GUAYANA ESEQUIBA: VAMOS CON TODO SIN COMETER ERRORES

Abraham Gómez R.*

Luego de un largo trajinar por este reclamo de la extensión territorial que nos arrebataron y actualmente con el carácter de asunto litigioso que asumió el caso ante la Corte, hemos venido acumulando alguna modesta e interesante experiencia; misma que nos señala que la normativa internacional se manifiesta muy concreta (y a veces implacable) ante un evento que requiera   atender una contención interestatal, hasta alcanzar las soluciones.

La Sala Jurisdicente citada aplica el derecho —ni más ni menos— que tiene contemplado, esencialmente, en su Estatuto y Reglamento respectivos.

En el derecho Internacional las equivocaciones se pagan caro. Y como cuesta después recomponer en justeza las situaciones.

Hay algunas opiniones y criterios coincidentes en que nuestra primera y muy grave inexactitud diplomática fue haber aceptado las diligencias y acuerdos preliminares —suscritos el 2 de febrero de 1897— en el denominado Tratado de Washington, donde se contemplaba un ulterior compromiso arbitral.

Me sumo entre quienes aseveramos que allí comenzaron nuestros desaciertos.

¿Ingenuidad o impericia de quienes manejaron nuestra diplomacia en esa época? Tal vez.

Primero, aceptar que se discutiera un caso de tanta trascendencia para vida de nuestro país sin nuestra presencia.

Participaron únicamente para tales arreglos los representantes de los gobiernos del Reino Unido y el de los Estados Unidos; además, se birló, descaradamente, el principio del Utis Possidetis Iuris, nuestra carta esencial de soberanía y justo título sobre los 159.500 km2.

A partir de la estafa referida en el párrafo anterior devino el írrito y nulo Laudo Arbitral de París, el 3 de octubre de 1899 (donde tampoco estuvimos presentes); adefesio jurídico forcluído y de nulidad absoluta; que jamás legitimaremos  como causa de pedir de la contraparte, en el juicio que se dirime por ante la Corte Internacional de Justicia, a donde  acudiremos en abril del próximo año a consignar el memorial de contestación de la demanda, apertrechados —por supuesto— con nuestros irrebatibles recursos probatorios.

Sigamos analizando otras impropiedades, arrastradas en este centenario caso.

Se le atribuye una enorme responsabilidad al gobierno del Benemérito Gómez por haber cedido a la presión del Imperio inglés, para proceder a la demarcación (en el terreno), de lo que ya se había “aprobado” de modo fraudulento en el ardid arbitral referido.

Precisamente, con los documentos que entramparon el arreglo; luego del mencionado trabajo por ambas comisiones, en la época gomecista (1905) —que se denomina Tratado Bilateral ejecutoriado— es con lo que en este momento está alegando la Parte guyanesa, en la Corte Internacional de Justicia; además, solicitan en su pretensión procesal que se le confiera la autoridad de cosa juzgada a ese “laudo”; porque ya el gobierno venezolano de esa época lo había dado por “bueno y legítimo”.

Recurrentemente, los gobiernos de López Conteras y Medina Angarita no hicieron gestiones o actividades de relevancia para insistir con nuestra contención sobre la Guayana Esequiba; quizás por la influencia de los comentarios —para entonces— de que esa controversia, ya había sido resuelta en la tratativa que hemos venido aludiendo.

Otro hecho protuberante. En el régimen de Pérez Jiménez —a pesar de toda la impronta nacionalista que se le atribuye— cometió el disparate diplomático al habilitar un consulado (legación activa) en las proximidades de Mabaruma (área en controversia); con lo cual, prácticamente, estaba “reconociendo” que esa zona, conflictuada en un histórico pleito internacional, le pertenecía a la Guayana Británica. Ese despropósito se corrigió en su oportunidad; aunque constituyó un desatino, severamente cuestionado.

Desde 1958, en adelante, casi no hubo motivación para la contención a pesar de que ya se conocía el contenido de las memorias de Mallet- Prevost, donde expone —descarnadamente— la vileza cómo se nos arrebató esa extensión territorial; que, según su criterio: “el Reino Unido no tenía la menor posibilidad jurídica de poseer, ni siquiera un milímetro de lo que se le concedió”.

No fue sino hasta 1962 cuando —bajo el gobierno de Rómulo Betancourt— nuestro insigne canciller, Marcos Falcón Briceño, solicita un derecho de palabra en la plenaria de la Asamblea General de ONU, para denunciar el despojo que se perpetró contra Venezuela.

Se obliga a Gran Bretaña y accede a revisar la tropelía cometida y se adelantan gestiones para firmar, el 17 de febrero de 1966, el Acuerdo de Ginebra, donde por primera vez, admiten que la sentencia arbitral de París es írrita y nula, por lo que no surte ningún efecto jurídico ni puede ser documento oponible a nada, y menos en un juicio de la categoría y naturaleza que nos ocupa, hoy, en tan importante Sala Juzgadora de la ONU.

Sin embargo, nuestra reclamación sufrió luego otro gravísimo error; cuando el gobierno de Rafael Caldera congeló, con el inefable Protocolo de Puerto España, por doce años, desde 1970 hasta 1982, todo el contenido del Acuerdo de Ginebra, donde basábamos nuestro reclamo.

Acertadamente los gobiernos sucesivos denunciaron y desaplicaron el señalado protocolo, que nos hizo mucho daño en la contención. Se reposicionó el Acuerdo de Ginebra, con pleno vigor jurídico para el arreglo “pacífico, práctico y satisfactorio” de esta controversia.

En resumidas cuentas, hubo demasiada tranquilidad e improvisaciones, en este asunto que debió tener siempre el carácter de Política de Estado y no reacciones intemperantes de gobiernos y de funcionarios desconocedores de la materia.

Nos preocupamos porque a mucha gente ignorante de este sensible caso (para la vida del país) en algunas ocasiones se les designaba para ocupar importantes cargos atinentes a este asunto.

¿Qué nos corresponde hacer? Debemos mantener el reclamo frontal (sostenido con probanzas) de lo que es nuestro histórica y jurídicamente. Debemos pronunciarnos permanentemente contra lo que aún siguen perpetrando los gobiernos guyaneses, que vulneran nuestros intereses soberanos, en la Zona en Reclamación y en su correspondiente proyección marítima.

Hay que formular las denuncias oportunas y contundentes. Nada de quedarnos callados frente a tales tropelías.

No debemos permitir que los gobiernos guyaneses sigan dando concesiones a empresas transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de los vastos recursos que tiene la Guayana Esequiba.

Sépase que todas las omisiones, desatenciones y desintereses conspiran contra nosotros en los reclamos que desde hace más de un siglo hemos hecho de esa zona; porque, nuestra conducta displicente se puede llegar a interpretar como indiferencia con la causa contencional.

Los silencios oficializados se pagan caros.

Tales quietudes las conocemos como Aquiescencias. Las mencionadas actitudes estatales (o por lo menos, la de algunos funcionarios (in)competentes dan a entender inaceptables permisividades.

Resulta vergonzoso —algunas veces— que quienes deben reaccionar y protestar se quedan inermes (en poses pusilánimes) frente a decisiones abusivas, hechos agresivos u ofensivos del gobierno guyanés contra Venezuela.

La conocida controversia la hemos venido sosteniendo; y no nos cansaremos de explayar y defenderla con incontrovertibles alegatos en cuanto escenario se presente; contrariando a los absurdos argumentos de la delegación de la excolonia británica.

Tenemos bastantes títulos históricos, cartográficos y jurídicos plenamente vigentes que nos favorecen, siempre y cuando estemos dispuestos a probar en la Corte, lo que en justicia nos corresponde.

Comencemos por dejar sentado, suficientemente, que el Acuerdo de Ginebra viene a ser —en este preciso momento— el único instrumento jurídico, donde “está vivo” y reconocido exequiblemente este pleito centenario, y en el cual se sintetiza medularmente   nuestro reclamo.

Agreguemos, además, como un hecho interesante —a los efectos del Derecho Internacional Público— que en el propio contenido del Acuerdo de Ginebra se pone en tela de juicio y se cuestiona el Principio de intangibilidad de la Cosa Juzgada (Res Judicata).

Sin embargo, lo más delicado (y tal vez peligroso) para nosotros en esta reclamación es que actuemos con demasiadas flexibilidades para con la contraparte —adversaria en la Corte— que ha venido, y siempre ha estado dispuesta a todo.

Me permito formular la siguiente observación, con severidad, para su permanente consideración: la Aquiescencia, es decir las permisividades de nuestros gobiernos nos ha causado daño considerable. Ya lo hemos expuesto en los primeros relatos.

Aquiescencia que se ha deducido, desde hace muchos años, a partir del silencio o la abstención de nuestro Estado ante los hechos o actos de los gobiernos guyaneses.

Igualmente, asumamos que aquí –en este asunto— nos necesitamos todos; que debemos imprimirle la plena condición de Política de Estado, por encima de las diferenciaciones de cualquier índole que podamos tener. Este caso sobrepasa las particularidades político-partidistas internas.

Me parece lo más sensato y democrático, en la situación y circunstancia en que nos encontramos, luego de la reciente sentencia de la Corte, es que habilitemos todas las vías constitucionales, legales y comunicacionales para permitirle a los estudiosos del caso que opinen sobre tan sensible y delicado asunto litigioso, con la finalidad de concienciar a la población venezolana, integralmente.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial. Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la ONG Mi Mapa.

PERÚ ACTUAL DE EMOCIONES CONTRASTANTES

Francisco Carranza Romero*

sanchezcampoblanco en Pixabay

Cuando un peruano se encuentra en el exterior se informa sobre su país gracias a los medios de comunicación; entonces, siente mucha preocupación por las noticias: inseguridad social, corrupción en todos los niveles, inestabilidad política, muertes de los que se atrevieron protestar en las provincias del sur (desde diciembre de 2022 hasta marzo de 2023), lenta investigación e impunidad para los que dispararon en nombre del orden contra los que protestaban. Además, el clima cálido con lluvias que destruyen vías y poblados. Crece la preocupación, poco a poco, porque, ¿quién no quiere lo mejor para su país?

Viviendo ya dentro del Perú también el peruano experimenta muchos y variados sentimientos contrastantes:

Alegría. Por estar cerca de la familia residente en Perú. Por saborear la deliciosa y variada comida. Además, por las frutas y tubérculos frescos, gracias a los variados microclimas y por la labor de la gente de la zona rural.

Quien no ha roto su relación con la madre naturaleza siente la emoción al contemplar y dialogar con la montaña, río y vegetal. Es el pensamiento hilozoísta del andino.

Cólera. Al conducir un vehículo en las calles de Lima se ve el poco respeto de las reglas de tránsito: Los ómnibus, combis (microbuses) y camiones no guardan sus carriles y, muchas veces, no se respetan el semáforo. Los ómnibus y combis se detienen en cualquier lugar para recoger pasajeros obstaculizando el tránsito de otros vehículos que están detrás. Además, muchos colectiveros (automóviles particulares usados como taxis informales) hacen la competencia ilegal a los transportes públicos formales que sí pagan los impuestos.

Los conductores, creyéndose los dueños de las vías, recurren a las bocinas ruidosas por cualquier motivo. Si se les llama la atención, inmediatamente responden con gestos y gritos cargados de coprolalia (copro: excremento, mierda; lalia: lenguaje): carajeos, cojudeos y mentadas de madre. Una muestra de que mucha gente vive cargada de tensión y con las ganas de agredir a otros.

Las motocicletas, ahora convertidos en transportes de entrega rápida de los pedidos, corren zigzagueando entre los carros y hasta invadiendo los carriles exclusivos para los ómnibus. Pocos motociclistas respetan las reglas de tránsito. El objetivo es avanzar lo más rápido posible.

Como muchas avenidas no tienen ciclovías, las motos, bicicletas y patinetes se suben amenazadores a las aceras. Entonces, son los peatones los que tienen que cederles el paso para no ser atropellados.

Experimentando el tráfico en las calles se puede medir el grado cultural de un pueblo.

Miedo. En la calle hay que andar en alerta constante para no ser víctima de asalto y robo. Los ciclistas y motociclistas arrebatan el celular del que camina hablando por la vereda. Las armas de fuego y las punzocortantes son las más utilizadas. Hay casos en que, si alguien se resiste al arrebato de su billetera o su celular, es herido, abaleado y hasta asesinado.

Las viviendas, aun con un vigilante en el portón, tienen el servicio de alarma.

También hay miedo a la extorsión y amenazas de los ciberdelincuentes.

Las noticias diarias de tantas personas acribilladas en las calles son atribuidas a los sicarios.

Muchos peruanos, por evadir la responsabilidad nacional, culpan sólo a los extranjeros como los causantes de todos los robos, homicidios, sicariatos, tráfico de personas, etc.

Falta de tranquilidad. Los vecinos fiesteros, especialmente los fines de semana, celebran sus reuniones con comida, licor y música a alto volumen. Por el efecto de los tragos y el ambiente emotivo hay gritos y carcajadas. Las fiestas, muchas veces, se pasan de la medianoche. Y, si alguien pide calma y menos bulla, pocas veces es escuchado; la mayoría de las veces la respuesta del fiestero es desafiante y agresiva: ¡En mi casa yo puedo hacer lo que me da la gana! ¡No sabes con quién te metes!

Aun así, como Lima es capital del Perú, es la ciudad modelo para otras ciudades de las provincias. Por el centralismo, la capital es donde se encuentran más ventajas: mejores oportunidades laborales y educativas, y mejores centros de salud. Las embajadas de los países extranjeros, el único aeropuerto internacional, y los más altos estamentos políticos, judiciales están aquí.

Esta exposición de la realidad no es una difamación; es una advertencia para prevenir a los peruanos y extranjeros de las sorpresas desagradables.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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EL SECRETO DE LA PROSPERIDAD

Iris Speroni*

Es imposible activar el mercado interno cuando el salario promedio es U$D 300 mensuales.

El motor de la prosperidad

Argentina necesita arrancar su camino hacia el lugar donde todos vivamos mejor.

Los motores posibles para que un país crezca son pocos:

    • mercado interno,
    • exportaciones,
    • inversiones.

Los libros de texto de economía agregan el Estado como motor de la economía, pero en realidad es un agente más, si bien más grande, el cual incursiona en algunas de estas tres propuestas. El famoso “cavar pozos y taparlos” de Keynes. Es un ejemplo del primero, donde se pagan sueldos y esas personas van al almacén, con lo cual mueven el mercado interno. Si el Estado decide hacer una nueva Atucha o una nueva represa, es el Estado, como agente, que incursiona en el tercer punto, inversiones. Y si el Estado vende reactores nucleares vía el INVAP, entonces exporta. Con lo cual, volvemos a que tenemos tres soluciones posibles para salir del estancamiento, que son las nombradas.

Con esto cerramos la parte técnica.

¿Cuál de las tres deberíamos elegir para arrancar el motor? ¿Se puede con las tres a la vez? ¿Cómo sería?

Los últimos gobiernos (Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández) quisieron mover la economía en base a incentivar el mercado interno. Y la forma de hacer —¡pardiez!— fue mediante emisión monetaria. Por eso Cristina Fernández cambió la carta orgánica del BCRA, por eso Mauricio Macri duplicó los planes sociales, por eso Alberto Fernández … Dios sabe qué quiso hacer el actual presidente.

Lo que sabemos es que esto no funciona. Porque es un mercado de pobres donde A le vende a B y nadie tiene una moneda. Es imposible activar el mercado interno cuando el salario promedio es U$D 300 mensuales. Nadie que tiene esos ingresos vive bien en ningún lugar del globo. ¿Por qué sería distinto acá?

Lo explico de otra manera. El gobierno y los amigos del gobierno (léase la UIA) tienen dos alternativas: que la gente gane bien (¿U$D 1000?) y que el kilo de carne salga 6 U$D ó que la gente gane mal y abaratar el precio de la carne con diferentes artilugios, como prohibir la exportación (nunca mediante eliminar impuestos). ¿Cuál eligen? Mantener pobre al pueblo.[1]

Entonces, pretender que el motor de la economía sea el mercado interno con salarios de hambre es contradictorio per se. Es inoperante y destinado al fracaso.

Fracaso en el que incurrieron los tres gobiernos y la razón por la que estamos cada vez más pobres.

Por lo tanto, eliminado el abusado mercado interno nos queda la inversión y/o las exportaciones como motor para arrancar la economía.

¿Exportar o invertir?

Cualquiera de los dos sirve. Pero seamos realistas, ¿quién va a invertir con la macroeconomía hecha un desastre, con todos los precios relativos distorsionados y con un BCRA que se apropia de la mitad del valor de las exportaciones y/o con una inflación de 110% anual por lo menos?

No sólo eso. Los políticos argentinos traicionan a la madre, mucho más a los comunes.

Los criadores de cerdos invirtieron consistentemente en los últimos años, al punto que la producción aumentó al 8% anual en el último lustro. De pronto, los políticos autorizan la importación de carne porcina de Brasil, con un subsidio público del 50% (cotización artificial de la divisa), a pesar de los problemas bromatológicos de la carne brasileña. Generan una competencia desleal, con importaciones a mitad de precio, mientras entregan mercadería sub par a la población.

Por lo que creo que se debe arrancar por las exportaciones y rogar que las inversiones empiecen una vez que se acomode la macro.

Exportar

¿Qué es lo que podemos exportar? Siempre sostengo que podríamos llevar las exportaciones a U$D 300 mil millones ó U$D 500 mil millones en poco tiempo, pero específicamente ¿qué podríamos exportar?

En primer lugar, hay que poner en orden la macroeconomía.

Cero inflación, permitir el libre uso de divisas para las transacciones entre privados, dejar libre la cotización de dólares, euros, yuanes, reales, rupias, rublos. Dejar de emitir letras del BCRA y por lo tanto, que el estado no determine la tasa de interés de la economía. Que los privados se presten el dinero a la tasa que quieran.

Eso va a acomodar un poco las cosas.

Ahora bien, parto de la hipótesis de que el tipo de cambio está manipulado por el BCRA. Si el BCRA dejara de intervenir en el mercado cambiario, lo esperable es que el tipo de cambio sea libre y naturalmente más alto. Eso, automáticamente hará más competitiva toda nuestra producción y por lo tanto más exportable.

Evolución de las exportaciones

De estos cuadros se desprenden dos conclusiones:

    • El saldo comercial acumulado durante el gobierno de Alberto Fernández fue de U$D 62.499 millones. Ese dinero deberían ser las reservas mínimas del BCRA. Deberíamos todos nadar en la abundancia.
    • Las exportaciones anuales crecieron un 50% en sólo tres años y sin ninguna ayuda por parte del Estado y, por el contrario, toda suerte de impedimentos.

Queda demostrado en forma práctica que podemos aumentar las exportaciones.

Cosas a exportar

¿Qué debemos exportar? ¿Cuáles son los pasos para llegar al hito de U$D 300 mil millones? ¿Y al de U$D 500 mil millones? ¿Debe el estado intervenir, manipular las inversiones, fomentar alguna actividad en especial? [2]

La respuesta genuina es que el Estado debe ordenar la macro y dejar que los ciudadanos descubran qué se puede vender y qué no. ¿Quién sabe? Tal vez un par de amigos descubren cómo hacer kayaks con fibra de vidrio y exportan al mundo o un par de hermanos misioneros cultivan hongos gastronómicos y colocan su sofisticada producción en Dubai. Así existen fenómenos como Cicaré o el Pursang de Anadón. Creo que es lo más sano que existe.

Los gobernantes no harían más que cumplir con el mandato constitucional: “…asegurar los beneficios de la libertad…” y “…promover el bienestar general…”. ¿Cómo? Sencillo, la Constitución Nacional nos lo dice: “Art. 75, inc.19. Proveer lo conducente … a la defensa del valor de la moneda…”.

En resumen, exigimos de los funcionarios que no nos compliquen la vida como lo hacen desde hace décadas.

¿Hay cosas que el gobierno debe hacer? Sí, claro. Primero, como dije, ordenar la economía; segundo, colaborar con un buen servicio de relaciones exteriores; tercero, invertir en las fuerzas armadas porque nadie respeta a un país que no puede defenderse; cuarto, administrar justicia (también mandato constitucional) de forma tal de hacer más fáciles las relaciones laborales y comerciales; quinto, generar las condiciones para tener un buen sistema de transporte tanto terrestre como fluvial como marítimo; sexto, garantizar la calidad de la provisión de energía eléctrica de tal forma de poder producir; séptimo, no interferir ni boicotear el crecimiento del interior del país [3].

En concreto, ¿cómo crecerán las exportaciones?

Se llegará de los actuales U$D 88 mil millones a U$D 300 mil millones si damos los siguientes pasos:

    • al sincerar la macro (tipo de cambio y tasa de interés),
    • y al bajar impuestos (DEX e impuesto a las ganancias) se lograrán dos efectos:
      1. se blanquearán exportaciones ya existentes,
      2. determinadas actividades que hoy están en equilibrio o levemente deficitarias pasarán a ser superavitarias y aumentarán sus volúmenes exportables.

Ejemplos:

    1. Actualmente, según las autoridades del sector, se declaran sólo la mitad de las capturas de pesca. La otra mitad se trasborda en altamar y no se declara a la Aduana. Eso duplicará las exportaciones formales en el sector sin inversión adicional alguna,
    2. En los últimos años se redujeron las superficies sembradas y plantadas con arroz o arándanos porque, debido al tipo de cambio retrasado, las explotaciones se volvieron deficitarias, en particular para el pequeño productor. Ídem bodegas vitivinícolas o limones en Tucumán.

El segundo paso requerirá cierta maduración, en particular lo que tiene que ver con que la población gane confianza en la estabilidad de la economía. Entonces los rubros a crecer y exportar en temas agropecuarios son:

    • carne aviar,
    • carne porcina,
    • carne caprina,
    • carne ovina,
    • carne de camélidos [4],
    • equinos vivos,
    • lanas (ovina, caprina, camélidos),
    • cultivos de secano (uvas, olivos, frutas secas, azafrán),
    • frutas finas,
    • frutas en general,
    • floricultura (hoy inexistente) [5],
    • la producción vacuna mediante el uso de pasturas y la mejoras que hoy la faltas de rendimiento no permiten (índices de fertilidad, pesos promedios, etc.),
    • la producción tradicional de granos mediante mejoras en el manejo.

Luego tenemos los aumentos de producción que sí requieren inversiones. El principal es el riego. Esto permitirá triplicar la superficie arable.

El mercado lácteo debe llegar a exportar U$D 4.000 millones anuales entre leche en polvo, quesos y otros productos. Esto requiere la reformulación completa de las relaciones comerciales intracadena.

El mercado internacional de maquinaria agrícola ascendió en el año 2021 a U$D 81 mil millones. Argentina no tiene participación alguna. Debe aspirar a estar dentro de los 10 primeros proveedores mundiales.

En cuanto a pesca, debe reformularse. Custodiar el Mar Argentino e impedir la pesca furtiva, cancelar las actuales concesiones y armar un nuevo esquema. Esto duplicará o triplicará los actuales valores.

Estimular la acuicultura. Tanto de peces como de mariscos. Podemos llegar a exportar entre U$D 2.000 y U$D 5.000 millones en este rubro, además de traer prosperidad a las costas patagónicas.

Reformular el negocio textil. Actualmente existe para satisfacer el mercado interno. Básicamente consiste en la confección sobre telas asiáticas, a veces introducidas por contrabando. Caro y de mala calidad. El temperamento deber ser distinto y no sabemos si los actuales empresarios, llenos de vicios, son las personas indicadas. El negocio deben ser las fibras naturales (lanas, algodón, lino, bambú), lavado, hilado y si es posible, tejido. Asociarse con empresas italianas para ser proveedores de su confección y/o confeccionar aquí con su supervisión. Buscar el sector de alta calidad y alto precio dentro del mercado internacional.

Ídem para los cueros. Un guante de cabritilla cuesta 200 euros en Piazza di Spagna en Roma. Los guantes de cuero de oveja para motociclistas tienen muy buenos precios. Toda esa industria (calzado, marroquinería, accesorios, talabartería) requiere inversión y alta calidad de mano de obra. Por lo que necesitaremos tiempo y dinero para ambos. Totalmente factible. Italia exporta U$D 6.600 millones de calzado de cuero por año; Brasil U$D 353 millones. Nosotros no existimos.

Industria del conocimiento. Si adecuamos el tipo de cambio y los impuestos, la exportación de servicios explotará. Eso incluye informática, consultorías, docencia, auditoría. Nada hay que hacer excepto dejar de ahorcar a los protagonistas.

En cuanto a los combustibles, estamos en una situación desafortunada en este momento. Exportamos petróleo crudo e importamos refinados. Eso debe darse vuelta y la única forma es mediante inversión en refinerías de petróleo.

Industrias

Cada una es un mundo. Actualmente exportamos el 90% de la producción de aluminio en lingotes. Tal vez el desafío sea exportar productos elaborados en base a aluminio.

La industria maderera está en la misma situación que otras. Sólo necesitan un tipo de cambio competitivo, impuestos razonables y fletes.

El aumento del tipo de cambio le dará competitividad a la producción industrial nacional. Dejaremos de importar de Brasil shampoo, jabón de tocador o cubiertos. No hay ningún secreto de producción. El único secreto brasileño es el tipo de cambio de importación al 50% del verdadero y la ausencia de derechos de importación. Cortar con el tipo de cambio subsidiado solamente aumentará la actividad industrial doméstica. Algunos de ellos podrán exportar.

Un punto que no se tiene en cuenta es el flete internacional. Para las cuentas nacionales es una importación de servicios, al igual que los seguros. Si ciudadanos argentinos se deciden a ser armadores nos podemos ahorrar algún número entre cero y U$D 6.000 millones anuales. Una inversión que hoy no se concreta por las intervenciones estatales, en particular en el mercado de cambios y tributarias.

El Estado debe invertir o facilitar las inversiones privadas en dos grandes rubros: fletes internos, esto es habilitar puertos sobre el Paraná y dejar que existan las flotas fluviales argentinas, permitir el transporte marítimo de carga por los puertos patagónicos con el fin de evitar que todo llegue por camión vía la Ruta 3, dejar navegable el canal Magdalena y poner a punto los FFCC de carga. Fomentar el transporte aéreo para los productos que lo ameriten.

De a poco, ladrillo a ladrillo, construir nuestra prosperidad.

Inversión

La contracara de las exportaciones debe ser la inversión. El dinero ganado por exportar no debe transformarse en tesoro (amontonarlo en una cuenta corriente) sino convertirlo en inversión.

En inversión privada, con todas las actividades que se nos ocurran.

Pública, al garantizar calidad en transporte, conectividad por fibra óptica y satelital; y en energía eléctrica de calidad (potencia) en todo el país.

La inversión es necesaria por dos razones; porque es imprescindible para crecer constantemente, y porque si no se hace, la inundación de exportaciones producirá una caída del valor de la divisa. La forma de prevenirlo es mediante la inversión y la importación de maquinaria.

Ése fue el secreto del crecimiento desde 1880 a 1975. Exportaciones contra inversión.

Por último, no hay que esperar inversiones externas, es un espejismo. Dejemos que los argentinos saquen sus dólares de sus escondites y confíen en el país. Ésa y no otra debe ser la base de la inversión futuro que llevará nuestro PBI y nuestras exportaciones a niveles jamás soñados.

Prosperidad

El aumento de exportaciones tendrá los siguientes efectos: aumento de demanda laboral que llevará inevitablemente a un aumento del salario medio, y un aumento de la prosperidad en las provincias en relación con la capital y el Gran Buenos Aires. Los objetivos son pleno empleo, formalización del mismo y salario medio de U$D 1.400.

Habrá movilidad de población dentro del territorio nacional. Debemos desarrollar la Argentina marítima.

Si además invertimos en riego, triplicaremos la superficie arable y se requerirán grandes inversiones en construcción civil en todos los pueblos y ciudades que nacerán en nuestro territorio.

¡El futuro es nuestro! Sólo tenemos que sacarnos estos parásitos de encima.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] La solución de los gobiernos es abaratar artificialmente los productos que los pobres (los que ganan U$D 200 ó U$D 300, es decir todos) compran. Y así artificialmente, subir su poder de compra. Es buscar el equilibrio hacia abajo, hacia la pobreza, en lugar de buscar el equilibrio hacia la prosperidad.

Carne y el valor del salario episodio 258.701 bis

http://restaurarg.blogspot.com/2021/05/carne-y-el-valor-del-salario-episodio.html

[2] Lo que hay que erradicar de la vida política argentina y de nuestro vocabulario es la fórmula UIA, la fórmula De Mendiguren: exenciones impositivas + subsidios + créditos blandos. Nunca más nada de eso. La solución es todo lo contrario: macroeconomía estable, bajos impuestos y dejar a la gente tranquila con trabas burocráticas. Nosotros nos arreglamos solos.

[3] Lo que ha hecho mediante: 1. tipo de cambio artificialmente bajo; 2. malos y caros fletes; 3. altas tasas de interés; 4. acumular empleados públicos (consumo) en la capital federal.

[4] En los tres últimos casos las exportaciones son inexistentes. Tanto Paraguay como Uruguay crecieron en los rubros.

[5] Las exportaciones de Holanda son U$D 5.170 millones anuales. Colombia exporta U$D 1730 millones anuales, en particular rosas.

 

Notas relacionadas

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Echar al régimen

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300 dólares

http://restaurarg.blogspot.com/2020/11/300-dolares.html

 

Publicado el 13/05/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/05/el-secreto-de-la-prosperidad.html