y comercial. Después de la crisis de 2008, China ha venido aportando entre 30 y 35% al crecimiento anual del PIB mundial; es el principal mercado para las exportaciones de la Unión Europea (UE), Japón, Corea del Sur, Brasil y para el G-20, por lo tanto, un menor crecimiento en China golpeará las exportaciones de todas estas economías. Una recuperación china post-pandemia será decisiva para la recuperación global.

China tiene en la confrontación la fortaleza de que es además el hub de las cadenas de valor asiáticas y el principal socio comercial de más de la mitad de los países y territorios en el mundo. Dados los altos grados de integración productiva en esta zona, el castigo a las exportaciones chinas terminará siendo un castigo a los países asiáticos que aportan partes, piezas, componentes y servicios en la “Fábrica China”, la que finalmente ensambla los productos y los envía al exterior. Cerca del 35% de las exportaciones chinas son de ensamblaje. Por tanto, una guerra comercial con China afectará severamente a Japón, Corea, Hong Kong y Singapur, economías que proveen a China de buena parte de los bienes, insumos y servicios que culminan siendo integrados en la “fábrica china” para ser exportados al mundo.

Por otra parte, China compra el 60% de las exportaciones estadounidenses de soja; es el principal mercado automotriz, de PC y celulares en el mundo, en tanto las principales empresas estadounidenses y la UE están radicadas en China y podrían verse afectadas por la guerra comercial.

China es además el segundo mayor acreedor de Estados Unidos, por la tenencia de papeles del Tesoro norteamericano y, por tanto, es también el segundo principal financista de los desequilibrios fiscales y externo de la economía estadounidense. La parte china parece estar mejor posicionada que la estadounidense para una guerra de mayor alcance. 

Debilidades de China

El principal impacto de las medidas proteccionistas de Trump en contra de las exportaciones chinas se ha estado sintiendo en las bolsas, toda vez que, luego de tales medidas, las bolsas chinas muestran importantes caídas. El eslabón financiero-bursátil parece ser el eslabón más débil en la jugada china. China es también el principal acreedor de Estados Unidos y, por ende, a través de la compra que realiza de los bonos del Tesoro es también el principal financista del desequilibrio externo de Washington. En teoría, esta posesión de títulos podría ser leída como un arma decisiva de China en esta confrontación. Sin embargo, esta tiene sus límites. Hacer uso de esta peligrosa arma, absteniéndose de comprar bonos o deshaciéndose por grandes cantidades hará caer el precio de dichos títulos de deuda, incrementándose la tasa de interés de los mismos. Esa mayor tasa de interés afectaría adversamente el nivel de actividad en la economía mundial, riesgo al que ni China ni Estados Unidos están dispuestos a correr en este preciso momento de crisis global.

El principal objetivo chino es seguir avanzando en sus estrategias, Made in China 2025, la de 2035 y 2049, momento en que se produciría “el retorno a la normalidad histórica”. Desde esta lógica de largo plazo, el desafío de la política china es administrar el conflicto con Estados Unidos, sin cerrar las puertas a la negociación. El principal reto en la administración del conflicto es evitar shocks macro-financieros desestabilizadores. Un tercer eje, admitiendo que el conflicto será de larga duración, es ampliar el arco de alianzas y asociaciones.

Una restricción por parte de China hacia Estados Unidos es estratégica, incluso para la industria militar, por lo que la búsqueda de otros proveedores resulta de vital importancia para Washington. Ello puede conllevar en caso de países que posean tierras raras y sus gobiernos posean regímenes del no agrado de Estados Unidos puede conducir a intentos de golpes de Estado para posicionarse de tales recursos, como está sucediendo con otro recurso, es decir el litio en Bolivia.

Seguridad y Defensa

En las cuestiones de seguridad y defensa, China ha emprendido un amplio proceso de modernización de sus fuerzas armadas, en particular de su rama naval, la Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL). La prioridad otorgada a la producción y el lanzamiento de nuevas y modernas plataformas ha venido aparejada con un aumento de la importancia relativa de las fuerzas navales en la estrategia de defensa nacional del país. En línea con lo que el pensamiento estratégico sobre el poder marítimo ha venido señalando durante más de un siglo, cabe sostener que los aspectos comerciales y militares del ascenso de China como gran potencia están estrechamente interrelacionados.

En los temas militares, aún Estados Unidos tiene la hegemonía, sin hablar de las cuestiones de gastos, no obstante, las capacidades chinas van en aumento. China avanza como potencia exportadora de armamento y varias de sus empresas se ubican en el ranking de las mayores compañías productoras de armamentos y de servicios militares. Aunque Estados Unidos siga en la delantera con compañías como Lockheed Martin, Boeing, entre otras, ya la Corporación de Industria de la Aviación de China (AVIC) se ubicó como la primera compañías china y la sexta mundial que más venta de armamentos realizó, mientras el Grupo de Industrias del Norte de China (NORINCO) y el Grupo de Tecnologías Electrónicas de China (CETC), se ubicaron en la octava y novena (SIPRI, 2020). Es decir que estas compañías han sobrepasado incluso a rusas y francés y se ubican en la competencia con Estados Unidos.

La tendencia de los gastos militares ha ido en aumento en los últimos años. Estados Unidos impulsan el crecimiento global del gasto militar. Tan solo el incremento estadounidense en el 2019 equivale al total de gastos militares de Alemania en el propio año. Ello se basa en su concepción de retorno de la rivalidad entre las grandes potencias. Lo que evidencia la clara concepción de confrontación con China. Este último es el segundo país de mayor gasto militar, pero por mucho muy por debajo de la nación americana.

En este conflicto debe resaltarse el desarrollo de las armas hipersónicas, las cuales China logró hacer funcionar 600 segundos el reactor para misiles de crucero hipersónicos durante un ensayo terrestre, lo que supera los resultados de las pruebas del avión hipersónico experimental estadounidense X-51 que solo funcionó durante 210 segundos. China ha revelado su arma nuclear más avanzada, el misil balístico intercontinental DF-41, capaz de golpear el territorio estadounidense en 30 minutos y llevar múltiples ojivas nucleares.

En la confrontación de Estados Unidos con Beijing, la región del mar del Sur de China es clave. Es el espacio más inmediato para poder frenar a China, pero es también en el que más confrontación China está teniendo con otros actores. Por lo que avivar el conflicto por cualquiera de las dos partes, le será favorable a Estados Unidos en sus justificaciones, pero lo que más afectados podrán verse con los pequeños Estados y territorios involucrados. En ese sentido, no es casual el acercamiento con de Washington con Taiwán y las políticas relacionadas con seguridad establecidas en el Taiwan Relations Act (H.R. 2479/P.L. 96-8 of April 10, 1979), a la vez del interés de fortalecer los lazos con naciones del Sudeste Asiático que bordean el mar del Sur de China. 

Asuntos particulares estratégicos para Estados Unidos: Tíbet y Xinjiang

Estados Unidos en su proyección contra China, utiliza los temas de derechos humanos para atacar al gigante asiático. Las campañas de subversión y ataques han sido constantes, por lo que el incremento de la confrontación con Beijing llevará a un aumento de la atención a los temas del Tíbet y el Xinjiang. Estados Unidos de manera directa ha venido inmiscuyéndose en los asuntos internos de China y ha venido aplicando una serie de políticas violando la soberanía nacional. En ese sentido el Departamento de Estado desde 2001 ha desarrollado acciones como el Programa Democracia, financiamiento de la agencia National Endowment for Democracy (NED). Por otro lado, el gobierno estadounidense en coauspicio con la Voz de América (VOA) y Radio Libre de Asia (RFA en inglés) provee fuentes externas de opinión, noticias alternativas (montadas), lo traducen al mandarín, cantonés, tibetano e incluso al idioma uigur. A su vez, Estados Unidos aprobó la Ley de Acceso Recíproco al Tíbet del 2018 en la que exige al Departamento de Estado que informe al Congreso anualmente sobre los niveles de acceso que otorga el gobierno chino a diplomáticos, periodistas y turistas estadounidenses a áreas tibetanas de China y las barreras para entrar a estas áreas (Congressional Research Service, 2020).

Hay otras acciones como la Ley de Política Tibetana del 2002, restricciones de exportación e importación, algunas de las cuales se aplicaron en octubre de 2019 con el supuesto pretexto de que fueron mercancías producidas en la región de Xinjiang mediante explotación de la fuerza laboral. Sin embargo, es un pretexto hipócrita cuando sus propias empresas (estadounidenses) realizan producciones bajo trabajos forzosos en países africanos y latinoamericanos. 

Hong Kong:

Según el tratado de devolución firmado en 1984, la ciudad funciona como un territorio semiautónomo, bajo el principio de un país, dos sistemas. Esto le ha permitido gozar de derechos como la libertad de expresión, un sistema judicial independiente y un sistema capitalista que lo hace el centro financiero más importante de Asia. El acuerdo consagrado en la Ley Básica de Hong Kong, garantiza el estatus al menos hasta el 2047. La cuestión de Hong Kong se ha venido complicando desde el 2019 cuando se aprueba la Ley de extradición en abril de ese mismo año. Las protestas pacíficas fueron transformándose en acciones violentas al punto de tomar la Asamblea legislativa y de colocar la bandera colonial. Esta acción fue un claro mensaje para las autoridades de Beijing, pero no de simples manifestaciones, detrás existen otras fuerzas externas que mueven algunos hilos.

Ya en el 2020, la Ley aprobada en Beijing, en la Asamblea Popular Nacional, es decir de Seguridad Nacional para Hong Kong prohíbe cualquier acto de traición, secesión, sedición y subversión contra el Gobierno Popular Central, así como el robo de secretos de Estado. Las organizaciones políticas de Hong Kong no podrán tener vínculos con organizaciones políticas extranjeras, ni estas podrán propiciar actividades en la ciudad.

Estados Unidos y la Unión Europea ven en el movimiento un peligroso intento de recortar libertades y fortalecer la vigilancia sobre los opositores y activistas. Antes que se aprobara la ley, Estados Unidos ya había respondido con contundencia. El propio secretario de Estado, Mike Pompeo, en una reacción ambigua anunció que su país dejaba de reconocer a Hong Kong como un territorio autónomo. La decisión de la Casa Blanca puede tener serias consecuencias en materia económica. Hong Kong, que generaba confianza por las garantías de su enorme y tradicional sector financiero, alberga a más de 1.200 compañías estadounidenses y de acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, solo en el primer trimestre de 2020, Estados Unidos exportó 6.360 millones de dólares en bienes hacia la isla e importó 952 millones. Hong Kong es una pieza que la administración Trump usa en su competencia con China (Castrillón, 2020).

Algunos intentan comparar las acciones de Beijing con la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, situación diferente de lugar y contexto. Muchos critican a China por su Ley de Seguridad Nacional y estas críticas, por supuesto, vienen de potencias occidentales. Hong Kong es hoy un factor relevante en la geopolítica de confrontación con China. Beijing tiene claridad de que esta ciudad puede ser objeto de una llamada “revolución de colores”. Detrás de estas movilizaciones, las cuales una gran parte pueden ser genuinas, pero pacíficas, hay otro porcentaje que es más violento y promueve acciones y declaraciones mucho más enfocadas en cambio de régimen. Estos grupos son preparados y financiados por agencias externas. Beijing ha dado un paso que puede ser criticado, pero es correcta en función de proteger su seguridad nacional.

Estados Unidos busca todas las vías posibles para frenar a China en su ascenso. Su pérdida de hegemonía condiciona buscar desestabilizaciones en el gigante asiático ya sea en el Tíbet o Xinjiang. Pero es Hong Kong la clave hoy. Hay fuentes que exponen la presencia de la NED, mediante soporte a grupos de jóvenes en Hong Kong. Ya la NED había intentado con el apoyo a legisladores opositores como Lee Cheuk-yan, jefe de la Confederación de Uniones Comerciales quien recibió fondos para financiar campañas de los “Ocupa”. En marzo del 2019, el vicepresidente Mike Pence se reunió con legisladores hongkoneses opositores en Washington. En mayo, figuras políticas llamadas “pro-democracia” se reunieron con figuras representativas de la NED en Hong Kong. Dos días antes, Martin Lee y su delegación viajaron a Washington para reunirse con el secretario de Estado, Mike Pompeo. Posteriormente sucedieron otras reuniones y acciones en julio y agosto de 2019. Encima los medios de comunicación particularmente la cadena estadounidense Fox News se encargó de transmitir líneas de mensajes. Se unieron Facebook, Twiter, YouTube y Google. Por si fuera poco, en agosto de 2019, Julie Eaden del Consulado General de Estados Unidos tuvo reuniones con jóvenes del Demosisto Party en un hotel de la ciudad (Dimsumdaily, 2019).

Hong Kong es un tema que no es solo del Partido Republicano en Estados Unidos, es bipartidista, porque es el asunto China. La pérdida de hegemonía estadounidense preocupa al establishment de ambos partidos y por tanto Hong Kong es estratégico, por lo que se le está dando gran atención y se profundizará. La subversión, el financiamiento a líderes opositores, las campañas propagandistas y otras acciones que tradicionalmente se realizan contra gobiernos que Estados Unidos tiene intención de destruir. Estas acciones también se realizan contra Venezuela, Cuba, Irán, Siria, etc., y no deben dejar de tenerse en cuenta. Ni la USAID, ni la NED entran a un país con propósitos loables, sino hay un propósito de inteligencia detrás.

A través de los movimientos estudiantiles como Demosisto, el Escolarismo y otros, la NED y el Instituto de la NED (INED, sostenido por la líder del Congreso, Nancy Pelosi del Partido Demócrata), tienen penetrado el sistema de educación total en Hong Kong, desde la primaria, hasta las universidades. Por ejemplo, han invertido dinero en el Centro de Estudios Comparativos de la Universidad de Hong Kong (Pinkstone, 2019).

Creer que es original el movimiento contra Beijing y la independencia de Hong Kong, es una completa ignorancia. Hay que tener claro que las manos de Estados Unidos están introducidas completamente en la ciudad china. No debe descartarse tampoco la presencia británica. Esto es una batalla de inteligencia infiltrada en la sociedad de Hong Kong y con un trabajo fuerte de mediano y largo plazo. Washington no escatimará acciones para lograr los cambios que se propone. No es casual tampoco una mayor atención a Taiwán, mediante la llamada Nueva Ley Taipei.

Los medios manipulan las líneas de mensajes, incluso varios dirigentes estadounidenses, por ejemplo en las protestas de Hong Kong, los manifestantes eran luchadores por la libertad, eran héroes, sin embargo, los manifestantes en Estados Unidos son llamados terroristas, delincuentes y anarquistas. Lo que es una burda y clara manipulación de los intereses del establishment estadounidense. Lo preocupante es que la introducción de las agencias de asistencia como USAID y NED llega con propósitos supuestamente loables para ayudar en temas sensibles como educación, salud, particularmente VIH, combate a la pobreza, etc. Pero detrás hay todo un complejo de inteligencia para reconocer como viven los sectores más desfavorecidos e incidir sobre su pensamiento mediante psicología y más eficientemente asistencia material que es mucho más importante.

Conclusiones

Sin lugar a dudas la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China parte de que el primero considera que el segundo es su principal competidor estratégico. Beijing le plantea a Washington el más significativo desafío en su hegemonía global en el actual siglo XXI.

Estados Unidos no percibe a China como un reto con su competencia industrial, sino que ya reconocen que a paridad de poder de compra es la mayor economía del mundo, en términos absolutos es la economía que más contribuye al crecimiento económico global, la mayor nación exportadora y la mayor nación comercial. A su vez, el PIB a precios de mercado muestra aproximadamente la mayor formación de capital fijo y creación de valor industrial, así como otras variables. No obstante, es importante destacar que aún hay elementos muy importantes en los que China aún está muy por detrás. Aún debe pasar un buen tiempo para que Beijing supere a Washington en términos nominales.

Si las tendencias del crecimiento de la nación asiática actual se mantienen, China sobrepasará en todos los sentidos a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en el 2030 y posiblemente con la actual pandemia y crisis en menor tiempo. En la misma medida que Washington pueda retrasar ese proceso, será mucho más factible para mantener su hegemonía.

Un decrecimiento de la economía China afectará en primer lugar a China, en segundo lugar a Japón, Rusia, pero en cuarto lugar a los propios Estados Unidos dada la interdependencia.

Estados Unidos y China tienen responsabilidades comunes como el combate a los efectos del cambio climático, gobernanza global multilateral (el hecho que Trump quiera desarrollar una cumbre del G-7 ampliado con Corea del Sur, India, Australia, incluso Rusia y probablemente Brasil sin China es un intento de dividir, mientras China intenta sumar en su concepción de un mundo compartido de mutuo beneficio) y otros asuntos. Sin embargo la confrontación estratégica les aleja por dos caminos y genera tensiones y confusión a nivel global. A la larga obliga a que el resto del mundo tenga que elegir entre uno u otro bando y ello si puede afianzar el resurgir de una probable segunda Guerra Fría, aun cuando ya algunos manifiestan que ya existe.

Estados Unidos aún sigue siendo el país más fuerte económicamente y más poderoso militarmente, pero su declinación es imparable. Hay claridad de que hay pérdida de hegemonía, no se está en discusión de ello, lo que está en discusión es ¿cómo será está pérdida?

La IFR no solo es el programa más importante de la política exterior china bajo el mandato de Xi Jinping, sino el vehículo geoestratégico de la proyección global de China en un momento clave de su resurgimiento como una de las potencias principales del mundo. Sin embargo, su grandioso ascenso en este periodo está chocando con la resistencia cada vez más abierta de Estados Unidos a renunciar a su hegemonía y unilateralismo en los asuntos internacionales. En ese marco, la IFR representa una política inteligente de China para avanzar en su indetenible ascenso, al tiempo que busca minimizar los riesgos asociados con un enfrentamiento abierto con Estados Unidos.

Aun en algunos círculos chinos, especialmente el de negocios, se mantiene el interés por acercarse a Estados Unidos y lo ven como un potencial socio. Sin embargo, esa visión quizás conformada por esos que estudiaron en la nación americana o que por asuntos económicos han estado muy ligados con la nación americana, les impide ver que la gran potencia necesita conservar su hegemonía a toda costa y que el objetivo principal es eliminar todo aquel que se le convierta en una amenaza.

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

Bibliografía

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