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ENTRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO: PODER E INICIATIVA

Agustín Saavedra Weise*

Según lo reiteradamente expresado por diversos especialistas, el tiempo es un elemento esencial en cualquier tipo de elaboración estratégica. Y ese tiempo es variable debido al acelerador tecnológico en materia de comunicaciones, transportes, medios de investigación, etc.

Piensen ustedes qué puede ocurrir con un dirigente estratificado en la situación anterior, en el ritmo pretérito, frente al actual dinámico ambiente nacional e internacional. A ello agreguemos la relatividad del tiempo, lo eterno que puede ser un momento de dolor y lo instantáneo que puede ser un momento de felicidad, aunque ambos duren exactamente lo mismo.

El “llegar a tiempo”, “hacer las cosas a tiempo”, “en el tiempo justo”, es otro valor fundamental de la victoria y de la sorpresa estratégica capaz de que confundir e intimidar al enemigo.

Esas variaciones conceptuales se combinan. ¿Cuál es el otro elemento esencial de toda estrategia? El espacio. Antiguamente las mejores visiones del terreno circundante se obtenían desde el lugar más alto de una aldea: la torre de la Iglesia. Ese observatorio de otrora está actualmente en el satélite. Pero además, nosotros desde el campanario nos podíamos ayudar con un anteojo de campaña, ahora el satélite puede darnos en detalle visiones asombrosas de toda laya.

Cualitativamente, el espacio ha variado en sus dimensiones, aparecen otros “espacios” que antes no eran considerados. Hoy todo comandante militar, todo líder político, todo líder empresarial, tiene que saber que cualquier operación está siendo observada espacialmente y en tiempo real mientras se desarrolla, tanto por el oponente como por el propio frente interno.

Además, el espacio físico que ocupamos es fundamental para todo nuestro plan, pues puede favorecernos o perjudicarnos. De ahí la importancia de la localización pero al final, todo dependerá de las circunstancias y del hábil uso que hagamos de la maniobra en el marco del espacio disponible para nosotros frente al de los contendores, sea cual sea la naturaleza de estos.

Una tercera dimensión —imprescindible para lograr una maniobra política exitosa— el poder, también ha cambiado. Cabe aquí agregar al conocimiento como fuente de poder, de dominio de unos sobre otros. Una sociedad que no posee una masa crítica de su demografía en el exigible nivel de conocimientos contemporáneos, carece de posibilidades de innovación e inserción en economías globalizadas. Perderá poder y su rango relativo irá en rápido retroceso. Cuando esa masa crítica sea mayor, mayor será el poder. Allí está el valor decantado de la educación y de la instrucción. Las naciones jamás deben perder esta visión realista de largo alcance del poder, ya sea en su versión dura —la fuerza— o en su versión blanda: diplomacia e influencias. Ambas son válidas para todo el conjunto de actividades en materia de política exterior y política interna.

Finalmente, desde mi modesto punto de vista, hay que agregar una última dimensión a estos pensamientos básicos. Se trata de la iniciativa, la capacidad de adelantar nuestros pasos frente al rival al mismo tiempo que auscultamos los pasos posibles que nuestro enemigo (militar, político, empresarial o comercial) tiene a su disposición o intentará realizar. Sin estos razonamientos elementales, jamás se podrá generar un criterio global capaz de llevarnos exitosamente y mediante decisiones adecuadas al punto deseado, al objetivo procurado, al triunfo en definitiva. Tiempo, espacio, poder e iniciativa, son partes indivisibles de cualquier concepción estratégica.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/entre-el-tiempo-y-el-espacio-poder-e-iniciativa_247761

REGLAS DE SUPERVIVENCIA EN LA JUNGLA URBANA

Agustín Saavedra Weise*

 

Michael Korda publicó tiempo atrás un libro de exitosa repercusión: “El poder, cómo conseguirlo y cómo usarlo” (Random House, NY). En la parte final de su obra nos brinda reglas para la sobrevivencia —si no exitosa por lo menos sin mayores problemas— en la jungla urbana, nuestra morada habitual. Aquí van, vale el glosarlas y recordarlas en este pandémico 2020.

Primera regla: “Actúa prolijamente. Realiza cada acción como si fuera lo único en el mundo que importa”. No se trata de ganar sino de hacer que nuestros actos cotidianos valgan. No importa cuán pequeña sea la tarea, para nosotros tiene que ser importante.

Si vamos a intervenir en una reunión, debemos hacerlo en el momento oportuno, prepararnos para lo que queremos decir y hablar en el momento crucial en el que nuestra intervención será escuchada con atención. De lo contrario, más vale permanecer callado. Siempre será mejor no hacer ni decir nada que hacer o decir algo que no corresponde.

La segunda regla: “No reveles todo tu ser, guarda algo en reserva para que la gente nunca esté segura de si realmente te conoce”. Implica más una cuestión estratégica de permanecer un poco misterioso ante los demás, como si uno siempre fuera capaz de hacer algo sorprendente e inesperado.

Tercera regla: “Aprende a usar el tiempo, piensa en él como un amigo, no como un enemigo. No lo desperdicies buscando lo que no quieres ni necesitas”.

Michael Korda

Pocas veces usamos bien el tiempo, más bien pasamos a ser sirvientes del mítico Kronos por nuestra falta de orden. Lo que distingue a las personas poderosas es que dedican exactamente todo el tiempo que necesitan (o quieren) a lo que están haciendo; no tratan de contestar dos teléfonos a la vez, ni de comenzar una reunión y luego terminarla antes de que se haya llegado a una conclusión porque “se ha agotado el tiempo”, ni de interrumpir una conversación para comenzar otra.

Están dispuestos a llegar tarde, perder llamadas telefónicas y posponer el trabajo de hoy para mañana, si es necesario. Los eventos no los controlan, ellos controlan a los eventos. Hay que aprender de esa gente y no dejarse esclavizar por el tiempo.

Cuarta regla: “Aprende a aceptar tus errores, no seas perfeccionista en todo”. Muchas personas se ven impotentes por su necesidad de ser perfectos, como si cometer un error pudiera destruirlas. En cambio, los poderosos de verdad aceptan la necesidad de correr riesgos y de equivocarse; tampoco pierden el tiempo justificando sus errores ni tratando de transformar lo equivocado en decisiones correctas. Nada hace que uno parezca más tonto o impotente que la incapacidad de admitir un error.

Quinta y última regla: “no hagas olas, muévete suavemente, sin molestar a nadie”. Eso también tiene sentido en nuestro mundo citadino. La mitad del arte del poder radica en hacer que las cosas sucedan de la manera que queremos, así como un buen cazador permanece quieto en un lugar y atrae a la presa hacia él, en lugar de agotarse persiguiéndola. Las habilidades de un cazador no están fuera de lugar en la jungla urbana, simplemente deben aplicarse de manera diferente.

Algunos afirman que, al vivir en una sociedad de masas, lo “normal” sería el pensar que la seguridad está en seguir al rebaño y ser parte de él. Pero Korda afirma lo contrario: el ser humano —viva en una metrópoli o en una aldea— si se lo propone de verdad y vuelve a sus orígenes, no es animal de pastoreo ni bestia de rebaño; su seguridad genética e intrínseca radica en su racionalidad, en su habilidad para cazar, en su habilidad para vivir y hasta para sobrevivir en solitario, aunque se encuentre en medio de una multitud. Por tanto, será cuestión de férrea voluntad y de dominio sobre sí mismo, el poder estar siempre por encima y más allá del rebaño.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

 

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, <https://eldeber.com.bo/opinion/reglas-de-supervivencia-en-la-jungla-urbana_203101>.