Archivo de la categoría: Argentina

2022: EL AÑO QUE NO ESTUVIMOS EN PELIGRO

Iris Speroni*

Visita oficial de Cristina Fernández a Viet Nam.

La decisión de continuar con la deuda pública, rifar las reservas, emitir a lo loco y tener dólar atrasado artificialmente tiene enormes consecuencias en la vida real.

 

El INDEC publicó los datos de las exportaciones e importaciones argentinas del 2022 (1).

En 2022 logramos el máximo histórico de exportaciones: U$D 88.446 millones.

Vamos a desmenuzarlas un poco. Pero antes, un poco de historia.

Exportaciones 2000-2021

Fuente: INDEC.

Como verán, en azul, el máximo de exportaciones se dio en el año 2011 (reelección de Cristina Fernández) con U$D 82.981 millones. Desde entonces no pararon de caer (hasta 2020), o simplemente no crecer, debido —a mi entender— por un tipo de cambio retrasado que desestimula las exportaciones.

Dicho de otra manera, si el gobierno, a través del BCRA, no manipulara el tipo de cambio, éste sería más alto y las exportaciones llegarían a triplicar o quintuplicar el volumen actual. 

A partir del 2021 suben las exportaciones nuevamente, parte por caída del consumo local, parte porque se abrieron nuevos mercados en Asia, parte porque hay que compensar el enorme déficit comercial que tenemos con China, (la exportación de carne puede ser parte de esa solución), parte porque mejoraron los precios internacionales por la guerra en Ucrania.

Fuente: INDEC.

En estas más de dos décadas, Argentina tuvo superávit de la balanza comercial. Sólo tres años fueron de déficit (en rosa en el cuadro). Por lo tanto tendríamos que tener el BCRA reventando de dólares. Al menos con U$D 183.482 millones más que hace 20 años.

Deberíamos estar en la misma situación que Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil, que como nosotros tienen crecimiento de las exportaciones y superávit comercial; con la diferencia que ellos sí poseen reservas crecientes en sus bancos centrales; a diferencia nuestra, que brillan por su ausencia.

Además, no tienen inflación.

¿Cómo es posible que esos cuatro países tengan macroeconomías estables -sin inflación, con crecimiento de reservas, con caída de deuda externa -; más crecimiento del PBI y mejora de la calidad de vida de sus habitantes, mientras que nosotros seamos los únicos que no? 

Creo que ése y no otro debería ser el principal reclamo a nuestros gobernantes. ¿Por qué no pueden hacer lo que todos los otros integrantes del Mercosur – a veces con menos recursos que nosotros – sí pueden?

Exportaciones 2022

El país exportó U$D 88.446 millones en 2022, el máximo en la historia de nuestra Patria.

Es para celebrar.

Cierto que con otro manejo macroeconómico por parte de las autoridades, hubiéramos, con mucha facilidad, podido superar ese número. La omisión no es menor: mayores exportaciones es más trabajo y más prosperidad para la población. La decisión (bipartidaria) de continuar con la deuda pública, rifar las reservas, emitir a lo loco y tener dólar atrasado artificialmente (para que a los amigos le aproveche) tiene enormes consecuencias en la vida real: atraso, pobreza, estancamiento, vulnerabilidad, falta de infraestructura.

Aun así, contra toda traba instalada por quienes gobiernan nuestro país —los que dan la cara y los otros—, el país produce, el país exporta. Detrás de ambas acciones hay millones de argentinos que se levantan a las cinco de la mañana, que aprenden un oficio, que perfeccionan su arte, que diseñan, que invierten, que arriesgan, que sueñan y que venden. A todos ellos, mi homenaje y agradecimiento.

Argentina, durante el gobierno de Alberto Fernández, logró su máximo histórico de exportaciones [1].

De esos U$D 88.446 millones, nada queda en el BCRA. Gran parte se fueron en importaciones (verdaderas o simuladas) de productos subsidiados por el dólar a mitad de precio; parte en pagar intereses de deuda y los “préstamos” del BM y BID; parte en viajes subsidiados al exterior para beneficio de las clases medias, en su mayoría empleados públicos; parte para manipular el mercado cambiario paralelo —el precio del blue lo controla la mesa de dinero del BCRA—; y parte, simplemente, se fue.

Nuestros socios comerciales

Nuestro principal cliente es Brasil. Hasta acá no hay novedades. El segundo es China. Con ese país tenemos un fuerte déficit y hay que reconocer que ha hecho un gran esfuerzo por equilibrar el comercio entre ambos países al incorporar nuevos productos al comercio bilateral.

El tercero es EEUU. Es una buena noticia. Históricamente fue un país reacio a comprarnos. Esa tendencia cambió en el último tiempo. Aun así tenemos déficit neto (importamos más que exportamos).

Chile es un tradicional cliente nuestro. Países Bajos es la puerta de entrada a la Unión Europea. Manzanas y peras con destino final a Grecia o Italia pueden entrar por los puertos holandeses.

India, Indonesia y Vietnam son mercados nuevos que no paran de crecer. Empezó con el viaje de la presidente Cristina Fernández a Vietnam y se consolidó con los tratados comerciales firmados por el presidente Mauricio Macri. Lo que demuestra que si hay políticas de Estado, no hay límite.

Corea es un cliente que puede crecer (es destino de exportaciones de carnes paraguayas).

Dentro del “Resto” está el norte de África (Magreb+Egipto). Es un destino con enorme potencial. Uruguay provee al Magreb y a Medio Oriente de carne de oveja (que nosotros casi no exportamos). Tanto el norte como el África Subsahariana podrían ser grandes clientes de maquinaria agrícola, insumos pecuarios (alambre, bebederos, molinos, bombas, tanques australianos); farmacéutica veterinaria, y servicios veterinarios y de ingeniería agrónoma. En África hay una revolución productiva y ya existen grandes lazos, en particular en el renglón servicios (asesoría de ingenieros agrónomos y veterinarios; software de uso agronómico). A eso se le puede sumar gran cantidad de productos finales. Pero, para que eso sea posible, el tipo de cambio debe hacer competitivas nuestras exportaciones.

INDEC – Comercio Exterior – Vol. 7 nº 1, pág. 27.

En resumen: podemos venderle más a nuestros clientes tradicionales y conquistar nuevos mercados. Para eso necesitamos mejorar la calidad; pero por sobre todas las cosas, estabilidad macroeconómica.

 

Las cosas que vendemos

El INDEC divide los productos exportados en “primarios” (minerales, animales en pie, granos), manufacturas agropecuarias (aceite, lácteos, carnes procesadas), manufacturas industriales (cajas de cambio, cubiertas, material quirúrgico) y combustibles.

Es una división con la que no estoy de acuerdo. La inventaron los soviéticos y la usan todos en el mundo (incluido los EEUU). Me parece obsoleta y que no representa la realidad. Ejemplo: ¿Cuánta urea se necesita para producir una tonelada de semilla de girasol? ¿Qué tiene de primario lo que requiere una enorme inversión en insumos? ¿Cuántos dólares en transporte hay invertidos en una tonelada de algodón del Chaco? Pero vaya uno a explicar esas cosas a los cabezas de piedra que siguen colgados en la década del ’50 del siglo pasado.

A continuación presento el cuadro del INDEC donde muestro los principales rubros de exportación.

Casi el 25% de las exportaciones son granos y oleaginosas. U$D 1500 millones en pescados y mariscos. Casi el 10% del total son aceites (Argentina es uno de los principales exportadores del mundo), más de U$D 4.000 millones en carnes (es un buen avance respecto a las épocas de prohibición de exportar), tortas y pellets de soja (forraje para animales, es lo que queda luego de extraer el aceite) U$D 13.000 millones. Han mejorado las exportaciones de lácteos y quesos. Es sólo una fracción de nuestro potencial pero estamos mejor que años anteriores.

En los industriales, casi U$D 8.000 millones de la industria automotriz y autopartes (altamente deficitario), U$D 2.600 millones oro y otros, U$D 6.000 millones en productos químicos.

En cuanto al combustible, aumentaron las exportaciones, no lo suficiente para compensar las importaciones, pero en franca mejora respecto a años anteriores. Hago notar que exportamos crudo e importamos refinados. Conclusión: hay que invertir en refinerías de petróleo: las que tenemos no son suficientes [2].

Propuesta

Existen numerosos rubros que pueden crecer y mucho: lanas procesadas; algodón, hilados y tejidos de algodón; frutas; carnes no bovinas; pesca; maquinaria agrícola; autopartes; industrias del vidrio, metalmecánica y química. Las exportaciones de cuero son irrisorias e inexistentes sus manufacturas (marroquinería, calzado, talabartería). Con la fama que la Argentina tiene en deportes ecuestres, principalmente polo, deberíamos exportar fortunas en monturas, aperos, botas. Son trabajos especializados muy bien pagos (o deberían). Nuevamente, con un dólar a $ 180 es imposible. Retomar la senda de las exportaciones de vino. Ofrecer a contraestación frutas y carnes de animales pequeños. Invertir en refinar combustibles. Repensar todo el negocio de la pesca, la estructura actual no nos sirve. En cuanto a los lácteos, sólo en queso el objetivo debe ser U$D 4.000 millones anuales. Nuevamente, casi no exportamos maquinaria agrícola, cuando podríamos hacerlo en magnitudes de miles de millones. Incentivar la industria farmacéutica veterinaria.

Es cuestión de analizar renglón por renglón, hablar con las cámaras de cada sector e idear un plan. Nada de subsidios o créditos o exenciones impositivas caso por caso. Ésa es la solución De Mendiguren/Massa que sólo sirve para crear peajes en la secretaría de Producción.

A los que producen y venden hay que dejarlos en paz. Sólo preguntar qué necesitan. Verán que las respuestas serán dos en todos los casos: tipo de cambio e infraestructura de transporte. Otros agregarán reducción de impuestos.

En menor medida, si son pequeños, ayudarlos a presentarse en las ferias comerciales en el exterior.

Con tipo de cambio competitivo e infraestructura de transporte que ande, caminan solos.

Futuro

Vivimos un ciclo largo favorable a la Argentina. Tenemos por delante 50 años de crecimiento si lo sabemos explotar. Producir lo que el mundo pide y está dispuesto a pagar buenos precios. Producir y exportar: alimentos (agropecuarios y pesca), combustibles y cuidar el agua y el medio ambiente, tal como nos aconsejó el presidente Perón en 1973. Si finalmente hacemos eso, llevamos el rodeo a 200 millones de animales, cuidamos la pesca y renovamos toda la infraestructura de transporte de cargas: nadamos todos en prosperidad.

Museo del Prado, Pedro Pablo Rubens, «Tres ninfas con el cuerno de la abundancia».

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencia

INDEC– Comercio exterior – Vol. 7, n° 1. Intercambio comercial argentino – Cifras estimadas de diciembre de 2022

https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ica_01_23044100BE61.pdf 

 

Notas

[1] Lo que voy a comentar a continuación es totalmente anecdótico, pero llama la atención la falta de habilidad del gobierno para usar a su favor lo que debería ser razón de festejo. Debe ser por su sesgo antiexportador y pro financiero. El negocio del gobierno es el BCRA, no la producción. No valoran el trabajo —más allá de los discursos públicos— y por lo tanto, no entienden la importancia de este hito.

El otro tema por el que creo que no hacen mucha alharaca es porque todo ese dinero entró al país y así como entró, salió.

Explicarle a la población que exportamos “un montón” pondría al gobierno en una posición incómoda: ¿entonces dónde está el dinero? En particular, porque el BCRA no lo controla ni el kirchnerismo ni el albertismo, está en manos de la UCR capital desde Alfonsín hasta hoy con excepción del gobierno de Menem (Pou y Roque Fernández). El gran negocio de la Argentina no es producir y exportar; es controlar el BCRA.

[2] Como simple curiosidad, los principales compradores de petróleo crudo son: Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Brasil, Países Bajos, Chile. EEUU, Emiratos (todos exportadores de combustible) nos compran crudo.

 

Lecturas relacionadas

Una ventana al mundo, http://restaurarg.blogspot.com/2022/10/una-ventana-al-mundo.html

Exportaciones – pidamos a los reyes magos, http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/exportaciones-pidamos-los-reyes-magos.html

Estrategia, http://restaurarg.blogspot.com/2021/04/estrategia.html

Estrategia II, http://restaurarg.blogspot.com/2021/04/estrategia-ii.html

Vendemos proteínas,http://restaurarg.blogspot.com/2019/10/vendemos-proteinas.html

 

Artículo originalmente publicado el 04/02/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/02/2022-el-ano-que-no-estuvimos-en-peligro.html

AL OTRO DÍA

Marcelo Javier de los Reyes*

Cleto Mariano Grandoli y Domingo Fidel Sarmiento.

En memoria de los jóvenes que ofrendaron su vida en Curupaytí y en la Guerra del Paraguay.

En aborrecimiento a la dirigencia actual.

 

Escribo estas líneas al otro día de que se conmemorara un nuevo aniversario de la muerte del Subteniente 1º de Bandera Cleto Mariano Grandoli y de Domingo Fidel Sarmiento, quienes fallecieron en la batalla de Curupaytí el 22 de septiembre de 1866, en el marco de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870) que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay con Paraguay. Esa tentativa de las tropas aliadas de tomar el fuerte de Curupaytí, junto al río Paraguay, es considerada como la peor derrota militar en la historia del Ejército Argentino. Se estima que las fuerzas aliadas sufrieron una cifra cercana a las 10.000 bajas entre muertos y heridos.

Cleto Mariano Grandoli había nacido en Rosario el 26 de abril de 1849 y falleció en el campo de batalla portando la Bandera Argentina, por lo que pasó a ser recordado como el Abanderado Grandoli. El joven tenía solo 16 años cuando se inició el conflicto y se ofreció como voluntario en el ejército en julio de 1865, ingresando a la milicia como Subteniente abanderado del Batallón N°1 de Santa Fe.

Tras su participación en la batalla de Yatay y en la toma de Uruguayana, fue ascendido a Subteniente 1º de Bandera de su batallón en octubre de ese año. Una de sus páginas de gloria fue escrita en la batalla de Tuyutí, el 24 de mayo de 1866, en el que las banderas sostenidas por los jóvenes Grandoli y Justo Sócrates Anaya fueron acribilladas mientras flameaban en medio del fragor del combate. Anaya continuó con su carrera militar al término de la guerra.

Grandoli participó de las batallas de Yataytí-Corá, de Boquerón y Sauce pero encontró la muerte el 22 de septiembre en la batalla de Curupaytí. Al observar la superioridad de las fuerzas de defensa paraguayas le escribió una carta a su madre, en la que se destacan estas líneas:

«El argentino de honor debe dejar de existir antes de ver humillada la bandera de la Patria. Yo no dudo que la vida militar es penosa, pero, ¿qué importa si uno padece defendiendo los derechos y la honra de su país? Mañana seremos diezmados, pero yo he de saber morir defendiendo la bandera que me dieron».

Hombre de palabra, cumplió con lo que escribió y la bandera que portaba fue atravesada por 14 balazos y cayó manchada con su sangre en Curupaytí. Hoy esa bandera se haya expuesta en el Museo Histórico Provincial «Dr. Julio Marc» de la ciudad de Rosario. Su cuerpo quedó en el campo de batalla, como los de tantos argentinos.

En Curupaytí también falleció Domingo Fidel Sarmiento, hijo de la argentina Benita Martínez Pastoriza y del comerciante chileno Domingo Castro y Calvo. A la muerte de su esposo, Benita contrajo matrimonio con Domingo Faustino Sarmiento, quien lo adoptó formalmente en 1848. Domingo Fidel, «Dominguito», nació en Santiago de Chile el 17 de abril de 1845, ciudad en la que cursó sus estudios primarios y parte de los secundarios, los que terminó en la ciudad de Buenos Aires. En esta ciudad pudo conocer a la dirigencia política e intelectual de su época.

Cuando estalló la Guerra de la Triple Alianza, Dominguito se alistó en el Ejército Argentino, a pesar de la oposición de su madre, y participó de ese conflicto con el grado de capitán.

Al igual que Grandoli y que tantos otros jóvenes, Dominguito murió combatiendo en la batalla de Curupaytí, a los 21 años de edad. También dejó una carta a su madre, escrita ese mismo día antes de la batalla.

La Argentina de Grandoli, Anaya y Dominguito era una Patria que enfrentaba una guerra que, como toda guerra, no debería de ocurrir. Una guerra entre países hermanos que aún enfrentan el desafío de encontrar un camino común de desarrollo, de crecimiento, trabajando para lograr un mutuo beneficio y poner esta región del mundo en un lugar destacado en el escenario global. Una ardua tarea para la que parece que aún no estamos preparados.

Esa era una Patria que tras décadas de conflictos civiles había encontrado una unión y un orden que ayudó a consolidar sus incipientes instituciones que le permitieron, en pocos años, convertirse en una gran Nación, que se situó por encima de varios países de la Europa de esa época y que se encaminaba a ser una potencia gracias a una dirigencia política e intelectual, conformada por hombres con defectos y virtudes como todos, pero que tenían un horizonte claro, un destino promisorio para la República Argentina.

Era una Nación a la que muchos jóvenes le ofrendaron su vida.

Escribo estas líneas ciento cincuenta y seis años después de la muerte de esos jóvenes que pasaron a la historia con honor, en una Patria que se diluye ante nuestros ojos por obra de una «oligarquía política» conformada por pusilánimes y corruptos —salvo honrosas excepciones— que se benefician de una  sistema partidocrático berreta moldeado por ellos mismos para sacar provecho del mismo, empobreciendo a la Patria y a sus ciudadanos en un país que cuenta con incontables recursos.

Por obra de esta dirigencia, hoy la Argentina no tiene jóvenes que se inmolen por ella sino jóvenes que huyen en busca de un país que le ofrezca lo que su propio país es incapaz de ofrecerle. Estos jóvenes sienten, con razón, que aquí no tienen futuro.

Escribo estas líneas al otro día en que en el Congreso de la Nación —que nada tiene de honorable— se debatió la Ley de Humedales, siguiendo las políticas impuestas desde el exterior, impulsadas por ONGs financiadas también desde el exterior, y que solo apunta a continuar arruinando los sectores productivos de la Nación y con ello a generar mayor pobreza.

En lugar de favorecer la producción, la Secretaría de Comercio pone toda su energía en analizar el «mercado de figuritas» y un diputado de la Nación propone a una ciudad de Buenos Aires como «capital del jamón crudo argentino».

Los jóvenes tienen razón: aquí no tienen futuro.

Los adultos no supimos mantener la Argentina a la que muchos ciudadanos le dedicaron su vida, trazando unos Objetivos Nacionales que venimos borrando desde hace décadas, incapaces de enfrentar los «relatos» y la traición de los miembros de esa «oligarquía política».

Tenemos una gran deuda con nuestros jóvenes, estamos a las puertas de la desintegración nacional, pero aún estamos a tiempo de revertir ese rumbo si nos ponemos a trabajar ya. Como dice nuestro Himno Nacional,

«Coronados de gloria

Vivamos

Oh, juremos con gloria morir».

 

Buenos Aires, 23 de septiembre de 2022.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

 

Bibliografía

Corbat, Ariel. El heroísmo y la gloria (Trilogía de Convivviones). Florida, Provincia de Buenos Aires: La Pluma de Derecha, 2017.

De Marco, Miguel Ángel. «Banderas rosarinas en la Guerra del Paraguay». Histamar (conferencia pronunciada el 16 de junio de 1960), https://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-3/BanderasRosarinas-Paraguay.htm.

Marturet, Carlos María. “A 155 años de la muerte en combate del subteniente 1ro de Bandera Cleto Mariano Grandoli”. Argentina.gob.ar, 22/09/2021, https://www.argentina.gob.ar/noticias/155-anos-de-la-muerte-en-combate-del-subteniente-1ro-de-bandera-cleto-mariano-grandoli.

©2022-saeeg®

 

CORONEL ARGENTINO DEL VALLE LARRABURE, SOLDADO DE DIOS Y DE LA PATRIA

Coronel Argentino del Valle Larrabure

«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad»

¡Gloria a Dios por la liberación del linaje humano de la esclavitud impuesta por el demonio, de las cadenas que son el pecado, el mal y la muerte! ¡Gloria por la futura victoria final bajo la dirección de nuestro caudillo Cristo!

Y sea la paz en la tierra, el reposo para los que lloran, para los perseguidos y los oprimidos. La paz de Cristo es necesaria hoy para nuestra Iglesia Católica, para nuestro pueblo, así como también para toda la humanidad. A Dios le agradan los hombres de buena voluntad. Su placer descansa allá donde hay amor a Dios y al prójimo.

En el diario del Coronel Argentino del Valle Larrabure leemos: «Este vivir sin querer vivir me hace volcar a diario profundas meditaciones. Ellas me reencuentran con Dios, en quien deposito mi esperanza y me someto sumiso al destino que me dé».

«Calladamente rezo pidiendo a Dios que no me abandone en una locura humillante. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios, a mi familia, a la Patria, a mi ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre (…)«.

Pero no todo es gloria a Dios y paz en la tierra. El espíritu del Anticristo no está muerto en la humanidad y por eso estallan las violencias, las injusticias, los ludibrios. Sabemos bien, por la enseñanza y por el espíritu de Cristo, que todas estas cosas son inicuas y merecen condenación.

Todos los años recordamos en la liturgia el episodio de la resurrección de Lázaro por parte de nuestro Señor Jesucristo. Las palabras del Señor referentes a Lázaro serán siempre inolvidables para toda la historia de la humanidad: «él no murió, él duerme, él se levantará». Estas palabras llegan también a todos aquellos a los cuales nosotros recordamos con cariño y cuya existencia agradecemos a Dios en nuestras oraciones al recordar lo que sufrieron y lo que hicieron. Tenemos la profunda certeza de que ellos resucitarán de entre los muertos.

Así como antaño Jesucristo hizo a Lázaro tan cercano al corazón de los cristianos, así nuestros mártires están próximos a nosotros especialmente en los momentos en que recordamos sus hazañas y solemnizamos su memoria. Esta unión no puede romperse jamás. Porque no es una unión solamente natural en el sentido de que están unidos a nosotros por la ley de la sangre y del común espíritu nacional, sino que es por sobre todo una unión sobrenatural, que proviene de la gracia divina, un lazo misterioso que no puede desatar, ni romper, ni destrozar ninguna fuerza por poderosa que sea, ya que la base de esta unión mística es el mismo Dios. Tal unión aumenta nuestras fuerzas porque nosotros debemos ser los prolongadores de su obra. Cada cristiano debe preguntarse a sí mismo: «¿Y tú…? ¿Obras como ellos? ¿Cuál es tu conducta, tu vida, qué haces tú cada día?» La única respuesta legítima que podemos darles es: «Nosotros queremos ir siguiendo vuestras huellas».

Cuenta Arturo Cirilo Larrabure, hijo del Coronel Argentino del Valle Larrabure que su padre le dejó dos consejos: perdonó a sus asesinos y nos dijo «no odien a nadie: respondan la bofetada poniendo la otra mejilla».

Y en verdad querría ser como él; odiar… no odio a nadie, pero poner la otra mejilla es más de lo que puedo dar. El Coronel quiso para ellos el perdón, pero yo quiero para los aún vivos el cadalso, y para los que ya partieron, el azufre eterno y el escarnio público de sus nombres.

Pero por agobiante que sea nuestro dolor, nunca podrá quitar de nosotros el consuelo y la alegría que encuentran una expresión tan acabada en el espíritu de la Noche Buena de Navidad: «Gloria a Dios en el cielo y la paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Por eso en la misa de Navidad, la liturgia de la Santa Iglesia encabeza la serie de nuestros cánticos con aquel que dice: «¡Con nosotros está Dios, compréndanlo las naciones, porque Dios está con nosotros!». Nadie podrá sumergirnos en el abismo de la tristeza y allí vencernos; ningún enemigo podrá amenazarnos de verdad pues tenemos por grande e invencible aliado al mismo Dios. Son, pues, inútiles los esfuerzos de los ateos porque con nosotros está Dios. De ahí que aún en las convulsiones de la muerte o en medio de sufrimientos inenarrables el mártir levanta sus ojos hacia Cristo implorando el consuelo y una chispa de alegría. Nadie puede dar eso como Él.

Hay que luchar valientemente, sin el menor miedo, por la causa de Dios. Y aunque muchos, según el juicio de los mundanos, han sucumbido en esta lucha, abrumados por las penas que les impusieron los ateos militantes, en realidad acabaron con gloria la carrera de su vida, finalizaron su lucha con una total victoria, y cumplieron honorablemente su deber. Son los mártires. Ellos pudieron repetir con el Apóstol San Pablo aquellas palabras llenas de esperanza y de alegría: «He peleado el buen combate, he concluido la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia que me dará el Señor en aquel día como justo Juez; y no sólo a mí, sino también a los que aman su venida» (2 Tim. 4,7-8).

Por eso, cuando nos acordamos de la muerte de nuestros héroes, no nos sentimos agobiados sino llenos de ánimo y fortaleza. Sentimos ánimo, nos invade incluso la alegría ya que ellos murieron no como vencidos sino como vencedores. ¿Por qué vencieron? Porque estaban armados con las armas de la Verdad. «Pues las armas con que combatimos —dice San Pablo— no son carnales sino que son poderosas en Dios para derrocar fortalezas. Con ellas destruimos los proyectos y toda altanería que se engríe contra la ciencia de Dios y cautivamos todo entendimiento a la obediencia de Cristo» (2 Cor. 10.4-5). Y en otro lugar el Apóstol nos explica cómo debemos usar estas poderosas armas sobrenaturales: «Revestíos de la armadura de Dios, para poder contrarrestar las asechanzas del demonio. Porque debemos luchar no contra carne y sangre, sino contra los príncipes y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos en los aires. Por tanto, tomad las armas todas de Dios, para poder resistir en el día aciago y sosteneros apercibidos en todo. Estad, pues, a pie firme, ceñidos vuestros lomos con el vínculo de la verdad, y armados de la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para el Evangelio de la paz”. (Ef. 6,11-17) (1)

En Villa María Córdoba el 11 de agosto de 1974, unos 70 hombres, acompañados por varias mujeres, coparon la fábrica militar y se apoderaron de más de 100 fusiles FAL, municiones, uniformes militares y pertrechos de guerra.

El operativo se inició a las 21.30 hs. con la toma del Motel Pasatiempo ubicado a menos de diez cuadras de la fábrica militar de pólvora y explosivos, en el deslinde entre Villa María y el pueblo de Villa Nueva. Redujeron a las parejas que se encontraban en las habitaciones y al conserje.

El Motel Pasatiempo se convirtió en la central de operaciones del grupo guerrillero. Allí se instalaron radiotransmisores portátiles que sirvieron para la comunicación entre los distintos grupos actuantes en el copamiento de la fábrica militar.

Simultáneamente a la ocupación del motel, unos 50 o 60 guerrilleros divididos en grupos iniciaron el copamiento de la fábrica militar de pólvora y explosivos. El grueso habría arribado en un ómnibus militar, muchos de ellos vistiendo uniformes del Ejército.

En la huida se llevaron al Mayor Larrabure. Un individuo de apellido Fernández, detenido luego del operativo en un control policial, declaró ser parte de una organización declarada fuera de la ley, ser de la provincia de Tucumán y haber recibido 250.000 pesos moneda nacional por su participación en el hecho. (2)

Si después de las palabras vertidas en publicaciones de los mismos subversivos las nuevas generaciones siguen pensando que se trataba de “jóvenes románticos e idealistas”, simples civiles que tuvieron la “mala suerte” de ser detenidos por un malentendido, sinceramente no tienen comprensión de texto. Queda más que claro que eran organizaciones armadas, con uniformes, armas y grados militares. También queda claro que, por un cuarto de millón de dólares como “resarcimiento” vendieron a los medios una dignidad que nunca tuvieron.

Y tan cobardes fueron, son y serán que, lejos de hacerse cargo del asesinato del Coronel, quisieron hacerlo pasar por suicidio, por algo definió a sus captores como «medrosos, pusilánimes, valientes en las sombras, impulsivos, cortantes y autoritarios»… La primera autopsia dictaminó «muerte por estrangulación». El profesor Paul H. Lewis, experto de la Tulane University, New Orleans, escribió: «Larrabure estaba en medio de un canto cuando sus captores lo estrangularon con un cable y, moribundo, recibió un golpe mortal en el cráneo». Otras opiniones: «Con su salud quebrantada y en el límite de sus fuerzas, es casi imposible que se suicidara».

Hagamos saber a las nuevas generaciones la verdadera historia de la primera guerra que libramos en el siglo XX, la Guerra contra la subversión. No eran scouts, eran jóvenes militarizados que asesinaron tanto a militares como a civiles.

¡Honor y Gloria y Saludo Uno al Coronel Argentino del Valle Larrabure!

DyPoM

Por der Landsmann para Saeeg

Referencias:

  1. Revista Mikael Nº 7 1975  pág. 21-27-  José Slipyi, Arzobispo Mayor de la Iglesia Católica Ucrania y Cardenal de la Santa Iglesia, traducido del ucraniano por el Sr. Máximo Korsun.
  2. Revista Noticias Nº 254 pág. 6-7 del 12 de Agosto de 1974.
  3. Infobae – 10 de Agosto de 2019

    ©2022-saeeg®