Marcelo Alvarado, Veterano de Guerra de Malvinas
Palabras pronunciadas el 19 noviembre 2022 en el Acto por la Soberanía Nacional en la Plaza San Martín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Compatriotas:
Un 20 de Noviembre de 1845 se tensaban cadenas sobre pequeñas barcazas, se preparaban baterías costeras en el margen derecho del río Paraná, más precisamente en Vuelta de Obligado. Allí, dónde el río se angosta, las fuerzas patriotas, al mando del general Don Lucio Norberto Mansilla junto a milicias y paisanos, con 30 cañones de corto alcance frente a más de 400 cañones de la flota invasora se disponían a presentar batalla a las embarcaciones anglo francesas, esos heroicos compatriotas, llenos de coraje y valor se enfrentaban así a los imperios más poderosos de la época.
Hace 40 años y a los casi 137 años de aquellos gloriosos días, durante abril de 1982 preparábamos, nuevamente las defensas de otra costa de nuestra Patria, nos preparábamos para defender nuestras irredentas islas Malvinas frente al imperio más poderoso de la tierra y nuevamente en la vereda del frente nuestro enemigo natural, otra vez Inglaterra y esta vez secundada por la OTAN.
Es así que nuevamente enfrentábamos a otra alianza imperial. Estos dos grandes acontecimientos de la historia de nuestra patria que se emparentan y de nuevo el mismo enemigo que desde 1806 y 1807 nos ha empujado siempre al borde del abismo, el mismo abismo que aún hoy desde adentro, los progres, los liberales y anarcos, los internacionalistas y el marxismo cultural intentan socavar los pilares fundacionales de nuestra nación. Nación que nació bajo el signo de la Fe, nación hispano católica, la de los valores que nos inculcaron nuestros próceres, la cultura, la tradición, el honor, la hidalguía, la del Bien, la verdad y la belleza.
Es esta misma Nación, esta misma Patria a la que fuimos a defender en 1982 en la turba malvinera. Y claro, ya sabemos nuevamente el resultado y fue el mismo que conocieron los patriotas de 1845. Pero les aseguro que muchos de nosotros no nos rendimos y no capitularemos nunca, solo nos hemos replegado.
Algunos llevamos 40 años dando batallas, batallas contra la traición, contra la desidia, contra desesperanza, contra el olvido, ¡contra la desmalvinización!
Sabemos que Dios es quien otorga la victoria y frente a Él y solo a Él e inclinados, es que siempre le pediremos la victoria pendiente.
Han pasado ya 177 años de la batalla de Obligado y al general Mansilla y a sus hombres no les importó la superioridad del enemigo, ni los escasos medios con que contaban y quizás no les importó su propia vida, sino que les importó la propia Patria. Patria que se identificaba en la identidad individual y que providentemente se identifica en la Nación, y me recuerda que 40 años atrás tampoco teníamos todos los medios adecuados para la batalla, pero si teníamos el entusiasmo providente de la Fe y Rosario al cuello rezábamos fervientemente para no desfallecer al momento supremo de enfrentarnos al mismo enemigo de hace 177 años.
Sí, no importaron los escasos medios que teníamos, sino importaban los fines y los fines son la Patria misma.
En 1806 y 1807 el pueblo de la ciudad de Buenos Aires, y no sus circunstanciales autoridades, humilló a los británicos en las calles porteñas. Algo impensable para las tropas de Su Majestad Británica.
Cabe aquí preguntarnos hoy, ¿cómo es que estas actitudes de nuestra historia no guíe los pasos de la clase política y dirigente de hoy?
Esos que declaman presurosamente soberanía por aquí, soberanía por allá, pero al mismo tiempo son incapaces de defender no solo la integridad territorial, sino la Soberanía de la Patria toda. Soberanía que no es simplemente el límite geográfico de nuestro país, soberanía también es educación, es cultura, es tradición, es la moneda, es el trabajo, es dignidad, es bien común, es seguridad, es libertad, es familia, es orden social, es valores genuinos, es el respeto a las instituciones fundacionales de la Patria.
Resulta que hoy vemos de manera pasiva como se ataca a la Soberanía desde los estrados internacionales a través de distintos organismos mundiales, con pretextos efímeros y con la complicidad de los actores locales y digo de manera pasiva, porque la sociedad ha sido incapaz de sobreponerse a la derrota de Malvinas durante muchos años.
Durante muchos años los VGM hemos padecido y sufrido lo que llamamos la desmalvinización que propugnó el politólogo francés llamado Alain Rouquie, junto a los serviles locales.
Y tras largas décadas de discurso cuasi-oficial, y a veces hasta oficial, por el que según sus voceros deberíamos hasta pedir perdón por haber recuperado lo que nos pertenece, asistimos al vergonzoso espectáculo de ver atacada la figura misma de los héroes que dieron su vida por la Patria.
Según este relato salvaje, no hubo gesta del pueblo argentino, entonces no hay héroes, sino pobres chicos engañados y manipulados, mandados a una muerte sin sentido. Es el modelo de las víctimas, despojando a los combatientes de protagonismo y que los cristaliza en la minoría de edad. Y este modelo de víctimas, apunta a destruir el concepto de héroes.
Así el sentido profundamente evocativo, e imitativo que suscita la figura del héroe de Malvinas, se impone su “deconstrucción”, es decir, eliminarlo de la memoria popular y rebajarlo a la categoría de víctima. Un guion perfectamente elaborado en Londres.
Es comprensible que el enemigo proponga esto de la desmalvinización, pero es incomprensible que supuestos criollos sean capaces de seguir esos postulados y creer que los argentinos somos como empanadas que se comen con solo abrir la boca.
Y creo que la importancia de sostener esta desmalvinización es que les resulta incomprensible a los poderosos del mundo, que en nuestra Patria y en nuestra historia reciente, haya habido miles de jóvenes argentinos que fueron capaces de anteponer valores espirituales, de trascendencia y de sentido profundo de la vida, a los valores materiales y al profundo hedonismo al que someten hoy por hoy a nuestras juventudes, llevándolos de las narices a perderse en los postulados de la droga y de la vida fácil.
Y es comprensible que los enemigos de la nacionalidad propongan esto, porque la memoria sobre el Héroe, es un faro testigo de que ningún joven está condenado a vegetar de un hedonismo consumista, sino que todos son capaces de darle sentido profundo a la existencia de los valores que nos legaron nuestros antecesores, como San Martín, Belgrano, Güemes, Rosas y tantos otros nobles varones de nuestra independencia. Y para mal de ellos, y para bien nuestro, “LA ARGENTINA TIENE HEROES” y tiene héroes de la talla de Giachino, de Estévez, de Cisneros, del soldado maestro Julio Cao y de 649 que hacen vigilia eterna en los mares, en los cielos y en la turba malvinera.
Y la ARGENTINA TIENE HEROES que aún no están en el bronce de la eternidad, tiene héroes que caminan jubilosos entre nuestras vecindades, como Carballo, como Owen Cripa, como el cabo Baruzzo y como tanto otros veteranos anónimos que le dan a la Patria todo lo que pueden con los escasos medios propios.
Y es por ellos que hoy los llamo a Resistir para Reconquistar, para Reconquistar el espíritu y los valores que antepusieron esos patriotas que nos legaron estos valores que tanto nos identifican.
Compatriotas, hace algún tiempo escuché decir a un camarada en su discurso de homenaje al querido coronel Seineldín, y de manera metafórica decía que había que atreverse a ir en contramano por la Panamericana en hora pico, y que son miles los que venían de frente; y si, vamos a contramano pero en la dirección correcta; porque resulta que vamos a contramano de este mundo globalizado que nos socava con sus imposiciones ideologizadas y con la guerra que no vemos, la clase de guerra que intenta asesinar no con balas y bombas que matan el cuerpo, sino con balas y bombas que matan el alma, la voluntad, la inteligencia, el idioma, la palabra para someternos y esclavizarnos a su voluntad.
Y resulta que cabe aquí preguntarnos: ¿qué haremos ante esto?
Y resulta que solo puedo responder: como el ingenio criollo de 1845 y de 1982 ante la carencia de medios, es forjar una nueva “Cadena de Resistencia y Unidad Patriótica” como la que puso el general Mansilla ante el atropello de las potencias extranjeras. Cadena que sea forjada bajo el espíritu de los héroes de Obligado y de Malvinas, para que en ella sepamos que no estamos solos librando este combate, que el orden sobrenatural esta de nuestro lado y que solo así podremos “Resistir y Reconquistar”.
Dice la letra de una poesía maravillosa hecha canción: “Valió el fuego y el hielo, las noches sin descanso y valió acampar al viento con la Gloria”.
Si, valió la sangre del capitán Giachino, valió la carta del teniente Estévez, valió la carta del soldado maestro Julio Cao a sus alumnos de tercer grado, valió el frío, valió el hambre, valió la noches estrelladas al descampado, valió la noches de lluvia y valió la nieve, valió ese profundo amor a la Patria que duele hasta los huesos.
Los VGM tenemos el deber de no olvidar y de servir para que la memoria de los que allí quedaron no sea olvidada ni tergiversada.
Estoy seguro que Dios nos ha puesto esta Causa en el camino y para que ésta sirva como ejemplo, para que en un futuro no lejano nuestra Patria, nuestra sociedad sea una Patria mejor para sí y para nuestra descendencia.
Malvinas y Obligado tienen una misma traza y un mismo fin, decía el general Mansilla: “¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos! ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea”.
Malvinas y Obligado nos une en un mismo sentido, sentido de la búsqueda universal de nuestro destino histórico, búsqueda que hoy nos haga despertar el alma de este letargo cruel al cual nos someten las ataduras exteriores e interiores, debemos buscar imperiosamente el camino que nos lleve a ese destino.
Resistir para Reconquistar es nuestro lema de hoy, pero que implica unirnos en lo fundamental, dejar de lado todo aquello que nos separa de lo importante y tomar el ejemplo de los Héroes a los que no les importó nada más que la Patria misma.
Los enemigos son miles y vienen revestidos de distintos colores como el arco iris, el verde de la muerte, el de la pseudo cultura y también del pseudo indigenismo, y esos son miles y salen todos del mismo lugar y cada día que pasa nos ponen al borde del abismo. “Vedlos camaradas, allí los tenéis” vienen por nosotros, preguntémonos qué haremos.
No desfallezcamos, aún nos queda el último Rosario!
Viva la Patria!
¡Malvinas Volveremos!