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CRISIS EN EL MANEJO DE LA CRISIS: CORONAVIRUS E INCERTIDUMBRE

Adrián Rocha*

En 1973 Claus Offe publicó un artículo en el que analizó los límites del Estado en el manejo político de conflictos, cuyo título recoge esta nota. El texto fue el resultado de una investigación llevada a cabo por Offe en el Instituto Max-Planck de Starnberg. Luego se incorporó en un libro editado por John Keane, el cual reúne varios textos del autor sobre el tema, con el nombre de Contradictions of the Welfare State, cuya traducción al español estuvo a cargo de Antonio Escohotado[1].

El análisis de Offe estuvo centrado en las limitaciones y, como indica el título del libro, en las contradicciones del Estado de Bienestar respecto de su capacidad como agente regulador de conflictos. Los estados de bienestar que analizaba Offe eran los europeos de la posguerra que, como se sabe, se vieron ante serias dificultades hacia el fin de los “años dorados”, esos que van desde 1950 hasta la primera crisis del petróleo, ya que comenzaron a registrar problemas fiscales, políticos y sociales. La habilidad del Estado de Bienestar para gestionar conflictos entre clases, que hasta el momento había mostrado relativo éxito, se vio debilitada por las mismas razones de ese éxito, entonces invertidas: la prosperidad producto de la disponibilidad de recursos que permitían sostener un Estado robusto y reticular, comienza a mermar por limitaciones fiscales y por la multiplicidad de funciones asumidas por la esfera político-administrativa, mientras los derechos ciudadanos y las demandas sociales se expanden y consolidan en el plano jurídico. Ante esta situación, Offe efectúa lúcidos señalamientos a partir de un enfoque integral de los estados europeos de la posguerra, analizando tres subsistemas interdependientes: el económico, el político-administrativo y las estructuras de socialización.

Aquí se recuperan libremente algunos de sus aportes. Los mismos se destacan en contextos como el de hoy, en el que el diseño de estrategias destinadas a paliar incertidumbres parece estar circunscripto al interés de los políticos, en detrimento de la capacidad misma de los Estados.

Policy Sciences y planes de contingencia

La crisis que trajo el COVID-19 interpela a toda la comunidad científica y también a las disciplinas sociales, las cuales son un vector decisivo en el diseño de políticas públicas, al mismo tiempo que una herramienta con la que los gobiernos enfrentan cotidianamente los dilemas y desafíos de la coyuntura. La exigencia del calendario político respecto de temas que influyen en procesos electorales, en la definición de agendas y en la formulación de estrategias de imagen pública orienta las investigaciones sociales hacia cuestiones que en muchas oportunidades sirven más a los intereses políticos que a los estatales. El uso por parte de la política de los conocimientos que proveen las disciplinas sociales es inevitable, aun cuando las investigaciones se diseñen con el más utópico propósito, pues la inocencia es la proteína del realismo. Empero, en crisis de este tipo, ese aprovechamiento por parte de los políticos queda al desnudo.

Así, la distancia necesaria para analizar muchos de esos dilemas pierde relevancia en la medida en que la eficiencia que de ella se desprende no se condice con los tiempos de la política. En efecto, cuando surge una crisis para la cual no se poseen planes de contingencia efectivos, el desfase entre quienes toman distancia y la urgencia de la realidad se torna más evidente, ya que las formulaciones de quienes asumen tal distanciamiento generalmente son poco aplicables o directamente se extravían en críticas poco constructivas, cayendo incluso en posiciones absurdas, tal como se observa en el artículo sobre el coronavirus escrito por Agamben[2].

Quienes profesionalmente se dedican al diagnóstico de un problema público, y por tanto al diseño, implementación y evaluación de políticas públicas, guardan íntima proximidad con los escenarios de la coyuntura. Esa vinculación se debe a que su tarea se enfoca en los estudios de casos —pues el método empírico es ineludible para los policymakers—. Pero por ello mismo los hacedores de políticas tienden a internalizar y a naturalizar los ritmos y procedimientos de la dinámica política, perdiendo acaso la distancia científica necesaria. De esta manera, resulta de interés preguntarse cómo y cuánto la política transforma a los policymakers y viceversa. Quedaría elegante afirmar que se trata de una relación dialéctica. Aun así, se trataría de una dialéctica muy asimétrica.

Offe discute el rol que le toca a las disciplinas sociales en el campo político, invitando a desconfiar de la capacidad de control y planificación de las Public Policies, que por su apego tal vez inevitable a la toma de decisiones se encuentran limitadas precisamente por la inmediatez de los escenarios. No obstante, eso no debería incentivar una renuncia a la intervención epistemológica, pues un caso como el que se vive hoy exige soluciones y propuestas racionales. Acaso sea necesario considerar la posibilidad de crear espacios de investigación académica que, además de estudiar los protocolos usuales para enfrentar las crisis (imaginables), diseñen también proyectos de investigación que partan de escenarios poco probables, y que sobre todo registren tendencias hacia crisis de este tipo.

Según Tedros Adhanom Ghebreyesus y Bill Gates, una pandemia era plausible en el mediano plazo. Así lo indica Daniel Mediavilla en El País[3]. Sin embargo, nadie podía anticipar un probable escenario como el de hoy (sabemos que la probabilidad está vinculada con la frecuencia), por lo demás incierto, debido a que el proceso está en pleno desarrollo y a que se dispone de poca información sobre el ciclo definitivo del COVID-19, lo cual impide trazar comparaciones con virus de los cuales existe información perfecta. En efecto, el contexto de información imperfecta es lo que impide establecer un plan de contingencia adecuado a la capacidad de daño del agente. Desde Asia hasta América toda, pasando por Europa, los mandatarios hoy discuten estrategias de mitigación y contención de las cuales no tienen certeza alguna. Minimizar la situación a partir de comparaciones con otros episodios u otras enfermedades es peligroso e irresponsable, pero de ahí no se sigue que un plan sea mejor que otro (cabe recordar que Taiwán ignoró buena parte de los consejos de la OMS), aunque el aislamiento pareciera ser, de momento, la mejor estrategia defensiva.

Offe estimaba que concebir a las crisis como acontecimientos imprevistos traía problemas mayores (derivados de omitir sus causalidades), por lo que sugirió identificar los fenómenos que van gestando su irrupción. Por ello, insistió en escapar del concepto “esporádico” de crisis, el cual se centra en la plena coyuntura (la gran protagonista de hoy), proponiendo un enfoque alternativo que consiste en atender a los “mecanismos que generan los acontecimientos”, a partir de los cuales las crisis serían “tendencias de desarrollo que son confrontadas por tendencias contrarias”.

Mecanismos dentro de mecanismos

¿Qué “mecanismos” han dado lugar a este acontecimiento? Si se parte de lo dicho por Peter Singer y Paola Cavalieri en una nota publicada en The Project Syndicate[4], es lícito inferir que los denominados “mercados húmedos” han creado las condiciones para la aparición de este virus. Según los autores, “tanto la epidemia de SARS (síndrome respiratorio agudo grave) en 2003 como la actual se originaron en los ‘mercados húmedos’ de China: mercados al aire libre en los que los clientes compran animales vivos a los que acto seguido se mata en el lugar. Hasta fines de diciembre de 2019, todas las personas afectadas por el virus habían tenido algún vínculo con el mercado Huanan de Wuhan”.

En una nota de Los Ángeles Times, Christopher St. Cavish[5] asegura que existe una gran equivocación sobre los mercados húmedos pues, según afirma, serían los mercados silvestres los realmente peligrosos. El problema, señala el autor, “surge cuando se introduce la vida silvestre en este sistema. Apropiadamente, los críticos señalan que traer animales estresados de distintas especies —que transmiten diferentes enfermedades— a una proximidad cercana y sin ninguna supervisión, no es bueno para la higiene. En el peor de los casos, puede proporcionar el caldo de cultivo para el COVID-19, el SARS y la gripe aviar”.

En cualquier caso, estos espacios de comercialización no se encuentran solamente en China. Forman parte de una extensa red de intercambios que, aunque resulte sorprendente, todavía persisten en una era de robótica, inteligencia artificial y tecnologías productivas de punta. Tales mercados son poco higiénicos, lo que se “compensa” argumentativamente con la excusa de la celeridad con que operan: al venderse rápidamente sus productos, los períodos de éstos en condiciones “poco recomendables” serían breves. Esta postura sería fácilmente desestimada por cualquier estudio bromatológico.

El “mecanismo” que yace detrás de este tipo de prácticas de intercambio no es otro que un sistema de comercio mundial muy heterogéneo y dispar. La FAO y las unidades sanitarias de los Estados son conscientes de estos mercados, pero como sus utilidades y coberturas abarcan a un amplio segmento socio-económico, prohibirlos tiene costos que nadie quiere asumir. Detrás de ese “mecanismo” se podría advertir otro, a partir de una lógica que conduce a una concatenación de mecanismos que ilumina una maquinaria productiva que transita en el límite de la formalidad. Maquinaria que llega a recluirse en la informalidad por razones de rentabilidad, en el marco de juegos win-win en donde Estados, comercios y particulares “ganan”: unos se desentienden de determinadas poblaciones y de necesarios controles mientras que otros compensan ese desentendimiento comerciando en los márgenes y abasteciéndose. Sería interesante conocer cuántos mercados de este tipo existen en América Latina.

¿Desmercantilización de la salud?

Offe hizo hincapié también en una tensión inherente a la gestión de los conflictos en el Estado de bienestar, la cual es aplicable a casi todas las unidades estatales de hoy: aquella que se advierte entre los procesos de mercantilización y desmercantilización. El Estado debe necesariamente autolimitarse, pues depende de procesos de producción e intercambio que lo obligan a preservar la perspectiva privada. Sin embargo, para que esa subordinación positiva tenga lugar, debe asimismo desmercantilizar algunas áreas de la vida pública. Esta contradicción echa luz sobre un aspecto que se desprende de aquél, al cual Offe presta especial atención: el déficit fiscal. Las áreas de la vida desmercantilizadas, junto con las demandas por ampliación de derechos, significan inevitablemente una mayor carga fiscal para el Estado. Como señala John Keane en su introducción, “las políticas de los Estados del bienestar necesitan hacer lo imposible: se ven forzadas a reorganizar y restringir los mecanismos de acumulación capitalista para permitir que esos mecanismos cuiden espontáneamente de sí mismos”[6].

No caben dudas de que la crisis del COVID-19 pone sobre el tapete esta tensión. En ese sentido, las políticas sanitarias y los sistemas de salud se encuentran en el centro de la discusión. El financiamiento de todo sistema de salud implica altos costos, de allí que tanto sector público como privados estén en constante tensión en torno de este tema. Una estructura mixta podría ofrecer soluciones. La crisis actual augura un replanteamiento de los marcos económicos con los que se han pensado los sistemas de salud. Su posición estratégica desafía a las prioridades fiscales de los Estados, que al asumir cada vez más funciones se vuelven por ello menos ágiles para gestionar conflictos.

Si la salud debe ser un área desmercantilizada, lo cual es muy probable que se plantee después de esta crisis, forzosamente se deberá mercantilizar otras, sin por eso incentivar actividades informales.

¿Autoritarismo en el horizonte?

La crisis en el manejo de la crisis aparece entonces como una consecuencia de tensiones crecientes en el seno de una transición en torno de la tecnología y las comunicaciones, en donde el poder administrativo del Estado se ve desafiado por sus falencias para detectar y anticipar tendencias hacia las crisis. Esas tensiones arrojan escenarios que se consideraban poco probables, pero que finalmente suceden, como lo ocurrido con el COVID-19.

Las tendencias hacia la crisis parecen estar siempre inscriptas en esos mecanismos que operan en condiciones opacas y que son poco regulados precisamente por limitaciones que el Estado debe ponerse a sí mismo: procesos de desarrollo que contrarían al mismo desarrollo, en el marco de relaciones asimétricas de información y, sobre todo, de comunicación, en las que prima la acción estratégica y no la acción orientada al entendimiento, tal como llamara Habermas[7] a las formas de establecer canales dialógicos que permitan diseñar instituciones que reduzcan los márgenes de incertidumbre, no sólo en el intercambio, sino en la gestión de crisis y conflictos.

En el rediseño de las instituciones formales universales que hasta el día de hoy han dominado las interacciones entre Estados, Corporaciones y actores de interés reside la posibilidad de incentivar el surgimiento de instituciones informales[8] que, por su carácter cultural y dinamizador, orienten las acciones de los agentes hacia una cooperación fundada, cuando menos, en el autointerés comunitario.

¿En qué medida un Estado como el de China está efectivamente interesado en que sus instituciones provean de la mejor información al resto del sistema internacional, para que éste pueda diseñar estrategias de contención y mitigación ante escenarios como el que suscita el avance de este virus? ¿Están las potencias mundiales interesadas en compartir, no toda, sino aquella información que resulta de interés vital para el sistema? ¿Se encuentra el mundo, probablemente, ante una crisis de racionalidad? ¿Está la “la razón de Estado”, tal como la concibió Murizio Virol[9], limando hoy la legitimidad misma del Estado liberal, mientras configura otra, acaso no tan desconocida, forma de lo estatal-comunitario?

Los dilemas acerca de la libertad de circulación y de comercio y de la presencia de un Estado de Derecho que para proteger esa libertad necesite paradójicamente restringirla, cobran mayor fuerza en crisis como la actual. En su potencial fracaso como promotor del intercambio económico global y como agente estabilizador de conflictos se entrevé, brumosamente, la raíz del autoritarismo.

* Licenciado en Ciencia Política, Universidad Abierta Interamericana (UAI). Analista político internacional en Open Democracy <https://www.opendemocracy.net/>.

Referencias

[1] Offe, C. Contradicciones en el Estado de Bienestar. Madrid: Alianza, 1990, 309 p.

[2] Giorgio Agamben. “L’invenzione di un’epidemia”. Quodlibet.it, 26/02/2020, <https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-l-invenzione-di-un-epidemia>, [consulta: 25 de marzo de 2020].

[3] Mediavilla, D. “La pandemia que todos sabían que iba a llegar y nadie supo parar”. El País, 18/03/2020, <https://elpais.com/ciencia/2020-03-17/la-pandemia-que-todos-sabian-que-iba-a-llegar-y-nadie-supo-parar.html>, [consulta: 20 de marzo de 2020].

[4] Singer, P.; Cavalieri, P. “El otro lado oscuro del COVID-19”. The Project Syndicate., 03/02/2020, <https://www.project-syndicate.org/commentary/wet-markets-breeding-ground-for-new-coronavirus-by-peter-singer-and-paola-cavalieri-2020-03/spanish>, [consulta: 20 de marzo de 2020].

[5] Cavish, Christopher St. “No, los mercados frescos de China no causaron el Coronavirus”. Los Ángeles Times, 15/03/2020, <https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2020-03-15/comentario-no-los-mercados-de-alimentos-frescos-de-china-no-causaron-el-coronavirus>, (consulta: 20 de marzo de 2020).

[6] Offe, C. Op. cit., p.22.

[7] Habermas, J. Escritos filosóficos. Fundamentos de la sociología según la teoría del lenguaje. Barcelona: Paidós, 2011, 449 p.

[8] North, D. “Institutions. En: The Journal of Economic Perspectives, vol. 5, nº 1. (Winter, 1991), p. 97-112.

[9] Viroli, M. De la política a la razón de Estado. La adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600). Madrid: Akal, 2009, 368 p.

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LA URGENTE NECESIDAD DE POLÍTICAS INTEGRALES

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de Wokandapix en Pixabay

En castellano no contamos con diferentes palabras para los términos en inglés “policy” y “politics”. Ambos se traducen como “política”, pese a sus connotaciones diferentes. La política trata del gobierno y la organización de las sociedades. Política es la actividad de los que gobiernan —o aspiran a gobernar— los asuntos de un país. Es válido expresar, además, que la política es el proceso de tomar decisiones aplicables a todos los miembros de una comunidad por parte de quienes tienen el poder.

La capacidad de modificar la conducta de otros se refleja en el poder, elemento básico de la vida política; quien decide cómo se distribuirán los bienes en una sociedad debe tener autoridad (poder) para hacerlo. Así sucesivamente, el estudio de la Ciencia Política nos puede llevar hacia modelos más sofisticados, pero lo esencial es saber que la actividad política se centra en el poder y en la lucha por alcanzar ese poder, o por preservarlo.

Por otro lado, la expresión anglosajona “policy” implica tomar un curso de acción determinado y propuesto por un gobierno, asociación “x” o un simple ciudadano. Es así que se habla de “excelentes políticas asumidas (“policies”) o de “erráticas políticas (“policies”). Al no disponer del término “policy” en castellano, urge agregar algo para que se diferencie de la política en sí. Es posible mencionar “políticas integrales” o “políticas estructurales”; otros pueden referirse a políticas de corto, mediano o largo plazo. En definitiva, las políticas siempre implican un plan de acción propuesto en el marco del poder político y con el fin de darle rumbo determinado a una sociedad.

En Bolivia últimamente hemos tenido exceso de política y falta de políticas. Casi todo es manejado por la coyuntura o motivado por la presión que ejerce sobre la comunidad política (en democracia) la proximidad de una elección para definir quién o quiénes serán los futuros detentadores del poder. Y en ese combate pacífico entre ideas y propuestas se pierde la perspectiva. Es lo que nos señaló con acierto Manfredo Kempff en su columna del sábado 8 de febrero pasado titulada “Terremoto electoral”. Básicamente se refirió a que nadie en estos momentos provee políticas que reflejen cambios de estructura. Todos los contendientes para las elecciones del 3 de mayo compiten sobre las mismas reglas, tampoco están presentando novedades que atraigan al votante, salvo las usuales promesas de “desarrollo”, “estabilidad”, “más empleo”, etc. Faltan políticas integrales. Nos guste o no, el MAS en el pasado presentó e impuso su concepción y hasta la plasmó en un texto constitucional extenso, teñido de sangre, con fuerte oposición en Santa Cruz y otras regiones. Pero al final, en 2009, se impuso la ilegalidad de ese amañado texto constitucional con el baño de legalidad de un referendo.

Ahora urge que quienes tienen la posibilidad de seguir manteniendo a nuestra Bolivia en democracia (impidiendo el retorno del autoritarismo) tengan la capacidad de presentar políticas basadas en el retorno a cauces constitucionales sensatos y coherentes, en lugar de mantener la demagógica CPE vigente. Al respecto, creo que las constituciones de 1967 y la de 2004 —con las reformas agregadas en la breve presidencia de Carlos Mesa— son instrumentos más sólidos y modernos que la demagógica CPE actual, plagada de errores de sintaxis y de tamaño enciclopédico.

Quienes posibilitaron el triunfo del movimiento cívico de noviembre 2019 espero que consideren algunos de estos aspectos e incluyan en sus plataformas electorales políticas (“policies”) integrales. Hace falta una visión más amplia de la Bolivia que queremos y de lo que debe hacerse para lograrla. Menos política y más “policy”, es lo que precisamos aquí y ahora.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://eldeber.com.bo/167527_la-urgente-necesidad-de-politicas-integrales

¿QUÉ HA PASADO CON EL NACIONALISMO ARGENTINO? – Parte IV


Ir a ¿Qué ha pasado con el nacionalismo argentino? – Parte III

¿Volvemos a los recuerdos porque pretendemos enriquecernos con ellos o, por el contrario, porque deseamos ser pobres, como entonces, como cuando éramos unos pobres hombres, unos pobres diablos, unos pobres y heroicos? No lo sé.

Han pasado quince años y había olvidado muchas cosas. Y muchas decepciones han ocupado el lugar de los bríos de entonces. Pero he recordado al «espantajo» y los he sentido en la garganta, como entonces… ¿No sabéis a qué espantajo me refiero? Veré si acierto a expresarme con unas pocas palabras. Este Tiempo-Invocación es para él.

El espantajo o esperpento es la suma de todas las emociones que llevan al hombre al sacrificio. No es la guerra, ni la muerte… es la… no sé… lo es todo, desde el temblor de la piel a la maldición hecha plegaria. Algunos dicen que es la recompensa del soldado. Y que es una dama hermosísima y generosa con sus encantos. Pudiera ser hembra, aunque no lo aseguro, pues yo siempre le vi vestido de soldado; como nada tiene de hermoso y es tan enjuto de carnes que parece un esqueleto, me inclino a creer que se trata de un hombre.

¿Dónde diablos estaba? ¡Ah, sí! La gloria del soldado, decía, es un espantajo, medio loco, con una voz imposible llena de incoherencias y tremendas plegarias, haraposo ante el castigo eterno del viento. Cerrad los ojos, imaginad un espantajo cualquiera en un sembrado. Haced que ese campo gire vertiginosamente, entre todos los ruidos y luces de la guerra, bajo todas las intemperies… El esperpento estará siempre allí, entre los surcos convertidos en tumbas, voceando como un chiflado, rezando como el hombre que descubre a Dios en cada instante, temblando de frío. No fermenta los cuerpos con cantos gregorianos, precisamente; sólo está allí para que los caídos sientan perennemente la emoción estética más intensa que puede albergar el hombre: la del minuto exacto antes de la muerte. Ni asusta ni divierte, ni ensalza siquiera: acompaña.

Los camaradas que en Possad, y en Slutz, y en los muchos cementerios españoles lloraban al tener que abandonar a sus mejores, fueron también, durante corto tiempo, iguales al espantajo. Pero eran hombres y debían marcharse. El esperpento es también humano; pero no se marchará nunca. Estará siempre allí, para recordar, para emocionar, para responder a las preguntas sin respuesta.

Esto es lo que me obliga a escribir, principalmente. Porque pese a todo —y estoy hablando en nombre de mi generación frustrada— me ha bastado abrir un resquicio al recuerdo para encontrarme enseguida con la cara de los muertos. He visto la sombra del espantajo, eternamente fiel, agitando sus harapos y murmurando sus terribles imprecaciones y heme emocionado. Con ello he comprendido que nunca podré renegar de las horas pasadas, aunque mi experiencia actual me haga ver la tremenda ironía de un libro de guerra reviviendo lo que estaba muerto, recordando lo que se tiene empeño en olvidar.

Tomás Salvador

Leyendo a Tomás Salvador, me preguntaba, luego del escarnio al cual han sido sometidas nuestras FFAA y FFSS; ¿dónde ha quedado la gloria del soldado? ¿por qué nuestra sociedad ha dejado que caiga en saco roto el sacrificio de nuestros hombres de armas? ¿por qué hemos mancillado el uniforme y la memoria de los caídos en combate en las últimas cinco décadas?… ¿por qué hemos sido espectadores silenciosos ante la destrucción del brazo armado de la Patria por parte de gobiernos serviles al imperio sinárquico del Nuevo Orden Mundial?

¿Quiénes serán los privilegiados merecedores de las palabras que al igual que aquellos a quienes fueron dirigidas en julio del ’44, lleven sobre sus espaldas la responsabilidad de poner nuevamente de pie a la Patria mancillada:

“Vosotros constituís la primera gran Unidad que vuelve a ver el cielo y el suelo de la patria traicionada, dividida y atormentada por el enemigo. Constituís, por lo tanto, la columna maestra del templo, la piedra liminar de la nueva construcción de las Fuerzas Armadas…

Con vuestro denodado empeño antes del combate, durante él y después, estoy seguro de que no defraudaréis las esperanzas de la Patria, sino que le abriréis el camino de la liberación y de la victoria…

Por lo que respecta a la política, las ideas deben ser extremadamente precisas. Sobre todo en un periodo de transición y de crisis, las consignas deben tener el timbre y la dureza de los metales…”

Vemos transcurrir periodo tras periodo, gobierno tras gobierno y la situación nacional en vez de mejorar…empeora. Discursos floridos hacia uno u otro sector de la sociedad, según sople el viento, que lo único que logran es la sucesión de gobernantes ineptos y traidores a la Patria que lo único en que son consecuentes es en la entrega del patrimonio de todos los argentinos y en la destrucción sistemática de la sociedad y de sus FFAA y  FFSS. El nivel cultural de las últimas generaciones es paupérrimo, la situación social es apremiante en la mayoría del territorio argentino y la suma de todos esos factores da como resultado la perpetuación del populismo.

Destruyen todos los estratos de la sociedad en base a mentiras repetidas una y otra vez, de manera que se hace eternamente vigente la frase de François Marie Arouet, Voltaire, (filósofo francés):

“La verdad es lo que se hace creer.”

Hoy nos encontramos gobernados nuevamente por un gobierno que se autodenomina “camporista” y canta loas a Héctor J. Cámpora y su nefasto entorno, es más, una de las agrupaciones más influyentes dentro del gobierno es “La Cámpora”, pero, ¿quién fue Cámpora?.

Héctor J. Cámpora integró el entorno de Perón, pero fue desalojado del mismo con demasiada rapidez. Recordemos que llegó al poder en 1973 en unas elecciones con Perón proscrito y bajo el lema: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. El presidente Cámpora estaba en otra jugada política y con otros tipos que pertenecían sin duda a otro poder sinárquico, pero que en definitiva en la cumbre, se dan la mano, porque son la misma cosa. Fue miembro de la P2 italiana, pero la fuerza del marxismo lo tenía aherrojado. El desborde de la tendencia, sin jefes ni disciplina, hicieron que Cámpora perdiera el gobierno y López Rega lo capitalizó con Lastiri. De allí en adelante, el cerrojo en torno a Perón se agudizó y el caudillo quedó encerrado por el lopezreguismo, sin capacidad, doctrina, ni jerarquía ética-moral. Perón estaba viejo y enfermo, su capacidad de maniobra estaba casi agotada, con mala atención de su salud y con viajes extenuantes sea al Paraguay o al famoso portaaviones. Cámpora más vale representaba el otro entorno que se le trató de hacer a Perón, a través de la famosa patria socialista, implementada por jóvenes burgueses que se olvidaron que Perón tenía una doctrina y una tercera posición enunciada con toda claridad por el año 1945.

Amigo comprometido de los guerrilleros, abrió las cárceles en el llamado Devotazo, el mismo día de su asunción a la presidencia de la Nación argentina, 25 de mayo de 1973, militantes de las organizaciones guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y Montoneros concurrieron masivamente al acto de la Plaza de Mayo y luego se desplazaron hacia la cárcel de Villa Devoto, a la que rodearon y comenzaron a presionar sobre las puertas, echando por tierra el trabajo hecho por la Nación para quitar de circulación a estas lacras de la sociedad, reabriendo el juego que se tornó más sádico y sangriento, ya que el cautiverio exacerbó su virulencia. Perón los echó de la Plaza de Mayo y Cámpora los liberó y acogió. Éstos son los valores que maneja el actual gobierno, que de peronista tiene el mismo porcentaje que de honesto.

En nuestro tiempo, los poderosos universalistas, el N.O.M., no pueden como antaño dominar las naciones con sus ejércitos o sus marines de desembarco, entrando a sangre y fuego en los pueblos de cualquier parte del mundo, salvo contadas excepciones como Libia e Irak aduciendo terrorismo. Ese procedimiento es muy caro. Es más fácil organizar logias, clubes, institutos, bancos o políticas siniestras para dominar al resto de las naciones sea con políticos venales, partidos oportunistas, intereses elevados, dumpings contra la producción, precios agropecuarios no compensatorios, mercaderías subvencionadas, créditos para falsas obras de “progreso” y “desarrollo”, etc. Todo lo que venimos viendo el último medio siglo.

Aurelio Peccei, presidente del Club de Roma, miembro de los Bilderbergers y de la Sinaquía, en un discurso pronunciado en 1979, le daba a la Argentina un papel agroproductor, pero esa producción manejada por ellos, desde la siembra, la recolección, la venta y el traslado. Esas son las ideas del universalismo europeo contra las naciones del mundo. También es idea de los sinarcas que el Beagle, la Tierra del Fuego, la Patagonia, las islas del sur y la Antártida, no le pertenecen a la Argentina, ni desde luego a Chile, sino que son reservas del universalismo, para la humanidad. Lo mismo sucede con otros grupos humanos de la Tierra, nada es de ellos. Solo los universales o demócratas-sociales europeos pueden mandar y decidir, ellos sí son inteligentes, democráticos y capaces, el resto debe obedecer y trabajar en aquello que se le ordene.

Analizaremos brevemente el final del gobierno de Fernando de la Rúa y los cinco presidentes en los siguientes once días.

En medio de una ola de protestas sociales que arrojaron 40 muertos y más de 100 heridos, el helicóptero alejó ese 20 de diciembre de 2001 al por entonces presidente Fernando de la Rúa de la Casa Rosada, habiendo dejado firmada su renuncia al cargo. La crisis fue política, económica, social e institucional, potenciada por una revuelta popular generalizada bajo el lema «íQue se vayan todos!»

Once días después asumiría en su lugar Eduardo Duhalde y en el medio otros tres presidentes ocuparían el principal sillón presidencial:

21 de diciembre: la última acción de De la Rúa fue levantar el estado de sitio, mientras que el Congreso de la Nación elegía como presidente provisional al titular del Senado, Ramón Puerta. El Partido Justicialista propone como presidente interino al por entonces gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá y convoca a elecciones anticipadas para el 3 de marzo.

23 de diciembre: jura Rodríguez Saá como presidente y en su mensaje al país anuncia la suspensión en los pagos de la deuda externa. Decide extender el feriado bancario hasta el 2 de enero y la creación de una nueva moneda (el argentino), que circulará de manera paralela con el peso y el dólar.

El puntano realiza una serie de reuniones y con sus asesores afina los números de lo que sería el presupuesto nacional para el año siguiente. A la central de los trabajadores les explica cómo será la nueva moneda, les pide paciencia a los acreedores externos y mantiene las restricciones para el retiro de fondos de los bancos.

Esto lleva a nuevos incidentes callejeros que reclaman la renuncia de los flamantes funcionarios. Nuevos detenidos y heridos se producen en las protestas. Esto provoca la convocatoria de una cumbre de gobernadores peronistas en Chapadmalal, pero la ausencia de algunos lo deja sin sustento. Esto motiva la renuncia del puntano y acusa a De la Sota de mezquindad.

31 de diciembre: El presidente del Senado, Ramón Puerta, también presenta su renuncia por lo que el titular de la cámara baja, Eduardo Camaño, asume de manera interina la jefatura del Estado y convoca de urgencia a la Asamblea Legislativa.

1 de enero: Eduardo Duhalde, por entonces senador nacional y que había sido derrotado por De la Rúa en las elecciones de 1999, es elegido por aclamación para terminar el mandato del ex presidente radical.

Cinco presidentes en apenas once días, algo digno para ingresar en el libro de los récord Guiness y que provocó la risa hasta de Arnold Schwarzenegger, que no dudó en burlarse del por entonces joven Marley en una entrevista para su ciclo Teleshow, y le preguntó si sabía cuál era el nombre de su presidente en ese momento.

El ex Vicepresidente de Menem quedó al frente del Gobierno nacional hasta cumplir el mandato del radical, en diciembre de 2003.

En la próxima entrega analizaremos el primer mandato de la “década ganada” por el matrimonio Kirchner Ostoić – Fernández Wilhelm, y la frase aduce a que si hubo un ganador en esa década, ha sido el matrimonio citado, sin lugar a dudas.

«GRAVE AMENAZA ES PARA EL HOMBRE SER GOBERNADO POR PODERES OCULTOS. ESTO ACONTECE CUANDO EL QUE MANDA NO ES EL MISMO QUE FIRMA».

CONDE DE ROMANONES

Por Der Landsmann para Saeeg


Notas:

  • División 250 – Tomás Salvador
  • Guillermo Landera – El entorno de Juan D. Perón
  • https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=la-renuncia-de-de-la-rua-y-los-cinco-presidentes-en-once-dias
  • Guillermo A. Terrera – LA SINARQUIA

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