Cómo vencer con las 10 reglas de Sun Tzu

Agustín Saavedra Weise*

Sun Tzu —pensador chino fallecido hace más de 2.500 años— plasmó muchas de sus ideas en diversos escritos, entre ellos el ahora popular Arte de la Guerra, publicado en varios idiomas e inclusive promocionado a través de sus numerosas citas, repetidas por conocidos actores de Hollywood en varias películas de enorme popularidad. Si en todo conflicto lo importante al fin y al cabo es aniquilar al enemigo o anular su voluntad de lucha, hay para ello varias estrategias posibles, los medios son claros y estos son necesariamente violentos o, por lo menos, conllevan la amenaza de usar la fuerza. En los combates no caben las complacencias.

Lo realmente inteligente, empero, es intentar derrotar al contrario sin necesidad de acudir al uso de la fuerza, rendirlo sin luchar. Y según Sun Tzu, esa es la máxima habilidad: vencer al enemigo sin tener que pelear con él. Para ello hay que acudir a tretas que hurgan la mente del adversario y lo descolocan o lo desmoralizan. No en vano Sun Tzu proclamó: “Para triunfar en cualquier tipo de lucha hay que usar el engaño”. Lo importante: minar la voluntad de pelear del rival mediante diversos métodos que produzcan confusión.

El objetivo básico de quien utiliza las técnicas señaladas por Sun Tzu radica en la desmoralización y pérdida de la capacidad combativa del oponente, trátese de un enemigo único, de un ejército, o de una comunidad entera. Y para lograrlo hay que ejecutar las diez reglas que señaló el maestro chino. Ellas son: 1) Descomponed en el ámbito de vuestros enemigos todo lo que sea bueno; 2) Poned en ridículo a sus dioses y arrastrad por el lodo sus tradiciones; 3) Socavad por todos los medios el prestigio de sus clases dirigentes; complicadlas, toda vez que sea posible, en negocios turbios y exponedlas en el momento oportuno a la vergüenza; 4) Sembrad discordia y desunión; 5) Obstaculizad por todos los medios la labor de las autoridades; 6) Ubicad por doquier a vuestros soplones; 7) No rehuyáis la colaboración de nadie, ni siquiera la de las criaturas más viles y repugnantes; 8) Perturbad cuanto podáis la educación y el aprovisionamiento de las fuerzas armadas enemigas; debes socavar su disciplina y erosionar su voluntad de luchar; 9) No escatiméis promesas, ni dinero ni regalos, porque todo ello reditúa ricos intereses; 10) Usad siempre el engaño para desconcertar al adversario y confundir su espíritu.

Como aseveró con acierto un experto en estrategia y geopolítica —el ya fallecido general austríaco Jordis Von Lohausen— la ética del filósofo chino Confucio buscaba aclarar conceptos y equilibrar el alma llevándola a esferas superiores de comprensión. En cambio, la cínica estrategia de su compatriota Sun-Tzu buscaba justamente lo opuesto: confundir y desequilibrar, generar dudas, caos, tensiones y temores. La hoy llamada “guerra psicológica” —arreglada en conformidad con las consignas de Sun-Tzu— hace que el contrario abandone valores sustanciales tales como la verdad, la historia y a veces hasta su intrínseca gallardía, derrumbándose así su moral propia y la moral colectiva de quienes lo acompañan, muchas veces sin necesidad de usar las armas ni de acudir a la violencia directa.

“Confundid al pueblo y os aseguro que su destino estará en vuestras manos”, proclamaba el estratega chino. Algo de eso vemos hoy en el manejo sociopolítico de nuestro país y lo observamos también en otras latitudes. Pese a encontrarnos ahora muy lejos de Sun–Tzu en este ya transitado siglo XXI, está visto que sus cínicas enseñanzas han sido asimiladas y siguen siendo practicadas.

* Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG.

** Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/Como-vencer-con-las-10-reglas-de-Sun-Tzu-20190629-0058.html

Los impuestos, el lastre que frena la iniciativa exportadora

Iris Speroni*

La alta carga tributaria representa un obstáculo difícil de salvar a la hora de venderle al mundo. La Argentina exporta dos tercios de su producción de aluminio. El tercio restante se utiliza para la producción de bienes intermedios. Se exportan productos semielaborados pero en menor proporción que materia prima.

Argentina es exportador de aluminio para la industria, pero el alto nivel de impuestos hace poco probable la venta de productos finales.

Hace ocho años que el país no crece y cuatro que decrece. Los motivos son una asfixiante carga impositiva que quiebra familias y empresas y un tipo de cambio retrasado artificialmente que impide la exportación.

En estos últimos años creció la exportación de servicios informáticos, fruto de una inversión de décadas en la formación de recursos humanos a costa de los contribuyentes. Rápidamente el gobierno les puso aranceles a la exportación del 10%. Nadie debe prosperar excepto los políticos y sus protegidos. Toda actividad económica lícita por fuera del grupo selecto será aniquilada. Resistirse es fútil.

ALUMINIO

La Argentina exporta dos tercios de su producción de aluminio. El tercio restante se utiliza para la producción de bienes intermedios (perfiles, cables de electricidad, tubos, laminados), con los cuales, a su vez, se elaboran productos finales. Tanto la materia prima como los productos intermedios tienen competencia de productos importados, desde 5% a 50%, según el segmento.

Se exportan productos semielaborados pero en menor proporción que materia prima. Resulta irónico. Nuestro país invirtió fuertemente para que existiera producción de aluminio argentino (una inversión privada con soporte estatal en infraestructura y créditos) con el objetivo estratégico de ser autosuficientes y abastecer a la Fábrica Militar de Aviones.

Con la intervención socialdemócrata desde Alfonsín a la fecha, FMA se cerró, nuestro aluminio sirvió para que Embraer hiciera aviones (con subsidio y crédito estatal brasileño) y para abastecer a la atrasada industria automotriz brasileña que nos venden su caros y malos autos.

El Banco Mundial dio créditos para que la Argentina instalara generadores eólicos. Con ese dinero se compran aspas a Brasil. La Argentina poseía tecnología para generadores eólicos en la década del «70. Ahora importamos aspas.

La Argentina exporta lana de vicuña a Canadá que la convierte en abrigos de u$s 5.000 la prenda. El 50% de las exportaciones a la Unión Europea están compuestas por harina y pellets de soja y pesca.
¿Por qué se exporta aluminio y no aberturas de aluminio? ¿Por qué se exportan pellets de soja y no carne de chancho? ¿Por qué se exporta madera y no aberturas o muebles o instrumentos musicales?

¿Por qué se exporta lana sucia y no tela de casimir o sweters? No es por salarios altos porque exportamos productos sin elaborar a países desarrollados con salarios el doble de los nuestros. No es por falta de capital. Los Argentinos tienen ahorros en el exterior equivalentes a un PBI.

RAZONES

Entonces ¿por qué no podemos convertir acero en una sembradora y exportarla a Hungría? ¿Por qué no podemos vender aberturas de aluminio a Estados Unidos? ¿Por qué no podemos exporta casimir 50% mohair y 50% merino a Italia? La diferencia entre exportar y vender al mercado interno es la carga impositiva. No tanto el monto sino el momento en que deben abonarse.

Si Aluar exporta un producto que vale 100, cobra ese dinero menos los derechos de exportación (ahora en 10%) y mal y tarde cobrará algún reintegro de IVA por sus insumos.

Si vende localmente agrega impuesto a los ingresos brutos, IVA e impuesto al cheque. Pagaderos inmediatamente, aunque cobre después. Con una tasa de interés del 80% anual, el costo financiero del IVA es de 4% de la venta si cobra a 90 días. Sumemos: 5% de IIBB y 4% costo financiero de IVA y 0,6% de impuesto al cheque.

El comprador, supongamos que esté en el Gran Buenos Aires, tiene 1.300 kilómetros en camión por la Ruta Nacional 3. Podría ir en barco desde Puerto Madryn a Bahía Blanca y ahí por el Ferrocarril Roca, o en barco hasta Ensenada, pero sólo el 10% de la carga se mueve por tren. El flete sale el doble por el costo impositivo. El camión y las cubiertas tienen un 100% de sobrecosto impositivo (50% camión, 50% impuestos). Peaje, tributo al Club de la Obra Pública, club del cual el presidente es socio.

El fabricante de perfiles tiene entonces: 5% de IIBB en el precio del aluminio, 21% de IVA, 4% de costo financiero sobre IVA, 1,2% de impuesto a las transacciones financieras más flete. Ya pagó más que quien importó el aluminio de Aluar (además el flete marítimo es más barato que el terrestre).

Nuestro fabricante efectúa la conversión de aluminio en perfiles. Requiere electricidad (con IIBB, IVA y 20,5% de recargo impositivo), mano de obra (con 30% de cargas sociales), maquinaria con aranceles de importación, tanto la máquina como los repuestos y el IVA de la máquina pagado por adelantado. Todo eso lo tiene que recargar a su producto. Luego le vende perfiles a un fabricante de aberturas.

Este tiene acumulado: 2 capas de IIBB, 2 capas de impuesto al cheque, el costo financiero del adelanto impositivo en ambos casos, el costo impositivo del flete de ambos tramos, más los impuestos sobre la electricidad y contratación de personal.

Cuando venda sus aberturas deberá abonar ingresos brutos, impuesto al cheque y pagar el IVA meses antes de cobrar su producto. Ya tiene acumulado 15% de IIBB, 3,6% de Impuesto al cheque, 21% de IVA, impuestos sobre los tres tramos de flete, impuestos del 20,5% sobre la electricidad, impuestos sobre el empleo de personal y el costo financiero de adelantar impuestos (paga IIBB e IVA al momento de emitir la factura, no al momento de cobrar), y además ya pagó el costo financiero de Aluar, de la fábrica de perfiles, más el propio (12%).

Aunque fueran eficientes, profesionales, con buen diseño y calidad, ¿a quién le podrán exportar un producto cuya composición es 50% de impuestos? Es por esto que podemos exportar aluminio puro y no perfiles de aluminio.

Consecuencias adicionales: por la carga impositiva, las empresas abaratan costos. Reducen la calidad. Retrasan la renovación de maquinaria. La consecuencia es ocho años de estancamiento del PBI, decrecimiento en los últimos cuatro.

ESTRATOS

Hay una capa de impuestos por cada paso en el proceso de elaboración: 1) aluminio, 2) perfiles, 3) aberturas. Para poder exportar productos terminados (desde queso parmesano a aberturas de madera o helicópteros) se necesita cambiar el sistema impositivo. No sólo las alícuotas, sino pagar el impuesto luego de la cobranza de la venta y no al momento de comprar los insumos.

Actualmente se han pagado fortunas antes de vender el primer fumigador, el primer cinturón, el primer simulador de vuelo. Si los impuestos se gravan sobre la venta final y sobre las ganancias cobradas entonces podemos aspirar a exportar productos elaborados.

Ahora sólo se puede exportar aluminio y calamar y no carteras o casimir de mohair/merino. Porque el porcentaje de impuestos de los primeros dos productos es infinitamente inferior al de los dos últimos. La primarización de las exportaciones argentinas es la consecuencia del sistema impositivo armado por la casta política argentina. El diseño impositivo y la determinación del tipo de cambio son responsabilidad del Congreso de la Nación.

La Argentina necesita que el país tenga pleno empleo. Exportar productos elaborados aumenta la necesidad de mano de obra. El pleno empleo sube el valor del salario.

PROPUESTAS

1- Eliminar los impuestos a los ingresos brutos, a los sellos, a las transferencias bancarias, y todo impuesto de cualquier clase sobre combustibles, energía eléctrica y gas.

2- Eliminar todo impuesto sobre forrajes y alimentos.

3- Bajar el IVA al 10% que se cobrará sobre todos los productos excepto alimentos, forrajes, combustibles, gas y electricidad que pagarán 0%.

4- Eliminar IVA a la maquinaria y a los barcos.

5- Eliminar los derechos de exportación.

6- Eliminar todo adelanto impositivo, percepción, retención, ganancia mínima presunta.

7- Irse del Mercosur.

8- Eliminar peajes.

9- Mejorar los Ferrocarriles y tener flota fluvial y marítima.

10- Mejorar los puertos.

11- Convivir con un tipo de cambio alto sostenido.

12- Eliminar los impuestos al trabajo.

Los primeros seis puntos son de resolución inmediata. Un crecimiento de exportaciones de productos semielaborados y terminados implica más trabajo y prosperidad.

* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía UBA.
** Tomado de La Prensa, Argentina, http://www.laprensa.com.ar/478075-Los-impuestos-el-lastre-que-frena-la-iniciativa-exportadora.note.aspx

LAS TECNOLOGÍAS SE SIGUEN ACELERANDO

Agustín Saavedra Weise

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Ya comenté en su momento ―en otra nota alusiva a estos temas de la modernidad tecnológica― que la ligereza, la velocidad y la aceleración son cada vez más frecuentes en la era que vivimos. Con seguridad el proceso se hará aún más rápido con el inminente advenimiento global del 5G (quinta generación) de comunicación inalámbrica, que ya se está usando en varios lugares de Estados Unidos y otros países industrializados.

Desde su tumba el gran Nikolai Tesla debe estar feliz al ver que su genial visión ya es realidad en todos los órdenes. Se espera una expansión multinacional de la nueva tecnología (tendrá lugar en 2020) que traerá consigo toda una revolución en materia comunicacional. Y desde ya, casi con seguridad habrá cambios de celulares, ya que aquellos que no estén preparados para el 5G pasarán al museo de las cosas viejas, aunque tengan pocos meses de vida. Así es de dramático el proceso de destrucción creativa que genera la innovación, como tantas veces lo he repetido en muchos de mis modestos comentarios.

Lo interesante en todo esto es ver cómo, a lo largo del tiempo, aquellas cosas que hoy son pilares tradicionales de la vida cotidiana han ido acelerando su consolidación como tales. Según la Organización Rand (www.rand.org) las cosas siguen la pauta de aceleración ya mencionada y podemos presumir que dicha pauta se acelerará aún más. Veamos. En conformidad con datos obtenidos, para que el teléfono fijo se establezca como parte cotidiana y fundamental de un hogar pasaron 85 largos años.

Cuando le tocó el turno al automóvil ―luego que los señores Daimler y Benz inventaron el motor a combustión y Henry Ford lo popularizó mediante precios asequibles para la gran mayoría de la población― el tiempo de asimilación del automóvil como parte cotidiana de la vida fue de 71 años.

Una vez aparecida la TV hubo un período de letargo hasta que comenzaron las emisiones en colores que entusiasmaron sobremanera al espectador. La televisión alcanzó, con el color, a demorar solo 21 años en convertirse en asunto rutinario de cada hogar en el mundo. La red informática más conocida como internet inició acciones internacionales en la década de los 80 y se popularizó en los 90. A partir del ingreso del Siglo XXI se extendió y demoró apenas 16 años en convertirse en cosa de todos los días, en algo rutinario.

Y desde que Steve Jobs presentó el llamado Smartphone o teléfono inteligente, el uso del celular se aceleró masivamente; en solo 13 años el artefacto se ha convertido en algo cotidiano y casi obligatorio. He aquí la aceleración del tiempo medida en función de factores tecnológicos usados regularmente por la humanidad. Interesante ¿verdad? Por tanto, podemos predecir -sin necesidad de ser magos- que por simple progresión cronológica el 5G y cualquier otra futura innovación de alcance mundial, pasará cada vez más rápido a formar parte de la vida nuestra de cada día. Así anda el mundo.

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/Las-tecnologias-se-siguen-acelerando-20190622-9119.html