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EL ODIO INDUCIDO

F. Javier Blasco*

Para saber qué es lo que significa realmente este vocablo, es necesario consultar el diccionario de la RAE en el que aparece una sola definición “Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea”. Definición que quizá sea demasiado tajante y hasta limitativa u orientada al campo que se encuadra en el mal deseado.

Sin embargo, si acudimos al diccionario de “Oxford languages” vemos que la definición de la misma palabra masculina no es única y tiene o presenta dos acepciones distintas, “Sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia” y “Aversión o repugnancia violenta hacia una cosa que provoca su rechazo” y cita como sinónimos “antipatía, aversión, repulsión, inquina, aborrecimiento y malquerencia”.

Por una vez y sin que sirva de precedente, prefiero quedarme con la información del diccionario de Oxford porque, aparentemente es más completa, amplia y convincente y creo que aglutina entre sus definiciones y el listado de sinónimos lo que hace más comprensible el significado del vocablo.

Analizar etimológicamente el origen, las causas, derivaciones y ramificaciones del odio, nos llevaría mucho tiempo y no me creo capacitado para ello y además tampoco es la principal razón que me llevó a escribir este pequeño trabajo.

El odio, sensación y actitud tan antigua como la propia humanidad, es uno de nuestros viejos conocidos y compañeros de viaje o un miembro muy allegado de la familia; siempre está a nuestro lado y dispuesto a aparecer a la menor circunstancia; con la particularidad de que sus resortes de contención son tan frágiles que, funcionan a duras penas y no tantas veces como deberían hacerlo.

El hombre en su proceso evolutivo y creador, dentro de su afán de intentar cambiar las cosas, al menos de cara a la galería y fundamentalmente a hora de la compra de votos o seguidores, ha encontrado en esta fea y despreciable actitud un filón de incalculable valor. Cómo de entrada nadie en su sano juicio se puede negar a rechazarlo, hemos hecho de su “aparente lucha para erradicarlo” algo para ser explotado políticamente con mucho éxito, y como casi siempre ocurre con los movimientos o tendencias para la agitación y la propaganda, la izquierda lo ha convertido en su bandera para llenar de basura a las “terribles derechonas que lo pisotean y desprecian todo”.

Así, en muchas partes del mundo en general y en España en particular, hemos creado los denominados “delitos de odio” que son aquellos que consisten en una infracción o acto penal motivado por prejuicios contra una o varias personas por el hecho de pertenecer a un determinado grupo social y que nuestro Ministerio del Interior define en su página web como:

“(A) Cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo como los definidos en la parte B”;

“(B) Un grupo debe estar basado en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la  edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar. (OSCE, 2003)”.

En España, su gobierno y muchos de los partidos que le sustentan y apoyan sobreviven principalmente de y con la carroña, las noticias falsas y la sucia propaganda; por lo que este fenómeno de “oficial lucha para su erradicación” no solo debe quedar reflejado en su Código Penal, sino que es constantemente usado, manoseado y prostituido por el propio gobierno, su presidente, varios ministros del gabinete y diversos partidos o movimientos populistas y progresistas de variopinto pelaje y nada sanas intenciones.

Por si fuera poco, para darle un mayor empaque y oficialidad al tema, el gobierno ha creado una “Comisión contra los delitos de odio” que está presidida por el mismísimo presidente Sánchez; comisión que, a pesar de la norma no escrita pero tantas veces manida de no legislar en caliente, ha sido reunida estos días con carácter de urgencia para adoptar medidas al amparo o motivada por una noticia falsa sobre un inventado delito de odio.

El odio a secas y la amplia panoplia de los delitos de odio constituyen una esplendida arma arrojadiza que la izquierda suele sacar a colación siempre que haya cercano o por en medio un proceso electoral, le van mal las cosas al gobierno —para lo que no duda hasta en inventarse actos o amenazas que tengan toda la apariencia, aunque en breve quede demostrado ser mentira o un invento y las graves declaraciones y acusaciones queden aparcadas tras miles de litros de tinta y horas de publicidad— o cuando la derecha presenta claras indicaciones de que sube en las encuestas y puede poner en peligro la continuidad de un gobierno de izquierdas, basado en la mentira, las falsas promesas y la mezquindad.

Muchas de las múltiples denuncias de delitos de odio, quedan demostradas ser falsas o son exageraciones o desviaciones y constituyen una simple manera de buscar notoriedad o una forma zafia de atacar, sin fundamento, los principios y bases de la derecha sin más.

Para que el fenómeno tenga repercusión y notoriedad, hace falta la impagable colaboración de unos medios y redes vendidos al mejor postor que subsisten de las cuantiosas dádivas o subvenciones de un gobierno que no duda en comprar los deseos y la profesionalidad de cualquier persona o entidad por muy seria y digna que pueda o deba ser en función de su trabajo o por su aportación a la sociedad.

Medios y redes que, sin embargo, enmudecen cuando pasa el tiempo sin que hayan aparecido los execrables autores de cualquier tamaña indignidad por mucho que la policía y la sociedad se empeñen en desenmascararles o cuando a pesar de los esfuerzos para ocultarlo, se descubre el pastel de la ignominia y la falsedad de un hecho inventado, exagerado y publicitado hasta la saciedad.

El odio y sus delitos no son un fenómeno exclusivo de los ambientes o situaciones creadas entorno al género, las desviaciones o personales usos sexuales, la raza, el lugar o país de procedencia o la religión que se profesa. Es aún más grave cuando nace, crece y se desarrolla por culpa o a raíz de movimientos políticos de corte separatista o independentista.

Insisto en este punto, porque suele crear graves y despreciables situaciones que fácilmente derivan en sangrientos encontronazos, escisiones territoriales más o menos cruentas o incluso en auténticas guerras civiles; guerras estas, quizá aún más sucias si cabe entre aquellas, porque implican a hermanos contra hermanos o a compatriotas envueltos en unos falsos e inventados ideales que poco o nada tiene que ver con la realidad.

El concepto es un arma de doble filo; ampara o da pie a un gran abanico de posibles delitos bajo el epígrafe general de delitos de odio y, con ello, se abre el grifo para “oficialmente” tratar de combatirlos por todos los medios, incluso aún antes de que estos realmente se produzcan. El uso y abuso de esta posibilidad lleva fácilmente a la imposición de una subjetiva tabla rasa que puede derivar en coartar un derecho inalienable a las personas en todo país democrático como lo es el derecho a la libertad de expresión.

Es muy fácil disfrazar o caer en dicha confusión, incluso de manera no buscada. De ahí el peligro en permitir a los gobiernos usar en demasía o abusar amparándose en este concepto; es un hecho más que probado, que muchos gobiernos lo utilizan a modo de guadaña para impedir la crítica o protesta libre y sana ante situaciones de uso o abuso de actuaciones o decisiones muy dudosas por parte de la autoridad.

Es muy fácil dejarse influir para hacer un uso muy discriminatorio de este concepto; la tendencia a ver la paja en el ojo ajeno, cuando se desprecia o ignora la viga en el propio, hace que muchos piensen que sus cercanos, allegados o de la misma tendencia política están libres de toda carga al respecto. Casualmente, son siempre los del bando contrario los que practican el odio, lo ensalzan y, por el contrario, nunca ven actuaciones execrables e indignas en el propio. Es un hecho característico de las izquierdas, quienes suelen anunciar o incluso creen sinceramente que son los partidos de derechas los que constantemente y viven instalados en el odio a los demás.

Sucias artimañas que aunque parezca mentira, aún en nuestros días funcionan porque, en la sociedad actual el grado de desinterés, la incultura generalizada y la falta de aplicación o desconocimiento del pensamiento crítico para el análisis de lo que nos llega, es muy grande o total. Tanto, que en pocos años será imposible encontrar alguien con la mínima capacidad de discernimiento.

No debo terminar esta breve reflexión sin condenar con todas mis fuerzas a los insensatos que por motivos políticos mangonean los delitos de odio, en cualquiera de sus versiones, sin darse cuenta —o lo hacen a sabiendas— que el aireamiento, falsa presentación y la exageración de ellos aún en su fase de presunción supone, en la mayoría de los casos, una mayor y muy grave agitación de las personas —que fácilmente se contagia a las masas—, lo que rápidamente se traduce en crear mucho más odio individual y colectivo entre los que “oficialmente” pretenden manifestarse o actuar como repulsa para combatirlo.

Como conclusiones  a esta reflexión, se puede afirmar que el odio es algo malo, tenebroso, que consiste en una vehemente aversión de una persona hacia otra, o hacia algo más o menos identificado con esa otra o su grupo por razones diversas de género, región o país de procedencia, diversos usos y costumbres o convicción. Es algo tan ruin que son muchos los afamados autores que le han dedicado mucho tiempo a su estudio y definición.

Ya Aristóteles se esforzó en distinguir entre la ira y el odio. Nietzsche llegó a firmar que “El hombre de conocimiento debe ser capaz no solo de amar a sus enemigos, sino también de odiar a sus amigos”. El mismo Papa Francisco asegura que “El odio, la envidia y la soberbia ensucian la vida”. “Ensucian el alma, la vida del que odia y de cuantos permanecen en derredor suyo”. En opinión de Nelson Mandela no es una tendencia o defecto innato ni surge de la nada, se adquiere con el tiempo o por el uso o abuso de las costumbres de donde uno se desarrolla “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión”.

Por lo tanto, el odio como algo inculcado es una mala cualidad autogenerada, adquirida o inducida y que generalmente se nos inocula, más o menos disfrazada, en la educación recibida. Contra el odio debemos luchar siempre, pero sin dejarnos arrastrar que por un exceso de celo, la propaganda perversamente dirigida o por falta de precaución, su honrada lucha nos llegue a cegar y confundamos torpemente dónde deberían encontrarse los auténticos principios y la verdad.

Precisamente el 11-S se cumplió el vigésimo aniversario de uno de los ejemplos más claros de odio que ha presenciado y conmovido a la humanidad. Esperemos que este fenómeno no se vuelva a repetir, ni siquiera en su mínima intensidad.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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QUO VADIS MUNDI

F. Javier Blasco*

Hoy en día, todo lo que requiera cierto reposo cómo dar una opinión, tomar decisiones y cambiar de parecer o de actitud se realiza con mayor frecuencia y rapidez. La frenética evolución de los acontecimientos, la falta de cimentados criterios sociales y morales y la fugaz pérdida de interés sobre los sucesos aunque sean de importancia —a pesar del bombardeo informativo— hacen que realmente las cosas se afronten y estudien con escaso tiempo para proceder a un análisis exhaustivo y certero.

Pasamos de un tema a otro con mucha facilidad, enterramos la mayoría de los asuntos al poco tiempo de producirse y sin haberlos digerido totalmente. Los grandes lobbies y casi todo gobierno, dirigidos por extrañas y ocultas fuerzas políticas, económicas, mafiosas o religiosas, mantienen bajo control y dictan la editorial a la mayor parte de los medios y redes con lo que la información es filtrada y traducida a opinión, que rápidamente se convierte en pública. La sociedad civil, falta de verdaderas asideras y raíces culturales o morales, es ahora un pelele fácilmente dirigido y manipulable.

Aunque a diario vemos y oímos titulares sobre catástrofes naturales o problemas medioambientales, nuevas o viejas interminables guerras, atentados, amenazas o actos terroristas, masivos movimientos de refugiados, desfalcos de dinero público y hasta que en Estados Unidos, que han sido “ejemplo” de respeto democrático, todo se puso patas arriba tras denuncias de Trump sobre pucherazos electorales y oscuras implicaciones en motines populares al asalto de su sacrosanta casa, el Senado; a la hora de la verdad, individual como colectivamente, todo nos importa un bledo; tan solo las noticias que aporten réditos económicos o políticos persisten durante meses o años. Cada uno va a lo suyo y solo se conmueve por lo que a él le quita el sueño; asuntos, que cuando se conocen, dan pena o risa por su nimiedad.

Los políticos, aparte de demasiados sátrapas y dictadores que dominan y atemorizan a gran parte del mundo, no son una casta que nace en árboles especiales; proceden de la sociedad y suelen arrastrar lo mamado en ella como los demás. Aunque se les pide y suponen determinadas cualidades de liderazgo —perfectibles con el tiempo—, sus preocupaciones suelen orbitar en torno a su sillón, mejorar su situación, aumentar la permanencia en el cargo y figurar o aparentar que hacen mucho más de lo que son capaces de aportar.

Son una casta en decadencia y degradación que se mueve, salvo honrosas excepciones, en el egocentrismo, el chovinismo, la incompetencia y en cubrir sus espaldas con cientos de asesores; por lo que esperar de ellos buenas, rápidas y poco costosas soluciones a los graves problemas nacionales o internacionales, es imposible.

Los imperios y los liderazgos, nacen, crecen y se desarrollan; paulatinamente y ayudados por causas exógenas o endógenas, van decayendo y perdiendo fuelle hasta que son superados o absorbidos por otros similares que han venido forjando su espacio para tomar el testigo en un relevo cada vez más exiguo y sin interrupción. Es el caso de Estados Unidos, país que desde la caída del muro de Berlín ha sido la primera potencia económica y militar del mundo, pero para ello ha tenido que moverse mucho, gastar ingentes cantidades de dinero y perder miles de vidas en muchos escenarios; liderazgo, que ciertamente no se han ganado por la calidad y el empuje moral de, al menos sus últimos presidentes, sino por la inmensa maquinaria y el entusiasmo que sus ciudadanos —renunciando a otros privilegios que otros disfrutamos— han sido capaces de poner en marcha y engrasar. Todo apunta a que al vetusto y cansado Biden está viviendo momentos muy amargos y podría ser quien cierre la puerta del efímero liderazgo mundial.

En los liderazgos al igual que en las monarquías, a rey muerto, rey puesto. Desde hace tiempo, nadie es ajeno a que Rusia y China optan a ser los nuevos aspirantes a dicho puesto. China, tiene más papeletas a su favor por capacidad económica, importante desarrollo sostenido en el tiempo, bien controlada su extensa población y por la férrea disciplina y espíritu de trabajo que su máximo dirigente, Xi Jimping —convertido en eterno como Putin o Kim— impone a su pueblo.

Existen otros cortesanos que tratan de ampliar sus condados con vistas a un futuro próximo y por si, algún día tienen que remar en la misma dirección. Me refiero aunque con diferente medida, a la India, Pakistán, Turquía, Arabia Saudí e Irán entre algunos más.

La Comunidad Internacional (CI) y varios de sus organismos, como la ONU y la OTAN, tras la crisis de Afganistán convertidos en meros observadores, han demostrado que sus mandatos, fundamentos, misiones, capacidad de decisión y mastodónticas estructuras constituyen una maquinaria demasiado costosa y pesada, que ya no resuelve nada y a la que nadie obedece; por lo tanto, deberán cambiar mucho, por el riesgo a desaparecer o quedar en irrelevancia.

La UE lleva bastantes años de mínima supervivencia a base de invertir muchos millones —que no tiene—, ha protagonizado temas graves como su desastroso y aún no digerido Brexit, el papel no jugado con los refugiados —salvo pagar para que los cuiden otros— en las crisis de Oriente Medio y el Norte de África y la grave inoperancia en esta crisis en Afganistán.

Queda claro que las aspiraciones europeas son realmente un sueño o quimera; realmente, jamás pasó de ser una asociación comercial, social y económica con determinados alcances y limitaciones. Su escasez de liderazgo, las constantes peleas internas, la poca preparación de muchos de sus responsables, lo incierto de las próximas elecciones en Alemania y Francia y que cuando no saben qué hacer vuelven a recuperar ideas poco viables cómo la fuerza militar europea, son patentes y patéticas. Nunca ha acertado en elegir a alguien lo suficientemente competente para desarrollar y aplicar con éxito su cambiante política exterior.

Las guerras, sus consecuencias y secuelas siempre son graves. El mundo, desde el paraíso terrenal, es un espacio hostil donde no sabemos estar sin guerrear. Las amenazas son constantes y en él, los ejércitos son auténticas marionetas en manos de osados e inexpertos políticos que los manejan a su antojo y ensalzan o repudian según sea la conveniencia del momento.  

A pesar de la gran evolución de las fuerzas armadas en todos los ámbitos, de ser auténticos profesionales y haber mejorado mucho sus tácticas, técnicas, procedimientos y el armamento, las experiencias recientes llevan a pensar que sus consejos, análisis y predicciones raramente se toman en consideración por los políticos, tal y como ha sucedido en la evacuación de Afganistán. Vergonzoso y precipitado desastre —precedido por otros similares de menor entidad— debido a falta de organización y previsión (reacción de última hora por el efecto CNN) que, aunque algunos traten de darle la vuelta y mostrarlo como un éxito, pasará a los anales de la historia militar como los de Dunkerque o Filipinas.

Estos repliegues no suelen ser espontáneos; obedecen a grandes pérdidas de interés, motivos políticos o a que nuevas necesidades surgidas en el horizonte requieran fondos y medios empleados actualmente. En consecuencia, es probable que pronto veamos a las tres grandes potencias (Estados Unidos, China y Rusia, en menor medida) —todos juntos o emparejados de dos en dos— enzarzadas en: el domino del espacio, prometedoras zonas hasta ahora abandonadas por su extrema climatología como el Ártico o grandes espacios marítimos, como el Mar de China que da acceso al inmenso mercado oriental y asiático.

En los últimos años la sociedad civil occidental ha ido perdiendo su interés por los valores humanos, sociales y cristianos que durante siglos la han mantenido en pie a través de la educación, la política, el espíritu nacional, la moral y el ámbito familiar. La desidia por mantenerlos vivos y haberse alejado de su valor e importancia son la piedra angular sobre la que se basen a futuro los errores que impedirán el desarrollo político, económico y social en un cordial ambiente de paz y seguridad.

La experiencia acumulada en los últimos años viene demostrando que tratar de imponer la democracia contra los totalitarismos y el comunismo por la fuerza de las armas o graves presiones es un acto difícil y muy costoso, que requiere mucho tiempo y grandes esfuerzos materiales y personales; aunque, a pesar de todo ello, sus resultados suelen quedar alejados del fin pretendido, tesitura que, sin duda, influirá en el futuro sobre los necesarios cambios de objetivos o de las vías para conseguirlos.

La crueldad presente en las guerras del Islam demuestra que son guerras por la imposición de su propia versión de la misma religión o para combatir al apostata y que las diversas vertientes del yihadismo se enfrentan por motivos de sucesión, egoísmos, hegemonía, expansión territorial, prevalencia o mandato y grado de visibilidad o expansión en la comunidad musulmana. No obstante, las ramas mantienen una serie de factores comunes como el seguimiento e imposición de la Sharia o Ley islámica, la expansión de la Yihad o Guerra Santa contra los enemigos del islam, la recuperación de territorios perdidos y, sobre todo, sus inagotables deseos de matar a quien se opone a su camino. Situaciones que se agravan por la imparable expansión del movimiento religioso-cultural en la mayor parte de los continentes.

Es muy probable que Afganistán se convierta en el foco y refugio de la mayor parte de los movimientos yihadistas por no quedar allí un gobierno que les combata abiertamente o tenga capacidad suficiente. Los potenciales encontronazos entre los talibanes y Al-Qaeda juntos contra las diferentes franquicias del Estado Islámico pueden ayudar a clarificar el ambiente de futuro desde el punto de vista religioso y terrorista. Por otro lado, la previsible masiva diáspora de afganos por temor a represalias talibanes puede ser, de nuevo, otra fuente de problemas para ser admitidos en bastantes países y portadora, a su vez, de terroristas disfrazados entre ellos.

Afganistán y sus vecinos cercanos, Irán, Pakistán, China y los tres “tanes” pro rusos constituyen un punto caliente para el futuro de la paz en la zona. Aparte de lo ya mencionado, los grandes intereses creados (drogas, ruta de la seda y las tierras raras) en cuya explotación Rusia y sobre todo China quieren participar, las diferencias ideológicas religiosas contra los chiíes (Irán) y haber sido considerado de siempre el territorio donde establecer la retaguardia paquistaní en un eventual enfrentamiento con la India, hacen que haya muchos gallos atentos y pretendiendo mandar en el complejo gallinero.

El arma nuclear como elemento de amenaza, defensa y disuasión sigue estando ahí y todo apunta a que países como Corea del Norte, Irán y posiblemente Arabia Saudí, si es que el apoyo norteamericano desaparece de Oriente Medio, tratarán de conseguirlas o aumentar sus actuales capacidades a corto plazo.

Tras muchos titubeos sobre la realidad del cambio climático, ha aparecido una gran euforia mundial a apuntarse a la alocada implantación de fuertes medidas sobre los usos del consumo energético para evitar su progresividad. Cosa que se ha hecho de forma muy precipitada y sin analizar el costo que supone para el bolsillo del ciudadano, máximo tras cortar el carbón o declararse antinucleares muchos países. Costo, que unido a las posibles perturbaciones en el Norte de África, Rusia y Ucrania donde se produce o pasa el gas que llega a Europa por sus extremos, pondrán en peligro la continuidad de muchos gobiernos próximamente.  

Capítulo aparte merece la pandemia del Coronavirus y sus consecuencias que han demostrado que el mundo no está preparado para este tipo de crisis de gran envergadura; aún se desconocen las verdaderas causas del origen del mismo (ninguna descartable totalmente); se siguen muriendo miles de personas al día; se ha tardado mucho en encontrar una vacuna efectiva, que ahora ponemos en duda ante las variantes que aparecen; todavía se desconoce si debe ser anual como con la gripe y por no tomarla en consideración, se ha tambaleado la gobernabilidad de muchos países y hasta ha costado la silla a dirigentes que la tenían asegurada como Trump.

Ha venido a demostrar una gran insolidaridad internacional, los países pobres han quedado abandonados sin apenas vacunas, mientras los ricos ya plantean aplicar su tercera dosis; durante meses ha constituido una desorbitada guerra de precios y especulación con los mercados orientales y ha dejado patente que el mundo no es seguro sanitariamente a pesar de los organismos internacionales encargados de la salud.

Como hastío o rechazo a las, a veces, excesivas medidas adoptadas, se ha generado un generalizado ambiente de insatisfacción, negacionismo y protesta en diversos países de todos los continentes que, bien dirigidos por grupos antisistema, son aprovechados para otros fines como atentados o insurrección civil contra la autoridad. 

En resumen, las crisis de Afganistán y sanitaria han puesto de manifiesto que pueden acarrear todo tipo de consecuencias imprevisibles; que muchos de los países más potentes del mundo, la cacareada CI y sus organismos, y no sólo Estados Unidos, han quedado vergonzosamente de rodillas por su incapacidad ante los deseos y caprichos de los terroristas yihadistas; tras veinte costosos y penosos años, precipitadamente y sin planes previos, se han abandonado a miles de personas usadas previamente y a un país dejándolos a su suerte, lo que puede derivar en graves masacres, el principal nido del yihadismo mundial o desembocar en una cruenta guerra civil o zonal para dominarlo; que los métodos usados para implantar la democracia deben ser redefinidos, cambiados totalmente o anulados; que el mundo está muy desunido en lo que se refiere a la ayuda internacional y que, ante los errores de Estados Unidos, ya hay más de un candidato para relevarle en el papel de líder mundial.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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EL NUEVO ORDEN MUNDIAL: LA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN Y EL PODER DE INTERNET

Giancarlo Elia Valori*

“Los Illuminati, una misteriosa organización internacional formada por las principales élites políticas y sociales del mundo, controla el funcionamiento de todo el mundo detrás de las escenas”. Esta es la teoría de conspiración más famosa del mundo sobre el Nuevo Orden Mundial.

Durante cientos de años, las leyendas sobre los Illuminati se han extendido y muchas personas actualmente creen que los Illuminati todavía existen. Se cree que los Illuminati operan en varios campos como la política global, los asuntos militares, las finanzas y los medios de comunicación y controlan el proceso histórico del mundo entero. El objetivo final es establecer un Nuevo Orden Mundial. Nadie puede probarlo, pero mucha gente lo cree. Esta es la mayor paradoja sobre las teorías de la conspiración.

En la película de 2009, Ángeles y demonios —basado en el best seller de Dan Brown del mismo nombre sobre el profesor Langdon, interpretado por Tom Hanks— fue recordada la historia de los Illuminati, que supuestamente se originó en Europa durante la Era de la Ilustración. Hubo físicos, matemáticos y astrónomos que cuestionaron las “enseñanzas erróneas” de la autoridad de la Santa Sede y se dedicaron al campo científico de la búsqueda de la verdad.

Eventualmente, los Illuminati se vieron obligados a convertirse en una organización clandestina y han continuado reclutando miembros durante cientos de años hasta el día de hoy. En Ángeles y demonios, los hechos históricos son claramente cuestionables, y la película apareció después de la gran crisis económica de 2007-2008.

La teoría de la conspiración del Nuevo Orden Mundial ha estado circulando durante mucho tiempo y está llena de teorías misteriosas que, sin embargo, convencen a muchas personas que son impotentes e insatisfechas con el estado actual del mundo.

Los Illuminati, que abogan por el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial a través de la planificación de una serie de eventos políticos y financieros (se dice que el tsunami financiero de 2007-2008 fue planeado por los Illuminati), intentan influir en el curso de la historia mundial y, en última instancia, establecer un gobierno mundial autoritario.

Los partidarios de la teoría del Nuevo Orden Mundial creen que incluso el poderoso gobierno estadounidense es ahora sólo un gobierno títere. Mientras que otro “gobierno en la sombra” formado por unas pocas personas toma decisiones que cambiarán el destino del planeta. Usted podría pensar que todo lo anterior es sólo teorías. Muchas personas, sin embargo, creen que esto es cierto.

Según una encuesta de 2013 realizada por la Public Policy Polling Foundation, el 28% de los votantes estadounidenses creen que el Nuevo Orden Mundial se está afianzando.

Brian L. Keeley, un profesor de filosofía en el Pitts College que se dedica al estudio de las teorías de conspiración modernas, cree que una característica importante de los teóricos de la conspiración es que citan algunos incidentes triviales y pasados por alto y luego proponen una explicación perfecta en comparación con una respuesta oficial avergonzada. La razón por la que la explicación de la teoría de la conspiración puede ser ampliamente difundida es que no tiene ningún proceso de argumentación que negar. Es sólo un juicio que salta directamente de la hipótesis a la conclusión. En el proceso de argumentación, es sólo una interpretación subjetiva del evento.

Sin embargo, para el público que no entiende completamente el incidente, la teoría de la conspiración proporciona una “explicación” para la parte desconocida de dicho incidente, y esta “explicación” no puede ser negada (porque su existencia misma no está corroborada por argumentos y hechos reales). Por lo tanto, es reconocido como un argumento válido por muchas personas.

Por ejemplo, nadie tiene evidencia sustancial para probar que los Illuminati realmente existen, pero nadie puede probar que los Illuminati son puramente ficticios. Por lo tanto, no se puede negar su existencia porque su existencia es “perfección sin evidencia”.

La columnista Martha Gill escribió en The Guardian sobre el tema, describiendo a los Illuminati como la organización de teoría de la conspiración más duradera en la historia mundial.

“Las teorías de conspiración relacionadas con la misión de alunizaje de 1969, el asesinato de Kennedy, los ataques del 9/11, etc., se limitan a un momento y lugar específicos. Pero las teorías de conspiración que apoyan la existencia de los Illuminati pueden conectarlos. Cualquier cosa sobre estas conexiones, sin embargo, es difícil de probar”. En otras palabras, los partidarios de las teorías de la conspiración pueden tener imaginación común y atribuir todo a esta organización, para que cada fenómeno irracional en el mundo pueda ser explicado.

Imagen de Michael Knoll en Pixabay 

Aunque nadie puede probar la existencia real de los Illuminati, en realidad hay un supuesto “gobierno en la sombra global” en el mundo cuyo nombre es el Grupo Bilderberg. El Grupo Bilderberg celebra una reunión privada anual de clase mundial y los participantes incluyen élites de todos los ámbitos de la sociedad, como el gobierno, los negocios, los medios de comunicación, la ciencia y la tecnología.

Conocida como la “Conferencia más misteriosa del mundo”, el Grupo Bilderberg invita a varias figuras políticas y económicas famosas a participar en sus reuniones cada año. El príncipe Bernhard van Lippe-Biesterfeld (1911-2004) celebró la primera reunión en 1954. Como el lugar de la reunión fue el Hotel Bilderberg en Oosterbeek, ese nombre fue utilizado como el nombre del grupo.

La existencia del Grupo Bilderberg no es un secreto, pero el contenido de los temas tratados en las Conferencias es absolutamente confidencial y los principales medios de comunicación no pueden informar sobre el contenido de las reuniones.

El Grupo Bilderberg emite un comunicado de prensa cada año para presentar a los participantes en la Conferencia y el esquema de los temas discutidos. A lo largo de los años, los participantes han venido de muchos lugares, incluido el príncipe Felipe de Edimburgo (1921-2021) de la familia real británica, el príncipe heredero Carlos, los ex primeros ministros británicos, el presidente francés Macron, la canciller alemana Merkel, los ex presidentes estadounidenses Bush y Clinton, e incluso Bill Gates y otros gigantes de Internet. También había italianos, como informaba años atrás en un periódico de nuestro país.

La Conferencia de 2018 se celebró en Turín, Italia, en junio. Según la descripción en el sitio web oficial del Grupo Bilderberg, los temas principales incluyeron el populismo europeo, el desarrollo de la inteligencia artificial, la tecnología informática cuántica y la era de la “pos verdad”. Obviamente, el contenido real y los resultados de la discusión de la reunión nunca han sido reportados.

Por lo tanto, el Grupo Bilderberg se ha convertido naturalmente en un lugar donde los teóricos de la conspiración quieren dibujar material. Describen al Grupo Bilderberg como verdadera evidencia de la teoría de que un número muy pequeño de élites controla el mundo y los participantes están planeando un Nuevo Orden Mundial.

Sobre el tema de las cosas extrañas, pongamos algunos ejemplos. En junio de 2018, la Familia Real británica también se vio atrapada en teorías de conspiración. Cuando el príncipe Harry y su esposa Meghan asistieron a un espectáculo, fueron captados por la cámara inmóviles, como dos robots rígidos y aburridos. Más tarde, los clips relacionados se hicieron virales en Internet y los internautas estaban alborotados: muchas personas creían que los miembros distinguidos de la Familia Real eran en realidad robots desarrollados por alta tecnología.

Sin embargo, la dirección del museo londinense, Madame Tussauds, explicó más tarde el misterio afirmando que Harry y Meghan solo fueron interpretados por dos actores que llevaban máscaras de cera de muy alto realismo en sus rostros —todo para promover una exposición de estatuas de cera— y sin darse cuenta causaron un alboroto. En ese breve video, Harry y Meghan no cambiaron su apariencia facial y sus expresiones eran rígidas al igual que los robots. En consecuencia, los teóricos de la conspiración usaron esto como evidencia de que eran robots construidos en secreto por la Familia Real Británica.

Este argumento es una extensión de la “evidencia trivial” mencionada anteriormente. Los proponentes del argumento ignoran cualquier proceso de argumentación y sacan directamente la conclusión final a través de la “evidencia trivial” mencionada anteriormente. Esta conclusión es muy actual y bastante atractiva. Con la rápida propagación de Internet, la «verdad rápida» será naturalmente reconocida y buscada por muchas personas.

Creo que muchas personas todavía recuerdan el “efecto Mandela” que se extendió salvajemente a través de Internet en los primeros años como un falso recuerdo. Se cree que el nombre “efecto Mandela” proviene de Fiona Broome, una autodenominada “consultora paranormal”, quien creó un sitio web llamado el “efecto Mandela”. Los partidarios del “efecto Mandela” afirman “recordar” que el ex presidente sudafricano Mandela murió en prisión en la década de 1980. Pero en realidad, después de ser liberado de prisión, Mandela se desempeñó como presidente de Sudáfrica de 1994 a 1999 y murió en diciembre de 2013.

Entonces, ¿por qué alguien debería creer esta declaración aparentemente absurda? Internet se ha convertido en una plataforma de apoyo para una gran cantidad de contenido falso, noticias falsas, así como la irracionalidad y la falta de justificación. Cuando alguien compartió esa ‘falsa memoria’ con otros en Internet, mucha gente creyó que era verdad, e incluso de repente recordó tener esa memoria: “Mandela murió en prisión ese año”.

Como resultado, las mentiras incompatibles con los hechos siguen propagándose. La mentira se repite miles de veces y mucha gente considera que es la verdad: esta fase de aprendizaje es la primera regla engañosa en Internet. En la era de Internet, las características multidimensionales y multiplataforma han generado una serie de “malignidades” en línea de teorías de conspiración. Además, su capacidad de difusión no se limita únicamente a los “creyentes”. Dado que las redes sociales en línea proporcionan una plataforma de difusión amplia y generalizada, una se transmite a diez personas, diez la difunden a cien, cien a mil, y así sucede de manera geométrica, convirtiendo así un tema “candente” en Internet en una verdad absoluta. Los que quieren creer están naturalmente preparados y dispuestos a hacerlo. Además, estas falsas opiniones en Internet pueden incluso tener un impacto en el mundo real.

Por ejemplo, a nivel político, ahora todo el mundo puede comentar y participar en el ámbito en línea. Para que los políticos obtengan el derecho a hablar y establezcan la agenda, la clave es confiar en la dirección del público en Internet. El discurso de Internet se ha convertido en el factor dominante de la narración política, y no al revés. Las características de las redes sociales son precisamente el caldo de cultivo de las teorías conspirativas.

Internet es fácil de difundir entre el público y es exactamente el caldo de cultivo para las teorías de la conspiración. Hoy en día, las teorías de la conspiración son suficientes para influir en la política e incluso en los desarrollos políticos.

Una teoría de la conspiración específica gana un número de partidarios a través de Internet que promueve que se convierta en un tema muy debatido entre el público. En consecuencia, entra en la arena política real proveniente de la comunidad virtual y su influencia puede cambiar la dirección de las decisiones gubernamentales.

Mirándolo desde otra perspectiva, cuando las teorías de la conspiración se publican en Internet y continúan proliferando, independientemente de si los Illuminati existen o no, son suficientes para establecer un Nuevo Orden Mundial. Las opiniones públicas del mundo real, así como la composición de las opiniones y la base de las discusiones sociales se modifican y, por lo tanto, los países, la política y los gobernantes del mundo se ven afectados.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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