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RELEVANCIA ECONÓMICA DE LA REPÚBLICA DE COREA EN EL ACTUAL ESCENARIO INTERNACIONAL

Ruvislei González Saez*

Imagen: Big_Heart en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/bandera-coreana-2639315/

La República de Corea se ha catalogado como uno de los casos más llamativos de transformación socioeconómica en el mundo. En la década de los cincuenta del pasado siglo el país pasó de ser uno de los más pobres, hasta convertirse 30 años después en uno de los actores protagonistas del escenario económico y tecnológico global. Una de las claves del éxito ha estado relacionada con el énfasis en la educación. Actualmente el país ha logrado estándares importantes relativos a la seguridad ciudadana, al desarrollo científico-tecnológico, a la atención al medio ambiente, pero también enfrenta grandes retos como el envejecimiento poblacional, la baja tasa de fecundidad, entre otros.

Pese a los desafíos, la República de Corea ha sabido sobreponerse en la que ofrece experiencias y también oportunidades a otras naciones subdesarrolladas. Ha devenido en uno de los países con mejores capacidades tecnológicas. La receta de la innovación surcoreana tiene muchos ingredientes. Abarca desde una posición de vanguardia en inteligencia artificial («la» tecnología de 2023) más conocido liderazgo en materia de automatización: Corea del Sur es junto a Japón el país con más robots per cápita del mundo, algo en parte promovido debido a una población que envejece rápidamente y que se está empezando a reducir. En las denominadas «ciencias de la vida» el país tiene centenares de startups y un reconocido liderazgo en medicina de precisión[1].

Desde el punto de vista de sus capacidades y rol internacional, según el Instituto australiano Lowy que emite anualmente un ranking de índice regional de diplomacia la medida más fuerte de Corea del Sur sigue siendo las redes de defensa, mientras ocupa el quinto lugar en tres medidas (capacidad económica, capacidad militar y relaciones económicas), lo que refleja su papel como uno de los países más grandes y prósperos de Asia. El país ejerce más influencia en la región de lo esperado dados sus recursos disponibles[2].

La nación asiática es una de las 15 mayores economías del mundo en la que sobresale por su capacidad de exportación de semiconductores, coches, pero también de entretenimiento. En relación con este último debe destacarse que, en 2022 las exportaciones de contenido surcoreano (contenido K), incluido el K-pop, alcanzaron los 12.450 millones de dólares en 2021 con la ayuda de la ola coreana. Los efectos económicos directos de K-pop están mejor representados en tres áreas: 1) ventas de música y plataformas de streaming, 2) industrias derivadas, y 3) publicidad y marketing. (…) La razón principal detrás de esto es el bien establecido mercado de la música digital. Corea del Sur cuenta actualmente con 13 plataformas de streaming disponibles que dan a los surcoreanos accesos a la escucha de música (VIBE, Melon, Bugs, Soribada, Genie Music, Kakao Music, FLO, Bandcamp, Spotify, Apple Music, Soundcloud, TIDAL, YouTube music y DEEZER). La digitalización permite que la música sea más accesible[3].

El impacto de K-pop en la economía de Corea del Sur se refleja en el producto interno bruto (PIB) del país. Según datos de la Agencia Coreana de Contenido Creativo, el valor de exportación de los productos y servicios relacionados con K-pop aumentó de aproximadamente 40 millones de dólares en 2003 a más de 5.000 millones de dólares en 2018, lo que representa una tasa media anual de crecimiento del 31,9%. La contribución de K-pop al PIB de Corea del Sur también ha aumentado significativamente a lo largo de los años. Según un informe del Instituto de Investigación Hyundai, la industria de K-pop aportó aproximadamente el 1,7% del PIB de Corea del Sur en 2018, frente al 0,3% de 2009[4]. Podría esperarse que su contribución en los últimos dos años haya crecido a alrededor del 3% del PIB especialmente tras los crecientes éxitos de varios grupos y artistas, especialmente el de BTS. Ello sin mencionar el aporte al empleo en otras industrias vinculadas al sector.

Para el logro de los objetivos propuestos, el gobierno surcoreano ha desarrollado una serie de acciones. Particularmente el análisis de su política comercial no puede desligarse del conjunto de instrumentos de la política, ni de la forma en que se aplicaron. Las políticas comercial, industrial y tecnológica se ejecutaron de manera integral con base en los objetivos que los organismos de planificación fijaron para cada período de desarrollo económico. (…) El éxito de la nación asiática como país exportador de tecnología se explica por la acumulación gradual de capital humano e institucional que permitió ampliar sus capacidades tecnológicas. El desarrollo de la producción exportable y de la actividad comercial de Corea del Sur en los mercados externos estimuló el esfuerzo tecnológico nacional. La estrategia de promoción de exportaciones intensificó la competencia industrial, lo que al paso del tiempo propició cambios dinámicos en las ventajas comparativas hacia industrias más intensivas en tecnologías[5].

Una de las características principales de la política comercial surcoreana fue su complementación con otras políticas para integrar una estrategia económica coherente y sostenible en el largo plazo. La estabilidad macroeconómica, el ajuste de los precios internos, el orden cambiario con devaluaciones recurrentes en favor de los exportadores nacionales, la política de promoción industrial y tecnológica, la reforma educativa y la calificación de la fuerza laboral, así como la regulación activa del gobierno entre otros factores, crearon un ambiente propicio para el éxito del programa de promoción de exportaciones y rápida inserción de Corea del Sur en el proceso de globalización económica mundial[6].

En las actuales circunstancias hay que destacar que el país enfrenta retos también como el alto costo unitario de la mano de obra, la competencia internacional, especialmente en su entorno más inmediato, China, las políticas proteccionistas de países occidentales, entre ellos Estados Unidos con el que en varios momentos han mantenido conversaciones serias, así como otros procesos internacionales que generan amenazas. El país a pesar de su fuerte política ambiental debe importar combustibles fósiles por no poseer recursos naturales y constituye uno de las diez naciones más contaminantes del mundo[7].

El sector tecnológico ocupa un lugar importante en el país. No es casual que en la clasificación global 2023 por pilar de innovación la República de Corea, obtuviese el primer lugar a nivel global en cuanto a capital humano e investigación, el segundo líder en innovación en Asia después de Singapur y el décimo a nivel global[8]. Por otro lado, con el propósito de desarrollar las ciudades inteligentes y otros procesos asociados a la Cuarta Revolución Industrial, la nación del este de Asia figura entre las más adelantadas en el desarrollo de la 5G y la 6G. Según estudios del primer trimestre de 2023, la República de Corea fue el segundo país con internet de 5G más rápido del mundo después de Arabia Saudí con 507,59 Mbps[9].

GlobalDatas 3i Innovation Framework identifica el potencial de innovación de las empresas utilizando nuevas fuentes de datos, incluyendo patentes, archivos, puestos de trabajo y ofertas y los clasifica sobre 19 indicadores clave de calidad de la innovación y fortaleza. Patentes es el principal conjunto de datos utilizado, y para cada empresa calculan indicadores de calidad de la innovación utilizando nuestro exhaustivo conjunto de datos de patentes, con más de 130 millones de patentes. Los indicadores se agrupan en tres pilares principales: Intensidad: una actividad de innovación de la empresa y enfoque, Impacto: el impacto de una innovación de una empresa en otros innovadores dentro y fuera de su sector e Ingenio: la originalidad de las invenciones e inversiones de una empresa en tecnologías disruptivas[10]. En ese sentido podrían distinguirse las diez mayores empresas vinculada a la innovación los siguientes en la imagen uno.

Imagen 1: Ranking de compañías surcoreanas de innovación 2023

Fuente: (Duke, 2023)

En ese entorno hay que señalar que en el proceso de desarrollo del país ha sido importante el rol tanto de las grandes compañías nacionales, como las de las pequeñas y medianas empresas (PYMES). Particularmente estas últimas tienen una gran importancia por su número y el empleo que proporcionan (más del 90% de la población activa), pero tienen una cierta dependencia en su actividad de los conglomerados dada la importancia de estos en muchos sectores y se han visto afectadas por las subidas del salario mínimo. Varios organismos internacionales achacan la baja productividad de este tipo de empresas a la escasa inversión en innovación y su pequeño tamaño.

Entre los grandes conglomerados que son reconocidos internacionalmente pueden señalarse a:

  • Samsung. Principalmente participa en la industria electrónica, pero también en otros sectores como la construcción civil y naval; centros médicos y hoteles; seguros y otros servicios financieros; e incluso automoción, con una participación cercana al 20% en la empresa Renault Samsung Motors. Samsung Electronics Co. es la empresa del grupo que registra los mayores beneficios. No se puede absolutizar al comparar en elementos particulares, pero si se puede decir que esta compañía está entre las cinco mayores del mundo por su dominio en varios mercados, incluyendo electrónica de consumo y fabricación de semiconductores (imagen 2). Su división de semiconductores representó una parte significativa de los 235.000 millones de dólares en ingresos anuales de la compañía en 2022. El brazo semiconductor de Samsung produce una amplia gama de chips, incluyendo chips de memoria, chips lógicos y sensores de imagen. Estos chips son componentes esenciales en todo, desde teléfonos inteligentes y televisores hasta dispositivos médicos y sistemas de automoción[11]. 

Imagen 2: 10 mayores fundiciones de semiconductores globales 2023.

Fuente: Lu (2023)[12]

  • SK. Abarca sectores tales como las telecomunicaciones, semiconductores, energía, química, construcción y servicios. SK Hynix es un actor importante en el mercado de semiconductores de memoria. Con unos ingresos anuales de 34.000 millones de dólares, los productos de la empresa son parte integral de la informática moderna y la electrónica de consumo. Los chips de memoria de SK Hynix son la columna de almacenamiento y procesamiento de datos en dispositivos que van desde teléfonos inteligentes y computadoras portátiles hasta centros de datos. El compromiso de la empresa para producir productos de memoria de alta calidad sustenta la infraestructura digital del mundo moderno[13].
  • LG. Sector de electrónica, química, telecomunicaciones y servicios.
  • Lotte. Especializado en el sector de alimentación, distribución (supermercados, franquicias, grandes almacenes, tiendas de conveniencia, franquicias), hoteles, y servicios financieros.
  • Hyundai. Actúa en el sector de la automoción (Hyundai Motors, Kia y otras empresas de componentes pertenecientes al grupo); material ferroviario (Hyundai Rotem); construcción naval y civil (Hyundai Heavy Industries).
  • Posco. Pohang Iron & Steel Corporation tiene una gran parte de la industria siderúrgica y petroquímica, que es uno de los pilares históricos del desarrollo industrial de Corea del Sur. Se ha convertido en uno de los principales productores a nivel mundial, manteniendo su accionariado surcoreano.

Otros grandes grupos son SPC (alimentación y distribución-franquicias), Hanwha (construcción, servicios financieros, químicos, energía, distribución comercial), Doosan (maquinaria, equipos, vehículos industriales), Hanjin (transportes y logística, propietario de Korean Air[14]) y Kumho Asiana (aviación, construcción, petroquímica, farmacéutica)[15].

En términos comerciales, se debe resaltar que Corea del Sur constituye el sexto mayor exportador de bienes del mundo después de China, Estados Unidos, Alemania, Países Bajos y Japón. Su economía es la decimotercera más grande a escala mundial y la quinta más grande de Asia. Los principales sectores económicos son la construcción naval, la fabricación de automóviles y la electrónica. Los principales socios comerciales de Corea del Sur en términos de exportaciones en 2022 fueron: China, Estados Unidos, Vietnam, Japón y Hong Kong (China)[16].

Los productos que más exporta Corea del Sur son semiconductores, petroquímicos, piezas de automóviles y autos, lo que le convierte en un país estratégico en las condiciones actuales de competencia tecnológica entre Estados Unidos y China. Desde el punto de vista de las importaciones, constituye el quinto país mayor importador global después de Estados Unidos, China, Japón y Reino Unido. Las mayores compras están centradas en petróleo crudo y productos derivados, también importa semiconductores y gas natural[17].

Los principales socios comerciales de la República de Corea se encuentran en Asia. Particularmente China constituye el principal socio comercial por encima de los Estados Unidos. Sorpresivamente en los últimos dos años, Vietnam desplazó a Japón como el tercer socio comercial (gráfico 1). En ese sentido, es importante resaltar la relevancia de estos tres países en la producción y comercialización de los microchips. 

Gráfico 1: Principales socios comerciales de la República de Corea en 2023 en miles de dólares.

Fuente: elaboración del autor con datos de (KITA, 2024)[18]

Para fortalecer el comercio internacional, la República de Corea se ha insertado en varios acuerdos comerciales bilaterales parciales o tratados de libre comercio (TLC) siendo esta última los más negociados. En marzo de 2023, la nación asiática tenía 21 TLC en vigor, abarcando el comercio con 59 países, incluyendo Estados Unidos, y 92 tratados bilaterales de inversión. Las negociaciones para un TLC bilateral con Filipinas han concluido, pero el acuerdo aún no está firmado. Las contínuas negociaciones del TLC incluyen uno trilateral con China-Japón, así como bilaterales con Ecuador, Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Rusia, Uzbekistán y Malasia[19].

Por otro lado, se están negociando para ampliar los servicios de TLC y el capítulo de inversiones de la República de Corea y China para mejorar los TLC existentes con la ASEAN, la India y Chile. La República de Corea también acordó iniciar negociaciones del TLC con la Unión Económica Euroasiática (Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguistán) y la Alianza del Pacífico (México, Perú, Colombia y Chile). Por separado, el primer acuerdo de asociación digital con Singapur entró en vigor en enero de 2023. Ha iniciado las negociaciones de adhesión para el Acuerdo de Asociación para la Economía Digital (DEPA). A la vez está creando las condiciones para solicitar su adhesión al Acuerdo Global y Progresista de Asociación Transpacífica (CPTPP) y participa activamente en las negociaciones del Marco Económico Indo pacífico (IPEF)[20].

Particularmente con la solicitud al CPTPP se ha demorado, dado que existe cierto rechazo interno teniendo en cuenta que podría generar afectaciones al sector agrícola fundamentalmente. Existe el desafío de convencer a varios sectores contrarios al tratado, en especial el mencionado agrícola, que subsiste gracias a las subvenciones y se muestra convencido de que la apertura de mercados que supondrá el CPTPP les generará grandes afectaciones.

En el sector de las inversiones extranjeras directas (IED), la República de Corea es una gran receptora, especialmente vinculadas en las áreas de alta tecnología, aunque se caracteriza por ser más un país oferente que receptor. Cuando se compara con otros países en recepción tanto China, Singapur, Indonesia o Vietnam mayor volumen. Por industria, la IED prometida al sector manufacturero en 2022 recibió un monto de 11.900 millones de dólares. Mientras tanto, las promesas de IED al sector de los servicios crecieron un 7,3% en 2022 respecto al 2021, hasta los 17.800 millones de dólares, impulsadas por la inversión del fondo soberano de Arabia Saudí y grandes compañías financieras y de seguros[21].

En 2022 el mayor inversionista en la nación asiática fue la Unión Europea (UE) con valores de 6.200 millones de dólares, seguido por Estados Unidos con 6.100 millones de dólares, Reino Unido con 3.600 millones de dólares y China con 3.100 millones de dólares (un aumento interanual del 65,6%). Sin embargo, la IED de Estados Unidos y Japón disminuyó de manera interanual (-29,4%) y 1.3 mil millones de dólares (-14,7%), respectivamente, debido a los efectos básicos de las grandes inversiones en 2022. Con respecto a la IED estadounidense, se declararon grandes proyectos de inversión a través de otros países que ofrecían tipos impositivos más bajos o en países donde se encontraban las empresas mixtas, lo que dio lugar a una cantidad mínimamente inferior[22].

La República de Corea como oferente de IED se ubica entre los diez mayores inversionistas globales (gráfico 2). Centrado en el desarrollo de manufactura electrónica, infraestructuras entre otros se ha erigido como un gran inversor en Asia y América Latina y el Caribe. Debe resaltarse que en el 2022 los principales receptores de IED surcoreana fueron Estados Unidos con el 26% del total, China con el 18%, Vietnam con el 7% e Islas Caimán con el 6%.

Gráfico 2: Los 10 principales inversionistas en el mundo en el período 2021-2022 en miles de millones de dólares.

Fuente: UNCTAD, 2023.

En cuanto a las reservas internacionales de divisas, la República de Corea es el octavo país con mayor volumen acumulado a nivel global en 2023. Por delante se encuentran en primer lugar China con 3,2 billones de dólares, seguido por Japón con 1,1 billón de dólares, Suiza con 733,6 mil millones de dólares, India con 533,4 mil millones de dólares, la región administrativa especial Hong Kong (China), Rusia con 414,2 mil millones de dólares y Arabia Saudí con 413,1 mil millones de dólares. Las reservas no son absolutas y varían de manera mensual (imagen). Particularmente en el año 2023 una reducción continua de enero a octubre, hasta que comenzó a recuperarse (imagen 3)[23].

 Imagen 3: Reservas internacionales de Divisas de la República de Corea en el 2023

Fuente: CEIC Data, 2024.

Desde el punto de vista de los vínculos económicos y el ambiente de negocios, existen algunas diferencias incluso con aliados tan importantes como Estados Unidos. A pesar de los acuerdos fiscales formales y los mecanismos de resolución de disputas, los inversionistas estadounidenses han expresado su preocupación por la discriminación y la falta de transparencia en las investigaciones fiscales de las autoridades surcoreanas. Registrar una empresa sigue siendo un proceso complejo que varía según el tipo de negocio, y requiere interacción con KOTRA, registros judiciales y oficinas fiscales[24].

Los extranjeros pueden entrar en el mercado estableciendo una empresa de inversión extranjera, una empresa individual (corporación local), una sucursal local u oficina de enlace. Cada tipo de empresa tiene diferentes requisitos de registro y obligaciones fiscales. La creación de corporaciones locales por una persona o empresa extranjera está regulada por la Ley de promoción de la inversión extranjera (FIPA) y la Ley de comercio. Las oficinas de rama y de enlace están reguladas por la Ley de transacciones cambiarias. Aunque el registro se puede presentar en línea, no hay una ubicación centralizada en línea para completar el proceso. Para las PYME y microempresas, el proceso de registro de empresas en línea dura aproximadamente tres o cuatro días y se completa a través de sitios web en coreano. Las inscripciones se pueden completar a través de la página web de Smart Biz, Invest Korea, organismo nacional establecido en virtud de KOTRA, la Comisión de Asociación Empresarial de Corea y el Ministerio de Igualdad de Género y Familia están encargados de mejorar el entorno empresarial para las minorías y las mujeres[25].

El gobierno de la República de Corea ofrece los siguientes incentivos generales para los inversores extranjeros:

  • Incentivos en efectivo para inversiones extranjeras cualificadas en zonas francas, zonas de inversión extranjera, zonas económicas francas, complejos industriales e instalaciones similares;
  • Incentivos fiscales y en efectivo para la creación y expansión de lugares de trabajo para empresas de alta tecnología, fábricas y centros de investigación y desarrollo;
  • La reducción del alquiler de terrenos y de la preparación del terreno;
  • Subvenciones para el establecimiento de instalaciones comunitarias para extranjeros;
  • Alquiler reducido para bienes públicos o estatales; y
  • Apoyo financiero preferencial para invertir en grandes proyectos de infraestructura.

Además, el gobierno de la República de Corea ofrece incentivos para inversiones que aumentarían la producción de materiales, piezas y equipos basados en la ROK en seis sectores industriales críticos: semiconductores, pantallas, automóviles, electrónica, maquinaria y productos químicos. El gobierno metropolitano de Seúl proporciona apoyo separado a las PYME, las empresas de alta tecnología y la industria biomédica[26].

Muchas empresas estatales surcoreanas siguen ejerciendo un control significativo sobre la economía. Hay 32 empresas estatales activas en los sectores de energía, bienes raíces e infraestructura (es decir, construcción de ferrocarriles y carreteras). Tradicionalmente, el sistema jurídico ha garantizado un papel para las empresas estatales como líderes sectoriales, pero en los últimos años, la República de Corea ha tratado de atraer más participación privada en los sectores inmobiliario y de la construcción. Las empresas estatales están actualmente sujetas a las mismas regulaciones y políticas fiscales que los competidores del sector privado y no tienen acceso preferencial a contratos, recursos o financiamiento del gobierno[27].

Consideraciones finales

La República de Corea es un actor relevante en la economía global al ser una de las 15 mayores economías del mundo y una de las cinco primeras de Asia. Por otro lado, debe resaltarse su relevancia tecnológica, así como gran inversionista y nación que le dedica atención al medio ambiente. En su compromiso con la comunidad internacional eleva sus inversiones y préstamos con condiciones preferenciales a países subdesarrollados, dado que se ha convertido en el único país que ha pasado de ser receptor de ayuda internacional a oferente en menos de 50 años.

El país enfrenta retos en la economía, a partir de la actual coyuntura internacional. Constituye un actor relevante como exportador e importador global, así como gran inversionista. Un país que se encuentra entre las 10 mayores naciones poseedoras de reservas internacionales de divisas y con capacidades para emprender grandes proyectos. La actividad inversionista se debe en lo fundamental al rol de los grandes conglomerados económicos y tecnológicos que tienen un papel importante en el escenario internacional, pero las PYMES también son relevantes en las cadenas de suministros. El actual gobierno se proyecta fortalecer sus capacidades tecnológicas y especialmente la industria de los microchips para transformarse en 2030 en el mayor productor global ante la fuerte competencia de China y la provincia china de Taiwán.

 

* Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba. Director del Programa Sectorial de Relaciones Internacionales. Vicepresidente de la Asociación de Amistad Cuba-Vietnam. Investigador de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG de Argentina.

 

Referencias

[1] Campanario, Sebastián. «El país más futurista del mundo; La meca de la innovación, por dentro». La Nación, 23/09/2023, https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/el-pais-mas-futurista-del-mundo-la-meca-de-la-innovacion-por-dentro-nid23092023/.

[2] 2023 Lowy Institute Poll. Lowy Institute (Australia), https://poll.lowyinstitute.org/, 2023.

[3] Park, Jinheon. «From Cultural Export to Economic Engine: Examining the Role of K-Pop in the Growth of the South Korean Economy». Open Journal of Business and Management, Vol.11, n° 5, September 2023, https://doi.org/10.4236/ojbm.2023.115121

[4] Falidio, Romadhoni. «How Kpop is Driving South Korea’s Economic Growth and Job Creation». Medium, 13/04/2023, https://medium.com/writers-blokke/how-kpop-is-driving-south-koreas-economic-growth-and-job-creation-6a1879f49c63.

[5] Gómez Chiñas, Carlos & Piñeiro Santana, Rubén. «La estrategia comercial de Corea del Sur: una retrospectiva». Revista de Comercio Exterior, diciembre de 1996, http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/329/8/RCE8.pdf.

[6] Ídem.

[7] «¿Qué países son los mayores contaminadores de carbono del mundo?». Climate Trade, 17/05/2021, https://climatetrade.com/es/que-paises-son-los-mayores-contaminadores-de-carbono-del-mundo/.

[8] «Índice Mundial de Innovación de 2023: Suiza, Suecia y los Estados Unidos lideran la clasificación mundial de innovación; la innovación se muestra sólida, pero la financiación de las empresas emergentes es cada vez más incierta». Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Ginebra, 27/09/2023, https://www.wipo.int/pressroom/es/articles/2023/article_0011.html.

[9] Fernández, Silvia. «Estos son los 10 países con la conexión 5G más rápida: España se queda fuera del top». La Vanguardia, 20/12/2023, https://www.lavanguardia.com/andro4all/tecnologia/estos-son-10-paises-conexion-5g-mas-rapida-espana-se-queda-fuera.

[10] Duke, Sam. «Revealed: the top 100 most innovative companies in South Korea in 2023». Mining Technology, 2023, https://www.mining-technology.com/innovation-ranking/rankings/revealed-the-top-100-most-innovative-companies-in-south-korea-in-2023/.

[11] Lindsay, Mickell. «The 5 Largest Microchip Companies in the World». All Things Supply Chain, 23/08/2023, https://www.allthingssupplychain.com/the-5-largest-microchip-companies-in-the-world/.

[12] Lu, Marcus. «Ranked: Largest Semiconductor Foundry Companies by Revenue». Visual Capitalist, 20/112023, https://www.visualcapitalist.com/semiconductor-foundry-companies-ranked/.

[13] Lindsay, Mickell. Op. cit.

[14] El regulador antimonopolio de la Unión Europea (UE) aprobó en febrero de 2024, de forma condicional, la fusión entre Korean Air Co. y Asiana Airlines Inc., despejando un importante obstáculo en el proceso de consolidación entre las dos compañías aéreas surcoreanas de servicio completo.

[15] Oficina Comercial de España en Seúl. Ficha País Corea del Sur», 2022.

[16] «World’s Top Exporters And Importers – Updated 2024». World Option, 2024, https://uk.worldoptions.com/news/worlds-top-exporters-and-importers.

[17] Ídem.

[18] «Trade Balance in 2023». KITA, https://kita.org/kStatistics/country/countries/countriesList.do.

[19] «Agreements of the Republic of Korea». Ministry of Foreign Affairs (MOFA), Corea del Sur, 2023, http://www.mofa.go.kr/www/wpge/m-3834/contents.do.

[20] Ídem.

[21] «Global Investment Report». UNCTAD, 2023, https://unctad.org/system/files/official-document/wir2023_en.pdf.

[22] «Foreign Direct Investment in South Korea Hits All-Time Highs for Both Pledges and Arrivals in 2023». Invest Korea, 2024. https://www.investkorea.org/ik-en/bbs/i-468/detail.do?ntt_sn=490794.

[23] «Foreign Exchange Reserves». CEIC Data, 2024. https://www.ceicdata.com/en/indicator/korea/foreign-exchange-reserves.

[24] «Investment Climate Statements South Korea». Departamento de Estado de Estados Unidos, 2023, https://www.state.gov/reports/2023-investment-climate-statements/south-korea/.

[25] Ídem.

[26] Ídem.

[27] Ídem.

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AÑO NUEVO CHINO

Julio Ferrari Freyre*

Imagen: PrompterMalaya en Pixabay.

 

El 10 de febrero celebraremos el Año Nuevo Chino que en realidad es el comienzo del año Lunar, calendario utilizado por muchas culturas incluyendo los incas, griegos de la antigüedad, hebreos e hindúes entre otros.

La misma festividad es celebrada en Corea (denominada Seollal), Mongolia (Tsagaan Sar), Tibet (Losar) y Vietnam (Tết). En Japón se celebró hasta 1873 cuando se adoptó el calendario Gregoriano.

Tal como en estos países el Songkran tailandés extiende los festejos durante varios días, comenzando el 13 de abril. También es celebrado en Birmania (Thingyan), en Camboya (Chaul Chnam), Laos (Pii Mai), y por algunas minorías en la provincia de Yunnan, en la República Popular China, región extensamente poblada por nacionalidades diversas, especialmente los dai.

Como vemos, el comienzo del año nuevo lunar no es necesariamente «chino», sino que es compartido por muchas culturas.

Siendo que la celebración del año nuevo en Asia se prolonga varios días, en el caso específico de China el feriado suele extenderse oficialmente una semana. En este año el primer día será el sábado 10 de febrero y continuará hasta el sábado 17. El Ministerio de Trabajo en Beijing ha recomendado que las empresas declaren asueto el viernes 9 de febrero, víspera del comienzo de año, a fin de mantener buenas relaciones con los trabajadores de la empresa. Es interesante notar que el domingo anterior y el posterior (el 4 y el 18), al feriado serán días de trabajo compensatorios. Muchos comercios, generalmente atendidos por sus dueños, suelen abrir durante los últimos días de los festejos, especialmente los dedicados a alimentos y artículos de primera necesidad.

En Taiwán las celebraciones tienen lugar entre el 8 y el 14 de febrero y en Hong Kong y en Macao entre el 10 y el 14.

Antes de comenzar el año nuevo, según la tradición, se debe realizar una profunda limpieza de la casa eliminando cosas que ya no son de utilidad o que estén dañadas. Esto se realiza para atraer la buena suerte y la fortuna.

Tanto en China como en otros países, se aprovecha el día del año nuevo para visitar los templos, especialmente en los países o regiones donde existe la libertad de cultos (Taiwán, Hong Kong, Macao, Singapur, etc.). No es extraño que los católicos, cristianos y musulmanes participen en las celebraciones del año nuevo siguiendo los usos y costumbres de antaño.

El viernes 9 de febrero los hijos visitarán a sus padres para la cena de la víspera, práctica que se comparte con muchos países de Occidente. No es común que este acontecimiento se celebre fuera de la casa del «patriarca» en restaurantes de la familia, aunque muchas familias en la actualidad aprovechan para viajar como grupo a otro país o región para pasar la semana de festejos.

Entre las actividades que se realizan en el día del nuevo año se incluye el ritual para rendir homenaje a los antepasados. Después se venera a los dioses y posteriormente los miembros más jóvenes de la familia presentan sus respetos a los más mayores. Una vez cumplidas estas ceremonias y reuniones familiares es el momento de reunirse con los amigos.

Rendir homenaje a los antepasados y mostrar especial consideración hacia los padres o mayores forma parte esencial del pensamiento confuciano y es respetado por la vasta mayoría de la población a pesar de las largas e intensas campañas del comunismo chino destinadas a reducir la influencia de este pensamiento social y ético en el país.

Dentro de sus antiguos símbolos o tradiciones de Año Nuevo encontramos el Baile del Dragón (Wu Long – ), o del León (Wu Shi – ), para ahuyentar a los malos espíritus de este mundo, o la extendida costumbre que consiste en pegar sobre la puerta de entrada el ideograma fú (felicidad) boca abajo ya que en mandarín (al revés dào – ) suena similar a arribar o llegar (dào – ), quieren significar que «la felicidad ha llegado».

Otra práctica popular es la de entregar sobres rojos (hóng bāo – 红包, en mandarín, o Lai See – 利是 en cantonés), conteniendo dinero. El sobre es dado a los menores por sus padres y otros familiares mayores. El sobre normalmente contiene una cantidad simbólica de dinero que quiere representar buena suerte.

También es habitual que los miembros de la familia permanezcan despiertos durante toda la noche para dar la bienvenida al nuevo año. Antiguamente creían que esta práctica prolongaría la vida.

El nuevo año es denominado según el animal del horóscopo chino. Así, el año 2024 será el Año del Dragón, el 2023 fue el Año del Conejo (o Gato) y se inició el 22 de enero, mientras que el año 2025 será el año de la Serpiente y comenzará el 29 de enero.

Para poder estar con los padres o abuelos, como es su costumbre, millones de personas viajarán a sus ciudades y pueblos de origen para cumplir con las obligaciones familiares. Esto también es aplicable a los millones de trabajadores del campo, principalmente del oeste y centro del país, que se emplean en las fábricas, en la construcción o en otros oficios en las grandes ciudades costeras.

Es normal que la cantidad de personas que viajen dentro de China supere los 400 millones. Esto se multiplica varias veces cuando consideramos el número de viajes o trayectos en distintos medios que se realizan utilizando los distintos medios de transporte. A modo de ejemplo en 2022 esta cifra llegó a tres mil millones de viajes en diversos medios, pero especialmente en tren y autobús. Para el año en curso se estima que el 48% de los viajes tendrán como lugar de partida a Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen, las últimas dos ubicadas en la Provincia de Guangdong en el sur de China. También se estima que solamente el 25% de los traslados se efectuarán dentro de la misma provincia o a las provincias vecinas, el resto de los viajes tendrán destinos más alejados.

Es lamentable que por razones políticas ciertas comunidades chinas (taiwaneses, practicantes de Falung Gong, cristianos, etc.), como ocurre en la Argentina, tengan que realizar sus celebraciones en distintas fechas o en distintos lugares para evitar situaciones conflictivas siendo que el concepto, el sentimiento y el pueblo es el mismo.

Al finalizar y haciendo honor a los muchos años que residí en China, quiero extenderle a todos los ciudadanos chinos y argentinos de ascendencia china un muy feliz año del Dragón: que los acompañen la Fortuna, la Paz y la Felicidad!

 

¡Xīnnián kuàilè (新年快乐)! Y, ¡Gong Hei Fat Choy (恭喜發財)!

 

Bibliografía

Carta de Taiwán. Taiwán prepara la llegada del Año Nuevo Lunar. Madrid, enero de 2022, https://www.roc-taiwan.org/public/ES_es_carta/01268484271.pdf

China Briefing. Preparing for the Year of the Dragon: HR Strategies and Travel Trends During Chinese New Year 2024, 1° de febrero de 2024. https://www.china-briefing.com/news/chinese-new-year-2024-hr-strategies-travel-trends/

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HUTCHINGS, Graham. Modern China. Londres: Penguin Books, 2001.

 

* Julio Ferrari Freyre estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Sophia (Tokio, Japón), Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Economía en la Universidad de Deusto (Bilbao, España). Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, ISEN, (1984) y como Diplomático ha cumplido funciones como Cónsul en Bilbao (1989-94), en la Embajada Argentina en la República Popular China (1997-2003) y como Cónsul General en Canton (2011-2016). En Cancillería fue Director de Documentación de Viaje dentro de la Dirección General de Asuntos Consulares y estuvo a cargo de la Representa especial para Asuntos de Terrorismo. Se retiró del Servicio Exterior de la Nación como Ministro Plenipotenciario de Primera Clase en 2018.

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A 84 AÑOS DEL INICIO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. ENFOQUES Y APORTES  SOBRE EL ACONTECIMIENTO MAYOR DEL SIGLO XX.

Alberto Hutschenreuter*

A las 4:45 horas del 1° de septiembre de 1939, el acorazado alemán Schleswig-Holstein, fondeado a las afueras de Danzig (Polonia), en el Mar Báltico, efectuó los primeros disparos de la Segunda Guerra Mundial lanzando varios proyectiles de 280 milímetros contra la Base Naval de Westerplatte, situada en la desembocadura del Vístula en el Mar Báltico y defendida por 210 soldados del Ejército Polaco.

 

El presente texto, al que se han incorporado adaptaciones y algunos datos, se encuentra desarrollado y con las citas pertinentes en el libro de Alberto Hutschenreuter, Un mundo extraviado. Apreciaciones estratégicas sobre el entorno internacional contemporáneo, Editorial Almaluz, Buenos Aires, 2019.

 

El 9 de mayo de 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial. Si bien la contienda continuaría unos meses más en el territorio del Asia-Pacífico, aquel día finalizaron los combates en Europa. La fecha resulta por demás oportuna para realizar algunas apreciaciones y recordaciones acerca de la confrontación interestatal más total y exterminadora de la historia de la humanidad.

La contienda se había iniciado el 1° de setiembre de 1939, cuando a las 4:45 de la mañana los cañones del viejo acorazado alemán SMS Schleswig-Holstein abrieron fuego contra la fortificación polaca de Westerplatte, situada en la desembocadura del Vístula en el Mar Báltico. El ataque fue la señal para la puesta en marcha de la “Operación Fall Weiss”: la invasión de Alemania a lo largo de toda la frontera de Polonia.

Apenas dos semanas después, retraso en parte porque aún había algunos combates con Japón en el sureste de su territorio, la Unión Soviética, cumpliendo la parte secreta del pacto del 23 de agosto con la Alemania nazi, invadió la parte oriental de este país. Con esta “campaña de liberación”, según la denominación que se dio en el Kremlin a la operación, una vez más el Estado de Polonia desapareció como entidad política soberana eurocentral.

En su conciso pero preciso trabajo Al borde del abismo. Diez días que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, el británico Richard Overy desmenuza los acontecimientos que siguieron a la masiva invasión alemana, destacando el grado de perplejidad y confusión reinante en Gran Bretaña y Francia, los garantes de la independencia de Polonia.

La declaración de guerra no fue inmediata, y ello se explica en función de discusiones entre ambos actores en relación con la organización de la movilización, de posibilidades de negociaciones (con mediación de Italia) con Hitler, y hasta de especulaciones sobre una crisis en la conducción nazi ante la inminencia de una guerra europea de escala.

Por ello, bien destaca el prestigioso historiador británico, el domingo 3 de setiembre fue el día que se inició la Segunda Guerra Mundial, el día que el primer ministro Neville Chamberlain se vio obligado a declarar “una guerra que no quería”. Pero no solamente Chamberlain no quería un enfrentamiento con Alemania: durante la segunda mitad de los años treinta, Gran Bretaña fue uno de los dos actores europeos que más defendió y practicó la política de “apaciguamiento” frente a una Alemania geopolíticamente revisionista. Dicha política fue seguida incluso en 1938, “el año de las grandes decisiones”, según el muy buen texto de Giles MacDonough, cuando el poder nacionalsocialista ya era importante, si bien faltabaN cumplirse planes militares, particularmente en el sector naval alemán.

En gran medida, ello se debió no solamente a la tremenda conmoción que había causado la Primera Guerra Mundial en la sociedad británica y en muchos de sus líderes políticos, sino a que en materia de percepción de amenazas a la seguridad nacional no era el totalitarismo nacionalsocialista sino el totalitarismo soviético el principal peligro.

Conocedor de esta percepción, Hitler astutamente se presentaba a sí mismo como la principal salvaguarda frente al reto soviético. En 1934 advirtió que “Defender a Europa contra la amenaza bolchevique es la tarea a la que nos comprometemos para los próximos doscientos años”.

Por ello, como muy bien sostiene el historiador estadounidense John Lukacs, “La idea de que la Alemania nacionalsocialista era un baluarte contra el comunismo bárbaro apoyado por Rusia era compartida por muchas personas […] dicha idea fue un importante elemento subyacente en el apaciguamiento, tendencia política de muchos conservadores británicos, de la mayoría de los miembros de su Parlamento elegido en 1935”.

Incluso en tiempos tan avanzados como en 1938, el año de “las grandes decisiones” adoptadas por Alemania y el año que Checoslovaquia fue ofrendada a Hitler para “asegurar la paz en Europa”, el secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña Lord Halifax sostenía firmemente que “Hitler había prestado grandes servicios no solamente a la Alemania, sino a toda Europa Occidental al cerrar el paso al comunismo”. Por tanto, “era legítimo ver a la Alemania nazi como un muro de contención occidental al bolchevismo”. Más todavía, la idea del nacionalsocialismo como salvaguarda de Europa se mantuvo en ciertos espacios de la política británica tras la invasión alemana a la Unión Soviética en 1941, meses después que Alemania había intentado doblegar a Gran Bretaña.

Desde estos términos, bien podríamos considerar que la concepción de “contención” a la Unión Soviética, que signó la política exterior occidental desde el final de la IIGM, tuvo “anticipaciones” durante los años treinta e incluso elaboraciones teóricas anteriores, como la poco conocida propuesta polaca (muy anterior a la del geopolítico estadounidense Nicholas Spykman) de rodear a la URSS por medio de un “cordón sanitario”.

Seguramente, cuando en setiembre de 1939 Gran Bretaña y Francia se vieron constreñidas a declarar la guerra a Alemania, no pocos en aquellos países habrán lamentado no haber frenado firmemente a Hitler cuando fue posible hacerlo, es decir, el 7 de marzo de 1936, cuando a través de un ejercicio relámpago Alemania ocupó Renania.

El asalto a Renania, región ocupada por las tropas aliadas tras la IGM y desmilitarizada en 1930 como expresión de buena voluntad con la República de Weimar y su política de reconciliación en tiempos del “Pacto de Locarno” (que garantizaba las fronteras en Europa Occidental pero dejaba abierta una puerta para la revisión de las fronteras del este), fue justificado por Hitler porque, según éste, el acuerdo franco-soviético de febrero de 1936 implicaba una violación del “Pacto de Locarno”; por tanto, dicha obligación había dejado de tener vigencia.

Pero importa tener presente que la ocupación fue llevada adelante asumiendo un riesgo enorme si Francia reaccionaba. En su obra “Entre bastidores. De Versalles a Nuremberg”, Paul Schmidt (intérprete principal de Hitler) sostiene que escuchó decir al líder nazi que “Las cuarenta y ocho horas que siguieron a nuestra ocupación de Renania han sido las más emocionantes de mi vida. Si entonces los franceses hubiesen marchado sobre Renania, nosotros, avergonzados, habríamos tenido que retirarnos, pues las fuerzas de que disponíamos no hubieran bastado de ningún modo, ni siquiera para ofrecer una resistencia mediocre”.

En 1945, el propio general Heinz Guderian sostuvo que las fuerzas alemanas que ocuparon Renania no estaban preparadas para afrontar un choque militar con Francia, e incluso habían recibido instrucciones precisas del general Werner von Blomberg de retirarse si Francia lanzaba un contraataque.

Pero Francia, que desde el momento que decidió construir la “Línea Maginot” dejó en claro que abandonaba su estrategia ofensiva, si es que realmente tuvo alguna desde el fin de la Primera Guerra Mundial, se limitó (ante el desconcierto del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania) a reclamar ante el Consejo de la Sociedad de las Naciones, para entonces una organización depreciada. En otros términos, quedaba suficientemente claro que Francia se desentendía militarmente del espacio este europeo, donde, gracias a la habilísima diplomacia de Gustav Stresemann durante los años veinte, nunca se alcanzó un “Locarno” que lo resguardara.

Renania, por tanto, representó una “compuerta geopolítica” central durante los años treinta, puesto que implicó, por parte de una revisionista Alemania, volcar un interés político sobre un espacio crítico, decisión que posteriormente tuvo consecuencias trascendentales. En retrospectiva, acaso fue una situación que, de haberse tomado decisiones de fuerza, podía haber alterado el curso hacia la guerra.

Volviendo al comienzo de la IIGM, resulta interesante destacar los enfoques existentes, puesto que proporcionan una perspectiva más amplia respecto de aquello que Enrique Dussel ha denominado el “eurocentrismo de la modernidad”, esto es, hechos de importancia que tienen lugar en el mundo, pero que se “lateralizan” o incluso desdeñan por efecto de la fuerza hegemonizadora del centro euro-atlántico.

Desde esta lógica, sin duda que la IIGM se inició en setiembre de 1939; pero desde una perspectiva menos eurocéntrica y atendiendo a los historiadores asiáticos, la catástrofe se habría iniciado casi una década antes, en 1931, cuando los japoneses ocuparon y se anexaron parte de China, llevándose a cabo la primera traición decisiva de la Sociedad de las Naciones, invadiendo el país a gran escala en 1937.

Por su parte, en su voluminosa obra sobre la IIGM Antony Beevor no inicia la historia de la conflagración con la invasión de Alemania a Polonia el primero de setiembre de 1939, sino el 12 de mayo, cuando, tras casi tres años de tensiones y querellas fronterizas, un incidente en el este del Estado satélite soviético de Mongolia Exterior (en Nomonhan/Khalkhin Gol) precipitó la abierta confrontación militar entre la URSS y Japón. La guerra finalizó el mismo 31 de agosto de 1939, cuando el embajador japonés en Moscú recibió instrucciones de iniciar inmediatamente conversaciones con la URSS. Por sus trascendentales consecuencias, el conflicto bien puede considerarse otra de las “compuertas geopolíticas” (en tiempos de guerra) del siglo XX.

En efecto, la confrontación, que se inició por cuestiones casi estrictamente políticas-territoriales, tuvo como resultado que el derrotado Japón orientara sus intereses hacia las posesiones de los países europeos en la región del Asia-Pacífico, orientación que le permitiría a la URSS concentrarse en sus intereses en Europa (es decir, en las ganancias derivadas del pacto de no agresión de agosto de 1939 con Alemania) y, poco después, hacer frente a un (nuevo) reto externo a su supervivencia.

Respecto de estos enfoques no euroatlánticos sobre el verdadero inicio de la IIGM, es pertinente considerar las reflexiones del experto Rafael Poch-de Feliu: “En 1939, ni Londres ni Washington se opusieron al ataque japonés contra Mongolia (la batalla de Khalkhin Gol produjo más muertos que toda la campaña de la invasión alemana a Francia). Cuando Alemania ataca Polonia, la guerra tenía ya ocho años de historia en el mundo. El mundo de los dominios imperiales de Asia y África, donde la invasión, la crueldad y el racismo no contaban, mientras no colisionaran con los propios intereses”.

Volviendo a 1939, el historiador Gerhard Weinberg nos proporciona datos categóricos en relación con el inicio de la guerra ese año estratégico del siglo. Para este autor, los hechos proporcionan suficiente respaldo: considera que, si bien son importantes los acontecimientos de Manchuria en 1931, o la invasión de Italia en Abisinia, o el estallido de la guerra civil española en 1936, o el comienzo de las hostilidades abiertas entre Japón y China en 1937. En los términos de Weimberg, “El punto de vista que adoptamos aquí es que esos fueron conflictos de un tipo diferente. Las dos fechas relativas con Asia oriental marcan la reanudación de los impulsos expansionistas locales de Japón; la operación en el África nororiental fue la reanudación de la expansión colonial de Italia; la guerra civil española empezó y siguió siendo hasta el final un conflicto limitado a las fronteras de ese país. Aunque en todos estos casos otras potencias proporcionaron ayuda a uno u otro bando, en ninguno participaron de forma abierta más países que los directamente involucrados (…) Aunque en 1939 la guerra comenzó en Europa, la confrontación tuvo desde el principio aspectos mundiales e involucró a una gran cantidad de países”.

Otra de las observaciones pertinentes sobre la IIGM es la relacionada con las implicancias de la muerte de uno de los nazis más temibles e influyentes.

Reinhard Heydrich era el hombre más poderoso de las SS y el más temido de la Europa ocupada por Alemania, particularmente en Bohemia y Moravia, donde se desempeñaba implacablemente como “viceprotector” del Reich.

Heydrich era un experto en tareas sucias; acaso su mejor obra fue urdir el plan para convencer a Stalin de que el mariscal Mijail Tujachevsky, uno de los militares más competentes de la URSS, conspiraba contra él: en la purga de 1937 Tujachevsky fue eliminado. De este modo, Alemania alcanzó un resultado altamente favorable en relación con sus intenciones de predominancia en una futura guerra, puesto que logró se eliminara a uno de los militares soviéticos más aptos para dirigir una eventual guerra contra Alemania, la que años después ocurrió.

Pero existe una hipótesis poco conocida en relación con el atentado mortal que comandos checos entrenados por los británicos perpetraron contra el “Reichsprotektor” en mayo de 1942.

En su libro sobre sobre Heydrich, el escritor francés Laurent Binet expone un testimonio de Helmut Knochen, comandante en jefe de la seguridad en Francia. Según éste, en París Heydrich le había manifestado que era necesario lograr una paz de compromiso porque en ningún caso Alemania podría ganar la guerra.

Siempre según Knochen, que hacia el final de su larga vida continuó afirmando esta revelación, Heydrich planeaba derrocar a Hitler a fin de lograr aquel objetivo; pero Churchill no estaba dispuesto a aceptar una paz de compromiso con una Alemania geopolíticamente expandida ni ser privado de derrotar a Hitler. De allí el título de una de las obras más interesantes sobre uno de los estadistas emblemáticos durante la contienda, La guerra de Churchill, del británico Max Hastings.

En breve, los británicos habrían apoyado a los checos porque temían que el perspicaz Heydrich apartara a Hitler y salvara al régimen nazi por medio de una paz de compromiso, situación que, desde la perspectiva del “realismo ofensivo”, hubiese implicado para Alemania (que en 1942 conservaba el equilibrio a su favor, aunque sus fuerzas casi habían llegado al máximo de su avance) la obtención de ganancias de poder frente a la peor de las perspectivas en un estado de guerra: derrota nacional, rendición incondicional y ocupación internacional, que fue  finalmente la suerte corrida por Alemania en 1945.

Finalmente, la predominancia del eurocentrismo también ha estampado una “cartografía mental” relativa al Occidente como el espacio donde se desarrollaron eventos mayores que condujeron a la decisión y el final de la guerra.

En relación con esto último, si solamente consideráramos que los dos países que más bajas sufrieron como consecuencia de la guerra no fueron países de Europa Occidental sino de Eurasia y Asia (la Unión Soviética y China, 26 millones y 12 millones, respectivamente), seguramente nos replantearíamos algunas de nuestras certidumbres acerca de los eventos militares decisivos.

Sin duda que acontecimientos como los desembarcos en Sicilia, Italia continental en 1943 y Normandía en 1944 fueron determinantes en el rumbo de la guerra: se trata de episodios grandemente conocidos precisamente por ello. Pero los acontecimientos que tuvieron lugar en el frente oriental fueron más decisivos y es muy posible que se tenga menos certidumbre sobre ellos, más aún en cuanto a la planificación central de las operaciones, tecnologías, aplicación táctica, inteligencia, etc. 

Solamente a modo comparativo en relación con los acontecimientos en un frente y en otro, consideremos las siguientes cifras extraídas de un reciente trabajo de Michael Jones: “En los estadios iniciales de la batalla de Kursk, del 5 al 13 de julio de 1943, 69.000 soldados del Ejército Rojo habían muerto, los habían apresado o bien habían desaparecido en combate. En la contraofensiva soviética de Orel, en julio y a principios de agosto, cayeron 113.000 soldados rusos. Y las acciones contra Belgorod y Jarkov, que cerraron la campaña, sumaron otros 72.000. El total de 271.000 bajas en el Ejército Rojo llama mucho la atención si lo comparamos con las cifras de bajas de la “Operación Husky”, la invasión aliada a Sicilia, del 10 al 17 de agosto. Allí las fuerzas estadounidenses contabilizaron 2.572 muertos y 1.012 desaparecidos y prisioneros; los británicos sumaron 2.721 muertos y los canadienses, 562. El infierno del frente oriental era incomparablemente peor que cualquier otro escenario de guerra”.

La caída de la Unión Soviética fue un factor que coadyuvó a que salieran a luz materiales inéditos y, por tanto, se ampliaran sensiblemente los conocimientos sobre la guerra nazi-soviética, “la guerra del siglo XX”, como bien la denominó Ian Kershaw. Pero, aun así, no deja de sorprender lo desconocida que resulta en Occidente esta verdadera confrontación de exterminio.

Ante todo, es necesario recordar que el este europeo era el espacio ambicionado por Hitler. En su libro Mi lucha, Hitler no deja duda acerca de ello; apenas inicia su capítulo sobre “Orientación política hacia el Este”, advierte: “La política exterior del Estado racista tiene que asegurarle a la raza que abarca ese Estado los medios de subsistencia sobre este planeta, estableciendo una relación natural, vital y sana entre la densidad y el aumento de población, por un lado, y la extensión y la calidad del suelo en que se habita, por otro. Sólo un territorio suficientemente amplio puede garantizar a un pueblo la libertad de su vida […] Nosotros, los nacionalsocialistas, hemos puesto deliberadamente punto final a la orientación de la política exterior alemana de anteguerra. Ahora comenzaremos allí donde hace seiscientos años se había quedado. Detenemos el eterno éxodo germánico hacia el sur y el oeste de Europa y dirigimos la mirada hacia las tierras del este. Cerramos al fin la era de la política colonial y comercial de la anteguerra y pasamos a orientar la política territorial alemana del porvenir”.

Esta visión geopolítica de Hitler en relación con el territorio del este del continente ha sido uno de los elementos que más ha contribuido a presentar a Hitler como un neto líder revolucionario, un “Raumpolitiker”, un político del territorio según Weinberg; sin embargo, se suele omitir que la idea de conquista de un gran espacio alemán provenía de mucho antes del ascenso del nazismo al poder.

En su detallado trabajo sobre la administración del imperio nazi en el espacio del este, Mark Mazower, siguiendo estudios del historiador británico Lewis Namier, dicha idea se remonta a 1848, a la misma Paulskirche de Frankfort, una asamblea nacional alemana que abarcó diversas cuestiones entre las que se destacó la necesidad de una patria unificada “cuya superioridad cultural y económica atraería irresistiblemente a los polacos, a los checos y a otros eslavos; hablaron sobre un dominio que se extendería desde el Báltico hasta el sureste de Europa”.

En esta línea, Bismarck representó la unidad alemana; no obstante este logro estratégico mayor, el maestro del mejor realismo alemán es visto como un líder que se contentó con una “Pequeña Alemania”, se acercó mucho a Rusia y renunció a toda marcha hacia el este. Pero después de la IGM se retomó el interés por el espacio del este, hasta que finalmente en 1941 se procedió a materializar la concepción de una “Gran Alemania”.

Como Gran Bretaña y Francia habían garantizado la independencia de Polonia, la guerra con Alemania fue inevitable; pero Europa Occidental no era el escenario considerado por Hitler en materia de conquista y colonización. Más todavía, en sus memorias Albert Speer, una de las personas más cercanas a Hitler, asegura que después del 3 de setiembre Hitler demoró un tiempo en tomar conciencia de que había desatado una guerra de escala en Europa: estaba seguro que Gran Bretaña y Francia eran potencias decadentes y pusilánimes (repetía que había reparado en sus “blanduras” durante el “Pacto de Múnich”) como para iniciar una gran guerra; estimaba que, en todo caso, iniciarían un gran bloqueo económico.

Richard Overy sostiene que aquí se plantea una de las principales dificultades de la guerra: “Establecer si Hitler buscaba una guerra local contra Polonia en 1939, como siempre dijo, o si decidió en algún momento de ese año volverse hacia el oeste y librar una guerra europea general”.

Como sea, considerando los verdaderos propósitos de Hitler, acaso podemos decir que la contundente ofensiva de Alemania en el frente occidental tuvo un carácter casi “anti-geopolítico”, es decir, el régimen decidió avanzar sobre espacios que no se relacionaban (mayormente) con su interés nacional y su necesidad de autosuficiencia. Más todavía, dicho carácter “anti-geopolítico” acaso implicó minimizar (no despreciar) al actor de mayor visión geopolítica, Gran Bretaña, tal vez porque nunca había sido un objetivo militar de Alemania e incluso el país con el que hasta último momento Hitler creyó posible alcanzar algún tipo de acuerdo.

Pero en abril de 1940 Alemania invadió Noruega, un país clave geoeconómica y geopolíticamente, y aquí algunos expertos encuentran uno de los “momentos en los que Hitler perdió la guerra”: la Kriegsmarine enfrentó una tenaz resistencia por parte de Noruega (que causó el hundimiento del principal acorazado alemán), al tiempo que perdió destructores debido a los ataques de los navíos británicos. Pero en Noruega no solamente se afectaron recursos que podían haber sido útiles en una invasión a Gran Bretaña través del Canal de la Mancha, sino que el acontecimiento produjo el alejamiento de Chamberlain y el nombramiento de Winston Churchill, uno de los pocos realistas británicos que (ya desde antes de 1933) había considerado y advertido seriamente en relación con las intenciones revisionistas de Hitler, como bien lo documenta en su temprana y reconocida obra “La Segunda Guerra Mundial”.

Acaso resulte interesante u original destacar que, si bien siempre se asociará a Chamberlain con la política de apaciguamiento, hay quienes no colocan al líder británico entre “los políticos débiles que hicieron posible el camino a la guerra”.

Por caso, en su imprescindible trabajo La Segunda Guerra Mundial. Objetivos de guerra y estrategia de las grandes potencias, Andreas Hillgruber, sostiene que la política de apaciguamiento, mantenida desde 1937, “no nacía de una debilidad moral frente a la actitud antidemocrática de las dictaduras, sino que era una secuencia de una política realista según la cual Gran Bretaña, al ser una potencia mundial ‘aventajada’ y no hallarse, en absoluto, a la altura de las exigencias planteadas por la amenaza en tres zonas de tensión (al este de Asia, la zona del Mediterráneo y Europa), necesitaba urgentemente la paz para que no se disgregara, al menos durante un tiempo […] su imperio mundial cuyos principales puntos neurálgicos eran la India y el mundo árabe; en cambio, cualquier nueva gran guerra aceleraría el proceso de disolución del Imperio, iniciado en la guerra de 1914-1918”.

Pero el momento estratégico de la derrota de la Alemania nazi tuvo lugar en el escenario oriental ante la Unión Soviética, el actor que Hitler ansiaba convertir en “un lejano y pequeño país del Asia”.

En su excelente trabajo Por qué ganaron los aliados, Richard Overy sostiene que, efectivamente, el teatro de operaciones decisivo estuvo en el frente oriental: “Cuesta ver cómo habría derrotado el mundo democrático al nuevo imperio alemán sin la resistencia soviética, como no fuera sentándose a esperar que se inventaran las armas atómicas. La gran paradoja de la IIGM es que la democracia se salvó gracias a los esfuerzos del comunismo”.

Como habíamos destacado anteriormente, en términos geopolíticos el este era el espacio ambicionado por Hitler. Suele atribuirse a los geopolíticos alemanes haber estimulado esa apetencia; sin embargo, si bien es cierto que la geopolítica (nacida en tiempos de la unidad de Alemania) implicaba una lógica de incremento de poder nacional en base a la obtención de espacio vital (nadie como los geopolíticos alemanes, comenzando por Friedrich Ratzel y Karl Haushofer, lo comprendían y defendían en dichos términos), quizá no sea un dato demasiado conocido que después dela IGM existió una confluencia de concepciones geopolíticas entre expertos alemanes y rusos que parecía estar detrás del acercamiento y la cooperación (a partir del Tratado de Rapallo en 1922) entre los dos derrotados y parias en “La gran Guerra” (1914-1918).

Pero mientras los verdaderos geopolíticos alemanes y rusos, K. Haushofer y  P. Savitski, por citar a dos de los más importantes, consideraban que era vital la complementación entre los países y desestimaban conceptos como unidad de la sangre y el suelo, los “geopolíticos orgánicos” del nazismo urdían explicaciones que justificaran sus necesidades de espacios; por caso, sosteniendo lo que bien podría denominarse “equilibrio de colonialismos”, es decir, así como las potencias europeas habían colonizado África siguiendo una geopolítica de cuño “civilizacional”, para usar el término de John Agnew, Alemania podía hacer lo propio en relación a los espacios habitados por “razas inferiores”, según la expresión de Alfred Rosemberg (quien luego sería ministro de los Territorios Ocupados).

“Intoxicadas por las fáciles victorias obtenidas sobre los ejércitos de Europa Occidental”, como lo expresara el mariscal Georgi Zhúkov, y prácticamente sin evaluar “hipótesis de fracasos” en función de “los usos de la historia”, particularmente “la derrota de Napoleón en Rusia” (para expresarlo en las mismas palabras con que se titula la imprescindible obra de Philippe-Paul de Ségur publicada en 1824),  ni considerar las serias (y repetidas) advertencias del Jefe de la Oficina para la Economía Armamentística de la Wehrmacht, general Thomas, relativas con las dificultades logísticas que enfrentarían los soldados una vez que se adentraran en la inmensidad del espacio ruso, en junio de 1941 tres millones de soldados alemanes iniciaron la “Operación Barbarroja”.

En principio, casi no había duda sobre los resultados de la operación: acaso considerando el pésimo desempeño de las fuerzas soviéticas en la guerra contra Finlandia, según la misma inteligencia británica en menos de dos semanas Hitler lograría la decisión; los más pesimistas estimaban poco más de sesenta días. Pero el tiempo fue pasando y lo que en principio fue una invasión se transformó en una campaña, la peor de las situaciones para todo agresor externo, con todos los inconvenientes relativos al abastecimiento y las provisiones que ello implicaba.

Suele ser un lugar habitual la referencia sobre la táctica de tierra arrasada por parte de los rusos. Sin embargo, si bien históricamente la profundidad del país ha sido un activo muy utilizado por sus gobernantes ante invasiones del exterior, la ofensiva fue la estrategia clave de la URSS ante los soldados alemanes, sobre todo a partir de los últimos meses de 1941, el momento decisivo para Moscú y para la misma suerte de la IIGM.

En 1812 los soldados de Napoleón vencían una y otra vez a los rusos, pero ello no conducía a nada, ni siquiera cuando tomaron Moscú. Pero en 1941 la caída de Moscú hubiese significado un golpe prácticamente decisivo. Por ello, es importante recordar que durante aquellos meses de 1941 hubo sitios y confrontaciones que tuvieron un significado estratégico de escala: en octubre de 1941 el general Guderian recibió la orden de tomar Tula, un sitio del que se casi no se sabe nada, pero cuya defensa por parte de la URSS resultó crítica para que no cayera la capital. Más todavía, el fracaso de Guderian (que en su obra Panzerleader reconoce el impacto determinante que causó en Tula la aparición del tanque soviético T-34) hizo que la contraofensiva lanzada por Stalin el 5 de diciembre fuera más contundente. Se trató de la primera gran derrota de Alemania. Para entonces, la “vencedora” URSS había perdido varios millones de soldados.

Hubo otros dos escenarios de decisión mayor en el frente oriental no siempre considerados en su verdadera dimensión: Stalingrado y Kursk.

En su gran novela Vida y Destino, Vasili Grossman, un testigo directo de los acontecimientos en el frente oriental, sostiene que la victoria de la URSS en Stalingrado, lograda hacia principios de 1943, determinó el resultado de la guerra. Es posible que ello haya sido así, puesto que, tras una prolongada confrontación de exterminio, más de 300.000 alemanes de la Wehrmacht quedaron en un “Kessel” o cerco listos para ser aniquilados. Pero fue en Kursk, en julio de 1943, donde se dio la batalla decisiva de la IIGM: cerca de tres millones de hombres, más de cinco mil tanques/cañones de asalto, veinte mil cañones, morteros/lanzaderas de cohetes, más de ocho mil aviones, etc., encendieron el denominado “saliente de Kurks”, según datos que nos proporcionan autores como David Glantz y Jonathan House en su imprescindible y minuciosa obra Choque de colosos, o Roman Töppel en una obra reciente.

La victoria de los soviéticos fue contundente, y, tras Kursk, el avance del Ejército Rojo constituyó la primera ofensiva estival desde que comenzó la guerra con Alemania. No obstante, aún en una fecha avanzada de la guerra como la segunda mitad de 1944 no se había logrado una victoria soviética concluyente: no fue hasta la “Operación Bagration” (Bielorrusia), entre junio y agosto de ese año, el equivalente oriental a la operación occidental en Normandía, cuando las fuerzas soviéticas destruyeron al ejército alemán del centro y el camino hacia Berlín entonces quedó más despejado.

De todos modos, Kursk fue la clave de bóveda en relación con la decisión militar en el frente del este. Como sostiene Richard Overy: “La victoria soviética en Kursk, donde había tanto en juego, fue la más importante de la guerra. Puede equipararse con las grandes batallas del pasado, Sedán en 1870, y Borodino, Leipzig y Waterloo en la época de Napoleón. Fue el momento en que la iniciativa pasó al bando soviético”.

Hoy casi nadie considera que Hitler haya tenido como propósito alcanzar un imperio mundial. Su ambición geopolítica mayor, acaso “la ambición geopolítica del siglo”, fue, una vez rechazado un plan de arrebatar Ucrania a la URSS como solución de los problemas relativos con el “Lebensraum” (“espacio vital”), imperar en el vasto espacio del este de Europa a fin de hacer viable la vieja idea de una “Gran Alemania”. Es posible que tras semejante objetivo Europa Occidental fuera considerada, pero solamente en relación con eliminar toda esperanza de Gran Bretaña de contar con la URSS para derrotarlo, una clásica técnica de maximización de poder interestatal.

Sin restar importancia a las operaciones y frentes en el sector occidental de Europa, donde, como bien sostiene Weinberg los Aliados se encontraban librando una guerra en múltiples frentes, el este fue el verdadero y más encarnizado escenario de la guerra. En el este Alemania sufrió la mayor cantidad de bajas, y fue en el este donde se produjeron las batallas decisivas: cuando la URSS había logrado la decisión y se encaminaba hacia la obtención de la rendición de Alemania, aún no se había realizado el desembarco en Normandía. Cuando la URSS había logrado la victoria en la batalla de todas las batallas, Kursk, 1943, donde como se sostuvo participaron tres millones de soldados, recién se realizó la Conferencia de Teherán (entre Stalin, Churchill y Roosevelt), cuyo tema central fue la apertura de un segundo frente en Europa Occidental.

Por último, por demás interesante resulta el análisis que realiza el historiador británico Andrews Roberts en relación con las posibilidades que tuvo Alemania de alcanzar la victoria si otras hubieran sido las decisiones tomadas. Para este autor, Hitler cometió una pluralidad de desaciertos, desde haber iniciado las hostilidades cuando todavía en las tres fuerzas restaban tres o cuatro años para completar el poderío militar hasta extraer lecciones equivocadas de la Guerra de Invierno de los rusos contra Finlandia, pasando por la declaración de guerra a los Estados Unidos tras Pearl Harbour, etc. Pero el gran error de la Alemania nazi fue lanzar la Operación Barbarroja en junio de 1941.

En palabras del citado autor:

“Considerando que Rommel había tomado Tobruk y llegado a unos 96 kilómetros de Alejandría en octubre de 1942 con las 12 divisiones del Áfrika Korps, una fracción de la fuerza lanzada contra Rusia hubiera debido barrer a los británicos de Egipto, Palestina, Irán e Irak mucho antes de lo previsto. Tomar El Cairo habría abierto cuatro brillantes perspectivas: en concreto, la captura con relativa facilidad de los casi indefensos campos petrolíferos de Irán e Irak; la expulsión de la Royal Navy de Alejandría, su mayor base en el Mediterráneo; el cierre del Canal de Suez a los barcos aliados; y la posibilidad de atacar India desde el noroeste, como amenazaba hacer Japón desde el nordeste. Estacionados en Oriente Próximo, los alemanes podrían haber cortado el suministro de petróleo a Gran Bretaña, además de constituir una amenaza contra la India británica desde el oeste, y contra la Unión Soviética y el Cáucaso desde el sur. Aunque Gran Bretaña hubiera seguido combatiendo desde las metrópolis del Reino Unido, Canadá e India, importando el petróleo de Estados Unidos, toda amenaza británica al flanco sur hubiera desaparecido”.

Hitler hubiera podido escoger el momento para la invasión de Rusia desplazando al Grupo de Ejércitos del Sur unos cientos de kilómetros, de Irak a Astracán, en vez de los 1600 kilómetros que tuvo que recorrer en 1941 y 1942. Tomando en consideración hasta qué punto Stalin desechaba la idea de que Hitler lo atacara en 1941 (a pesar de los 80 informes de inteligencia de docenas de fuentes no relacionadas entre sí de todo el mundo, algunos de los cuales indicaban la fecha del inicio, que le informaban que Barbarroja era inminente), no hay razón para pensar que la URSS habría estado mejor preparada el verano de 1942, o en 1943, de lo que estaba en 1941. El Grupo de los Ejércitos del Sur debió tomar el Cáucaso desde el sur y no desde el oeste. Marchando entre los mares Caspio y Negro, una invasión alemana desde el Cáucaso y el sur de Rusia habría aislado a Europa de sus suministros no siberianos de petróleo. Como señaló Frederick von Mallenthin respecto de El Alamein, una división motorizada sin combustible no es más que chatarra”.

La batalla de Berlín fue la última de la guerra total de 1939-1945 en Europa. Se trató del último esfuerzo alemán antes de que el almirante Karl Dönitz, designado presidente de Alemania el día que Hitler se quitó la vida, ordenara la rendición incondicional en la noche del 8 al 9 de mayo.

En su imprescindible obra Berlín. La caída: 1945, Antony Beevor proporciona detalles notables sobre la dura confrontación soviético-alemana. Las fuertes líneas de defensa que se habían dispuesto prolongaron durante dos semanas el asalto final al Reichstag iniciado hacia mediados de abril en las colinas de Seelow.

Cuando se cumplen 84 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, es pertinente recordar brevemente acontecimientos decisivos de esa conflagración total, el acontecimiento más trascendente del siglo XX, sobre todo cuando como nunca antes disponemos de tantas autorizadas referencias y fuentes.

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.

 

Textos utilizados y lecturas sugeridas (en español)

Albert Speer, Memorias, El Acantilado, 2001.

Andreas Hillgruber, La Segunda Guerra Mundial. Objetivos de guerra y estrategia de las grandes potencias, Alianza Universidad, Madrid, 1995.

Andrew Roberts, La tormenta de la guerra. Nueva historia de la Segunda Guerra Mundial, Siglo XXI de España Editores, 2012.

Antony Beevor, La Segunda Guerra Mundial, Pasado & Presente Barcelona, 2012.

Alexandr Werth, Rusia en la guerra 1941-1945, Ediciones Grijalbo, México, 1968.

Alan John P. Taylor, Los orígenes de la Segunda Guerra Mundial, Ediciones Sieghels, Buenos Aires, 2015.

David Glantz, Jonathan House, Choque de colosos. La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler, Desperta Ferro Ediciones, Madrid, 2017.

Friedrich Paulus, Stalingrado y yo, La Esfera de los Libros, Madrid, 2017.

Gerhrard L. Weinberg, La Segunda Guerra Mundial. Una historia esencial, Crítica, Barcelona, 2016.

Gerhard L. Weinberg, Un mundo en armas. La Segunda Guerra Mundial: una visión de conjunto, Grijalbo, Barcelona (dos volúmenes), 1995.

Georgi Zhukov, Grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial, Ediciones Península, Barcelona, 2009.

Giles MacDonogh, Hitler 1938. El año de las grandes decisiones, Crítica, Barcelona, 2010.

Henry Kissinger, Diplomacia, Fondo de Cultura Económica, México, 1998.

Iván Kónev, El año 45, Editorial Progreso, Moscú.

Jacques Robichon, Grandes dossiers del III Reich, Ediciones G.P., Barcelona, 1971.

John Luckacs, Junio de 1941. Hitler y Stalin, Fondo de Cultura Económica, México, 2008.

Laurence Rees, Una guerra de exterminio. Hitler contra Stalin, Memoria Crítica, Barcelona, 2006.

Laurent Binet, HHhH (Himmlers Hirn heisst Heydrich), Seix Barral, Buenos Aires, 2012.

Lidell Hart, Historia de la Segunda Guerra Mundial, Luis de Caralt, 1970.

Michael Jones, El trasfondo humano de la guerra. Con el ejército soviético de Stalingrado a Berlín, Memoria Crítica, Barcelona, 2012.

Mark Mazower, El imperio de Hitler, Crítica, Barcelona, 2008.

Max Hastings, La guerra de Churchill. La historia ignorada de la Segunda Guerra Mundial, Crítica, Barcelona, 2012.

Norman Stone, Breve historia de la Segunda Guerra Mundial, Ariel, Barcelona, 2013.

Philippe-Paul De Ségur, La derrota de Napoleón en Rusia, Duomo Ediciones, Barcelona, 2010.

Richard Overy, Al borde del abismo. Diez días que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, Tusquets, Barcelona, 2010.

Roman Töppel, Kurks 1943. La batalla más grande de la Segunda Guerra Mundial, Ediciones Salamina, España, 2018.

Vasili Grossman, Vida y destino, Círculo de Lectores, España, 2007.

Williamson Murray y Allan R. Millett, La Guerra que había que ganar, Crítica, Barcelona, 2002.

Winston Churchill, La Segunda Guerra Mundial, La Esfera de los Libros, Madrid, 2004.

 

Artículo publicado el 01/09/2023 en Abordajes.blogspot.com, http://abordajes.blogspot.com/