Los años pasan y las generaciones van dejando su lugar a las que vienen detrás; es ley de vida. Mi generación es la de los que empezamos a militar a principios de los 80, vivimos los últimos momentos de los «años más duros» y tuvimos la suerte de formarnos durante el momento intelectual más brillante del pensamiento nacionalista e identitario de la segunda post-guerra europea.
Nosotros y todos los nacionalistas europeos posteriores al 45 hemos sido, somos y seremos gracias a dos cosas:
El MSI y las organizaciones «extra-parlamentarias italianas» que fueron capaces de mantener la llama ―nunca mejor dicho― en la noche más oscura, y lo hicieron «a cualquier precio».
Y Jean Marie Le Pen, que nos demostró que esa llama no era sólo memoria, sino que también era victoria. Él nos enseñó que se podía volver a ganar, esa es su gran contribución, ésa es la gran deuda que tenemos con él.
Es altamente simbólico que Jean Marie Le Pen le pidiera a Giorgo Almirante poder usar la «fiamma misina» adaptada a los colores de Francia.
Yo tuve el honor de conocerle personalmente durante un acto en Tokio organizado por el entonces número dos del Front National, Bruno Gollnish, otro hombre admirable en todos los sentidos. Lo conocí en conversación personal, durante cenas y comidas, donde demostraba presencia, educación, curiosidad, respeto y en una rueda de prensa donde pude ver su verdadera dimensión política. Durante dos horas periodistas de las principales cadenas del mundo sometieron a Jean Marie Le Pen a una incesante batería de preguntas sobre todas las cuestiones posibles; fueron literalmente triturados por un Le Pen que demostró una gran capacidad dialéctica, pero ―sobre todo― una solidez intelectual y argumental sobre los más variados temas realmente sorprendente hasta lo impactante. Una lección magistral que nunca se podrá olvidar: de la política a la historia, de la geopolítica a la literatura, del arte a la actualidad, toda pregunta rebuscada era contestada sin titubeos de forma sólida, precisa y coherente. Los periodistas que pretendían acorralar al gran Tribuno terminaron por agachar sus cabezas y rendirse ante su manifiesta inferioridad. Al día siguiente, Le Pen encebezó en Kioto una comitiva para rendir honores a los japoneses muertos durante la Segunda Guerra Mundial: brillantez intelectual y valentía personal y política. Ese fue el gran Jean Marie Le Pen.
Jean Marie Le Pen y Enric Ravello Barber
También recuerdo la cena de esa noche, en un maravilloso restaurante tradicional japonés, invitados por un cantante de ópera admirador de Yukio Mishima. Después de la cena recuerdo que un reducidísimo coro de cuatro personas encabezado por el propio Jean Marie terminamos cantando el famoso «Clavelitos».
Hay quien señala puntos de desacuerdo con Le Pen o posiciones concretas que no comparte, por supuesto, las hay, todos las tenemos, pero Le Pen fue ―conscientemente o no― la encarnación de la Tradición europea ―en su caso con fuerte acento francés y… bretón―, eso es lo que le sitúa en un plano superior. Le Pen era la Europa viva que estaba en lucha, precisamente por eso el establishment francés, europeo y mundial trató de arrinconarlo y desprestigiarlo. Nunca lo consiguieron.
Recuerdo que antes de las elecciones presidenciales francesas de 2002 mantuve una conversación con el famoso diplomático y escritor chileno Miguel Serrano. Él, viendo esa faceta metahistórica de Le Pen, me escribió una carta después de conocerse los resultados de la primera vuelta, decía esto:
«Estamos muy contentos con los resultados obtenidos en las elecciones por Le Pen. Nos imaginamos que ustedes también y mucho ¡Felicitaciones!
Tremenda es la lucha que le espera en las próximas semanas. Estaremos apoyándole».
Como dice Filip Dewinter Jean Marie Le Pen fue nuestro padrino, de todos los que ―en distintas formas y con varios matices― aún luchamos por la identidad de los europeos. Ahora nos toca seguir en esa lucha. Esa tremenda lucha es nuestro deber diario.
Seremos dignos.
* Presidente de la Asociación de Amistad Euro Sudamericana (AAESA), https://aaesa.org/.
Los resultados de las elecciones en los länder alemanes de Turingia y Sajonia trascienden la esfera regional y señalan un nuevo paradigma político para Alemania y para el nacionalismo europeo.
«Por primera vez desde 1945 una fuerza nacionalista gana unos comicios en Alemania», el titular ocupa las cabeceras de la prensa europea, algunos lo anuncian con alegría, otros con inquietud. Nadie es ajeno a la importancia de este hecho.
El sistema político alemán usó todos sus recursos: policía, prensa, policía del pensamiento, iglesias católicas y protestantes, aparato del Estado, bancos ―que cierran aleatoriamente cuentas de dirigentes de AfD― «anti-fascistas»… pero no pudieron impedir que la voluntad popular se expresase y que el candidato de Alternative für Deutschland Björn Höcke al que la «justicia» alemana había condenado en junio por usar el tema «Todo por Alemania» que «recordaba al nazismo»[1], fuese el vencedor en las urnas de Turingia con un 32,8% de los votos. En Sajonia ―30.6%― la formación nacionalista quedó en segundo lugar a poco más de un punto de lograr también la victoria.
Entre las causas que explican este resultado, existen causas profundas y causas actuales. La caída del muro y la integración de los antiguos territorios de la RDA en la Alemania unificada tuvieron su impacto económico y su política. Turingia, es un territorio donde el impacto de la desindustrialización y el empobrecimiento de la economía rural ha generado un descontento hacia los partidos convencionales[2]. Otra causa profunda es la distancia sociológica, política y cultural entre los länder occidentales y los orientales. Es necesario recordar un dato que los analistas de estas elecciones suelen pasar por alto; en 2005, un partido que mantenía posiciones mucho más radicales y que en su propaganda las referencias positivas al periodo nacionalsocialista eran un elemento característico, logró un 9% de votos en Sajonia y un 6% de votos en Mecklemburgo-Pomerania, ambos länder orientales. El Natonaldemokratische Partei Deutschlands (NPD) fue el que recogió el voto nacionalista alemán en el este un territorio mucho más desacomplejado que sus compatriotas occidentales. Es cierto que el NPD logró sólo un 3,7% en Turingia, pero sus resultados en las elecciones regiones del este, reflejaban la existencia de este voto, en contraste con los länder del oeste, donde la presencia del NPD era prácticamente anecdótica.
Dos décadas después con un mensaje mucho más actual, cercano y centrado en problemas actuales evitando referencias históricas a momentos anteriores, AfD ha logrado movilizar un voto nacionalista mucho mayor. El NPD cambió su nombre por en Die Heimat[3] en su último congreso de 2023 y ―si bien se presentó a los comicios europeas de 2024― no ha presentado candidaturas en estas elecciones regionales. De hecho, varias de sus secciones anunciaron hace meses el inicio de una colaboración política con AfD[4].
Sin duda, un resultado electoral de la magnitud que ha logrado AfD en Turingia y Sajonia sólo es explicable si las propuestas políticas presentadas son percibidas como soluciones positivas a los problemas concretos que afectan a los electores. Tres son los motivos claves por los que AfD ha logrado este nivel de votos
Inmigración e inseguridad. Es cierto que precisamente Turingia y Sajonia son dos de los länder donde el impacto de la inmigración es menor, pero también es cierto de que la percepción general de una situación insostenible respecto a la avalancha migratoria en toda Alemania provoca respuestas más contundentes en las urnas en los territorios donde la ideología multicultural y el famoso «complejo de culpa alemán» es menor, y en estas dos regiones se cumplen ambas condiciones.
Un efecto colateral, con grave impacto en la opinión pública, es el aumento de la criminalidad relacionada con la inmigración masiva y los así llamados «refugiados». Pocos días antes de las elecciones, asistimos al enésimo incidente protagonizado por un «refugiado» con el resultado de tres alemanes muertos, no creemos que este acontecimiento puntual haya influido especialmente en los resultados electorales de la semana pasada, pero sí refleja la gravedad del problema[5]. El actual gobierno de Berlín ―al que los alemanes culpan con razón de esta situación― aprobó demagógicamente una serie de medidas entre las que se incluían el inicio de la deportación de inmigrantes, pero de nada sirvió ante la opinión pública, como fue «poco, tarde y mal»[6].
Rechazo a la Unión Europea. AfD mantiene una postura muy crítica con la UE, y, sin llenar a articular una propuesta concreta, recurre frecuentemente en su propaganda al Deutschexit ―es decir a la salida de Alemania de la UE― este mensaje es especialmente bien recibido en los länder del este, en los que la enorme y determinante contribución del Estado alemán a la UE, se percibe como una salida de capital nacional que sería imprescindible para impulsa al Este del país y acercarlo más a los parámetros económicos del oeste.
Las sanciones a Rusia y el apoyo a Ucrania. «Sajonia. Turingia: Triunfo de los partidos opuestos a la guerra», hemos leído en algunos analistas[7]. AfD ha sabido recoger el descontento alemán ante la posición de su gobierno en el conflicto ruso-ucraniano. Descontento que se manifiesta fundamentalmente en dos puntos:
La ayuda a Ucrania, un país que ha estado directamente involucrado en el ataque a la economía y a la soberanía alemana que supuso la voladura del gaseoducto Nord Stream 2 organizada desde Kiev[8] es difícilmente asumible. «¿Cómo seguir ayudando militar y económicamente a un país que nos ataca directamente?», preguntaban los dirigentes de AfD en los actos preelectorales.
El desastroso impacto económico de las sanciones a Rusia en la economía alemana, tan dependiente del gas y otros recursos naturales rusos[9]. Una economía alemana que está en plena recesión y que amenaza con entrar en una grave crisis por la falta de competitividad que afecta principalmente al sector automovilístico[10].
Además de las repetidas declaraciones de militares alemanes sobre el peligro que para la seguridad nacional tiene involucrase en la estrategia de la OTAN de enfrentamiento con Moscú[11].
En sentido contrario el ex canciller Gerhard Schörder culpa del fracaso electoral de su partido, el SPD ―gran derrotado en estos comicios junto a los otros dos miembros de la colación gubernamental: Verdes y Liberales― precisamente a su política contra Rusia[12].
Encrucijadas políticas en Alemania y en Europa
La evolución de AfD desde sus inicios a la actualidad podría ser objeto de un artículo entero, pero para contextualizar diremos que el partido nació en 2013 como un partido nacional-liberal en la parte occidental del país. Posterior AfD fue haciéndose fuerte en el este, proceso acompañado de una evolución hacia posturas nacional-conservadoras y social-nacionales, siendo actualmente esta tendencia la mayoritaria. El partido guarda un equilibro interno mediante una presidencia colegiada entre: Alice Weidel (de la parte «occidental», más moderada) y Tino Chrupalla (de la parte «oriental», más firme). Los resultados electorales de Sajonia y Turingia son un nuevo paso en el fortalecimiento de la línea más firme del partido, que ahora además cuenta con la mayor presencia mediática uno de sus miembros más significados del sector más nacionalista, Björn Höcke, el ganador de las elecciones en Turingia.
A finales de septiembre se celebrarán elecciones regionales en Brandemburgo, donde AfD aparece primero en las encuestas, el prácticamente asegurado triunfo en un tercer länder oriental reforzará aún más al sector nacional-conservador del partido.
Los resultados también van a tener un gran impacto en el panorama político general alemán. Si los grandes perdedores ya hemos dicho que son Social-demócratas, Verdes y Liberales, el que entra en una encrucijada política tremendamente delicada es el principal partido de la oposición la demo-cristiana CDU. Los dirigentes de la CDU han repetido por activa y por pasiva que bajo ningún concepto formarán ningún gobierno regional con AfD. El grave problema que se les plantea es que, descartada AfD, la opción pasa necesariamente por los neo-comunistas de la Bündis Sahra Wagenknecht (BSW). ¿Entenderá el electorado democristiano el boicot de sus líderes hacia la nacionalista AfD para pactar con neo-comunistas? Pocos días después de las elecciones, el debate interno ha provocado ya fuertes tensiones en la CDU[13]. Un error de cálculo podría tener un impacto grave; la CDU aspira a ganar las elecciones nacionales de 2025, pero un pacto con neo-comunistas podría restarle una enorme cantidad de votos, especialmente en el oeste del país.
Esta contradicción interna también sacude a la propia BSW, cuya presidente, Sahra Wagenknecht se declara abiertamente nostálgica de la RDA. En YouTube se puede ver un vídeo donde afirma «prefiero mil veces vivir en la RDA que en la Alemania en la que debo vivir ahora». La BSW se puede considerar el «segundo» triunfador de las elecciones regionales de Turingia y Sajonia donde logró un 15,8% y un 11,8%, por debajo de lo anunciado en las encuestas. Los votantes de BSW, a la que se podría calificar de «izquierda conservadora», salen principalmente de die Die Linke, el partido neo-comunista de «izquierda progresista» que pierde gran parte de su electorado y se convierte en una fuerza de segundo orden en el este del país. Uno de los puntos que separan a ambas formaciones neo-comunistas es su postura sobre la inmigración: crítica en BSW, favorable en Die Linke. Es precisamente esta dialéctica entre la anti-inmigración y el neo-comunismo la que crea la contradicción interna referida en BSW. Por un lado, nos encontramos con declaraciones de su presidenta diciendo que estaría dispuesta a apoyar propuestas parlamentarias anti-inmigración de AfD hasta las declaraciones de otros de sus dirigentes Robert Crumbach, pidiendo la ilegalización de AfD[14]. En sus primeras manifestaciones sobre coaliciones gubernamentales BSW ha lanzado la propuesta de un gobierno rojo-rojo-rojo (SPD+Die Linke+BSW) en Turingia, algo que matemáticamente no es posible sin que CDU lo tolerase mediante una abstención en la investidura. De momento el panorama sigue abierto y las contradicciones crecientes.
Un tercer nivel donde esas elecciones van a tener un impacto y que parece haber pasado desapercibido por los analistas, es en el equilibro de fuerzas entre los partidos nacionalistas en el Parlamento europeo.
En el parlamento de Bruselas, AfD pertenecía al grupo llamado Identidad y Democracia (ID) en la pasada legislatura. Grupo que compartía, entre otros con la LEGA (Italia), Vlaams Belang (Flandes) PVV (Países Bajos), y Rassemblement National (el partido de Marine Le Pen). Marine Le Pen, que ya venía marcando distancias con AfD por sus propuestas de «remigración» contrarias a la suya de «integración progresiva» respecto a la migración, atacó unas declaraciones del eurodiputado de AfD Maximilian Krah en las que ―en una larga entrevista― se limitó a decir que «no todos los que vistieron el uniforme de las SS fueron criminales de guerra». Le Pen exigió la expulsión de ID, que esas declaraciones ―que han hecho muchos políticos alemanes de distinto signo― eran sólo una excusa para romper la alianza europea con AfD lo demuestra el simple hecho que el Front National ―partido del que RN es heredero orgánico― fue fundado por su padre Jean Marie Len Pen y Pierre Bousquet, un antiguo miembro de la división francesa SS-Carlomagno. Marine no sólo pidió la expulsión de AfD, sino que afirmó que en la siguiente legislatura no compartiría grupo con AfD bajo ningún concepto.
Así ha sucedió, las elecciones europeas de junio de 2024 dieron al RN un resultado espectacular, llegando el 31,37% de votos. La nueva composición de grupos significó la disolución de ID, pasando la gran parte de partidos que lo componía a crear un nuevo grupo llamado Patriots for Europe, junto al FIDESZ húngaro del presidente Viktor Orban ―que durante la legislatura anterior formaba parte de los No Inscritos, tras su expulsión del Partido Popular Europeo (PPE) por sus posturas sobre la inmigración.
Por su parte, AfD ―que logró también un importante 15.90% de votos y 15 eurodiputados― no quedó aislada, como algunos pretendían, sino que logró organizar su propio grupo parlamentario Europa de las Naciones Soberanas (ENS), en el que la mayoría de sus componentes son partidos de la Europa centro-oriental excomunista: Confederación (Polonia), Reconquista (Bulgaria), República (Eslovenia), Libertad y Democracia Directa (República Checa), (Hungría), Unión del Pueblo y Justicia (Lituania), partidos caracterizados por tener una fuerte carga nacionalista y a la vez anti-liberal, la propia AfD, fuerte especialmente en los territorios de la antigua RDA comparte muchas de las características de estos partidos. Al grupo parlamentario se suma sólo un diputado de la Europa occidental del partido Reconquista (Francia). Añadir que también son miembros de ENS: FvD (Países Bajos)[15], que cuenta con tres diputados en la cámara nacional neerlandesa y estuvo cerca de lograr un eurodiputado y AfS (Suecia) que estuvo a más distancia de poder conseguirlo.
Las elecciones legislativas en Francia, en las que el RN no logró la victoria como muchos preveía y los espectaculares resultados de AfD del 3 de septiembre señalan una realidad: AfD es hoy un partido con más posibilidades de lograr poder local concreto que el RN y además es un partido en ascenso, mientras que el RN está atrapado en una complicada situación política en Francia, donde el maquiavélico Macron les ha colocado en un posición difícil para poder aspirar ganar las presidenciales de 2027.
En este juego político continental, hay otro factor importante a tener en cuenta. El próximo 29 de septiembre se celebran elecciones en Austria. Todas las encuestas señalan una victoria electoral de los social-patriotas del FPÖ, es muy posible ―porque ya se ha dado en ocasiones anteriores― que el FPÖ participe en un gobierno de coalición en el país alpino. El FPÖ comparte grupo europeo con RN en Patriots for Europe, pero se opuso a la expulsión de AfD impulsada por Marine, algo que AfD agradeció públicamente. (Imagen que adjunta en este artículo).
Por razones históricas y culturales sabidas por todos, la relación entre AfD y el FPÖ (que he llegado a definirse como partido austro-alemán) son de una amistad profunda. La victoria del FPÖ en las elecciones de Austria y el avance de AfD en las elecciones legislativas alemanas de 2025 pueden traducirse en el reforzamiento del eje austro-alemán en detrimento de la importancia de Francia, como uno de los ejes referenciales del nacionalismo en el Europa occidental.
* Licenciado en Geografía e Historia (UV). Doctorando en Historia. Oposición del Ministerio de Economía Español en tributación aduanera y comercio internacional. Realizados cursos de Geopolítica y Análisis internacional en LISA Institute y GEDEGYS. Especialista universitario en Historia y Filosofía de las Religiones (UNED).
Ha participado en diversas iniciativas culturales, y metapolíticas del ámbito nacionalista. Director de las revistas Tierra y Pueblo e Identidad. Artículos publicados en diversas revista y webs europeas. Ha sido secretario del think tank EurHope con sede en el Parlamento europeo.
Conferencias en múltiples ciudades europeas junto a Guillaume Faye, Pierre Vial, Jean Haudry. Organizador de un encuentro sobre América del Sur en el Parlamento europeo.
Presidente de la Asociación de Amistad Euro Sudamericana (AAESA), https://aaesa.org/.
Este artículo de ninguna manera intenta justificar un canto supuestamente «racista» producto de la euforia de un partido de fútbol pero hay que poner las cosas en su verdadera dimensión, más en un mundo en el que con lo «políticamente correcto» ya han llegado al hartazgo.
La estupidez llegó al punto de que el diario La Nación publicó una nota con el título «Hinchas de River entonaron la canción racista y homofóbica contra Francia durante el homenaje a Enzo Fernández»[1]. Sin embargo, en el canal de ese mismo medio, LN+, había periodistas que aparecían orgullosos exhibiendo la bandera de Israel al lado de la Argentina, lo que claramente señala un apoyo al genocidio del pueblo palestino que está llevando adelante ese país, incluso ante la tibieza de los propios europeos que no le aplican sanciones a Israel como se las aplican a Rusia. Es claro, Francia, el Reino Unido, España y otros países le venden armamento a Israel. Negocios son negocios.
La hipocresía es definida por el Diccionario de la RAE como «Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan». De este fingimiento los europeos han hecho una práctica habitual. Y seguramente no son los únicos, al menos en el mal llamado «Occidente», un «Occidente ampliado» en el que no predomina el cristianismo original y que es el que conduce al abismo a su población.
Europa parece haberse olvidado del comercio de esclavos, el cual fue un lucrativo negocio para las potencias europeas durante más de dos siglos y que enriqueció a varias familias europeas, entre ellas la de la corona británica ya desde la reina Isabel I, como lo ha demostrado la historiadora Brooke Newman[2]. Pero los del Chelsea se ofendieron por una canción de cancha sin recordar el vergonzoso pasado británico ―aunque también presente― durante su época imperial y colonial, masacrando o erradicando poblaciones enteras, trazando límites geográficos arbitrarios que han dejado su huella en la historia y que aún siguen siendo temas de conflicto: como ejemplo recordemos el caso de las Malvinas, el del archipiélago de Chagos ―en ambos echaron a su población―, el Esequibo, Gibraltar, la frontera entre Afganistán y Pakistán, conocida como la «línea Durand», trazada en 1893 por los británicos para contener a los rusos y que hoy divide a Afganistán y Pakistán … Los indios y los habitantes de otros países que fueron colonias británicas lo recuerdan bien. No en vano los habitantes de Bangladesh son fervorosos admiradores de la albiceleste, como así también muchos en la India.
Así era como transportaban los barcos a los africanos atrapados en África hacia América. Se cuenta que un «barco negrero» podía ser olido a la distancia en el mar debido a la situación inhumana en que eran transportados los esclavos. El tráfico continuó hacia los Estados Unidos aun cuando su gobierno había declarado ilegal la trata de personas.
Europa parece también haber olvidado su pasado racista que no se limitó a una canción de cancha. En la Conferencia de Berlín de 1884/85 las potencias europeas se dividieron el continente para proceder a su explotación, aun después de que los países africanos obtuvieron su independencia, en su mayoría a partir de la década de 1960. Lo que hicieron tras ese reparto en el papel ha llegado a extremos aberrantes, como en el caso el Congo Belga, propiedad del rey Leopoldo I, en donde llegaron a asesinar y a mutilar a buena parte de la población; el genocidio que los alemanes perpetraron contra los hereros en la entonces África Sudoccidental Alemana, hoy Namibia; a los británicos se les puede recordar la guerra contra los boers, implementando en África el Sur los campos de concentración antes que lo hicieran los alemanes durante el gobierno nazi, campos en los que mujeres y niños morían por inanición y por enfermedades.
Europa ha sido y sigue siendo responsable de muchas muertes también por sus propias actuaciones y por haber seguido a pies juntillas las aventuras de la angloesfera: Yugoslavia, Iraq, Afganistán, Siria … ¿en cuánto colaboraron los gobiernos europeos a reducir la presencia de comunidades cristianas en esa región al desarticular las dirigencias y los propios países que las contenían? Colaboraron en su reducción participando en las aventuras militares pero también por omisión. Cuando Israel ocupó los Altos del Golán en 1967 quemaron iglesias y mezquitas y tanto cristianos como drusos islámicos huyeron. Los cristianos se refugiaron en el Líbano[1]. A ello cabe añadir las consecuencias actuales de su pasado colonial. No en vano Francia está siendo echada de los países africanos. Del mismo modo no se puede soslayar el doble rasero respecto a los dos principales conflictos que actualmente concitan la atención mundial.
Resulta ofensivo que los europeos hoy quieran darnos lecciones de moral cuando incitaron a una guerra fratricida entre Ucrania y Rusia siguiendo los pasos que les marcaron los líderes de la angloesfera, uno de los cuales impidió que la guerra que enfrenta a esos pueblos llegara a un acuerdo para ponerle fin a poco de que se iniciara: Boris Johnson es su nombre.
A Rusia le aplicaron todo tipo de sanciones ―lo mismo hicieron con Irán― por mucho menos de lo que Israel viene haciendo desde que la ONU procediera a la partición de Palestina en 1947. En verdad, el conflicto empezó mucho antes sobre la base del reparto de Asia Occidental ―o Medio Oriente― entre Francia y el Reino Unido (acuerdo secreto de Sykes-Picot de 1916) y la manifestación formal del gobierno británico por la cual anunció su apoyo al establecimiento de un «hogar nacional» para el pueblo judío en la región de Palestina (Declaración de Balfour, 1917). Eso dio vía libre al plan de Teodoro Herzl esbozado en su libro El Estado Judío ―quien propuso crear ese Estado en la Patagonia (Argentina) porque estaba despoblada o en Palestina―, lo que con el tiempo dio lugar a la creación de grupos terroristas sionistas. Un caso más de los tantos conflictos que los británicos crearon a lo largo y ancho del mundo.
El 7 de octubre de 2023 se llevaron a cabo «sorpresivos» ataques del grupo palestino Hamas sobre población israelí, burlando una de las más ―sino la más― vigiladas fronteras del planeta. Esos ataques desencadenaron un terrible genocidio sobre los palestinos pero los europeos siguen sancionando a Rusia y no aplican ninguna sanción a Israel.
¿Será que el pasado, además de la venta de armas, les impide a los líderes europeos condenar a Israel? Quizás. Aunque también muchos poderosos, incluso en la corona británica, deben guardar silencio por el «caso Epstein».
Los ataques a la Selección Nacional de Fútbol de la Argentina
Los ataques a la Selección Nacional no son nuevos. Se remontan al último Mundial de Fútbol celebrado en Catar y siempre procuran mostrar a la albiceleste y a la Argentina como un país racista. Del mismo modo ha habido quienes también quieren mostrar a la Argentina como una cueva de nazis, aunque Estados Unidos y la URSS se llevaron a los científicos para su desarrollo científico y tecnológico y en el caso de la República Federal Alemana para reconstruir sus instituciones, su dirigencia política y su inteligencia con el total conocimiento de los aliados.
En diciembre de 2022 Erika Denise Edwards, quien se presenta como profesora asociada de la University of Texas de El Paso, experta en identidades raciales y autora premiada de «Argentina Negra», escribió un artículo publicado en The Washington Post titulado «Why doesn’t Argentina have more Black players in the World Cup? Argentina is far more diverse than many people realice, but the myth that it is a White nation has persisted» («¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial? Argentina es mucho más diversa de lo que mucha gente cree, pero el mito de que es una nación blanca ha persistido»). Oportunamente respondí a su desconocimiento con otro artículo titulado «Nuestra Selección “blanca” vista desde un país racista».
A partir de la canción que el jugador de la Selección Argentina Enzo Fernández difundió a través de sus redes sociales se armó un escándalo en Francia y en el mundo, absolutamente desproporcionado si se lo compara con la historia racista de la propia Francia. Ante la exagerada batahola que despertó esa canción y las presiones el jugador argentino se disculpó.
Inmediatamente la Federación Francesa de Fútbol presentó su denuncia ante la FIFA contra la Selección Argentina. Francia no es precisamente un modelo de ética a seguir a pesar de su tan proclamado lema «Liberté, Égalité, Fraternité», lo que les permitió cometer un regicidio y luego caer en el denominado período del terror. Aún hoy, cada 14 de julio conmemoran la Toma de la Bastilla, lo que dio inicio a un período sangriento de la historia francesa entre los que se encuentran los hechos mencionados en el párrafo anterior.
Sobre el pasado colonial francés hay mucho escrito por lo que no hace falta volver sobre el tema. Sin embargo en la historia reciente Francia tiene otro hecho sumamente vergonzoso.
Entre 1954 y 1962 tuvo lugar la Guerra de Argelia o Guerra de Liberación de Argelia en la que la Francia colonialista enfrentó al nacionalismo argelino que se levantó contra las autoridades coloniales francesas. En el curso de la misma los franceses cometieron atrocidades contra los argelinos en su propio territorio pero también en Francia. Uno de esos hechos aberrantes tuvo lugar en París.
El 17 de octubre de 1961 se llevó a cabo una manifestación pacífica de los argelinos en París ―organizada por la Federación Francesa del FLN (Front de Libération Nationale, partido político argelino)― para apoyar la independencia de Argelia y como reacción a la orden de toque de queda que les impuso a los argelinos el prefecto de policía Maurice Papon. La manifestación pacífica fue respondida con una sangrienta represión policial, estimándose un número de víctimas de entre 100 y 250 muertos, aunque la cifra nunca fue confirmada. Algunos de los manifestantes fueron arrojados al Sena y sus cadáveres fueron encontrados flotando en ese río y algunos hasta en Le Havre. La masacre fue denunciada tres semanas más tarde por grafitis en las orillas del Sena. Temprano en la mañana dos fotógrafos del diario comunista Avant-Garde, J. Texier y C. Angeli, lo descubrieron por casualidad. El grafiti decía: Ici on noié les algeriens («Aquí ahogamos a los argelinos»). La foto recién fue publicada veinticuatro años después por el diario L’Humanité. Luego de un largo período de negación, el 17 de octubre de 2001 se procedió a la inauguración de una placa recordatoria en el puente Saint-Michel, colocada por el alcalde de París, Bertrand Delanoë[4].
La inscripción que fue capturada por la cámara de los fotógrafos del diario Avant-Garde.
Placa recordatoria de la masacre de los argelinos colocada el 17 de octubre de 2001 en el puente Saint-Michel durante la alcaldía de Bertrand Delanoë.
La Guerra de Argelia también tuvo su vínculo con la Argentina. Los «pieds noirs», los franceses nacidos en Argelia y que debieron emigrar forzosamente de ese país de África, no eran bien recibidos en una Francia a la que muchos no conocían. Para relocalizarlos se había considerado que parte de ellos podrían venir a instalarse en la Argentina en regiones del interior en las que podrían encontrar ciertas características climáticas similares a las de Argelia, como Jujuy, u otras en las que pudieran desarrollar sus actividades agrícolas. Del mismo modo, había otros migrantes provenientes de Argelia para colonizar tierras en nuestro país: miembros de la OAS (Organisation de l’Armée Secrète, Organización del Ejército Secreto) buscados por la policía francesa. Para ello a principios de la década de 1960 se hicieron viajes exploratorios a nuestro país. Se estima que se establecieron ciento cincuenta familias de «pieds noirs» en Argentina, con un promedio de dos o tres niños por unidad familiar[5].
Volvamos a la actualidad. Acabamos de asistir a otro escándalo en la inauguración de los Juegos Olímpicos en París 2024, el pasado 26 de julio, en la que el mal gusto fue muy bien logrado con la puesta en escena que llevó a cabo la banda francesa Gojira en la evocaron la Revolución Francesa. En cada ventana del Museo de Orsay varias mujeres interpretaron a María Antonieta, mostrándola decapitada. No conforme con ello, la inauguración mostró una horrenda y blasfema recreación de «La última cena» de Da Vinci por parte de artistas drag queens y bailarines, a cargo de la DJ y productora Barbara Butch, activista judía por los derechos de la mujer. Esta presentación no sólo fue una terrible ofensa a los cristianos del mundo sino también a Dios y a los propios islámicos que tienen a Jesucristo como un mensajero de Dios y a la Virgen María citada en El Corán, lo que motivó comunicados de protesta de los gobiernos de Rusia, Irán y Turquía.
Por su parte la Conferencia Episcopal Francesa elogió los «maravillosos momentos de belleza y alegría, ricos en emoción» pero los obispos enviaron sus pensamientos «a los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por la indignación y la provocación de ciertas escenas»[6]. Un mensaje tibio por parte de la Iglesia de la infiel Francia.
Si algo ha quedado claro es que los organizadores olvidaron el espíritu inclusivo que tienen los Juegos Olímpicos ―tal como los concibieron los griegos, quienes detenían las guerras para participar de los mismos―, pues excluyeron a Rusia, permitieron la participación de Israel y ofendieron de una manera difícil de calificar principalmente a los cristianos.
A modo de conclusión
Entre esa hipocresía y lo políticamente correcto la dirigencia europea no ha titubeado en bastardear sus propias raíces y no parece percibir que han llegado al punto de discriminar hasta a los propios cristianos, siendo que el cristianismo se ha propagado por el mundo no solo desde Palestina sino también desde Europa. Países como España llevaron su cultura, sus instituciones y su Fe a todos los rincones del planeta. Hoy parecería que sienten vergüenza y favorecen el anticristianismo.
Por otro lado, hace ya un tiempo que la Argentina está sufriendo embates, acusaciones de que es un país racista, lo cual se ha manifestado precisamente atacando a su Selección Nacional. Es evidente que esta agresión forma parte de la guerra cognitiva a la que estamos siendo sometidos desde hace décadas. Cabe preguntarse por qué focalizan ese ataque sobre la albiceleste. Más que respuestas tengo otras preguntas: ¿Se deberá a que es parte del «poder blando» de la Argentina, capaz de proyectarse hasta en lejanos países asiáticos? ¿Será que aglutina a los argentinos más allá de sus crecientes divisiones? ¿Será que sus jugadores tienen una ética que es mejor que no sea imitada? Quizás, ¿por qué muestran su amor a la Patria y esto podría despertar sentimientos patrióticos? Quizás, ¿porque su ejemplo no sea bueno para los globalistas?
Son sólo preguntas sin respuestas.
«Ici, on noie les Algériens» : la photo pour mémoire.
Massacres du 17 Octobre 1961 à Paris.
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.
Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019 (2da edición, 2024).
Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).
Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.
[4] Vincent Lemire, Yann Potin. « ici on noie les algériens. » Fabriques documentaires, avatars politiques et mémoires partagées d’une icône militante (1961-2001). Cairn.info, 2002, https://www.cairn.info/revue-geneses-2002-4-page-140.htm, [consulta: 10/05/2024].
[5] Isabel Santi. «Evocando la emigración a la Argentina de los franceses “pieds noirs” de Argelia». OpenEdition, 9/2004, https://journals.openedition.org/alhim/389, [consulta: 10/05/2024].