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ACORRALADO

F. Javier Blasco Robledo*

La RAE acepta dos significados para el uso y aplicación del verbo transitivo acorralar; siendo la primera de ellas «Encerrar o meter el ganado en el corral». Usado también como pronominal; y la segunda «Encerrar a alguien dentro de estrechos límites, impidiéndole que pueda escapar» que tiene como palabras similares cercar, acosar o atenazar. 

También y según el acervo popular, cuando alguien, de forma voluntaria o involuntaria, se mete en un lío dialéctico, económico o social se dice que termina acorralado por sus propias palabras, hechos o decisiones.

Pues bien, se puede afirmar que esto es lo que le está sucediendo a Sánchez y a todo su gobierno y parafernalia mediática sincronizada que le acompaña, aplaude, loa y aprueba. Al tiempo que se confirma que esta situación, no es más que el fruto del cansancio proveniente de un continuo y desmedido uso de cambios de opinión u orientación política y social; de tantas, variadas y contradictorias decisiones adoptadas sobre un mismo caso, acto, tema o fenómeno y también porque son ya muchos, demasiados quizás, los constantes e inesperados cambios de chaqueta y el cruzarse de acera constantemente en busca de apoyos al precio que sea, por lo que todo ello, ineludiblemente, ha terminado en llegar a ser un tremendo lío del que, a cualquiera, hasta a él mismo, le resulta difícil salir airoso.

Cuando uno maniobra constantemente para ir cubriendo los innumerables flancos al descubierto que le aparecen de forma contínua y sucesiva por las grandes incompatibilidades y diferencias de opinión con sus interesados apoyos o entre ellos mismos; siempre que se tiene que decir blanco y negro sobre un mismo tema en cuestión de horas o de minutos; o si uno se ve obligado a cambiar de discurso en función del área geográfica donde se encuentre y cuando los enfrentados intereses entre sus interlocutores o apoyos personales se hacen insalvables entre sí, de todas, todas, llega el momento, en el que se genera y saltan uno o varios conflictos larvantes.

De nada sirve haber editado y firmado como propio un libro titulado «manual de resistencia», que se tenga una ágil cintura o que la inconsciencia y la mala fe del personaje le hayan obligado a abandonar la más mínima cordura, decencia y cualquier grado de vergüenza personal y colectiva. Tampoco surte un efecto positivo que el número de agradecidos, amamantados y empesebrados personajes en su entorno siga siendo numeroso y constante. Llega un momento en que, a pesar de estas circunstancias, todo parece que se desmorona.

La mayor parte de los muchos cortafuegos, colocados con paciencia y tiento entorno al personaje en cuestión, tienen una validez y permanencia que no es infinita ni totalmente inmunitaria, salvo que estemos hablando de actuaciones realizadas por o en un régimen absolutamente dictatorial. En el resto de casos, siempre hay un elemento, estamento, tribunal o poder nacional o internacional que mantiene sólida su honradez y convicciones, que vela por el cumplimiento de sus obligaciones, que tiene una idea clara de cuál es su papel en plena democracia y mantiene intactas las normas de juego, por lo que tarde o temprano, se acaba chocando contra dicho muro impenetrable y esto le lleva a que le paren los pies.

En definitiva, puede incluso que acaben siendo juzgados y se le someta al peso de la Ley como a cualquier ciudadano de a pie y hasta acaben en prisión o, como mínimo, apartados durante un largo periodo de tiempo de sus funciones. Son muchos los ejemplos cercanos y recientes de castillos bien altos y aparentemente o totalmente asentados o inamovibles que, finalmente, han caído de forma estrepitosa y muchos de ellos, han terminado dando con sus huesos en la cárcel o relegados al ostracismo de por vida.

No es este un camino sencillo; máxime cuando el ínclito personaje y su entorno cercano tienen escasa o nula conciencia, se han vendido al lujo, al dinero fácil, la fama fatua u otra serie de placeres ocultos que se me escapan de las manos al querer escribirlos, aunque no de la mente. Pero, en cualquier caso y de forma muy repetida a lo largo de la historia, se suele terminar cayendo bajo el peso de la Ley y de la Justicia y todo ese artificial mundo de defensas automáticas y de obscenas y aborrecibles víctimas que se ofrecen a ser inmoladas antes y en beneficio de su líder o de respuestas y negativas calculadas y envenenadas se van diluyendo como un azucarillo en el café o enraizando unas con otras, de tal modo y manera que, finalmente, la maraña formada, es imposible de desenredar y acaba asfixiando al propio sujeto y a su entorno.

Sánchez lleva muchos años campando a sus anchas, haciendo caso omiso de las advertencias, rayando la legalidad en sus acciones o decisiones y abusando de una forma de legislar que debería estar reservada exclusivamente a los casos de emergencia, urgencia o de imperiosa necesidad. Ha firmado pactos con lo más granado de los enemigos de España y aunque los haya pretendido vender como buenos y necesarios para la convivencia de todos los españoles, no son verdad en absoluto sino una pura, grotesca y personalísima necesidad.

Ha mentido permanentemente dentro y fuera de España y precisamente, gracias a su solapada forma de mentir y de engañar, ha venido consiguiendo situaciones de ventaja que le han permitido derrochar a manos llenas hasta que a no muy tardar ―y no por la agudeza del legislador europeo, sino por la imperiosa necesidad general― dichos tiempos de bonanza se acaben o estén en viso de hacerlo ya; justo en un momento que gozaremos de muy poca capacidad de reacción, por la marcha de la economía mundial y cuando nuestra deuda y el déficit se encontrarán en cotas insospechadas y muy difíciles de salvar. Posiciones que, sin la menor duda, hipotecarán al máximo la economía real de los españoles y por ello, se espera que, como mínimo, harán falta dos generaciones para poder empezar a respirar.

La falsa impresión de inviolabilidad y de tolerancia o permisividad total entorno a su persona y del grupo intimo o cercano, les suele llevar a ir arriesgando y explorando nuevos horizontes de grandeza y/o riqueza para la mayor parte de ellos; de tal modo y manera que al igual que se presentan obras de otros con la firma del sátrapa, se crean ad hoc títulos u organismos oficiales o particulares socioculturales o económicos para ganar dinero fácil contratando con estructuras oficiales o creando nuevos organismos de interés creativo en los que, amén de colocar y hacer todavía más visible la popularidad de determinadas figuras de su entorno ―aún a sabiendas que no tienen categoría o el valor ni capacidad para emprender una ardua tarea sin la requerida y necesaria preparación― les posibilitan y abren el camino a grandes contrataciones con organismos oficiales o al mundo de la fama entre los mejores del ramo elegido, asegurándoles así mismo, una continuidad a futuro, a pesar de ser un mindundi en dicho tema u otros similares. Las cosas o los aparentes «éxitos» alcanzados de este modo, no son naturales ni reales; son totalmente sucios, ficticios y falsos o simplemente, una deshonesta forma de prevaricar o defraudar, por ser muchos de ellos, el resultado del cobro de favores previos o simultáneos a costa de erario público y del dinero de todos los españoles.

Con cierta frecuencia, errores de este tipo de corruptelas fraudulentas, egocentrismos y chovinismos, problemas de faldas, desviaciones sexuales o el acaparamiento inadecuado de riquezas o fama social sin tener la capacidad ni la cualificación para ello, han llevado a grandes personajes al mundo de las tinieblas y para ello solo hace falta una sociedad, que deje de defenderlos y seguirlos calladamente pase lo que pase, que se quite la careta y llame al pan, pan venga de donde venga. Igualmente, es más que necesaria y fundamental una oposición firme, valiente y sin complejos que, sin dilación, lleve todas estas desviaciones a la opinión pública con claridad y las eleve a los necesarios tribunales sin parar en revanchas o reparos y con la contundencia y precisión que cada caso requiera.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

SIN VERGÜENZA NI DECENCIA

F. Javier Blasco Robledo*

En medio del inicio de una tormenta perfecta, derivada de la explosión sin control de una trama sistémica de corrupción en el gobierno de Sánchez, conocida como el caso Koldo, con ―de nuevo y tal como ya ocurrió en― el hasta ahora peor escándalo de corrupción en España con los EREs en Andalucía, aunque con mayores y más profundas ramificaciones e implicaciones ―de momento salpica a la tercera máxima autoridad del Estado, varios ministerios, ministros, expresidentes de comunidades autónomas y a un variopinto plantel de personajes socialistas dedicados a la política y al mamoneo, si no al chalaneo, como único modus vivendi― solo se le ocurre al ínclito presidente ceder en todas y cada una de las exigencias del prófugo Puigdemont, a pesar de tener que volver a mentir a los españoles por enésima vez con el viejo y putrefacto mantra de que no iba a recular ni un milímetro en su decisión previa y que la amnistía plena no tenía cabida en la Constitución española.

Y todo ello por un manojo de votos; en concreto seis, en manos de independentistas, golpistas y enemigos francamente declarados de España, para mantenerse ignominiosamente en el sillón de la Moncloa contra todo viento y marea, cueste lo cueste y aunque tenga que: llevarse por delante o derribar lo que fuera menester, dejar España a la altura del betún, laminarse el poco prestigio personal que pudiera mantener y engañar absolutamente a todos con juegos de malabares y frases grandilocuentes que no tienen ninguna credibilidad ni base o fundamente jurídico ni social que puedan avalar mínimamente tamañas patrañas.

Se han pronunciado incontables juicios de valor de personas insignes y bien preparadas en estos temas, invertido ingentes chorros de tinta, cubierto miles de horas de tertulias radiofónicas o televisivas y mostrado encuestas de opinión que repudian mayoritariamente este paso a dar; pero a este individuo y a la calaña de personas que conjuntan su gabinete y el grupo parlamentario que los sustentan, parecen no influir ni hacer las más mínima mella en su comportamiento ni les produce vergüenza personal y colectiva al tener que «cambiar de opinión» con más prisa que lo que supone un simple cambio de chaqueta.

Finalmente, y tras negar por activa y por pasiva la mayor y la menor, hoy presentan para aprobación una amnistía política que será «total» para los delitos de terrorismo de «baja intensidad», siempre que no se hayan producido muertes o torturas como consecuencia de las acciones violentas perpetradas en el marco de la estrategia de terror.

En consecuencia y según parece, el camino elegido por el PSOE para el borrado penal del procés, trata de incluir en la amnistía cualquier protesta, altercado, ataque o algarada que, según su criterio, sea conforme al Derecho Internacional y al Comunitario, en función de una interpretación «a medida» de la Directiva Europea 2017/541 relativa a la lucha contra el terrorismo.

Un planteamiento que ―«además de seguir siendo inconstitucional», según advierten ya varios juristas― «desborda el Código Penal» vigente y se separa de la inequívoca jurisprudencia del Supremo sobre el terrorismo recogida en los artículos 573 y 573 bis de la propia norma criminal.

En definitiva, y dentro del carácter selectivo de aplicar en la confección de la nueva norma a imponer aquello que más le beneficia, el gobierno asume plenamente el relato separatista sobre la violencia del Tsunami para restringir la consideración de lo que es terrorismo para lo que lo reduce a los supuestos en los que se hayan causado «vulneraciones graves y efectivas» de los artículos 2 y 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Cosa similar ocurre para la analizar y definir el delito de traición, que actualmente persigue a Puigdemont, que se sólo quedaría fuera de la amnistía, como una derivada del «uso de la fuerza», de acuerdo con los estándares vigentes en Naciones Unidas para enjuiciar los casos de injerencias internacionales de unos Estados sobre otros. 

Da igual que abierta y encubiertamente se le llame felón, o traidor para que todos lo entiendan; que se le acuse de no mantener su palabra y de hacer siempre lo contrario de lo que predica en sus campañas electorales; él, sus mariachis y el coro de medios de comunicación de opinión conjunta y sincronizada mantienen el mismo tono, el ritmo y el timbre de apoyo y comprensión, como si no hubiera otro amanecer.

Su desvergüenza es tan descarada y supina que lleva desde mayo del año pasado sin someterse al control parlamentario del Senado, que es, casualmente, donde la oposición tiene mayoría; aprovecha o se inventa cualquier viaje tan innecesario como inútil, para no estar presente en la Cámara en los momentos claves para la presentación o votación de sus fetos y actúa con toda desvergüenza por medio del Real Decreto para saltarse los plazos más largos y la vergüenza de tener que recibir o escuchar los informes preceptivos o no de instituciones serias del Estado sobre los documentos infumables y casi abortivos que presenta y en sus intentos para desmontar el Estado de Derecho o partir a cachos la integridad de la nación.

Seguidamente, veremos el papelón que van a jugar tanto el Tribunal Constitucional como la Fiscalía General del Estado, construidos ambos a imagen y semejanza de la voz de su amo en un pleno alarde de mofa de carácter dictatorial y autócrata, quienes no pondrán ni una sola pega a este nuevo e infumable bodrio con el que pretende engañar otra vez más a los españoles vendiéndolo como lleno bondades cuando él y todos sabemos, porque ellos mismos lo manifiestan, no aplacará ni un solo de los objetivos y actuaciones previstas de los separatistas y supondrá dejar al Estado cada vez más indefenso, corrompido hasta las trancas, empobrecido como nunca y en manos o al abur de los peores enemigos de España tanto dentro como fuera de ella, tan solo por aferrarse a un cargo al que no debió llegar nunca en su vida.

Una vez más, habrá que recurrir a instancias superiores a nivel europeo, pero ya todos conocemos lo lentas y volubles que son y cómo se dejan influir en sus tomas de decisión cuando se aproximan procesos electorales, tal y como es el caso. Elementos estos, que no solo no han pasado desapercibidos al felón, sino que se han tenido en mucha consideración para actuar, tal y como este lo viene haciendo.

Una situación de difícil solución, máxime cuando en España podemos tener, gracias a este tipo de cesiones, que sin duda alguna continuarán, una larga legislatura por delante y la derecha española se encuentra desunida y a martillazos entre ellos cada vez que deben ponerse mínimamente de acuerdo; imaginemos lo que supondría si se debiera pasar por pactos de enjundia para definir y aplicar una legislatura total y completa a nivel nacional.

Todo juega a su favor. No tenemos remedio.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

Artículo escrito el 7 de marzo de 2024.

 

LOS MUROS

Francisco J. Blasco*

A lo largo y ancho de la historia, por diversos motivos aunque fundamentalmente defensivos, la humanidad se ha visto forzada a erigir muros o murallas tras los que defenderse con la creencia de que protegerse con ellos era el único modo de lograr la supervivencia o el modo y lugar donde poder desarrollar en paz y libremente sus ideas y necesidades, ajenos a los posibles contagios o invasiones de otros pueblos, quienes siendo vecinos cercanos o no, trataban de entrar en ellos por meras razones de conquista o al albergar mayores posibilidades de supervivencia, acomodo y progreso.

Así nacieron ciudades fuertemente amuralladas que defendían las pertenencias y sus ciudadanos durante un largo período de tiempo; tanto que algunas veces se debía recurrir a argucias y artimañas de combate basadas en el engaño para, tras años de asedio, poder hacer caer sus defensas y tomar tales plazas fuertes, como fue el caso de la conocida guerra de Troya que, según parece, de haber existido, pudo librarse entre 1194 y 1184 a.C.

Amurallar las ciudades se ha venido arrastrando durante muchos siglos y hoy en día es raro encontrar una importante ciudad europea que no cuente con suficientes restos de antiguas murallas; algunas de ellas de diversas épocas y construidas con variopintos materiales, finalidades y hasta sobrepuestas. 

Pero también han existido grandes murallas que no se erigían entorno a ciudades concretas, sino que se extendían a lo largo de bastos territorios para defenderlos de las invasiones de pueblos llamados bárbaros por pertenecer a otras razas, culturas y religiones. Entre los ejemplos de estos muros o murallas se encuentra la más famosa de ellas conocida como la muralla China, construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del Imperio chino ―durante las sucesivas dinastías imperiales― de los ataques de los nómadas Xiongnu de Mongolia y Manchuria. Se calcula que llegó a tener en su máximo esplendor unos 21.200 km de longitud y se extiende desde la frontera con Corea hasta el desierto de Gobi. Aunque hoy solo se conserva un 30% de ella.

Otro ejemplo de este tipo de construcciones lo constituye la muralla que alzaron los romanos a partir del año 122, durante el reinado del emperador Adriano, para defenderse de la invasión de los pueblos bárbaros británicos y, a su vez, para lanzar desde ella sus propias incursiones sobre el territorio de estos. Hoy en día, sus restos constituyen el mayor conjunto arqueológico romano de Gran Bretaña, muy famoso y frecuentado por miles de turistas; recorre un total de 117,5 kilómetros en el norte de Inglaterra.

Más recientemente nos encontramos con la conocida como línea Maginot que fue una muralla fortificada y de defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial y que por su gran costo e inutilidad militar constituyó el mayor ejemplo del fracaso de la estrategia francesa frente a la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial.

Todavía aún más recientes, existen o existieron otras murallas más; tristemente famosas por las espurias, vergonzosas y perversas intenciones con las que se idearon y erigieron. La primera de estas, cronológicamente hablando, es la muralla que separa las dos Coreas desde la firma del armisticio entre ambos países en 1953 y que hoy en día permanece en plena vigencia y dureza. Una frontera entre dos estados hermanos, que ha separado incluso a familias, de unos 237 kilómetros de longitud y se encuentra en medio de la zona conocida como desmilitarizada de Corea, con una franja intermedia de cuatro kilómetros de ancho ampliamente vigilada y con miles de vigilantes, armas y misiles de todo tipo y calibre apuntando permanentemente a la misma. Todo este sistema hace que la separación entre ambos siga siendo la frontera más militarizada e impenetrable del mundo.

Algo más tarde, apareció la muralla conocida como el Muro de Berlín, que fue un muro de seguridad que formó parte de la frontera interalemana desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 cuando cayó por la presión civil e internacional dando origen a la caída de la URSS. Es el símbolo más conocido de la Guerra Fría y de la división de Alemania. El muro era denominado Muro de Protección Antifascista por la parte Este (RDA), mientras que los medios de comunicación y parte de la opinión pública occidental se referían a él como Muro de la Vergüenza.

Y como último ejemplo de ignominioso muro real, se debe citar el aún existente en la frontera sur de Estados Unidos con México, cuya construcción se inició en 1994, bajo el mandato de Bill Clinton dentro de su programa para la lucha contra la inmigración ilegal y que tristemente tomó aún más entidad e importancia cuando Donald Trump lo hizo suyo en su campaña electoral de 2017. Está formado por una barrera física de unos 900 km de extensión en la zona fronteriza de Tijuana (Baja California) – San Diego (California). Debido a la existencia de este muro los inmigrantes ilegales (procedentes principalmente de México) que intentan cruzar a Estados Unidos deben hacerlo por zonas más peligrosas, como por ejemplo el desierto de Sonora, lo cual ha propiciado más de 10.000 muertes e innumerables casos de prostitución, drogas y todo tipo de sobornos, variopinta e intensa corrupción y malversación de caudales desde el inicio de su puesta en práctica.

No sería justo no citar al menos de pasada, los muros medianamente físicos o no en los que se han convertido numerosas fronteras entre países de América Central y del Sur o del Caribe donde se persigue, dificulta o materialmente se impide totalmente el libre tránsito de personas, bienes o capitales.

Un somero análisis crítico de todas los anteriores nos lleva a varias conclusiones mayoritarias o comunes, como que siempre hayan sido elementos materiales de separación física y real entre los hombres, hermanos, razas y gentes de bien; que la mayoría han sido construidos por poderosos temerosos por sus vidas o haciendas personales, sin importarles los sufrimientos que estos hayan podido acarrear; que dichos sufrimientos derivados de su edificación y de la propia existencia no son nimios en absoluto y que la mayoría, salvo alguna excepción y quizá por mostrar su poca utilidad real, han tenido una vida efímera y han desaparecido pronto o se han convertido en elementos pintorescos que, solo sirven para atraer turismo en épocas actuales o venideras.

Y en medio de toda esta sucia y extraña vorágine, con muy poca efectividad a la vista y totalmente fuera de lugar, sin previo aviso, ni venir incluido en ningún programa, ―tal y como dicho sea de paso, viene siendo habitual en el personaje― tras las pasadas elecciones generales en España, sin constituir el resultado de una fuerte razón de peso, amenaza o perentoria necesidad real, el presidente Sánchez anunció la creación de un muro entre los españoles para separar aquellos que le siguen y adulan de los que no lo hacen ni le creen en absoluto.

Hecho este que, increíblemente, sin motivo aparente o por haber sido tomado como algo indigno, poco creíble o despreciable, no ha sido objeto de la consideración que se merece tanto en España como en el seno de la UE. Ha pasado oficialmente casi desapercibido excepto para algún medio de comunicación; hecho grave, porque sin darnos cuenta, la mera materialización física o ideológica de dicho muro, supone un atentado contra la democracia y el respeto a la libertad de expresión y creencias.

Menos mal que el susodicho muro, a tenor de los resultados de las recientes elecciones regionales en Galicia, quizá por su irresponsable proyecto o por estar todavía muy poco asentado o maduro, no ha servido de nada de lo buscado por su inventor o para todo lo contrario de lo que se pensaba.

Es patente y notorio que han sido unas elecciones, en las que el Partido Socialista, ya totalmente convertido en Sanchista, ha sufrido su mayor y más vergonzoso batacazo electoral y obtenido el mínimo apoyo a su proyecto, por mucho que ahora, Sánchez y sus mariachis miren para otro lado y desprecien unas elecciones en las que todos ellos, sin excepción ―acompañados por el ínclito y poco o mal chistoso e inoportuno Zapatero― pusieron en juego su prestigio y muchos huevos en un cesto, que finalmente ha resultado estar sin fondo, totalmente podrido o en pésimas condiciones.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.