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ESPAÑA ESTÁ PERDIDA

F. Javier Blasco*

No es precisamente muy recomendable e incluso fatuo, empezar un trabajo de análisis y opinión —por muy particular que sea— hablando de uno mismo y menos, si dicha mención se hace casi en exclusiva. Pero si es conveniente recordar a ese grupo, no muy numeroso, de personas que a diario sentimos muy dentro lo que es y representa España, lo que nos duele verla vilipendiada y el hecho de que ante tanta basura y escupitajo tratamos de combatirlo con palabras, actos de repulsa o artículos de opinión.

Son ya muchos los años los que llevamos dicho grupo de pseudo predicadores en el desierto desgañitándonos casi en solitario, tratando de alertar y despertar las mentes dormidas, a los distraídos, a los que viven permanente mirando para otro lado, a aquellos que siempre esperan que sean otros los que protesten o les arreglen las cosas y, sobre todo, a los que con sus votos de forma directa o indirecta, sostienen en el poder a los que más daño hacen a España, a su historia, costumbres y tradición.

En 1978 los españoles de buena fe creímos dar un paso de gigantes; pero, como siempre que hacemos algo más o menos importante, solemos mirarnos al ombligo e inmediatamente pensamos que somos los mejores, que nos convertimos en el ejemplo y guía de otros, quienes con sana envidia por nuestra decisión, seguirán los mismos pasos y lo que es aún peor, que con dicho acto político, todo o casi todo mal que durante años llevamos arrastrando y los defectos inherentes o pecados mortales se habrán sanado quedando para siempre olvidados.

Como a la hora de celebrar o conseguir algo, los españoles nunca solemos escatimar en gastos, esfuerzos y fastos, en aquella ocasión no iba a ser menos y tiramos la casa por la ventana a pesar de que entendimos mal, muy mal lo que encierra y supone la democracia. No nos paramos a pensar ni a comparar que habían hecho muchos vecinos y aliados que nos precedieron en adoptar dicha sublime postura política y nosotros, en nuestro espléndido entender, creímos firmemente que en democracia tienen cabida absolutamente todos, por lo que no cerramos la puerta a nadie —aunque en otros países de nuestro entorno, algunos partidos como los fascistas y el comunista, la tienen cerrada a cal y canto—, para que nos acompañaran en las bancadas de las Cortes y del Senado.

Tras algunos cabreos, aplausos y abrazos, abrimos las ventanas y puertas de par en par para que entrara aire fresco con la esperanza de que los siempre declarados enemigos de España, esos que sólo le desean el mal y la quieren ver despedazada, al sentirse acogidos en nuestros regazos, olvidarían su pasado, se remangarían las mangas y se unirían a bogar para llevar, entre todos, esta pesada barca a buen puerto en una no muy larga singladura.

De nuevo, nos volvimos a equivocar; como experimentadores, inventores y aventureros no tenemos igual, pero también es cierto, que nunca nos suelen salir bien las hazañas, ensayos y proezas en solitario contra los auténticos expertos en hacer daño y con los que buscan el desorden o desconcierto y el mal. Nos olvidamos feas experiencias recientes que sin quererlo, nos habían llevado a una execrable y dolorosa guerra, que como todas las guerras entre hermanos, se les llaman guerras civiles, aunque en ellas mueren muchos soldados cumpliendo los deseos de unos políticos totalmente desbocados.

Nosotros a lo nuestro y así decidimos sentar en la misma mesa a todos por igual, sin pensar que algunos, muchos quizás, llevaban grabado a fuego en su frente y mente el espíritu de revancha, el que debían recuperar el tiempo perdido, cambiar la historia como sea y ser los protagonistas de una nueva era en la que los vencedores de aquella campaña se tornaran en vencidos, y viceversa.

Mal genérico que forma parte del ADN de aquellos que no suelen tener mucho respeto y mostrar dolor por sus seres queridos recientemente muertos a miles en la presente pandemia, por culpa de la mala gestión del gobierno de la nación desde el primer momento en el que apareció en nuestra vidas y, sin embargo, parece que sí no saben dónde se encuentran los restos de sus bisabuelos u otros familiares desaparecidos en la mencionada contienda, no son capaces de vivir ni dormir como Sánchez, sin sentir una grave depresión o un gran dolor en el alma por la falta del consuelo que les atenaza.

Estos energúmenos, vividores y aprovechados de todo ser vivo o muerto, pronto tras aparecer sosteniendo una pancarta o sentados en el suelo en asambleas callejeras, hicieron carrera, buscaron sus vericuetos para llegar a la universidad y copar puestos en la política, los medios de información y en las tertulias en las que usaban y usan todo tipo de artimañas, frases inventadas e historias falsas o deformadas con las que engañar a un público poco formado y aburrido de ver que todo lo prometido por los próceres de la patria a su bolsillo no llegaba y sus bocas no alimentaba.

La tormenta perfecta apareció cuando sus teorías y palabrerías se apoyaron en innumerables caso de corrupción en los dos partidos políticos que se alternaban en el gobierno de España, aunque, a decir verdad, unos supieron tapar o esconder sus vergüenzas pronto, despistando al ávido expectante a base de hacer mucho más grande la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Los avatares y vaivenes de la política, los naturales cambios de situación y la progresiva pérdida de calidad política y personal de los dirigentes hizo que todos los gobiernos formados en la España democrática, debieran apoyarse en lo peorcito que tiene el hemiciclo, los partidos separatistas, quienes como bien sabemos, hacen leña de todo árbol caído o recogen las nueces del árbol movido por otros.

Favores con favores se pagan y a medida que aumentaban aquellos, más grande era la factura sobre la mesa presentada sin vergüenza y con mucho descaro a ser cobrada en efectivo y sin demora, lo que nos llevó a que todo, poco a poco, pero de forma constante y creciente se pusiera patas arriba hasta que llegó el peor personaje que en la vida política puede existir, el presidente Sánchez, digno discípulo de Zapatero, quien realmente fue el que marcó la senda y alzó el testigo para que sirviera de guía a un partido socialista que estaba dispuesto a perder su dignidad y corporativismo democrático para convertirse en un partido puramente dictatorial, personalista y anti español hasta la médula.

Sánchez ha demostrado ser un hombre sin escrúpulos ni dignidad, que se mueve a base de ideas espontaneas o forjadas en lo más oscuro de la mente y al que no le tiembla el pulso hacer, en cuestión de horas, lo contrario de todo lo prometido durante sus sucesivas campañas y el tiempo en la oposición. Alguien que pone en duda todo; que no respeta nada y a nadie, al que le importa bien poco lo que deba hacer para seguir en el sillón de la Moncloa y que se alía hasta con los filo etarras para seguir gobernando a costa del respeto a la unidad de España o a la separación de poderes y de la salud o el dinero de los ciudadanos. Un hombre que ha perdido todo su prestigio personal y que está dejando el nombre de España por los suelos, como un país poco fiable, aislado y menospreciado en la arena internacional, totalmente mendigo y pedigüeño y que, a pesar de ello, no para de gastar el dinero que no tiene y el que le dan o prestan los demás.

El otorgarle tanta vía libre a las ensoñaciones de los separatistas y comunistas por parte del gobierno, la falta de atención, acción y reacción de los gobiernos precedentes y el sucio trabajo de un nefasto y falso buhonero que, habiendo sido presidente del gobierno por dos legislaturas, vive haciendo el Tancredo y el hazmerreír por las Américas, favorecieron aún más que ese odio a España traspasara los limites naturales invadiendo Europa y hasta saltaron el charco de manos de unos “bisoños” maestros, que disfrazados de aprendices o simples jóvenes consejeros, hicieron sus personales Américas mientras extendieron el odio a España, allá donde pudieron.

De todos aquellos vientos, vienen de repente todas estas tempestades. No es casualidad que en muchas partes de España y en varios países del continente americano no se respete al unísono nuestra bandera, se humille al Rey, se derrumben estatuas y profanen monumentos que recuerdan el paso de nuestros ancestros por aquellas tierras. Pasos que, por mucho que lo quieran disfrazar y envilecer, primordialmente les llevaron la cultura, la religión, el idioma común y la civilización, incluso mucho antes que a bastantes tierras europeas, y les sacaron de un gran atraso, de costumbres ancestrales y cultos donde se ofrecían hasta sacrificios humanos con toda naturalidad.

Hemos sufrido durante siglos la famosa “leyenda negra”; fruto principalmente de la envidia y la mala baba británica, con la que ocultando las formas, modos, usos y costumbres de aquellos otros países europeos, que durante décadas o siglos dominaron grandes partes del mundo, las expoliaron hasta la extenuación y trajeron al mundo la esclavitud, centrando sus falacias y mentiras en los españoles y su corona mientras tapaban sus propios y execrables excesos.

Leyenda negra, que ha vuelto a resurgir fuera de España con una virulencia terrible, porque los mencionados malnacidos la han sabido recuperar para exportarla muy agrandada como su contribución personal para hacer posible desviar la atención de unos pobres ciudadanos despistados y subyugados, que habiendo tenido la suerte de nacer en unas ricas tierras, viven dominados por un sistema comunista y bolivariano, mandados por analfabetos, saqueadores y tiranos y cuyas casi inagotables reservas han quedado esquilmadas o comprometidas a capitales o potencias extranjeras hasta la saciedad.

La continua falta de atención política, la falta de verdadera preparación profesional en la Administración y en ciertos poderes del Estado, una pésima o muy mal intencionada política exterior, la nula preparación de unos dirigentes totalmente negligentes y egocéntricos, así como el ruin revanchismo de aquellos despreciables españoles que odian a su patria, nos ha llevado a este punto y mucho me temo que esto ya no tiene solución.

Nuestro llamado centro derecha, sigue envuelto en sus cuitas, dimes, diretes, pieles finas, denuncias en los tribunales o en agarrarse a una silla que le proporcione su sustento personal, aunque su partido desaparezca o se quede en algo residual. Se les llena la boca de la palabra España, dicen amarla con todas sus fuerzas y prometen hacerle recuperar su política interna y externa, economía y esplendor; pero de momento, no arriman el hombro unos a otros y ahí siguen agazapados en su rincón, esperando que su competidor se descuide para darle el golpe de gracia que les deje sin sentido y tumbado en la lona como un vulgar perdedor.

Mientras, el principal urdidor de toda esta patraña y maloliente situación, ahí sigue engañando y toreando a los españoles a diario; de veraneo en la Mareta con familia y amigos a costa de nuestros impuestos y en espera de que en septiembre le lleguen los prometidos millones de Europa que, bien repartidos a su modo y entender, le garanticen el voto de muchos miles de personas y cientos de empresas compradas para vivir hoy y cuando llegue el inexorable  mañana, a la hora de devolver el dinero regado, ya veremos qué hacer o de qué forma corresponder por los servicios, los favores y todos los apoyos prestados.

Entre tanto, hemos acabado los Juegos Olímpicos con un resultado demasiado discreto y que no merece un país como el nuestro, aunque somos medalla de oro en el paro juvenil en toda Europa y muy cercanos a tal galardón en la gestión de la pandemia. Y Sánchez nos bombardea con un cartel a sus espaldas cada vez que habla, que no son pocas, que reza “Cumpliendo” por si no nos hubiéramos enterado. Lo dicho, España está perdida de todas las maneras.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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SOBRE EL MINISTERIO DE DEFENSA Y OTROS MINISTERIOS… O LA PARTIDOCRACIA

Marcelo Javier de los Reyes*

Días atrás, la repentina salida del ministro de Defensa Agustín Rossi no se debió a cuestiones referidas a su gestión. Si hubiera sido el caso, no debería haber asumido ese cargo nuevamente. Creo que no sería necesario recordar los robos en los arsenales de las unidades militares e incluso de un misil, al que el desplazado ministro le restó importancia. La salida del ministerio se debió al chiquitaje de la política partidaria, provincial, a la que nos tiene acostumbrados el conjunto de la casta política nacional, que todo lo ensucia y lo destruye. Fue una decisión que, el 28 de julio, tomó el presidente Alberto Fernández ante lo que consideró un acto de rebeldía por parte del ministro, quien se negó a bajar su candidatura como senador nacional por Santa Fe.

A estas alturas, demás está decir que hay un vacío enorme de conocimientos en materia de Defensa. El sistema de Defensa debe estructurarse en función de las relaciones internacionales que tiene nuestro país, de la política exterior que se diseña desde el gobierno nacional y que, además, debe ser coherente con los Intereses Nacionales. Dicho esto, en nuestro caso estas cuestiones no están claras: ni cuáles son nuestros Intereses Nacionales ni nuestra política exterior. De tal modo, que si no tenemos en claro dónde debe estar inserta la Argentina en el contexto de la comunidad de naciones, difícilmente estaremos en condiciones de estructurar nuestro sistema de Defensa.

Esa desconexión de la realidad, hace que no sepamos para qué queremos tener un sistema de Defensa y eso se refleja nítidamente al observar el estado actual de nuestras Fuerzas Armadas y de nuestra industria de producción para la Defensa, una industria imprescindible que permitiría dejar de lado la muletilla del embargo británico, el cual traslapa la realidad, que es que la casta política quiere que las Fuerzas Armadas desaparezcan por inanición.

Si como país no tenemos en claro nuestras hipótesis de conflictos o, en el peor de los casos, los gobiernos de turno las niegan, ¿qué estructura de Defensa podemos delinear?

Durante estos días, hasta el de ayer, en el que se designó al nuevo ministro, circularon por los medios unos pocos nombres que siguen demostrando que al frente de los ministerios —como en otros cargos públicos de suma relevancia— pueden nombrarse los más ineptos, los amigos, los ideologizados o los que ven una oportunidad para hacer sus negocios. En este punto, el Ministerio de Defensa se ha vuelto un lugar apetecible ya que, gracias al FONDEF, tiene disponible una interesante suma de dinero, quizás escasa para actualizar el material de las Fuerzas Armadas pero importante para otros fines.

Ante esta situación, nos debemos un serio debate, pues tenemos en claro quién no sabe nada de defensa y esto ha sido evidente en las últimas gestiones, por las que han pasado por sus cargos principales personajes que van desde operadores inmobiliarios macristas hasta quienes tienen en su ropero su pasado de haberse alzado en armas contra la Nación… algo que también pasó durante el nefasto gobierno de Macri en el Ministerio de Seguridad, el cual fue conducido por quien le dio unas palmaditas en la espalda a los gendarmes —aunque también tiene sobre sus hombros su propio “ARA San Juan”, con los 42 gendarmes muertos en Jujuy— pero que no resolvió la cuestión de fondo: el problema de la Patagonia, que unos pocos advertimos con anticipación suficiente para tomar las debidas medidas. Esa ex funcionaria no solo tuvo definiciones más que controvertidas respecto a la cuestión de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas sino que en la actualidad lleva en su lista a una joven que explícitamente se ha manifestado en contra de los derechos soberanos de la Argentina.

Entonces, tenemos en claro quién no sabe acerca de las cuestiones vinculadas a la defensa pero desconocemos quién puede considerarse un especialista en esta área o, al menos, pueda sentarse al frente del ministerio con la voluntad de escuchar a los que saben, a los técnicos y a los que tengan la mejor de las intenciones para colaborar en una toma de decisiones destinada a salvaguardar los Intereses Nacionales.

La defensa es un área por demás compleja en este siglo XXI en el que ya no se contempla tanto la guerra convencional como las guerras híbridas y la ciberguerra.

Si uno observa a los “funcionarios multifacéticos” que nos proporciona esta casta política, termina por revalorizar lo que hace décadas escribió el analista político australiano Robert Moss en su libro El colapso de la democracia (Buenos Aires: Atlántida, 1977, 293 p.), quien nos dedicó un “Prólogo para argentinos”. En esas primeras páginas contradice la “famosa y optimista frase norteamericana” de que la democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, algo que según Moss “probablemente jamás haya existido, sino en algunas pequeñas comunidades rurales”. Para Robert Moss democracia “significa gobierno del político y, en todas las democracias contemporáneas, eso equivale a gobierno del político de partido” (la cursiva es del propio autor). Aún más, expresa,

El pueblo puede decidir en elecciones celebradas periódicamente qué grupo de políticos de partido lo va a gobernar, pero sería ridículo suponer que el pueblo tiene alguna influencia decisiva sobre lo que se hace entre una y otra elección.

En este sentido, hace una excepción en el caso de Suiza, país que celebra periódicos referéndums que le otorgan un cierto poder de decisión al pueblo. Para el autor, la democracia es nada más y nada menos que “un mecanismo para designar y reemplazar gobiernos a través de la decisión de una mayoría”.

Entonces la “democracia se confunde con la partidocracia”, la que aparentemente “fomenta la mediocridad en lugar de promover el surgimiento de verdaderos conductores”. Esto es más que evidente en nuestra Argentina y es la cuestión que nos lleva a considerar cuál es la capacidad de numerosos políticos para ocupar cargos de ministros, de secretaros, subsecretarios o directores nacionales.

Cuando el libro de referencia fue publicado, Moss abrigaba para la Argentina una esperanza que, vista más de cuarenta años después, se ha convertido en una decepción:

Si la Argentina logra superar sus problemas actuales podría llegar a desempeñar un papel preponderante en la elaboración de un nuevo modelo de gobierno de transición, cuyo principal objetivo sería el respeto por “la libertad del individuo y de la familia, en el marco de una sociedad segura, ordenada y justa”.

Para finalizar, cito otro párrafo que si bien está dirigido a los argentinos, entiendo podría extenderse hacia el resto de los iberoamericanos, quienes deberíamos en forma conjunta trabajar para lograr un modelo de desarrollo propio que nos engrandezca como región, concretando el sueño de la “Patria Grande”, el cual se aprecia cada vez más lejano. Nos decía Moss a los argentinos:

Si la Argentina desea apartarse del ciclo de desgobiernos demagógicos, intervención militar y gobiernos partidistas incompetentes, que han obstaculizado su historia desde 1945 —y le han impedido materializar su tremendo potencial de gran nación— deberá hacerlo a través de un modelo de gobierno creado por argentinos para argentinos.

Luego de leer esto no puedo menos que recordar que varios años antes, nada menos que José Ortega y Gasset, en una visita que hizo a la Argentina en 1939 nos dijo: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”

Bien, hemos superado la alternancia de la intervención militar pero no hemos logrado superar la alternancia de “gobiernos partidistas incompetentes”, los que en este ciclo democrático han logrado poner de rodillas a nuestro país. Para “materializar” ese “tremendo potencial de gran nación” que tiene nuestra Argentina, hoy deberemos empezar desde varios escalones más abajo.

Al analizar el camino de la democracia argentina he logrado internalizar la frase del personaje de la serie Sense8 de Netflix, la “hacktivista” Nomi Marks, quien expresó: “La esperanza es la decepción aun no descubierta”.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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¡SALUD!

 Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

¿Qué tenemos ahora? Un sistema de salud disgregado y sin política general, excepto la anomia.

Invito a ver o a rever la película “12 monos”.

No ya con la mirada fija en los aspectos de ciencia ficción, sino en el derrumbe de una sociedad otrora organizada, los edificios decrépitos luego de años sin mantenimiento, la suciedad en las calles y el aspecto general de decadencia luego de que se rompiera un sistema interno de funcionamiento en la sociedad.

Y por casa, ¿Cómo andamos?

Hermosos edificios públicos construidos 100 años atrás se ven con paredes descascaradas, persianas oxidadas y puertas sin barniz, escalones de mármol rajados o con un trozo faltante, vitrales reparados de cualquier manera, con vidrios transparentes, cañerías obstruidas. Lo vemos en todos los órdenes: defensa, seguridad, justicia, educación y salud.

Vivimos en un “12 monos” que se fue gestando lentamente. La socialdemocracia que sufrimos desde 1983 a la fecha ha abandonado todas sus obligaciones públicas y ha escatimado fondos al mantenimiento de activos fijos y a la calidad de la prestación de servicios. Paradójicamente, estos “servicios” que nos presta (que no nos presta) el Estado, nos cuestan el doble que hace 40 años atrás. En efecto, hoy el Estado nos sale entre el 46% y el 50% del PBI (según el año), mientras todo lo que existe se hizo y se mantenía con el 25% del PBI.

La gran diferencia son los inútiles que nos gobiernan. Caros, ineptos, ladrones. Pero sobre todas las cosas desprecian a “los negros de mierda” a los que deberían educar(nos) y sanar(nos), evitar de que no les/(nos) entren a sus/(nuestras) casas para robar y brindarles/(nos) justicia, ya sea de un problema de medianera o la custodia de un hijo. No lo hacen. Total, para que ocuparse y gastar plata en “esos negros de mierda” (o sea, nosotros). Como dije en varias oportunidades, nuestra casta política nos desprecia.

El sistema de salud

¿Qué tenemos ahora? Un sistema de salud disgregado y sin política general, excepto la anomia. El gobierno de Menem lo provincializó. A todas luces, luego de 20 años, un error que pagamos día a día.

El actual sistema abandonó la prevención y detección temprana de enfermedades. Sólo se ocupa —mal y caro— de curar. Es decir, de lo que las autoridades llaman la salud asistencial. Llegar cuando ya es tarde. Tiene varias ventajas: es caro, lo que autoriza a gastar dinero en insumos. Permite varios quioscos, muchos de ellos con socios proveedores, ya sea las farmacéuticas, ya sea de los otros insumos.

Actualmente tenemos un sistema pseudocompartimentado, con varios vasos comunicantes.

Por un lado las obras sociales sindicales.

Como la formalidad laboral cae en picada en forma sostenida desde el 2002 a la fecha, sólo la mitad de los trabajadores cuentan con esta cobertura. He escrito en varias oportunidades mi disgusto por el trabajo precario, que el presidente de la Nación, Alberto Fernández tanto defiende y quiere acrecentar[1]. El trabajo informal, tan defendido por Fernández et al, deja al trabajador a la intemperie. Con todos los defectos de las obras sociales sindicales, siendo el primero la falta de homogeneidad en la calidad de prestaciones entre los diferentes sindicatos; con todos sus defectos, brinda un servicio inestimable a los trabajadores. Éstas se apoyan en las prestaciones privadas (clínicas) a las que contrata, un punto débil del subsistema.

El otro sector que presta servicios es la salud privada o prepagas. Una deformación de las viejas mutuales de hace 100 años atrás. Es caro y no siempre entrega lo que promete. Es un dolor para la clase media, que desconfía del hospital público. Es un sector social totalmente agredido por las políticas públicas de la socialdemocracia, ya que no cuenta con buenos servicios públicos por lo que debe compensar a su costo. Gran parte de los ingresos de este sector de la sociedad se va en pagar la “prepaga”, el colegio privado de los chicos y las expensas del departamento. Deja poco lugar para el ahorro y la compra de bienes durables; con el agravante de que cuando una persona pierde su trabajo, se queda sin cobertura médica o sin dinero para la prepaga. Una pesadilla.

La paradoja de la socialdemocracia argentina, a diferencia de la europea, es la ausencia de bienes públicos. Europa da hospitales públicos y colegios públicos de más o menos buena calidad. Nosotros tenemos malos servicios, como en Perú, Colombia, Bolivia, México o Sudáfrica. Con la diferencia que esos países tienen un sistema que cuesta el 22% del PBI y acá no. Tenemos costos de país socialdemócrata y servicios de países normales. Lo peor de ambos mundos.

Por último el servicio público de salud. Parte está en manos provinciales y una pequeña fracción en las nacionales, como los hospitales Garrahan y Posadas, las campañas nacionales de vacunación (las ordinarias anuales), los transplantes y pocas cosas más. En las localidades pequeñas sólo hay hospitales públicos o salas de primera atención, ya que la ubicación de clínicas sería antieconómica. Luego está el PAMI, un sistema supuestamente público de administración de salud, pero que subcontrata todas las prestaciones que brinda. El presupuesto nacional de salud también se gasta en subsidios a las OOSS y a las prepagas.

La característica principal de todos los subsistemas es que brindan medicina asistencial y han abandonado en su totalidad la prevención, con la excepción del plan de vacunación de infantes y adolescentes.

Otro gran retroceso ha sido la suspensión del servicio militar donde todos los años se revisaba al 50% de los individuos de 18 años, con lo que se tenía el pulso de la situación sanitaria de la población. No sólo en enfermedades, sino datos nutricionales (altura, peso). Toda esa información hoy no los tenemos.

La característica general de la salud pública (excepto en algunas provincias y excepto en algunas localidades pequeñas) es la falta de respeto al ciudadano. Horas de cola para ser atendido, profesionales mal pagos, situación de huelga permanente en algunos casos, como provincia de Buenos Aires, que hace que los casos caigan en las guardias y no sean seguidos por los consultorios externos. Falta de atención en las internaciones (sábanas limpias, comida saludable, medicación, cociente enfermeros/paciente). Lo de siempre.

Esto sucede por varias razones. La primera es el desprecio total y absoluto de los gobernantes por los gobernados. Por más que el discurso que emiten diga todo lo contrario. Lo importante son las acciones. El desprecio se ve en el estado de los edificios, en los sueldos que le pagan a los profesionales de la salud y en la organización del servicio (horas de espera para —con suerte— ser atendido). La segunda razón: el robo. El Estado gasta fortunas en comprar medicamentos y otros insumos[2]. Un gran negocio entre proveedores del Estado y funcionarios corruptos. Una pena que no gasten (aunque roben) en brindar prevención y buenos servicios asistenciales. Dentro de esta lógica se inscribe la destrucción del sistema de salud mental[3]. Compra de fármacos, derivaciones al sistema privado (en los casos en que se le pueda sacar plata a las familias) y posibilidad de negociados inmobiliarios en los predios donde había hospitales neuropsiquiátricos. En su infinito desprecio a la población fueron incapaces de subirle los sueldos al personal de salud en el 2020, al punto de verse forzados a hacer marchas para que les den unos pesos. Ni con la pandemia rectificaron el rumbo de subfinanciación o mala administración del sistema.

Por esa razón digo que no es sólo peculado, sino desprecio también[4]. O más.

Por el bienestar del Pueblo y el engrandecimiento de la Nación

Nosotros no gobernamos. Nosotros = los que amamos a nuestro pueblo y nuestra Patria. Nosotros = los que no somos socialdemócratas. Socialdemócratas = gente que desprecia a su pueblo, gente sin Patria y sin Dios.

Nosotros no gobernamos. Ni tenemos expectativas de hacerlo a la brevedad. Eso no implica que no debamos pensar qué es lo que hay que hacer.

La salud de la población es una prioridad. Necesitamos un pueblo sano en todos los órdenes, para fortalecer al país, para eliminar cualquier factor de vulnerabilidad, para aumentar nuestras chances de supervivencia, tanto individuales como colectivas.

 

Propuestas

Prevención. El primer paso es la nutrición. No es sólo una cuestión de dinero sino de saber cocinar. Entender cuál es la mejor composición de carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y agua. Saber hacer comidas nutritivas y baratas. Hoy miles de familias humildes le dan de comer a sus hijos hamburguesas y salchichas compradas, cuando el kilo de hamburguesa elaborada cuesta más que un kilo de cuadril de la mejor calidad. Generar acceso a formas de cocción alternativas (hornos de barro y cocinas económicas). Los comedores colectivos (merenderos y otros) han hecho un gigantesco daño cultural que habrá que revertir[5]; la mejor manera es que los sueldos sean superiores a US$ 230 y que todos tengan trabajo formal. Agrego que un gobierno nacional debe controlar las porquerías que agregan a los alimentos las plantas elaboradoras y que causan graves daños a la salud de la población, si bien es un envenenamiento lento.

El segundo es la educación física. Volver a tener esa disciplina en las escuelas (hoy hacen que hacen). Conocer el cuerpo. Enseñar destrezas. Generar el hábito que acompañe a nuestra población toda la vida.

El tercero es la higiene. Volver a las campañas públicas (hervir agua y alimentos), la calidad de las bebidas, no abusar de las gaseosas azucaradas. Enseñar todas las enfermedades infectocontagiosas y como prevenirlas (materia obligatoria en la primaria cuando yo era chica). Generar conocimiento del medio a las personas para que sepan defenderse (awareness). Combatir la suciedad a través de campañas masivas. Tanto del propio cuerpo como del barrio.

El cuarto es la prevención con detección temprana. Los niños examen completo, incluido auditivo y oftamológico, para detectar falencias y subsanarlas desde el principio para obtener buenos resultados escolares. Control anual a toda la población. Controles ginecológicos y de próstata para los varones adultos. Todas las mujeres deberían hacerse pap y mamografías a partir de determinada edad. Combatir la obesidad, el alcoholismo y el abuso de drogas como factores de riesgo de la población. La persona es “libre”, pero luego la factura la pagamos nosotros.

Quinto. Volver a imponer el servicio militar, ahora para ambos sexos. Tiene varias ventajas. Una es la revisión de la totalidad de la población nacida en Argentina a los 18 años. Luego enseñar —para el que se olvidó de lo que le enseñaron en la escuela— higiene sanitaria, prevención de enfermedades y técnicas de primeros auxilios, entre otros conocimientos de preservación propia y cuidado de la comunidad.

Sexto. Volver a un sistema nacional. Con foco en la prevención y que garantice homogeneidad en la calidad de servicios en todo el territorio. Brindar servicios mejores que los privados para que la clase media vuelva al hospital y se le alivianen los presupuestos familiares. Buenos sueldos para los profesionales. Auditorías en las compras de insumos y licitaciones transparentes. Brindar servicios de salud en las zonas rurales como forma de seducción para que se mude la población de la ciudad a las localidades más pequeñas. Construir tres o cuatro “garrahans” en el interior del país. Derogar la ley de salud mental y volver a tener a nuestros locos bajo cuidado; ellos y el grupo familiar. Tener una política activa de contención y si es posible, recuperación de alcohólicos y drogadictos. Tenerlos durmiendo en las recovas de Leandro N. Alem y Paseo Colón no es, ciertamente, la solución.

Séptimo. Amar a la Patria y a su Pueblo.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

[1] Como Alberto Fernández lo ha expuesto en su discurso inaugural el 10 de diciembre de 2019 y repetido las dos veces que habló frente a la Asamblea Legislativa el 1º de marzo del 2020 y del 2021, los “movimientos sociales” son un ariete político contra los sindicatos, la formalidad laboral y en definitiva, el pueblo argentino, ya que los desviste de una organización que mal, regular o bien, los protege.

[2] Los transplantes son un negocio gigantesco, con gastos millonarios en fármacos. De ahí la presión para la ley Justina. El otro punto es gran parte de la “recolección” de los órganos se hace en hospitales públicos, en particular en zonas pobres, como Florencio Varela. Los destinatarios, en su gran mayoría, son tratados en clínicas privadas. Ver los datos públicos del ministerio de salud.

[3] Nota sobre la Ley de Salud Mental de Claudia Peiro.

“La rara Ley de Salud Mental argentina que recela de la psiquiatría y la niega como ciencia médica”, https://www.infobae.com/sociedad/2020/10/25/la-rara-ley-de-salud-mental-argentina-que-recela-de-la-psiquiatria-y-la-niega-como-ciencia-medica/

[4] Un caso claro fue la discusión del aborto. Más allá de la discusión ideológica de Kissinger vs. General Perón, está la cantidad de compras masivas de misoprostol. Los capitostes del radicalismo emitieron un videoclip, integrado en su totalidad por varones sexagenarios u older, donde afirmaban que el aborto era una cuestión de salud, para prevenir la muerte de las mujeres. Es del 2018. Ese mismo año fallecieron 19 mujeres por abortos (sumados los practicados en hospitales públicos y los clandestinos privados). Todos los años fallecen miles de mujeres por cáncer de mama y cáncer de útero. Todos los años mueren casi 300 mujeres por parte, en general por problemas previos no tratados (obesidad, hipertensión, diabetes, Chagas). Nunca, desde 1983, los políticos se ocuparon de la salud de las mujeres, lo que hace el argumento utilizado a favor del aborto lo que es: falso. La UCR gobernó o cogobernó desde 1983 11 años y medio (5,5 Alfonsín, 2 de la Rúa, 4 Macri). Nunca se ocuparon —tampoco lo hicieron Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina Fernández o Alberto Fernández— de prevenir enfermedades ginecológicas. Cristina Fernández hizo una campaña contra el HPV, que tenía por fin comprar vacunas. Les hacían análisis de HPV a las jujeñas de la Puna, pero no un pap, o análisis de tuberculosis o Chagas. Lo de siempre, hacer que se hace. Nunca “cuidar” con sinceridad al pueblo.

[5] Si bien han brindado grandes ayudas en tiempos de colapso.

 

Publicado originalmente por Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/salud.html