UCRANIA: LA «GUERRA Y PAZ» DE PUTIN

Roberto Mansilla Blanco*

Donald Trump, Vladimir Putin, Volodimir Zelensky, Björn Höcke (líder de AfD), Martin Sellner (líder de la Neue Rechte de Austria) y el intelectual conservador Götz Kubitschek.

 

«No es realista el ingreso de Ucrania a la OTAN ni tampoco el retorno a las fronteras de 2014». Esto no lo dijo Vladimir Putin sino el nuevo Secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, en su visita a la sede de la OTAN en Bruselas. La puesta en escena no podía ser más estratégica y relevante. Con ello, la administración de Donald Trump lanzaba un contundente mensaje precisamente en el centro de operaciones del «atlantismo», rompiendo así por completo tres años de apoyo irrestricto por parte de Washington al presidente ucraniano Volodymir Zelenski.

«Hagámoslo». Fue la respuesta de un Zelenski acorralado pero que intenta salvar su imagen tras acusar el golpe tectónico asestado por los 90 minutos de conversación telefónica entre Trump y Putin que dan paso al inicio de negociaciones (sin su participación) para finalizar la guerra en Ucrania o, al menos, generar un cese al fuego. ¿Recuerdan cuando Trump llegó a decir que solucionaría la guerra en Ucrania con un par de llamadas? Pues así fue. Una conversación Trump-Putin en la que Zelenski no participó pero de la que fue informado a posteriori demuestra su irrelevancia e intrascendencia, tan similar al trato que Trump y Putin han dado a la Unión Europea y la propia OTAN.

Así, Zelenski pasó de ser en su momento (2022) el «personaje del año» y el «paladín de la libertad» contra la «barbarie rusa» a prácticamente no jugar ningún papel relevante en una guerra en la que han invadido su país. Y la UE y la OTAN han pasado a ser meras comparsas en los planes de Washington y Moscú, sin descartar que Beijing mira con atención y tradicional discreción cómo evolucionan los acontecimientos.

En vísperas del tercer aniversario del inicio de la guerra en Ucrania, el contexto geopolítico determinado por el «terremoto Trump» y la paciencia táctica de Putin daba a entender que algo estaba negociándose entre Washington y Moscú. El tono tolstoniano expresado en el titular de este análisis interpreta que el mandatario ruso, haciendo gala de la proverbial «paciencia rusa», ha sido el auténtico artífice y maestro de ceremonias de este acuerdo aún en ciernes y en fase de toma de contactos, obteniendo prácticamente todas las demandas que tenía precisamente guardadas para la mesa de negociación.

Ya desde comienzos de 2024 y durante la campaña electoral, Trump dio muestras de querer poner fin al tema Ucrania. A grosso modo, el excéntrico mandatario estadounidense no engañó a nadie: Ucrania no le interesa más allá de sus «tierras raras», una buena parte de ellas precisamente bajo el control del Kremlin tras la «operación militar especial» iniciada en febrero de 2022.

Trump quiere desembarazarse de la pesada carga económica, militar y geopolítica que supone Ucrania para concentrar sus objetivos en su principal rival: China. Y en ello le van ciertos imperativos geopolíticos; mientras negocia la paz en Ucrania y busca con ello retomar los canales de relación con Putin para eventualmente alejarlo (probablemente de manera infructuosa) de su alianza estratégica con China, el mandatario estadounidense amenaza a Canadá, Panamá, México y hasta Gaza con anexarlos o «borrarlos del mapa» si no se atienen a sus intereses. Sus prioridades son otras. Y entre ellas no está Zelenski.

El imparable ocaso de Zelenski

La indiferencia de Trump con Ucrania y los compromisos de la OTAN son patentes. Llegó a decirle a Zelenski que Ucrania «podría llegar a ser rusa algún día». A diferencia de la complacencia que tenía con la administración Biden y consciente de su debilidad y escaso margen de maniobra, Zelenski recomendó un «acuerdo ventajoso con Washington», lo que es igual a decir que abre la veda para la explotación de tierras raras, las reformas y privatización económica y ventajas en la reconstrucción post-bélica a cambio de seguridad.

Incapaz de revertir militarmente la situación en el frente y desconociendo la realpolitik, Zelenski, quien siempre juró que no se sentaría a negociar una paz sin antes asegurar el control de los territorios ucranianos previos a la invasión rusa, ahora se ve en la obligación de ceder e incluso acepta que ese ingreso en la OTAN es prácticamente inalcanzable, tal y como advirtió Hegseth en Bruselas.

Queda por ver cómo quedará la posición de Zelenski especialmente a nivel interno y cómo le «vende» este acuerdo a una sociedad ucraniana cansada de la guerra pero que aún es incierto conocer si es favorable a conceder territorios. Así, ¿es posible una reproducción de un «Maidán» en Kiev pero al revés, ya no contra un presidente prorruso como Viktor Yanúkovich sino contra un presidente que ha cedido ante el enemigo ruso? Esta interrogante coloca en el centro de atención a una extrema derecha nacionalista ucraniana que ha ganado peso político y popularidad con su resistencia al invasor ruso.

Visto en perspectiva comparativa, y al igual que a la oposición venezolana con respecto al poder de Nicolás Maduro, a Zelenski le está pasando factura el cambio de poder en la Casa Blanca y la imparable maquinaria de los intereses geopolíticos. Trump sólo atiende a aquellos que realmente tienen poder en sus manos, desde Putin hasta Maduro.

En el caso venezolano, cuya diáspora en EEUU votó mayoritariamente a Trump (más del 90%), ahora cae de bruces con la misma realpolitik que está desgastando a Zelenski. Las órdenes de deportación de Trump de inmigrantes ilegales y la cancelación del TPS afectan a 600.000 venezolanos en EEUU.

Maduro recogió el guante y le aseguró en Caracas al enviado de Trump, Richard Greeling, que está dispuesto a colaborar con Trump en ese sentido: recibir a esos inmigrantes venezolanos ilegales. Por otro lado, el cierre de USAID por parte de Trump deja a la oposición venezolana y a Zelenski sin una fuente de ingresos y de apoyo político «humanitario» que ahora la Casa Blanca amenaza con destapar en sus entrañas, especialmente en cuanto al uso de esos recursos.

En definitiva, Putin, con el fait accompli de Trump, terminó geopolíticamente ganando este pulso en Ucrania (y también en Venezuela) mientras avanza en el frente bélico (Adviika y Provosk) Ha logrado imponer su voluntad de negociar directamente con Trump sin intermediarios ni interferencias. Lo que no queda claro es si lo que viene para Ucrania es el «punto final» del conflicto o más bien un «punto y aparte».

Países miembros de la OTAN geográficamente muy próximos a Rusia, como Estonia, Finlandia, Dinamarca y Polonia, advierten sobre las intenciones futuras del Kremlin de querer avanzar sus fronteras con nuevos ataques militares, preparándose a mediano plazo para una guerra que aparentemente ven como inevitable, aunque no existen certezas claras al respecto.

Putin reordena una Rusia más «patriótica»

Si bien obviamente lo ha aceptado, el plan de Trump en Ucrania ha transferido un prudente silencio en Moscú, muy similar al que existió tras la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria. Este perfil del Kremlin puede evidenciar la confirmación de una especie de quid pro quo con Washington: dejar caer una pieza estratégica como Siria (y con ello otorgar asilo a al Asad) a cambio de ventajas geopolíticas en Ucrania, la prioridad para un Putin que es consciente de que no lo es para Trump.

A la espera de cuándo y cómo se darán esas negociaciones en Ucrania, este prudente perfil ruso apunta a otra perspectiva: trazar definitivamente sus «líneas rojas» con Occidente y asegurar compromisos tangibles para su seguridad (abortar cualquier expansión occidental y de la OTAN hacia sus esferas de influencia) que pongan fin a décadas de desencuentros tras una «posguerra fría post-soviética» que vuelve a observar los cánones del sistema de balanza de poder imperante en Europa en el siglo XIX pero con las variables de la tripolaridad EEUU-China-Rusia de un siglo XXI cada vez más multipolar.

El mensaje de Putin es claro: no queremos volver a las promesas vacías occidentales de 1991 tras la desintegración de la URSS sobre la expansión de la OTAN hacia el Este europeo y el espacio ex (o post) soviético. Ucrania es la pieza clave pero también Georgia, cuyo «Maidán» fue recientemente neutralizado por Moscú con un gobierno afecto toda vez que Armenia comienza a salir de ese esquema pidiendo su ingreso en la OTAN y la UE y saliendo de la OTSC. Los acuerdos de Rusia con Corea del Norte e Irán refuerzan esa perspectiva del Kremlin de asegurar sus posiciones defensivas vía nuevos aliados militares y económicos.

Putin y la nueva nomenklatura imperante en el Kremlin están curtidos en estos asuntos. Asumieron a duras penas la desintegración de la URSS y la ausencia de un poder central efectivo para asegurar sus fronteras pero están convencidos de la imperiosa necesidad de no repetir ese escenario con la nueva Rusia que emerge en el tablero geopolítico global. Para Putin, ese acuerdo en Ucrania implicará bases firmes para fortalecer compromisos con EEUU y la OTAN de no interferir en las esferas de influencia rusas vía «revoluciones de colores» o «Maidanes». Ahora bien, ¿aceptará la «línea dura» de la OTAN esa perspectiva rusa? ¿Implicará este acuerdo en Ucrania el divorcio de Trump con la OTAN?

Para fortalecer en casa esta perspectiva de una Rusia «patriótica» que vuelve a pisar fuerte en el escenario global, el Kremlin avanza en una decidida agenda de revisionismo histórico y nueva narrativa nacionalista con elevados visos de popularidad interna.

El Kremlin potencia el revisionismo historiográfico como herramienta efectiva de poder dentro de la sociedad rusa a la hora de configurar una nueva narrativa nacionalista, fortalecida por los avances militares y la adquisición de nuevos territorios en Ucrania, la permanente confrontación con Occidente, especialmente EEUU y la OTAN, y la capacidad rusa de resistir este pulso, lo que implica cambios en la orientación geopolítica y estratégica rusas incluso vía nuevas doctrina militar de seguridad y nuclear.

Con la posibilidad cada vez más real de una negociación en Ucrania que confirme las ganancias territoriales rusas, el Kremlin se esfuerza para preparar ideológicamente a la sociedad hacia una nueva narrativa que justifique e incluso glorifique el esfuerzo militar en Ucrania como atenuante ante la permanente hostilidad occidental. Así, evitar el ingreso ucraniano en la OTAN es interpretado (con obvia certeza) como un triunfo geopolítico ruso logrado en el campo de batalla. Las reminiscencias de la «Gran Guerra Patriótica», la victoria contra el nazismo y el fascismo en la II Guerra Mundial, completa este cuadro de revisionismo histórico «patriótico» tendiente a recuperar el orgullo y la identidad rusa.

Un caso significativo de revisionismo histórico ocurrió en diciembre pasado con motivo de la defensa de una tesis por parte del metropolitano Tikhon Shevkunov, proveniente de Simferopol, la capital de Crimea, quien se ha convertido en una especie de intelectual nacionalista ruso conveniente para los intereses del Kremlin de propiciar un relato histórico «patriótico», con especial presencia en redes sociales. Miembros de la comunidad universitaria en Rusia criticaron la disertación de Shevkunov (que explicaba el colapso del Imperio ruso y cómo el poder eclesiástico terminó salvando a la monarquía zarista) como «escasamente científica», especulando con intereses políticos detrás de la misma.

Igualmente debe observarse el impacto mediático como el canal ultraconservador Tsargrad, propiedad del oligarca Konstantin Malofeev, incluido en la lista de sancionados por Occidente; y del medio de entretenimiento como Star Media, prolífico en cuanto a la producción de series de contenido histórico vinculadas a la Gran Guerra Patriótica, y que definen ese viraje conservador y nacionalista que el Kremlin imprime dentro de la sociedad rusa.

Otra clave dentro de esta estrategia narrativa es la recuperación de la idea del Mundo Ruso (Novy Mir) tanto hacia la diáspora rusa como ante el retorno a la «Madre Patria rusa» de aquellos compatriotas étnicos y rusoparlantes en los territorios conquistados en Ucrania (Donbás, Zaporiyie, Mariúpol, además de Crimea) donde el Kremlin ha invertido importantes cantidades en reconstrucción de infraestructuras bajo un proceso acelerado de «rusificación» de esos territorios.

Esta perspectiva entronca con aquellas afirmaciones de Putin sobre la desintegración de la URSS como el «mayor desastre geopolítico del siglo XX» así como de la necesidad de defender a los «25 millones de rusos» que quedaron desamparados y sin protección por parte de Moscú en las repúblicas ex soviéticas a partir de 1991.

Este proceso está reordenando las piezas políticas en Moscú bajo nuevas elites «patrióticas» emergentes que desplazan del centro de poder y de popularidad a aquellos oligarcas rusos que desde el exterior han terminado denunciando la guerra en Ucrania. Este proceso de nueva geometría de poder en Rusia podría incluso arrojar claves sobre la permanencia del sistema de poder instaurado por Putin una vez finalice su actual mandato en 2030, arrojando incluso posibles claves sucesorias en caso de desistir de una nueva reelección.

Alternativa por Alemania (AfD): la otra clave del acuerdo Trump-Putin

Pero este anuncio de negociación Trump-Putin sobre Ucrania no acontece únicamente en vísperas del tercer aniversario del inicio de la guerra sino también previo a unas elecciones generales alemanas (23 de febrero) donde el partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD), considerado aliado del Kremlin, aparentemente sube en las encuestas y lo coloca con la capacidad suficiente para ganar esos comicios y liderar el otrora considerado «motor de la UE».

Independientemente si llega al poder, AfD se encamina a convertirse en el principal partido «antisistema» en Alemania y con posibilidades de ejercer influencia en Bruselas.

Tanto como el directo apoyo mostrado a AfD por parte de Elon Musk están también sus aliados europeos. Entre el 8 y 9 de febrero se celebró en Madrid un Congreso de «Patriotas por Europa» organizado por VOX que reunió a lo que ya se puede considerar como la derecha trumpista europea: además del anfitrión Santiago Abascal estuvieron el italiano Matteo Salvini (junto a Abascal señalado como aliado del mencionado oligarca ruso Malofeev), el presidente húngaro Viktor Orbán (aliado de Rusia y China), la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders, entre otros.

El objetivo del congreso era unir estrategias para criticar a las elites europeístas, fomentar la alianza transatlántica del «trumpismo» y ascender al poder por la vía electoral en futuros comicios como el de Alemania o las presidenciales en Francia de 2027.

A AfD se le ha considerado como «el peón del eje euroasiático ruso-chino en la UE». La agrupación ha criticado la ayuda a Ucrania por parte del gobierno de Olaf Schölz mientras ha pedido resetear las relaciones de Berlín con Moscú bajo imperativos principalmente energéticos. El temor en Bruselas a un gobierno de AfD en Berlín con posible alianza con los conservadores de la CDU y los liberales podría haber persuadido a la vecina Austria a torpedear la posibilidad de un gobierno de coalición entre los conservadores y la extrema derecha del FPÖ, un aliado de AfD.

La política exterior de AfD defiende el principio de la no inherencia en asuntos de otros Estados. Mantiene la neutralidad en torno a las crisis de Ucrania y Taiwán mientras pide estrechar lazos con Rusia y China. También ha pedido que Alemania ingrese como miembro observador en la Unión Euroasiática y la Organización de Cooperación de Shanghai así como ampliar la cooperación con China vía Rutas de la Seda. También ha mostrado sus recelos a la hora de mantener los compromisos con la OTAN, la UE y EEUU.

En su manifiesto electoral, el AfD pide la soberanía monetaria, defiende el proteccionismo económico, considera a la UE como un «proyecto fracasado» mientras impulsa la idea de la Europa de Naciones. En perspectiva, aborda ideas muy similares a las que llevó a cabo Nigel Farage (otro aliado de Trump y de Musk) en Gran Bretaña con respecto al Brexit en 2016. AfD no descarta una especie de «Dexit», la salida de Alemania de la UE, mientras defiende la cooperación económica con China y energética con Rusia.

Para confirmar estas ideas vale la pena reproducir algunas declaraciones realizadas por los principales líderes de AfD así como del gobierno ruso que confirman esa sintonía entre la ultraderecha alemana y el Kremlin.

El candidato de AfD para la jefatura de gobierno alemana, Björn Höcke, declaró que «si fuera Canciller… mi primer viaje al extranjero me llevaría a Moscú». El ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov replicó llamando a AfD como «una fuerza importante». En una conferencia estatal en Arnstadt ante 300 personas, Höcke declaró que «Rusia se ve a sí misma como una contrapropuesta a la hegemonía universalista de la potencia mundial no europea, EEUU. La paz en Europa depende de las buenas relaciones entre Alemania y Europa con Rusia».

Según el profesor Matthias Quent, experto en extrema derecha por la Universidad de Magdeburgo-Stendal: «La AfD y el gobierno ruso tienen una asociación estratégica informal de confirmación y legitimación mutuas. La AfD y el régimen ruso comparten la lucha contra el Occidente liberal y sus valores. Ésta es exactamente la lucha que pide el asesor ultranacionalista del Kremlin ruso, Alexander Dugin».

Según el politólogo Georg Restle: «Ganar con Putin, por un nuevo orden mundial dominado por Rusia. No, eso no tiene nada que ver con una campaña contra AfD, de eso se trata exactamente el partido».

AfD se nutre mediáticamente de las aportaciones de Götz Kubitschek, ideólogo de las extremas derechas europeas partidario de las deportaciones masivas de inmigrantes ilegales, principalmente de refugiados sirios. En 2015, la canciller alemana Ángela Merkel acogió casi un millón de refugiados sirios. Desde entonces, AfD ha ido creciendo exponencialmente a nivel electoral.

Otros inspiradores mediáticos de AfD son el influencer austríaco Martin Sellner (estuvo presente en Madrid en el Congreso organizado por VOX) y la también ‘influencer’ alemana Naomi Seibt, identificada en plataformas de nacionalismo xenófobo como una joven promesa. Ambos mantienen activa la red fascista global en su país.

Algunas fuentes han revelado reuniones secretas entre el AfD, la CDU y el propio Sellner para trazar estrategias de deportación masiva de inmigrantes. Incluso se utilizó, casi sarcásticamente, la referencia histórica de la Conferencia de Wansee de 1942 que tipificó la «Solución final» contra los judíos y otras minorías.

De acuerdo con fuentes informativas existen en Alemania unos 35.000 activistas de extrema derecha, 15.000 de ellos considerados como violentos fichados por los organismos de inteligencia. Desde 2015 se han verificado 1.104 de ataques violentos por parte de estos grupos.

Höcke proviene de las filas de Der Flügel (El Ala) una organización de extrema derecha muy vinculada a White Power en EEUU. Ha venido defendiendo el denominado «Proyecto Remigración. El Gran Reemplazo» que incluye reformas a los derechos de asilo, recuperación de las fronteras europeas, policías fronterizas, vallas y campos de migrantes fuera de Europa, muy similares a las ideas de la primer ministro italiana Giorgia Meloni y del húngaro Orban.

Según algunas fuentes este discurso convence a 1 de cada 5 alemanes. Es de prever que los decretos de Trump sobre deportaciones masivas de inmigrantes ilegales en EEUU sirvan de referencia para AfD y sus partidos aliados o simpatizantes tanto en Alemania como en Europa para instaurar medidas punitivas similares. Pero de cara a las elecciones del 23 de febrero, el pulso político y electoral en Alemania está mediatizado por las consecuencias colaterales de lo que se negocie por Ucrania y los pulsos geopolíticos entre Rusia y Occidente.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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SOBRE EL PRIMADO NEGATIVO Y ALGUNAS DISGRESIONES MÁS

L.E.S.*

Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay

Como su nombre lo indica, el primado negativo es una programación cancelatoria cuya función es bloquear la capacidad interpretativa del receptor respecto de un tema sobre el cual no se desea que avance ni se informe,ni elabore procesos racionales de entendimiento. Es una inducción informativa, perniciosa, visual, sonora o combinada con otros factores que el receptor recibe inicialmente siendo ardua tarea el desprogramarse de la misma, porque se fundamenta en una base atemporal, es decir no cronológica. Esto influye con más intensidad cuando el objeto del ataque no tiene un centro racional formado.

Trabaja sobre la emoción, posterior conmoción y una falsa y engañosa catarsis que devuelve a la calma, pero el efecto sigue actuando y el sellado no se rompió… Especialmente se utiliza como bloqueante para las mentes receptivamente blandas y difusas del rebaño a travésde los sistemas comunicacionales de difusión y manipulación, sean mentes infantiles por medio de los dibujos animados, las películas (Disney, Hollywood, etc.) y no solamente en los más jóvenes, también en política y entre aquellos individuos presuntamente mejor preparados, universitarios, instructores y demás que no son insensibles a su efecto pese a que se supone que deberían ser reactivos a la misma por su presunta interpretación racional de las cuestiones que se les presentan, pero por más formación o entrenamiento recibido posteriormente mucho antes han sido influidos y en la memoria emocional queda.

Ya en tiempos antiguos se registra la aplicación de este método con los medios adecuados de cada época que eran el arte, el teatro, la escultura, la literatura, la poesía etc., la prédica religiosa, el boca a boca en los mercados y muchos otros. Inclusive entre los trovadores provenzales (Mester de Juglaría) y la respuesta religiosa romana (Mester de Clerecía). Este sistema de influencias del individuo sobre el individuo ya funcionaba con asiduidad antes de la psicología, la psiquiatría, la sociología, la ingeniería social, etc. La corona inglesa utilizó a Shaskespeare y sus obras teatrales para influir en el segmento de su pueblo capaz de concurrir a un teatro y entender lo que decían.

Esta programación inductiva queda guardada en nuestra memoria atemporal afectivo[1]emocional (no cronológica, no racional) que, estimulada por una nueva presentación del tema, genera una reacción de carácter a veces explosivo, de rechazo inmediato y no relacionada con una situación o hecho especifico de una recordación cronológica, desconociendo la víctima su origen, por lo cual ésta se hace más fuerte influyendo específicamente sobre esta memoria emocional al aplicar una carga que despierta un bloqueo automático (no consciente de ningún modo) sobre un tema determinado que logra que el actor, ante esa reiteración, refuerce el bloqueo ―muchas veces violento― de no aceptación, de modo que sea rechazada de plano por una fuerte y virulenta reacción emocional que surge de lo más profundo de su ser con resentimiento, ya que se percibe como ofensiva, sintiéndose el programado agredido como si se lo tomase por tonto o ignorante. No debe confundirse con otras formas de programación, como por ejemplo las profecías falsas, que trabajan sobre el individuo induciendo un condicionamiento aceptativo que origine la creación de una masa crítica en la población para que determinados hechos que se desean ocurran, se plasmen (Los Simpson, la revista The Economist y sus tapas…). Esta última forma la trabajan las élites para generar condicionamientos fundamentados en el temor dando estos hechos como existentes y realizados cuando en realidad se van plasmar cuando la masa crítica los acepte. La gran herramienta de manipulación desde siempre ha sido el temor.

El fundamento de estas formas de programación debe buscarse en que la realización de una acción en el plano material va precedida de una elaboración inicial proveniente del mundo de las ideas. Primero está la onda, después ésta se puede manifestar como partícula en el plano tridimensional (Jean Pierre Garnier). Toda elaboración de una acción estratégica y su aplicación táctica en este plano para ser coronada por el éxito debe partir de este principio como condición indispensable e inflexible, por eso se debe instalar una idea, un concepto y su aceptación, lo que facilitará el camino material. Por eso la falacia de algunos grupos que propugnan cambios de situaciones por acciones violentas no es más que una acción errónea o maliciosa que favorece el empoderamiento y mayor afirmación de aquellos factores de poder que se pretenden combatir, quienes a veces las generan intencionalmente. Vale aquí estudiar la política de guerra y conquista de Israel con sus vecinos. «Atáquenme primero así puedo responder sin quedar como agresor» y más… Bibi Netanyahu, biografía. Un ejemplo de sinceridad…

El punto flojo de todo factor de poder comienza a manifestarse y crecer cuando se afirma muy exitosamente en el plano material ya que hay una tendencia al acomodamiento y a veces reposo de sus integrantes que han sufrido un desgaste en la lucha inicial y por consiguiente los lleva a un inexorable abandono de la conexión con la fuente ideológica original ya que la aplicación material exige nuevos y distintos esfuerzos. Estos esfuerzos así como conducen al empoderamiento también conllevan el principio de la decadencia. Una buena aplicación táctico-estratégica implica el desarrollo de estos pasos a través del tiempo. El mejor modo de ejecutar una ingeniería social de conducción y sometimiento de un rebaño se fundamenta en la aplicación del primado negativo, las falsas profecías y el dar hechos a cumplirse por ya cumplidos y activos. Ciertos investigadores y pensadores, algunos de ellos con fundamentación religiosa herética sostienen que la dirección de nuestro destinos proviene de entidades de otro plano (Salvador Freixedo, jesuita, La Granja Humana); indican que existe una ley cósmica inexorable por sus consecuencias que para salvarse de las mismas de la acción debe ser manifestada previamente: por ejemplo, «El que avisa no traiciona»; Israel es el pueblo de Dios y tenemos derecho a tomar las tierras prometidas, también tenemos derecho a eliminar a los goi porque son animales, no humanos ni seres estelares como nosotros, mensajes que suelen transmitirse al rebaño por medio de prédicas rabínicas fanáticas, películas, cuentos, obras de teatro y cualquier medio manejable al alcance. Estas ideas resultan en la coronación de la aplicación de todas las acciones concernientes a lograr objetivos en el plano material sin que haya castigo divino, consecuencia de la idea protestante y aún anteriores que reza que «si soy exitoso y gano poder y dinero esto confirma que Dios me acepta y quiere…». El origen pernicioso de esta falacia puede acreditarse también al monje Servita Paolo Sarpi, cerebro de la mafia veneciana que enfrentó al Vaticano, quien fue el generador del movimiento que posteriormente se coronó con las acciones de Calvino y de Lutero y de las cuales sufrimos las consecuencias del avance arrollador del materialismo.

* Periodista. Argentina.

TRES CÍRCULOS DEL ABISMO („DREI KREISE DES ABGRUNDS”)

Por el Equipo de la SAEEG

Gaby Weber es una periodista de investigación y documentalista nacida en Stuttgart, Alemania. En 1979 obtuvo el título de  Magister Artium otorgado por la Universidad Libre de Berlín y en 1982 el Doctorado en el Instituto Latinoamericano de la misma universidad. Ejerce el periodismo desde 1978 y en 1986 se radicó en Montevideo, Uruguay, donde trabajó como corresponsal independiente. Desde 2002 reside en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, desde donde trabaja para medios de todo el mundo, especialmente en lengua alemana.

Es autora de numerosos libros, entre ellos, Chateando con Sócrates, La conexión alemana, Los expedientes Eichmann. Los archivos desclasificados que revelan su relación con el sionismo, la Guerra Fría, la bomba atómica y el engaño sobre su secuestro en la Argentina, La causa Mercedes-Benz Argentina: Terror y Aprovechadores. Del mismo modo, tiene varios documentales de investigación en Youtube, los que merecen ser vistos.

Como es lógico, buena parte de sus libros sólo se encuentran en lengua alemana, como su nuevo libro Drei Kreise des Abgrunds.

Gaby Weber comenzó en 2012 una investigación sobre los acontecimientos de mayo de 1960 (la Cumbre de Desarme de París, el «secuestro» de Eichmann, etc.). Un año después, en 2013, la editorial Sudamericana publicó la traducción al español. Las editoriales no podrían haber sido más diferentes, la editorial alemana tuvo su origen en la época de la Republica Democrática Alemana (RDA) y continuó tras la unificación alemana y la editorial argentina pertenece a la imperio del gigantesco Penguin Random House. Cuenta la autora que con ambos, finalmente, terminó comunicándose a través de un abogado. Aunque los libros se vendieron bien y no hubo problemas legales, ambas editoriales renunciaron tanto en una reimpresión como en una edición actualizada.

Cabe aquí formularse una pregunta: ¿Esto se debió a presión política? Es bastante probable que así fuera dado que para Weber el relato oficial de los acontecimientos de mayo de 1960 no fueron otra cosa que una falsificación histórica. Su investigación viola los intereses de varias potencias: Israel se ha enamorado verdaderamente en su fake news sobre el «heroico secuestro de un nazi»; Estados Unidos ocultó sus experimentos nucleares al mismo tiempo en la Patagonia, las que podría considerarse una provocación para la cumbre de desarme en París y que tuvieron un impacto devastador; por su parte, la Unión Soviética había subestimado el complejo militar-industrial y fue chantajeada; Konrad Adenauer logró impedir la reunificación y la neutralidad de Alemania; y los argentinos tenían buena voluntad, pero al final fueron engañados.

Doce años después de la primera edición, Weber publicó los nuevos resultados de su investigación, con documentos inéditos hasta el momento. Mientras tanto, ha ganado varios juicios, al menos parcialmente. Cabe mencionar que logró que el Bundesnachrichtendienst (BND), el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania, presentara expedientes sobre el proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén y la Presidencia alemana sobre el rearme de los años cincuenta. En la actualidad la Inteligencia alemana retiene algunos de esos expediente, a pesar de que el período máximo de protección de 60 años ha transcurrido. Weber continúa demandando al BND y a la Presidencia y a la Cancilleria Argentina. Entre sus logros también se encuentra el acceso a los archivos del Deutsche Bank a través de los tribunales; fue allí donde encontró los detalles sobre la financiación de la bomba atómica israelí.

En Francia, la libertad de información se ha ampliado por ley y desde entonces los documentos se desclasifican después de 50 años, al menos en teoría, porque el gobierno francés se niega a cumplir la ley y a revelar estos archivos. A través de los archivos argentinos, Weber pudo obtener quién había detenido a Adolf Eichmann el 11 de mayo de 1960, lo que la llevó a desmentir la «hsitoria oficial israelí»: no hubo una búsqueda de nazis o un secuestro. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia le permitió ver unos cuantos documentos pero tapó este capítulo embarazoso de la historia.

A finales de la década de 1950, el primer ministro soviético Nikita Jruschov pidió en las Naciones Unidas un mundo libre de armas nucleares. Quería anunciar su propuesta solemnemente en la cumbre de desarme de las cuatro potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial en París el 16 de mayo de 1960, para los que el Kremlin buscó partidarios en todo el mundo para ese proyecto. Los encontró no sólo en el campo del socialismo real sino también en Argentina. Arturo Frondizi y su UCRI estaban en el gobierno desde 1958. Cuando era un joven abogado trabajó para el Socorro Rojo Internacional, su Ministro del Interior para la Insurrexit comunista. Frondizi era antifascista y se sintió perturbado por la presencia de numerosos nazis que habían arribaso al país en la primera mitad de la década de 1950. Frondizi votó en la ONU a favor de la propuesta de desarme soviético y quería detener a los dos nazis buscados con orden de arresto poco antes de la cumbre: Eichmann y el médico de las SS Josef Mengele. Siempre según Weber, esto es lo que dice una nota del BND que recibió por vía judicial. El plan no salió bien, sobre todo por culpa de los agentes amateur que vinieron de Israel a esos efectos.

Habrá que esperar una traducción del libro al español pero quien pueda leerlo en alemán encontrará mucha información de interés, bien documentada y que toma distancia de las «historias oficiales» de los actores involucrados en esta trama.

En la tapa de libro, debajo del título principal, puede leerse:

    • ¿Cómo el estado de Bonn se preparó para la guerra?
    • Mejor muerto que rojo („Lieber tot als rot” fue un lema anti comunista usado por primera en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial).
    • Adolf Eichmann y el sionismo.
    • Rearme.
    • Pruebas nucleares ilegales de Estados Unidos en la Patagonia.
    • No habrá reunificación de una Alemania neutral.
    • La toma del poder por el Complejo Militar Industrial.

Para finalizar, les compartimos el contenido del libro:

    • Eisenhower el 22 de mayo de 1960
    • Cómo una noticia falsa llegó a los libros de historia
    • El rearme de la República Federal
    • El Estado de Bonn en mayo de 1960
    • De Gaulle y Adenauer
    • El proyecto nuclear argentino-estadounidense
    • Eichmann y la Standard Oil
    • Eichmann y los sionistas
    • El exilio nazi en Argentina
    • Técnicos alemanes en Argentina
    • El programa nuclear israelí
    • Dinero para silenciar
    • El acuerdo del Triángulo Nuclear: el amigo de negocios
    • En vísperas de la cumbre de París
    • De Gaulle y el desastre de la cumbre
    • La detención de Eichmann en Argentina
    • Bombas por la Paz y el Terremoto de Valdivia
    • Paralización después de mayo de 1960
    • Las vergüenzas de Israel después de mayo de 1960
    • Cómo Israel silenció a un testigo
    • Antes del proceso contra Eichmann
    • El proceso en Jerusalén
    • El amigo de negocios lo entregó
    • La toma del poder por el Complejo Militar Industrial
    • Posdata: ¿Qué más hay?

 

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