SON PARTE DEL PROBLEMA

 Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Un tipo de cambio retrasado significa que el gobierno subsidia las importaciones frente a la producción local

Hace un par de días tuve la mala suerte de ver a De Mendiguren en televisión. Defendía el status quo y proponía “cambiar la matriz productiva”, eufemismo por “más industrialización”, lo que esto signifique.

Las propuestas de De Mendiguren las conocemos. De Mendiguren es parte del problema. Hace diez años que la Argentina decrece. En gran parte gracias a él y a sus amigos[1].

De Mendiguren maneja varios errores conceptuales. Tratándose de él no se sabe cuánto es error y cuánto es malicia. Brindémosle el beneficio de la duda.

Los “industrialistas”, los “vivamos con lo nuestro” del siempre rechazado Aldo Ferrer, se presentan a sí mismos como diferentes y mejores de quienes producen y exportan bienes primarios agropecuarios. Desprecio que no exhiben frente a petroleros o mineros.

Subidos a una supuesta tarima moral, donde, aparentemente, es mejor producir ojotas que forraje. Hasta tuercen la cara cuando sostienen “tenemos que dejar atrás el modelo agro-exportador”, muletilla de todo egresado de FSOC[2].

De ahí que De Mendiguren apoya al gobierno actual, al grado de ser parte de la alianza gobernante, porque este gobierno estimula la “industrialización”, donde supuestamente, hay mejor trabajo y éste es mejor pago.

Esta propuesta de “industrialismo” argentino es sostenida, desde ya, por la UIA, quien bien o mal, está en su derecho de defender lo suyo como lo mejor del universo.

También es apoyada por toda la “catedral” argentina. Llamo “catedral” al cúmulo de opiniones que se apoyan las unas a las otras, conformada por las universidades, en particular ciencias sociales, ciencias políticas y ciencias económicas, de todas las universidades nacionales y también de algunas particulares como la Di Tella, más los periodistas, que ponen rostro adusto, fruncen el entrecejo y asienten ante cualquiera que predica en favor de “industrializar” y de “dejar atrás al modelo agroexportador”. No sólo en C5N y la TV pública, sino en LN+ o A24. Numerosos programas impartidos por sociólogos y politólogos en Canal Encuentro en este sentido.

Los prejuicios que soportan este andamiaje serían los siguientes: industrializar está bien y las tareas rurales son el mal. La industria da trabajo y el campo no. A la gente del campo la aguantamos porque trae los dólares que nosotros no sabemos traer al país. Le sacamos sus dólares de todas las maneras posibles y los degradamos públicamente para que no hablen y si hablan que nadie los escuche. Porque son malos. Éste es el principio del discurso de De Mendiguren, cuando afirma que “hay que cambiar la matriz productiva”.

Veamos un poco más de cerca

De Mendiguren es funcionario público desde hace 20 años. En esos 20 años el país continuó su marcha forzada de desindustrialización. En los últimos 10 años el PBI de Argentina decreció.

Ahora veremos cuáles fueron los mecanismos implementados desde el poder para lograr tanto que cierren industrias como que el PBI caiga.

La desindustrialización es una política de estado que atravesó todos los partidos políticos que llegaron al gobierno (Alfonsín – Menem – De la Rúa – Duhalde- Kirchern – Fernández x 2 – Macri – Fernández).

Las herramientas fueron: el Mercosur. Éste es una construcción legal que permite fabricar en Brasil pero aun así mantener cautivo el mercado doméstico argentino. La Argentina abrió su mercado interno a Brasil (cuchillos, sábanas, remeras, lonas para cubrir camiones, carrocerías de colectivos, maquinaria agrícola) mientras Brasil implantó barreras para que no podamos exportar lácteos, maquinaria agrícola, químicos, en resumen nada, excepto lo que ellos no pueden hacer como cebolla, ajo y uvas (y esto último hasta que funcionen los viñedos del sur de su país). Brasil nos “quitó” las industrias mediante: a. un tipo de cambio competitivo, b. exenciones impositivas, c. tasas de interés razonables. En un principio tenían salarios más bajos. Hoy están parejos o nosotros estamos peor que ellos.

Mientras en Argentina la política de Estado desde el poder, del cual De Mendiguren fue una parte activa, por ejemplo como Ministro de la Producción, hizo lo posible e imposible para desindustrializar el país y que las únicas actividades rentables fueran el petróleo (por los subsidios y exenciones impositivas), la minería (por las exenciones impositivas), la pesca (porque declaran uno de cada dos barcos), la soja y la droga. Toda otra actividad no es rentable.

No es rentable por las políticas activas de los diferentes gobiernos. En primer lugar por la relación con Brasil, donde no se defienden los tantos. En segundo lugar por tener un tipo de cambio retrasado. Esto no sólo nos vuelve no competitivos contra Brasil sino contra el resto de la galaxia. Un tipo de cambio retrasado significa que el gobierno subsidia las importaciones frente a la producción local.

Va de nuevo: el gobierno subsidia la importación de ventanas respecto a lo fabricado localmente. El gobierno subsidia la fabricación de bombachas frente a lo fabricado localmente. ¿Cómo? El gobierno le deja comprar al importador a $ 101 el dólar mientras el fabricante local enfrenta costos e impuestos por $ 180. Tan simple como eso.

La industria no puede exportar, como lo demuestra la reducción de exportaciones de maquinaria agrícola de US$ 200 millones anuales hace más de una década a US$ 60 millones el año pasado. Porque quien exporta recibe $ 96 pesos por cada dólar exportado mientras aguanta todos los costos e impuestos locales. Si el dólar fuera competitivo, exportaríamos todo tipo de productos.

Tampoco los industriales pueden vender en el mercado interno:

– 1. porque tienen competencia desleal con las importaciones a $ 101 el dólar;

– 2. porque toda transacción local está cargada de impuestos, desde la compra de la electricidad, el impuesto interno al combustible, los impuestos sobre insumos y el trabajo, los transaccionales como ingresos brutos e impuesto al cheque, más la tarea de cobrar impuestos por cuenta y orden del estado como el IVA;

– 3. por el costo financiero.

Costo financiero

Uno de los socios de los gobiernos desde 1983 a la fecha (y de Martínez de Hoz) es la banca local y extranjera. En particular la local. Fue la que se benefició con el Plan Primavera (Alfonsín), con el festival de bonos de Cavallo tanto con Menem como con De la Rúa[3] y por el carry trade desde Néstor Kirchner a hoy, con el paroxismo onda Machinea-plan-primavera en que nos metió Sturzenegger con tasas de 80% anual en pesos en deuda a 7 días emitida por el BCRA.

¿En qué consiste esto? El BCRA emite deuda en pesos por 7 días a tasas soñadas. 25%, 30%, 35%, 40%, 80%. Supuestamente es de riesgo porque no se sabe cuánto va a costar el dólar en siete días. Sin embargo no es así. Porque el propio BCRA mantiene fijo el dólar para que quienes ponen pesos a 40% se queden tranquilos de que el dólar va a costar igual o casi igual y que entonces van a tener ganancias de [38%; 40% anuales] en dólares[4].

Además un dólar barato, un dólar atrasado, un dólar no competitivo (todos sinónimos) permite a quienes le quitan dinero al estado comprar dólares baratos con sus pesos robados.

Los funcionarios corruptos, pueden comprar dólares baratos con lo que duplican el valor internacional de su coima.

Los contratistas del Estado que consiguen contratos con altos márgenes (tanto que les permite ganar a ellos y además pagar sobornos) pueden con sus ganancias comprar el doble de dólares que si las divisas tuvieran precios competitivos.

Los proveedores del Estado con sobreprecios pueden comprar el doble de dólares con sus márgenes que si el dólar estuviera barato.

Las petroleras internacionales importan maquinaria a dólar a $ 101.

Las mineras importan insumos (cianuro) y maquinaria a $ 101.

Pero básicamente el sector financiero (que incluye como socios a los tres primeros) compra el doble de dólares con sus intereses ganados.

Eso es lo que Cristina Fernández o Todesca Bocco desde su tarima moral llaman fuga de capitales. El dinero manoteado al Estado por proveedores o funcionarios, se pasa a dólares y se lo llevan al exterior. Para poder hacer eso necesitan un tonto que les traiga esos dólares y se los venda a mitad de precio.

La banca es una contratista del Estado más. El Estado tiene un dineroducto a la banca. El Estado es el gran cliente de la banca que absorbe todo el dinero y determina el precio del dinero (interés)[5]. Eso hace que el resto de la economía o paga las tasas de interés insanas que los funcionarios concuerdan con la banca o no tiene crédito.

Por lo tanto los industriales deben manejarse con dinero propio o descontar cheques a 90% anual. El costo demencial del dinero hace aún más gravosa la práctica de los estados argentinos de cobrar impuestos por adelantado.

Como siempre digo, causaría menos daño que el estado le diera dinero porque sí a la banca, que inventar todo el juego de hacer que prestan dinero del BCRA (una ficción, es sólo una excusa para pasarle fortunas de montos insanos). Sucede lo mismo que con las obras de Lascurain[6]. Nunca se hizo la obra, el contrato fue sólo una excusa para que el gobierno le girara dinero a Lascurain (ex presidente de la UIA). Con el juego de las Leliqs del BCRA ocurre lo mismo.

Todo esto hace que sea imposible no ya tener una industria en Argentina sino toda actividad económica lícita: industria, comercio o cultivar ajo. Sobrevive sólo la soja porque este régimen necesita dólares y porque gran parte de los pooles pertenece a los políticos. Toda otra actividad rural (carne de cualquier animal, lana, maíz, trigo, cebada) es combatida; con excepción de los hortelanos. Eso explica cómo desaparecieron 100.000 productores en los últimos 15 años del glorioso gobierno K-F-F-M-F.

¿Qué propone De Mendiguren?

¿La industrialización? No. Propone el verso de la industrialización. Créditos blandos que nunca se devuelven o que se licúan con la inflación. Créditos que a veces se usan para comprar dólares y después ver cómo se devuelve. Subsidios. Situaciones arbitrarias como exenciones impositivas puntuales, lo que constituye una deslealtad respecto al resto de los agentes económicos. De Mendiguren promocionaba la fábrica de cerdos china[7] a la que ofrecía subsidios. Mientras que nuestros criadores criollos tenían que pagar impuestos por adelantado, IVA sobre la obra civil y el forraje; si logran vender carne al exterior, el BCRA le da $ 96 por cada dólar.

La supremacía moral de la industria

¿Por qué sería mejor industrializarse que la producción rural? ¿Por qué sería mejor exportar aceite de soja que soja? ¿Por qué es moralmente superior exportar cajas de cambio para camiones que carne de cerdo?

Esa es una premisa de sometimiento. Es ideológico. Es la forma de decir: nosotros somos mejores que ustedes para poner presidentes, diputados, ministros. Está bien que la UIA tenga candidato a presidente (Lavagna), ministros (De Mendiguren, Dante Sica, Kulfas); sin embargo se critica que los productores rurales tengan representantes en el gobierno. Es moralmente reprochable, en el discurso de De Mendiguren/Kulfas. Al punto que el gobierno realiza un plan ganadero bajo las órdenes del ministro Kulfas sin participación de los representantes de los productores ganaderos. ¿Por qué? Porque no son dignos. Porque no son moralmente valiosos. Porque no tienen la estatura moral para hablar con las autoridades. Porque hacen cosas sin valor. Los toleramos únicamente porque al final del camino les quitamos sus dólares. Un poco como los señores feudales con los siervos. Al conde le repugna verlos pero le sirve el fruto de su trabajo.

De ahí el discurso industria = bueno; producción agropecuaria contamina, es mala, tienen a los trabajadores en negro, son oligarcas, son malos.

Lo que está en discusión son las cuotas de poder en el gobierno.

Básicamente es una construcción discursiva para justificar quitarles a quienes producen bienes exportables sus dólares a $ 96, (con el BCRA como herramienta) y que los industriales, que son buenos, comprarlos a $ 101. En exactamente esos términos se refirió públicamente la vicejefa de gabinete Todesca Bocco[8].

¿Tiene algún viso de razonabilidad?

No hay razón para pensar que la industria ocupa más mano de obra que el trabajo rural. Claramente un taller de confección con máquinas de los ‘60 requiere más mano de obra que cultivar soja con la última maquinaria agrícola. Pero la industria automotriz hiperrobotizada requiere menos mano de obra por cada US$ 100.000 producidos que, por ejemplo, un criadero de conejos. O por US$ 100.000 de cajones de ajo. Entonces industria = mucha manosde obra; rural = poca mano de obra, es una falacia.

¿Es la Argentina un país agroexportador? Argentina no es un país exportador. Ni de productos agropecuarios, ni industriales, ni de servicios, ni de nada. Es un país que no exporta. Por todas las razones antedichas. Porque nadie exporta impuestos. Porque ninguna explotación es rentable si el Estado se queda con el 46,98% del valor de venta [1-(96,50/182)], tras lo cual hay que pagar derechos de exportación si correspondiera y tras lo cual hay que pagar todos los otros impuestos.

¿Cuál es el modelo que podría tener en su cerebro De Mendiguren? ¿Alemania, por ejemplo? ¿Alemania, superpotencia industrial que exporta automóviles, acero, químicos, hasta muebles de cocina?

Veamos:

Mientras que Argentina en 2020 exportó según el INDEC https://opex.indec.gov.ar/index.php?pagina=mapa_dinamico:

  • Carne porcina por US$ 59.167.18 (1,2% de las exportaciones de cerdo de Alemania).
  • Quesos por US$ 191.706.161 (4% de las exportaciones de queso de Alemania).

¿Cómo es posible que Alemania que debe importar el forraje para sus cerdos (la Unión Europea importa el 70% del forraje que sus animales consumen) y que paga sueldos 5 veces los nuestros pueda exportar carne y nosotros no? El sueldo mínimo de EEUU es de US$ 1200 mensuales. El sueldo medio argentino es de US$ 300. Sin embargo EEUU exporta queso y carne de cerdo en cantidades soñadas para nosotros. ¿Por qué a ellos le da la ecuación económica y a nosotros no?

La respuesta es simple: De Mendiguren, Sica, Kulfas, Macri, Sturzenegger, Fernández (en cualquiera de sus variantes), Cafiero, Todesca.

El problema no son ni nuestros cerdos, ni nuestros trabajadores. El problema son ellos. Los patrones del mal.

Los productores argentinos de carne porcina y queso no necesitan inversiones externas, ni créditos blandos, ni subsidios para llegar a los montos de EEUU o Italia.

Esto sirve para quesos, para carne; pero también para software, carteras, monturas deportivas, botas, bujías, tapizados, vino espumante, tablas de surf, kayacs, ropa de ski o réplicas de autos antiguos.

Para que la Argentina pueda exportar las cantidades de Alemania o EEUU necesita:

  • que se les pague a los productores el dólar lo que vale o que les den los dólares que ganaron con su trabajo.
  • que no tengan que pagar adelanto de impuestos.
  • que no haya impuestos a la exportación.

Una vez con eso en la mano: se pueden pagar sueldos internacionales y no hace falta crédito alguno porque se hace la inversión con capital propio. No hace falta subsidio. 

Sólo que nos dejen respirar.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Iris Speroni. “Más de lo mismo”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html

[2] Facultad de ciencias sociales de la UBA.

[3] Incomprensiblemente Cavallo y Sturzenegger fueron sobreseídos por el canje de bonos.

[4] Ver tweet de Ricardo Inti Alpert sobre pasivos del Banco Central: https://twitter.com/intialpert/status/1428495728272449541

[5] Ídem.

[6] Lascurain fue condenado en primera instancia por un tribunal oral. Falta la resolución del Tribunal de Casación.

[7] Iris Speroni. “Más de lo mismo”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html

[8] Iris Speroni. “Mis dólares”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/09/mis-dolares.html

 

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/son-parte-del-problema.html