LATÍN VULGAR

Juan José Santander*

Curiosa deriva de las palabras.

Ya en el latín vulgar —los romanos no carecieron de humor e ironía, como muestran tantas obras que de su tiempo se conservan— se llamaba “maceta” a la cabeza: nuestros rioplatenses cucuza o sabiola o mate o tantos otros. Esa palabra era “testum” (que era maceta por referencia al material, tierra cocida). En nuestro castellano esto derivó en “tiesto”, que es como se suelen llamar en España las macetas criollas —sin nuestro irrefrenable espíritu ridiculizador del prójimo, o más bien en este caso de la prójima, aludiendo a las “patas de maceta” que afean ciertas siluetas femeninas—, pero también, en un giro más culto, se conservó aquella alusión floral restringiéndola a las “testas coronadas”, o sea las cabezas de los titulares de una soberanía reconocida.

Pero, como un holograma de hoy, sobre esa acepción sigue proyectándose la burla del ayer: cabeza de maceta: hueca, barata, frágil barro cocido.

Hoy aparece un grupo cuya iniciativa es digna de la índole de sus integrantes, y sus aspiraciones políticas inimaginables desde la sensatez común aunque comprensibles desde su desesperación e inanidad intelectual.

Y eligen llamarse “soberanos” —echemos un velo de pudor ajeno sobre la intrusión de los géneros inclusivos, cuyas “x” más que incógnitas resultan del rechazo que provocan y de su impronunciabilidad manifiesta—, supongo —por atribuirles latines de que quizá rebosen aunque no se note— que lo hacen reconociendo su máxima utilidad y efectividad posible: la de macetas de perejil, porque perejiles de maceta ya manifiestamente son.

Modesta contribución al día de las militancias.

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG. 

©2021-saeeg®

 

DOBLE NELSON

Iris Speroni*

La inflación ocasiona inestabilidad y angustia.

Inflación

Esta semana el gobierno informó que el índice de inflación minorista para octubre 2021 fue de 3,5% mensual y 52,1% interanual.

 

Me detendré sobre dos puntos respecto a la inflación:
Es responsabilidad del gobierno.

  • Es disruptiva de la vida de todos nosotros.

Los gobernantes (los actuales y los anteriores y los anteriores de los anteriores) se refieren a la inflación como algo fuera de su dominio.  Algo que les sucede y de la cual son víctimas.

Nada más lejos.

Es la casta política

Rafael, Psique es recibido en el Olimpo, Villa Farnesina, Roma.

La inflación existe pura y exclusivamente porque el BCRA emite. Y así lo entendieron los constituyentes de 1994 que ponen en cabeza del gobierno —y sólo del gobierno— mantener la estabilidad del valor de la moneda. No sólo eso, para liberarle las manos al eventual presidente, responsabilizan al Congreso con tamaña tarea.

Cuando el presidente de la Nación sostiene que la inflación es multicausal, lo que hace es evitar asumir las consecuencias de sus propios actos. 

Veamos los informes del BCRA. Compararé el de octubre 2021 contra el de octubre 2021.

Octubre 2020

http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Bol1020.pdf 

Octubre 2021

http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Bol1021.pdf 

En el último año la inflación fue de 51% y la emisión del 48%. 

Para que no queden dudas sobre la responsabilidad gubernamental.

Una nota adicional, antes de abandonar el tema. El incremento de la base monetaria no es un costo para el Estado; lo es únicamente para los privados (el sueldo nos alcanza para comprar menos cosas mes a mes; aquello que dejamos de comprar es un “impuesto” informal que le entregamos al Estado). Si la inflación de un mes es un 3%, quiere decir que el Estado me cobró un impuesto sobre mi sueldo; en este ejemplo, un impuesto del 3% sobre mi remuneración o si soy un comerciante, un 3% del cheque que debo cobrar. A eso lo llamamos “impuesto inflacionario” y se suma a todos los otros que ya pagamos[1].

Sin embargo, la segunda columna (“Pasivos Remunerados”) es una verdadera vaca en brazos. En efecto, está integrada por diversos rubros que abonan entre 32% y 38% anual (varía día a día y semana a semana). En un número MUY grueso e impreciso, el costo de la actual deuda del BCRA por este ítem sería de $ 1.342.783.000.000 anual o $ 111.899.000.000 mensuales. Todo eso el Estado lo abonará a los bancos con emisión. Lo cual significará reducciones de nuestros sueldos, jubilaciones y pensiones adicionales al 3% mensual de impuesto inflacionario que ya pagamos.

A estos montos de pago de intereses debemos agregar los que corresponden a bonos del Tesoro, que son, como su nombre indica, erogaciones del Tesoro Nacional. Con ambos números tenemos gran parte del costo de la deuda del Estado federal.

Informe BCRA Octubre 2021.

Este cuadro de “Agregados monetarios” es otra manera de ver lo que el BCRA emite. Nuevamente, supera el 40% anual. No hay forma que la inflación baje mientras el BCRA continúe con esta conducta.

Las consecuencias para nosotros, los mortales

 

La inflación tiene enormes consecuencias en la vida diaria de las personas. Todos nosotros somos veteranos en estas lides.

En primer lugar ocasiona inestabilidad y angustia. No sabemos cuánto va a salir ninguna cosa. Uno va a comprar una lata de pintura, tejas, gasoil o una docena de facturas y no sabe cuál va a ser el costo. Hace imposible planificar la economía familiar. Peor aún están las familias con saldo deudor en la tarjeta de crédito.

Además le roba el capital de trabajo a las empresas, comercios y profesionales que viven de honorarios – al encarecer la financiación, el cambio de cheques, los descuentos de tarjetas, etc. -. Lo peor: no saber qué va a pasar. No saber ni precios ni disponibilidad de productos (los comercios o industriales o importadores empiezan a no reponer, a no fabricar, a no importar).

La calidad de vida de todos nosotros se deteriora. A pasos agigantados.

Esto es un “caos” provocado por el Estado. A pesar de que los diferentes funcionarios —y no quiero recargar las tintas sobre los actuales, porque sería injusto: todos hacen lo mismo— tratan de no hacerse cargo de sus actos.

El Estado argentino, dirigido por una casta de políticos que no sabemos cómo sacárnoslos de encima, es el gran generador de angustia. Por orden de importancia, la inflación, que es una acción (no una omisión sino una acción positiva) gubernamental. Lo mismo sucede con la inseguridad —que es una política de Estado desde 1983 —; esto es, que nos sintamos todos inseguros y a merced de la delincuencia común. Podemos seguir con la educación, donde, pre-pandemia, nunca sabíamos si iba a haber clases o no; por huelgas, jornadas de actualización docentes, congresos educativos, o directamente, como en Chubut y Santa Cruz, falta de pago de sueldos. Salud: hospitales a los que hay que ir a las 5 de la mañana para pedir turno en los consultorios externos, huelgas de médicos, guardias desactivadas, etc.

El régimen actual está empeñado en dificultarnos la vida, contrario al mandato constitucional de “…consolidar la paz interior,…promover el bienestar general…”. Y eso lo vivimos a diario, ya sea cuando vamos al almacén, esperamos el colectivo para ir a trabajar o llevamos los chicos a la escuela.

Tal vez sea hora de no delegar nuestras vidas, nuestros patrimonios y nuestra libertad en estas personas que sólo se preocupan por su interés personal y ver cómo en el 2023 reemplazarlos por quienes representen a los trabajadores, comerciantes, industriales, profesionales, productores agropecuarios, transportistas, desarrolladores de sistemas, profesionales, cuentapropistas. En fin, que quienes se ganan el pan día a día tengan más lugar en los órganos colegiados de nuestro país (concejos deliberantes, legislaturas y HCN). Y lo más importante: que lean la constitución y asuman sus atribuciones tal como están diseñadas y no se la endosen a otros.

¿Cuántos candidatos a diputados o senadores escucharon en estas últimas semanas decir que en caso de asumir se harían cargo de la inflación o del tipo de cambio, ambas de competencia de los legisladores acorde al artículo 75 (incs. 11 y 19) de la Constitución Nacional? Nadie.

Esperemos que el año 2023 sea más promisorio. Para nuestra paz diaria.

Nuestra doble Nelson no es la deuda del BCRA ni la deuda pública ni el déficit fiscal.

Nuestra doble Nelson no es no crecer en los últimos 10 años, o la falta de inversiones, o el costo de la comida, o la pobreza, o el desempleo, o el trabajo informal, o el costo financiero, o la falta de predictibilidad en el horario de trenes, o la estabilidad de las alícuotas impositivas. Nuestra doble nelson es todo el grupo de personas que ponemos en posiciones de autoridad para que creen las condiciones que nos permitan buscar nuestro bienestar y felicidad, y por el contrario generan todo lo descripto al principio del párrafo.

Lo que deben hacer no es otra cosa que: «…constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad…».

Nuestra doble Nelson son ellos. La casta.

Otro Sí Digo:

El tipo de cambio está atrasado, lo que provoca transferencia de dinero de las provincias al poder central, le resta rentabilidad a los productos agropecuarios y constituye competencia desleal contra la industria local. En esa situación estamos desde hace 10 años.

Actualmente el dólar se está depreciando, al igual que el euro y el real. Sostener el tipo de cambio respecto a nuestros socios comerciales es suicida y demencial.

Nuestros Políticos

* * *

Lecturas recomendadas

Constitución Nacional

Preámbulo

«Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina».

Artículo 75

«CAPITULO CUARTO – Atribuciones del Congreso – Artículo 75.- Corresponde al Congreso:

  1. Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación, los cuales, así como las avaluaciones sobre las que recaigan, serán uniformes en toda la Nación.

  1. Contraer empréstitos sobre el crédito de la Nación.
  2. Disponer del uso y de la enajenación de las tierras de propiedad nacional.
  3. Establecer y reglamentar un banco federal con facultad de emitir moneda, así como otros bancos nacionales.
  4. Arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.

  1. Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras; y adoptar un sistema uniforme de pesos y medidas para toda la Nación.

  1. Proveer lo conducente… a la defensa del valor de la moneda

Proveer al crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento de su territorio; …».

 

INFLACIÓN

http://restaurarg.blogspot.com/2021/05/inflacion.html

CAOS

http://restaurarg.blogspot.com/2021/10/caos.html

ARGENTINA: PAÍS SIN MONEDA

http://restaurarg.blogspot.com/2021/05/argentina-pais-sin-moneda.html


* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencia

[1] En palabras de depreforever (@depreforever): “…el peor de todos los impuestos, el impuesto no legislado.

 

Artículo publicado originalmente el 13/11/2021 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2021/11/doble-nelson.html

ALEMANIA Y UNA PRETENSIÓN INTERNACIONAL QUE MAQUIAVELO DESACONSEJARÍA

Alberto Hutschenreuter*

Tras los comicios celebrados el pasado 26 de septiembre, los partidos tradicionales alemanes se abocaron a formar una coalición política para el próximo ciclo de gobierno.

De no ser porque el retiro de la canciller Angela Merkel marcó este momento político de Alemania, la trascendencia del evento habría sido menor, incluso cuando (con la formación de un nuevo gobierno) se produzca el fin del ciclo político que desde 2005 tuvo a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) al frente del comando político del “país-pivote” de la Unión Europea, es decir, el “primus inter pares” del emprendimiento pos-estatal (aunque no pos-patriótico) más logrado en materia de integración en las relaciones internacionales.

Como lo que signa a los centros desarrollados son las políticas de Estado, es decir, las continuidades relativas con los grandes propósitos nacionales, no se aguardan cambios de escala con un gobierno encabezado por los socialdemócratas, menos todavía considerando que las dos grandes fuerzas políticas, la CDU y el Partido Socialdemócrata (SDP), prácticamente han “co-gobernado” Alemania por años; basta recordar que el presumible próximo Canciller Federal, Olaf Scholz, se ha desempeñado en cargos públicos clave (secretario de Trabajo, ministro de Finanzas y vicecanciller).

En buena medida, ello se debió al “intercambio del ropaje ideológico” de ambos partidos al momento de las proposiciones como estrategia para cortar el drenaje de votos, sobre todo desde las filas de la socialdemocracia, pues uno de los fenómenos más notables en la política alemana durante los últimos tiempos ha sido el componente social que ha incorporado la centroderecha, y el conservadorismo que ha sumado la izquierda, una mixtura que, siempre que se afronten las necesidades de modernización que reclama la economía germana, particularmente en sectores como el digital y el de inteligencia artificial, asegura el rumbo crucero de estabilidad y prosperidad nacional que supo imprimirle Merkel.

Pero más allá de estos fenómenos sociológico-políticos y de las peticiones económicas, es pertinente realizar algunas apreciaciones en relación con el enfoque internacional de la “próxima Alemania”, pues, si bien durante los debates previos a las elecciones la política exterior no tuvo demasiado espacio, Berlín defiende y promueve, tanto en las ideas como en la práctica, una singular posición internacional para convertirse en un actor preeminente en el siglo XXI.

Dicha posición es la de una “potencia civil” (Zivilmacht, un término utilizado por Hanns Maull en 2001), es decir, un actor que centra su política exterior “en valores que considera no negociables”, por caso, evitar (cuando no rechazar) el uso de la fuerza militar, más los demás grandes principios del derecho internacional; promover el proceder pacífico (cuando no pacifista); mantener el “código Adenauer” (es decir, la preferencia política y militar atlantista); defender y promover el multilateralismo; incrementar el “onusianismo” (es decir, las misiones multidimensionales de paz); alentar el regionalismo, etc.

Asimismo, inspirada seguramente por el pensamiento de John Locke, Alemania concede una importancia enorme al comercio internacional, algo que lo refleja el porcentaje de sus exportaciones en relación con su PBI, más del 30 por ciento, y la diversificación de socios comerciales: la UE es el principal socio, pero luego sigue China (que ha desplazado a Estados Unidos), países del Asia- Pacífico, Rusia (vínculo que se ha resentido significativamente por efecto de las sanciones occidentales), etc. Es decir, lo que para otros es considerado una vulnerabilidad (alta relación exportaciones-PBI), para Alemania el comercio no solo implica prosperidad nacional, sino un instrumento que favorece la estabilidad puesto que inhibe el conflicto internacional.

No obstante este empuje alemán del comercio internacional, y más allá de la fragilidad que supone una excesiva orientación hacia los mercados externos, hay un dato por demás interesante que no siempre surge y que recientemente el especialista Guntram Wolff se ha encargado de recordarlo: la UE y Alemania tienen pocas empresas jóvenes, y entre las 50 principales empresas globales, 22 son de Estados Unidos, 12 de China y solamente siete de la UE (tres de Alemania, Volkswagen, Daimler y Allianz).

Sin duda se trata de una concepción loable por parte de Alemania. Va de suyo que, si los actores preeminentes tuvieran una concepción similar a la de Alemania, las relaciones internacionales ingresarían en una fase normativa superadora de todos los obstáculos y causas de guerras derivados de la condición del estado de anarquía interestatal, competencia, ambición, intenciones, capacidades, etc.

Una fase normativa y supra-geopolítica desconocida hasta el momento, en la que los Estados poderosos prácticamente permitirían que ¡las organizaciones multilaterales adoptaran decisiones por ellos!

Un contexto bajo esas características podría ir dando lugar a lo que Immanuel Kant denominó “república mundial” (Weltrepublik), que “representa el culmen jurídico de toda la elaboración conceptual” del filósofo de Königsberg; una instancia de paz que acabaría para siempre con todas las guerras.

Pero sabemos que el mundo de hoy se halla muy lejos de esta situación. Tal vez en el seno de la UE está ocurriendo algo del patrón kantiano, pero fuera de este proceso (excepcional) de integración el mundo continúa siendo el de siempre, más las nuevas complejidades. Basta con echar una mirada a lo que sucede en las adyacencias de la UE para concluir que ningún orden normativo e institucional tiene lugar. Por el contrario, hay un fuerte declive del multilateralismo.

Lo curioso es que en la misma Alemania han surgido hace ya tiempo voces que reclaman un enfoque más realista de las relaciones internacionales; más aún, de boca de autoridades mayores ha reaparecido la palabra geopolítica, es decir, considerar que por más que los alemanes intenten olvidarse de cuestiones relativas con intereses políticos sobre territorios, poder nacional, zonas de influencia, etc., tales cuestiones se aproximan a los alemanes. Porque es imposible renunciar a un fenómeno que siempre ha estado y estará presente entre los Estados. Ello recuerda lo que decía el polemólogo francés Gaston Bouthoul sobre la voluntad de los políticos de querer reglamentar o prohibir la guerra mediante medidas jurídicas, una cosa “tan vana como castigar, por medio de una ley, el hecho de contraer la peste o la fiebre tifoidea. El pacto Briand-Kellog, por ejemplo, podría calificarse de pacto de la renuncia a las enfermedades”.

La situación relativa con la ampliación de la OTAN y las secuelas que ello trajo para Ucrania es un claro ejemplo de intentar llevar un orden normativo a un lugar donde predominaba un orden geopolítico. A pesar de ello, hasta el momento Alemania no ha dado muestras de reconsiderar la situación, por lo que una eventual nueva insistencia por colocar el derecho sobre la geopolítica y no al revés, llevaría la situación entre Occidente y Rusia a un plano prácticamente de guerra.

Paradójicamente, el impulso del modelo jurídico-institucional que supone una “potencia civil” no cuestiona el “orden del confort estratégico” que implica el poder y la influencia del “pacificador” estadounidense en Europa. Y aquí la geopolítica más la geoeconomía podrían en los próximos años exigir a Berlín una definición más contundente en relación con la iniciativa China conocida como BRI u OBOR. ¿Qué haría eventualmente Alemania? ¿Privilegiaría su papel de potencia civil y defendería dicha iniciativa, hecho que posiblemente la confrontaría con su aliado atlántico? ¿O se mantendría en su condición subestratégica (es decir, de vasallo) ante Washington cediendo intereses nacionales?

Podemos continuar con otras cuestiones, por caso, la situación encontrada entre miembros de la comisión de defensa del Parlamento que provocó la publicación de las “Directrices Políticas para el Indo-Pacífico” en septiembre de 2020, que exigía una mayor presencia naval alemana en la región. De acuerdo con trascendidos, Berlín finalmente optó por evitar irritar a China. Entonces, ¿se trata la política entre Estados de relaciones de poder o de relaciones de derecho?

No está mal aspirar a ser una potencia civil, pero sería un error de escala intentar serlo sin considerar que, sin otros atributos, nunca se podrá ser una potencia real. Ser potencia civil podrá traer prestigio; pero una potencia completa traerá, aparte, seguridad y deferencia.

Las aspiraciones no dejan de ser ejercicios loables y apreciables. Pero en las relaciones interestatales la experiencia es la única guía estratégica con la que contamos. Por ello, bien harían los alemanes y sus socios de la UE en recordar a Nicolás Maquiavelo cuando en su obra maestra, “El príncipe”, dice: “(…) siendo mi intención escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente buscar la verdadera realidad de las cosas que la simple imaginación de las mismas. Y muchos se han imaginado repúblicas y principados que nunca se han visto ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta diferencia de cómo se vive a cómo se debe vivir, que quien deja lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende más bien su ruina que su salvación (…)”.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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