EL ATLÁNTICO SUR. UNA ZONA DE PAZ Y COOPERACIÓN EN CONFLICTO. CUANDO NO SE USAN LAS HERRAMIENTAS QUE SE DISPONEN.

César Augusto Lerena*

Países miembros de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, ZPCAS.

Convencidos la mayoría de los países con Zona Económica Exclusiva (en adelante ZEE) en el Atlántico Sur, en la 50a. sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones, se dictó la Res. 41/11 el 27 de octubre de 1986 donde se declaró al Océano Atlántico, en la región entre África y América del Sur, como Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur” (ZPCAS) y se exhortó a todos los Estados de esta área “a promover una mayor cooperación regional, entre otras, para el desarrollo económico y social; la protección del medio ambiente; la conservación de los recursos vivos y, la paz y seguridad de toda la región” a la par de impulsar —en especial a los Estados militarmente importantes— que respeten escrupulosamente a esa región como zona de paz y cooperación, en particular mediante “la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región, la no introducción de armas nucleares o de otras armas de destrucción masiva y la no extensión a la región de rivalidades y conflictos que le sean ajenos».

América y el Caribe por el Tratado de Tlatelolco (1967), ya se había convertido en la primera región desnuclearizada (Alfredo Palacios, 30/10/18), cuestión que violó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante el Reino Unido) a partir de 1982.

Independientemente de las cuestiones relativas a la eliminación del apartheid y a la libre determinación e independencia de Namibia que refirió la Asamblea e, instar a la aplicación de todas las resoluciones referidas al colonialismo, el racismo y el apartheid; como un hecho muy importante, en relación de la ocupación británica de Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur (en adelante Malvinas), la Asamblea también exhortó a los Estados de la región y a todas las demás regiones a que “…respeten la unidad nacional, la soberanía (…) y la integridad territorial de todos los Estados (…) observen estrictamente el principio de que el territorio de un Estado no debe ser objeto de una ocupación militar (…) así como el principio de que es inadmisible la adquisición de territorios por la fuerza”.

El Atlántico Sur es la frontera común entre dos continentes que con anterioridad estaban unidos geológicamente y, ahora están separados por un extenso espacio marítimo que linda con las costas americanas, africanas occidentales y antártica. Los límites del Atlántico Sur son en la latitud al norte del Ecuador y al Sur en 66°33´5” donde se encuentra el Círculo Antártico. Los límites medidos en longitud son entre 70° Oeste y 20° Este. Rebasa la cuestión geográfica del Atlántico Sur e incluye archipiélagos como Cabo Verde. (González, Ariel S. Universidad Kennedy, 2007).

Angola, Argentina, Benín, Brasil, Cabo Verde, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea-Conakri, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Liberia, Namibia, Nigeria, República del Congo, República Democrática del Congo, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica (se incorporó en la cumbre de Brasilia de 1994), Togo y Uruguay suscribieron la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur” (en adelante ZPCAS) y, quedaron afuera de ello, las islas Ascensión y Tristán da Cunha, que son colonias británicas e, inclusive, nuestras Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur que, podrían interpretarse como participantes al ser parte de nuestro territorio nacional, pero sin concretarse mientras se encuentren ilegalmente ocupadas por el Reino Unido. Este hecho notable debería contribuir a aislar al Reino Unido en el Atlántico Sur, ya que resulta inaceptable la presencia de buques y submarinos nucleares de su Armada en la región y la ocupación territorial marítima y la explotación ilegal de los recursos naturales, en contradicción con lo resuelto en la Res. 31/49 de las Naciones Unidas; a la par de quedar marginada de cualquier proyecto global sur-sur que lleven adelante estos países respecto a la “Zona”.

Dejaré de lado la historia respecto a los avances y retrocesos desde 1986 a la fecha de la ZPCAS; sí diré que los distintos gobiernos argentinos carecieron de una Política de Estado al respecto y llevaron adelante tácticas contradictorias, que fueron, desde no efectuar declaraciones finales sobre la cuestión Malvinas en las reuniones; minimizar el valor de la ZPCAS ausentándose el Canciller argentino en las deliberaciones, hasta tener alguna mención específica relativa a cumplir con la Res. 2065/65 de la ONU, incluso, con el apoyo de países de la Comunidad de las Naciones Británicas. Nada o casi nada respecto a la explotación de los recursos naturales y en especial a los migratorios, cuya captura afecta al ecosistema y consecuentemente a la explotación nacional del total del stock disponible originado en la ZEE Argentina.

En síntesis, entiendo, que la Argentina ha desaprovechado hasta la fecha esta relación afroamericana unánime para favorecer la posición de Argentina en el Atlántico Sur, en particular, en lo relativo a Malvinas y la explotación de los recursos naturales y muy especialmente los migratorios.

Los Acuerdos, Tratados, Declaraciones, hojas de ruta (Acuerdos de Madrid, Pacto de Foradori-Duncan, Acuerdo de Nueva York, etc.) no han sido, lo que jurídica y diplomáticamente todavía se discute, han sido lisa y llanamente cesiones de Argentina al Reino Unido y a los Estados de Bandera y la consolidación de la extranjerización del mar argentino.

De tal modo que tenemos al menos tres problemas: El primero, hay que desactivar esas cesiones; el segundo, los británicos tienen ocupado militarmente 1,6 millones de km2 de la ZEE Argentina y dentro de él a los archipiélagos de Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y están en una situación geopolítica de prevalencia respecto a la parte meridional del Atlántico Sur, la Antártida y el Estrecho de Magallanes y, el tercero, hay que recuperar un millón de toneladas de productos pesqueros que se capturan en forma ilegal (INDNR) con o sin licencia británica en el Atlántico Sudoccidental. No parece que, en esta situación, la Argentina pueda desatender este importante foro, la más importante convención sur-sur.

En su política exterior de afianzar las relaciones con el África, la República Federativa del Brasil ha sido el principal promotor de esta iniciativa; pero, la Argentina debería empezar a prestarle mucho interés, porque tiene varias razones de peso como he apuntado. Para ello, debería darle especial atención a las cuestiones de organización de modo de promover las acciones y acuerdos de cooperación, ya que la actual estructura no cuenta con la dinámica suficiente, en la búsqueda de alcanzar la entidad internacional indispensable para sostener con fuerza nuestras iniciativas; promover acuerdos respecto al transporte marítimo; el cuidado ambiental y de los recursos de las ZEE y del dominio de las especies migratorias y potenciar la relación y los negocios con los países africanos costeros occidentales. Por ejemplo, las relaciones con Angola que nacieran en 1988 con Alfonsín; en 2013 el gobierno la dinamizó con la designación del embajador Julio Lascano y Vedia quien accedió a una Embajada inexistente. Se hicieron varios convenios de cooperación que llevaron la balanza comercial de 150 a 400 millones de dólares y hoy Angola está entre las que tienen balanza favorable para la Argentina. África es un mercado demandante de alimentos y tecnología que nuestro país puede proveer. Ello, no solo permitiría un intercambio de bienes sino un mayor interés africano en las cuestiones argentinas y en especial la relativa a los derechos de Argentina sobre Malvinas y la Antártida.

Por supuesto, que la ZPCAS, es el ámbito adecuado para tratar también, cuestiones relativas al narcotráfico, trabajo esclavo, contrabando y crimen organizado. Temas en que la Argentina debiera acordar muy especialmente con el Uruguay, respecto al apoyo a buques asiáticos que hacen apoyo en sus puertos.

En las reuniones en Luanda y Montevideo se abordaron alguna de estas cuestiones en los tres talleres preparatorios y durante la VI Reunión Ministerial de la ZPCAS, donde el gobierno argentino le dio relevancia a tres temas claves: la cuestión de Malvinas, el desarrollo de los mecanismos de las Operaciones de Paz y en el marco del Derecho del Mar, la implementación de medidas contra la pesca INDNR y la protección de los recursos genéticos marítimos (Gladys Lechini, Revista Brasileira de Estudios, 7, Jan./Jun. 2019), aunque a la luz de los resultados, los avances han sido insignificantes respecto a la custodia de la soberanía política, territorial, marítima, pesquera y alimentaria argentina.

Esta acción del bloque permitiría avances rápidos de cooperación en ciencia, tecnología y mecánica agroindustrial e intercambios tecnológicos y de regulación de la Pesca en el Atlántico Sur sin la injerencia de terceros países ajenos a ZPCAS que, a través de la CONVEMAR, pretenden como Estados de Bandera (buques extranjeros) explotar los recursos que son de dominio de los Estados Ribereños. Este es el caso de las flotas pesqueras chinas, coreanas y a taiwanesas, pero también, de las españolas que —tienen licencias ilegales en Malvinas y pescan a distancia en alta mar— y habrán de incrementar su presencia a raíz de reducirse sus capturas en aguas británicas a raíz del Brexit y transformarse en un 30% en Áreas Marinas Protegidas las aguas comunitarias.

La ZPCAS se encuentra en abierta contradicción con la CONVEMAR ya que mientras aquella alentaría el intercambio de recursos naturales entre sus miembros y, por tanto, la protección de éstos en sus ZEE y los migratorios fuera de ella, desalentando la injerencia de terceros países en la región, la CONVEMAR y el Acuerdo de Nueva York promueven la explotación de los Estados de Bandera (buques extranjeros que pescan a distancia) y la formación de Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP) donde intervendrían países ajenos a la ZPCAS.

Por cierto, el fortalecimiento del intercambio y la cooperación generará mayores lazos para que los países que integran la ZPCAS apoyen de mínima la posición argentina de reclamar al Reino Unido la negociación de soberanía según la Res. 2065/65 de la ONU y de máxima lo que ya Sudamérica ha resuelto, que, es no prestar ningún tipo de apoyo (comercial, portuario, de transporte, logística, etc.) que favorezca del desarrollo del Reino Unido en Malvinas y, en ese sentido, el gobierno de Argentina debe mantener una coherencia que no ha mantenido en las reuniones de la ZPCAS, respecto a reclamar o no sus derechos en Malvinas o, con la firma de acuerdos que autorizan vuelos desde Malvinas a San Pablo, investigaciones conjuntas pesqueras, etc. Una política pendulante de Argentina que debe terminar y ajustar sus acciones a lo prescripto en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.

¡Nada mucho cuesta poco! Pero ha llegado la hora de avanzar con inteligencia, rigor y perseverancia.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad. 

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CHINA Y EUROPA EN ÁFRICA: DOS MODELOS DE COOPERACIÓN EN COMPARACIÓN

Giancarlo Elia Valori*

Cumbre del Foro de Cooperación China – África 2018 EFE

China está tratando de diversificar la adquisición de recursos naturales y mercados en desarrollo para sus exportaciones y, como se ha visto, se encuentra entre los países donantes más grandes. Los dos grandes Foros Sino-Africanos de 2006 y 2015 fueron casi ignorados por los medios europeos, debido a las mencionadas críticas al Imperio Medio por cómo aborda la cuestión de los derechos humanos.

Pero lo que nos preguntamos es por qué, si el sistema chino logra conquistar las materias primas y es acogido sin quejas por los africanos, Europa es incapaz de desembarcar en África, salvo con una limosna miserable y degradante. Una vez más, la Unión Europea está tratando de dictar reglas de moralidad a África, tales como: “Nosotros, la UE, somos mejores que los chinos”. Pero si es cierto que somos “mejores”, ¿por qué África está volviendo su mirada hacia el Este en lugar de rechazar el buenismo liberal-chic?

Así que cuando asistes a conferencias y conferencias, tanto como orador como espectador, estás absolutamente cansado de escuchar que China es “mala” porque comercia con aquellos que no son “buenos”, mientras que Europa y los Estados Unidos de América son “buenos” porque quieren regatear sólo con aquellos que se convertirán en “buenos”, tal vez induciéndolos a ser “buenos”, tal vez induciéndolos a serlo en las formas que conocemos. Pero aquellos que son “malos” esperando llegar a ser “buenos” ¿qué deben hacer?

Creo que la respuesta está en un libro de hace más de diez años (Cecilia Brighi, Irene Panozzo, Ilaria Maria Sala, Safari cinese. Petrolio, risorse, mercati. La Cina conquista l’Africa, Milano, O barra O, 2007), cuando los autores, de una manera sutilmente clara, refiriéndose a las empresas blancas, escribieron: “obligados a respetar los convenios y normas dictados por la OIT, la OCDE, así como las normas ambientales y de seguridad, las leyes nacionales y los contratos de los países a los que pertenecen” de los mencionados “forzados”.

La hipocresía de la famosa carga, destruida por un simple participio pasado de género femenino y número plural: forzado. Si una institución obliga a ser “bueno”, aquellos “buenos” por convención kantiana ya deberían ser “buenos” para el sistema de producción y la dirección de la sociedad civil, significa que algo está mal: muy grave.

China tiene enormes intereses económicos en el continente. La penetración comercial, el desarrollo de la colaboración en el ámbito de las fuentes de energía, las inversiones y los préstamos blandos son actividades que han experimentado un crecimiento espectacular en las relaciones entre Beijing y los países africanos desde finales de la década de 1990: no hay duda de que el carácter político de las relaciones entre China y Africa se ha engrosado con fuerza. El interés de China por Africa se explica, sobre todo, por la inmensidad de los territorios, la riqueza de los recursos naturales y el enorme potencial de desarrollo del continente.

Los principios y objetivos generales de la política china se basan sobre todo en la definición de una asociación estratégica con África, basada en la igualdad política y la igualdad de cooperación económica: el modelo Bandung anunciado por Zhou Enlai en 1955 que se basa en el respeto de los intereses de ambos países y en el que todas las partes se benefician de la cooperación. Y, de hecho, la característica más llamativa es que el comercio entre China y África está creciendo mucho más rápido y de manera más significativa que con Europa y los Estados Unidos.

El interés se concentra principalmente en el sector de las materias primas y los productos energéticos: la oferta de petróleo es, de hecho, un eje central del crecimiento económico de China, más aún si se tiene en cuenta el hecho de que una reducción de los suministros, y en cualquier caso una demanda que es mucho mayor que la oferta, permitiría al mercado internacional mantener los precios de la energía bajo control, lo que podría ser un desastre para un país que ha hecho de los productos baratos y la capacidad de exportar la deflación su principal factor de competitividad internacional.

Desde mediados de la década de 1990, las tres mayores compañías petroleras estatales de China, la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y Sinopec (China Petroleum and Chemical Corporation), han asumido un papel creciente en Africa, tanto en la prospección y explotación, como en actividades conexas, como la construcción de refinerías y oleoductos. , iniciando una competencia activa con las compañías petroleras occidentales que ha tenido mucho éxito. La economía de China necesita enormes cantidades de energía.

Al 20 de agosto de 2020, en la lista de proveedores de petróleo de China, África es la segunda luego de Medio Oriente (44,25%): Angola 9,5%, República Democrática del Congo 2,3%, Libia 2%, para un total de 13,8%

Si nos fijamos en los acuerdos que se han hecho en los últimos años, parece muy probable que el peso de China como salida para el petróleo africano aumente significativamente. Además, como ya se ha mencionado, África representa para China un enorme mercado potencial para sus productos económicos, especialmente de los sectores textil y tecnológico.

Beijing puede competir fácilmente, gracias a la mano de obra barata y la producción a escala industrial, con la artesanía local, especialmente en lo que respecta al mercado de ropa (lejos de saturado). Además, puede cubrir el Continente Negro con productos aún no generalizados entre la población, haciendo accesibles las tecnologías y servicios que aún no han estado disponibles.

La capacidad de China para mantener los costos de producción y, por lo tanto, unos precios muy bajos, junto con una mejora deseable de las condiciones económicas de los locales, abre la puerta a las principales perspectivas comerciales, que proyectan las relaciones comerciales sino-africanas mucho más allá de las estadísticas conocidas.

Baste decir que en el EY Attractiveness Program Europe: How can Europe reset the investment agenda now to rebuild its future?, publicado en mayo de 2020, África sólo se menciona en la página 31 con la pregunta: “¿Cómo cambiarás tu modelo de cadena de suministro en respuesta a COVID-19?”: “En lugar de un movimiento masivo de retorno al país de origen de los procesos productivos, el 83% de los ejecutivos encuestados esperan una regionalización de las cadenas de suministro, con un cierto acercamiento de ciertos centros de producción y sus cadenas de valor en las fronteras de la UE y África”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo exclusivo para SAEEG. Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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AJENIDAD HACIA LAS FRONTERAS

Abraham Gómez R.*

Pareciera que el espacio geográfico fronterizo no fuera nuestro. Hay una dejadez, un manifiesto desinterés para asumir enormes decisiones y responsabilidad en pro de tantos compatriotas que viven en la mencionada poligonal, no obstante, llegar a equivaler casi que un sesenta por ciento del territorio nacional y estar habitado por una quinta parte de la población.

Nos avergüenza tener que reconocer que mientras que los demás países con quienes hacemos costado fronterizo adelantan audaces programas de desarrollo, de incentivación agroproductivo, de sensibilización y reafirmación patriótica “en sus bordes”; nosotros seguimos exhibiendo una muy débil pared demográfica, en lamentables condiciones de aislamiento y pobreza, cuya inmediata consecuencia es un marcado desequilibrio geopolítico.

Hemos estudiado de los textos del destacado académico de nuestra UCV, Dr. Pedro Cunill Grau; y hemos aprendido a partir de sus interesantes investigaciones que: “Poblar las fronteras y garantizar su desarrollo en los procesos de integración interna es básico para preservar la soberanía nacional. La geohistoria moderna nos ha proporcionado patéticas enseñanzas acerca de las consecuencias de ausencias de ocupaciones efectivas de lindes fronterizos”.

Nos ha quedado claro que los fenómenos fronterizos son realidades jurídicas por la delimitación misma. Cierto. Los Estados están obligados a encuadrar sus contextos geográficos frente a otros, para saber hasta dónde llegan. Sí, pero se hace obligante considerar y añadir la indetenible interactividad que mantienen los habitantes de esos espacios.

Nos ha despertado siempre la atención —las veces que hemos visitado cualquier comunidad de nuestras fronteras— que la gente que allí convive poca o ninguna importancia le da a la línea, digamos que a la raya imaginaria que, como figura geodésica del Estado, intenta separarlos. Hacen su vida de un lado y del otro, indistintamente de esa “raya impuesta”.

En los espacios fronterizos —a cualquiera que haya ido le consta— hay otro modo de valorar y vivir. Las fronteras dimanan sus propias dinámicas vivenciales, a las que hay que adaptarse. Sin embargo, no por eso dejan de estar conectados “umbilicalmente” con el resto de la nación.

No basta que se diga “si un centímetro de territorio venezolano es la soberanía, una gota de sangre nuestra también lo es”. A pesar de esa cita reflexiva, históricamente las sensibilidades y padecimientos en nuestras regiones colindantes, sus asuntos álgidos no constituyen agenda prioritaria ni para la acción administrativa del Estado venezolano, poco menos para la opinión pública nacional. Deuda que hemos arrastrado por bastantes años. Evidencia que se hace protuberante y crítica con el asunto litigioso de la Guayana Esequiba.

La reiteración en tal actitud de menosprecio deriva en desatención a las comunidades y el agravamiento de conflictos sociales (de todo tipo, proporción y calaña). Insistimos en reconocer que los nexos vecinales de carácter humano no son ni serán nunca territoriales para que impliquen diferenciaciones. Nos atrevemos a señalar que la compenetración que ebulle de los constantes intercambios de los habitantes de las zonas fronterizas conforma extraordinarios sistemas abiertos de aproximación y complementación de las necesidades humanas, por lo que les resulta indiferentes la ubicación geográfica que ocupen o las imposiciones jurídicas desde el centralismo, desconocedor la mayoría de las veces de las realidades fronterizas.

El Estado venezolano y todo cuanto representa ha mantenido un comportamiento errático y desacertado en el tratamiento que debe dársele a los asuntos fronterizos.

El uso indiferenciado de los términos límite y frontera por parte de quienes suponemos conducen la “política fronteriza” ya nos dice el talante de improvisación e ignorancia para arreglos mayores en esta materia. No es lo mismo Límite que Frontera.

También estamos conscientes que no será tarea fácil que el lenguaje cotidiano se ciña a darle a cada categoría el significado y uso adecuado y preciso. Nunca es demasiado tarde para comenzar, para saber de qué hablamos cuando nos referimos al Límite: ente jurídico, abstracto de origen político, convenido y visualizado en forma lineal. Mientras que la Frontera comporta el espacio de anchura variable donde convergen seres humanos con potencial de integración, que crea un modo de vida común, con sentido dinámico y vital. El Estado venezolano debe asumir la presencia poblacional en las zonas fronterizas como un sistema de consolidación de pueblos y ciudades a lo largo del cordón fronterizo, con suficiente fuerza y patriotismo.

Aunque luzca contradictorio, es precisamente en su con-vivir cómo los seres humanos vamos aprendiendo que hay espacios para com-partir y que hay áreas específicas y delimitadas que pertenecen a otros. También debemos reconocer, que a pesar de que surjan límites, no son limitaciones, por el contrario, constituyen oportunidades de crecimientos y motivaciones para el encuentro con el vecino (colindante). En una aritmética fronteriza uno más uno no es una suma sino una multiplicación.

 

* Miembro del Instituto de Estudios de la Frontera Venezolana (IDEFV)

Artículo publicado originalmente en Disenso Fértil, https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/