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INTERROGACIONES EN TIEMPOS DE PESTE

Francisco carranza Romero*

Clase virtual. (Imagen de Tumisu en Pixabay)

Estos días estamos viviendo con muchos cuidados de salud (cuarentena, distanciamiento, uso de mascarilla y desinfectantes, restricciones de salida para los longevos y niños, etc.) por la amenaza de Covid-19 que ocasiona cambios en la vida: pánico, rebeldía, desconfianza de otros y de sí mismo, clases virtuales, imposibilidad de consultar libros, uso de ciertas palabras con variaciones semánticas según las situaciones, búsqueda de salud en la comida, etc.

¿Significados inversos de positivo y negativo?

Positivo. Antes usábamos esta palabra con su significado que nos alegraba: beneficioso, optimista, verdadero, efectivo, afectivo, afirmativo, aceptable… Pero ahora, cuando leemos o escuchamos de positivo en el análisis de Covid-19 nos ponemos serios, preocupados, con temor y hasta con tristeza porque se trata de una desgracia, mala suerte.

Negativo. Antes su significado original nos ponía en alerta y nos entristecía porque anunciaba algo malo, triste, pesimista, inefectivo, repulsivo, inaceptable… Sin embargo, ahora, el resultado negativo del análisis de Covid-19 hace sonreír y tranquilizar a la persona analizada y a los que la rodean.

 Si en la calle escuchamos que tal fulano es positivo, nuestra reacción inmediata -por vivir los tiempos de la peste- es alejarnos o evitar el contacto con ese fulano sin pensar en el significado positivo de la palabra. Y, si se dice que tal fulano es negativo, dejamos de preocuparnos del contacto con el fulano. Así, no siempre el adjetivo positivo causa alegría; ni el adjetivo negativo causa tristeza. Qué relativa es la lengua.

¿Clase virtual sin libros digitalizados?

Ante el temor de los contagios se evitan las reuniones; por tanto, las clases que antes se hacían en las aulas, laboratorios o campos; ahora se hacen a través de las máquinas con la figura del docente en una pantalla. Sin embargo, no todas las actividades de enseñanza y aprendizaje son posibles como la práctica en el laboratorio y la investigación en los libros porque no todos los libros almacenados en las bibliotecas están digitalizados ni en los países ricos. Bajo esta realidad, la clase virtual es sólo un cumplimiento: justificar los salarios de los docentes; dar el servicio a los alumnos por los pagos realizados (caso de los centros educativos privados). Así la peste nos hace volver a los tiempos antiguos en que el alumno repetía lo que el maestro decía. Era el método del magister dixit. Sólo los muy inteligentes y rebeldes se atrevieron a cuestionar a lo que se decía en la clase.

Por la peste ahora sabemos que las bibliotecas tienen que digitalizar los libros para que los interesados puedan consultarlos sin necesidad de ir al local. Ahora hay que pensar en los libros electrónicos que no pesan, no ocupan mucho espacio, no envejecen ni se apolillan. La ganancia de la editorial y la biblioteca estará en cobrar por el acceso y descarga del libro. Ante esta necesidad urgente aparecerán, como en alta mar, los piratas que digitalizarán las publicaciones sin la autorización de los autores, editoriales y bibliotecas, para luego cobrar a los lectores interesados.  La peste es buena compañera de los inmorales.

¿Revaloración de la comida fermentada?

 Viviendo los días de encierro, distanciamiento y de muchos cuidados por la peste he recordado mucho a mi abuelo materno, Eulogio Romero, quien fue un curandero místico que elaboraba los remedios, y siempre estaba dispuesto a ayudar en la salud física, mental y espiritual de mucha gente que llegaba buscándolo hasta de lugares lejanos.

El abuelo Iullu (hipocorístico quechua del nombre Eulogio) nos repitió muchas veces: Puriqishyayqa tsunupa kallpanta mantsan: La peste teme al poder de la papa fermentada. Así fue que desde niño aprendimos a apreciar la mazamorra de chuño (tsunu api o tuqush api como dicen en el Callejón de Huaylas).

Sin embargo, no sólo los andinos peruanos consumimos la comida fermentada. Los coreanos comen también la verdura fermentada (kimchi) y la pasta de frijol fermentada (dwenjang). Y los alemanes también comen el repollo fermentado (chucrut). Y qué coincidencia, el Covid-19 no ha causado muchas muertes en esos países. ¿La comida fermentada les ha desarrollado buena defensa inmunológica? Me he informado que un equipo de investigación liderado por el médico Jean Bousquet, profesor de medicina pulmonar en la Universidad de Montpellier, Francia, descubrió que algunos productos fermentados como el chucrut y yogur (palabra turca) ayudan en la prevención del virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19.

Corea del Sur. Recipientes para fermentar el kimchi. (Imagen de Whoop005 en Pixabay)

Corea del Sur. Plato de kimchi (Imagen de hongwon jun en Pixabay)

Cuando he comentado esto a un grupo de limeños, unos han parado las orejas como dispuestos a hacer la prueba; pero, una minoría de melindrosos y tercos, ha lanzado inmediatamente exclamaciones de ¡aj!, ¡puf! con gestos de asco. Innegable, ni la peste puede hacer repensar a la gente cargada de prejuicios. Es que el tocosh (con este nombre se comercializa en algunos establecimientos) es comida de los campesinos andinos. Lo importante es que prepare con muchas medidas de higiene.

 

* Licenciado en Lengua y Literatura, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. Doctor en Filología Hispánica, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, España. Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Universidad Dankook, Corea. Ha publicado numerosos libros, entre ellos Diccionario quechua ancashino – castellano.

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¡RESCATADOS!

F. Javier Blasco*

El mundo en general y Europa en particular han sido testigos del mayor acuerdo económico en el seno de la UE desde su fundación, tras arduos meses de negociación y mediante una larga reunión, casi la mayor de todas de su historia, celebrada en Bruselas entre los días 17 y la madrugada del 21 de julio para lograr unos objetivos marcados y muy ambiciosos, desde que hace 30 años se estableció el marco financiero plurianual y se doblaron los recursos destinados a la cohesión.

En esta ocasión, los 27 socios de la Unión, por unanimidad y por primera vez sin la participación del Reino Unido, han tenido que alcanzar un doble acuerdo: establecer un fondo de reactivación para paliar en gran parte los daños económicos derivados de la pandemia causada por el COVID-19, principalmente en aquellos países más afectados, dotado con € 750.000 millones que se harán efectivos a base de deuda común de la UE y que se desglosan en 390.000 millones para gastos a fondo perdido aunque con orientación en su inversión y 360.000 en préstamos a bajo interés; que serán desembolsables en un 70% entre 2021 y 2022 —de todo este pastel, España recibirá unos 140.000 millones, de los cuales 72.700 serán ayudas a fondo perdido—. Y, al mismo tiempo, debieron definir y aprobar el Marco Financiero Plurianual de la Unión (los presupuestos) para el periodo 2021-2027 que asciende a € 1.074 billones, que en este caso y como de costumbre, serán provisionados por los propios Estados miembros en función de una serie de parámetros y necesidades particulares. Lo que significa, que todo el paquete aprobado en esta ocasión asciende a € 1,82 billones, el mayor jamás visto.

Para obtener los 750.000 millones adicionales, por primera vez y con carácter extraordinario, se ha tenido que autorizar a la Comisión a endeudarse en dicha cifra, recurriendo al mercado con ciertas limitaciones como que las cantidades solicitadas tendrán un plazo máximo de solicitud marcado a finales de 2026 y que el reembolso del programa no se alargará más allá del 31 de diciembre de 2058. Así como, que las cantidades adeudadas por la Unión en un año dado para el reembolso del principal capital no superaran el 7,5% del importe máximo de 390.000 millones de € para gastos.

Una de las innovaciones en este mecanismo financiero es que el acuerdo también incluye mecanismos para reforzar las capacidades de la Comisión Europea con el fin de que sea ella misma la encargada de recaudar de forma extraordinaria sus propios ingresos para poder devolver este impresionante crédito extraordinario sin que tengan que afectar al propio presupuesto.

Dichos mecanismos estarán basados entre otros en: un nuevo impuesto al carbón y a los excedentes de residuos de plástico, que se aplicará a los países que los adquieran o sean contaminantes, otros dirigidos a las actividades de las grandes empresas del mercado digital (la conocida como tasa Google), un Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) revisado y otros derivados de las transferencia financieras (FTT, la famosa tasa Tobin). No obstante, en cuanto a detalles, lo único que proporciona el documento es un cronograma general para varias de las propuestas fiscales. Además del ETS revisado y el FTT, se espera que las otras tres propuestas se hagan públicas a principios de 2021. No se estima que el ajuste de la frontera del carbono y la tasa digital se implementen hasta 2023.

La falta de verdaderos detalles sobre las diversas propuestas fiscales y la eventual necesidad de fuentes de ingresos para afrontar cómo financiar la nueva deuda de la UE, hacen presuponer que queda mucho trabajo por delante y por concretar por los responsables políticos en Bruselas. De momento, no están claras las repercusiones e implicaciones de este nuevo y adicional golpe impositivo para el resto de los impuestos ya empleados y recaudados en la UE y la verdadera capacidad de estas nuevas fuentes de financiación para pagar completamente la nueva deuda común avalada por ella misma.

Por lo tanto, se desconoce si estas iniciativas serán suficientes para poder cubrir la devolución de lo pedido y los costos de sus intereses, pero de entrada, el documento acordado marca ciertos límites a la capacidad o intención de recaudación de los Estados miembros al asumir la Unión el importe y el cobro de dichas tasas, anulando con ello las aspiraciones de muchos de estos, entre los que indudablemente, se encuentra España y su nueva política impositiva. No obstante, también advierte que si con solo tales medidas no se generara la necesaria liquidez, la Comisión podría solicitar, de forma provisional, más recursos de los Estados miembros como última reserva.

El monto total de € 750.000 millones se distribuye de la siguiente manera: El fondo de recuperación y resiliencia (RRF) dotado de 672.500 millones, de los que se otorgan directamente 360.000 millones en préstamos y 312.500 millones que se asignan a cubrir los programas presentados por las naciones y aprobados por la Comisión (siempre que nadie los vete). Un fondo de reacción denominado React EU dotado con 47.500 millones. El fondo denominado Horizon Europe dotado con 5.000 millones. Un fondo de beneficios denominado Invest EU dotado con 5.600 millones. Otro para el Desarrollo Rural dotado con tan solo 7.500 millones. Un Fondo denominado para la Transición Justa (JTF) dotado con 10.000 millones y por último, un fondo menor denominado de Rescate dotado con 1.900 millones.

El 70% de las subvenciones otorgadas por el RRF se comprometerán en los años 2021 y 202 y el 30% restante se comprometerá en su totalidad a fines de 2023. Como regla, el máximo volumen de los préstamos para cada Estado miembro no superará el 6,8% de su Renta Nacional Bruta (RNB).

Para poder hacer efectivos los envíos de dinero del plan, los Estados miembros remitirán previamente sus planes nacionales para la recuperación y resiliencia. Planes que deberán establecer la reforma y la agenda de inversiones del Estado en cuestión para los años 2021-23. Estos serán revisados y adaptados según sea necesario en 2022 para tener en cuenta la asignación final de fondos para 2023.

Para evitar continuar con el viejo sistema de “recomendaciones” cuando un Estado se desviaba de la senda marcada; algo, totalmente ineficaz por no ser vinculante y mediante el cual los Estados miembros, año tras año, se resistían a su complimiento sin sufrir represalia alguna; a instancias de los llamados Frugales (Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca) se ha introducido un complejo sistema que se le conoce como “Freno de Emergencia” que embridará a aquellos pauses que, como España, casi nunca cumplieron con tales recomendaciones.

La Comisión deberá evaluar los planes de recuperación y resiliencia recibidos en un plazo de dos meses a partir de su remisión. Igualmente sucederá con los criterios de coherencia y las recomendaciones específicas de cada país, así como si todos ellos se encaminan a fortalecer el potencial de crecimiento, la creación de empleo y la resiliencia económica y social del Estado miembro; para que sean aprobados, en dicha evaluación se necesitará obtener una puntuación bien alta.

La contribución efectiva a la transición verde y digital también será un requisito previo para una evaluación positiva. La evaluación de los planes de recuperación y resiliencia será sancionada por el Consejo, a propuesta de la Comisión, por mayoría cualificada, mediante un proceso que el Consejo que se esforzará en que terminen sus actuaciones y disquisiciones, si las hubiera, en un plazo no superior a las 4 semanas tras la recepción de las propuestas.

La evaluación positiva de las solicitudes de pago estará sujeta al cumplimiento satisfactorio de los hitos y objetivos relevantes. Para ello, la Comisión solicitará el dictamen del Comité Económico y Financiero sobre el cumplimiento satisfactorio de los mismos. Dicho Comité se esforzará en buscar y alcanzar un consenso. Aunque si, excepcionalmente, uno o más Estados miembros consideran que existen serias desviaciones del cumplimiento satisfactorio de los mencionados hitos y objetivos, pueden solicitar al Presidente del Consejo Europeo que remita sus dudas al Consejo Europeo para ser discutidas en la próxima reunión del mismo.

En el caso de que el asunto hubiera sido remitido para estudio al Consejo Europeo; mientras este se resuelve, la Comisión no podrá adoptar ninguna decisión de sobre el cumplimiento satisfactorio de lo requerido ni  la aprobación de pagos o transferencias al Estado cuestionado hasta que el próximo Consejo Europeo haya debatido exhaustivamente el asunto. Este proceso, por lo general, se deberá solventar antes de los tres meses siguientes a que la Comisión haya solicitado dicho dictamen al Comité Económico y Financiero.

Llegar a este punto no ha sido fruto de la casualidad; se ha precisado un proceso muy largo y tedioso que ha durado varios meses. El Parlamento Europeo inició los trabajos para dotar de fondos extraordinarios para luchar contra las pandemias y recuperar las capacidades pérdidas (estimado inicialmente en unos € 50.000 millones) en abril del 2020. A la vista de que la situación se complicaba y engordaban las peticiones y necesidades, finalmente el 15 de mayo aprobó por mayoría movilizar hasta € 2 billones.

Los trabajos de la Comisión fueron incapaces de lograr el acuerdo de la mayoría sobre la forma y la cuantía de activar el por entonces conocido como Fondo de Reconstrucción, al que estimaba una dotación máxima es de 1,5 billones y que se pretendía entregar a los Estados más necesitados sin apenas condiciones. Las trabas para alcanzar un texto consensuado vinieron desde el primer momento de los conocidos países frugales, quienes no estaban dispuestos a ceder tal cantidad de dinero sin exigir cierto tipo de serios condicionamientos, reformas o intereses.

Como consecuencia de los despropósitos, el atasco creado y de la aparente inoperancia de la Comisión Europea, el 18 de mayo, Merkel y Macron, presentaron una iniciativa conjunta sobre dicho fondo de reconstrucción. Propuesta, que limitó las ayudas a € 500.000 millones para los países más golpeados por la crisis económica derivada de la pandemia. Plan que se sustentaba en cuatro pilares: estrategia sanitaria, fondo de reconstrucción para la solidaridad y el crecimiento, aceleración de la transición ecológica y digital y el fortalecimiento de la capacidad y soberanía industrial europea.

Tras dicha iniciativa, el pasado 27 de mayo apareció una segunda gran propuesta de mano de la Presidenta de la Comisión, que es la que finalmente se llevó a la mesa del Consejo para su discusión final, que aunque basada en la anterior iniciativa, difería en algunos puntos de aquella y se acercaba a los € 750.000 millones € a movilizar. Su plan estaba integrado en el esquema legal del llamado “Semestre Europeo” que incluye los ya determinados y otros por determinar controles y recomendaciones específicas, así como cierta focalización que las inversiones deben cumplir. Del monto total, 310.000 millones serían dedicados a subvenciones directas de proyectos aprobados por la Comisión y 250.000 millones, tendrían forma de créditos. Además, se añadirían 55.000 millones a los actuales programas de política de cohesión, 40.000 millones adicionales al Fondo de Transición energética Justa y otros 15.000 millones para el Fondo de Desarrollo Rural.

Tras las duras y largas discusiones mantenidas durante cuatro días a cara de perro y muy tensas en diversos momentos, a punto de saltar por los aires en sus momentos más álgidos —incluido uno muy duro protagonizado por el Presidente Sánchez con su homóloga finlandesa por el que casi se amplía en uno más el grupo de los frugales— y alguna amenaza importante de abandono, la cosa se encarriló. La UE en esta Cumbre ha mostrado varias caras o aspectos en el sentido de convivencia, el bien común y poner a prueba su supervivencia, aunque también las grandes diferencias existentes entre el Norte y el Sur, entre los países ahorradores y cumplidores y los que no lo son en absoluto; la desconfianza mutua y creciente entre los socios y que a la larga, se ha podido comprobar que todos han cedido en sus aspiraciones a cambio de determinados beneficios, que por lo general se han transformado en ganancias del fondo especial para la recuperación o en su caso, en ahorros en sus contribuciones a la caja común de los presupuestos (importantes rebajas en las aportaciones anuales al Presupuesto por parte de los frugales). En realidad y como siempre, hay que decir que no impera la solidaridad, sino el vil metal.

Merkel, a pesar de que su estrella está perdiendo luz, sigue brillando con el mayor esplendor de todos los presentes; aunque ya cansada de tanto avatar interno y externo y que pronto se retira de la vida pública, ha vuelto a dejar bien claro su capacidad y legado político, su paciencia en procesos de negociación y sobre todo, de liderazgo sin discusión alguna. Los frutos de esta Cumbre y sus Acuerdos, sin ella no hubieran tenido lugar. Gracias a su buen hacer, por primera vez en la historia de la UE, el club y sin la participación del Reino Unido, se endeudará grandemente para financiar en condiciones algo más favorables a las precedentes una necesaria y muy importante recuperación económica extraordinaria.

Tras la larga explicación y aclaración de estos hechos sin precedentes en la propia UE dadas las cuantías movilizadas al unísono, el monto total y parcial de cada una de ellas, la novedosa forma de su financiación y por lo complejo de las soluciones adoptadas para el control de los gastos y su aplicación encauzada a fines concretos, hay que decir que esto no es un Plan Marshall tal y como muchos rápidamente se han lanzado a calificar, porque a diferencia de aquel programa norteamericano tras la II Guerra Mundial, el capital no es extranjero ni administrado por ellos; es un Plan propio y que procede de una gran deuda contraída por todos y que TODOS, de una forma u otra, al final deberemos pagar. Es simplemente y llanamente un RESCATE con todas las de la Ley, cuyas normas, aparentemente, nos serán tan estrictas como las que se impusieron tras la crisis del 2008, pero sí marcarán una serie de sendas e hitos a cumplir y que ya no se dejará al albur de la Comisión el que se juzguen o recomienden los actos y pasos dados o por dar. Ahora, cualquier Estado miembro puede complicar el futuro y los planes de otro según la forma y el modo de actuar.

En lo referente a España, quedar en la arena internacional como el segundo país con mayores problemas económicos en la UE, tras haber sido uno de los peores del mundo en la previsión y gestión de la más grave pandemia de los últimos tiempos, no es una buena tarjeta de presentación; nos deja en muy mal lugar y no es justo ni procedente, ni mucho menos motivo para estar ufanos ni para venir contentos ni para ser recibidos con grandes e impostados aplausos —que si bien pudiera pensarse que los primeros fueron “espontáneos”, cosa que yo personalmente no me creo- los segundos dejaron bien claro lo mendaz y procaz que puede ser un gobierno que se enfrenta a una recuperación dirigida y tutelada mediante un inmenso rescate, que se verá agravada por los recortes que, como ya se verá, afectan directamente a España en los presupuestos de la Unión (fundamentalmente a la sanidad, al mundo rural y a las regiones en desarrollo) y de los que pocos o casi nadie habla ni quiere hacerlo por los capítulos que se han visto reducidos, lo que muchos han dejado de pagar y porque nuestras mayores aportaciones a la caja común del club, al cambio, dejarán bien mermadas el monto de todas las ayudas que de aquella parte nos puedan llegar.

Nuestro presidente, para no variar ni perder la costumbre, dejó una muy mala imagen por mucho que él y sus muchos palmeros lo quieran ocultar; asistió, como convidado de piedra a pocas reuniones limitadas a unos cuantos donde se tomaban decisiones de enjundia y dejó en manos de los demás la defensa de los intereses y necesidades de España. Jugó a la baza de que ya se preocuparán los demás de salvarnos para evitar que con nuestra caída no se haga un agujero más grande y profundo o sea el fin de la Unión; llegó sin propuestas (no se conoce alguna) ni papeles en la mano; aparece en casi todas las fotos arrinconado al final o leyendo por detrás los papeles de los demás, solo habló en una cena para crear un problema grave con Finlandia, que Merkel le tuvo que arreglar y guardó un patético silencio, que el mismo se encargó de definir como su peculiar forma de empatizar con los demás. Patético, cómo mínimo.

Como resumen final, se puede asegurar que nunca ha habido tanto cambio en tan poco tiempo en el seno de la UE; esta Cumbre que nació en medio de la necesidad de cubrir las deficiencias observadas en el aspecto y capacidades sanitarias para optar a poder combatir con mayor éxito pandemias como la presente, ha terminado movilizando muchos millones y otro tipo de recursos, pero, definitivamente, se ha olvidado de sus orígenes y necesidades. No creo que con los cambios y mejoras en la digitalización, los movimientos en apoyo de evitar o dilatar el cambio climático y otra serie de aspectos relacionados con el empleo y la formación podamos ser capaces de enfrentarnos de nuevo a una pandemia de estas características. Al final, los intereses de los más fuertes, derivan a los demás a hacer un esfuerzo a todos, del que los grandes provechos ya sabemos dónde irán a parar. Parece ser que todos quedaron tan contentos, aunque algunos, mucho más.

* Coronel de Ejército de Tierra (Reserva) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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Artículo publicado en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/-rescatados

 

FE Y CIENCIA. REFLEXIONES Y ESPIRITUALIDAD EN TIEMPOS DE PANDEMIA.

Marcelo Javier de los Reyes* 

 

Loado seas mi Señor, por nuestra hermana,

la madre tierra,

la cual nos sustenta y gobierna,

y produce diversos frutos con coloridas flores

y hierbas.

Cántico de las Criaturas

Escritos de San Francisco.

 

Albert Einstein y Georges Lamaître en Pasadena, California, en 1933

Suele decirse que la fe y la razón serían incompatibles o, al menos, inconciliables. Eso nos lleva a pensar que la ciencia tampoco se lía bien con la fe. En este sentido, es justo mencionar que el Papa Juan Pablo II inicia su encíclica Fides et ratio (1988) expresando: “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.

En su mayoría, los hombres de ciencia consideran que la Creación es un hecho natural del cual no ha participado Dios. Entonces eso de que “Al principio Dios creó el cielo y la tierra…” (Gn 1:1) sería algo que queda reducido a la fe. Aquí vale una aclaración: ¿qué entendemos por fe? La fe es la creencia en las realidades invisibles. Esto entonces la alejaría aún más de la ciencia pero la verdad es que la Biblia no es un libro que hable de arqueología ni es un libro científico. El autor del libro del Génesis nos dice en forma poética que el universo tuvo un inicio y que Dios fue su creador. En realidad, el libro del Génesis es un relato teológico acerca de la creación del universo (Gn 1:1-2; 2:4-6) y sobre la creación de las plantas y de los animales acuáticos (Gn 1:3-19), sobre la creación de los animales terrestres (Gn 1:24-25) y sobre el ser humano (Gn 1:26-31, 2:7).

En consecuencia, desde un punto de vista teológico, Dios es el creador de la fe y de la razón humana, por tanto, éstas no pueden oponerse entre sí. No obstante, la discusión entre fe y ciencia encuentra un hito significativo a partir del momento en que Nicolás Copérnico (1473 – 1543) formula la teoría heliocéntrica en su obra De revolutionibus orbium coelestium, en oposición a la teoría geocéntrica, vigente en su época, que consideraba que los cuerpos celestes orbitaban alrededor de la Tierra.

Encuentros de la fe y la ciencia en una persona

Nicolás Copérnico fue un científico que pasó a la historia por sus conocimientos en el campo de la Astronomía pero cursó estudios de Derecho y Medicina y también escribió tratados de Economía. Dominaba cuatro idiomas y además era un monje católico[1].

Todos en la escuela estudiamos en Botánica las leyes de Mendel, en homenaje a Johann Mendel (1822 – 1884), cuyos experimentos llevaron al descubrimiento y desarrollo de la herencia genética en las plantas. Sus leyes constituyeron el punto de partida de la genética, una rama esencial de la biología moderna. En 1843 Johann Mendel ingresó en el monasterio agustino de Königskloster, cercano a Brünn —actual Brno, República Checa—, donde tomó el nombre de padre Gregor con el que también pasaría a ser conocido en la historia. Gregor Mendel, considerado el padre de la genética, fue ordenado sacerdote en 1847.

Al principio de este escrito hice referencia a la Creación, la cual se ha constituido uno de los temas de debate entre los hombres de ciencias y los hombres de fe. Al respecto me permito citar al filósofo austríaco Paul Karl Feyerabend (1924 – 1994), quien en su libro Adiós a la razón se refiere a la discusión sobre la Creación, así como de otras cuestiones en la que los científicos han acallado otras voces:

La “victoria” de la evolución, la sustitución de la autoridad de la iglesia por la autoridad de los científicos, educadores, intelectuales del montón, la expulsión del alma en psicología, la eliminación de la medicina tribal de la praxis médica en el siglo XIX, la decisión de los teólogos de no seguir interfiriendo en los debates sobre la estructura del universo material sino de dejar dichas materias a los científicos, todo esto han sido victorias políticas en el sentido descrito.[2]

Una de las teorías que fortificó la posición de los científicos en torno a la Creación fue la del Big Bang, la cual se basa en la expansión del universo a partir de un punto, en contra de la idea establecida en su época de que el universo era estático. La que luego fue denominada Ley de Hubble (1929) —en homenaje a Edwin Powell Hubble (1889-1953)— fue primeramente expresada por el físico y matemático belga de la Universidad de Lovaina Georges Lemaître (1894 – 1966), quien lo hizo en 1927. Sin embargo, el científico belga nunca intentó reclamar el derecho de primer descubrimiento sobre la teoría del Big Bang.

A fines de 1932, Lemaître fue al CALTECH (Instituto de Tecnología de California) en Pasadena, cerca de Los Ángeles, invitado por el ganador del Premio Nobel Robert Millikan, quien estaba profundamente interesado en la naturaleza y las propiedades de los rayos cósmicos[3]. En enero de 1933, Einstein fue a Pasadena y luego de una conferencia que Lemaître dictó allí, en la que explicó su cosmología atómica primitiva, el autor de la teoría de la relatividad expresó: “¡Esta es la explicación más hermosa y satisfactoria de la creación que he escuchado!”[4]

En 1934 Lemaitre recibió el premio científico más alto de Bélgica, el Premio Francqui, dos años después el Premio de Astrónomo Francés Prix Jules-Janssen y desde 1960 hasta su muerte fue presidente de la Academia Pontificia de Ciencias.

El padre Lemaître expresó:

Estaba interesado en la verdad desde el punto de vista de la salvación tanto como estaba interesado en la verdad desde el punto de vista de la certeza científica. Me pareció que había dos caminos que conducían a la verdad, y decidí seguirlos a ambos. Nada en mi vida profesional, nada de lo que he aprendido en ciencia y religión me ha hecho cambiar de opinión.[5]

El ingeniero de Telecomunicaciones Ignacio del Villar, en su libro Sacerdotes y Científicos. De Nicolás Copérnico a Georges Lemaître, también cita al monje Marin Mersenne (1588 – 1648) —a quien se considera el creador del concepto de “comunidad científica”—, al geólogo, anatomista y biomecánico Nicolás Steno (1638 – 1686)—quien, entre otros aportes científicos enunció las cuatro leyes fundamentales de la estratigrafía—, sacerdote danés que fue obispo y vicario apostólico en los países nórdicos, al jesuita Ruđer Bošković (1711 – 1787) quien elaboró la primera teoría atómica con un cierto fundamento y al sacerdote francés René Just Haüy —considerado el padre de la cristalografía—, quien Propuso la teoría de que los cristales minerales están hechos de bloques de construcción de tamaño molecular.

Es justo también mencionar al sacerdote italiano Giuseppe Mercalli (1850 -1914) —inventor de una escala alternativa a la de Richter para medir la intensidad de los terremotos— y al sacerdote benedictino húngaro Stanley L. Jaki (1924 – 2009), doctor en física y autor de varios escritos sobre la relación entre ciencia y fe.

El hombre, administrador de la Creación

Desde la teología se argumenta que Dios le encomendó al hombre la administración de su Creación. Le pidió que ejerciera su “señorío” sobre lo que Él había creado: “le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies” (Sal 8), escribió el salmista.

Bien, algún agnóstico o algún ateo podrán disentir con esto y en tal sentido podemos dejar de lado, al menos momentáneamente, el tema de la fe. Más allá de esta visión desde la fe, podemos acordar que el ser humano es el ser superior de la naturaleza y que es quien ejerce el dominio sobre la Tierra. Ahora bien, debemos preguntarnos, el hombre ¿es buen administrador de la Tierra? Por mi parte, mi respuesta es NO y sin duda que los ecologistas y muchos más coincidirán conmigo.

El comediógrafo latino Plauto (254-184 a. C.) en su obra Asinaria, expresó “Homo homini lupus”, “El hombre es un lobo para el hombre” —expresión luego repetida por Bacon y Hobbes—, idea con la que expresa que el hombre es para su semejante peor que las fieras. El hombre se muestra como el mayor depredador de la Naturaleza: depreda los bosques, las selvas y los mares; contamina los ríos, los océanos y la atmósfera; es el único animal que caza por deporte… Podría extenderme sobre estas cuestiones pero ya se ha escrito mucho sobre ello.

Su osadía mayor es jugar a ser Dios, manipulando genéticamente las semillas, clonando animales, creando peligrosamente una Inteligencia Artificial sin medir las consecuencias o manipulando virus, ora para encontrar la cura de alguna enfermedad, ora para crear armas biológicas. No sabemos fidedignamente si esta pandemia de COVID-19 es algo natural u obedece a una acción humana. Lo que sí está claro es que está entre nosotros por un acto humano, deliberado o no, y afirmaría que poco tiene que ver con la sopa de murciélago.

Como corolario

La pandemia de coronavirus ha paralizado al mundo. La mayoría de las actividades humanas han debido ser suspendidas. Muchos han observado que la que siguió trabajando fue la Naturaleza: diversos animales se animaron a ingresar en áreas urbanas mientras sus residentes estaban encerrados, los árboles dejaron de ser talados y hasta las aguas de una fantasmal Venecia se tornaron claras. Indudablemente, la Naturaleza comenzó a reparar lo que el hombre destroza.

Por otro lado, esta “prueba”, si bien puso el foco en ciertos sectores de la sociedad —las personas mayores y los pobres— se presentó para todos. Alcanzó a gobernantes como Boris Johnson y al descreído Jair Bolsonaro.

Las implicaciones sobre la democracia y el control social serían para otro artículo.

Esta dramática realidad que estamos viviendo debería alertarnos sobre lo que es capaz de causar el hombre cuando traspasa los límites de la ética. Del mismo modo, debería —y espero que así sea y a pesar que los templos están cerrados— despertar nuevamente la espiritualidad perdida. Porque el hombre tiene naturalmente tres dimensiones: la física, la intelectual y la espiritual. Desde el Renacimiento, cierta intelectualidad opera para neutralizar la dimensión espiritual del hombre o, en el peor de los casos, para reemplazar la fe o la religión por la ideología.

El conocimiento, en muchos casos ha sido mal empleado. Nuevamente recurro al filósofo Paul Feyerabend quien dijo que el ser humano debería utilizar el conocimiento

para resolver los dos problemas pendientes en la actualidad, el problema de la supervivencia y el problema de la paz; por un lado, la paz entre los humanos y, por otro, la paz entre los humanos y todo el conjunto de la Naturaleza.[6]

Sería deseable que esta triste experiencia que ha segado y continuará segando muchas vidas, sirva para un renacer de la dimensión espiritual del hombre y para que ejerza con responsabilidad su “señorío” sobre la Tierra.

 

* Maestro catequista. Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Ignacio del Villar. Sacerdotes y Científicos. De Nicolás Copérnico a Georges Lemaître. España: Digital Reasons, 2019 (Colección Argumentos para el s. XXI).

[2] Paul Feyerabend. Adiós a la razón. Madrid: Tecnos, 1992, p. 110-111.

[3] Dominique Lambert. “Einstein and Lemaître: two friends, two cosmologies…”. Interdisciplinary Documentation on Religion and Science (Pontificia Università della Santa Croce), <http://inters.org/einstein-lemaitre>.

[4] Ídem.

[5] “Quoi de neuf? #1: Georges Lemaître, le maître du Big Bang”. Louvainfo (Bélgica), <https://louvainfo.be>.

[6] Paul Feyerabend. Op. cit., p. 17.

 

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