IRÁN Y EL «CAMINO DE DAMASCO» DE NETANYAHU

Roberto Mansilla Blanco* (Artículo para SAAEG)

 

Biden calcula igualmente cómo controlar a un cada vez más díscolo Netanyahu que ha iniciado con la guerra en Gaza una huida hacia adelante de proporciones imprevisibles tanto en el terreno militar como en el político y diplomático.

 

Seis meses después de iniciar la invasión militar de Gaza, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu vive probablemente la coyuntura más decisiva para su gobierno. Los resultados militares se perciben estériles toda vez han propiciado un caos humanitario sin precedentes, lo cual ha llevado a que Tel Aviv observara síntomas de cierto aislamiento diplomático, particularmente ante el aparente distanciamiento por parte de su aliado estratégico estadounidense.

La abstención de Washington el pasado 25 de marzo en la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU que autorizó el Alto al Fuego en Gaza y el estupor internacional causado ante el ataque israelí el 1° de abril contra un convoy de la ONG World Central Kitchen (WCK), con saldo de siete cooperantes fallecidos bajo el argumento erróneo de albergar militantes de Hamás, son sucesos que parecían a priori dejar a Netanyahu en una situación de cierta precariedad política. En el plano interno volvían las protestas dentro de Israel, aspecto que ilustra igualmente el malestar ciudadano por el curso de las operaciones militares en Gaza.

1. Irán: el conveniente «enemigo común»

No obstante, para Netanyahu, atizar la espiral belicista supone una herramienta efectiva para reconducir sus intereses en un Oriente Próximo cada vez más inflamado por la llama militarista. Y aquí entra un actor clave en la ecuación, particularmente para Washington y Tel Aviv: la República Islámica de Irán.

El 1° de abril, Israel atacó el Consulado iraní en Damasco, causando la muerte de trece personas, entre ellos siete cargos militares pertenecientes a la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) destacando el del «número 2» de ese cuerpo, Mohammed Reza Zahedi. Este ataque quirúrgico israelí recuerda al realizado en Bagdad en 2020 por EEUU (entonces bajo la presidencia de Donald Trump) y que causó la muerte del alto comandante del IRGC, Qasem Soleimani.

La reacción iraní no se hizo esperar. Tras utilizar el ardid retórico clamando «venganza», este 13 de abril fuentes militares israelíes y la agencia estatal iraní IRNA confirmaron que Teherán realizó varios ataques retaliativos contra territorio israelí. Tras estos ataques, el Lider Supremo iraní Alí Jamenei afirmó que «el régimen sionista será castigado».

De este modo la retaliación iraní recondiciona y reafirma la inalterable alianza estratégica entre EEUU e Israel, toda vez Tel Aviv busca con ello recuperar la solidaridad internacional ante el reciente clima de aislamiento exterior. El objetivo es enfocar la atención en un enemigo común, Irán, cuyo peso geopolítico es clave en la región, con capacidad de influencia a la hora de atacar objetivos occidentales e israelíes desde Siria y Líbano hasta Yemen y el Mar Rojo.

Así, y tras la anunciada «venganza» por parte de Irán, Biden no dudó en reafirmar su apoyo «inquebrantable» a Israel toda vez las alianzas militares entre Washington y Tel Aviv se están afianzando. Por otro lado, previo al ataque iraní, se observó también la renovación de los combates en el sur del Líbano entre el movimiento islamista Hizbulá e Israel.

La probabilidad de un ataque iraní motivó a que, días antes, las fuerzas de seguridad israelíes aplicaran el protocolo de máxima alerta. Washington también había enviado a Israel a altos cargos como el Jefe del Mando Central del Ejército y máximo jefe estadounidense en Oriente Próximo, Michael «Erick» Kurilla, lo cual certifica el conocimiento previo de estos ataques iraníes que, por otro lado, ocurren en una coyuntura concreta, la Pascua judía.

Debe tomarse en cuenta el carácter sin precedentes de este ataque iraní contra objetivos israelíes. Con todo, el mismo puede determinar un efecto disuasivo, enfocado en recuperar posiciones ante el nuevo equilibrio militar regional. En un ataque anunciado durante semanas, lo cual define cierto sentido de teatralidad por parte iraní, Teherán utilizó 170 drones, 30 misiles crucero y 120 misiles balísticos impactando principalmente en el sur de Israel, una zona escasamente poblada.

A sabiendas de poder ser interceptados por la denominada «Cúpula de Hierro» israelí, Irán buscaba también minimizar los costos civiles, intentando así amortiguar la posibilidad de una respuesta desproporcionada por parte de Israel y evitando reproducir así una situación similar a la invasión de Gaza tras los atentados terroristas de Hamás en territorio israelí en octubre pasado.

Por tanto, el ataque israelí en Damasco y la posterior reacción retaliativa iraní certifican un «golpe de efecto» de Netanyahu con la intención de diluir las críticas externas por la invasión de Gaza y recuperar así la confianza de Washington recolocando la atención en el enemigo común iraní. La sintonía en materia de cooperación en inteligencia entre Washington y Tel Aviv volvía así a recuperarse. Horas antes de anunciar el IDF israelí el ataque iraní, el presidente Biden aseguró en una rueda de prensa que Irán «atacará más pronto que tarde» y que «estamos dedicados a la defensa de Israel. Apoyaremos a Israel. Irán no tendrá éxito».

Por otro lado y más allá de la retórica, Teherán no desestima los canales diplomáticos, en gran medida condicionado por el peligroso escenario de una eventual guerra directa no sólo contra Israel sino también con EEUU. Previo al ataque, Teherán llegó a minimizar la posibilidad de retaliación contra Israel toda vez mostró públicamente su respaldo a las negociaciones en El Cairo incluso apoyando un alto al fuego en Gaza que permita abrir un nuevo equilibrio de fuerzas entre Israel y Hamás.

2. Biden: dilemas convertidos en certezas

Ante este panorama de complejidades traducidas por la invasión de Gaza, para Netanyahu resultaba imperativo ejercer un eje de presión y reaccionar aún fuera inflamando aún más el panorama regional. Con un alto al fuego precario en Gaza, las negociaciones que se llevan actualmente a cabo en El Cairo implican un espacio de cierta ralentización de los combates tanto para Israel como para el movimiento islamista palestino Hamás. Al mismo tiempo se aprecia un clamor cada vez mayor a nivel internacional para finalizar la guerra en Gaza e incluso establecer sanciones contra Israel ante las intermitencias y dificultades de asistencia humanitaria.

Este contexto aborda interrogantes vitales para la situación de un Netanyahu y su estamento militar que parecieran afrontar en solitario una guerra que pierde gas y entusiasmo dentro de la sociedad israelí, toda vez la comunidad internacional comienza a darle la espalda y exigir el final de la tragedia gazatí. Este último factor es mucho más evidente ante la súbita tirantez, cuando menos en cuanto a las declaraciones oficiales, en las relaciones israelíes con su aliado estratégico estadounidense.

La histórica abstención de Washington en el Consejo de Seguridad ha sido interpretada con notable apresuramiento en los medios como una especie de «parteaguas», en este caso crítico, dentro de la históricamente inalterable relación estratégica entre Washington y Tel Aviv. Esta tirantez también se ha evidenciado en las declaraciones oficiales del presidente estadounidense Joseph Biden criticando abiertamente la ofensiva militar de Netanyahu y su indolencia ante el drama humanitario palestino.

Con este panorama no parecían presentarse los mejores momentos para las relaciones israelo-estadounidenses. Pero un análisis más profundo implica observar hasta qué punto es cierto este aparente distanciamiento de Biden con Netanyahu y cómo a pesar de la tirantez dialéctica, sigue siendo inalterable esa relación estratégica entre EEUU e Israel.

         2.1. Guerras calientes con elecciones a la vista

El tema parece acuciante para un Biden que se juega la reelección presidencial en noviembre próximo con dos frentes de guerra abiertos (Ucrania y Gaza) en las que los intereses de Washington se han visto contrariados. Las preocupaciones del equipo electoral de Biden se acrecientan ante el avance electoral de Donald Trump, que augura su posible retorno a la Casa Blanca, con la posibilida de imprimir un giro copernicano de los intereses exteriores de Biden, especialmente en el caso ucraniano y de los compromisos «atlantistas» vía OTAN.

La perpetuación de estas dos guerras abiertas e inconclusas, cada vez más impopulares para un electorado estadounidense visiblemente polarizado, explica la premura de un Biden que busca ralentizar sus efectos vía alto al fuego en Gaza pero sin tener certeza sobre lo que puede suceder en el frente ucraniano. Un frente donde el recién reelecto presidente ruso Vladímir Putin parece preparar una contraofensiva militar a gran escala, presumiblemente con el foco estratégico en dos objetivos: la toma de Járkov, que permitiría el control del centro de Ucrania y una pista de lanzamiento para mayores presiones y ataques hacia la capital Kiev; y Odesa, estratégico puerto cuya eventual posesión le permitiría a Rusia controlar definitivamente los puertos del mar Negro.

Con ello el Kremlin buscaría establecer un corredor estratégico clave hacia la República Pridnestroviana de Transnistria, un Estado de facto tradicionalmente prorruso que hoy recobra su importancia estratégica y es observado como foco de ampliación del conflicto ucraniano en este caso hacia Moldavia, país que no reconoce la legitimidad transnistria y que está en la órbita de influencia de la OTAN y la UE.

Incapaz o quizás poco convencido de impulsar una iniciativa diplomática eficaz más allá de la abstención sobre el alto al fuego en Gaza y el apoyo a las negociaciones en El Cairo, Washington observa también cómo China mueve sus piezas en el terreno diplomático. Si bien muestra oficialmente la consistencia de la alianza con Moscú, Beijing vuelve a tomar la iniciativa como actor capacitado para propiciar un diálogo entre Rusia y Ucrania que eventualmente implique un alto al fuego o una tregua. Al mismo tiempo, China también ha pulsado la tecla diplomática en Gaza, con la visita a Israel y Palestina de un alto emisario del gobierno de Xi Jinping.

Pero también está el terreno geopolítico. Irán ha sido un prolífico aliado de Rusia en Ucrania enviando, principalmente, drones al Ejército ruso para sus operaciones militares en el frente. Tomando en cuenta el actual contexto de creciente tensión entre Israel e Irán con posibilidades de una escalada bélica, Washington refuerza aún más su alianza con Israel con la intención de crear una tenaza regional contra Irán, obligando a Teherán a concentrar su atención en cómo será la respuesta israelí. Ello implicaría la intención de EEUU e Israel de neutralizar la cooperación militar entre Irán y Rusia.

Pero también podríamos observar otro escenario hipotético. Con un frente ucraniano estancado a la espera del «deshielo primaveral» que permita viabilizar algún tipo de ofensiva militar, Moscú podría observar con atención la posibilidad de un conflicto in crescendo entre Irán e Israel para distraer la atención mundial y propiciar una posible ofensiva en el frente ucraniano.

Ante el ataque iraní a Israel, la Cancillería rusa emitió un comunicado pidiendo «moderación» para evitar una «escalada del conflicto en Oriente Próximo» toda vez criticó la «incapacidad del Consejo de Seguridad de la ONU» para invocar el Derecho Internacional tras el ataque israelí al Consulado iraní en Damasco. En un tono similar, China expresó igualmente su «preocupación» por la crisis pidiendo «contención».

3. Netanyahu se encomienda a la «línea dura»

El primer ministro israelí ha anunciado que se han cumplido los objetivos militares previstos en el norte de Gaza toda vez ordena una retirada momentánea del sur de la franja y prepara una ofensiva militar hacia Rafah, muy probablemente presionado por el sector de la línea dura política y militar que apoya su gobierno. Se advierte así un punto de inflexión orientado a expulsar a la atribulada población palestina y arrinconar a Hamás, confinándolo en ese territorio muy próximo a Egipto.

Así mismo, las protestas internas contra Netanyahu, que en ningún momento muestran algún tipo de solidaridad hacia el drama palestino, implican también nuevos equilibrios de fuerzas políticas internas dentro del tradicionalmente atomizado mapa político israelí. Si bien es cierto que las protestas son dirigidas por sectores de la sociedad civil israelí opuestos a la deriva ultranacionalista y religiosa de Netanyahu, es también palpable el malestar ciudadanos no sólo porque los objetivos militares en Gaza no se han alcanzado o siguen siendo poco realistas sino también porque esta guerra implica observar un nivel de vulnerabilidad para la seguridad israelí tanto internamente como en la diáspora judía vía atentados terroristas.

Este escenario ha persuadido aún más a Netanyahu a encomendarse ciegamente al apoyo de su estamento militar y del influyente lobby de los colonos judíos, reactivado y cada vez más desafiante y agresivo, que ahora observa al norte de Gaza como su nuevo centro de operaciones, incluso en materia turística y económica.

De este modo, la «rejudeización» de Gaza (no olvidemos que fue el «halcón» ex primer ministro israelí Ariel Sharon el que ordenó la salida de los colonos judíos en 2005) implica para estos sectores ultraderechistas y sionistas la expulsión definitiva del pueblo palestino y la recreación de la vieja aspiración de Netanyahu y de sectores ultranacionalistas y sionistas de sellar la fronteras históricas del Gran Israel. El establishment de poder en Tel Aviv parece cohesionado en torno a esta idea, aparentemente sin reparar en qué tipo de reacción social y política interna y externa pueda generar.

4. Esperando a Trump

Expectante ante lo que pase en Ucrania y ahora entre Israel e Irán, Biden atiende con preocupación la vorágine de acontecimientos que amenazan con inflamar aún más el ya de por sí crítico panorama en Oriente Próximo. Entrando en la recta decisiva de la carrera electoral para la Casa Blanca, Biden calcula igualmente cómo controlar a un cada vez más díscolo Netanyahu que ha iniciado con la guerra en Gaza una huida hacia adelante de proporciones imprevisibles tanto en el terreno militar como en el político y diplomático.

Pero el primer ministro israelí también juega sus cartas en las elecciones estadounidenses, buscando prorrogar la guerra ante la posibilidad del retorno de su «amigo» Trump a la Casa Blanca, visible defensor de las tesis revisionistas nacionalistas y supremacistas israelíes. La sintonía entre Trump y Netanyahu ya se hizo patente durante el mandato presidencial del hoy candidato republicano (2017-2021) y que se confirmaron ante la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, la política anti iraní de Trump y su indiferencia ante la situación de los palestinos.

Sea cual sea el resultado electoral de noviembre en EEUU, Netanyahu seguirá teniendo las espaldas cubiertas incluso si su gobierno llegase igualmente a confrontar problemas internos vía protestas sociales y militares ante la indefinición de una guerra en Gaza cada vez más estéril y catastrófica, donde Hamás no parece dar síntomas de sucumbir e Irán entra cada vez más en juego. Unas protestas que ya tienen una dimensión regional por sus efectos humanitarios y socioeconómicos, tal y como se ha observado estos días con las manifestaciones en Jordania.

En la historia bíblica se reseña la conversión al cristianismo de Saulo de Tarso (posteriormente San Pablo) durante el Camino a Damasco. En el caso de Netanyahu, su particular «Camino a Damasco» nada tiene que ver con una conversión religiosa pero sí con una reconversión de alianzas y prioridades geopolíticas.

Contrariado ante el punto bajo de sus relaciones con Biden, el eficaz ataque ordenado por Netanyahu al Consulado iraní en la capital siria y la posterior respuesta iraní atacando  territorio israelí recompuso de inmediato la fluidez de esas relaciones con Washington volviendo al punto original de la necesidad de afianzar la alianza estratégica contra el enemigo común.

Más allá de la difícil coyuntura y el clima de cierta tirantez en sus relaciones con Washington, Netanyahu y el establishment político y militar israelí son conscientes de que estas alianzas estratégicas siguen teniendo un peso irreversible. Y más todavía si en el horizonte se avecina el retorno de Trump.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina.

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LAS ELECCIONES PARLAMENTARIAS EN LA REPÚBLICA DE COREA Y SUS POSIBLES IMPACTOS

Ruvislei González Saez*

Imagen: Agencia de Noticias Yonhap, https://sp.yna.co.kr/view/MYH20240416013500883?section=search.   

Introducción

Las recientes elecciones parlamentarias celebradas en la República de Corea el 10 de abril de 2024 con el propósito de conformar la XXII Legislatura de la Asamblea Nacional ha tenido un marcado significado político casi a mitad de mandado del actual presidente, Yoon Suk yeol del conservador Partido del Poder del Pueblo (PPP). Desde el inicio de su presidencia en 2022, la mayoría del Parlamento se encontraba dominada por el liberal Partido Democrático (PD), el que había obtenido la victoria en las pasadas elecciones de este tipo en el 2020 en medio del impacto de la Covid-19.

Para entender el sistema político de la República de Corea es necesario saber que en el período de gobiernos autoritarios en el siglo XX la política estaba controlada por un solo partido dominante, aunque existían otros formalmente. Ya desde la etapa de la democratización, se destacó un marcado bipartidismo que ha dominado el panorama político. Dicho proceso se ha destacado por la alternancia entre gobierno y oposición. En principio, la evolución de estos dos partidos no ha sido con un mismo nombre, dado que han cambiado con frecuencia, por lo que comúnmente son conocidos como conservadores (identificados por color rojo) y progresistas (identificados por color azul).

El cambio de marca política ha acompañado el proceso de fusión de organizaciones políticas, tanto antes como después de las elecciones. Estos siguen siendo en gran medida liderados y centrados en las figuras de los líderes, mostrando un alto nivel de faccionalismo y personalismo. Aunque formalmente la República de Corea presenta un sistema multipartidista, ha sido de facto un sistema bipartidista, caracterizado por un bajo nivel de institucionalización. Sus características claves están muy arraigadas como el regionalismo y la ideología, con la generación, la clase y el género asociados a éstos. Es decir, tradicionalmente el oeste del país ha tenido tendencia más progresista, mientras el este más conservadora y en este 2024 no fue la excepción (figura 1). Identificados actualmente el PD como el primero y el PPP como lo segundo respectivamente, debe añadirse que en cuestiones de género generalmente las mujeres se identifican más con el PD, mientras los jóvenes hombres con el PPP.

Figura 1: Delimitación partidista por colores tras conteo de votos para las 22ª elecciones a la Asamblea Nacional.

Fuente: Naver (2024)1El año 2022 marcó la primera vez que los jóvenes de 18 años eran elegidos para votar en las elecciones presidenciales y se presentaban en las elecciones locales. Tanto el entonces Partido Popular como el PPP veían a estos jóvenes votantes como un sector clave. A medida que el PPP consolidó el apoyo entre los votantes masculinos jóvenes con la elevación de Lee Jun seok y su reclamo de la discriminación inversa, el PD elevó sus esfuerzos para atraer a las jóvenes votantes femeninas[1].

Si bien la política del país se encuentra dominada por dos partidos principales, los que en determinados momentos han cambiado nombres, también existe un grupo de partidos de menor representación proporcional e incluso nula en la Asamblea Nacional. Las mayores fuerzas políticas actualmente son el PD y el PPP, aunque existen otros como Partido Verde Justicia (posición centro-izquierda, que apoya el diálogo con la República Popular Democrática de Corea), Nuevo Futuro (reformista centrista), Nuevo Partido de la Reforma (conservador), Partido Reconstrucción de Corea (centrismo, liberalismo y reformista), Partido de Unificación Liberal (extrema derecha), entre otros. En total hay más de 15 partidos minoritarios de derecha, alrededor de 7 que son centristas, alrededor de 5 que son progresistas. También existen otros que están sujetos a un solo tema, como Partido de la Mujer, y hay otros que han intentado registrarse sin lograrlo como el Partido de la Nación Nuclear, de concepción fascista[2].

Para las elecciones parlamentarias de 2024, el Comité Asesor Electoral integrado por 33 expertos de diversas esferas, entre ellos los medios de comunicación, el mundo académico, los círculos jurídicos, las relaciones públicas y los grupos cívicos, para una gestión justa de las elecciones y el avance del sistema electoral determinaron nuevas indicaciones. En reunión en febrero de 2024 dicho consejo promovió nuevas medidas para mejorar la confianza de la ciudadanía en la gestión electoral. Se decidió responder a actos ilegales como los videos creados por inteligencia artificial, como sucedió anteriormente contra el propio presidente del país, mejorar la objetividad y fiabilidad de las encuestas de opinión electorales. Para ello se tomaron medidas, entre ellas la adición de procedimientos de verificación en el proceso de recuento de votos, cambio de formato de notación, como números de serie en boletas anticipadas a códigos de barras 1dimensionales y gestión de encuestas y recuento de votos, con divulgación constante de videos de las cámaras de lugares de almacenamiento, como las urnas anticipadas, para determinar la transparencia y fiabilidad de la gestión electoral mediante el establecimiento de un plan para mejorar los procedimientos[3].

Elecciones parlamentarias 2024, resultados e impactos.

Si bien, la Asamblea Nacional estaba controlada por el PD en mayo de 2022 cuando el presidente conservador Yoon arribó al poder, los esfuerzos del PPP estaban en lograr controlar el legislativo en las elecciones recientes de abril de 2024. Desafortunadamente para este último, los resultados han sido dominantes para el PD nuevamente.

Las elecciones generales del 10 de abril vieron la mayor participación de votantes del país en 32 años, tras un máximo histórico en las votaciones anticipadas, según anunció la Comisión Nacional Electoral (CNE). La participación total de los votantes alcanzó el 67%, lo que supone un incremento de 0.8 puntos porcentuales respecto a las elecciones generales de 2020, que registraron una participación del 66,2% (ver figura 2). De los 44,28 millones de electores, aproximadamente 29,66 millones de personas emitieron su voto en 14.259 colegios electorales para elegir a 300 legisladores para la 22a Asamblea Nacional. (…) Los votantes emitieron dos votos, uno para las 254 circunscripciones unipersonales y otro para los 46 escaños restantes de representación proporcional. Un total de 21 partidos disputaron las elecciones en función de los distritos, mientras que 38 partidos políticos se desmarcaron de representación proporcional[4].

Figura 2: Evolución de las votaciones en las diversas elecciones desde el 2016 hasta el 2024 en la República de Corea.

El principal opositor PD está listo para lograr una victoria decisiva en las elecciones generales, con el bloque liberal de oposición más amplio que se espera asegure hasta 200 escaños en la Asamblea Nacional, integrada por 300 miembros. Esta proyección asesta un golpe significativo al presidente Yoon Suk Yeol.

Las encuestas de salida realizadas por las tres principales emisoras de la nación KBS, MBC y SBS indicaron que se proyectaba que el PD aseguraría de 178 a 197 escaños cuando combinara victorias electorales con escaños de representación proporcionales obtenidos por su partido satélite, el Partido Unido Democrático. Este resultado, consolidará la participación del PD en la actual Asamblea controlada por la oposición para los próximos cuatro años. Mientras tanto, se proyectó que el gobernante PPP aseguraría entre 85 y 105 escaños, incluidos los obtenidos a través de la representación proporcional de su partido satélite, el Partido Popular. (Lee, 2024) Los resultados fueron bastante acertados en el que con casi todos los votos escrutados obtuvo 161 de los 254 escaños disputados directamente, mientras que el PPP solo ganó 90 escaños[5].

El Partido de la Reconstrucción de Corea (PRC), de proyección progresista liderado por el ex ministro de Justicia Cho Kuk, estuvo en camino de asegurar de 12 a 14 escaños, marcando un notable debut en las primeras elecciones desde su lanzamiento en marzo. El partido optó por no presentar candidatos a la circunscripción, sino que se centró únicamente en los puestos de representación proporcional. Entre otros partidos menores, se proyectó que el Nuevo Partido de la Reforma, liderado por el exlíder del PPP Lee Jun-seok, aseguraría de uno a cuatro escaños. Se esperaba que el Partido Saemirae, encabezado por el exlíder del PD, Lee Nak-yon, obtuviera hasta dos[6].

El surgimiento del PRC tiene que ver con las divisiones internas en el PD tras concluir la presidencia el líder Moon Jae In (PD) y desde las elecciones presidenciales de 2022 se agudizaron al dividirse los pro-Moon y los en contra. Su líder, el entonces ministro de Justicia Cho Kuk y pro-Moon, quien se alzó como un fenómeno político, se espera que su ascenso represente una nueva amenaza para la administración Yoon Suk Yeol, ya que el partido ha dejado claro durante la campaña electoral que su objetivo es castigar a la administración «autocrática» que, según afirma, está controlada por antiguos fiscales, entre ellos Yoon[7].

Si los resultados finales de las elecciones, que se confirmarán a primera hora de la mañana del 11 de julio (noche del 10 de julio hora Cuba), se sitúan dentro del campo de las encuestas de salida, el PRC será el tercer partido político más grande de Corea del Sur, tras el principal opositor PD y el gobernante PPP.

Cho, fue el alto secretario presidencial de Asuntos Civiles y ministro de Justicia durante la anterior administración de Moon Jae in, es ampliamente descrito como uno de los principales antagonistas de Yoon a la presidencia. Ha sido juzgado durante años por acusaciones de que él y su esposa fabricaron documentos académicos para conseguir que su hija fuera admitida en una escuela de medicina. Yoon, que era fiscal general en ese momento (2020), insistiendo en investigar a Cho, aprovechó tras esas acciones para ascender en la política entre los conservadores y eventualmente ser elegido presidente. (…) Cho perdió su trabajo como profesor en la Universidad Nacional de Seúl, su esposa fue a prisión y la hija perdió su licencia médica. Bajo la administración Yoon, la familia Cho literalmente lo ha perdido todo, y este fondo lo transformó como un campeón político que lo perdió todo y está de pie contra la administración[8].

Hasta las dos de la madrugada del 11 de abril hora Corea del Sur (13:00h del 10 de abril, Cuba), el conteo se encontraba al 92,95% donde de los 254 puestos para las circunscripciones unipersonales el PD (더불어민주당) acumulaba 158 votos elegidos; el PPP (국민의힘), 93; mientras los partidos Nuevo Futuro (새로운미래); Nuevo Partido Reformista (개혁신당) y Progresista (진보당), cada uno hasta ese momento habían obtenido un asiento (ver figura 1).

Lee Jun Seok, candidato del Nuevo Partido Reformista fue elegido miembro de la Asamblea Nacional después de 13 años de ingresar a la política, fue el líder del PPP (el más joven en la historia política moderna del partido) en el momento de las elecciones presidenciales de 2022 y que contribuyó a que ganara por amplio margen el presidente Yoon. A finales de 2023 se separó del partido y creó uno nuevo tras llevar mucho tiempo enfrentado a la facción mayoritaria del PPP, formada por leales al presidente Yoon Suk Yeol. Lee es considerado por el PD como un líder que podría llevar al desarrollo de un populismo de extrema derecha y es seguido por hombres jóvenes que son negativo al feminismo.

Figuras políticas como el excanciller Park Jin quien renunció al cargo para postularse a las elecciones, perdió con 46,3%, frente a su rival del PD quien obtuvo 53,8%, lo que provoca mayores impactos negativos a la presidencia de Yoon. (박기호, 2024) Aun cuando pierde mayoría, para el presidente Yoon es importante contar con figuras claves de su partido en la Asamblea Nacional. Actualmente está enfrentando desafíos de política interna relativo al rechazo de los aumentos de cupos de estudiantes de medicina, cuestionamientos a su esposa por temas de corrupción, entre otros elementos. El nivel de popularidad del presidente ronda entre el 34-40% en los últimos tiempos, lo que tal revés le afectará para el período que deba concluir.

Estos resultados electorales podrían llevar a Han Dong Hoon, líder interino del gobernante PPP, antiguo fiscal y cercano al presidente a disminuir su protagonismo y esperar a las elecciones locales de 2026.

Los resultados del PD, unido con los partidos satélites que le apoyen en la Asamblea Nacional podría enfrascar una serie de conflictos futuros con el ejecutivo lo que le costará gobernar con libertad a Yoon y el PPP. El PD tiene una serie de contradicciones con el PPP desde la política interna hasta la política exterior. Particularmente en los temas de política exterior, son más inclinados a mejorar las relaciones con la República Popular Democrática de Corea (RPDC), mejorar los lazos con China y no reforzar excesivamente los vínculos con Estados Unidos. En los temas con Japón son contrarios a la política actual de acercamiento y mantienen posturas firmes con respecto a cuestiones históricas no resueltas. En relación a China, hay algunas señales recientes de cambio con la idea de materializar una cumbre trilateral Corea del Sur-China-Japón a finales de mayo.

Consideraciones finales

Los resultados de las elecciones parlamentarias a favor del PD y en contra del PPP complicará el mandato del actual presidente Yoon Suk Yeol, especialmente en muchos temas de la política nacional y a quién aún le restan tres años en el poder.

En este escenario, el PD, desde la oposición tendría la capacidad de promulgar unilateralmente proyectos de ley litigantes, neutralizando el poder de veto presidencial. Incluso en un peor escenario que no dejaría de ser probable, intentarían aprobar un proyecto de ley para destituir al presidente. Ya en los últimos meses han intentado mover acciones, entre ellas relativas al tema de corrupción a los que se imputa a la esposa con un regalo de la marca “Dior”.

Hasta al momento el presidente Yoon Suk Yeol ha podido sortear algunas acciones ejecutivas a través de los decretos presidenciales para cumplir varias de sus promesas políticas sin pasar por el parlamento. Además, ha vetado unilateralmente algunos proyectos de ley aprobados por el PD. No obstante, varias de las principales iniciativas de Yoon, entre ellas la supresión del impuesto sobre la renta de las inversiones y la relajación del impuesto de sucesiones, han quedado pendientes debido a la necesidad de revisiones de la ley. Perder su partido las elecciones complica incluso el poder de veto, dado que una vez que el presidente veta un proyecto de ley, regresa al legislativo para una segunda votación, y para ser aprobado de nuevo, requiere la asistencia de más de la mitad de todos los legisladores y la aprobación por dos tercios de los asistentes.

En el período 2024-2026 podría existir un estancamiento de la política y podrá elevar no solo las contradicciones entre el presidente y la Asamblea Nacional dominada por el PD, sino también con su partido. Un agravamiento de la situación de la península coreana podría ser un factor que también provoque presiones en el legislativo del PD sobre el ejecutivo.

 

* Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional de Cuba. Director del Programa Sectorial de Relaciones Internacionales. Vicepresidente de la Asociación de Amistad Cuba-Vietnam. Investigador de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG de Argentina

 

Referencias

[1] Kim, Kaitlyn. «Evolution of South Korean Party Politics». KEI, 02/07/2022, https://keia.org/the-peninsula/evolution-of-south-korean-party-politics/.

[2] Un partido «hitleriano» que ha presentado su intento de registro por séptima vez. Ver en Comisión Electoral Nacional: https://www.nec.go.kr/site/nec/ex/bbs/View.do?cbIdx=1086&bcIdx=189796.

[3] National Election Commission of Republic of Korea (NEC). «Holds the 22nd National Assembly Election Advisory Committee». 22/02/2024, https://www.nec.go.kr/site/eng/ex/bbs/View.do?cbIdx=1270&bcIdx=227529.

[4] Jung Da-hyun. «Voter turnout hits 32-year high at 67%». The Korea Times, 10/04/2024, https://www.koreatimes.co.kr/www/nation/2024/04/356_372452.html.

[5] Kim, Kaitlyn. «Evolution of South Korean Party Politics». KEI, 02/07/2022, https://keia.org/the-peninsula/evolution-of-south-korean-party-politics/.

[6] Un partido «hitleriano» que ha presentado su intento de registro por séptima vez. Ver en Comisión Electoral Nacional: https://www.nec.go.kr/site/nec/ex/bbs/View.do?cbIdx=1086&bcIdx=189796.

[7] National Election Commission of Republic of Korea (NEC). «Holds the 22nd National Assembly Election Advisory Committee». 22/02/2024, https://www.nec.go.kr/site/eng/ex/bbs/View.do?cbIdx=1270&bcIdx=227529.

[8] Jung Da-hyun. «Voter turnout hits 32-year high at 67%». The Korea Times, 10/04/2024, https://www.koreatimes.co.kr/www/nation/2024/04/356_372452.html.

 

Referencias bibliográficas

Jung Da-hyun. «Voter turnout hits 32-year high at 67%». The Korea Times, 10/04/2024, https://www.koreatimes.co.kr/www/nation/2024/04/356_372452.html.

Kim, Kaitlyn. «Evolution of South Korean Party Politics». KEI, 02/07/2022, https://keia.org/the-peninsula/evolution-of-south-korean-party-politics/.

Lee Hyo-jin (2024). «DPK poised to clinch landslide victory in general elections». The Korea Times, 10/04/2024, https://www.koreatimes.co.kr/www/nation/2024/04/356_372455.html.

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