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PENSAMIENTO FLEXIBLE: INDISPENSABLE PARA UNA BUENA LABOR DE INTELIGENCIA (Parte 3)

Marcelo Javier de los Reyes*

El autoconocimiento

Se considera que una de las serias limitaciones que enfrentan los analistas de inteligencia es la falta de conocimientos sobre sí mismos, es decir, su autoconocimiento. Desconocen el funcionamiento de su propia mente porque, en general, al analista no se le enseña a autoconocerse. Por tanto, sería apropiado que también aprenda a conocer el cerebro y su funcionamiento y los procesos mentales que pueden conspirar en su labor.

Se le atribuye a Sócrates la célebre frase “conócete a ti mismo” (γνωθι σεαυτόν) y aquí cabe recordar que conocemos su pensamiento a través de la obra de Platón. Sin embargo esa frase podía ser encontrada en algunos templos, como el de Apolo de Delfos. Ese enunciado también se encuentra en latín, Nosce te ipsum, y ésta es una parte de una más extensa que reza: Nosce te ipsum et nosces universum et deos: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

Se le atribuye a Aristóteles la frase: “El conocimiento de uno mismo es el primer paso para toda sabiduría”.

En esta misma línea de pensamiento se puede citar a Paul Watzlawick (1921-2007), psicólogo, filósofo y teórico de la comunicación, austríaco nacionalizado estadounidense, autor y psicoterapeuta de referencia dentro de la Terapia Sistémica. Este autor nos ha legado la siguiente frase:

Llegar a ser conscientes de quiénes somos realmente exigirá salir fuera de nosotros mismos y vernos objetivamente.

Paul Watzlawick (1921-2007)

Quizás estaríamos tentados de preguntarle al psicólogo Paul Watzlawick, “¿por qué, para conocerme, para verme objetivamente, debo salir de mí mismo?”

La respuesta que nos daría sería que porque nos desconocemos por completo. En general, vivimos ajenos a nuestra realidad interior, no procedemos a realizar una introspección, y este desconocimiento nos lleva —con frecuencia— a caer en errores y en crisis existenciales. Entonces, invirtiendo el razonamiento, el autoconocimiento le permitirá al analista sobrellevar ciertos errores y, a la vez, tener confianza en sí mismo, saber controlar sus emociones —las que intervienen en su razonamiento— y comprender que un analista no tiene que tener razón sino llegar a la verdad.

Conocerse a sí mismo ofrece la gran ventaja de conocer las propias fortalezas, nuestras habilidades, así como las propias debilidades o vulnerabilidades. Como expresa el doctor Daniel López Rosetti en su libro Equilibrio, “determinar las fortalezas nos permite enfatizarlas, mejorarlas y aumentar la seguridad en nosotros mismos”[1]. A su vez, contribuye a disminuir nuestras debilidades y el identificar a éstas es fundamental para darles la dimensión apropiada y manejarlas adecuadamente[2]. Se trata entonces de un ejercicio que nos lleve a observar cómo actúan las emociones ante determinadas circunstancias, así como las repercusiones físicas que de ellas puedan derivarse.

El autoconocimiento nos permite una mejor comunicación verbal y, del mismo modo, una mejor comunicación no verbal.

El conocimiento de nuestros talentos es un camino cierto para nuestro crecimiento personal, profesional y espiritual, porque a partir de ello no estaremos como una hoja de papel sometida a los diversos vientos que soplen. Pero aquí es importante considerar que debemos evitar caer en la soberbia y recordar aquella sentencia que dice que “la vanidad es el peor enemigo del hombre de inteligencia”.

En este aspecto es fundamental, a partir de lo expresado, que el analista —y en general el hombre de inteligencia— aprenda a escuchar atentamente —más que hablar— y sin adelantarse en las respuestas de su o sus interlocutores. Del mismo modo, a fundamentar sus respuestas —nada es “porque sí” o “porque no”— cuando sea necesario darlas.

El autoconocimiento nos proporcionará una mayor seguridad, una autorregulación de nuestras emociones —lo que se traducirá en una mayor adaptación a las circunstancias que debamos enfrentar— y nos evitará enviar “mensajes” erróneos, contradictorios o inadecuados a través de la comunicación no verbal. En definitiva, nos brindará una mayor confianza en sí mismos, un mayor manejo del estrés, un eficiente aprovechamiento del tiempo, una mayor automotivación y, por tanto, una mayor profesionalidad en nuestra labor.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional, Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Daniel Lóperz Rosetti. Equilibrio. Cómo pensamos, sentimos y decidimos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Planeta, 2020, p. 206.

[2] Ídem.

©2022-saeeg®

 

 

OCASO LÍQUIDO DE ZYGMUNT BAUMAN. (A CINCO AÑOS DE SU DESAPARICIÓN).

Abraham Gómez R.*

Zigmunt Bauman fotografiado por Bartlomiej Kudowicz / Forum

Acababa de cumplir 90 años, pero tenía tanta fascinación por la vida y por seguir teorizando que era capaz de enlazar dos y hasta tres vuelos en un solo día para ir de una ciudad a otras, con el único objetivo y entusiasmo de dictar una conferencia.

Abrigaba, sin descanso ni retorcidas retóricas, la intención de insistirnos que estamos viviendo en “una modernidad y una sociedad líquida”: su Tesis Mayor. Su apuesta indesligable y propositiva, en tanto guiatura para este tramo epocal.

Sentía plena emoción nuestro siempre consultado filósofo Bauman al pronunciar que no tenemos sino “Una vida caracterizada por no mantener un rumbo determinado, pues al ser líquida no mantiene mucho tiempo la misma forma. Y ello hace que nuestras vidas se definan por la precariedad y la incertidumbre. Así, nuestra principal preocupación es no perder el tren de la actualización ante los rápidos cambios que se producen en nuestro alrededor y no quedar aparcados por obsoletos”.

Detestaba dar respuestas simples a cuestiones complejas; por eso justificaba que se extendiera ante cada explicación que se le solicitara.

En su libro La vida líquida (2007), el diagnóstico sobre la sociedad de consumo en la que vivimos es demoledor por certero.

Zygmunt Bauman había sido considerada una figura de referencia de la sociología contemporánea. Su denuncia de la desigualdad creciente, su análisis del descrédito de la política o su visión nada idealista de lo que ha traído la revolución digital lo había convertido también en un faro para el movimiento global de los indignados, a pesar de que no dudaba en señalarles las debilidades.

Al momento de recibir el Premio Príncipe de Asturias, en 2010, en la mención Comunicación y Humanidades, expuso su clara definición sobre la Sociedad Moderna Líquida, en los siguientes términos: “es aquella sociedad donde las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada. Esto, evidentemente, tiene sus consecuencias sobre los individuos porque los logros individuales no pueden solidificarse en algo duradero, los activos se convierten en pasivos, las capacidades en discapacidades en un abrir y cerrar de ojos.

El nuevo modelo de héroe es el triunfador que aspira a la fama, al poder y al dinero…, por encima de todo, sin importarle a quién se lleva por delante”.

Acaso será temprano todavía para conferirle razón plena a nuestro laureado Bauman, cuando caracteriza a La modernidad líquida por su flexibilidad y la falta de estructuras sociales perdurables, sin darnos cuenta que determina y condiciona las relaciones y costumbres de los ciudadanos.

Y ahora cabría preguntarnos, en las claves narrativas de Bauman: ¿Cómo llegamos a este “tiempo líquido”?

Vivimos en un mundo en donde la incertidumbre debilita los sistemas de seguridad de los individuos, existe miedo por conformar relaciones a largo plazo, se postergan las relaciones por el Éxito, las redes sociales toman un rol fundamental a la hora de establecer vínculos, los individuos se insensibilizan y miden sus relaciones en término de Costo/beneficio, pero al mismo tiempo los sujetos se vuelven frágiles y vulnerables, todos estos factores comienzan a desmoronar la solidez de una sociedad, cambiando la rigidez de las estructuras por la flexibilidad de las mismas, las torna volátiles y transitorias; no existe la presencia de referencias y hay un completo desarraigo afectivo.

La expresión, acuñada por Zygmunt Bauman que acompañó toda su existencia filosófica, da cuenta con precisión del tránsito de una modernidad sólida, estable, repetitiva a una «líquida», flexible, voluble.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV).

Publicado originalmente en Disenso Fértil, 10/01/2022, https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/

EL POPULISMO

Héctor Melitón Martínez*

Trataré de sintetizar en este escrito lo que he leído sobre este concepto, el populismo, con la finalidad de colaborar sobre lo que se entiende sobre él y la lógica y las teorías en las cuales se apoya, ya que si no conoces lo que busca tu oponente seguramente te equivocarás en tus decisiones, así como hace unos años escuchábamos a la izquierda decir: “el imperialismo es la etapa superior del capitalismo” hoy podríamos decir que la autocracia es la etapa superior del populismo, por lo tanto veamos qué es.

Hasta no hace muchos años este era un concepto no muy bien definido por la ciencia política. Para un sector, este era una forma de demagogia por la cual gobiernos con mucha autocracia, tanto de izquierda como de derecha, gastaban los caudales públicos para hacer demagogia y cooptar voluntades populares.

Para algunas corrientes relacionadas con pensamientos más liberales- conservadores, se referían como una postura que rompe normas de lo políticamente correcto, una postura negativa, es tomado como un fenómeno disruptivo, con fuertes liderazgos  y de carácter negativo.

En 1977, un politólogo llamado Ernesto Laclau (1935-2014), de origen argentino, escribió un artículo donde mencionaba y analizaba el populismo, lo tituló “Hacia una Teoría del Populismo”, en el cual intenta darle un estatus teórico a estas ideas, haciéndolo desde el interior de la teoría marxista.

En otro texto llamado “Política e Ideología en la Teoría Marxista, capitalista, socialista”, trata de enhebrar el populismo con la democracia y el socialismo; esto se daba a la luz de lo que fue la efímera “primavera camporista” como la llamaron a esta trágica y nefasta época donde imperaba el concepto de “patria socialista”, dando lugar al nefasto peronismo de izquierda, que era una mutación producto del entrismo en el marco de una guerra fría que en América del Sur se daba con una acción violenta y revolucionaria.

Luego, en los años de la década de 1980, los socialistas Emilio De Ipola y Juan C. Portantiero reflotaron el concepto de populismo, una versión nacional y popular, disputada por el Alfonsinismo (Tercer movimiento histórico). Estos eran socialdemócratas y disputaban al peronismo la concepción nacional y popular.

Recién en 2005, con el texto escrito por Laclau, “La Razón Populista”, se abrió el debate acerca de la idea de la irracionalidad de las masas populares; él invierte la ideología en ese momento creando la idea de que el populismo es la racionalidad de las masas. Dice Laclau: “el populismo es la racionalidad política del pueblo”.

Los principales rasgos de esta teoría que desarrolla las apoya en:

  • Prioriza la influencia de Altuser, y Gramsci
  • El vocablo Nacional y Popular y Hegemonía tomados de Gramsci es empleado por Laclau.
  • Hay una gran influencia del psicoanálisis; él se ubica igual que su compañera Chantal Mouffe como pos-marxistas y se sitúan en el psicoanálisis, pos estructuralismo y pos marxismo y su referente es el psicólogo Jackes Lacan. El psicoanálisis es tomado como perspectiva de lo real y de la dinámica del sujeto político, el psicoanálisis pasa a ser lo constitutivo de la realidad, del sujeto político
  • Lo real se construye por el discurso (relato). Lo discursivo es una práctica de lo social, el discurso define la realidad
  • La idea de sujeto incorpora la idea la idea del sujeto político popular, distinto al sujeto político del marxismo que es el proletariado.
  • El psicoanálisis plantea otro sujeto político, por afuera de las relaciones productivas de la sociedad, como lo hacía el marxismo
  • Podemos sintetizar que el pensamiento de Laclau pasa por:

Derrida, deconstrucción

Gramsci, hegemonía

Lacan, construcción de nuevo tipo de relaciones sociales.

Conceptos centrales

Su propuesta principal está en el capítulo IV, “El pueblo y el discurso pasivo del vacío”.

El concepto de discurso es una articulación lingüística importante, aparecen dos conceptos, el de significante vacío, que es cuando una condición particular puede representar una mayoría; es una figura, palabra o un nombre que agrega un conjunto de contenidos; la retórica es lo contrario al significado lineal de las cosas.

El otro concepto es el de la demanda social, que son demandas democráticas; las demandas populares son las que se articulan con otras. Aquí aparecen otras visiones para el análisis que se basan en la lógica de la diferencia y en la lógica de la equivalencia. La primera, la de la diferencia, se mantiene sí o no por su particularidad. La preferencia se va enhebrando y articulando, es la que predomina es la que tiene en común más que la diferencia.

De todo esto se desprenden tres grandes momentos:

– Construcción de un “Nosotros” (pueblo) con identidad compartida.

– Al conformarse el pueblo, el populismo divide la sociedad, crea una grieta, traza un exterior que es el “enemigo” que lo identifica con la clase dominante, el neoliberalismo, el imperialismo, las corporaciones, etc. Esto deriva de la teoría de la política como guerra sostenida en los años treinta del siglo pasado por Carl Schmitt.

– al crear un Nosotros, constituye un Ellos

– el momento de la identidad popular que es el momento simbólico, le da unidad al campo popular que no es permanente, se logra por medio del “líder”.

Conclusiones

La Razón Populista deriva de la “primavera Camporista” de los setenta, donde surge el peronismo revolucionario de izquierda, se reaviva en 2003 y se actualiza e inspira en el movimiento chavista de Venezuela con el Socialismo Siglo XXI.

En las democracias el sujeto político es el pueblo, en el marxismo es el proletariado y en el populismo el sujeto político se conforma con el relato, un líder y una construcción social conformada en base a aspectos sentimentales abstractos y apoyados en un relato y eslóganes. En nuestro caso y en estas épocas aparece un nuevo sujeto político que es la clase política tomada como una corporación oligárquica.

El populismo puede ser de derecha o de izquierda, pero para Laclau el populismo es emancipatorio, deja de hablar de revolución para hablar de emancipación. El término revolución es propio de la modernidad, en la pos modernidad el término es emancipación. El pensamiento pos marxista tiene otros parámetros, entre ellos la emancipación, pero no descarta la revolución.

 

* Profesor de Grado Universitario y Licenciado en Ciencia Política graduado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Coronel (R) del Ejército Argentino.

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