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A 61 AÑOS DE LAS RELACIONES CUBA-INDIA: NECESIDAD DE ABRIR UNA NUEVA ERA.

Ruvislei González Saez*

Antecedentes

Los históricos vínculos de la India y Cuba aunque oficialmente cumplieron 61 años de relaciones este enero de 2021 van más allá y se remontan a la llegada de los primeros migrantes indios a la nación caribeña en el siglo XIX. Sin embargo, las fuentes oficiales declaran que alrededor de 1905-1906 llegaron procedentes de Jamaica unos 200 indios. En 1914 arribaron más de 2.000 indios nacidos en la propia India y unos doscientos de Jamaica, habiendo entrado los últimos con sus documentos oficiales. Muchos de ellos se dedicaron a trabajar en centrales azucareros en el oriente del país. La inmigración directa de la India cesó en 1916, no así la que estaba localizada en varias Antillas caribeñas (López, 1977).

Las relaciones oficiales entre los gobiernos de Cuba y la India se forjaron desde los inicios del triunfo de la Revolución Cubana, constituyendo la segunda nación asiática, después de Sri Lanka, con la que La Habana estableció relaciones diplomáticas el 12 de enero de 1960. Los vínculos estuvieron precedidos por la visita realizada en 1959 por el Comandante Ernesto Guevara (Che) las que motivaron a la concreción de los lazos diplomáticos un año después.

El primer país asiático visitado por el Che en 1959 fue la India. Luego de una escala en Bombay, llegó a Nueva Delhi el 30 de junio. Al siguiente día tuvo su encuentro con el primer ministro Pt. Jawaharlal Nehru, con quien además de intercambiar temas políticos de interés, compartió un almuerzo en su casa y realizó un homenaje a Gandhi. También visitó Bhakra, el Taj Mahal, Lucknow y Calcuta (Romero, 2019).

En las relaciones bilaterales se destacaron los encuentros y visitas en ambas direcciones al más alto nivel. En el propio 1959 hubo dos grandes reuniones con el gran líder Nehru; la mencionada anteriormente del Che y la de Fidel Castro en Nueva York. Este último en ese momento en calidad de primer ministro y Jefe de la Revolución. Posteriormente, en 1973, Fidel visitó la India y fue recibido por la primera ministra, Indira Gandhi al arribar al aeropuerto internacional de Palam, en Nueva Delhi. La otra visita muy importante de Fidel fue en 1983, donde el histórico abrazo público a Indira Gandhi, quedó grabado para la historia en los ciudadanos del país por su carácter amistoso y la espontaneidad al hacer entrega de la presidencia del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) a la dirigente india, en la capital de la nación asiática.

Otras visitas de la parte cubana a la India fueron las de los entonces cancilleres Roberto Robaina en 1994 y 1997, así como Felipe Pérez Roque en 2007. En 1996 el presidente de la Asamblea Nacional en ese entonces, Ricardo Alarcón realizó una visita oficial a Nueva Delhi.

Ya en el período más reciente, se efectuó la gira del ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla (actualmente también viceprimer ministro), en mayo de 2013 y posteriormente la del entonces primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en marzo de 2015 (actualmente presidente de la República).

Mientras por la parte india, se destacaron las del primer ministro Rajiv Gandhi en 1985, la primera visita oficial de Estado de índole bilateral que tenía lugar entre los dos países. Le siguió en 2006 el premier Manmohan Singh para la cumbre del MNOAL; en 2012, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Shri S. M. Krishna, visitó La Habana y un año después, lo hizo el vicepresidente Shri Hamid Ansari, acompañado por una delegación de alto nivel.

En 2016, el ministro del Interior, Raj Nath Singh, segundo en jerarquía en el gabinete, representando al primer ministro Narendra Modi, quien a su vez miembro del Ejecutivo Nacional del gobernante Barathiya Janata Party (BJP), viajó a La Habana para participar en las honras fúnebres del líder cubano Fidel Castro. La última visita de alto nivel a Cuba, fue la del presidente Ram Nath Kovind en 2018 las que abrió una nueva etapa en las relaciones bilaterales.

Los históricos vínculos de Cuba con la India han sido tan importantes que fueron recogidos en el Tercer Congreso Nacional del Partido Comunista de Cuba en 1985 donde se plasmó que “la Amistad y el estrecho trabajo conjunto en el MNOAL caracterizan las relaciones con la India”. Por otro lado, en los momentos más difíciles de Cuba en su etapa de “Período Especial” constituyó un hecho trascendente la donación de 20.000 toneladas de arroz y trigo realizadas por la India a Cuba en 1993. La donación fue bautizada por el Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro al momento de la recepción del cargamento como “El pan de la India”.

Posteriormente sucedieron nuevas acciones de solidaridad de la nación india. En el 2008, el Gobierno de Nueva Delhi canceló la principal deuda y los intereses de 62 millones de dólares, lo que equivalía a 1,28 mil millones de dólares de deuda contraída con la India. India también proporcionó una asistencia de dos millones de dólares en efectivo como socorro ante las devastaciones causadas por los huracanes Gustav, Ike y Paloma en agosto y septiembre del propio año. También sobresalió una donación de buena voluntad en el transcurso del 2017 en medicamentos y equipos médicos, así como tractores e implementos agrícolas. 

Relaciones político-diplomáticas

Las relaciones político-diplomáticas Cuba-India tanto en el ámbito bilateral como multilateral han mostrado gran coincidencia en sus 60 años de lazos oficiales. La India fue uno de los primeros países en reconocer a Cuba después del triunfo de la Revolución de 1959. A tan solo un año después en la que el primer ministro Narendra Modi ganara las elecciones, el entonces primer vicepresidente cubano (actual presidente), Miguel Díaz-Canel Bermúdez realizó una gira por la nación asiática en 2015, justo en momentos en que ambas naciones celebraron el 55º aniversario de las relaciones bilaterales. Fue la visita de más alto nivel efectuada entre ambas partes desde el 2013 en que el vicepresidente indio Hamid Ansari visitó La Habana y fue recibido por el primer secretario del Partido Comunista de Cuba y entonces presidente Raúl Castro y el Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro. También se reunió con Díaz-Canel en el que también volvió a tener un encuentro en la visita de 2015.

En el 2018, en respuesta a la invitación realizada por el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez a su homólogo indio Ram Nath Kovind, se produjo la visita oficial del mandatario indio a Cuba. Como parte de su estancia de dos días fueron rubricados tres instrumentos jurídicos para ampliar la cooperación en los sectores de la medicina tradicional y la biotecnología. El mandatario indio mostró especial interés en este último con la visita efectuada al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). La concepción lanzada en su visita en la Universidad de La Habana del “Sur Global” reflejó puntos coincidentes en la proyección india y cubana, las que pueden devenir en una mayor concertación bilateral, pero también mediante cooperación en terceros países, especialmente de África e incluso en el Caribe.

Ambos países mantienen los mecanismos Diálogo Inter-cancillerías, así como también una Comisión Mixta Bilateral que permite analizar el estado de las relaciones bilateral e impulsar no solo el diálogo político diplomático, sino también otros asuntos de la agenda entre ambas naciones.

En el ámbito multilateral, se ha destacado el histórico apoyo de la India frente al bloqueo económico y financiero impuesto por Estados Unidos sobre Cuba. Ambos países han mantenido estrechos contactos entre sí en diversos foros internacionales, como la Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización Mundial del Comercio (OMC), etc. Cuba coincide con las opiniones de la India en la democratización de la ONU y la ampliación de su Consejo de Seguridad. Ambas partes comparten la posición de este último es central en el proceso de reforma en general y La Habana apoya la inclusión de la India como miembro permanente en el Consejo de Seguridad reestructurado. Cuba ha manifestado su apoyo público en varias ocasiones.

Cuba e India han sido pilares fundamentales del MNOAL a lo largo de la historia de este organismo y han compartido posiciones comunes con respecto a la mayoría de los asuntos en él tratados. Asimismo, promueven la cooperación Sur-Sur, y comparten el nuevo enfoque indio del Sur Global el que puede devenir en una mayor cooperación.

Cooperación bilateral

India y Cuba han firmado acuerdos en los sectores de biotecnología, ciencia y tecnología, comercio, cultura, medicina tradicional, normalización, deportes, energías renovables, de protección al consumidor y un programa de intercambio cultural. En 2013 se firmó el Acuerdo de Programa de Intercambio Cultural y un Memorándum de Entendimiento (MOU) sobre Cooperación en Materia de Difusión entre Prasar Bharati y el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). También se concretó un MOU sobre cooperación en el campo de Biotecnología entre el Departamento de Biotecnología del Ministerio de Ciencia y Tecnología y BioCubaFarma de Cuba.

Además, Cuba se ha beneficiado del Programa Indio de Cooperación Técnica-Económica (ITEC en inglés), con más de 50 años de implementación. Desde 1989 hasta 2020, alrededor de 800 profesionales cubanos de diferentes especialidades se han beneficiado de becas en la India en diversos sectores como idioma, informática, economía, agricultura, etc. Dentro del propio programa, en 1995, fue donada a Cuba una planta de energía solar de 5Kw. Fue seguida por la puesta en marcha de repuestos de apoyo, así como se han desarrollado otros proyectos de capacitación.

La ciencia y la tecnología ha sido un área importante para la cooperación bilateral. Las principales áreas de interacción han sido la biotecnología y el software. Ha habido una cooperación activa entre la empresa india BIOCON y CIMAB de Cuba en anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer.

La cooperación india en Cuba ha sido relevante y ambas partes deberían potenciar los vínculos en ambas direcciones sobre la base del beneficio mutuo y las obtención de ventajas compartidas. El apoyo de la nación asiática en el desarrollo de la Fábrica de Fertilizantes Nitrogenados (NPK) en la provincia de Cienfuegos contribuyó a garantizar el 70% de los fertilizantes y abonos necesarios para la campaña agrícola de frío de Cuba en el 2019. La industria con capacidad 300.000 toneladas al año con capacidad de producción de 55 toneladas de fertilizantes por hora. La producción de la NPK rebajará cerca del 25% de costos de importación de sustancias como el sulfato de amonio, el fosfato diamónico, el fósforo y el cloruro de potasio. La industria nacional aporta la zeolita (Granma, 2018).

La edificación de la planta perteneciente a la empresa química EQUIFA del Ministerio de Industrias se ejecutó con el apoyo de la compañía de ingeniería AAR ESS EXIM de la India. La inversión comenzó a principios de 2017 y avanza en su segunda atapa hasta el actual 2020 y que incluye tres grandes almacenes para las materias primas, viales y sistemas de protección de la fábrica. El costo total de 41 millones de dólares, que incluye alrededor de cuatro millones de dólares aportado por un crédito indio para la financiación en equipos y tecnologías. La india también participa en el proyecto mediante asesoría y capacitación (Granma, 2018).

Relaciones económico-financieras

El comercio bilateral entre Cuba y la India tuvo su máxima expresión con valores alrededor de 300 millones de dólares en el año en 1980. Tras la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los cambios en las políticas económicas de la India en 1990 el intercambio mercantil tuvo una severa caída.

Las relaciones comerciales bilaterales no se han explotado en todas sus potencialidades. La India constituye el cuarto socio comercial de Cuba en Asia después de China, Vietnam y República de Corea. Aun así, en el período abril-septiembre de 2020 se destacaron las exportaciones cubanas a la India en relación a otros períodos anteriores (ver gráfico 1). Ambas naciones no han logrado arribar a un comercio bilateral de 100 millones de dólares en el tiempo reciente (aunque se han acercado), por lo que debería ser una propuesta a alcanzar entre ambas naciones con el propósito de fortalecer los lazos para el período 2022-2025. 

Gráfico 1: Relaciones comerciales Cuba-India (2013-septiembre 2020) en millones de dólares.

Nota: 2020* es el comercio entre el período abril-septiembre[1].
Fuente: Elaboración del autor con datos de ONEI (2019) y MCI (2020).

Los principales envíos que Cuba realizó a la India en los últimos años fueron productos farmacéuticos. Sin embargo, en 2020, en medio de la Covid-19 en el período abril-septiembre se destacó el mayor crecimiento comercial de los últimos años según el Ministerio de Comercio e Industria (MCI) de la India. En esta etapa, si bien hubo un ligero aumento de las exportaciones de productos farmacéuticos de 0,27% en relación con similar etapa anterior (seis primeros meses del período fiscal en curso). Sin embargo, hubo un gran crecimiento de las ventas cubanas a la nación asiática de la partida: combustibles minerales, aceites minerales y productos de su destilación, sustancias bituminosas, cera mineral por valor de 66,8 millones de dólares (MCI, 2020).

Los principales productos de exportación de la India a Cuba son farmacéuticos, químicos orgánicos, plásticos y artículos de caucho, maquinaria y aparatos mecánicos, etc. Mientras que los principales productos de importación desde Cuba son productos farmacéuticos, artículos de tabaco, cueros y pieles sin curtir, etc.

En tanto, en las inversiones, la India es una de las grandes economías asiáticas que no posee inversiones en Cuba. Su experiencia global en el sector de la energía renovable abre oportunidades para que en el futuro aumenten las inversiones en Cuba dadas las condiciones naturales tanto de energía eólica en determinados lugares como de energía solar. En tanto, Cuba posee desde el 2006 una planta para la producción de anticuerpos monoclonales humanizados h-R3 construida en la localidad india de Bangalore[1]. La producción de esta planta se destina al tratamiento de pacientes que sufren de cáncer de cabeza y cuello es el resultado de la creación de la empresa mixta cubano-india Biocon Biopharmaceutical Ltd.

Relaciones culturales y deportivas

La cultura india tradicionalmente ha sido de gran aceptación por la sociedad cubana. El yoga y la meditación Vipassana se practican y las anteriores forman del programa de salud del Gobierno, a la vez que se celebran con gran promoción el Día Internacional del Yoga. El interés en el Ayurveda y la Naturopatía de la India está aumentando. El aniversario de los nacimientos nacimiento de Tagore y Gandhi se celebran cada año. El siete de mayo de 2007, un busto de Tagore fue inaugurado en La Habana Vieja. Un baile dramático se dedicó por los 150 años del nacimiento de Gurudev Tagore en mayo de 2011.

Entre las obras monumentales se destacan además un busto de Mahatma Gandhi y una estatua de la Madre Teresa en La Habana. Mahatma Gandhi, Nehru y Tagore ocupan un lugar especial en Cuba. La profundidad y la variedad de danzas de la India, la música y el cine son conocidos y de amplia difusión en Cuba. La Casa de Asia radicada en La Habana organiza eventos culturales: exposiciones, proyecciones de películas, charlas, en la India. La biblioteca en la Casa de Asia lleva el nombre de Rabindranath Tagore.

La India fue el “País Invitado de Honor” de la prestigiosa Feria Internacional del Libro de La Habana del 12 al 22 de febrero de 2015. La India fue el primer país asiático al que se le concedió este honor. Mientras, del primero de julio al 26 de septiembre de 2016, Cuba fue el país invitado del 7mo Festival de Cine Jagram, el mayor festival de Cine Itinerante del Mundo, ocasión en la que se exhibieron en 16 Estados del país un total de ocho películas cubanas y el documental “Mi hermano Fidel”, del destacado cineasta Santiago Álvarez.

En el ámbito deportivo, durante la visita del entonces ministro de Deportes Mani Shankar Aiyer en 2007, se firmó un acuerdo de cooperación deportiva. La Federación de Boxeo Amateur de la India y el Instituto de Deportes del Ejército, Pune, han estado contratando entrenadores cubanos en boxeo, atletismo, voleibol, lucha, judo y buceo de forma regular. El coaching por parte de especialistas cubanos ha ayudado a la India a ganar medallas en varias competiciones, incluyendo los Juegos Olímpicos. India envió 32 entrenadores comunitarios en diferentes deportes a Cuba para una formación en 2013. En el período 1999-2015, Cuba formó 10 estudiantes de la India en la Escuela Internacional de Educación Física y Deportes (Morales, 2017).

Oportunidades y límites de las relaciones

Ambas partes tienen grandes potencialidades de incrementar el diálogo político y estratégico en vista a fortalecer diversos marcos de cooperación. Existen oportunidades para incrementar la confianza mutua bilateral. Puntualmente en los sectores económicos y científico-técnico hay grandes espacios no desarrollados en profundidad aun, particularmente en la biotecnología, la nanotecnología, informática, agricultura, industria, turismo.

La participación de Cuba en la Alianza Solar Internacional impulsada por la India es un buen espacio para profundizar la cooperación en el marco de la proyección india del Sur Global. Es decir, ambas partes tienen experiencias en el impulso y tratamiento de las energías renovables, como también existen excelentes condiciones en ambas naciones para fortalecer proyectos conjuntos no solo en Cuba, sino también en otras naciones caribeñas, algunas de las cuales tienen un gran vínculo histórico, cultural e identitario con la India.

Actualmente las relaciones comerciales e inversionistas son muy bajas, con amplias posibilidades. El desconocimiento de ambos mercados y de las transformaciones más recientes que está viviendo Cuba impide que se abran más espacios para una mayor presencia india en la isla, como también cubana en la nación asiática. Existe mucho potencial en sectores que ambos tiene fortalezas, pero que lejos de ser competitivos pueden ser complementarios en terceros mercados, como son los casos particulares de la biotecnología y la farmacéutica.

A la hora de enfocarse el empresariado cubano hacia la India no puede proyectarse como la habitual forma hacia otras naciones más pequeñas. India es un país complejo no solo por su extensión, sino por la diversidad existente en su estructura estatal. Cada Estado tiene potencialidades diferentes que implica proyectarse hacia los Estados particulares y no hacia el país de forma general. Incluso cada uno de los territorios estatales con sus poblaciones se pueden comparar con países como Canadá, Reino Unido, etc.

Hoy pueden destacarse como límites en las relaciones, la falta de conocimiento de las oportunidades de negocios en cada uno de los Estados indios de manera independiente. Por lo que hacer un estudio de mercado, no puede analizarse solamente a la India, sino a Estados particulares y potenciales. Por otro lado, se necesita promocionar a Cuba más dentro del territorio indio y eso es complejo por la extensa geografía, por lo que se necesita más que una oficina económico-comercial en Nueva Delhi, sino también aprovechar la presencia e incluso cooperación india. Ello implica una estrategia integral de la cual puede ser nutrida por el conocimiento no solo de la comunidad empresarial, sino también académica.

La India ha tenido una histórica presencia en la región, no en la misma medida que otras naciones como Japón o China, pero tiene grandes capacidades especialmente en el Gran Caribe por el asentamiento de poblaciones de origen indio que culturalmente le genera fortalezas. Centrar atención de la India en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y administrar un Parque Industrial no solo contribuirá al desarrollo del mercado cubano en productos importantes, sino también para proyectarse al mercado subregional. India tiene una gran experiencia en los sectores de la biotecnología, farmacéutica, manufactura, industria química, sistemas electrónicos, calzado, minería y metales, refinería, energía renovable, así como dispositivos médicos, etc (Investindia, 2020).

Particularmente en el enfrentamiento a la Covid-19 puede destacarse el apoyo de la India a Cuba en el 2020 en el que realizó una donación de medicamentos e insumos médicos para apoyar la Covid-19. La nación asiática ofreció 17 tipos de medicamentos y un grupo de insumos y medios de protección necesarios para hacerle frente a la pandemia (Martínez, 2020). Cuba por su parte con el avance de sus tres candidatos vacunales y dos vacunas, en estos momentos Abdala y Soberana 02, contra la Covid-19 más allá de la competencia abre el potencial de colaboración en el futuro.

Conclusiones

Este 2021 marca el 61º aniversario de las relaciones entre dos países distantes geográficamente, pero sin embargo, existen puntos de coincidencia en lo político y culturalmente. En el ámbito económico no se han explotado todas las oportunidades la que puede abrir un camino para que ambas naciones se propongan al menos llegar al corto plazo para 2022 más tardar 2025 a los 100 millones de dólares de intercambio.

Por otro lado, es importante expresar la necesidad de fortalecer la cooperación económica y la presencia de una inversión india que constituya una referencia para otras empresas de la nación asiática. Si bien el bloqueo económico y financiero de Estados Unidos ofrece límites y preocupaciones, también debe seguir observándose los cambios que se desarrollan en Cuba que podría potenciar una mayor presencia india. El mercado cubano tiene amplias potencialidades no explotadas en su totalidad.

Existen elementos negativos como el llamado “riesgo país”, el impacto del bloqueo económico y financiero de Estados Unidos contra Cuba, también de la Covid-19 y la necesidad de seguir trabajando en el mejoramiento del ambiente de negocios en el marco del proceso de reordenamiento monetario-financiero del país. Este último se encuentra en proceso de transformaciones que visualizan una nueva etapa para Cuba que se refuerza con la aprobación de un conjunto de nuevas leyes y modificaciones de otras derivadas de la aprobación de la nueva Constitución en 2019.

La cooperación ha sido una base importante para consolidar las relaciones y particularmente ITEC ha sido relevante en la preparación de profesionales cubanos. La cultura y el deporte siguen siendo conectores directos de ambos países por lo que deben aprovecharse estas fortalezas para impulsar los lazos y poder arribar al 65 aniversario de las relaciones en 2025 en un estadío superior donde defina las relaciones Cuba-India como ejemplo para la mayor presencia de la India en el Gran Caribe.

* Doctor en Ciencias Económicas (2015). Profesor e Investigador Auxiliar. Jefe del Equipo de Asia y Oceanía y miembro del Consejo Científico del CIPI. Miembro de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos (SAEEG).

 

Referencias bibliográficas

Embajada de la India en La Habana. General Information about bilateral relations. 2020. <http://eoi.gov.in/havana>.

Granma. Concluye en Cienfuegos montaje estructural de mayor fábrica cubana de fertilizantes. Órgano Oficial del Comité Central del partido Comunista de Cuba. 2018. <http://www.granma.cu/cuba/2018-10-27/concluyo-en-cienfuegos-montaje-estructural-de-mayor-fábrica-cubana-del-pais-27-10-2018-11-10-38>.

Investindia. Sectors. 2020. <https://www.investindia.gov.in/sectors>.

Martínez Rodríguez, Maby. Gesto de la India y Turquía hacia Cuba en la lucha contra la Covid-19. 2020. <http://www.granma.cu/mundo/2020-11-12/gesto-de-la-india-y-turquía-hacia-cuba-en-la-lucha-contra-la-covid-19-12-11-2020-22-11-04>. 

MCI. Bilateral trade India-Cuba. 2020. <https://tradestat.commerce.gov.in/eidb/ecntcom.asp>.

Morales, Henry. Ayuda Oficial al Desarrollo de Cuba al Mundo. Guatemala. ISBN: 979-9929-754-08-8. 2017.

López Valdés, Rafael. La inmigración indostana a Cuba y sus antecedentes en las Antillas (Parte I). Revista de la Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. No.25, pp. 161-192. 1977.

Romero, Reyes, Rodolfo. Los periplos del Che después del 59. 2019. <http://www.contextolatinoamericano.com/site/article/los-periplos-del-che-despues-de-1959>.

 

Citas

[1] El período fiscal de la India comienza en primero de abril y concluya el 30 de marzo del año siguiente, diferente a Cuba que coincide con año natural.

[2] Ciudad conocida por su desarrollo en la biotecnología de la India, es la capital del Estado de Karnataka.

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EL DESORDEN INTERNACIONAL: SEIS ESCENARIOS INQUIETANTES

Alberto Hutschenreuter*

Posiblemente, el estado de desorden que existe en el mundo actual suponga uno de los desafíos más complejos al momento de pensar tendencias y desenlaces. Existen más cautelas, sí, en relación con apreciaciones que impliquen ascensos significativos en materia de cooperación internacional, particularmente entre los poderes preeminentes, como así en cuanto a “certificar” que temas como el comercio conllevan un automatismo en relación con el descenso de conflictos entre Estados.

A lo más, como concluye un interesante estudio sobre escenarios, se aprecia que podría mantenerse una convivencia relativamente pacífica entre aquellos poderes mayores que mantienen una profusa interdependencia competitiva en el segmento comercio-económico, es decir, Estados Unidos y China, pero destacando que la misma no acarrearía mejoras. Incluso aquellos expertos que reflexionan desde la esperanza que siempre supone el credo religioso, como por ejemplo el estadounidense César Vidal, se han vuelto cada vez más escépticos en relación con superar por medios políticos y económicos la crisis espiritual que sufren las sociedades.

El planteo o problema central es cómo será la trayectoria de las relaciones internacionales hasta alcanzar algún modo de configuración que implique “anclar” dichas relaciones a un patrón que aleje la discordia entre los Estados y afiance la gestión o concurrencia entre ellos. La experiencia enseña que un mundo desarreglado, es decir, no solo sin consenso entre “los que cuentan”, sino en situación de creciente desavenencia entre éstos, al punto que en algunos el estado es de “no guerra”, difícilmente pueda extenderse por demasiado tiempo. Si los propios órdenes internacionales suelen agotarse cuando se modifica el contexto o desaparecen las bases que lo gestaron y sustentaron, más precaria resultan las situaciones de desorden o desarreglo internacional.

El planteo resulta pertinente, pues, desde la situación en la que nos encontramos, dicha trayectoria difícilmente podría evitar turbulencias mayores o desenlaces altamente disruptivos entre los Estados, a menos que suceda algún acontecimiento internacional de escala, por caso, una gran conferencia o convención que suponga la antesala de acuerdos que trabajosamente, e incluso con dimisiones estratégicas, conduzcan a una configuración, aunque se trata de un acontecimiento que por ahora muy difícilmente ocurra.

Existen muchas realidades que dificultan tal rumbo favorable, algunas de las cuales la pandemia las galvanizó, por ejemplo, el nacionalismo de viejo y nuevo cuño, es decir, aquel reluctante ante el extranjero (cercano y distante), y este que se forja y vigoriza ante la inseguridad que implica lo desconocido, enfermedades contagiosas y globalismo, por citar dos muy presentes. Por otra parte, aunque se trata de una “regularidad” en las relaciones entre Estados, existe una creciente acumulación militar por parte de los países. No obstante, el hecho relativo con que en plena pandemia se haya invertido en el segmento de las armas más que en años anteriores (casi dos billones de dólares, según el informe 2021 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, SIPRI) es un dato inquietante.

Pero hay otras semejantes o más complejas que aquellas. Consideremos básicamente seis de ellas: lo que podemos denominar “pluralismo geopolítico”; el creciente carácter intransigente de conflictos mayores; el multilateralismo descendente; la creciente configuración internacional “de facto”; la re-jerarquización internacional en contexto de la Covid 19 o de pos-primera ola; y, por último, el (posible) declive de civilizaciones.

En relación con la multiplicidad geopolítica, con ello queremos decir que a las clásicas dimensiones de la disciplina, tierra, mar, aire y espacio ulterior, se suman hoy el ciberespacio (en sus diferentes orientaciones, esto es, geopolítica de la conectividad pacífica, y geopolítica de la disrupción); los “territorios” funcionales a las denominadas “guerra híbrida” y “guerra gris”; la lógica territorial de los actores no estatales; y aquellos socio-espacios que fungen útiles para los actores no estatales, aunque también algunas veces para los mismos gobiernos.

Esta realidad es inquietante, pues la geopolítica tradicional siempre ha implicado (y no hay ninguna razón para que no continúe implicando) intereses aplicados sobre espacios geográficos con fines corrientemente asociados al incremento o a las ganancias de poder; es decir, supone conflictos. Pero los “nuevos temas” de la “geopolítica ampliada” no agregan algo diferente orientado hacia la cooperación (si bien es cierto que la conectividad pacífica supone adelantos en múltiples dimensiones), sino que, en buena medida, expanden las posibilidades de conflictos de nuevo cuño.

En efecto, la ciberguerra y los “espacios” utilizados en la guerras híbridas y grises, por caso, campañas de propaganda y utilización de recursos no militares ni cinéticos, suponen pugnas de poder o rivalidades a través de medios crecientemente sofisticados, pues el factor tecnológico-digital es clave para lograr ventajas internacionales. Pero se trata de una “nueva geopolítica” (más difusa en relación con las formas de guerras) que, a diferencia de la clásica geopolítica aplicada por los Estados en relación con la captura de territorios o proyección de intereses sobre zonas de recursos, puede ser ejercida por Estados “tercerizando” sus acciones por medio de “hackers patrióticos” y fuerzas irregulares, estrategias que implican “técnicas de poder” que “des-responsabilizan” de dichas acciones a un eventual Estado, o bien puede ser llevada a cabo por actores domésticos contra su propio Estado.

En cuanto a la lógica territorial de los actores no estatales como el terrorismo transnacional, la misma continúa siendo aquella que implicó un alcance global contra blancos situados en territorios nacionales altamente seguros, si bien actualmente dicho actor se encuentra en una etapa de (relativo) repliegue estratégico.

Finalmente, la profunda crisis socioeconómica que ha implicado la pandemia está fungiendo como “funcional” para el crimen organizado, que no solamente podría verse favorecido debido a la extenuación de capacidades de los Estados, algo que agudizaría aquello que hace décadas el estadounidense James Rosenau denominó “relocalización hacia abajo de la autoridad del Estado”, sino de lo que podemos denominar “consecuencias delictuales no deseadas de la pandemia”; un fenómeno que hace unos años lo observó muy bien la socióloga mexicana Rossana Reguillo Cruz en relación con el auge de las maras: “Cuando las instituciones se repliegan, otras ‘instituciones’ tienden a ocupar su lugar y los vínculos con el crimen organizado les han dado a estos jóvenes un lugar de pertenencia que no encuentran en la sociedad”. Es decir, la Covid 19 termina creando territorios deletéreos de inclusión social.

Pero, también, determinados gobiernos de cuño populista pueden favorecerse rentabilizando secuelas de la pandemia. Aunque resulte un fenómeno inicuo, el capital político que supone el “pobrismo funcional” representa el territorio de una geopolítica no clásica sino “evanescente” e inficionada, tanto en las ideas como en los hechos, por el fenómeno del relato. En otros términos, se trata de una “geopolítica de la decadencia”.

La geopolítica es acaso el segmento que registra las mayores extensiones. Sin embargo, es importante tener presente que la disciplina no puede desnaturalizarse, es decir, hay fenómenos nuevos que implican otros territorios, pero el fin siempre nos lleva a una relación intrínseca entre intereses políticos y geografía. Hay situaciones más vitales y reales, por ejemplo, los propósitos que tienen los poderes mayores en relación con el espacio ulterior, donde las concepciones nacionales prácticamente no ocultan fines asociados a la seguridad y la militarización; y hay otras en las que dicha relación es más difusa (e incluso posiblemente hasta cuestionable desde la disciplina). Pero en todas hay una situación en la que se suceden política, intereses y territorio.

Existe otra situación relativa con lo que podemos denominar irreductibilidad de los conflictos, un estado riesgoso pues prácticamente se acotan sensiblemente las posibilidades de lograr moderación por medio de negociaciones.

La región de Oriente Medio ha sido siempre la plaza de los conflictos irreductibles, por ejemplo; sin embargo, hay otros conflictos en los que la intransigencia de las partes en liza lo están tornando irreductibles. Concretamente, la situación de tensión que existe entre Occidente y Rusia, una rivalidad que, dado el estado en el que se halla, difícilmente se logren concesiones.

Por caso, ¿es posible suponer que la OTAN se comprometa a reducir significativamente la acumulación militar y renunciar a ampliar la membresía a países del este, como por ejemplo a Ucrania? Por su parte, ¿se puede esperar que Rusia abrace el “pluralismo geopolítico” y sea impasible a lo que suceda en su “vecindad inmediata”, como, por ejemplo, en Bielorrusia?

Es casi imposible responder afirmativamente a estos interrogantes estratégicos. Pero hay que agregar que la situación en Europa del este es una de las cuestiones. Sin duda, la principal; pero existe una canasta de conflictos entre Occidente y Rusia que plantean una nueva rivalidad que dificultan sobremanera hallar salidas, situación que, a su vez, dificulta posibilidades de considerar escenarios de pactos que prefiguren un esbozo de orden internacional.

En este contexto, la Unión Europea sostiene una geopolítica extraña o “blanda” fundada en la creencia de que sus normas e instituciones pueden (y deben) ser exportadas, y así “neutralizar” la geopolítica en clave clásica (que es la que predomina en el mundo allende las fronteras de la UE).

En tercer término, el multilateralismo sufre un descenso prácticamente sin precedentes, inquietante porque el mismo se inició bastante antes de la pandemia, aunque la enfermedad sin duda la precipitó. Será complejo re-construir un multilateralismo activo, no solo por las secuelas de desconfianza derivadas de la pandemia, sino porque la denominada “política como de costumbre” en las relaciones internacionales, es decir, las cuestiones relacionadas con la seguridad, la autoayuda, las percepciones, el poder, los intereses, el nacionalismo, etc., seguirá constituyendo el fondo de tales relaciones. Es verdad que “nada será igual” cuando finalmente pase la pandemia, pero ello no implica que nos encontraremos ante temas o situaciones superadoras de lo que viene sucediendo protohistóricamente en las relaciones entre Estados.

Existen múltiples conjeturas, algunas de ellas demasiados sobrevaluadas en relación con las esperanzas centradas en un futuro con “seguridades aseguradas”, por ejemplo, en materia de inteligencia artificial (IA, un entorno pos-humano), o en cuanto a una economía digitalizada. Pero se trata de conjeturas; más todavía, se podría pensar que los resultados terminen siendo totalmente contrarios a los aguardados y, por ejemplo, los Estados, sintiéndose amenazados ante cambios que “relocalicen su autoridad en todas las direcciones”, desplieguen medidas que los vigoricen hacia dentro y hacia fuera, hecho que afectaría más todavía el devaluado multilateralismo.

Quizá resulte pertinente recordar la conjetura estrella de principios de los años noventa: un mundo centrado en el comercio profuso, los bloques geoeconómicos y los regímenes ordenadores del mismo. Treinta años después, no solo nada de ello ha ocurrido, sino que el comercio entre actores mayores, Estados Unidos y China, es una fuente de desavenencias que, de complicarse más, podría provocar trastornos económicos mayores a escala global.

En cuarto lugar, el dinamismo económico de Estados Unidos y China se encuentra, por lejos, adelante de los demás, incluso de la UE, cuyo “desentendimiento” de la geopolítica no solo la priva de estar presente en uno de los segmentos clave de poder internacional, sino que la mantiene en un lugar de dependencia estratégica crónica.

Hay estudios que consideran que, a menos que ocurra una guerra entre estos dos poderes mayores, el mundo ingresará (“de facto”) a un modo u orden bipolar flexible, es decir, Estados Unidos y China proveerán (cada uno) los denominados bienes públicos internacionales, por caso, en materia de bancos, sin que ello suponga, como otrora, la existencia de cerradas esferas de influencia (en todo caso, dicho modelo se basará en una “geopolítica descentralizada”).

En este contexto, podría suceder que el gran emprendimiento geoconómico y geopolítico de Pekín que atraviesa el Asia central, “One Belt One Road” (“OBOR”), provoque tal concentración de participantes e interesados, entre ellos, la UE, que dicho bipolarismo experimente cada vez más crecientes rigideces, como consecuencia de la percepción estadounidense relativa con que su rival podría lograr considerables ganancias de poder.

En quinto lugar, la pandemia apresuró procesos de declinación de países e incluso grandes zonas continentales. Declinación interna e irrelevancia externa son realidades casi contundentes que echaron por tierra algunas conjeturas relativas con países o bloques en ascenso.

Para tomar un caso central, no todos, pero un importante número de países de América Latina se encuentra en un estado de declinación política, social, económica, tecnológica, etc., del que será complejo salir en el mediano plazo. De acuerdo con el Informe sobre el Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el incremento de la pobreza, que fue sensible durante 2014-2019, supondrá tras la crisis de la pandemia un retroceso de más de 10 años y de dos décadas en términos de pobreza extrema. Sin duda ninguna, esta caída de indicadores, prácticamente un seísmo sin precedente, tiene un decisivo correlato en relación con la pérdida de posición de la región en el mundo.

En un trabajo publicado en “Nueva Sociedad” en febrero de 2021, Luis Schenoni y Andrés Malamud nos aportan datos clave en relación con la creciente irrelevancia de América Latina. Los autores demuestran que la región, comparada con otras regiones del globo, se halla en una trayectoria declinante desde hace décadas y que actualmente mantiene esa trayectoria: “La región perdió posiciones en todos los indicadores de relevancia disponibles, proporción de la población mundial, peso estratégico, volumen del comercio exterior, capacidad militar y proyección diplomática”.

Si a esta situación sumamos que desde antes de la pandemia se advertía desde la CEPAL que la región no podía quedar al margen de la “cuarta revolución industrial” y terminar arrastrada por el “tsunami tecnológico”, con la caída de las inversiones y la crisis económica casi integral en 2020 y en lo que va de 2021, será muy complejo incorporar la región a los procesos tecnológicos emergentes más sofisticados, la Internet de las cosas, la robótica, la inteligencia artificial, la genética, los activos satelitales, los drones, las cadenas de valor, etc., y marchar hacia una evolución social elevada, no ya como sucede en Japón, donde se considera que existe una “sociedad 5.0”, pero sí una comunidad más saneada de lastres como la corrupción, el crimen organizado y los “estilos políticos” orientados al pobrismo y la concentración de poder por el poder mismo.

Finalmente, una situación que tiende a ser eludida, postergada o ignorada. La relativa con las civilizaciones y la posible declinación de las mismas, una cuestión que pareciera de otro tiempo y hasta incluso perimida. Pero se trata de una cuestión que debe ser considerada en clave de procesos prolongados. Por ello, para autores como el sociólogo Krishan Kumar, existen indicios relativos con el regreso, como concepto y como modo de análisis, de la civilización.

Es preciso tener presente que se trata de una cuestión de orden superior a la erosión de poder de un actor o de una civilización. Se trata de pérdida de poder, sin duda, pero acompañada de la declinación de aquellos componentes o activos no necesariamente materiales que resultan clave para ser un centro de gravitación identitaria, política, económica, cultural, militar, etc., y de proyección de influencia y poder más allá de sus fronteras.

No nos referimos aquí a declinación desde una perspectiva de confrontaciones entre civilizaciones, conflictos que tienen lugar en las denominadas “líneas de fallas” intercivizacionales, una conjetura interesante y atractiva para el debate; sino a una situación más compleja y de extensión como es el ocaso de una determinada civilización, una regularidad en la historia, de modo que ello no implica ninguna novedad.

Habitualmente se hace referencia a la civilización occidental como la que se encuentra en un ciclo de declinación; sin embargo, es preciso distinguir la civilización occidental estadounidense y la civilización occidental europea; y es esta última la que podría encontrarse en tal ciclo. De hecho, desde 1945 (o quizá desde 1918) el poder dejó de habitar en Europa, desplazándose desde entonces hacia otros continentes. Nadie comprendió mejor dicha situación que el general Charles de Gaulle cuando en 1945 advirtió que en Europa hubo dos países que perdieron la guerra, mientras que los demás fueron derrotados.

Más de 75 años después, el poder no solamente permanece fuera de Europa, sino que la UE se empeña en desplegar una geopolítica (o más apropiadamente “anti-geopolítica”) de cuño híbrido centrada en intentar proyectar un modelo jurídico-institucional, ambición que ya ha demostrado sus (peligrosos) límites en relación con lo que sucede en la “placa geopolítica” de Europa del este. Pero a esta carencia geopolítica se suman los riesgos que supone el posible declive de su propia civilización, posibilidad por demás inquietante, pues ello podría a su vez implicar el declive y hasta desaparición de la mayor construcción de complementación e integración entre naciones.

Por tanto, si existe un sitio donde está regresando el tema relativo con la civilización, ese sitio es Europa. Si bien las fuerzas que levantan las banderas que vituperan aquello que es “políticamente incorrecto”, desde algunos segmentos políticos la cuestión es advertida, incluso desde lugares como la literatura. Por ello, de la misma manera que tímidamente se han comenzado a abordar cuestiones de geopolítica real y no tanto de “geopolítica blanda”, los europeos no harían mal en volver a tomar los “perimidos” textos de Spengler, Braudel, Toynbee…

En breve, presentamos aquí algunas situaciones que tienen lugar en el confuso mundo del siglo XXI. Las mismas discurren en un contexto de pandemia, pero preceden a la enfermedad; y, en algunos casos, se produjeron aceleraciones a partir de la misma. Además, tienen lugar en un cuadro de ausencia de configuración internacional, de creciente rivalidad entre Estados preeminentes, sin suficientes liderazgos y elites y con el retorno de temas que parecían anclados en el pasado. Un mundo cada vez más complejo para el gran reto que significa pensar tendencias y desenlaces.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) y profesor en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) y en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es autor de numerosos libros sobre geopolítica y sobre Rusia, entre los que se destacan “El roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, “La gran perturbación. Política entre Estados en el siglo XXI” y “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”. Miembro de la SAEEG.

 

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DE LA PREDICCIÓN DE TOCQUEVILLE AL CONSEJO DE KISSINGER

Agustín Saavedra Weise*

Alexis de Tocqueville, Joe Biden, Henry Kissinger

Alexis de Tocqueville (1805-1859) pronosticó en su obra “La Democracia en América” que, de unirse, Rusia y Estados Unidos dominarían al mundo. Las cosas sucedieron en principio al revés. Basta citar años de enfrentamiento entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante casi medio siglo de guerra fría. Derrumbada la Unión Soviética en 1991, 27 años después casi estuvo a punto de hacerse realidad la profecía del célebre galo en 2018 durante la cumbre de Helsinki entre Vladimir Putin y Donald Trump.

El encuentro en la capital finlandesa —más allá de las personalidades de ambos líderes o de las críticas que se les puedan hacer— fue de importancia. La idea era cambiar un absurdo estado de cosas. Una psicosis por parte de medios y políticos norteamericanos acerca de las presuntas interferencias de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 fue objeto de innumerables comentarios y exageraciones, especialmente por parte de los demócratas, entonces en la oposición, hoy en el poder vía Joe Biden.

Aunque la mayoría de los políticos estadounidenses reconocidos como “liberales” parloteaban acerca de la paz, paradójicamente se rasgaron las vestiduras ante una prueba palpable de paz entre las dos principales potencias nucleares del mundo. Aunque disminuida, dada su enorme extensión territorial, recursos naturales y su capacidad de influencia en vastas zonas de Eurasia, Rusia no es poca cosa; obligadamente debe ser tomada en cuenta a nivel planetario y 30.000 ojivas nucleares la respaldan.

Durante la citada cumbre la histeria de medios y de políticos estadounidenses fue lamentable. No entendieron (o no quisieron entender) la posibilidad concreta de una alianza ruso-americana capaz de generarnos un mundo mejor. Aquí se anotó un poroto Donald Trump. En fin, el proceso quedó en pañales y no se pudo cumplir la predicción del francés Tocqueville. Apartada Rusia de su acercamiento con Estados Unidos, buscó refugio —y lo encontró rápidamente— en una alianza con la República Popular China. Los dos herederos de Gengis Khan ahora marchan juntos frente a un Estados Unidos que viene perdiendo liderazgo en lo económico, aunque aún es superpotencia suprema en lo militar.

Hoy en 2021 los neoliberales estadounidenses siguen con su histeria anti rusa sin medir consecuencias ni atar cabos en forma racional; lo han impulsado a Biden para que tome medidas duras contra Moscú y lo propio están haciendo con sus socios de la alianza atlántica. El complejo industrial-militar se frota las manos ante estas perspectivas de nuevos conflictos.

A todo esto, pocas semanas atrás el célebre Henry Kissinger (97 años) advirtió dramáticamente sobre la necesidad de aceptar un nuevo sistema internacional en lugar de continuar impulsando tensiones que podrían conducir a una situación similar a la de las vísperas de la Primera Guerra Mundial. Durante un seminario a distancia, el legendario ex Secretario de Estado apoyó públicamente la gestación de un equilibrio entre las fuerzas globales existentes: expresó que Estados Unidos tendrá que llegar a un entendimiento con China sobre un nuevo orden mundial para evitar así el riesgo de conflictos perennes tipo 1914, pues si uno de ellos se saliera de control, vendrá el desastre. Kissinger enfatizó la importancia de tener relaciones cooperativas entre Beijing y Washington. Al mismo tiempo, sugirió se amainen las acciones antirrusas. Reiteró que en el mundo actual la paz y la prosperidad planetarias dependen de un entendimiento entre Estados Unidos y la República Popular China.

La idea acerca de que Estados Unidos debería dejar de imponer su voluntad y procurar consensos, no será fácilmente aceptada en Washington. Esto está atestiguado por la aguda retórica que Joe Biden lanzó últimamente contra Vladimir Putin y Xi Jinping. El poder económico de China no significa automáticamente que será superior en todo a Estados Unidos, pero sí será un formidable rival, más peligroso ahora por estar aliado con Rusia. Mayor razón para lograr un entendimiento bipartito y hasta tripartito, si se incluye a Rusia. Hemos quedado lejos de Tocqueville, pero aún es posible lograr la paz mundial en marcos de entendimientos constructivos siempre que Washington, Beijing y Moscú procedan tal como lo sugiere Kissinger.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com 

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, https://eldeber.com.bo/opinion/de-la-prediccion-de-tocqueville-al-consejo-de-kissinger_229361