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En este momento crítico, ¿dónde va el voto de la familia militar?

Desde hace décadas, venimos asistiendo a la desintegración de nuestro tejido social, obra de gobiernos contrarios al sentir y bienestar nacional. Hasta aquellos tildados de “honestos” fueron culpables de nuestra actual situación por inacción o acciones favorables a grupos foráneos que sí se enriquecieron.

Allá por fines de la década del ’80, asistimos con esperanza a la recuperación de la dignidad de nuestras FFAA con los levantamientos carapintadas, hechos que fueron “vendidos” a la sociedad como un intento de Golpe de Estado… y la sociedad… ¡Compró!

No voy a explayarme demasiado al respecto, quizás en una posterior entrega lo haga, pero es necesario aclarar a los legos que, de haber querido realizar un Golpe Militar el glorioso 3 de Diciembre de 1990, el Héroe de Guerra, VGM  Coronel Jorge Alberto Romero Mundani, (segundo mejor promedio en la historia del Colegio Militar), hubiera puesto su VCTM rumbo a la Casa de Gobierno junto a lo mejor de la fábrica de Tanques Medianos que venían a sus órdenes, y no hubiera habido poder de fuego capaz de detenerlos. Él lo sabía muy bien, no era un intento de Golpe de Estado, fueron traicionados, tratados con un rigor que no se vió ni siquiera contra los miembros de la subversión apátrida que hoy, lamentablemente, nos gobierna. Por ello, nuestro querido Coronel desenfundó su pistola reglamentaria, aquella que la Nación le otorgó para defenderla, (y él lo estaba haciendo en ése momento), y viendo que habían sido traicionados, expresó “dos veces no me rindo”, haciendo alusión a la heroica Gesta de Malvinas, y se disparó en la sien.

Este héroe de nuestra Patria, (Ingeniero Militar),  fue el mismo que construyó una rampa de lanzamiento y la montó, con una cohetera de un avión Pucará puesto fuera de combate, en la caja del Jeep que tenía asignado, logrando realizar apoyo de fuego hasta una distancia de cuatro a cinco kilómetros. Los que se levantaron en esa heroica gesta del 3 de Diciembre, al igual que él, eran lo más granado de nuestro glorioso Ejército.

Recuerdo perfectamente a un oficial de alto rango, luego jefe del EMGE, (cuyo apellido recuerda al medio más usado para escapar de la Cuba castrista), que hizo descalzar a lo mejor de nuestras FFAA y realizó un simulacro de fusilamiento en plena avenida Bullrich. Por su traición, fue premiado posteriormente nombrándolo al frente, sucesivamente, de dos embajadas. En lo personal, este triste personaje murió con honor en 1982 en las Malvinas Argentinas.

Esto sirva de preámbulo para otro fallecido en la turba malvinense, el “Ñato”,  jefe de la Compañía de Comandos 602 de gloriosa actuación en la Gesta de Malvinas. Muchos abrigamos la esperanza de vernos representados por un partido político cuando en las Elecciones legislativas de 1993 el Movimiento por la Dignidad Nacional (MODIN) logró un tercer puesto a nivel nacional, pensamos que iba a ir por más, y no nos defraudó, fue por los US$ 4.000.000 que la leyenda cuenta que le ofreció un político de cráneo de considerables proporciones, que como era de esperar, luego de darle la mitad, incumplió el trato. Fue cuando el MODIN iba a formar un bloque con la UCR y el Frente Grande en la asamblea constituyente bonaerense de 1994, con el propósito de impedir la reelección de Eduardo Duhalde, pero inesperadamente luego se uniría a él. El daño ya estaba hecho. El MODIN fue condenado a la desaparición.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y así llegó 1996 y de la mano del Capitán Gustavo Breide Obeid nace el Partido Popular de la Reconstrucción (PPR), al que muchos nos afiliamos y dimos el voto en reiteradas ocasiones. Nadie me lo contó, en aquellos comienzos, en un local del porteño barrio de San Telmo, en una reunión de sábado, supe oír de boca de varios de los pocos, quizás diez asistentes a la reunión, palabras ofensivas hacia “los milicos” y me pregunté quién estaba de más ahí, y deduje que era yo, era una reunión de ratas oportunistas ante un nuevo partido intentando obtener una tajada del queso. Por suerte en provincia de Buenos Aires encontré gente con pensamiento nacional y patriótico y por ellos mantuve las esperanzas. Esto muestra que mal que estamos como sociedad, en otra oportunidad casi ajusticio con mis propias manos a un marinerito en las escalinatas del Libertad allá por el ‘98, cuando en una charla me dijo que si era ex combatiente por mi escaque de Malvinas, que las Malvinas eran inglesas, que las habíamos perdido en 1982 y le dije que con ese uniforme no podía decir tal barbaridad, que se fuera de inmediato o lo iba a ajusticiar ahí mismo, frente a los centinelas. Luego se lo comenté al querido CN (R) Errecaborde lamentando la triste situación de las FFAA que cuentan entre sus filas a esos tipejos que ingresan por un trabajo, pero carecen del fuego sagrado; con ellos no iría a la guerra sabiendo que el peor enemigo lo tengo en la retaguardia.

Pero estamos a las puertas del 2021 y aún no hay una fuerza política que nos represente. Escuché con agrado la experiencia que me han contado sobre la tarea de Luis Juez que formó la base del Partido Nuevo con liceístas, (él mismo lo es). Y digo con agrado porque la formación militar de aquellos años era sobradamente superior a la de la casta política en general. Luego, por esas alianzas políticas que resultan de oír a quien no se debe prestar atención, el partido está casi diluido. ¡Qué importante sería contarlo entre las filas de un gobierno de claro tinte patriótico y nacional!

Debe nacer una nueva fuerza política que nos aglutine, nos represente y defienda nuestro derecho de nacidos en este bendito suelo regado por la sangre de nuestros prohombres. Muchos tenemos familia que ha peleado en las distintas guerras de nuestra historia, hombres de armas, madres y esposas de hombres de armas. Por ellos debemos levantar nuevamente a nuestra Nación, hoy puesta de rodillas por la sinarquía internacional bajo sus distintos disfraces y modelos.

Debemos dejar de dividir el voto, debemos votar en masa por un candidato nacionalista y patriota. Debemos dejar de tirar nuestro voto a la basura. Las divisiones los benefician a los mismos apátridas de siempre, a los que nos gobiernan hace décadas y nos han llevado, de ser un peligro para las potencias a tratar de alcanzar el nivel de vida de Haití.

¿Quién de nosotros no seguiría a hombres de la talla del Coronel Mohamed Alí Seineldín, el Mayor Hugo Reinaldo Abete, los Tenientes Silva y Estévez, el Sargento Mario “Perro” Cisnero? ¿Dónde están nuestros hombres de armas dispuestos a defender la Nación de quienes quieren destruirla?

Iguales o peores son hoy las circunstancias. Peores si se admite que una corrosiva falsificación de la historia reciente, operada por los medios masivos en manos exclusivas de las izquierdas, agrega su cuota de estulticia sobre una sociedad pervertida hasta las heces. Sobre una Patria por la que ya no bastan los ojos para llorarla, ni el corazón para sentirla herida. Sobre una Iglesia prevaricadora y pusilánime en muchos de sus conductores y de sus miembros. Sobre una universidad o unas Fuerzas Armadas disueltas y vencidas, sin norte ambas, sin prestigio ni honor ni decoro.

Queda imitar a Genta. Aun en la soledad y en la adversidad, aun en la travesía y en el desamparo; aun en la zozobra y en el naufragio, es posible el testimonio de la inteligencia y de la voz. Es posible querer convertirse en testigo. Y el derramamiento de la sangre de los justos, traerá la victoria que no puede llegar sino de esta manera. «¡Felices los insurgentes!», le cantaba el precitado Fierre Pascal a Maurrás, en uno de sus logrados sonetos. «¡Felices los puros, los reprobados, los insumisos, los defensores! ¡Felices los muertos por quemarse el corazón! ¡Felices los encarnizados hasta los últimos cartuchos! ¡Felices, en Don Quijote, los que han preferido, riendo del mañana, vivir a ojos, boca y pulmones llenos!».

Feliz Jordán Bruno Genta, a quien se pueden aplicar estos versos exactos. Y ay de nosotros, y dé lo que por nosotros el bien común dependa, si no somos capaces de recoger su espada, su bandera y su Cruz.

Antonio Caponnetto
Buenos Aires, Septiembre de 1998

Y así llegamos a la encrucijada de las  elecciones legislativas 2021 y la pregunta es: ¿cómo vamos a alinearnos los nacionalistas? Estoy convencido que hay una oportunidad única y quizás irrepetible para marcar un cambio de rumbo en nuestra querida Argentina. Cierro la presente nota con palabras del recordado Jordán Bruno Genta:

Esto es así, pero eso sí, la vida hay que jugarla en el momento preciso. En el acto moral se requiere siempre tener en cuenta tres cosas en las que deben pensar siempre sobre todo los jóvenes.

Primero, tiene que ser bueno el fin; bueno el objetivo del acto; tiene que ser buena la intención, y tienen que ser buenas las circunstancias. Cuando nosotros malogramos la bondad de cualquiera de estos tres factores, malogramos la bondad del acto moral. Debemos actuar en el momento oportuno, en el momento ajustado, porque a veces, con la mejor intención, y yendo hacia el mejor objeto, obramos mal porque no lo hacemos en las circunstancias debidas. Y esto no lo debemos olvidar nunca, lo debemos tener presente siempre.

Por otra parte Dios le pone a uno en la vida, situaciones en las cuales ineludiblemente tiene que dar testimonio, y lo único que cabe pedirle a Dios es que le dé la fuerza para hacerlo como Dios manda.

¡Por una Argentina para los argentinos!

¡Por un gobierno que nos represente y nos defienda de los enemigos externos e internos!

DyPoM

Por Der Lansdmann para Saeeg


Notas:

  • Jordán Bruno Genta. Asalto terrorista al poder.

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LIBERALISMO, SOCIALDEMOCRACIA Y COMUNISMO

Marcos Kowalski*

Diseño: SAEEG

Dentro del escenario de las ideologías políticas se tienden a usar muchas palabras y conceptos que no todo el mundo maneja, si bien esto no es algo necesariamente malo, generalmente causa mucha confusión y desinterés en las personas al momento de debatir sobre temas de esta índole.

Es el caso de muchas personas que se autocalifican como liberales, pero en realidad pretenden ser económicamente libres, confunden libertad económica con liberalismo económico. Desde siempre en la sociedad humana, existió el circuito económico, la economía es preexistente a toda idea de ella. Y para estudiarla como dijo J. Stuart Mills “No puede ser economista, quien es solo economista”[1].

Vemos, a poco de investigar la historia, que el germen de la noción de economía se encuentra, en el período más antiguo, en libros como el código Babilonio “Hammurabi” el “libro egipcio de los Muertos” o el “Avesta” de los persas. Cuando la ideología liberal ni siquiera existía ya existía la economía y, por supuesto, el intercambio, los mercados.

Pero, para estos intercambios el ser humano no puede concebirse solo, necesita interactuar con otros hombres y establecer las reglas de esa interactuación, fundamentalmente los seres humanos somos sociables, nos dimensionamos como tales en conjunto, en comunidades, en definitiva en sociedad. Para que la sociedad de hombres funcione se necesitan reglas, fundadas en valores, que proporcionan derechos y obligaciones, facilitando la convivencia pacífica.

La idea fundamental de la ideología liberal es el individualismo, el principio hedónico de Hobbes[2], llevado a la teoría económica de mercado de Adam Smith[3] que basándose en el “dejar hacer dejar pasar”[4] sostiene que una mano invisible, regula el mercado. Surge de esta forma la idea del Estado mínimo y creando la ficción del “homo economicus” que maximiza su utilidad, tratando de obtener los mayores beneficios con un esfuerzo mínimo.

Este “homo economicus” (hombre económico) sirve a los efectos de calcular una variable económica en un pizarrón, pero poco tiene que ver con las personas reales, su mundo “individual” no son características inherentes a la condición humana y cuando aparece no lo hace porque sí, sino que es resultado de inducciones a cambios concretos y materiales en las conductas cotidianas de la gente sobre todo en la sociedad de la ciudad moderna.

A tal punto el individualismo no es característica del hombre que en la medida que fueron creciendo las ciudades, a lo largo de los últimos años y siglos el comportamiento cotidiano ha ido individualizándose progresivamente hasta el día de hoy, llegando al punto donde surge la extrañeza o la evitación ante el contacto social y con ella algunos de los trastornos psicológicos más frecuentes hoy día; tales como depresión, enfado, angustia, irritabilidad etc.

La sociedad de hoy día, donde se pretende tener como estructura económica e ideológica el liberalismo, es un régimen donde la identidad del individuo no viene definida por lo que es como persona si no por su rol laboral y el status económico que ese rol le puede brindar. Reiteramos: no por lo que es sino por lo que tiene.

La publicidad pretende convencer de que la identidad de la persona está en el propio producto. Ya no nos resulta extraño que incluso un desodorante nos sea vendido como el objeto milagroso bajo el cual podremos llegar a la cima del éxito sexual. Como consecuencia; los llamados bienes de consumo, dejan de ser objetos para empezar a formar parte de la identidad del individuo.

De esta forma se potencia este individualismo cada vez más creciente y que es promovido por la publicidad, que además impulsa el consumismo. El liberalismo parece una corriente muy heterogénea y al hombre común le da la impresión que hay muchas formas y tipos de liberalismo.

Esta ideología impacta despersonalizando al hombre real y transformándolo en un mero consumidor de productos. El tener un mejor coche y un reloj más caro ya es un valor en sí mismo, es decir, ya son criterios por los que juzgamos la valía de una persona hoy en día, independientemente de sus méritos, conocimientos o personalidad.

En la sociedad actual es fundamental alcanzar reconocimiento social y consideración y, sobre todo, mostrarlo en los espacios creados para ello: las “redes” sociales y cuesta, por ello, encontrar algunas relaciones personales y sociales que no tengan un interés laboral, económico o de status detrás, incluyendo, lamentablemente las relaciones de familia.

Un movimiento de actualización del liberalismo, aparecido después de la Primera Guerra Mundial, radicaliza la ideología liberal y pretende limitar la intervención del Estado en asuntos jurídicos y económicos a la mínima expresión. En las últimas décadas, una coalición entre ricos inversores y profesionales financieros utilizó el neoliberalismo como un instrumento ideológico para su enriquecimiento[5].

En el siglo XIX aparece Karl Marx y su famoso manifiesto comunista, donde dice que “el socialismo es hijo heredero y enterrador del capitalismo (liberalismo)” y propone en su teoría catastrófica, la abolición de la apropiación privada sobre los medios de producción, esto es, “la abolición del sistema de propiedad burguesa”, tal y como lo menciona en su “Manifiesto comunista”[6].

Marx, acepta sin beneficio de inventario la teoría de mercado de Smith, con el solo agregado en el mismo de la “fuerza de trabajo” como una mercadería más, sujetos al vaivén de la oferta y de la demanda y equilibrada, en el precio, como todo el resto de los bienes, por la famosa “mano invisible”.

Liberalismo y marxismo o comunismo parecen dos ideologías diferentes, pero están fundadas en idénticos valores; el materialismo de las acciones humanas, por eso terminan siendo aliadas. El marxismo es una ideología y no un mero programa político, pero su modelo antropológico es idéntico al de la ideología liberal.

Pero al producirse una época de crecimiento económico en la Europa de su tiempo no se había producido lo que había vaticinado Marx, porque la situación del sistema económico había cambiado. El principio de inevitabilidad de la teoría catastrófica marxista no valía, ni existía la voluntad política de llevar a cabo la revolución social preconizada.

En las postrimerías de la primera gran guerra de Europa, en el siglo XX, es Alemania la que alienta una revolución en Rusia, a los efectos de librarse de combatir en el frente oriental, en la necesidad de obtener un acuerdo de paz, propiciando el viaje por tren de los “lideres” comunistas que van a protagonizar la Revolución de Octubre y primero desplazan y después asesinan al zar de Rusia, ocupando el poder en nombre del “comunismo”.

Esta revolución es copada por los llamados “Bolcheviques” liderados por “Lenin” quien desarrolla la teoría del “socialismo científico” como paso previo al comunismo marxista, este “socialismo” en muchos aspectos se parece al comunismo puro, pero difieren en las formas; pueden ser entendidos como dos etapas de un proyecto político y de producción: primero viene el socialismo y después llega el comunismo[7].

Tanto el socialismo como el comunismo pueden ser vistos como modelos de producción y como movimiento social y político. En este último aspecto, ambos dan mucha importancia a la redistribución de los bienes, al materialismo, pero no proponen lo mismo. Mientras que el socialismo trabaja bajo el lema “de cada cual su capacidad, a cada cual según su esfuerzo”, el comunismo gira en torno al lema “de cada cual, según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.

Es decir, que en el comunismo se asume que ya se está en una situación, utópica, en la que es relativamente sencillo cubrir las necesidades de todas las personas, mientras que en el socialismo sí existen limitaciones que impiden eso, por lo que a la hora de priorizar el modo en el que se redistribuye se tiene mucho en cuenta el esfuerzo. El socialismo es el comunismo puesto en práctica.

Algunas de las formulaciones del revisionismo, que impulsan con un pragmatismo los bolcheviques de Lenin ya se podían rastrear en el prólogo de Engels en “La Lucha de Clases en Francia” de Marx, cuando expresaba que los elementos revolucionarios prosperaban más empleando los medios legales, es decir, cuando entraban en el juego político.

También en el final del siglo XIX, Eduard Bernstein[8], en Alemania, pretendía acabar con la contradicción entre las propuestas revolucionarias del comunismo y la praxis política del mismo. Pensaba que el desarrollo social podría producirse sin cataclismos. Si la catástrofe social no era inmanente a las cosas, no era, por lo tanto, necesaria históricamente.

En realidad, se estaba plasmando la tendencia de la integración progresiva de la socialdemocracia en las sociedades y sistemas políticos, en las “democracias” de Europa, si eran “parlamentarias” mejor. El sufragio universal en toda Europa occidental fue objetivo de la socialdemocracia porque se podía convertir en un arma poderosa para el socialismo.

Pero, además, se podía intentar contar con el apoyo de una parte de la “burguesía”, ya que el desarrollo económico había generado muchas diferencias internas, apareciendo las clases medias. En el cambio de siglo comenzó el debate sobre el posible acercamiento a esos sectores progresistas y acerca de las colaboraciones parlamentarias y hasta gubernamentales.

El socialismo podía o debía sustituir al capitalismo de forma paulatina, a través de conquistas alcanzadas en el juego político, con reformas, sin llegar a la revolución. Pero el pensamiento marxista más ortodoxo respondió al revisionismo formulando la “teoría del imperialismo”, que permitía salvar la cuestión de la revolución y adaptar las ideas de Marx y Engels, propias de la época del librecambismo de la primera Revolución Industrial, a la realidad de la Segunda Revolución Industrial.

La socialdemocracia es un sistema económico y político a favor de una transición pacífica y deshumanizada, desde la economía liberal de mercado hacia el socialismo por medio de los canales políticos propios de las democracias liberales, de ser posible el parlamentarismo. Para destruir mediante la propaganda los paradigmas de la cultura y remplazarlos por una cultura progresista de origen marxista.

Toda la socialdemocracia, progresista es heredera del marxismo, no es solo un programa político, es una ideología, idéntica al liberalismo, fundada en los mismos “valores”, el materialismo y egoísmo individualista, ambos propician la destrucción del Estado, en definitiva, en ambos casos el hombre es solo una mercadería más del mercado.

Hasta aquí hemos tratado en forma muy sintética explicar, siempre desde nuestro punto vista, como el marxismo, ya desde mucho antes del entrismo de Antonio Gramsci, se iba incluyendo en el sistema político de las democracias liberales, como se fue configurando en la denominada socialdemocracia. Como liberales y marxistas fueron cosificando al hombre, tratando de generar contra su naturaleza un hombre nuevo, más preocupado por tener que por ser, en definitiva, una humanidad manipulada de niños caprichosos grandes protestando e intentando que la realidad sea tal y como queremos que sea, aunque sea violando y jugando con la integridad y bienestar de otros seres humanos. La preocupación por el otro ha dado paso en la era del individualismo al miedo por el otro.

Nos preocupa nuestro propio bienestar, luchamos por nuestro futuro de forma individual y tendemos de forma casi automática a pensar que el otro tiene intereses y proyectos que irán en nuestra contra. Nos encerramos en nuestro bienestar material y es común enrostrar al otro lo que tenemos ostentando solo nuestros bienes materiales.

Siendo la naturaleza de las personas como es, social, cabe dudar de hasta qué punto el ser humano será capaz de soportar un clima de competitividad extrema entre sus iguales. De momento, las tasas de trastornos mentales nos están poniendo en alerta sobre unas consecuencias que ya empiezan a ser visibles.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

Referencias

[1] John Stuart Mill. (Londres, 20 de mayo de 1806 – Aviñón, Francia; 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y economista inglés de origen escocés.

[2] Leviatán, o La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil (en el original en inglés: Leviathan, or The Matter, Forme and Power of a Common-Wealth Ecclesiasticall and Civil), comúnmente llamado Leviatán, es el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas Hobbes, donde dice que “el hombre es el lobo del hombre”, estableciendo las bases del hedonismo filosófico, principio que adoptan la ideología liberal para preconizar el individualismo.

[3] Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (título original en inglés: An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations), o sencillamente La riqueza de las naciones, es la obra más célebre de Adam Smith.

[4] De forma completa, la frase es: Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même; “Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo” y fue usada por primera vez por Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía.

[5] En 1950, en Mont Pelerin, Suiza, bajo la conducción de Friedrich Hayek, un grupo de intelectuales liberales, entre los que se encontraba también Karl Popper, Ludwig von Mises y Milton Friedman, fue el antecedente de la creación de Neoliberalismo, la teoría económica neoclásica; el nuevo institucionalismo basado en los costos de transacción, la teoría de la elección pública (public choice) y la teoría de la elección racional (rational choice). Con esas teorías definieron una visión reduccionista del Estado y de la política.

[6] Se trata de un manifiesto encargado por la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848 y publicado por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.

[7] Lenin, en la “Tercera Carta desde lejos”, escrita el 24 de marzo (11 del calendario ruso), insiste en la necesidad de un Estado revolucionario nuevo, en que la policía, la burocracia y el ejército permanente (órganos de coacción del Estado burgués, separados del pueblo) fueran sustituidos por el “pueblo en armas”; es decir, por una milicia popular, cuyas funciones describe minuciosamente.

[8] Eduard Bernstein en Alemania. En 1899 publicó “Las Premisas del Socialismo y las tareas de la Socialdemocracia”.

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¡ARGENTINA PARA LOS ARGENTINOS!

Los argentinos estamos pasando por uno de los momentos más críticos de nuestra historia, no sólo desde lo económico, (quizás el más notorio para la mayoría de los habitantes), sino también por la miseria moral de nuestra casta política y de un sector enorme de nuestra población; la pérdida de los valores, los códigos, la destrucción de la idea de familia, el no ganar el pan con el sudor de la frente sino la pulsión por vivir de dádivas.

Es necesario bregar por el renacimiento de nuestra nación, volver a despertar el espíritu que movilizó a nuestros prohombres dos siglos atrás. Acabar con la actual manera de proceder de nuestra enriquecida y corrupta casta política. Volver a tener una identidad nacional y votar un gobierno acorde a ello.

Los distintos gobiernos apátridas que hemos tenido en el último siglo, (apoyados por la sinarquía internacional que se aprovecha de ello), han logrado diluir y borrar casi por entero nuestra esencia nacional. Hemos llegado al punto de denostar a nuestras Fuerzas Armadas que son quienes nos defenderán ante una hipótesis de conflicto. Las hemos desarmado y desmoralizado. Estamos indefensos ante cualquier ataque externo o interno y eso constituye, ni más ni menos, que Alta traición a la Patria por parte de quienes nos gobiernan.

Por otra parte, se ha perdido el respeto por nuestros símbolos patrios; da vergüenza asistir a un acto escolar y ver como inculcan ideas antinacionalistas a nuestros hijos. Se levantan banderas foráneas que nada tienen que ver con nosotros. Se combate la idea de familia tradicional, de Patria, de nacionalismo. De pronto hemos pasado a ser la encarnación de “todo lo malo del mundo”, tal cual lo viene inculcando desde hace un siglo el Nuevo Orden Mundial.

Cuando el NOM decía que había que hacer desaparecer el dinero “físico” y suplantarlo por el digital, muchos creyeron que era una tarea imposible, y de pronto aparecieron las criptomonedas. La pandemia es una situación “ideal” para poner en práctica sus planes. Todas las operaciones bancarias y compras las estamos haciendo mayoritariamente por homebanking o tarjetas de crédito o débito. Las “ayudas gubernamentales” exigen que todos los beneficiarios estén bancarizados. El control sobre nuestros movimientos financieros es total, y aparte de ello, han comprobado que es totalmente posible tenernos “guardados” en nuestras casas mientras destruyen nuestra economía y “gobiernan” tal y como les place.

¡Es hora de oponer resistencia desde el lugar que cada uno pueda para evitar ser la colonia que ellos pretenden!

¡Es hora de volver al pensamiento nacionalista!

DIOS, PATRIA Y FAMILIA … ¡En ese orden y sin claudicaciones!

DyPoM

Por Der Landsmann

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