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EL NEOLOGISMO GINECOCIDIO A PUNTO DE APROBACIÓN EN LA RAE

Abraham Gómez R.*

Imagen: 809499 en Pixabay

Desde que tuve el atrevimiento, hace cinco años, de proponer ante nuestra Real Academia Española la resignificación para denotar un abominable fenómeno de patología social, la mencionada entidad de las letras me ha pedido, siempre y de muchas maneras, que densifique la justificación argumentativa de lo que sometí a su examinación y posible aprobación.

De entrada, expuse que hay una trampa léxico-semántica urdida en la construcción y en el significado del término femicidio (o feminicidio); con cualquiera de los dos que se emplee se ha pretendido atenuar y ocultar una terrible verdad, en preocupante incremento mundial: la muerte de las mujeres; sin que nos detengamos en los motivos que impulsaron la perpetración del hecho o los contextos donde ocurrieron.

En cualquier parte, matar a una mujer es ginecocidio.

En el escrito que consigné ante ese exigente Cuerpo Rector de nuestro idioma ―donde fue admitido y referido a su sala de observación― sostenemos que es un desacierto lingüístico expresar femicidio para hacer saber que se comete “homicidio” contra la mujer.

Esta escogencia terminológica (que además confunde) nos luce impropia.

Explico por qué. Porque, nos acostumbraron los medios (y ahora las redes) a generalizar ―en el mismo paquete― que un homicidio, indistintamente, se comete contra un hombre o una mujer. Eso no es verdad. Debemos saber especificar el caso concreto.

Así entonces, he hecho saber en mi moción que cuando se aniquila físicamente a una mujer —por las excusas o pretextos sean― no puede considerarse como homicidio, sino ginecocidio; del griego: Gyné, Gynaikos, Gineco que denota con exactitud: mujer; más el sufijo –cidio, cid, que se forma por apofonía de caedere: matar, cortar.

Como todos saben, la mencionada indagación lingüística, contentiva de mi sugerencia idiomática, la consigné en la instancia correspondiente de la RAE para que ―según ha ido aprobando los estudios que le han hecho― se reflexione, se cree y nazca en justicia una nueva palabra para llamar tal deleznable acaecimiento por su nombre. Sin falsos ocultamientos o disimulos.

Este trabajo de inmediato ―según nos han comunicado― entró en un proceso complejo y exhaustivo, para evaluarlo integralmente.

Debo manifestarles la inmensa alegría que sentí, en mi condición de proponente del citado neologismo, cuando a este nuevo término, como paso introductorio para su posible admisión, le abrieron un expediente (registro). Ha llevado una extraordinaria dinámica.

Procedieron nuestros honorables académicos, acto seguido, a nombrar  una comisión de lexicógrafos, para que iniciaran el trabajo de disección morfo-sintáctica; igualmente procedieron a examinar si cumplía con los requerimientos de válida construcción léxico-semántica; así además, su articulación fonética, la posible función fonológica que se le atribuye; su semiótica (significado preciso); la aplicación pragmática (uso práctico en una circunstancia determinada) o de cualquier otra consideración que ellos crean conveniente para el análisis.

Exhaustiva e interesante labor a la que ha sido sometido el vocablo ginecocidio, por parte de nuestra máxima autoridad de la lengua española en el mundo; precisamente porque tal rigor comporta una de sus concretas funciones, según lo contempla el artículo primero de sus Estatutos:

“[…tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor…”

Hemos entregado a tiempo, a la RAE, todos los elementos justificadores de Ginecocidio, como palabra que irrumpe y reclama, más temprano que tarde, su justo espacio en el olimpo del léxico de nuestro idioma.

Debo dejar dicho también que, a veces, se producen decepciones y críticas al Alma Mater de las Letras por incorporar al Diccionario de la Lengua española (DLE) palabras que no se usan o que nadie conoce, dejando atrás otras cuya notoriedad y merecimientos son evidentes.

Estoy consciente de todos esos riesgos; sin embargo, tengo la inmensa satisfacción que asumo, como tarea, un modesto aporte lingüístico para develar, con la mayor exactitud, los crímenes atroces que contra las mujeres se cometen y que la mayoría de las veces, algunos medios de comunicación, además en la RED o en conversaciones cotidianas, se pretenden disimular el ginecocidio.

Entendamos, en solidaridad humana, que cuando liquidan físicamente a una mujer, no están matando al género femenino; están matando a la mujer, al ser humano; no despachar con el empleo de   femicidio o feminicidio muerte por razones de género.

Tamaña abominación jamás puede ser calificada de otra manera. Hay que denunciarlo como lo que realmente se cometió: un ginecocidio.

A ese absurdo, de no querer decir las cosas por su nombre, nos oponemos.

Y como hay insistencias para presentar y maquillar públicamente la muerte de una mujer como un homicidio, sin más.

La RAE nos hace, a cada momento, la severa advertencia con respecto al vocablo propuesto.

No basta que el término ginecocidio se presente a consideración de los expertos y que el solicitante haga las suficientes justificaciones. Tan importante como lo anteriormente señalado, el neologismo debe tener plena acogida en todos los ámbitos comunicativos. Ellos denominan esta práctica, Frecuencia de Uso.

Así entonces, solicito la cooperación para que le demos Frecuencia de Uso en nuestros diarios y constantes actos de habla al vocablo que en estos momentos estudia la RAE.

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 

EL ARTE DE PENSAR

Marcelo Javier de los Reyes*

«El Pensador»de Auguste Rodin (1840-1917) es una obra realizada en 1880, ideada por el escultor para una de las alegorías y personajes de La puerta del Infierno, obra monumental inspirada en la Divina comedia de Dante Alighieri. Gracias a la gestión del primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, el pintor e historiador del arte Eduardo Schiaffino, se realizó una copia de la obra francesa que vino directamente de París a Buenos Aires en 1907. Fuente: Ministerio de Cultura de la Nación, https://www.cultura.gob.ar/el-pensador-de-rodin-como-llego-a-buenos-aires-la-celebre-escultura_6641/.

Entre fines de noviembre y comienzos de diciembre de 2023 tuve a mi cargo un Taller de Análisis en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata, de la cual soy profesor de Inteligencia. Tuve el gran placer de ser el primer profesor de la cohorte que ingresó en 2022 y de cerrar su cursada con este taller.

Cuando me pidieron un nombre para este curso se me ocurrió recurrir al primer capítulo del ensayo literario titulado Un arte de vivir[1] escrito en 1939 por André Maurois, seudónimo del escritor, ensayista e historiador, miembro de la Academia francesa Émile Salomon Wilhelm Herzog (1885-1967).

Esa primera parte del libro se llama «El arte de pensar» y si bien me pareció un título un poco ostentoso lo consideré apropiado para este taller, porque este es nuestro desafío: pensar.

Dice Maurois:

Llamamos pensamiento al esfuerzo que hace el hombre para adivinar o prever, combinando símbolos o imágenes, los efectos que producirán sus actos entre las cosas reales. Todo pensamiento es un esquicio de acción.[2]

Maurois dice que pensamos de diversas formas, una de ellas es «pensar con el cuerpo» y pone como ejemplo al gato que salta sobre la mesa cayendo en el punto preciso que había elegido sin romper una taza o rozar un vaso. Y lo hace con gracia. Destaca que la elección del punto en el que va a posarse ni el cálculo son conscientes porque el gato «ha pensado con sus músculos, con sus ojos»[3]. «A partir de una imagen presente pudo imaginar los movimientos futuros de su cuerpo», expresa el autor.

Lo propio hace un deportista, un jugador de tenis, de fútbol, un esgrimidor o un acróbata. En cada especialidad se deben adaptar los músculos en cuestión de segundos.

Maurois también vincula al escultor con su obra pero menciona que «ciertos seres vivientes aprenden incluso a pensar con el cuerpo de otros» y con esto se refiere a que si un animal ve que corderos o caballos entran en pánico actuarán no porque «comprenda la causa del pánico, sino porque la experiencia de la especie, inscrita en sus instintos más profundos, le enseña que el cordero que no siguiera a la manada se hallaría a merced de sus enemigos»[4].

Los estudios más recientes llevados a cabo por las neurociencias nos dan mayores explicaciones sobre el porqué de esas reacciones no sólo en los animales sino también en el hombre, pero no me quiero desviar de la obra que tomé como eje para una parte del taller.

Maurois también se refiere a «pensar con las palabras». Por ejemplo, un estadista no piensa con su cuerpo ni usa su fuerza para mover objetos ni sus manos para moldear el mármol sino que recurre a símbolos, signos que representan cosas o individuos y estos signos son las palabras[5]. Expresa que «El hombre que piensa con las palabras no mueve más que sonidos o signos»[6].

A diferencia del hombre que piensa con las manos, el que piensa con palabras tiene la capacidad, sin esfuerzo, «de poner en movimiento pueblos, ejércitos, continentes». Es lo que puede realizar un jefe de Estado o alguna autoridad de gobierno sólo con su movimiento de labios[7]. Una palabra que llama a la movilización puede destruir ciudades y una civilización. Dice Maurois:

Cuando se reflexiona sobre los efectos posibles de una sola palabra, se comprende que el lenguaje haya sido considerado por los pueblos primitivos como un poder mágico.[8]

Sin embargo, existe una imposibilidad de que las palabras muevan o cambien las cosas «porque la simplicidad de la frase no representaba con suficiente exactitud la complejidad de las cosas»[9].

Mi experiencia sobre este ensayo es que el lector se desliza sobre el texto dada la fluidez y la ilación de las ideas. De este modo Maurois nos lleva del pensar con el cuerpo y del pensar con las palabras a la comunicación. Plantea que en la vida humana todo requiere de cierta regulación y fue así como el hombre debió «regular la circulación de las palabras» y para ello se apeló a la lógica. Expresa Maurois:

La lógica debería ser el arte de seguir, al desplazar las palabras, ciertas reglas que serían también garantías, porque estas reglas del mundo interior coincidirían con las del mundo exterior.[10]

La lógica es una parte de la filosofía que estudia las formas y principios generales que rigen el conocimiento y el pensamiento humano, considerado puramente en sí mismo, sin referencia a los objetos[11].

La lógica es método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas[12]. Es decir que la lógica es la ciencia que estudia la corrección de los razonamientos, tanto formales como no formales.

Entonces existen leyes de la razón humana que «son algunas reglas de pensamiento que habrían de ser verdaderas para todos los hombres y para todos los tiempos». Por ejemplo el «principio de no contradicción», es decir que algo no puede ser al mismo tiempo una cosa y a la vez la contraria.

La lógica no puede inventar nada. Una casa es una casa pero la experiencia o la intuición serán las que permitan agregar que, por ejemplo, la casa está deteriorada o está embrujada.

Sin embargo hay razonamientos ―silogismo, razonamiento deductivo que se compone de tres elementos básicos: una premisa mayor, una premisa menor y una conclusión que las relaciona― que por sus premisas nos pueden llevar a resultados erróneos.

Un razonamiento correcto sería:

Premisa mayor: una proposición general: Los mamíferos lactan a sus crías.

Premisa menor: una proposición específica: Los perros son mamíferos.

Conclusión: basada en las dos premisas anteriores: Los perros lactan a sus crías.

Sin embargo podemos encontrarnos con falacias, como por ejemplo:

a) Ningún hombre respira bajo el agua.

b) Los buzos respiran bajo el agua.

c) Ningún buzo es un hombre.

O este otro ejemplo de una falacia:

a) Todos los perros comen.

b) Todos los hombres comen.

c) Todos los hombres son perros.[13]

El texto de Maurois nos lleva luego a los métodos que nos permiten acceder al conocimiento, para lo cual recurre a reconocidos filósofos, métodos que sin duda usamos a diario pero que la mayoría de los individuos desconocen su origen.

El método cartesiano

Su nombre proviene del filósofo, matemático y físico francés René Descartes ―en latín Renatus Cartesius, nacido en La Haye en Touraine en 1596 y fallecido en Estocolmo en 1650) quien es considerado el padre de la geometría analítica y la filosofía moderna.

Su propósito es descartar de los razonamientos las causas de error.

Expuso su método filosófico y científico en Reglas para la dirección de la mente (1628) y más claramente en su Discurso del método (1637).

Entre sus reglas se destacan:

No aceptar como verdadera ninguna cosa que no sea reconocida como evidentemente tal.

Es decir que no aceptaría como verdadera una cosa si no creyera que lo sea. Para ello recurre a otra regla:

Evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención.

Con precipitación se refiere a que el hombre no puede comprender rápidamente lo que es difícil. Es decir que la precipitación nos puede llevar a error pero no es la única causa. Otra causa es la prevención. Nosotros estamos afectados por nuestras subjetividades, por nuestras opiniones, nuestro entorno familiar, nuestra educación, nuestra experiencia, todo lo cual nos impone sentimientos. Del mismo modo obran nuestros intereses.

Dice Maurois:

Cuando el amor o el odio mandan, la razón debe seguirles y encontrar razones para justificar sus locuras.[14]

Lo que Descartes nos propone en su Discurso del Método es, primero, liberar nuestra razón de las pasiones y después emplearla bien y para esto nos indica un cierto número de reglas:

Conducir por orden nuestros pensamientos, yendo de los más simples a los más complejos…

Dividir las dificultades en tantas partes como sea posible…

Hacer en todo enumeraciones tan enteras y revisiones tan generales que se esté seguro de no haber omitido nada…

El método experimental

Este método se atribuye al filósofo, político, abogado y escritor inglés Francis Bacon (Strand, Londres, 1561 – Highgate, Middlesex, 1626), a quien se considera padre del empirismo filosófico y científico. Sin embargo, la experimentación es propia del hombre desde tiempos remotos y nosotros mismos hacemos experimentación en nuestra vida cotidiana.

Se trata entonces de un método sencillo basado en la experimentación.

Cabe recordar que para llevar a cabo su tarea, el analista de inteligencia se vale de

    • los conocimientos previos,
    • de la experiencia y
    • de la intuición

La experiencia no es ciencia pero de la experiencia se deriva el razonamiento inductivo, (David Hume, 1711-1776), mediante el cual se saca una conclusión general a partir de hechos particulares.

El observador que lleva a cabo la experimentación presta atención a los fenómenos, los cuales le permiten llegar a una hipótesis y verificarla a través de la experimentación.

Sin embargo el método de la experimentación no siempre ofrece certezas por lo que de las experiencias no se pueden sacar leyes como lo ha demostrado el «Pavo de Russell». Se trata de una parábola del filósofo Bertrand Russell (1872 – 1970) que explica que el pavo recibía su alimento puntualmente a diario por lo que se consideraba bien atendido por sus dueños. Llegó a la conclusión de que «siempre» comería a las 09:00 de la mañana, hasta que en la víspera de la Navidad lo degollaron, lo que pone de manifiesto los peligros de obtener conclusiones basadas únicamente en observaciones. Dicho de otro modo, no podemos ser absolutamente racionales adoptando una duda cartesiana, ni absolutamente empiristas. En tal sentido, el analista veterano no debe dejar de lado la intuición pues, en alguna medida esa intuición obedece a un «ordenamiento de sus carpetas mentales», las que reúnen nuestros conocimientos y nuestras experiencias. De tal modo que la intuición debe movilizar a la razón y la razón debe disciplinar a la intuición.

¿Qué es el «arte de pensar» para Maurois? Podríamos reducir su explicación en esta frase que él nos brinda literalmente:

El arte de pensar sería, para el hombre de acción, el arte de transformar el pensamiento en instinto. No queremos decir, en absoluto, que el hombre de acción deba menospreciar la razón.[15]

Lo que expresa Maurois a través de varios ejemplos es que el instinto originado en la observación de numerosos casos, es el que ofrecerá la solución o el camino a seguir. Los recuerdos, las experiencias, el análisis de numerosos informes llevarán a la solución.

Es así como el microcosmos o mundo interior ―nuestro mundo interior― se proyecta sobre el mundo en el que debe actuar, el mundo exterior. Afirma Maurois:

El arte de pensar es también un arte de creer, porque ningún ser humano podría, sin peligro, después de miles de años de civilización, volver a poner en tela de juicio y someter a la conciencia clara, todas las creencias individuales y sociales. La tabla rasa es un juego de espíritu, pero no se puede jugar más que en los tiempos de holganza. El hombre debe, para actuar y vivir, aceptar una gran parte de las reglas morales, sociales y religiosas que la humanidad, antes de él, ha reconocido necesarias.[16]

Luego de leer esta frase y observando el mundo al que asistimos en este ya avanzado siglo XXI, quizás podamos considerar que el hombre está dedicando buena parte de su vida a la holganza porque parecería querer dejar de lado ―por no ser tan duro para emplear el verbo «destruir», aunque tal vez sea más acertado― esa reglas, esos valores y esos principios que han forjado esa civilización que hoy vemos que se desvanece ante nuestros ojos.

Homo sapiens, homo videns, homo insipiens

Nada ocurre por casualidad sino por causalidad. La realidad es que hoy el ser humano no piensa como antes y en este sentido vale aquí recordar que el profesor Giovanni Sartori (1924-2017), investigador en el campo de la ciencia política, experto en problemáticas contemporáneas de los sistemas democráticos occidentales, quien en 1997 publicó el libro Homo Videns. La sociedad teledirigida[17]. En su libro nos alertaba que por entonces se estaba llevando una revolución multimedia que transformaría al hombre, al homo sapiens, en homo videns, en un hombre para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen.

Decía entonces que la imagen, y agrego hoy la pantalla, ha cambiado la comunicación y la forma de comprensión del ser humano.

Esta revolución ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas pero también con la oratoria, con la forma en que el hombre se expresa. Como decía Sartori, se trata de la imposición de lo visible sobre lo inteligible que ha llevado al hombre a dejar de lado los estímulos de la lectura y del conocimiento que se adquiere a través de la cultura escrita.

El propio Sartori concluye que no intenta idealizar el pasado y que el «homo insipiens (necio y, simétricamente, ignorante) siempre ha existido y siempre ha sido numeroso»[18]. Entonces, ¿qué ha pasado? Sartori explica que hasta la llegada de los medios de comunicación de masas los «grandes números» estaban dispersos pero esos medios los han reunido lo que les permite «hacer masa y adquirir fuerza»[19]. En este sentido se refiere a Internet, pues su libro original fue publicado en 1997, pero sin duda que las redes sociales han potenciado ese aglutinamiento de miembros de esa especie que denomina homo insipiens, agravando las connotaciones negativas que le atribuye a Internet.

Como bien explica al final de su libro, la tesis de fondo del mismo «es que un hombre que pierde la capacidad de abstracción es eo ipso incapaz de racionalidad y es, por tanto, un animal simbólico que ya no tiene capacidad para sostener y menos aún para alimentar el mundo construido por el homo sapiens[20]. El hombre perdió así su característica fundamental, la que lo distingue de los demás miembros del reino animal y, como afirma Sartori, las imágenes han dañado la educación de este animal racional y agrega «que la televisión produce un efecto regresivo en la democracia, debilitando su soporte, y, por tanto, la opinión pública»[21].

Sartori no se equivocó

Más de un cuarto de siglo después de que Sartori publicara su libro, aparece un documento que da claras muestras de que su prospectiva no estaba errada.

Poco antes de que se llevara a cabo la Feria del Libro de Frankfurt, André Schüller-Zwierlein (director de la biblioteca de la Universidad de Ratisbona), Anne Mangen (profesora de Alfabetización en el Centro Noruego de Lectura de la Universidad de Stavanger, Noruega), Miha Kovač (profesora de Estudios Editoriales en la Universidad de Liubliana, Eslovenia) y Adriaan van der Weel (profesor emérito de Estudios en la Universidad de Leiden, Países Bajos), escribieron un artículo titulado Why higher-level reading is important («Por qué es importante la lectura de nivel superior»)[22].

El documento cobró trascendencia como El Manifiesto de Liubliana y debería ser de lectura obligatoria para todos los educadores y en particular de los responsables de la educación. El informe pone el foco en la disminución de la motivación y de las habilidades lectoras, poniendo bajo la lupa la disminución de la lectura de nivel superior.

Eslovenia fue el país invitado de honor de la Feria del Libro de Frankfurt 2023 y allí se presentó El Manifiesto de Liubliana y las actividades presentadas por este país giraron en torno a la cuestión de ese escrito, el cual destaca que una cuarta parte de la población estadounidense no lee libros, que un tercio de la población alemana adulta lee menos de un libro al mes y que una encuesta PISA de 2021 mostró una marcada disminución en la lectura recreativa y aproximadamente un tercio de los estudiantes informaron que rara vez o nunca leen libros por placer. El 49% estuvo de acuerdo con la afirmación «Leo sólo si es necesario». Un tercio de la población europea tiene dificultades incluso con la lectura de nivel inferior.

Como puede apreciarse, el diagnóstico es más que preocupante.

El documento pone énfasis en la importancia de la alfabetización pero sobre todo en la lectura. Cito un párrafo del mismo:

La alfabetización (lectura y escritura) permite la transmisión y preservación de información y conocimiento en todos los ámbitos de la vida: noticias, administración gubernamental, ciencia y erudición, religión, educación, etc. También facilita el intercambio de juicios y emociones humanos complejos. Dado que constituye la base de aprendizaje permanente, las personas de todas las edades necesitan buenas habilidades de lectura. Además, como efecto secundario no deseado, la lectura también ejerce disciplina, atención y paciencia cognitiva. […] Por último, pero no menos importante, la lectura es la herramienta de pensamiento más central y poderosa que tenemos.

Las buenas habilidades de lectura no sólo benefician al individuo sino también a la sociedad pues los ciudadanos bien preparados contribuyen al desarrollo económico y están capacitados para participar social y políticamente.

Sin mencionar a Sartori, el documento hace referencia al incremento de las pantallas para leer y a la digitalización, los que abren serios interrogantes al momento de reflexionar sobre la lectura y los efectos que ocasionan sobre los individuos y la sociedad. En este sentido, destaca que en las últimas tres décadas, el entorno del lector «ha experimentado una metamorfosis que está transformando las formas en que nos comunicamos, aprendemos, trabajamos, amamos y odiamos».

El objetivo principal de este manifiesto es llamar la atención sobre la necesidad urgente de enseñar y permitir habilidades y prácticas de lectura de nivel superior para la sociedad contemporánea.

El informe menciona diferentes tipos de lecturas y los efectos que produce sobre el lector. De ese modo, menciona la lectura crítica, la lectura inmersiva, la lectura literaria, la lectura larga, la lectura lenta, la lectura tenaz, la lectura estratégica pero vale citar textualmente a «la lectura como desafío que está estrechamente relacionada con la lectura no estratégica: el cliché generalizado de que leer es para información o para divertirse ignora el hecho central de que leer siempre significa ser desafiado a pensar».

Y aquí retomamos el tema del pensar que es el eje de este artículo. En este sentido, El Manifiesto de Liubliana pone el foco en que la lectura de alto nivel es fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico, el cual nos permitirá el discernimiento; este pensamiento es el que nos preparará para detectar las simplificaciones populistas, las falsas noticias, la desinformación y, muy importante, evitar la manipulación que se ejerce principalmente a través de los medios masivos de comunicación. En tal sentido, el desarrollo del pensamiento crítico favorece a la construcción de una verdadera democracia y prepara al ciudadano para una participación cívica activa en la sociedad de la que forma parte.

A modo de conclusión

Ya he mencionado ut supra lo que es el arte de pensar para Maurois y queda en cada uno de nosotros reflexionar si pensar es un arte o no. Quizás podría ser un «arte abstracto».

Más allá de esta consideración, la intención del taller y de este artículo es la misma que llevo al aula: provocar el debate para llevar a la reflexión y motivar los hábitos de lectura, incluso los que están más allá de nuestras necesidades profesionales. La lectura de textos filosóficos, históricos y teológicos, por citar algunos, contribuyen a la generación de un pensamiento creativo y la lectura de libros, de textos con cierta complejidad, nos ayudarán a desarrollar un pensamiento crítico que, como podrá observarse, tiende a desaparecer por efecto de los medios masivos de comunicación y del uso de las redes sociales que, por otro lado, obran en detrimento del enriquecimiento de nuestro vocabulario y de la «regulación de la circulación de las palabras».

En la actualidad la información nos atropella y nos invade en todos los ámbitos y sólo podremos discernir si estamos armados intelectualmente para filtrarla o para silenciarla si es necesario.

Para finalizar, tengamos en cuenta la frase que se le atribuye al astrónomo Carl Sagan (1934-1996):

Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información.

Sólo podremos lograr esto si desarrollamos un pensamiento crítico.

 

Imagen: PublicDomainPictures, https://pixabay.com/es/photos/mono-primate-animal-mamífero-17474/.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019. Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB). Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] André Maurois. Un arte de vivir. Buenos Aires: Librería Hachette, 1941, 227 p.

[2] Ibíd., p.11-12.

[3] Ibíd., 13.

[4] Ibíd., p. 14.

[5] Ibíd., p. 16.

[6] Ibíd., p. 16-17.

[7] Ibíd., p. 17-18.

[8] Ibíd., p, 18.

[9] Ibíd., p. 20.

[10] Ibíd., p. 20.

[11] Diccionario Oxford Language, Oxford University Press.

[12] Ídem.

[13] «Silogismos (y sus reglas)». Enciclopedia de Ejemplos, https://www.ejemplos.co/20-ejemplos-de-silogismos-y-sus-reglas/#ixzz8JxUM9T00.

[14] André Maurois. Op. Cit., p 27.

[15] Ibíd., p. 42.

[16] Ibíd., p. 45.

[17] Giovanni Sartori. Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Taurus, 1998, 159 p.

[18] Ibíd., p. 145.

[19] Ídem.

[20] Ibíd., p. 146.

[21] Ídem.

[22] André Schüller-Zwierlein, Anne Mangen, Miha Kovač, and Adriaan van der Weel. «Why higher-level reading is important». First Monday, volume 27, number 9 (September 2022).doi: https://dx.doi.org/10.5210/fm.v27i9.12770. First Monday, 1995-2023. ISSN 1396-0466, https://firstmonday.org/ojs/index.php/fm/article/view/12770/11081.

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¿QUÉ HA CAMBIADO, LA SOCIEDAD O LA DIRIGENCIA POLÍTICA?

Héctor Melitón Martínez*

Imagen: 8385 en Pixabay

Disculpen si me dedico a reflexionar sobre temas que a muchos no les interesan, pero es fácil solucionarlo, no lo leo, lo borro y a otra cosa. De lo contrario, lo leo, lo reflexiono, lo debato y lo critico; estos serían los pasos más productivos para todos y especialmente para quien expone sus inquietudes.

Ante la crisis sociopolítica que vivimos, agravada con las PASO recientes, me pregunto ¿qué es lo que ha cambiado, la sociedad o la dirigencia política? Este es un importante interrogante que debe persistir entre todos los que desean la recuperación de nuestra querida Patria y da lugar a distintas hipótesis sobre los escenarios presentes y futuros para poder superarnos en base a estrategias que tengan como base acertados diagnósticos.

Para analizar este interrogante comenzaré por la sociedad: ¿Es igual la sociedad que integramos en este siglo XXI a la que conocimos en el último cuarto de siglo XX? Yo creo que no; percibo un cambio de época histórica que atraviesa la humanidad toda, un cambio como fue el paso de la Edad Media a la modernidad, ahora sería de la modernidad a la pos modernidad o a la modernidad tardía o a la modernidad líquida en términos de Zigmunt Bauman (sociólogo polaco).

Estamos transitando lo que algunos llamaron “crisis orgánica”, no sabemos si esto es una etapa final de la modernidad o ya es un tiempo nuevo tanto histórico, político, cultural, un tiempo que no termina de morir y uno nuevo que no termina de nacer. Es por eso que considero que los que transitamos la edad de la adultez mayor, se nos hace difícil de comprender ciertos paradigmas que se han instalado.

Esta etapa a la que hago referencia y que marco como un cambio de época, puede considerarse que sus inicios serían en los años de 1970, con la llamada crisis del petróleo donde pasamos de un paradigma productivo a uno financiero; otros hitos en este cambio que podemos señalar son la caída del Muro de Berlín y la crisis de la URSS, uno de los polos de ese mundo bipolar, otro hecho a considerar, y ya en este siglo sería el atentado a las torres gemelas y las consecuencias, políticas y militares que esto trajo aparejado. No olvidar también el avance de la tecnología que nos introdujo fuertemente en una globalización más pronunciada y en un cambio de los conceptos de Estado Nación.

Este cambio de época se caracterizó, entre otras cosas, por la falta de certezas, a diferencia a la modernidad que nos daba fuertes certezas, grandes continuidades; ahora entra en crisis todos los conceptos de ciencia, valores, familia, religión, etc.. Vivimos una crisis que se caracteriza por carencia de verdades absolutas de familia, de estado, de religión de cultura.

Entran en crisis los grandes relatos, los grandes paradigmas, las grandes utopías, las grandes verdades y dan paso a un relativismo, nada es absoluto. Se da una inmediatez, todo es fugaz no hay utopías hacia el futuro. Todo es ya, ahora, no interesa ni el pasado y se duda del futuro.

Prolifera el individualismo, la transformación de los Estados Nación ante la globalización hace que éste pierda centralidad y el desafío es repensar como salir del Estadocentrismo. Se profundizan la crisis del trabajo como consecuencia de la lógica financiera, en la globalización pierde centralidad el trabajo siendo sustituido por la robotización y la inteligencia virtual. La concentración económica actúa en contra de la superación del mundo de trabajo como lo conocimos en la modernidad, en una palabra, ese concepto del proletariado, tan marcado en distintas teorías ideológicas, se diluye y surge un nuevo mundo del trabajo; lo vemos en los jóvenes que trabajan virtualmente con empresas de los países centrales desde sus residencias en el país.

Las relaciones sociales se han modificado por las tecnologías de las comunicaciones; también se han profundizado las técnicas de dominación; debemos tratar que la tecnología sea un medio y no un fin en sí mismo.

Los nuevos formatos de familia, el divorcio, la ley del matrimonio igualitario, el aborto, todo esto inciden en la conformación de este nuevo formato, que trastoca el principio de familia como base de una sociedad como estaba planteada en la modernidad, con sus consecuencias en la educación inicial, que es patrimonio de la familia, agravado por la ocupación laboral de ambos conyugues.

Éstas serían algunas, no todas, de las características de esta nueva era que estamos viviendo y que no dudo que han producido cambios importantes en nuestra sociedad, creando un hartazgo de una dirigencia que no solo no soluciona sus demandas, sino que la agrava no percibiendo los cambios y sigue insistiendo en un sistema que se caracteriza por conformar un grupo de pocos, que gobiernan para satisfacer sus intereses personales, que son poder y riqueza, lo que los antiguos griegos llamaban oligarquía.

Han desaparecido los partidos, ahora son “espacios”, que se conforman con espurias alianzas, no hay programas políticos, el márquetin ha invadido la vida política, la volatilidad entre dirigentes es mayor que la de los electores, el cortoplacismo descartó las políticas de Estado, ahora solo hay políticas de gobierno que son las que se implementan para no perder las próximas elecciones, la representación está en crisis, por la falta de trasparencia y porque los funcionarios una vez legitimados por el voto dejan de representar a sus mandantes para solo obedecer a intereses que no concuerdan con las demandas del pueblo, por esta distorsión del sistema, y por mucho más es que aparecen y son elegidos estos outsiders que son catalogados como anti sistemas.

Termino diciendo que lo que ha cambiado es la sociedad, la política sigue inmutable sin entender este nuevo mundo al cual hemos entrado, viven fieles a la ya conocida “Ley de Hierro de la Oligarquía” que planteara tan sabiamente Robert Michels a principios del siglo XX, cuando explicaba la contradicción “que los sectores políticos que tendrían que ser los defensores de la democracia, no lo hacen porque tienden a transformarse en oligarquías elitistas desconociendo la representación que se les otorga en los votos.

* Profesor y licenciado en Ciencia Política, Universidad Nacional de Rosario.

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