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CASTILLOS DE NAIPES

F. Javier Blasco*

Se dice que no hay una cosa más inestable que un castillo montado con naipes; de hecho, es precisamente su elevado grado de dificultad para mantenerlos en equilibrio lo que les hace más atractivos a aquellos que tratan de establecerlos y conservarlos erguidos en pie durante un largo periodo de tiempo, mientras siguen pudiendo agregar nuevos elementos al mismo. Inestabilidad, que como es lógico, aumenta a medida que el castillo va adquiriendo mayor altura y se agranda por ensanchamiento con la consiguiente la complejidad para mantener el balance en sus diferentes estadíos.

Silogismo que viene a cuento para comparar el mundo en su estado actual y el empeoramiento de su estabilidad, a medida que los problemas se ensanchan, agravan y aparecen nuevos o más agresivos protagonistas o amenazas que producen movimientos telúricos y situaciones equivalentes a auténticos vendavales, quienes incrementan la posibilidad de echar por tierra todo el trabajo y el esmerado esfuerzo que nos llevó a construirlo hasta adoptar dimensiones más que respetables.

Todo apuntaba a que, tras las dos grandes guerras mundiales del pasado siglo, la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, el mundo salvo honrosas, aunque graves excepciones, fácilmente se libraba de graves espantos y de fuertes amenazas, capaces de poner en peligro su continuidad, estabilidad y progreso.

Vivía volcado hacia un espacio y ambiente mucho más sano, menos perjudicial para la salud humana y obsesionado con el cuidado de la naturaleza, los amplios tintes democráticos y enfocado a una seria y fuerte cooperación internacional. Todo ello, unido a otros factores de aparente «buena voluntad» apoyaba la estabilidad política y económica mundial a base de unos, en principio, serios y férreos controles y contrapesos que, convenientemente y casi de forma automática, se aplicaban para evitar caer en errores pretéritos, ya conocidos, bien definidos, estudiados y enmarcados.

El falso, aunque efectivo equilibrio bipolar, mantenido durante casi toda la guerra fría, parecía haber funcionado a la perfección. Nadie osaba asomar su patita al mundo externo y menos a irrumpir en la arena internacional de forma abrupta, con ganas de bulla o creando dificultades que pusieran en peligro la estabilidad, aparentemente ideada y acordada por los principales protagonistas internacionales (los vencedores de la II GM), quienes directa e indirectamente, vigilaban celosos que aquello no ocurriera.

Los EEUU habían tomado el testigo de la egida mundial, marcaban los tiempos a todos e incluso imponían sus sanciones de diverso tipo a los que osaban descarriarse, amparados en una especie de acuerdo y área de confort que la Comunidad Internacional (CI) se había marcado, creado —mediante leyes, usos, costumbres, reglamentos, tratados y convenciones marcados y legislados por los mencionados protagonistas principales y aceptados por el resto sin rechistar— y repartido para vivir en paz y a gusto. Gracias, sobre todo, a un desarrollo sectorial y regional que, empleando todos los medios y condiciones posibles, daba paso de forma «controlada» a nuevos actores al escenario mundial.

Un escenario que, por momentos, comenzaba a tomar una excesiva forma y altura; y por ello, empezaba a estar demasiado recargado para sobrevivir con aquella «acordada paz y armonía» sin que nadie le pisara los cayos al vecino con el que compartía espacio, aspiraciones y necesidades.

Pero aquello no podía durar para siempre, tal y como ocurre con todo lo que es complejo y hecho por la mano o la voluntad del hombre tiende a empeorar hasta llegar a desaparecer. Cada vez era más grande y voluminoso en peso y contenidos a soportar; pronto comenzaron las fricciones de baja intensidad, las aspiraciones refrenadas durante muchos años y las ganas de aparentar en muy marcados personalismos; tanto, que se llegó a un momento en el que cualquier amenaza interna o influencia externa podría poner en peligro la prometida y falsamente esperada, deseada e inquebrantable estabilidad.

Podemos decir que la inestabilidad que actualmente se cierne y acosa a la paz y al desarrollo mundial no se debe a un solo factor o actor, sino a la suma de varios de ellos, que, de forma sucesiva o simultánea, han ido apareciendo en escena y entrando en acción sin que la propia CI se diera cuenta; o si lo hacía, por falta de voluntad o por no contar con las herramientas y actores necesarios para una situación tan compleja, no puso sobre la mesa los precisos remedios y cortafuegos para remediarlo.

Diversos personajes, aparentemente inofensivos y no tanto, fueron adquiriendo un protagonismo mayor. Las pocas o ninguna reacción de la CI para impedírselo les hicieron sentirse más seguros, confortables y convencidos de que su protagonismo no tendría límite a nivel local, para pasar al regional y hasta lograr el mundial.

En algunos casos, se ha ido permitiendo emerger —con total impunidad— a varios países claramente amenazantes debido a la ideología de sus dirigentes, a sus capacidades económicas y militares alcanzadas y varios de ellos, por basarlas en las posibilidades de sus actuales o potenciales armas nucleares, aún a pesar de todo lo legislado en contra de que eso fuera factible.

Hoy en día se han convertido en irrefrenables las ansias de poder de demasiados alocados dirigentes, así como su necesidad de expansión para ocupar los espacios que reclaman como suyos, por necesidades propias o por haber pertenecido a sus ancestros más o menos recientes, junto con las capacidades de destrucción que les otorga el armamento sofisticado y fundamentalmente el nuclear.

Aunque parezca una exageración, creo firmemente que la CI es claramente inconsciente de lo que se nos viene encima y me da la sensación que pretendemos seguir viviendo mirando para otro lado, como si no sucediera nada en nuestro entorno, político, regional, militar y económico.

El 11-S marcó un claro punto de inflexión en la política internacional por el quebranto directo del área de confort de una sociedad civil demasiado acomodada a vivir bien, ajena a los peligros y que había dejado en manos de voluntarios y cuasi mercenarios su propia seguridad.

Dichos atentados arrastraron a la CI en su conjunto a Afganistán, en una guerra de capacidades y medios nunca vista, para luchar contra una ideología y un terreno que ya repetidas veces nos ha mostrado su hostilidad y posibilidad real de doblegar las voluntades de ejércitos poderosos que, tras años de sangrientas y costosas luchas, se vieron forzados a salir de allí con el rabo entre las piernas; y esta vez, tras muchos años de encarnizadas luchas volvería a ocurrir, a pesar de la magnitud de las fuerzas desplegadas y el número de países implicados en las coaliciones que se formaron para luchar allí.

De nuevo y de forma más vergonzosa todavía que lo que recientemente había ocurrido en Irak, hace un año, tuvimos que salir de forma ignominiosa y execrable de Afganistán, dejando atrás un elevado número y casi indefinido de toneladas de material militar, miles de bajas propias previas para nada y cientos de miles de colaboradores que creyeron en nosotros y que aún continúan siendo perseguidos por los talibanes por su apertura y servilismo a países y civilizaciones alejadas del islam y de sus leyes derivadas.

Deshonrosa salida que constantemente ha sido precedida por los terribles mazazos dados por el terrorismo yihadista en todos los continentes, sin excepción. Mazazos ocurridos gracias a su recuperación actual, por haberles dejado el suficiente espacio y los medios para hacerlo y por la manía que tienen los presidentes norteamericanos de lavar sus propias culpas asesinando a sus máximos dirigentes, aún a sabiendas, que los sucesores de los asesinados tardan horas en hacerse con el poder y el control del movimiento y suelen ser más sanguinarios que los que les precedieron, por lo que seguirán amenazando al «mundo civilizado».

Los nuevos líderes mundiales, aquellos que dirigen los resortes de la CI, se encuentran cientos de millas alejados de lo que debe ser un líder con capacidad de mandar y por supuesto, no están preparados para llevar a sus pueblos y organizaciones en las que se encuadran, a buen puerto. Al mismo tiempo, y como consecuencia de sus distracciones personales y pretensiones internas, permiten de forma ignominiosa, que tiranos como Putin, Xi Jinping, Kim Jong un, Erdogan, numerosos pececillos sátrapas comunistas a los mandos en países del Centro y Sudamérica, así como gran parte de África, Asia y de entre muchos países árabes mantengan en vilo a la propia CI y sin capacidad de reaccionar para mantenerlos a raya.

Un claro ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior, es la increíble guerra de Ucrania, en la que un auténtico y enfermizo sátrapa está llevando a un pueblo a su ruina u muerte; y a su territorio a ser dejado como un solar, ante los ojos y la pasividad perversa e inhumana de unos dirigentes y organizaciones que solo piensan en cómo mantenerse en sus cómodos sillones y, a lo sumo, en hacer frente a las crisis económicas y energéticas que se avecinan, que en cuestión de semanas dejaran paralizada a Europa y muy tocados a los Estados Unidos.

Una CI incapaz de doblegar a Putin, que ofrece al pueblo ucranio «ropas de abrigo» en pleno verano, en lugar de las armas que precisa y que nada más que lleguen los primeros fríos este otoño, con mucha probabilidad, forzaran a Ucrania a firmar una más que vergonzosa paz, a cambio de que los flujos de los carburantes vuelvan a fluir con toda normalidad hacia Europa.

Pienso que el futuro de este castillo de naipes, descrito lo más brevemente posible, no es nada halagüeño; no solo lo hemos construido demasiado enorme y endeble; además, no le hemos dotado de las herramientas y apoyos que realmente necesita para hacerse valer de verdad y, finalmente, la política —falsamente atribuida al avestruz de esconder la cabeza frente al peligro— es practicada a diario por demasiados dirigentes que en franca descomposición y hasta algunos se encuentran de vacaciones a costa del erario público, mientras todo a su alrededor —interna y externamente— se desmorona.

Hemos llegado muy adelante, demasiado; la situación no se arreglará con Decretos Leyes como denominamos en España a las auténticas alcaldadas de los gobernantes, ni con Órdenes Ejecutivas al más puro estilo «USA», sacadas todas ellas de la chistera y firmadas con tan solo unos pocos o ningún minuto de reflexión. Mucho me temo, que esta vez no serán suficientes y lo pasaremos muy mal.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

 

CONSEJOS VENDO Y PARA MI NO TENGO

F. Javier Blasco Robledo*

Refrán castellano generalmente usado para recriminar a quien suele pasarse la vida dando, e incluso hasta imponiendo consejos como tales, o las mal llamadas «recomendaciones» a los demás, pero que, sin embargo, no los toman o aplican para sí mismos; suelen auto exculparse de su cumplimiento o, a pesar de sus constantes y poco afortunadas incursiones en determinadas competencias, que les son ajenas, difícilmente, saben resolver sus propios problemas.

Es un hecho bien sabido y altamente conocido que el mundo, por unos motivos o por otros, está en manos de un plantel de políticos, poco o nada afortunados, que no se encuentran a la altura de las circunstancias ni cuentan con las capacidades necesarias para la resolución rápida o la menos eficiente de las crisis y los grandes problemas que nos rodean y acosan. Hecho este, que se agrava en España, donde, por desgracia para los españoles, cuentan con un gobierno incompetente, anclado en el pasado, revanchista y totalmente vendido al albur y los caprichos de los peores enemigos internos de España por la necesidad que tiene de contar con el apoyo o el beneplácito de éstos hasta para ir al retrete.

Con bueyes como esos debemos atravesar una larga y pesada caminata por un desierto lleno de continuos peligros derivados de su mala política, los constantes bandazos y cambios de criterio, las imposiciones más que arbitrarias y orientadas a los aspectos que satisfagan y no enfaden a sus «colegas» de legislatura y al continuo y alegal retorcimiento de la ley, el inherente poder de las instituciones y la auténtica legalidad y moralidad de sus actuaciones.

Un gobierno que nos tiene acostumbrados a movimientos de singular y abyecta auto propaganda y al farol constante frente a una desnortada Europa para, a los pocos días, terminar cayendo en el mayor servilismo y seguidismo de aquello que rotundamente negaba días u horas atrás. Un gobierno que difícilmente mira por el bien general de la nación y de todos los conciudadanos, sino por agradar a los suyos y lo que es peor, la propia y exclusiva supervivencia personal de su líder, aún a costa de tener que derrumbar, de forma constante, con alevosía, nocturnidad y hasta de forma zafia, las mejores o más potentes y casi inamovibles columnas sobre las que descansaba el propio régimen establecido y la ya mencionada continuidad del Sr. Sánchez.

Para este gobierno, las cosas están siempre muy claras, aunque sus soluciones y la obligatoriedad del punto de aplicación legal de una u otra determinación varíe en función del grado de amistad, necesidad de mantener contenta a la caterva que le apoya y del nivel de acercamiento de quien osa incumplir con lo preceptuado por las normas correspondientes, cuando todas ellas son similares en obligaciones y deberían contar con una amplia y clara necesidad de acatamiento y cumplimiento legal por todos los ciudadanos y regiones de España.

Dependiendo de la necesidad que se tenga del apoyo futuro de la parte en litigio con la norma que se pretende aplicar con carácter general o particular, vergonzosamente y sin inmutarse lo más mínimo, se pone un mayor o menor énfasis en la necesidad moral y legal de su cumplimiento. Llegando, en ocasiones, a justificar y apoyar su no cumplimiento, como es el caso con el tema de la lengua castellana en Cataluña.

Siempre que dicha puesta en cuestión o condicionamiento sobre su cumplimiento total o parcial provenga del PP o de una región concreta, como es la madrileña; la maquinaria propagandística propia del gobierno y la derivada de los numerosos medios palmeros que se abrazan al mismo —quizás en busca de algún tipo de suculenta subvención— actúan ferozmente contra aquellos osados con la simple finalidad de despedazarlos y en busca de unos apoyos perdidos, de momento, difíciles de recuperar.

Sánchez capitanea un gobierno que actúa a base de Reales Decretos, impuestos a la nación sin ni siquiera intentar consensuar con el principal partido de la oposición o los mayoritarios gremios directamente afectados. Al más puro estilo despótico o dictatorial, en cuestión de horas se legisla en España de forma precipitada, obligando con ello, a que sea el Tribual Constitucional el que dedique la mayor parte de sus esfuerzos a corregir las malas o inconstitucionales decisiones adoptadas por un gobierno que primero dispara y luego pregunta, sin importarle a quien y en qué modo afecte su andanada.

Además, cuando es corregido por tamaña y alta figura judicial no se amedra un pelo, mira para otro lado y continua con su labor destructiva del concierto y la concordia entre los gobernados. No hace caso a las resoluciones de los altos tribunales, hasta las trata de ridiculizar o poner en tela de juicio, sobre todo, si estas son contrarias a los espurios intereses propios o de sus propios compañeros de viaje, quienes mientras le prometen continuidad en su sillón, colaboran en la ejecución o puesta en práctica de un malévolo plan, cuyo fin último no es más que la destrucción de la patria, sus símbolos y la cohesión entre las tierras y las gentes que forman y encuadran España como un Estado y nación, que tiene el privilegio y la responsabilidad de ser el más antiguo de Europa; factores, hechos y elementos estos, a los que nunca se debe renunciar.

Los actos y decisiones arbitrarias, alegales y casi siempre abusivas, puestas en práctica por este gobierno son muchas y darían para una tesis completa de varios cientos de páginas a nada que se quisiera profundizar un poco en cada una de ellas. Son de sobra conocidos porque su zafiedad y chabacanería es tan grande que es imposible ocultarlas; pero, como se suceden con tanta rapidez en el tiempo, casi no da lugar a que se puedan leer ni a bucear en ellas con la profundidad requerida.

De entre las no tumbadas por los tribunales, muchas duran menos en su aplicación que un bollo a la puerta de un colegio a la hora del recreo, otras acaban sumidas en las profundidades y telarañas de cajones nacidos para albergar legajos de poca o ninguna utilidad y del resto, la mayoría son tan difíciles y complejas de interpretar, que ni las mismas autoridades se atreven a aplicar, porque saben que nunca valdrán para nada, salvo para, en balde, hacerles trabajar.

Recientemente hemos sido testigos de un hecho palmario, la crisis energética. Crisis a la que se le han atribuido diversas paternidades como, la continuidad o repercusiones económicas de tantos años de pandemia con la economía parada o a ralentí, la guerra de Ucrania, la mala fe de Putin y ahora también el cambio climático. Excusas todas ellas, que, si bien encierran parte de verdad, son empleadas con profusión y hasta la saciedad, para ocular las verdaderas causas de que nos encontremos así.

Causas que, en mayor o menor medida, tienen su origen en la incompetencia de los gobiernos e instituciones nacionales e internacionales para capear el más que anunciado temporal, en las intransigentes ideologías de los partidos y unas malas aplicaciones de los planes nacionales e internacionales de contingencia —en algunos casos inexistentes a pesar del peligro que se cierne sobre Europa—, que ante necesidades extremas, pongan en marcha recursos con los que contamos, aunque se encuentra rechazados por ideología, a sabiendas que el no aplicarlos supondrán grandes esfuerzos sobre una sociedad hastiada de tanto pedirle mayores y continuos esfuerzos de mano de unos incompetentes, que solo hacen que aumentar sus gastos debido a regalías absurdas o a unos desmesurados incrementos de dudosos cargos de asesoría, remunerados con arbitrariedad.

Los planes presentados por el gobierno para cumplir con algo que se nos vendió como «una recomendación a la que nosotros ni nos íbamos a acercar», consisten en quitarse la corbata, apagar las luces de las calles, escaparates y monumentos a las diez de la noche y regular de forma abusiva e incomprensible el termostato del calor y el frio de los sistemas de temperatura exterior. Todo de obligado cumplimiento, sin rechistar ni coordinar con los afectados y las comunidades que por su cumplimiento deben velar y ni una palabra de reducción de gasto energético por el macro gobierno, ni del replanteamiento de nuestras capacidades de producir energía (incluida la nuclear), un plan hidrológico cabal, el establecimiento de más capacidades de recogida y almacenamiento de aguas y un largo etcétera que realmente, nos lleve a una mayor autosuficiencia energética y aun ahorro sustancial.

Sin embargo, la única respuesta oficial ante las trabas impuestas y el escaso margen de tiempo otorgado para poner en práctica algunos acondicionamientos en los locales de las empresas afectadas, es que las leyes están para cumplirse, se han marcado unas desproporcionadas las multas —totalmente abusivas por coercitivas— y el señor presidente —como si la cosa no fuera con él— tras aprobar el Decreto, cogió sus varios medios aéreos oficiales para desplazarse, como viene siendo habitual a la Mareta y me imagino, que allí los derroches de energía tanto para él, como para su familia y previsiblemente sus amigos del alma, no se tendrán en cuenta ni contarán.   

  

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

TOLERANCIA CERO: ARGENTINA DEBE COPIAR A SINGAPUR Y A EL SALVADOR

Singapur

¿Cómo podemos enfrentar una delincuencia que se le ha escapado de la mano al Estado? Bueno, es sencillo, tan solo deberíamos buscar como otros países enfrentaron este problema y tomar sus modelos para implantarlos.

Lleno de rascacielos, jet privados y Rolls-Royce, Singapur es el cuarto país más rico del mundo, apenas superado por Qatar, Luxemburgo y Macao, según el poder adquisitivo de sus habitantes.

Conocida como «La perla de Asia», esta diminuta ciudad estado con apenas 5,6 millones de habitantes, es actualmente uno de los mayores centros financieros del mundo; el lugar que produce más millonarios y el más costoso para vivir, de acuerdo a un estudio de la Economist Intelligence Unit.

Pero hace medio siglo era una isla pobre, con muy pocos recursos naturales, que no prometía un gran futuro.

Lee Kuan Yew estuvo al mando del país por tres décadas y es considerado el artífice del «milagro» económico. Lee diseñó un amplio programa de reformas para sacar a Singapur de lo que él describió como el «pozo negro de la miseria y la degradación» y convertirlo en un país industrializado y moderno, bajo un modelo capitalista con férreo control estatal.

Desde finales de la década de 1960, el gobierno impulsó grandes programas de empleo y la construcción de viviendas sociales, una política social que fue de la mano de un estricto control de la vida privada y la supresión de libertades individuales.

Con el paso del tiempo, el país impresionó al mundo con sus altos niveles de educación, sanidad y competitividad económica, al tiempo que atacó la corrupción, considerado como un mal endémico en la antigua colonia.

Además de la ubicación geográfica, Singapur tiene una serie de ventajas comparativas, dicen los expertos. Entre ellas, «una población capaz de hablar chino e inglés, instituciones sólidas que funcionan y ausencia de corrupción».

A eso suma una fuerte inversión social en vivienda, salud y educación, que fue puesta en práctica desde el inicio del programa de transformación económica.

En paralelo, «Singapur entregó generosos incentivos a los inversionistas extranjeros» para instalarse en el país, permitió el libre flujo de capital y firmó importantes acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Unión Europea.

Singapur tiene uno de los sistemas educativos más admirados del mundo. Encabeza la lista de resultados de la influyente prueba PISA, aplicada por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en 75 países para evaluar el desempeño de los estudiantes en ciencias, matemática y lectura.

El buen desempeño del país se debe a varios factores, como el tener una burocracia gubernamental formada en las mejores universidades del mundo, con una misión bien definida: transformar Singapur, excolonia británica, en uno de los países más ricos, desarrollados y educados del mundo.

Los salarios en el sector educativo de Singapur equivalentes a los de los rubros industrial y bancario atraen a los mejores alumnos recién graduados en las universidades.

El sueldo promedio inicial varía entre US$ 1.600 dólares de Singapur y 3.000 (US$ 1.800 – US$ 3.300). Además, los maestros reciben bonos por desempeño en el aula y pagos por trabajar horas extra. Cada profesor debe participar en al menos 100 horas de actividades adicionales de formación.

Alrededor del 20% del presupuesto total del estado se destina a la educación.

Pero antes de ser una potencia económica y educativa, Singapur estaba entre los países más pobres de Asia. Ahora tiene un gobierno autoritario que limita las libertades individuales y de prensa, y un sistema en el que la obediencia es una garantía de seguridad social y bienestar, y un elemento central en el engranaje de la educación del país.

El objetivo no era solo hacer la ciudad más agradable. Una ciudad más limpia, pensaba Kuan, crearía una economía más fuerte.

«Estos estándares mantendrán la moral alta, la tasa de enfermedad baja y, por lo tanto, crearán las condiciones sociales necesarias para un mayor crecimiento económico en la industria y en el turismo. Esto contribuirá al bien público y al beneficio personal de todos «, dijo.

Y efectivamente, en todos estos aspectos Singapur ha tenido éxito. La esperanza de vida ha aumentado de 66 a 83 (que es la tercera mejor a nivel mundial).

En 1967, las llegadas de turistas fueron un poco más de 200.000 en comparación con unos 10 millones en los tres primeros trimestres de 2018.

Singapur tiene la costumbre de prohibir el comportamiento indeseable de sus ciudadanos y hacer cumplir cada prohibición con sanciones económicas.

La campaña de 1968 «Mantengamos a Singapur Limpia» fue la primera en intentar moderar el comportamiento de los ciudadanos mediante multas. Desde entonces, el país ha adoptado multas con gusto.

Normalmente, las autoridades emiten decenas de miles al año por tirar basura. La multa mínima es de US$ 217. Hay multas por escupir en la calle o usar el wifi de otra persona sin permiso.

Singapur erradicó la inseguridad y la delincuencia con la pena de muerte. La pena capital se instauró como norma en el año 2013.

Para quienes no viven en Singapur y algunos organismos de Derechos Humanos, el modelo que se implementa en el país oriental es muy restrictivo, e incluso no son pocos los que afirman que tiene características autoritarias desde lo jurídico. Sin embargo, de este modo lograron un radical cambio de conducta de la gente, y crearon valores para darle seguridad a sus habitantes. De hecho, tiene uno de los índices más bajos en criminalidad y violencia entre los países asiáticos y del mundo.

Sobre los delitos de abuso sexual y abuso a menores, en Singapur se publica actualmente el nombre de los violadores y se televisan los juicios. Incluso implementan otra curiosa medida como lo es la de habilitar a personas que en parques o espacios públicos, van vestidos de basureros, pero que tienen como finalidad la de detener delincuentes para ponerlos a trabajar.

Los diarios locales publican diariamente las fotografías de los delincuentes y además hablan sobre los delitos que han cometido, condenándolos socialmente para luego llevarlos ante la Justicia, de modo tal que sepan que no pueden hacer lo que quieren y que su accionar tiene consecuencias.

Así las cosas, de ser una de las zonas más conflictiva del mundo, donde las drogas circulaban como si nada, pero hoy Singapur es una nación segura.

Claro que organismos como Amnistía Internacional cuestionaron en reiteradas oportunidades los métodos para lograr tanta seguridad y reducción del delito. En Singapur encontraron la solución a la delincuencia ejecutando a los delincuentes en la horca. Sin embargo, a los familiares de los condenados se les permite recoger el cadáver del ejecutado varias horas después del ahorcamiento, una vez emitido el correspondiente certificado de defunción.

Pero para dar cuenta de lo efectivo del sistema antidelincuancia de Singapur y los éxitos del presente, bien vale recordar que antes de 1960 Singapur era una de los países más violentos del mundo. Estaba entre los lugares con el más alto índices de criminalidad, por su cercanía con Malasia y China, siendo uno de los lugares de mayor tráfico de drogas, lo cual era el pan de todos los días. Había impunidad y malos manejos del gobierno. Las mujeres no podían salir de su casa por miedo a ser abusadas sexualmente y después asesinadas. Era una ciudad sin orden y con un gran índice de tráfico de influencias, eso sin contar que era denominada una de las ciudades más sucias de Asia, y con un tremendo desorden vial.

En la década de 2000 el terrorismo surgió rápidamente y los homicidios eran uno de los mayores problemas de inseguridad; sin embargo al llegar al poder en el año 2004, Lee Hsien Loong, hijo mayor de Lee Kuan Yew, se dieron grandes cambios que se pueden catalogar como represivos y radicales, debido a que atacó las drogas, la corrupción y las violaciones de mujeres, lo que produjo una reducción increíble de la inseguridad, siendo actualmente uno de los países más seguros del Asia.

Hace 12 años en las cárceles había más de 500.000 presos, pero seis meses después, sólo quedaban 50. Se adoptó la pena de muerte y el trabajo forzado para los criminales confesos, narcotraficantes y violadores probados siendo los más repetitivos condenados a muerte. Pero el gobierno fue más lejos todavía, se decretó que toda figura pública corrupta (políticos, policías, militares, etc.) fueran condenados a muerte (eso sí, siempre y cuando se cuenten con pruebas sólidas que los involucren).

La depuración de la policía, sistema judicial y político, más una nueva legislación, le permiten al país gozar de una sólida estabilidad, en donde el contrabando y la posesión de drogas puede originar cadena perpetua o pena de muerte.

Con esa dramática historia a cuestas, con rigor, orden y efectividad en las calles, Singapur se ha convertido en el emblema de los países que lograron erradicar la delincuencia con su pena de muerte.

Por otra parte, la lucha contra la corrupción fue uno de los principales puntos de la campaña que llevó a Bukele a la Presidencia de El Salvador en 2019. Durante su gestión, principalmente con la llegada de la pandemia, diversas investigaciones periodísticas han señalado el supuesto manejo irregular de recursos estatales.

«Si usted es o fue corrupto, ya no dormirá tranquilo. Si usted es un salvadoreño honrado, estará feliz por esta nueva etapa en nuestro país”, advirtió Bukele. También dejó por sentado que el que nada debe, nada teme y que los honrados no tienen nada de qué preocuparse y que los corruptos pagarán por sus delitos y devolverán lo robado.

Las pandillas, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil en el país (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, tienen más de 70.000 miembros y han resistido a los planes de seguridad implementados en las últimas cuatro administraciones, la violencia y las estructuras de pandillas deben ser combatidas, evidentemente, a través de una política integral de seguridad pero ningún gobierno ha querido adoptar una práctica como ésa hasta el día de hoy.

El Salvador logró disminuir el índice de muertes diarias de entre 16 y 29 a 3.5 en un período de seis meses, mediante la implementación de una estrategia que implica disciplina, pero también acciones económico-sociales.

Cuando Nayib Bukele asumió, estableció que tenían que poner a la fuerza armada y a la PNC [Policía Nacional Civil] en el territorio de manera contundente, que tenía que complementarlo también con un trabajo de reconstrucción de tejido social, porque esas son las causas principales de la violencia, pero también que tenía que controlar la principal fuente de relación entre la extorsión y el asesinato, que eran los centros penales. Se encontró un enorme desorden en las cárceles, entre los que destaca la libre comunicación telefónica, lo que permitía a los delincuentes seguir operando a pesar de que estaban presos. Tomó medidas mucho más fuertes y puso a estos reclusos en regímenes de aislamiento, además de que ordenó a las empresas telefónicas que suprimieran absolutamente la señal telefónica dentro de las cárceles.

A la par de los operativos y el endurecimiento con los criminales, la administración también trabaja en el restablecimiento del tejido social, con programas como “Sembrando vida”, que pretende beneficiar a 10.000 agricultores salvadoreños con US$ 250 mensuales durante 10 o 12 meses, para que puedan trabajar su parcela.

En tres años de administración del Presidente Bukele se acumulan 128 días con cero homicidios, de los cuales 30 han sido registrados en el período de régimen de excepción.

El pasado 25 de mayo, el Gabinete de Seguridad llegó a la Asamblea Legislativa para solicitar la segunda prórroga del régimen de excepción. La medida busca dar continuidad a las acciones operativas contra las estructuras de pandillas.

La estrategia de seguridad del Gobierno cuenta con el respaldo de más del 91 % de los salvadoreños, tal y como fue confirmado por una encuesta de la firma CID-Gallup.

Además, al mandatario salvadoreño no le ha temblado la mano para someter a los pandilleros en prisión, ya que les quitó colchones y sábanas en sus calabozos. Además, de darle solo dos tiempos de comida con solo frijoles, tortilla y queso.

Bukele compartió un video que muestra a unos pandilleros quejarse porque ya no les dan pollo en el almuerzo, diciendo que es una injusticia. “Injusto es que los salvadoreños compren frijoles para comer y que de esos impuestos, se le compre pollo a sus asesinos”, aseguró el mandatario.

Incluso ha aseverado que en caso de aumentar los delitos y las detenciones, eliminaría “totalmente la alimentación en los centros penales de pandilleros”.

Asimismo, anunció que la comida será racionada para los 16 mil pandilleros, que se quedan confinados en sus celdas durante todo el día. “Muéstrenles este video a sus hijos adolescentes, explíquenles que entrar a la pandilla solo tiene dos salidas: la cárcel o la muerte”.

Nayib Bukele también ha criticado a las organizaciones defensoras de los derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, que han manifestado su preocupación por las radicales medidas que ha adoptado su gobierno durante los últimos días.

“Estos vividores de las ONGs internacionales dicen velar por los derechos humanos, pero no se interesan por las víctimas, solo defienden asesinos, como si disfrutaran ver los baños de sangre”.

“Los países deberíamos de evaluar retirarnos de estas organizaciones internacionales que solo buscan mantener a nuestra gente sufriendo”, escribió Bukele ante la condena que han hecho diversas ONGs nacionales e internacionales a las acciones tomadas durante los últimos días.

Estas medidas se implementaron luego de un aumento en los homicidios entre el 25 y 27 de marzo. De acuerdo con los datos que ofreció Bukele, desde que se implementó el estado de excepción, se ha producido la detención de 9.000 pandilleros en 15 días.

Además, el Congreso de El Salvador aprobó, a petición de Bukele, reformas para aumentar de 9 a 45 años de prisión la pena máxima por pertenecer a pandillas y castigar con hasta 15 años de prisión la difusión de mensajes de pandillas en medios de comunicación.

Singapur arrancó en los setenta el cambio que la llevó a estar entre los primeros países del mundo; Argentina arrancó en los setenta el cambio que la destruyó llevando al poder a los terroristas que dinamitaron el país, secuestraron, torturaron, asesinaron y extorsionaron y hoy nos dejan por debajo de un país africano casi pisando el cuarto mundo.

Tuvimos una oportunidad única de enmendar las cosas allá por los años setenta, de limpiar el país de la lacra subversiva, pero como siempre, nos quedamos a mitad de camino. Los terroristas asesinos apátridas de los setenta, hoy detentan el poder político, están en las más altas esferas, han llegado incluso a la presidencia. Todo por no poner toda la carne al asador.

Los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad que actuaron patrióticamente contra la subversión, fueron condenados y encarcelados por defendernos de quienes quisieron acabar con nuestro modo de vida occidental y cristiano. En contraposición, aquellos que se levantaron contra el orden constitucional, que asesinaron civiles y militares, que colocaron bombas sin importar el que murieran civiles, ellos, fueron “premiados” con cifras cercanas al cuarto de millón de dólares, y muchos de ellos con cargos en los gobiernos del ’83 a la fecha.

Debemos, de una vez por todas, terminar con esta seguidilla de gobiernos apátridas y levantar a esta Nación para colocarla en el lugar que se merece entre las otras del mundo.

Ya que vivimos entre hombres hay que ser uno de ellos; si se vive en un pueblo que lucha por su existencia, no hay que esconderse negándose a reconocer el valor del esfuerzo puesto en la obra de reconstrucción general. Es necesario apreciar la significación de la lucha por la igualdad de derechos que le corresponden entre las otras grandes naciones y su buena voluntad para vivir en paz con los demás y colaborar al bienestar general.

Cesare Santoro

No puedo evitar comparar nuestra situación actual con la de Alemania de la década de 1930:

Millones de obreros sin trabajo vagaban por las calles de las ciudades esperando la ayuda del Estado, que escasamente alcanzaba para satisfacer la más perentorias necesidades de la vida diaria de quien la recibía y de su familia. Apenas podía contarse un hogar que no tuviera al padre o al hijo y con frecuencia a ambos sin trabajo. Las estadísticas dan un cuadro bien claro de esta situación trágica: el número de los sin-trabajo se calcula en más de 6 millones o sea más de un cuarto de la cifra total de los 21 millones de trabajadores y empleados de que dispone la economía alemana. A esta cifra hay que sumar 3 millones de obreros que trabajaban con jornada reducida.

Incluyendo a los familiares, el conjunto de los afectados directamente por la falta de trabajo y por la miseria consiguiente ascendía a 20 millones de personas, es decir, un tercio de la población total de Alemania. En vano se trataba de mantener un apoyo insuficiente y al mismo tiempo humillante para los parados con el presupuesto del Estado y de los Municipios y mediante la enorme suma de más de 3.000 millones de marcos al año. También la situación del artesanado era desesperada. El tesoro de mayor valor y más precioso de Alemania, su mano de obra, estaba improductivo.

En el campo, el labrador había perdido el amor a su terruño y sufría bajo la constante pesadilla amenazadora de la subasta forzosa. La mayor parte de la propiedad de los campesinos se encontraba hipotecada, con frecuencia no solo la finca sino también la casa, de modo que, estando a merced de los acreedores o del fisco, no podían disponer con libertad de su propia tierra. Miles de labradores fueron echados de sus heredades pasando así la propiedad a manos de quienes no sabían cultivarlas con igual esmero. La situación de los que se quedaban, como éstos lo sabían de antemano, no ofrecía ninguna perspectiva para la existencia.

Algunas veces se hicieron reproches a los campesinos por el elevado precio de venta de sus productos, sin embargo estos precios fueron cotizados en la bolsa en beneficio de la especulación y en perjuicio de productores y consumidores. La alimentación del pueblo alemán en su mayor parte fue abastecida con productos extranjeros. Por consiguiente un gran sector de los obreros alemanes no tenían trabajo porque, habiendo disminuido la capacidad adquisitiva del labrador, éste no se encontraba en condiciones de consumir lo que aquellos producían.

Las deudas exteriores contraídas por particulares ascendían a más de 25.000 millones y devengaban un interés diario de 2 millones sin contar la cuota de amortización. No existía un superávit de exportaciones que hubiere permitido la adquisición de las divisas extranjeras necesarias para hacer frente a los enormes pagos.

Muchos municipios se encontraban al borde de la ruina, el aparato administrativo consumía exorbitantes sumas. El número de funcionarios del Estado se componía de más de 95.000 empleados y de 72.000 dependientes y obreros y de más de 250.000 empleados y 44.600 dependientes y obreros en el servicio de correos.

Argentina está en una situación excesivamente parecida con el agravante de que el nuestro es un pueblo de corderos que se dejan llevar al matadero mansamente. Han arruinado al menos tres generaciones, desde los abuelos que no laboran por culpa de los planes, y cada vez es peor. Ahora piden “aguinaldo” y “vacaciones” sin tener en cuenta de que no es un trabajo, no hay una contraprestación por el dinero recibido y tal estafa es aceptada por el Estado corrupto de turno. Nada cambió con el tuerto, ni la porota ni el gato ni el alverso y hasta que no haya un verdadero sentimiento de cambio, nada cambiará, pero la moneda a pagar, al igual que en la Rumania de Nicolae Ceaușescu o en Singapur, va a ser sangre, o no será cambio real.

Los delitos por narcotráfico están castigados con la pena capital, en la horca, fusilamiento, por inyección letal, en Singapur, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam.

En Singapur, la pena capital se aplica a los delitos de narcotráfico como la posesión de más de 15 gramos de diamorfina (heroína pura), 30 gramos de cocaína, 500 gramos de cannabis y 250 gramos de metanfetamina.

Indonesia castiga el tráfico de drogas con penas que incluyen entre 5 y 20 años de cárcel, la cadena perpetua o la pena de muerte por fusilamiento, con cantidades a partir de los 5 gramos de cocaína, heroína y metanfetamina, entre otras sustancias.

Vietnam, que aplica la pena de muerte a condenados por tráfico de estupefacientes, asesinato y delitos contra la seguridad nacional, ejecutaba a los reos ante el pelotón de fusilamiento hasta 2011, cuando adoptó la inyección letal.

La depuración de la policía, sistema judicial y político, más una nueva legislación, le permiten a Singapur una sólida estabilidad, en donde el contrabando y la posesión de drogas puede originar cadena perpetua o pena de muerte.

Es hora de que hagamos un corte serio a nuestra situación político-social actual, necesitamos una fuerza política que sea un parteaguas para que volvamos a ser una Nación Grande. Confiemos en Dios, nuestro Señor para que ilumine a los hombres que puedan producir dicho cambio.

¡Argentina Despierta!

DyPoM

Por der Landsmann
Con información de ARgentino PATriota

Notas:

  • Cesare Santoro – El Nacional Socialismo

 

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