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MI ÚLTIMO VUELO CON GENDARMES

Tte Cnel (RE) D Pedro A. Obregón* (Revista Tiempo GNA 69)

El 15 de abril de 1982 nos ordenan volar a Río Gallegos para cruzar a las islas con el helicóptero Chinook AE-521 y el Puma AE-505. Iniciamos el cruce en vuelo directo en una operación que implicaba cierto riesgo porque se realizaba con una autonomía que era solamente para llegar, no contando con alternativas, además en vuelo visual sin ayudas a la navegación. Esto último era por no tener navegador ni otro sistema instrumental ADF VOR por la distancia.

Una nueva misión

Antes de salir, me reuní con la tripulación de mi helicóptero, el Chinook AE- 520. El vuelo lo haría con el Sarg Mec Av Alfredo Romero que también era mecánico de Puma. Nos trasladamos a la zona de embarque, que era una cancha de fútbol frente a la casa del Gobernador británico para el cambio de tripulación del Puma AE-508, que en ese momento ya estaba cargado y en marcha. Antes del despegue, el jefe de la patrulla a transportar, 2do Cte GNA Jorge Enrique San Emeterio, me muestra en la carta el lugar del desembarque, que era Monte Kent.

En ese momento el J B Av Comb me ordena abortar el despegue porque se había detectado en el radar, una PAC (patrulla aérea de combate) enemiga. En el período en que apagué los motores coordinamos con el 2do Cte San Emeterio algunas medidas de seguridad a tomar durante la operación, como la seguridad y alerta temprana contra las PAC que pudiésemos encontrar durante el vuelo (días atrás una PAC había derribado tres helicópteros). Por ello se puso un observador en cada lado de la aeronave que volaría con las puertas abiertas. En un lado, el Sarg GNA Miguel Víctor Pepe y en el otro el Sarg GNA Justo Rufino Guerrero y el Sarg Romero, que hacía de copiloto observaría hacia arriba y adelante a fin de poder dedicarme únicamente al vuelo.

Un puma en acción

A las 9 de mañana, cuando finalizó el alerta roja (amenaza aérea), despegamos, esta vez con el helicóptero Puma AE 508. El vuelo fue a baja altura y tratando de ir por las sombras de los pequeños cerros. Al llegar a la proximidad de monte Kent, saqué el tren de aterrizaje y realicé el control previo para el aterrizaje que respondió normalmente. En ese momento sorpresivamente, pierdo potencia en los motores y el helicóptero se desploma a tierra en los últimos dos o tres metros de altura. La máquina cae y pega con la panza, destruyendo el tren de aterrizaje, rebota y da un rolido a la derecha, produciéndose un incendio. Cuando el helicóptero queda inmóvil, veo al 2do Cte San Emeterio y al Sarg Romero que estaba sobre mi cuerpo, éste último logra abrir la puerta de emergencia.

Por ella salimos los tres junto con el Sarg 1ro GNA Ramón Gumercindo Acosta. Aturdido por el golpe, pude ver el helicóptero envuelto en llamas. No sabía que había ocurrido y mi desconcierto era total. Por el golpe había perdido el casco que luego encontré roto en dos partes. En ese momento el 2do Cte San Emeterio nos grita: “Ayudemos a sacar al resto”. Se refería a los hombres atrapados, eso nos sacó del shock haciéndonos reaccionar y comenzamos con el rescate. Recuerdo que cuando salió el Subalférez Aranda, la campera se le estaba prendiendo fuego y el Subalférez Guillermo Nasif había muerto.

Por esas cosas que uno hace, se me ocurrió dar una vuelta alrededor del helicóptero y así es como veo al Sarg Guerrero del otro lado del helicóptero entre la cabina y el rotor principal, gravemente herido en sus piernas. Cuando lo estaba arrastrando alejándolo del fuego, se rompió la campera de donde lo estaba tirando. Al no poder continuar, le avisé el 2do Cte San Emeterio, quien con el Sarg Pepe lo cargaron y lo pusieron a salvo.

Una vez que la tarea de sacar a los sobrevivientes finalizó, teníamos decidir qué hacer. Se coordinó que el 2do Cte San Emeterio y el Sarg Pepe se quedarían con el Sarg Guerrero que estaba incapacitado de moverse por sus heridas y yo conduciría al resto de la patrulla de regreso a Puerto Argentino. Por la dirección del vuelo sabía que debíamos caminar hacia el oeste, el Sarg 1ro Acosta, como buen comando GNA, rápidamente se puso rodilla a tierra, colocó en posición la brújula y me indicó la dirección en la que teníamos que dirigirnos. Como posiblemente deberíamos pasar unos campos minados, decidí que caminaríamos en columna de a uno y a 5 metros de distancia entre hombre y hombre. Así caminamos hasta que nos encontramos con las primeras tropas argentinas, eran infantes de marina y casualmente estaban minado el sector. Allí a través de la radio que ellos disponían me comuniqué con Puerto Argentino informando lo sucedido y solicité el auxilio para el herido. Pocos instantes después pasó por arriba nuestro el helicóptero UH1H con el Tte Ramírez y el Cbo 1ro Corsini en dirección a Monte Kent. Cuando vieron el humo del helicóptero en llamas se dirigieron y rápidamente rescataron al herido. Por los nervios y la fuerte experiencia vivida, teníamos mucha sed, una vez que descansamos, volvimos a caminar y por suerte encontramos un camión Unimog que nos llevó de regreso en los últimos kilómetros que nos faltaban.

Al mediodía llegamos a Puerto Argentino. A la noche, fui al hospital a interiorizarme del estado del Sarg Guerrero, hasta ese momento yo creía que lo ocurrido había sido producto de un accidente por una falla técnica o algo así. Pero este Suboficial viajaba con una puerta abierta observando y cuando me cuenta lo que había visto, tomé conciencia de lo ocurrido. La explosión del motor, cuyas esquirlas lo hirieron gravemente, había sido producto del impacto de un misil que él vio claramente cuando se acercaba veloz.

20 años después los británicos reconocieron el uso del misil estadounidense “Stinger” tierra-aire, por parte de tropas del SAS para derribar al Puma AE 508. Esta experiencia dejó en Guerrero y en mí un lazo de afecto y hermandad que duró por años. Él siempre recordaba que al primero que pudo ver luego de la caída fue como yo lo tironeaba de la campera. Por ello, cada vez que venía a hacerse atender de las secuelas que le quedaron nos reuníamos en mi casa. Tengo de él los mejores recuerdos, unos de los mejores soldados que conocí y hoy su hijo, el Tte Guerrero que también es comando como su padre, está destinado en la Compañía de Comandos.

Misil tierra-aire “Stinger”
El final

Cuando se produce la caída de Puerto Argentino, no se destruyeron los helicópteros propios por una orden directa del J B Av, pues luego hubo que realizar vuelos para buscar tropas aisladas, observadores adelantados de artillería y de la Fuerza Aérea, también otro tipo de misiones. La zona del Aeropuerto fue el lugar donde se reunió a los prisioneros de guerra. 

Relato inglés

Fuente: Mercopress, 12 de abril de 2002 (textual)

“El misterio que rodeaba el derribo del helicóptero Puma Argentino AE 508 durante la guerra de las Falklands de 1982 fue resuelto 20 años después de que las hostilidades cesaron. Se ha revelado que los miembros del SAS británico usaron el misil norteamericano superficie-aire Stinger para derribar a dicho helicóptero con la pérdida de 6 vidas. El 30 de mayo de 1982 entre 9 y 10 AM, el Puma estaba siendo empleado por los argentinos en la Montaña Kent, llevaba miembros de Gendarmería Nacional y por lo menos otros 4 helicópteros argentinos estaban operando. Transportaba no sólo hombres sino una inmensa cantidad de munición que estalló en las llamas en el impacto. Aún después de 20 años, el área donde se encuentra la máquina destruida sigue chamuscada y puede verse, junto con la sección de la cola, las palas del rotor.

Las pocas personas que han visitado el sitio, no pueden creer que sólo hayan perecido 6 personas. Finalmente el misterio fue resuelto y los autores del derribo fueron comandos del SAS ocultos en las colinas cercanas que admitieron haber usado en misil Stinger disparado desde el hombro”.

 

* El autor de la nota es paracaidista militar y fue el piloto del helicóptero derribado en esa ocasión.

ALGO DE LOS BOINAS VERDES

Comandante Espuela (Revista Tiempo GNA*)

Corrían los años más duros de la Guerra de Vietnam y el Sargento Ossidian, especialista en inteligencia del Ejército de los EE.UU., desde Saigón monitoreaba el sector de Luang Tri en el norte del país donde el Viet Cong dominaba.

La operatoria del enemigo era atacar pequeños poblados, asesinar al jefe de la comunidad y desaparecer antes que llegaran las tropas del gobierno. En su oficina tenía un gran mapa donde marcaba los ataques que iban ocurriendo, se reunía con informantes, reclutaba nuevos agentes y elaboraba complejos estudios. Pertenecía a las Fuerzas Especiales (Boinas verdes), por su labor gozaba de un considerable prestigio y en ocasiones ni su superior inmediato conocía donde podía estar. En vista a las crecientes actividades del Vietcong, trataba de averiguar cuando y donde atacaría nuevamente. Lo obsesionaba la idea de conseguir una joven hermosa que, dentro del territorio enemigo espiara para él. Aparte de ser atractiva, tendría que ser fiel, inteligente y debía odiar al Vietcong. Pero ¿cómo conseguir semejante muchacha? Nunca transcurría una semana sin que los VC atacaran algún poblado y después de días de evaluar posibilidades sobre cuál sería el próximo golpe, una patrulla del ejército se comunicó por radio con su jefe el capitán Martell, para informar de un importante ataque.

Había ocurrido en un poblado y los guerrilleros después de ejecutar a los personajes notables se habían diluido en la espesura de la selva. Martell y Ossidian en un helicóptero llegaron al lugar. El horrible espectáculo que se imaginaba pronto estuvo frente a sus ojos, cadáveres mutilados, llantos de mujeres, niños que corrían aterrorizados y casas incendiadas cerraba el espantoso panorama.

El Sargento obtuvo fotografías y primeros planos de los muertos. En su mejor vietnamita interrogó a una persona y luego se dirigió a la casa del jefe comunal muerto, revisó su escritorio y le llamó la atención una foto enmarcada donde se veía una joven de no más de 24 años de un hermoso rostro asiático. De regreso, hizo procesar la película que causaron náuseas a quien hizo el revelado y revisando algunas cartas en francés que había recogido en ese escritorio, supo que ella se llamaba Lin. Se dispuso averiguar dónde podía encontrarla y pronto supo que trabajaba como maestra en un colegio católico francés en Saigón. Entusiasmado pensó que por fin había encontrado lo que por mucho tiempo estaba buscado.

Por lo reciente del ataque, la noticia no se había publicado en los periódicos locales y ahora sólo hacía falta hablar con ella con urgencia. El sargento sabía que el enemigo tenía cientos de espías por todas partes y nadie los debería ver juntos, menos dentro de una oficina del ejército, entonces se comunicó por teléfono con ella y le dijo que era un periodista extranjero que tenía una importante carta de su padre. Seguidamente agregó que era necesario encontrarse ya mismo porque en un par de horas viajaría a Paris y le indicó el consultorio del doctor Hinh donde estaba alojado. El referido médico en secreto colaboraba con el gobierno, pero tenía pésima reputación pues atendía a mujeres que deseaban abortar y ningún espía sospecharía en ver entrar a ese lugar a una hermosa muchacha. ¡Era el lugar ideal!

Al encontrarse, el sargento de inteligencia quedó impresionado por la belleza de la joven y le preguntó si hablaba inglés. Ella con una sonrisa le respondió en francés, pero luego accedieron seguir conversando en inglés. En ese momento Ossidian se enteró que ella estaba distanciada de su padre y tenían poca comunicación, pero lo quería mucho. Luego Lin preguntó por los motivos de esa entrevista, entonces el Sargento le dijo que ayer había estado en el poblado de su padre y había sido asesinado por el VC. Lin lanzó un grito de angustia y cubrió su rostro con sus manos. La reacción satisfizo a Ossidian. De pronto la mujer se puso seria, dudó de la noticia y el suboficial le detalló con crudeza lo que el enemigo les hacía a los jefes de poblados. Seguidamente trató de persuadirla para que colabore con la inteligencia del Ejército de los EE.UU. Lin se opuso pues nunca había pensado involucrarse directamente en esa guerra y dudaba que su padre hubiera muerto.

Entonces el sargento de inteligencia dedujo que había llegado el momento que la brutalidad psicológica era necesaria, extrajo de su carpeta las fotos ampliadas de su padre mutilado y se las mostró. En los primeros segundos ella no alcanzó a identificar lo que veía, pero luego se puso a gritar mientras él distribuía más fotos donde se veían trozos humanos en la calle que algunos perros se disputaban. En ese momento ingresó el doctor Hinh, le aplicó un sedante y ella durmió toda la noche en ese consultorio. Al día siguiente se recuperó, entonces Ossidian con técnicas de persuasión le habló de venganza, ella finalmente accedió colaborar y el militar le explicó de qué manera podía ayudar.

Ella sería trasladada a una pequeña escuela en la selva bajo el dominio del enemigo y su misión en concreto era conquistarlo, de forma que pudiera ser capturado, pues en sus correrías amorosas lo hacía siempre solo. De regreso a su oficina el plan parecía sencillo pero había que ajustar hasta los más mínimos detalles o la joven moriría cruelmente. Hubo muchas discusiones, pero la decisión de venganza de Lin era tan firme que a los encargados de la operación los animó a seguir adelante. Dos semanas después la joven maestra había sido destinada a una escuela bajo total dominio del adversario, un equipo de Fuerzas Especiales estaba muy próximo y discretamente mantenía contacto con ella. La trampa había sido armada y era cuestión de tiempo para que funcionara a la perfección. Ella estaba tan mentalizada que hasta usaría su cuerpo para fascinar a ese coronel, pero había un problema. La muchacha sentía pánico a quedar embarazada por ese personaje, pues mataría al bebé al momento de nacer y al tener educación católica, no podría seguir viviendo. El equipo que la protegía sabía que el coronel ocasionalmente la visitaba y por ese imprevisto detalle la operación podía fracasar, la solución era suministrarle anticonceptivos, pero ¿cómo el Ejército lo podía proveer? Enterado el capitán Martell desde su oficina en Saigón, fue a todos los hospitales militares, pero en ninguno existía lo que estaba buscando. Preocupado no tuvo otra opción que cursar un radio al escalón superior con el siguiente texto:

– “SOLICITO URGENTE ANTICONCEPTIVOS FEMENINOS, ASUMO TOTAL RESPONSABILIDAD PRESENTE REQUERIMIENTO”

Era un insólito requerimiento que en toda la historia del Ejército nunca nadie había solicitado y previendo el enojo de sus superiores en especial de aquellos neófitos en tareas de inteligencia Martell, se entrevistó con la máxima autoridad militar y luego de explicar los motivos, fue satisfecho. Con la premura del caso los anticonceptivos estuvieron en poder de la maestra. Durante la entrega, el equipo de 6 hombres que la protegía se enteró que esa misma noche el coronel enemigo vendría a visitar a la joven a la escuela donde ella también vivía. Entonces radiaron un mensaje con texto cifrado solicitando autorización para capturarlo y en menos de una hora el permiso fue concedido. Cuando cerca de media noche el personaje entró a la escuela lo hizo acompañado con dos soldados que se apostaron afuera. Esa eventualidad ya había sido prevista y minutos después de manera silenciosa fueron eliminados. Cuando la pareja se encerró en el dormitorio, Lin se las ingenió para dejar la ventana semi abierta para admitir la brisa de la noche y tal como se había acordado, cuando el coronel estuvo desnudo sobre ella simuló gemir lo que fue escuchado por el equipo de Fuerzas Especiales. Justamente era la señal para que entraran por la ventana abierta y lo capturaran. Todo ocurrió conforme lo planeado y por razones obvias el coronel fue fácilmente atrapado. Momentos después, completamente sedado con pentotal sódico era sacado de esa casa y trasladado a un helicóptero que los esperaban algunos kilómetros de ahí. La operación fue un éxito total pues de los interrogatorios se obtuvo vital información militar. Lin se vengó, pero su aventura no fue bien vista por su familia, finalmente desapareció y posiblemente esté viviendo en los EE.UU.

 

* Texto extractado y adaptado del libro “Los Boinas Verdes” de Robin Moore. Dicho autor especializado en historias reales también co-escribió “La Balada de los Boinas Verdes”, que se convirtió en la canción oficial de esas Fuerzas Especiales.

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* Revista independiente para el personal de la GNA, Tiempo GNA Nº 66, marzo de 2022.