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DEMOS MEJOR TRATO A LA NATURALEZA

Francisco Carranza Romero*

Jeff_Ersoh en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/cusco-peru-pisac-machu-turismo-4818118/

Todos los seres humanos nacemos, crecemos y morimos en espacio y tiempo definidos. Una verdad indiscutible. Sin embargo, en el trato que damos a la naturaleza hay maneras de pensar y actuar que colisionan. Unos se preocupan por la vida de la naturaleza porque se consideran ser sus hijos. Otros muestran una fría indiferencia por la vida de ella.

Para salvar nuestra vida y de la naturaleza hay muchas propuestas de la necesidad de cambiar nuestra manera de pensar y actuar. La presente propuesta es intercultural por la vía lingüística recurriendo al español y quechua.

Visión respetuosa y afectiva a la naturaleza.

Los que viven en el área rural, generalmente, por estar en continua relación con la naturaleza, la conocen; por eso, la respetan y la aman. Por este conocimiento y sentimiento ―proceso que se inicia desde la niñez― llegan a tratarla como a una madre y como a un padre, o como a su vivienda.

El andino que habla el idioma quechua aún expresa con toda naturalidad los tratos lingüísticos de respeto a la naturaleza que se complementan con los ritos a los elementos. Por conservar la cultura nativa considera que la naturaleza está viva; por eso, desde la niñez aprende a dialogar con ella. Por este pensamiento y actitud es calificado de hilozoista.

Patsa mama (Quechua I) o Pacha mama (Quechua II). Madre tierra. Es la figura materna que ofrece los frutos que sustentan la vida. Es el escenario donde la biósfera nace, crece y muere.

El andino se comunica con la madre tierra (chacra, piedra, montaña, nevado), le presenta ofrendas como coca, chicha, tabaco y cancha (cereal tostado). Además, en algunos lugares, va amontonando piedra sobre piedra que con el tiempo y las frecuencias se van convirtiendo en morritos. Este morrito de piedras es llamado apachita (apacheta en la versión española) que contiene la intención del oferente y sirve también como indicador del camino, frontera y aviso de que no es un lugar adecuado para descansar por la emanación de gas tóxico.

Yaku mama: Madre agua. Calma la sed de los seres humanos, vegetales y animales. La imagen antropomorfa del agua es Ayra, una mujer bondadosa y bella que mora en las lagunas, manantiales, ríos y cataratas. Ella socorre a quien solita su ayuda. Además, con su bello canto y con su fragancia espumosa después de su baño, encanta a la gente escogida.

La madre agua (laguna, río, nevado, manantial, catarata y nube) recibe respeto, ofrendas, cantos, danzas y venias. En la época de la extirpación de las idolatrías y de la persecución de los practicantes del rito taki unquy (melopatía) el rito se siguió practicado con el mitónimo ayra en los lugares a donde los doctrineros no podían llegar.

Inti Yaya: Padre Sol. Da calor y luz, tan necesarios para la vida. Dato testimonial: En Quitaracsa (Áncash, Perú), cuando los primeros rayos del sol aparecían sobre las colinas, los niños saludábamos al sol quitándonos nuestros sombreros para que nos diera abrigo y salud durante todo el día: Rimaykukuqmi inti yaya o Napakullaqmi inti yaya (Padre sol, recibe mi saludo). Estábamos poniendo en práctica lo que habíamos visto y oído de los mayores.

Wayra Yaya: Padre Viento. Lleva el oxígeno y nubes con agua que caen como lluvia. Sólo cuando se aloca corre rápido llevando consigo peste y destrucción. Es el uti wayra (lluvia loca). Los que saben sobre estos ventarrones siembran árboles cerca de sus casas.  

Hayni (haani en el Callejón de Huaylas): Energía de la vida, ánima. Está en todos los elementos infundiéndoles existencia, movimiento y vida. No recibe el trato de madre o padre por ser la energía sin forma; por tanto, no perceptible por los sentidos. Y pocos son los que conocen esta energía. Gracias al jayni (según la ortografía castellana) la naturaleza tiene vida y se comunica con la gente.

Visión utilitaria de la naturaleza.

Los pobladores de las urbes, generalmente, viven más dedicados a las actividades económicas: compra y venta, fabricación de cosas, procesos administrativos, etc. Sus viviendas y los locales de labor están construidos con cemento, metal, vidrio, plástico y madera; son espacios que tienen precio por su tamaño y ubicación. Sus caminos son de asfalto y cemento. Las ciudades y fábricas contaminan el agua porque pocas ciudades tienen centros de tratamiento de agua sucia, por eso los ríos y mares están enfermos. Las máquinas transformadoras de la materia contaminan la tierra, aire y agua.

Con el pensamiento de cómo y cuánto se puede ganar manipulando la naturaleza se apropian de ella usando cualquier medio (de facto o con papeles sellados). Así, los terrenos cultivables y eriazos, montañas, ríos, cataratas, lagunas, playas y la vida vegetal y animal que hay en esos espacios se convierten en propiedades privadas que son negociables.

Actualmente, el paisaje de los espacios públicos en las urbes es una exhibición de la suciedad y la falta de cuidado a la madre naturaleza. El ambiente público urbano en los países ricos y pobres, en los desarrollados y subdesarrollados está descuidado. Los plásticos de toda clase y aleación, las colillas de cigarrillos, los restos de chicles (gomas de mascar), los papeles y latas se exhiben como muestras del grado de la inmadurez ecológica de sus pobladores.

Salvemos la vida de la naturaleza y la nuestra. Superando el pesimismo hagamos todo el esfuerzo para curar a la naturaleza que está enferma y que también se manifiesta en los cambios climáticos. No continuemos ensuciándola con basura y humo de los combustibles quemados. Aceptemos que ella es nuestra casa, nuestra madre. No abusemos de los productos químicos en la actividad agropecuaria (insecticida, abono, hormona) y en la gastronomía (saborizante y colorante) esperando sólo los mejores resultados económicos. Salvar la vida de la naturaleza es también salvar la nuestra.

Ha llegado el momento en que tornemos nuestra mirada hacia las poblaciones indígenas para valorar el pensamiento de ellas, aunque con menos grado de educación escolarizada y con menos adelanto en la tecnología, dieron y dan mejor trato a la naturaleza desde hace miles de años; por eso han sobrevivido a pesar de tantos cataclismos, pestes y maltratos de otros humanos que hasta les arrebataron sus bienes, los esclavizaron y hasta los vendieron como objetos.

Con disminuir la contaminación del medio ambiente habremos iniciado la recuperación de la vida. Y este cambio es responsabilidad de todos nosotros, sin ninguna excepción.

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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EL ZORRO EN LA CULTURA ANDINA

Francisco Carranza Romero*

Foto: Heinz Plenge Pardo

 

En cada región de nuestra madre tierra viven animales que, durante millones de años, se han adaptado a la realidad física (altitud, clima, vegetación y presencia de otros animales). La zoósfera andina (anti uywa) es variada. Y algunos animales, por vivir cerca de los seres humanos, aparecen en los relatos, creencias, pinturas, cerámicas y tejidos.

El presente estudio presenta al zorro como elemento cultural quechua. Por tanto, no abarca las explicaciones fisiológicas; esta labor es de los zoólogos.

Advertencia: los textos en letras cursivas pertenecen a la lengua quechua u otra como la latina o griega de las denominaciones científicas-.

1. ZORRO: ATUQ

Es un animal presente en los cinco continentes. Su nombre científico Vulpes vulpes es la repetición de la voz latina vulpes (zorro).

El zorro andino, Pseudalopex culpaeus, es de dos tamaños: el de la zona alta (quechua, jalca y puna) es grande y es llamado atuq. El de la región baja (yunga y chala) es pequeño y es llamado: palyan atuq o, simplemente, palyan o palian (según la ortografía castellana).

Para sobrevivir come de todo: roedores (ratón, vizcacha, cuy), lagartija, oveja, cabra, aves (pájaro, gallina, pato), lombriz y otros gusanos. Por hambre, también come vegetales: frutas, tubérculos de la papa y oca que los saca escarbando la tierra con sus patas delanteras; se ingenia para comer la papa en fermentación (tsunu, chuñu, tuqush) empozada en agua, por eso hay que cubrir el pozo con espinas; también ataca el choclo (mazorca de maíz o elote) y haba verde en vaina. El palyan, que vive cerca del mar, aprovecha lo que halla en la playa: fruta, pez muerto, ave, cangrejo y muymuy (Emerita analoga, crustáceo abundante en la playa peruana).

El zorro, por vivir cerca del espacio habitado por los seres humanos, es objeto de observación, y recibe los calificativos que son similares en muchos pueblos: astuto, presumido, ambicioso, mentiroso, ladrón; pero, en un relato (Zorro, hombre y serpiente) es el símbolo de la sabiduría. Las especies vulpina y humana son las mismas en donde sea.

A continuación, los relatos en español y en quechua central o Quechua I (Áncash, Lima, Jauja, Huánuco, Pasco).

2. LA ZORRA Y LA HUACHUA

(La huachua, Chloephaga melanoptera, ave grande de la puna, de plumaje blanco con partes posteriores negras, su hábitat es la laguna y manantial de la jalca y puna donde encuentra su comida. Es el símbolo de la fidelidad conyugal porque, cuando pierde a su pareja, vive sola. En quechua es conocida como watswa, wachwa (QI), wallata (QII).

Dicen que una huachua estaba despiojando a sus crías en el borde de una laguna. Allí apareció, sorpresivamente, una zorra que, al ver a las pequeñas huachuas sintió muchas ganas de comérselas, por eso ya se relamía. Se les acercó con mucho sigilo con el objetivo de atrapar luego a las crías tiernas.

-¿Cómo está tía huachua? ¿Podría hacerle una preguntita? -Saludó con cortesía y venias-.

-Estoy bien, tía zorra. ¿Qué es lo que me desea preguntar?

La huachua, sorprendida, se quedó mirando a la zorra de saludo y pregunta con mucha cortesía. ¿Qué querrá esta zorra? El zorro no es amigo de nadie. Ésta desea algo que no dice.

-¿Por qué sus dos crías tienen bonitas patas rojas?

-Porque las metí en el horno caliente para que sus patitas se enrojecieran. Por eso son de bonitas patitas rojas. No es difícil.

La zorra, después de volver presurosa a su cueva, construyó un horno, buscó leña y prendió fuego. Cuando el interior del horno ya estaba rojo, metió a sus dos crías adentro. Y, sin hacer caso a los llantos de los cachorros, tapó la boca del horno. Después de un rato, cuando abrió el horno y sacó a sus cachorros muertos con patas negras y muy quemadas. En ese momento quiso matar a la huachua mentirosa. Al llegar a la orilla de la laguna vio que la huachua y sus crías ya estaban dentro de la laguna nadando.

-¡Hermanas zorras! ¡Hermanos zorros! Vengan a ayudarme. La huachua ha matado a mis cachorros.

Pronto aparecieron muchos zorros procedentes de muchos lugares.

-Bebamos el agua de la laguna. Secando la laguna atraparemos a la huachua y sus crías y las comeremos.

Todos los zorros comenzaron a beber el agua hasta llenar sus estómagos. Entonces, comenzaron a reventarse uno tras otro.

La huachua, desde el centro de la laguna, presenciaba sonriente las muertes de los muy listos zorros.

CHINA ATUQWAN CHINA WATSWA

Huk watswash, huk qucha kuchunchaw, wawankunata usapakuykaanaq. Tsayman huk china atuq chaarinaq; llullu wachwakunata, rikaykurnin patsa, mikuyninta munapar laqwatyanaqraq. Llullu wachwakunata achkuyta munarnin, shumaqlla witipunaq.

-¿Yamayllaku watswallay? ¿Hukta tapukullaqmanku? -Shumaqlla rimaykukur, umpuyka-chaanaq-.

-Yamayllam, atuqllay. ¿Imata tapukumayta munallanki?

Watswaqa, mantsakashqa, shumaq rimaykukuq, shumaq tapukuq china atuqta rikapaanaq. ¿Imataraq kay china atuq munan? Atuqqa pipapis yanasantsu. Kayqa imatach munan.

-¿Imanir ishkay wawaykikuna shumaq puka chakiyuq kayan?

-Chakinkuna pukayananpaq achaq qullpu rurinman hatirqaa. Tsaymi shumaq puka chaki kayan. Manam ahatsu.

China atuqqa, sas machayninman kutiykur, huk qullputa rurarqan, yantakurqan, ninata waykarqan. Qullpu rurin pukana kaptin, ishkay wawankunata qullpu rurinman hatirqan. Wawankunapa qayarayninta, mana wiyaq tukur, qullpupa shiminta tsaparqan. Tsaypita, qullputa kichar, wañushqa, yanayashqa, alli rupakushqa chakiyuq wawankunata hurqurqan. Tsay patsa, llulla watswata wañutsiyta munarqan. Qucha kuchunman chaykur, watswa wawankunawan qucha rurinchawna wampuykayaqta, rikarqan.

-¡Atuq ñañakuna! ¡Atuq turikuna! Yanapayamaq shayaamuy. Watswam wawaakunata wañutsishqa.

Atska atuqkuna, may tsaypita yurikayarqan.

-Qucha yakuta upyashun. Quchata tsakiskatsir watswata, wawankunata aptashun, mikushun.

Llapan atuqkunaqa qucha yakuta upyayta qallayaanaq pachankuna hunta kanyaqanyaq. Tsaypita, hukraq hukraq, pashtayta qallayaanaq.

Watswaqa, qucha rurinpita, imanaw musyaq tukuq atuqkuna wañuqta, asinaraq rikapaanaq.

3. EL ZORRO Y EL SAPO

(Este relato está extenso en Carranza 2000, p. 118-119).

Una mañana, ante los primeros rayos del sol, un zorro pasaba por una quebrada con manantial. En ese lugar los sapos croaban ruidosamente. El zorro, deteniéndose, buscó a los sapos bullangueros; cuando localizó a uno, le llamó la atención de malas maneras.

-¿Por qué hacen tanto ruido? ¿No pueden cerrar sus bocas grandes?

-Así expresamos nuestra alegría cuando comienza el nuevo día. 

-El ruido no es alegría. ¡Qué asco! Ni siquiera saben caminar ligero.

Como tanto insultaba el zorro, el sapo le respondió sin ningún miedo: Ay, señor zorro, a usted todos le califican: ladrón, mentiroso y que presume de conocimiento y belleza. Si se siente capaz compitamos mañana. Cuando apenas el sol salga, desde aquí iremos hasta el pie del nevado. Mañana me conocerá bien. Yo le venceré. ¿Acepta?

-Sí, acepto. Mañana nos veremos aquí.

El zorro se marchó totalmente despreocupado porque conocía bien el camino; además, sabía que el sapo no caminaba rápido.

El sapo, inmediatamente, convocó a su comunidad. Después de intercambiar bien las ideas, todos los sapos concluyeron: “Mañana le daremos una lección a ese zorro presumido”. Esa noche los cinco sapos escogidos se pusieron en posta desde el manantial hasta el pie del nevado.

El presumido zorro llegó al manantial en la hora del alba de la mañana siguiente. El sapo, acercándose amablemente, le dijo: Señor zorro, hoy competiremos. Pero, por favor, llámeme en el camino para que usted sepa si estoy vivo o muerto. Yo correré de muerte por este camino empinado.

Comenzaron el camino cuando el rayo del Padre Sol llegó al manantial. El zorro, por la tierra; el sapo, por el agua. El zorro, después de dar unos saltos, llamó: ¡Sapo!

-¡Toc! -se escuchó en la parte de arriba.

-¡Oh! ¿Cómo ha podido ir tan rápido? -El zorro aceleró su subida hasta comenzar a jadear. Mirando el camino recorrido llamó otra vez: ¡Sapo!

¡Toc! -otra vez en la parte de arriba.

El zorro, sorprendido, dio saltos sin control hasta fatigarse. Ya estaba con la lengua afuera jadeando. Pero, viendo la mitad del camino recorrido, llamó: ¡Sa…po!

-¡Toc! -se escuchó rápido abajo-. El sapo de abajo, por error o por pensar bien, croó por segunda vez. El de arriba se quedó callado porque vio la ubicación del zorro.

¿Acaso no? El zorro sonrió. Como estaba muy cansado, quiso descansar y se tendió usando su rabo como almohada. Al despertar de su ligero sueño, llamó por cuarta vez: ¡Sapo!

Hubo silencio. El sapo que se había callado antes, también se calló esta vez. El zorro bailoteó pensando en la victoria; pero, después del tiempo de silencio se escuchó: ¡Toc, toc!

Este croar repetido se oyó como desde muy cerca del pie del nevado. El zorro, sin pensar en su resistencia, corrió, saltó hasta perder toda su energía. Antes de llegar al pie del nevado cayó para no levantarse nunca más. La sangre manaba de su nariz; se puso tieso temblando.

Los sapos, enterados del final del zorro, croaron en todo el recorrido del arroyo. Aprendieron: si nos ayudamos recíprocamente podemos vencer al que se cree poderoso.

ATUQWAN AMPATU

Rupay yarquptin huk atuq pukyu kallkipa aywaykaanaq. Tsay patsachaw ampatukuna awriqayanaq. Atuqqa ichiykur, awriqaq ampatukunata ashirqan; hukta tariykurnin llutanpa piñaparqan. 

-¿Imanir awriqayanki? ¿Manaku hatun shimikikunata wichqayankiman?

-Tsaynawmi, mushuq hunaq qallaptin, kushikuyaa.

-Awriqayqa manam kushikuytsu. ¡Atataw! Sas purikuyllatapis yachayankitsu.

Tsaynawna atuq ashaptin, ampatuqa, mana imata mantsar, kayta nirqan: Ay, atuqllay, qamtam piimay nishunki: suwa, llulla, musyaq tukuq, shumaq tukuq. Aypa kaptikiqa waray llallinakushhun. Rupay yarqamuptin patsa kaypita rahu chakinyaq aywashun. Waraymi alli riqillamanki. Nuqam shiqishqayki. ¿Aanillankiku?

-Ari, aaniimi. Waraymi kaychaw rikanakushun.

Atuqqa, mana imatapis yarpachakur, aywakurqan; payqa naanita alli riqiq, ampatu mana sas purinqantapis musyaq. 

Ampatuqa, tsay patsa, ayllunta qayarqan. Alli willanakuskir, llapan ampatukuna niyarqan: “Waraymi tsay nikachaq atuqta yachatsishun”. Tsay paqas, pukyupita rahu chakinyaq, pitsqa akrashqa ampatukuna chaski chaski churakayarqan.

Nikachaq atuqqa, waraanin rumpa rumpa, pukyuman charqan. Ampatuqa, shumaqlla witipuykur, nirqan: Atuqllay, kananmi llallinakushun. Kawanqaata, wañunqaata musyanaykipaq naanichaw qayallamanki. Nuqaqam wañuypa kay chacharaq naanita aywashaq.

Inti Yayapa shapran pukyuman chaariptin naanita qallayaanaq. Atuqqa, patsapa; ampatuqa, yakupa. Atuqqa huk ishkayta tiwyaskir qayarqan: ¡Ampatu!

-¡Tuq! –hanaqchaw wiyakarin.

-¡Yaq! ¿Imanaw saslla aywarqun? -Atuqqa, haakallyayta qallanqanyaq, saslla witsarqan. Purinqan naanita rikapar huk kuti qayarqan: ¡Ampatu!

-¡Tuq! -kay kutipis hanaqchaw.

Atuqqa, mantsakashqa, pishipanqanyaq llutanpa tiwyarqan. Qallunta aqtsuhqa haakallyarqan. Imanawpis, pullan naanita purinqanta rikaykur qayarqan: ¡Am…pa…tu…!

-¡Tuq! -urachaw sas wiyakarin-. Ura kaq ampatuqa, pantartsuraq, alli yarpartsuraq, ishkay kuti ¡tuq! nirqan. Hanaqchaw kaqqa, maychaw atuq kanqanta rikar upaalla kakurqan.

¿Manaku? Atuqqa asinatyarqan. Pasaypa pishipashqa karnin shuutayta munar, chupanta hawnakur, iskaarirqan. Ichikta puñunqanpita rikchar, chusku kutichaw qayarqan: ¡Ampatu!

Tsunyarqan. Naaqa upaallaq ampatuqa, kay kutichawpis, upaallarqan. Atuqqa, shiqinqanta yarpar, tushuykacharqan; tsay tsunyapita wiyakarqan: ¡Tuq, tuq!

Kay tuqtuqyaqa rahu chakinpitanawna wiyakarqan. Atuqqa, mana kallpanta musyar, sas aywarqan, tiwyarqan llapan kallpan ushkanqanyaq. Manaraq rahu chakinman char ishkirqan manana shaarinanpaq. Yawar sinqanpita yarqurqan; karkaryar chukrurqan.

Ampatukunaqa, imanaw atuq ushakanqanta musyaskir, llapan yakuchaw awriqyarqan. Yachakuyarqan: Yanapanakurqam, aypa tukuqtapis aywatsintsik.

4. EL ZORRO Y EL CÓNDOR

Una mañana un cóndor estaba sentado soleándose al borde del camino. Allí llegó un zorro; después del saludo recíproco, preguntó al cóndor.

-Tío cóndor, ¿tiene frío?

-Sí, tengo mucho frío, y tengo mucha hambre.

-Yo también tengo hambre; pero frío, ni en el nevado -miró sonriente al nevado Apurraju-. Subamos al nevado para ver quién de nosotros sobrevivirá en el frío.

El cóndor, comprendiendo la intención del zorro, contempló muy silencioso al nevado. Luego, mirando al zorro, le respondió resuelto:

-Ahora mismo subamos al regazo del nevado. Está cerca. Allí nos veremos. Si yo muero de frío, tú me comerás; si tú mueres, yo te comeré. Ambos estamos hambrientos.

Ya en el regazo del nevado ambos se miraron. El cóndor, pisando sus alas, temblaba de frío. El zorro, recostado sobre su rabo, simulaba no sentir frío.

-Zorrito, yo tengo mucho frío. ¿Tú no tienes frío?

-Yo no ten…go frí…o. -No dejaba de mentir aun teniendo problema al hablar.

El cóndor se le acercó al zorro. Entonces, se dio cuenta que el zorro ya no respiraba bien. El zorro se estaba muriendo.

-Zorrito, vayámonos de aquí. De hambre no nos vamos a morir rápido.

Todo fue silencio. El zorro ya estaba muerto. El cóndor, dejando al zorro muerto y llenándose de fuerza, salió del nevado.

ATUQWAN KUNTUR

Huk kuntur, huk alliq, naani kuchunchaw, hamaykur mashaakuykaanaq. Tsayman huk atuq chaanaq; napakunakuskir kunturta tapurqan.

– Kunturllay, ¿alalankiku?

-Ari, allaapam alalaa, allaapam mallaqaa.

-Nuqapis mallaqaami; alayqa, rahuchawpis, manam -asinarar Apurrahuta rikaparqan-. Rahuman laatashun, maa mayqantsikshi alaychaw kawanqa.

Kunturqa, atuq ima munanqanta maakur, upaallalla alaq rahuta rikaparqan. Tsaypita, atuqta rikapar, musyatsirqan:

-Kanan patsa taqay Apurrahupa millqanman laatashun. Manam karutsu. Tsaychaw rikanakushun. Nuqa alaypita wañuptiiqa, qam mikumanki; qam wañuptikiqa, nuqa mikushqayki. Ishkantsik mallaqantsik.

Rahupa millqanchawna, rikanakuyarqan. Kunturqa, rikranta haruykur, alalar karkaryaq. Atuqqa, chupan hananchaw hitarar, mana alalaq tukuq.

-Atuqllay, nuqa allaapa alalaa. ¿Manaku qam alalanki?

-Nuqa a…la…laa…tsu. -Manana alli rimaykarpis, llulla kayninta haqiqtsu.

Kunturqa atuqta witipurqan. Tsay patsa, atuq mana alli shuutanqanta musyarin. Atuqqa wañuykanaqna.

-Atuqllay, kaypita aywakushun. Mallaqaypitaqa manam sas wañushuntsu.

 Tsunyalla. Atuqqa wañushqana kanaq. Kunturqa, wañushqa atuqta haqiskir, alli kallpatsakur, rahupita yarqurqan.

5. HOMBRE ZORRO: ATUQ RUNA.

Canción ancashina con ritmo de huayno.

AY, ZORRO, ZORRO                                         ATUQLLAY, ATUQ

Ay, zorro, zorro; zorro de la jalca.         Atuqllay, atuq; hallqa marka atuq. 

A ti y a mí, la gente nos aborrece.                 Qamtawan nuqatam, runa chikimantsik.

A ti te aborrece porque robas su oveja.                Qamtam chikishunki, uushanta suwaptiki.    

A mí me aborrece porque rapto a su hija.             Nuqatam chikiman, tsurinta suwaptii.                      

Tú debes devolver su oveja y gallina.           Qammi kutisinki, uushanta, wallpanta.                    

Yo debo devolver su hija y nieta.                           Nuqam kutitsishaq wawanta, willkanta.

6. ZORRO, HOMBRE Y SERPIENTE

(Relato extenso en Carranza 2000, p. 115-117).

Un hombre, que volvía de la región cálida hacia su pueblo, sorprendió a un gavilán sobre la piedra al borde camino. El gavilán, asustado, se marchó volando. El hombre vio en la piedra una serpiente tierna ya rasguñada.

¡Pobrecita!, el gavilán ha querido comerla. Me la llevaré en mi bolso.  -No pensó en cómo iba a ser después la vida de esa serpiente de la región yunga.

Pasando los meses la serpiente se convirtió en una bestia inmensa. Después de comerse todo el ganado del hombre, una mañana le amenazó:

-Si hasta esta noche no me traes comida, a ti mismo te comeré. Tengo mucha hambre. Si quieres seguir viviendo, tráeme comida.

Ya a mediodía, el hombre -al no hallar nada para la serpiente- estaba sentado muy triste al pie de una piedra grande. Allí llegó un zorro.

-Oiga, ¿por qué usted está triste?

-Yo, por compasión, traje aquí una serpiente tierna. Esa malvada bestia, después de acabar todo mi ganado, ahora quiere comerme.

-Es tu propia culpa. ¿Para qué trajiste aquí a la bestia de la región yunga?

-¿Mi culpa?

-Sí. Compadecerse del malvado no es ser bueno; es ser tonto. -Del enojo pasó a la reflexión-. Mata a esa bestia. Yo te ayudaré. Después me regalarás un ganado. ¿Aceptas el trato?

-Acepto. Haré lo que me digas.

-Consíguete soga, bolsa grande y hacha. Yo iré detrás de ti. 

El hombre, llegando al patio de su casa llama a la serpiente: No he hallado tu comida. ¡Cómeme ahora! La malvada bestia grande sale reptando y lengüeteando. En eso alguien silba.

-¿Quién es? -el hombre pregunta como si no supiera nada.

-Soy tu amigo zorro. Quiero hacerte la visita.

La serpiente, enrollándose rápido, habla en voz baja: Dile que venga, a él me lo comeré. Así, vivirás un poco más.

-Ven, pronto.

-¡Oh! ¿Qué es lo que está enrollado en el patio? Tengo mucho miedo. Mételo dentro de la bolsa. Y ata la boca de la bolsa.

La serpiente, después de entrar rápido a la bolsa, dice: “Simula que atas la bolsa, saliendo rápido comeré al zorro”. El hombre, después de atar bien la bolsa, llama al zorro: Pasa nomás.

-¡Qué miedo! Algo se mueve dentro de la bolsa. A ver, poniéndolo sobre el tronco háchalo.

Desde dentro de la bolsa la serpiente dice: “Simula hacharme. Cuando el zorro llegue aquí me lo comeré”. En ese momento el hombre da hachazos a la bestia en la cabeza con toda su energía varias veces hasta matarla.

Mientras el hombre da hachazos a la bestia el zorro baila avisando a gritos: “¡La bestia ya murió! ¡La bestia ya murió!” Muchos hombres llegan a la casa y sacan de la bolsa a la bestia muerta. El zorro repite: “Compadecerse del malvado no es ser bueno; es ser tonto”.

Desde entonces la gente dice: Compadecerse del malvado no es ser bueno; es ser tonto.

ATUQ, RUNA, AMARU

Huk runa, yunqa markapita markanman kutiykar, nanni kuchun rumi hananchaw huk pitsakta tariykun. Pitsakqa, mantsakashqa, paarir aywakun. Runaqa rumichaw sirqishqana llullu amaruta rikaykun.

¡Allawchi!, pitsak mikuyta munarqun. Pikshaachaw apakushaq. -Imanaw tsay yunqa amaru kawanan kaqtaqa mana yarpachakurqantsu-.

Killa killapita, amaruqa sas hatunkaray kuru tikrarqan. Runapa llapan waatanta mikuskir, huk alliq payta mantsatsirqan:

-Kanan paqasyaq mikuynii mana apamuptikiqa, kikikitam mikushqayki. Allaapam mallaqaa. Kawayta munarqa, mikuynii apamuy.

Pullan hunaqna, runaqa -amarupaq imatapis mana tarir- hatun rumi chakinchaw llakishqa hamaran. Tsayman huk atuq chaarin.

-¡Aw!, ¿imanirtan llakishqa kaykallanki?

-Nuqam huk llullu amaruta llakipar apamurqaa. Tsay mana alli kuru, llapan waataata ushaskir, kananqa mikumayta munan.

-Kikikipa hutsaykim. ¿Imapaq yunqa kuruta kayman apamurqayki?

-¿Hutsaa? 

-Ari. Mana allita llakipayqa manam alli kaytsu; upa kaymi. -Piñaykar yarpachakuyta qallan-. Tsay kuruta wañutsiy. Nuqam yanapashqayki. Tsaypita huk waatata qaramanki. ¿Aaninkiku?

-Aaniimi. Nimanqaykitam rurashaq.

-Waskata, hatun shikrata, ayrita ashii. Nuqam qipaykita aywashaq.

Runaqa, wasin punkunman chaarir amaruta qayan: Manam mikunayki tarirquutsu. ¡Kanan mikumay!  Mana allí hatun kuruqa, qarachakar, laqwatyar, yarqun. Tsaychaw piichi shukarin.

-¿Pitan? -runaqa, mana musyaq tukur, tapukun.

-Yanasayki atuqmi kaa. Watukaynikitam munaa.

Amaruqa, sas awrikaskir, pakayllapa nin: Shamuy nii, paytam mikushaq. Tsaynawqa, kawankiraqmi.

 -Sas, shamuy.

-¿Imatan wasipunkuchaw rawkaran? Mantsakuumi. Shikraman hatiy. Shikrapa shiminta watay.

Amaruqa, shikraman sas yaykuskir, nin: “Shikrata wataq tukuylla, sas yarqurmi atuqta mikushaq”. Runaqa, shikrata alli wataykur, atuqta qayan: Yaykamuy.

-¡Achachay! Shikra rurinchaw imach kuyukun. Maa, kullu hananman churaykur ayriy.

Amaruqa,shikra rurinpitaqa, nin: “Ayrimaq tukuylla. Kayman atuq chaamuptin payta mikushaq”. Runaqa, tsay patsa kurupa piqanta, wañutsinqanyaq, llutanpa ayriypa ayrin.

Runa, kuruta ayrinqanyaq, atuqqa tushun, qayaykachar willakur: “¡Kuruqa wañushqanam! ¡Kuruqa wañushqanam!” Atska runakuna wasiman chan, wañushqa kuruta shikrapita hurquyan. Atuqqa huk kuti nin: “Mana allita llakipayqa manam alli kaytsu; upa kaymi”.

Tsay punpita, runakunaqa niyan: Mana allita llakipayqa manam alli kaytsu; upa kaymi.

7. COMENTARIO

7.1. No es prudente subestimar a otro. El zorro es derrotado por animales a quienes los infravalora. Esto se demuestra en tres relatos: La zorra y la huachua, El zorro y el sapo, El zorro y el cóndor. Y, lo peor, muere sin darse cuenta de su falta de prudencia en la vida.

La huachua, ave acuática, sabe que la laguna está llena porque un arroyo que baja de la parte alta la llena; luego, el agua continúa hacia abajo. Por tanto, imposible que los zorros puedan secarla; por eso, “presenciaba sonriente las muertes de los muy listos zorros (…imanaw musyaq tukuq atuqkuna wañuqta asinaraq rikapaanaq)”.

La derrota del que se autoestima demasiado hace sonreír al narrador y a los receptores.

7.2. La solidaridad es necesaria para sobrevivir. La solidaridad sapina vence la egolatría vulpina. En el español peruano, la palabra sapo también significa: sabido, vivo, ingenioso; es decir, inteligente.

En el latín tardío, sapidus (sabio, nominativo), sapidum (acusativo): sapidum > sapidu (apócope de m) > sapido (apertura de u en margen final absoluta) > sapio (síncopa de d intervocálica) > sapo (síncopa de i en distribución inicial de diptongo creciente). Quizás esta analogía fonética también corrobora que los vocablos sapo y sabio, algunas veces, tengan el mismo campo semántico.

7.3. Los malos modelos se internalizan. En la canción “Atuqllay, atuq”, texto 4, el varón, que se cree muy macho, se identifica con el zorro. El varón zorro (atuq ullqu) considera a la mujer como una presa o un botín que debe poseerla. Para lograr su objetivo, recurre a todo: mentira, zalamería, confianza y rapto. Lo peor es el hecho de engendrar hijos para después abandonarlos o “devolver hija y nieta” a la familia. Y este hecho lo considera como una gran hazaña. En Perú, por la conducta vulpina de los padres irresponsables (hombres zorros), hay muchos niños abandonados. Y el mensaje machista de esta canción, de tanto ser repetida, se internaliza; por eso, no es un simple canto; es la descripción de la triste realidad.

En el español peruano el verbo “comer” también significa: conquistar y fornicar a la mujer. El zorro come ovejas y gallinas; el varón vulpino “come” mujeres y las arrebata de su familia como un botín.

7.4. La sabiduría consiste en distinguir el bien del mal. En el relato “Zorro, hombre y serpiente” (Atuq, runa, amaru) el zorro aparece como un ser dispuesto a ayudar al hombre ingenuo que no sabe distinguir el bien del mal.

El zorro es el autor intelectual de la muerte de la serpiente, una bestia ingrata y ruin. Y, enseña a la gente: “Compadecerse del malvado no es ser bueno; es ser tonto” (“Mana allita llakipayqa manam alli kaytsu; upa kaymi”). Por eso, ningún ser es el símbolo absoluto de la maldad.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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“Z”, LA CIUDAD PERDIDA

Revista Tiempo GNA*

Para ciertas personas, la radiante belleza de la jungla tiene un atrapante magnetismo y es una suerte de invitación a descubrir sus secretos, de los que no es fácil volver. Se sabe que muchos aventureros han salido a buscar la ciudad de los Césares, incluso en tiempos modernos, y jamás se ha sabido de ellos. La leyenda de El Dorado, u “Hombre de Oro”, se basaba en una historia presumible auténtica de un gran rey indígena que de día se cubría en polvo de oro para brillar como un dios. Para algunos historiadores era un ritual que podría haber ocurrido en alguna parte de la selva amazónica presumiblemente en Manaos o cerca de ahí y que finalizó con la llegada del hombre europeo. Dichas investigaciones se basan en relatos de exploradores ingleses y españoles que recorrían el Orinoco unos 100 años después del descubrimiento de América. Cuando veían aborígenes con piezas de oro y les preguntaban dónde las habían encontrado respondían “Manoa”.

Las tribus aunque estuvieran a cientos de kilómetros entre ellas disponían de una eficiente comunicación y al conocerse la crueldad de los invasores europeos para despojarlos de ese metal, la ceremonia del “Hombre de Oro” fue abandonada en el siglo XV, pero los conquistadores la alcanzaron a conocer y fácil es imaginar el esfuerzo que hicieron para descubrir ese lugar.

El Coronel Fawcett

En la selva de Sudamérica han desaparecido numerosas personas hasta expediciones completas. La más comentada fue la del Coronel británico Percy H. Fawcett que llegó a trabajar para el servicio secreto de Su Majestad. Este militar desde 1906 se encontraba en Brasil confeccionando cartografía en zonas limítrofes.

Desapareció cuando exploraba el Amazonas y hasta la fecha no se tiene noticias de él ni de su grupo.

Según escritos de la época, estaba en la selva brasileña con dos hombres más tratando de localizar una ciudad legendaria nunca descubierta por el hombre blanco. Fawcett conjeturó que ese asentamiento existió en la región de Mato Grosso de Brasil y podría tener una antigüedad aproximada a los 11.000 años. La tradición oral mencionaba que había calles fijadas con lingotes de plata y hasta las paredes de ciertas casas serían oro. No era difícil de creer esto, pues para esos años el oro en determinados lugares se obtenía con la mano casi a ras de suelo, y la plata para los nativos no era un metal valioso. Ese fabuloso lugar, los españoles la buscaron en vano durante siglos sin encontrarlo. Fawcett, explorando la selva, un día descubrió un túnel cuya entrada estaba oculta y en su interior había viejos moldes dentro de los que se vertía el oro fundido. Más tarde alguien le acercó una estatuilla esculpida en basalto negro y dedujo que pertenecía a la ciudad perdida en Brasil. A pesar de todo su esfuerzo, la única población que Fawcett encontró fue cierto asentamiento aborigen al que le dio el nombre “Ciudad perdida Z” y estaría al sureste del Perú y norte de Bolivia. También supo que cuando los conquistadores españoles avanzaban en los Andes, los incas tapiaron las principales minas de oro y plata al este de la cordillera ocultando las huellas. Hasta el día de hoy se desconoce dónde estarían.

No todo es fantasía

En ciertos archivos históricos, actualmente se encuentran registrados los nombres incluso la producción que tenían estas minas hasta 1780, pero no han vuelto a ser descubiertas. Cuenta la tradición de la existencia de pequeños túneles en la ladera de alguna montaña con vasijas conteniendo oro y plata que habían ocultado los incas para que no cayeran en manos del conquistador. Se tiene la certeza que escasos aborígenes conocen la ubicación de algunas minas y tesoros ocultos, pero por respeto a sus antiguos dioses nunca dirán nada; por otra parte su vida correría peligro. El explorador inglés sabía todo esto y estaba absolutamente convencido de sus investigaciones, por lo que luego de distintas expediciones el 29 de mayo de 1925 partió en la que sería su última salida. Desde su desaparición fue intensamente buscado sin éxito por años; incluso hasta 2002 distintos investigadores trataron de encontrar alguna prueba de su desaparición en ese infierno verde.

Nunca se encontró algún indicio y la mayor sospecha se centra en que fueron asesinados por salvajes, algo que también suele ocurrir ocasionalmente hoy día. En abril de 2004, en el estado amazónico de Rondonia (Brasil), los indios masacraron a 41 “garimpeiros” (buscadores de oro y diamantes).

Es decir, el coronel británico aunque estaba equivocado sobre la existencia de “Z” la ciudad perdida, no lo estaba sobre la existencia de minerales preciosos.

Otra historia real

En El Maitén (Chubut) en 1973, el Jefe de la Sección de la GNA emplazada en esa localidad conoció a un aborigen llamado Catriful, que se ganaba la vida cortando leña. Los fines de semana, concurría a un destartalado boliche de campo donde pasaba horas bebiendo vino y para sorpresa de la paisanada el aborigen ocasionalmente pagaba sus gastos con algunas pepitas de oro y por más que en distintas ocasiones intentaron emborracharlo para que contara dónde las encontraba, jamás pudieron obtener indicio alguno. Para todos era una gran incógnita y por eso lo respetaban. Cuando el oficial de Gendarmería se enteró de ese murmullo le fue imposible de comprobarlo, pero enseguida lo asoció con un sacerdote que lo visitaba. El cura sin demostrarlo le dijo que también las obtenía. Lamentablemente falleció en la montaña al desbarrancarse el tractor que conducía en un accidente muy insólito y como es de imaginar, murió sin revelar el secreto. Que en las entrañas de Sudamérica se oculten enormes riquezas no es de extrañar. Desde la conquista española en los Andes muchos pagaron con su vida buscando el oro de los incas, incluso la selva sepulta en su bullicioso silencio el secreto del destino de otros osados visionarios. La duda que salta a vista es que, si con la actual tecnología no se ha descubierto lo que Fawcett estaba buscando es muy difícil que pueda existir y que todo haya sido un embuste de los nativos.

Pero… nunca se sabe.

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Artículo publicado por la Revista Tiempo GNA 79.