¿Cuál es el contexto histórico alemán que influyó en la obra de Ratzel?

Marcelo Javier de los Reyes*

 

En primer lugar, la obra de Friedrich Ratzel (1844-1904) debe enmarcarse en la corriente de pensamiento positivista que imperaba por esos años en el ámbito científico, bajo la impronta de los grandes nacionalismos y de las políticas expansionistas llevadas a cabo por las metrópolis.

Friedrich Ratzel

En segundo lugar, en lo que se refiere al contexto histórico de su país, Alemania, debe destacarse la política llevada a cabo por el canciller Otto von Bismarck entre los años 1871 y 1890. A su vez también debe mencionarse que entre los pueblos de Europa crecía fuertemente el sentimiento nacionalista, si bien puede hablarse de un período de relativa paz que se extendió desde la celebración del Congreso de Viena de 1815 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Bismarck se propuso llevar adelante la unidad de Alemania en favor de Prusia y con la férrea intención de marginar de su proyecto al Imperio austríaco. En función de ello procedió a constituir un ministerio fuerte que enfrentó a la oposición liberal, así como un ejército poderoso conducido por Helmuth von Moltke. En el plano de la política exterior, fue el artífice de una serie de tratados que involucraron a las potencias europeas y que tenía por propósito garantizar la neutralidad de Francia y Rusia y aislar diplomáticamente al imperio austríaco. Con estas herramientas Bismarck logró la unificación de Alemania y consolidó su poder. Alemania pronto estuvo al lado de las principales potencias europeas.

Durante ese siglo de relativa paz pueden destacarse conflictos o guerras focalizadas, como las guerras de Crimea (1853-1856), la denominada “guerra de los Ducados” ─que enfrentó al imperio austríaco y Prusia contra Dinamarca (1864) y que llevó a que este último país, tras ser derrotado, debiera ceder Schleswig-Holstein a las otras dos potencias─, la austroprusiana (1866), la francoprusiana (1870-1871) y las guerras balcánicas (1912-1913). Como se ha mencionado, tres de estas guerras citadas involucraron a Prusia pero la que llevó a cabo contra Francia fue la que consagró la unificación de Alemania.

Como producto de ello, el 18 de enero de 1871 surgió el imperio Alemán, que se extendió como un Estado monárquico hasta 1918. Luego de su derrota en la Primera Guerra Mundial Alemania se convirtió en una república pluralista y democrática.

Politische Geographie (1987)

Ratzel falleció en 1904 y formó parte de un grupo destacado de geógrafos alemanes que transformaron los estudios geográficos. Él mismo se definió como defensor del expansionismo y el colonialismo y, en esta línea de pensamiento, colaboró estrechamente con el Congreso de Berlín (1884-1885) que procedió al reparto de África entre las potencias europeas y del que también participaron los Estados Unidos y el Imperio Otomano, aunque no obtuvieron beneficios territoriales. Cabe destacar que el Imperio Otomano ya languidecía por esos años y que fue perdiendo el control sobre sus dominios en los Balcanes, Medio Oriente y norte de África.

A partir de allí Alemania se lanzó a la conquista de colonias, las cuales pueden identificarse en cuatro zonas:

  1. golfo de Guinea, donde constituyó el protectorado de Togo y Camerún;
  2. suroeste africano, espacio en el que desarrolló la explotación de minas de cobre;
  3. África Oriental, centrándose en la isla de Zanzíbar y Tanganika y
  4. Oceanía, donde establece su soberanía sobre el noreste de Nueva Guinea y el archipiélago de Nueva Bretaña, denominado Bismarck en honor al canciller.

La Conferencia de Berlín le permitió a Bismarck constituirse en el árbitro de las cuestiones coloniales y tuvo por objetivo que el Reino Unido y Francia concentraran sus esfuerzos y que dirimieran sus diferencias fuera de Europa. Sin embargo, el tiempo llevó a que ese propósito no se lograra, pues la relación con los británicos se fue debilitando a la par que Londres y París lograban un acercamiento.

En este marco, Ratzel ─quien consideraba que el medio físico determinaba a las sociedades humanas como colectivo y al hombre como individuo, por lo que el hombre debía adaptarse a las condiciones impuestas por ese medio─ dio origen a dos grandes obras: “Antropogeografia” (1891) y “Geografía Política” (1897). En estos trabajos Ratzel logró plasmar una fusión de lo político con lo geográfico, consagrándolo como uno de los principales forjadores de la geopolítica.

* Licenciado en Historia, graduado en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Tema de tesis: “Intelligence and International Relations: an old relationship and its current revaluation for decision-making”.
Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG).

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El retorno del pensamiento en grande

Agustín Saavedra Weise*

El notable escritor ruso, disidente político y ganador del Premio Nobel de literatura Alexandr Solzhenitsin (1918-2008), pronunció un importante discurso en la universidad de Harvard (Boston, EEUU) el 9 de junio de 1978. El evento tuvo lugar poco tiempo después de haber sido liberado de un campo de concentración para enemigos ideológicos del régimen comunista, en la ahora extinguida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

 

Alexandr Solzhenitsin

Ante la sorpresa de los estudiantes asistentes, que pensaban escuchar una lacrimosa letanía anti Moscú, el exiliado autor más bien denunció a la sociedad occidental, que según él había adquirido una preocupante similitud con las sociedades controladas por el comunismo en términos de asfixia de la vida espiritual. Solzhenitsin dijo que la vida espiritual se había perdido tanto en Occidente como en Oriente y pidió un “aumento espiritual”. Agregó que cierto complejo de superioridad sostiene la creencia de que las diversas regiones de nuestro planeta deberían desarrollarse al nivel de los sistemas occidentales actuales, que teóricamente son “mejores” y más “atractivos”. Agregó que esa era una concepción sesgada por la incomprensión occidental de la esencia de otros mundos y del error de medir todo con la vara del Oeste. En definitiva, Solzhenitsin criticó la presunción de superioridad de la cultura occidental. Sus concepciones fueron generales, no entró en particularismos ni en detalles.

Tal vez por exponer pensamientos continentales de vasto alcance, la mayoría de los estudiantes asistentes lo criticó al no entenderlos bien. Muchos opinaron que era “anticuado” y “abarcaba varios temas a la vez”… Esos jóvenes ultra especializados de Harvard habían olvidado la metodología de pensar en función de los enormes espacios, de las grandes ideas y de los problemas globales del mundo. Olvidaron también involuntariamente el lema “Veritas” (verdad), símbolo de esa icónica casa superior de estudios. Subsumidos en una estructura mental limitada por su particularismo, los estudiantes menospreciaron o criticaron —en su inocente ignorancia— al escritor ruso, en lugar de asimilar su pensamiento globalizado o al menos intentar comprenderlo. A más de 30 años de ese evento, por suerte ha resurgido el pensamiento estratégico, la necesidad de imaginar, ver y observar con amplitud los vastos espacios físicos o mentales, para así poder auscultar posteriormente las minucias.

Felizmente, hoy las cosas están cambiando. Ciertamente, persiste la especialización, pero en paralelo ha retomado vigencia la necesidad metodológica de pensar en grande. Cualquier tipo de fenómeno debe mirarse primero desde la perspectiva del águila; luego vendrá el momento de sumergirse en detalles…

 

*Economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. 

www.agustinsaavedraweise.com

* Publicado por El Deber de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/El-retorno-del-pensamiento-en-grande-20190302-9545.html

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El retorno del pensamiento en grande

Agustín Saavedra Weise*

El notable escritor ruso, disidente político y ganador del Premio Nobel de literatura Alexandr Solzhenitsin (1918-2008), pronunció un importante discurso en la universidad de Harvard (Boston, EEUU) el 9 de junio de 1978. El evento tuvo lugar poco tiempo después de haber sido liberado de un campo de concentración para enemigos ideológicos del régimen comunista, en la ahora extinguida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Ante la sorpresa de los estudiantes asistentes, que pensaban escuchar una lacrimosa letanía anti Moscú, el exiliado autor más bien denunció a la sociedad occidental, que según él había adquirido una preocupante similitud con las sociedades controladas por el comunismo en términos de asfixia de la vida espiritual. Solzhenitsin dijo que la vida espiritual se había perdido tanto en Occidente como en Oriente y pidió un “aumento espiritual”. Agregó que cierto complejo de superioridad sostiene la creencia de que las diversas regiones de nuestro planeta deberían desarrollarse al nivel de los sistemas occidentales actuales, que teóricamente son “mejores” y más “atractivos”. Agregó que esa era una concepción sesgada por la incomprensión occidental de la esencia de otros mundos y del error de medir todo con la vara del Oeste. En definitiva, Solzhenitsin criticó la presunción de superioridad de la cultura occidental. Sus concepciones fueron generales, no entró en particularismos ni en detalles.

Tal vez por exponer pensamientos continentales de vasto alcance, la mayoría de los estudiantes asistentes lo criticó al no entenderlos bien. Muchos opinaron que era “anticuado” y “abarcaba varios temas a la vez”… Esos jóvenes ultra especializados de Harvard habían olvidado la metodología de pensar en función de los enormes espacios, de las grandes ideas y de los problemas globales del mundo. Olvidaron también involuntariamente el lema “Veritas” (verdad), símbolo de esa icónica casa superior de estudios. Subsumidos en una estructura mental limitada por su particularismo, los estudiantes menospreciaron o criticaron -en su inocente ignorancia- al escritor ruso, en lugar de asimilar su pensamiento globalizado o al menos intentar comprenderlo. A más de 30 años de ese evento, por suerte ha resurgido el pensamiento estratégico, la necesidad de imaginar, ver y observar con amplitud los vastos espacios físicos o mentales, para así poder auscultar posteriormente las minucias.

Felizmente, hoy las cosas están cambiando. Ciertamente, persiste la especialización, pero en paralelo ha retomado vigencia la necesidad metodológica de pensar en grande. Cualquier tipo de fenómeno debe mirarse primero desde la perspectiva del águila; luego vendrá el momento de sumergirse en detalles…

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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