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RUSIA, ALEMANIA (… EUROPA): EL “GRAN JUEGO” DE RELACIONES INTERNACIONALES SE ABRE DE NUEVO.

Giancarlo Elia Valori*

En 1992 el historiador y politólogo japonés-estadounidense, Francis Fukuyama, ganó sus inmerecidos 15 minutos de fama al publicar un folleto con un título evocador, El fin de la historia y el último hombre.

La tesis del escritor fue muy simple: con la caída de la Unión Soviética y la consiguiente perturbación del sistema de energía que había gobernado Europa del Este desde el río Vístula hasta las estepas asiáticas durante 47 años, las relaciones internacionales —con la victoria del modelo democrático liberal occidental— se reducirían a una especie de “gestión rutinaria”, un negocio como de costumbre sin los choques y las tensiones que habían caracterizado la “Guerra Fría”.

Su análisis historiográfico fue completamente erróneo, como lo demostraron los acontecimientos de las cinco décadas siguientes a la disolución del imperio soviético.

Con el supuesto “fin de la historia”, fuimos testigos de la disolución de Yugoslavia que, en 1999, incluso causó el primer conflicto armado en el continente europeo después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la OTAN incluso envió bombarderos sobre Belgrado, la capital de Serbia, para proteger a los albaneses de Kosovo. Al mismo tiempo, fuimos testigos del nacimiento de Al-Qaeda; el despertar del Islam radical en todo el mundo; guerras y conflictos civiles de Asia a África; el ataque contra las Torres Gemelas, con su corolario sangriento y desestabilizador de la guerra en Irak que, a su vez dio lugar al Estado Islámico que ha ensangrentado todo el Medio Oriente y el norte de África durante años, generando así fenómenos emulados en Europa que han visto caer a cientos de civiles inocentes bajo los golpes del terrorismo yihadista.

Con el debido respeto a Francis Fukuyama, la “historiaW está lejos de “terminar”. Ha ganado un nuevo impulso, lo que conduce a un paisaje geopolítico actual con pocas luces y muchas sombras.

La victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos sin duda tendrá repercusiones en la arena política internacional, después de cuatro años en los que Donald Trump se ha retirado progresivamente de la escena política mundial, contentándose con el lanzamiento de un programa de aranceles sobre China y Europa que ha minimizado la cooperación entre el Viejo y el Nuevo Continente, y entre este último y una China que ni siquiera se ha debilitado y sometido por la pandemia Covid-19.

Joe Biden fue vicepresidente bajo la presidencia de Barack Obama y ya ha elegido un equipo de políticos experimentados que sirvieron durante las dos administraciones demócratas anteriores, incluyendo el nuevo Secretario de Estado Anthony Blinken, un ex ayudante cercano de Hillary Clinton.

Fue bajo la dirección de la Sra. Clinton que la política exterior de Estados Unidos —después de haberse engañado por la posibilidad de exportar el modelo occidental de democracia a Oriente Medio y el norte de África apoyando las falsas “primaveras árabes”, que no fueron más que intentos de la “Hermandad Musulmana” de tomar el poder— intentó contrarrestar la vitalidad sin escrúpulos de la Rusia de Putin e incluso fomentó la revolución ucraniana de febrero de 2014.

Bajo el liderazgo del entonces director de la CIA, John Brennan, que incluso había establecido una oficina en una “casa segura” en el centro de Kiev, los Estados Unidos agitaron, financiaron y apoyaron una revuelta “popular” que vio a multitudes de neonazis ucranianos triunfar en el golpe diseñado para deshacerse de un presidente regularmente elegido, Victor Yanucovich, que se vio obligado a abandonar el palacio del gobierno en helicóptero para evitar ser condenado. ¿Cuál fue culpa del presidente ucraniano? Se había negado a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea, que sería muy gravoso e implicaría fuertes medidas de austeridad para Ucrania. Su culpa era también la de ser demasiado pro ruso.

La crisis ucraniana ha tenido una serie de consecuencias que todavía envenenan las relaciones entre Europa y Rusia y entre Rusia y Estados Unidos.

La anexión de Crimea en respuesta al intento de Estados Unidos de traer a Ucrania a la OTAN, alterando así los equilibrios militares de toda la región, condujo a la adopción de sanciones contra Rusia por parte de Europa y Estados Unidos, que todavía hoy hacen problemáticas las relaciones entre Rusia, Europa y Estados Unidos y que podrían empeorar aún más, con un regreso de Estados Unidos a Barack Obama y Hillary Clinton.

Las relaciones una vez “especiales” entre Alemania y Rusia deben verse en este complicado marco. Estas relaciones se hacen actualmente más complejas por una serie de “incidentes” que corren el riesgo de obstaculizar seriamente un amplio proyecto político estratégico que, de llevarse a cabo con éxito, extendería las fronteras geoeconómicas de Europa hasta los Urales, favoreciendo así la creación de un bloque político económico capaz de fomentar un diálogo en pie de igualdad no sólo con los Estados Unidos, sino también con China.

Esto no es una mera utopía.

Angela Merkel y Vladimir Putin han trabajado activamente para perseguir esta idea.

Con este fin, se creó el “Foro de Petersburg”, un instrumento clave en las relaciones bilaterales ruso-alemanas. Se reúne anualmente para discutir proyectos económicos y científicos conjuntos.

Después de China, Alemania es el socio comercial más importante de Rusia, un estatus que ni siquiera las sanciones han malogrado.

Si bien Merkel siempre se ha esforzado por mantener sus relaciones especiales con Rusia, su buena voluntad, así como su previsión y visión políticas, han sido puestas a prueba por un mal asunto en el que las instituciones rusas pueden estar involucradas. El 20 de septiembre de 2020, mientras volaba entre Tomsk y Moscú, Aleksej Navalnj, uno de los oponentes más populares del presidente Putin, experimentó síntomas de envenenamiento.

En un intento de evitar el escándalo inminente, las autoridades rusas —inmediatamente acusadas por los medios occidentales— acordaron trasladar a Navalnj al hospital berlinés La Charité, dejando al disidente ruso al cuidado de los médicos alemanes.

Las pruebas realizadas durante su hospitalización detectaron envenenamiento por Novichok, un compuesto nervioso químico producido sólo en plantas militares rusas.

El caso aún no se ha resuelto, pero ha causado un grave shock a las relaciones ruso-alemanas.

El Ministro de Asuntos Exteriores Heiko Maas declaró inmediatamente que, a pesar de las “afirmaciones de inocencia” de Rusia, Alemania estaba dispuesta a presionar a toda Europa para que adoptara nuevas sanciones contra Moscú, si no se demostraba, absolutamente, la no participación de los servicios secretos de Putin en el intento de asesinato del disidente.

El Ministro alemán no llegó a amenazar la retirada de Alemania del proyecto “North Stream 2”, es decir, la construcción de un nuevo gasoducto entre Rusia y el norte de Europa a través del mar Báltico.

A pesar de la presión de los Estados Unidos, que siempre se ha opuesto al proyecto “North Stream 2”, la canciller Merkel se ha negado a renunciar a la construcción del oleoducto porque, en su opinión, este movimiento “perjudicaría a muchas empresas alemanas y europeas”.

Además, en una entrevista reciente, el Ministro Maas ha subrayado: “el oleoducto en el mar Báltico se completará, a pesar de la hostilidad estadounidense… los europeos tomamos nuestras propias decisiones de política energética de forma autónoma. Nunca hemos criticado a Estados Unidos por haber duplicado las importaciones de petróleo de Rusia en el último año… Los Estados Unidos son libres de seguir su propia política energética y nosotros también”.

Son importantes palabras que nos dan una pista sobre el realineamiento del diálogo entre Alemania (Europa) y Rusia a lo largo de las líneas del pragmatismo y del realismo político.

El Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéy Lavrov, también ha expresado recientemente su optimismo sobre “la reanudación de un diálogo basado en el respeto mutuo y la buena vecindad entre Rusia y Alemania, que podría contribuir a una mejora de las relaciones dentro y fuera de Europa…”.

Si el asunto Navalnj se resuelve de acuerdo con la justicia, será necesario subrayar la urgencia de una reanudación del diálogo con Rusia también por parte de Europa.

La tregua en el este de Ucrania está resistiendo bien, gracias a los esfuerzos conjuntos del nuevo gobierno ucraniano, liderados por el Presidente Volodymyr Zelenzky —que, a diferencia de su predecesor impuesto por los Estados Unidos, parece estar más abierto al diálogo con Rusia— y Rusia, que ha dejado de suministrar armas a los rebeldes de Donbass.

Sin embargo, como ha dicho el Ministro Maas, hay muchos expedientes abiertos en la escena internacional que hacen imposible “un bloqueo diplomático” entre Europa y Rusia, especialmente mientras los diversos focos de crisis, que van desde Siria hasta Nagorno Kharabagh; de Irán al Golfo; desde el Mediterráneo, que es el objetivo preciso de las ambiciones y diseños turcos, hasta la Libia lejos de estabilizar, siguen vigentes y son una fuente de deterioro de las relaciones internacionales. Una Europa idealmente ampliada hasta los Urales podría desempeñar un papel extraordinario en la estabilización de las tensiones y la promoción de un diálogo eficaz con una China cada vez más poderosa y con unos Estados Unidos que, después del autoaislamiento impuesto por Trump, quiera volver a desempeñar un papel central en las relaciones internacionales de una manera sin escrúpulos.

El diálogo con Rusia es un paso obligatorio, si Alemania y Europa —una vez fuera de la crisis de la pandemia— quieren volver a ser “grandes de nuevo”, aunque, como dijo Betancourt sobre De Gaulle, “la grandeza es un camino que conduce hacia lo desconocido”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Porhibida su reproducción.

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EL ESTRECHO DE MALACA: CHINA ENTRE SINGAPUR Y LOS ESTADOS UNIDOS

Giancarlo Elia Valori*

Según los datos de la Administración de Información Energética de los Estados Unidos, más del 30% del comercio marítimo de petróleo crudo pasa por el mar de China Meridional. Más del 90% del petróleo crudo que llega a ese mar pasa por el estrecho de Malaca, es decir, la ruta marítima más corta entre los proveedores de África y el golfo Pérsico y los mercados de Asia, lo que lo convierte en uno de los principales centros geográficos de oro negro del mundo.

El factor clave es que muchas materias primas y materiales para el desarrollo de la energía deben pasar a través de este Estrecho. En la actualidad, el transporte de mercancías entre los países de Asia oriental, Europa y África debe usar el estrecho de Malaca, controlado por Singapur, como una ruta —siempre que sea rápido.

El 24 de septiembre de 2019, Singapur y los Estados Unidos firmaron el Protocolo por el que se modifica el Memorándum de Entendimiento de 1990 sobre el uso de las instalaciones en Singapur.

Singapur había propuesto utilizar buques de guerra estadounidenses, convirtiéndose así en la mayor base militar estadounidense de Asia. La 7ª Flota de los Estados Unidos y sus buques, incluidos los portaaviones y otros buques grandes, proporcionan servicios logísticos y de mantenimiento y amplían en gran medida el control militar.

La 7ª Flota puede cruzar el estrecho de Malaca, entrar en el océano Índico y el mar Arábigo y llegar a la región del Golfo en 24 horas. Los buques militares estadounidenses en todos los puertos del Estrecho se pueden utilizar sin previo aviso. A este respecto, los Estados Unidos también están cooperando activamente con Malasia, Filipinas, Brunei, Tailandia y otros países del Sudeste Asiático.

Estados Unidos ha desplegado armas y equipos más avanzados en Singapur. Mientras haya disputas militares en el este y el sudeste asiático, los Estados Unidos bloquearán inmediatamente el estrecho de Malaca y, por lo tanto, controlarán todo el sistema de transporte de petróleo crudo. En caso de conflicto, el estrecho de Malaca podría bloquearse fácilmente, lo que dejaría a China sin recursos energéticos cruciales.

Aunque las reservas estratégicas de petróleo chinas se envían desde países vecinos, es difícil continuar durante más de 60 días solo con reservas. Mientras tanto, Estados Unidos está utilizando el mercado financiero para aumentar drásticamente los precios de la energía y posiblemente iniciar una guerra económica.

Si el estrecho de Malaca está bloqueado, China no tiene suficientes suministros de energía almacenados y puede sostener la situación durante un lapso de tiempo muy corto. Hay que añadir que todas las operaciones militares se retrasarían.

Singapur es un país tradicionalmente amigable con los Estados Unidos. La razón es la misma que la de Japón, porque los Estados Unidos tienen intereses en el Lejano Oriente, mientras siguen rodeando a China, tratando así de romper “el collar de perlas”.

Los Estados Unidos apoyan a Singapur, que tiene cierta influencia en el sudeste asiático porque no tiene vecinos fuertes. Con vistas a la gestión del transporte marítimo, lo más importante es tener fuerzas armadas fuertes. Hasta que el país pueda ser conquistado por la fuerza, el modelo de desarrollo financiero y comercial conduce a una tasa de éxito muy alta.

Singapur tiene una superficie de solamente 721,5 kilómetros cuadrados, menos que la provincia de Lodi, Lombardía. Sin embargo, su gasto en defensa es tres veces superior al de la vecina Malasia y representa alrededor del 3,1% de su PIB, que es más o menos el mismo que el poder militar ruso (3,9%). Esta es la versión del sudeste asiático dirigida por el Reino Unido, un aliado tan cercano de los Estados Unidos para ser considerado la quincuagésima primera estrella en su bandera.

Si Singapur quiere controlar su propio poder en el estrecho de Malaca, debe contener y frenar a China. Sin el estrecho de Malaca, no habría centro marítimo que absorbiera las fuerzas comerciales y financieras circundantes. Mientras el puerto de aguas profundas —donde pueden atracar grandes flotas militares y comerciales— esté bien establecido, el lugar de entrega/paso de las materias primas en el sudeste asiático, desde Cercano y Medio Oriente, la UE y África, será inevitablemente Singapur.

Ésta es la razón por la que —aunque China también tiene un enorme mercado de exportación— muchos de los productos a granel estarán esperando en la fila para pasar por las “Horcas Caudinas” de Singapur.

Desde 2015 existe un plan que podría romper el equilibrio. La ruta comercial hacia el océano Índico a través del estrecho de Malaca tiene problemas con piratas, naufragios, nieblas, sedimentos y aguas poco profundas. Su peligrosidad es dos veces más alta que la del canal de Suez y cuatro veces más alta que la del canal de Panamá.

Una ruta alternativa más corta es construir un canal en el istmo de Kra, Tailandia. Esto permitiría ahorrar tiempo y reducir los gastos de envío a medida que la ruta se acorta 1.000 kilómetros. Las empresas estales LiuGong Machinery Co. Ltd y XCMG, así como la compañía privada Sany Heavy Industry Co Ltd, han tomado la iniciativa de crear un grupo de estudio para la construcción del Canal Kra. La conexión artificial de 100 kilómetros con el océano Indico beneficiaría no sólo a China y la ASEAN, sino también al comercio de Japón y otros países, incluida la UE.

Tailandia se encuentra en el centro de la península de Indochina y conduce a la importante región del Mekong y el sur de Asia. Este canal artificial estaría a unos 100 kilómetros del mar de Andamán y el golfo de Tailandia, por lo que la zona comercial del Sudeste Asiático no debería pasar por el estrecho de Malaca.

Sin embargo, según una encuesta realizada hace cinco años, sólo el 30% de los tailandeses estaban a favor de la construcción del canal y al menos el 40% de ellos se oponían a él, por temor a que pudiera causar agitación política en Tailandia, incluidos los daños ambientales y la corrupción por parte del gobierno tailandés. Se estaba intentando transmitir la sensación de que el pueblo tailandés se oponía a tal iniciativa.

Es obvio que hay oponentes claros: el más grande es Singapur, por supuesto. En esa coyuntura, el comercio marítimo en Asia oriental y sudoriental abandonaría la polis, lo que perdería su importancia como baluarte marítimo e incluso podría perder la protección de los Estados Unidos. Sin embargo, el 16 de enero de 2020, la Cámara de Representantes de Tailandia decidió crear un comité para estudiar el proyecto del canal tailandés.

El Canal Kra sería muy rentable para China. Los países afectados, a saber, Camboya y Vietnam, siguen dudando. Tailandia quiere que China contribuya con dinero y equipo, pero teme el control indirecto de China.

El Canal Kra sería controlado por China. Tailandia puede no operar y ejecutarlo según lo planeado, pero cosecharía los mayores beneficios de ella. Por lo tanto, aunque los peajes del canal puedan ser mucho más bajos que el costo de desarrollo, China todavía estaría dispuesta a alentar a Tailandia a implementar el proyecto con miras a crear otra ruta que eluda el control estadounidense. China también está animando activamente a Myanmar a construir un oleoducto que conecte Yunnan con los puertos birmanos.

China está dispuesta a invertir significativamente y el objetivo es eludir el control de Estados Unidos, que ha bloqueado completamente a China desde las islas del Pacífico hasta el sudeste asiático.

China necesita energía y alimentos que no puede producir y los Estados Unidos están tratando de manejar estas dos debilidades “moviendo a Singapur en el tablero de ajedrez”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos son el ejemplo más llamativo de “comunidad vertical” y “continuidad horizontal”, a la que se aplica el principio de “ataque cercano y remoto”. Esto se refiere a la brecha de poder económico, no a kilómetros como vuela el cuervo. La estrategia de los Estados Unidos consiste en establecer un objetivo a largo plazo para evitar que los competidores produzcan y desarrollen.

Los países que tienen una gran brecha de poder económico frente a los Estados Unidos se definen como “muy lejanos”, mientras que los otros cercanos a los Estados Unidos en términos de poder económico y fuerza se definen como “cercanos”. Como resultado, el vecino siempre molesta y causa molestias en el mundo como es el caso cuando vive en un bloque de pisos.

La estrategia de Estados Unidos está diseñada para ayudar y apoyar al bando más débil en la guerra económica —no importa si es una dictadura o un régimen oscurantista y reaccionario— con el fin de luchar contra el bando fuerte y lograr la supremacía del poder. Este equilibrio puede prevenir efectivamente el surgimiento de una potencia hegemónica que representa directamente una amenaza económico-militar para los Estados Unidos. Apoyar a Singapur, Taiwán y Japón ciertamente no es un acto de humanismo y aferrarse a las petromonarquías “medievales” del Cercano Oriente no significa fortalecer la tan cacareada democracia.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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TRAYECTORIA ESTRATÉGICA DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA EN AMÉRICA LATINA EN LA ETAPA POST COVID-19: EPÍTOME DE UNA TENDENCIA GLOBAL.

Ehsan Sherbi*

Desde comienzos de la década de 1970 los niveles de crecimiento en China han mostrado la capacidad de desarrollo de una nación que emergió del atraso económico para acoplarse al mercado global y competir “a pari” con las potencias occidentales, siendo hoy la segunda economía del mundo. Este progreso trajo consigo que la República Popular China intente consolidarse en otras dimensiones como son las relaciones exteriores: profundizando sus mecanismos para la integración, la cooperación y la concertación en el sistema internacional.

Sin embargo, aquellos elementos tangibles que corresponden a la dimensión económica como son: la producción y el comercio internacional en un mundo globalizado y altamente interdependiente ha propiciado que China viéndose a sí misma capaz de asignar su voluntad en la agenda externa como hegemón internacional logre diseñar en las ultimas décadas planes ligados al campo político y estratégico-militar de modo perceptible que emergen gradualmente en todas las regiones del planeta (por ejemplo en África y Sudeste Asiático). Este avance progresivo, con diferentes matices en la geografía mundial, ha puesto nuevamente en alerta a las potencias occidentales durante la pandemia del Covid-19.

En la actualidad, y transitando todavía los embates de la pandemia, se han exteriorizado interrogantes en todos los niveles de la política exterior sobre el lugar que ocupa China en el contexto de la crisis sanitaria, no solo asociada al campo de la salud, sino a todas las variables trascendentes de la realidad humana. A modo de ejemplo, y cristalizando el cumulo de evidencias que presenta la realidad: los efectos regresivos de la pandemia en el globo han permitido a China posicionarse en el tablero de ajedrez mundial de un modo visiblemente más ventajoso, resintiendo a las potencias occidentales en lo económico, político, lo social y la seguridad. 

En el plano general de los países latinoamericanos, los efectos del COVID-19 han engendrado situaciones enormemente críticas que se han fusionado con la degradación de la estabilidad regional, potenciando los niveles de toxicidad estructural de los factores económicos, sociales y políticos.

 

En la subregión sudamericana durante el periodo 2019-2020 podemos ejemplificarlo con diversos pináculos de conflictividad social (Chile), inestabilidad institucional (Perú y Bolivia), crisis económica (Argentina) y Venezuela que conjuga todos los vicios estructurales juntos, que por añadidura, suma a la violación sistemática de los Derechos Humanos (ONU; 2020) y la crisis migratoria como característica “in extremis” de un régimen fallido. En el caso de Chile, se están manifestando rasgos de estabilización debido al referéndum para promulgar la nueva constitución y en Bolivia se ha consagrado un nuevo gobierno luego del golpe cívico-militar. En torno a la crisis venezolana las últimas elecciones —que han tenido como característica la falta de sustancialidad democrática y de escasa afluencia del electorado— ha generado el rechazo de numerosos países del continente. En cuanto a Brasil, Colombia, Uruguay y Ecuador se muestran más estables a pesar de las coyunturas propiciadas por la pandemia.

Ahora bien, cabe formular los siguientes interrogantes sobre ¿cómo repercutirá la estrategia de la República Popular China en América Latina? considerando subyacentemente que las potencias occidentales, en especial Estados Unidos, reformulen sus criterios y acciones en las relaciones internacional con el gigante asiático. Paralelamente suponer si ¿Son los instrumentos económicos utilizados por China una llave de acceso para el posicionamiento estratégico militar en América Latina? Y reflexionar si ¿Pueden los países de Latinoamérica sostener los vínculos económicos con China sin ceder en el plano político y militar, especialmente cuando se intensifica la inversión extranjera directa del país asiático en toda la región? 

Intereses estratégicos claves de la expansión China y vulnerabilidades latinoamericanas pivotantes

En el último tiempo, muchos países de América Latina vienen definiéndose dentro de la llamada “neutralidad activa” frente al conflicto comercial entre Estados Unidos y China, en cierto sentido, marca una aceptable cautela responsable por parte de los países que deben sostener las relaciones bilaterales de manera armónica con ambas potencias. Empero, si a futuro el conflicto llegara a desbordar hacia el plano político y militar, resultará complejo para los gobiernos de la región sostener dicha neutralidad. En otra categorización asociada, resulta atractivo para muchos gobiernos de la región acceder a los recursos que ofrece China para llevar adelante planes, programas y proyectos de políticas públicas; ya que suponen capitales con menores exigencias burocráticas, pero que se ciñen en las demandas de orden estratégico de mediano y largo plazo en favor de Beijing.

Relevando y considerando el histrionismo decisorio de las elites políticas actuales de la región, podría consentirse al gigante asiático a tejer una profunda red de vínculos de dependencia heterogénea con los diferentes gobiernos —que se manifiesten permeables— y logren definirse políticamente con China en el plano diplomático. En esa misma línea, debería inferirse en un hipotético escenario futuro de subordinaciones plenas o forzosas al régimen chino. Ya que como se conoce, no se sustenta en los valores de las democracias occidentales y que en el caso de Latinoamérica —con las experiencias de inestabilidad que existe en Perú, la ocurrida en Bolivia y la profundización de los regímenes en Venezuela, Cuba y Nicaragua— promocionan una mayor penetrabilidad para la injerencia externa en la región. Sumando una escalada de tensiones con EE.UU.

En el abanico de países de la región pocos podrían diferenciar y marginar por un lado, las “relaciones comerciales” y por el otro, “las alineaciones políticas en las relaciones exteriores” si confluyesen en la dependencia económica y financiera con China. En este sentido, estarían forzados en el futuro a apoyar fácticamente a Beijing en los escenarios de conflicto internacional, a pesar de las contraindicaciones que surjan con las potencias occidentales, especialmente con Estados Unidos, que concibe al continente como un espacio geográfico vital. Un ejemplo de ello, es la búsqueda itinerante de apoyo internacional a China para desconocer la soberanía de Taiwán a cambio, claro está, de ayudas en el plano de la cooperación económica. La evidencia explicita se cristaliza en la penetración de la ayuda bilateral china en los países más frágiles del Caribe y América Central que han roto los lazos diplomáticos con Taiwán (Costa Rica, Panamá, Rep. Dominicana y El Salvador). Vale recordar que Cuba soltó lazos con Taiwán en la década de 1960. En sintonía con lo descrito, la degradación del multilateralismo en el continente americano facilitó a China expandir su influencia mediante acuerdos independientes con cada país receptor.

En lo atinente a los intereses chinos en América Latina podemos decir que hasta la actualidad se han centrado en el intercambio comercial del sector primario (materias primas) y secundario (productos industrializados). Sin embargo, el sector terciario (servicios) se encuentra en expansión. Vale destacar también, el incipiente incremento de las inversiones directas, indirectas y de portafolio que poseen los actores económicos chinos en la región. Sin olvidar los apoyos de China para obtener y facilitar líneas crediticias en el espectro financiero (banca comercial y banca de desarrollo). Entre los datos más destacados China desde 2005 a 2018 ha prestado la suma de 141 mil millones de dólares en la región (GALLAGHER Y MYERS; 2018). La iniciativa china llamada de Franja y Ruta sirve de plataforma multiplicadora para facilitar el desarrollo de su estrategia en América Latina. 

China durante la pandemia del Covid-19: ocho actitudes ostensibles.

1. Durante las últimas siete décadas han brotado de China numerosas epidemias como: gripe H1N1, gripe aviar H5N1; gripe de Hong Kong H3N2; Gripe Asiática H2N2; SRAS; Covid-19 (SOTERAS; 2020). Estos fenómenos de orden sanitario ponen en tela de juicio diferentes responsabilidades, actitudes políticas y éticas del gobierno de la República Popular China frente al mundo.

2. En su discurso político, el gobierno de China ha intentado mostrarse como una “potencia colaborativa” con el mundo aunque no ha realizado aportes sustanciales de cooperación a los países más pobres del planeta; entre los que se incluyen muchos de América Latina y el Caribe. Por el contrario, el gobierno chino ha especulado con la información desde el inicio del brote en Wuhan y se ha visto beneficiada económicamente por la venta de bienes de capital e insumos de la salud en el mercado internacional de modo exponencial.

3. China no ha publicado información sobre el origen del Covid-19 y el impacto real en su población.

4. El gobierno chino no asimiló ninguna responsabilidad jurídica por la propagación silenciosa en los primeros meses de la pandemia que afectó catastróficamente a Europa y luego al planeta.

5. China durante el 2020 crecerá 1,9% en su PIB. Mientras que el resto de los países se verán retrotraídos en su economía y conseguirán recuperarse normalmente en 2022.

6. La pandemia se sumó como una variable más al conflicto entre EE.UU. y China. Tópico que compete seriamente a los países de América Latina y el Caribe en la construcción de vínculos con la potencia continental.

7. La agenda China en América Latina no cesó durante la pandemia aunque numerosos proyectos de infraestructura se lentificaron. En países como Argentina la agenda bilateral con China mostró un dinamismo relevante. Otros casos como el de Jamaica han elevado la alerta de EE.UU.

8. Las cuarentenas desplanificadas afectaron objetivamente las economías occidentales y en especial a los países latinoamericanos donde se resintieron las cadenas de valor, la producción y la dotación de servicios en todas las ramas de la economía, dejando a millones de personas sin trabajo. Mientras que en China no hubo detenimiento del sistema productivo a pesar de haber exteriorizado el cumplimiento de los protocolos sugeridos por la OMS, y en el caso de Wuhan, se retomaron las actividades en su plenitud rápidamente.

China y la provisión de armamento en América Latina: Algunos elementos que van “más allá del negocio”.

Desde el inicio del siglo XXI los países latinoamericanos y caribeños han comenzado a abastecerse del sector industrial militar chino. Si bien los contratos que se han realizado en estos últimos veinte años no han sido cuantiosos, muestra el interés de la potencia asiática para abrir y expandir nuevos mercados que latentemente pueden sumar demandas en dicho sector. Entre los países que han adquirido material militar se encuentran, Argentina, Bolivia, Venezuela, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay, Ecuador y Costa Rica. A propósito, debe acentuarse que los estados que poseen embargos de armas o impedimentos se encuentran intensificando su relación en el sector de la industria militar con Beijing.

A primera vista, la expansión del mercado de armas chino en la región no se presenta como un hito en el intercambio tecnológico (menos en su transferencia), pero si manifiesta un interés por  ampliar su influencia estratégica. De hecho, China comienza a potenciar sus relaciones en la región compitiendo con Rusia, quien también se presenta como potencial aliado político y proveedor de sistemas de armas.

Debe enfatizarse que la expansión regional de China (inicialmente basada en el intercambio) aumenta las tensiones con EE.UU. debido a que, la penetración de Beijing, comienza a intensificarse en los aspectos políticos y militares, que si bien no se ha materializado con la instalación de bases, muchos países concuerdan ideológicamente en su rivalidad con los Estados Unidos. De manera implícita, el estado latente de un conflicto militar entre EE.UU. y China debe tenerse en consideración y, en el caso de materializarse, la región latinoamericana y caribeña tomaría un rol protagónico como sucede actualmente en el Mar de la China Meridional, donde muchos gobiernos de la región han cristalizado su postura antagónica con China en las relaciones internacionales (es el caso de India). ELLIS, E. (2020) sostiene: En el contexto de hostilidades a gran escala con los Estados Unidos u otras potencias importantes, las relaciones militares de la República Popular China en la región probablemente se utilizarían en todas las etapas de la campaña de alcance global necesaria para librar ese conflicto. Las relaciones militares se podrían utilizar junto con la influencia política y económica para convencer a los estados de la región de que apoyen la posición china, o al menos, de abstenerse de apoyar a los Estados Unidos, ya sea a través de votos en órganos internacionales, apoyo económico o financiero.

Consolidación de la estrategia en América Latina y el Caribe: posibles impactos futuros.

a. En primera medida, China persigue el objetivo de aumentar el vínculo económico incrementado paralelamente la influencia política en un esquema de dependencia escalonada: mediante inversiones directas, el comercio exterior, las finanzas y los grandes proyectos de infraestructura, etc. Es decir, que América latina y el Caribe se presentan como una extensión de la Franja y Ruta (KOOP; 2019). Empero, no hay que perder de vista que la envergadura de China (en todas sus variables) provocará en los países una situación de dependencia profunda amplificada por concepciones de la política y las nociones del poder que para los modelos democráticos latinoamericanos está en las antípodas (a excepción de Venezuela y Cuba). De hecho, el modelo autoritario chino va en la vía contraria a la democracia occidental, principalmente porque el régimen de Beijing ve como inadmisibles a las ideas que no estén contenidas en la ideología comunista. La “anulación de la heterogeneidad” es la principal diferencia que tiene el régimen chino con las concepciones occidentales en el campo de la ideología y la representatividad política.

b. Las potencias occidentales podrían esbozar y ejecutar medidas para morigerar o detener el avance chino: probablemente, en la etapa post Covid-19 se establecerán nuevas alianzas estratégicas a nivel internacional que aglutinen a los países que observan una amenaza real de China en el campo político-militar. Las potencias occidentales reconfigurarán la perspectiva sobre Beijing luego del trágico balance negativo que presente la pandemia y sus derivaciones en el plano económico y político.

c. Sería notorio que aquellos países de Latinoamérica y el Caribe que decidan alinearse políticamente con China —fomentando su estrategia global— resientan las relaciones bilaterales con las potencias del hemisferio occidental. Quedando relegadas en todos los lineamientos del desarrollo económico promovidos por EE.UU. y Europa. Las alineaciones en el campo estratégico-militar que se establezcan a futuro con China, de parte de los países latinoamericanos, resultarían un punto de inflexión para la historia del hemisferio americano y provocarían una escalada de tensiones —que no solo se restringirán a la relación bis a bis con EE.UU.— sino también entre miembros de las subregiones.

d. El acercamiento de algunos países latinoamericanos a los intereses estratégicos de China, a cambio de recursos e inversiones, obligaría a EE.UU. a tomar medidas que pueden variar de acuerdo con lo perjudicial que se manifiesten a corto y mediano plazo.

e. Luego de la pandemia es probable que aumente el descontento social y político hacia China por los efectos del covid-19 en los países occidentales. Algunas encuestas en Europa ya marcan esta tendencia social que impactará en la toma de decisión política a corto plazo, ya sea por demandas sociales o como un instrumento de discurso y acción gubernamental.

f. Si bien, China posee una exitosa estrategia económica a nivel internacional y muestra una voracidad notoria en el plano del comercio internacional, todavía no ha logrado sintonizar políticamente en la mayoría de las regiones del mundo en el espectro ideológico y cultural. En este último punto, China intentaría plantear nuevos modos de inocular su cultura desde una perspectiva más explícita. Dar inicio a una nueva manifestación para la propagación de la cultura china como pivote para la consolidación de su estrategia global en el campo político y económico.

g. Desde el punto de partida práctico, las relaciones bilaterales con China tienden a ser disfuncionales porque los modelos de gobierno y planificación son opuestos. Mientras la mayoría de los países de América Latina planifican a corto plazo, China lo hace a largo plazo. En este sentido, la estructura de negociaciones de orden político quedan desequilibradas porque las demandas de China responden a una visión estratégica de orden mundial y los planes de los países latinoamericanos a una agenda de corto plazo orientada a medidas paliativas de orden económico que impacte en la política interna. Vale recordar que China ya es un gran socio comercial en la región y eso le permite utilizar su posición para exigir el cumplimiento de demandas que exceden el carácter económico.

h. Es factible que las tensiones que se den en el futuro incorporen medidas para readecuar el comercio internacional y prescindir de las manufacturas producidas en China para reducir paulatinamente la dependencia en las cadenas de valor global.

i. La puja económica en el mercado global y la consolidación en América Latina: el enfrentamiento por la supremacía tecnológica y el dominio del ciberespacio; la explotación de minerales; las inversiones en energía e infraestructura de grandes obras públicas; la participación en el sector del acero y el cemento; evolución de la compra de alimentos a estructurar bases en los agronegocios con la adquisición de tierras; incrementar la participación en el sector financiero; y dominar las cadenas de valor global, podrían ser algunos elementos de fortalecimiento de la agenda china en América Latina para el futuro inmediato. Como también, el interés chino por controlar e influir en distintos puntos estratégicos del globo que podría materializarse obteniendo concesiones de vías navegables y la inversión en infraestructura portuaria, tanto en Sudamérica como en los países del Caribe.

j. Optimizar el rol de China para ganar mercados del sector de industrias de defensa y estimular un esquema de donaciones de material militar a fuerzas armadas de latinoamericanas como gesto diplomático.

k. Con el objetivo de establecerse firmemente en el continente americano definirá, recurrirá e intensificará planes integrales en las económicas latinoamericanas que se mantendrán deprimidas económicamente en la etapa posterior a la pandemia.

La pandemia del Covid-19 continúa transfigurando al mundo en todas las variables y repercutirá en los países occidentales, en especial Latinoamérica que ha sufrido en el plano sanitario y económico de manera aguda. En este contexto, la estrategia de la República Popular China en América Latina toma auge para posicionarse en el área de influencia de EE.UU. mediante mecanismos de cooperación económica que pretenden consolidar también la presencia estratégica en la región.

Por ende, debe considerarse que las potencias occidentales, en especial EE.UU., reformulen sus criterios y acciones en las relaciones internacional con el gigante asiático. Hay que considerar que los instrumentos económicos utilizados por China son una llave de acceso natural para el posicionamiento estratégico militar en América Latina debido a que los países tendrán como condiciones implícitas el apoyo a Beijing en el futuro, en estos términos, y como ya lo han hecho muchos estados de la región en los organismos supranacionales, la alineación económica confluirá, para muchos países, en una alineación política y militar.

* Especialista en Seguridad Internacional, Geopolítica y Estrategia. Licenciado en Ciencia Política, con especialización en Administración Pública, por la Universidad Nacional de Rosario, Obtuvo el título de posgrado de Magister en Defensa Nacional de la Escuela de Defensa Nacional Argentina (UNDEF). Ha cursado la Maestría en Gestión de la Ciencia, La tecnología y la Innovación en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Conforma el Comité Nacional de la Cámara Argentina de Profesionales en Seguridad integrada (CAPSI), siendo el coordinador de cooperación Internacional.

Referencias

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KOOP, F. (2019). La Franja y la Ruta, la nueva cara de China en América Latina. El segundo foro de la Franja y la Ruta se desarrolla en Beijing a la par de que la iniciativa enfrenta desafíos diplomáticos. Dialogo Chino. Abril, 2019. En: https://dialogochino.net/es/infraestructura-es/26121-la-franja-y-la-ruta-la-nueva-cara-de-china-en-america-latina/

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SOTERAS, A. (2020). Las otras epidemias que brotaron en China. EFE-SALUD. Enero 2020. En: https://www.efesalud.com/epidemias-china-coronavirus-neumonia/

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