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MÁS CHANCHO

Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Otro riesgo para los productores locales es que parte de la producción de las granjas «chinas» sea volcada al mercado interno, con precios por debajo del costo de producción.

 

De acuerdo con a la información brindada por Cronista Comercial[1], el plan de instalar granjas de cerdos chinas en Argentina sigue su marcha.

En su momento planteé mis objeciones al proyecto[2].

Los políticos continúan con la iniciativa, sin importar qué daño puedan provocar.

Como por ejemplo, mandar a la quiebra a los productores locales de porcinos.

La producción local de carne de cerdo crece sin pausa en la última década. En base a inversión propia, básicamente reinversión de rentabilidad, el sector creció al 8% anual. Al límite biológico, cuando se crece con madres propias.

Este tema no es menor. No importar animales nos ha permitido mantener la sanidad del rodeo.

Uno de los grandes puntos oscuros del proyecto sostenido por Cancillería y el embajador Vaca Narvaja es el riesgo de terminar como China o Alemania. China nunca dio a conocer las razones por las cuales debió sacrificar millones de animales ni cuáles medidas tomó para evitar una repetición del evento. Ya sufrió dos pandemias porcinas (amén de aviares) en menos de diez años.

En las discusiones previas, uno de los interesados en este proyecto sostuvo, en un primer momento, que no pensaban importar madres. Como al mismo tiempo proponía construir un lazareto, me permití dudarlo. Luego resultó que sí, que iban a importar, pero no de China sino de Canadá.

El proyecto propone cría intensiva, con concentraciones de 12.500 individuos cada una. Para que tengamos una idea, un cerdo es en peso, en cantidad de comida y en cantidad de desechos, como un humano. Más de cien kilos, comida, orina, heces[3]. Una granja de 12.500 cerdos tiene el impacto ambiental de una ciudad de 12.500 humanos. Con la única diferencia que, pobrecitos, los tienen más confinados. Toneladas de granos, hectolitros de agua, toneladas de desechos orgánicos. Diarios.

Los que vienen con esta idea sostienen contar con todas las respuestas. Magia. Van a tratar las heces y con eso generar energía, van a comprar soja y maíz y generar burlanda y pellets.

En sí, no tiene nada de malo. La gente de Río Cuarto, en Córdoba, lo hace desde hace años, con comprobado éxito.

El problema es que esto lo van a dirigir chinos con método chino. El mismo método que provocó la enfermedad de millones de animales y que concluyó con el sacrificio de cientos de millones de ellos. Una crueldad fruto de la falta de higiene. ¿Esto queremos importar? ¿A cambio de qué?

La nota de Dinatale es muy interesante. Informa que actualmente en el Chaco producen carne de cerdos y la venden a China.

Una relación clara y limpia. Los chaqueños ofrecen un producto de calidad, con condiciones sanitarias impecables. Lo venden al mundo. Clientes satisfechos lo compran. Ésa es la única relación sana. Toda otra es enferma y por lo tanto para desconfiar.

Si el gobierno chino está preocupado por la disponibilidad de volúmenes —duda razonable si tenemos en cuenta que el gobierno argentino prohibió las exportaciones de carne vacuna, restricción que afectó particularmente al comercio con China— lo que debe solicitar son contratos de compra con cláusulas de abastecimiento.

La actual iniciativa tal como está descripta en el Cronista Comercial proporciona un riesgo gigantesco para los actuales productores locales de cerdo.

El gobierno extranjero contará con garantías a diferencia de los locales: exenciones impositivas, exenciones de aranceles aduaneros, excepción de liquidar divisas por exportación (al igual que las mineras y las petroleras).

Otro riesgo para los productores locales es que parte de esta producción sea volcada al mercado interno, con precios por debajo del costo de producción. Perdón, del costo de producción de los locales. Quienes, a consecuencia de estos actos, entren en dificultades económicas, no tendrán alternativa sino vender sus madres. Justo, justo lo que este emprendimiento del gobierno chino en conjunto con Vaca Narvaja-De Mendiguren-Kulfas necesita.

Con las “fábricas” chinas de cerdos, los productores locales van a vivir con el corazón en la boca. Serán furgón de cola para satisfacer la demanda externa y rogarán todos los días que parte de la producción no termine en el mercado doméstico.

Amén de alguna genialidad del gobierno argentino de turno, como “prohibir” las exportaciones para forzar la “baja de precio” en el mercado doméstico. ¿Les suena?

Será un riesgo también para quienes producen otras carnes de exportación, ya que nuestros compradores sospecharán de la condición sanitaria de nuestro país con estas “fábricas” instaladas en Argentina. 

Sabemos los millones de dólares que cuesta cada año vacunar contra la aftosa. ¿Quieren tener una “aftosa 2” con los chanchos?

Si la enfermedad se extiende a Paraguay, Brasil o Uruguay ¿vamos a pagar resarcimientos?

Entiendo la posición del gobernador del Chaco. Prometen trabajo. Pero realmente, ¿360 puestos de trabajo valen la pena todos los riesgos que la provincia toma? ¿360 x 3 = 1.080 puestos de trabajo valen la pena?

¿No es mejor exigirle al gobierno central rentabilidad para los actuales productores así pueden crecer en su métier en lugar de comprarse todos los boletos para una pesadilla zoosanitaria?

¿No es mejor que el gobierno del Chaco exija para sus productores las mismas condiciones que Cancillería y Kulfas están dispuestos a regalarle al gobierno chino?

¿Qué podría pedir el gobernador del Chaco para incentivar la cría de cerdos en su provincia?

    • Que los productores no tengan la obligación de liquidar los dólares en el BCRA (privilegio que van a tener las granjas chinas).
    • Que los frigoríficos no deban liquidar dólares de exportación en el BCRA.
    • Créditos del Banco Nación y BICE para plantas de biodiesel y biodigestores[4].

En resumen, lo mismo que Kulfas-De Mendiguren-Cancillería van a darle a los chinos (con la nuestra).

El acuerdo Chaco-China debería consistir entonces en compromisos de provisión por nuestra parte y de compra y pago por la contraparte.

De esa forma se garantiza trabajo, rentabilidad y control sanitario para los chaqueños.

Los argentinos producimos. Los chinos compran. La cosa sana.

El negocio como está planteado es claro: comprar el maíz a precio doméstico (con dólar a $ 95 y detraída la alícuota del derecho de exportación) y disponer de dólares de $ 180 para pagar sueldos, combustible y maquinaria. En esas condiciones cualquiera está dispuesto a invertir.

Las cámaras del sector deberían tomar nota y ponerse en pie de guerra. Tener en cuenta las siguientes premisas: a. los funcionarios mienten, b. los funcionarios mienten siempre, c. los funcionarios son malas personas; desprecian y detestan a los productores argentinos, d. el ministro Kulfas ha demostrado la verdad de las premisas a, b, c en su tratamiento de los cierres de exportaciones de carne vacuna donde ha tenido y tiene un papel activo en la destrucción de valor y en perjudicar a los productores para favorecer a dos o tres operadores.

Los productores locales de carne porcina, organizados en sus cámaras, podrían impedir la instalación de estos complejos productivos. Probablemente con un amparo o una medida de no innovar.

Su fundamento es:

    • riesgos sanitarios a la luz de lo sucedido en China y en Alemania (con los mismos métodos que se quieren imponer en Argentina).
    • riesgo de dumping a la producción local,
    • insuficiencia de madres.
    • riesgo de importación de animales vivos.
    • deslealtad en el tratamiento impositivo, crediticio y cambiario.

Si los productores argentinos no toman en serio los riesgos de que se instalen estas plantas, pueden despedirse del dinero invertido. Los tendrán vendiendo a costo (como los tamberos), trabajando a riesgo y ganando 1% sobre capital. O condenados a vender carne en negro para subsistir. En resumen, en pocos años, van a perder todo. Las únicas granjas que sobrevivirán serán las de propiedad del gobierno chino y alguna otra propiedad de funcionarios públicos.

No es descabellado. Después de todo, la principal cerealera argentina es propiedad del gobierno chino. ¿Por qué no tendrán en un futuro el monopolio de la producción y exportación de carne porcina?

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Inversión de 129 millones de dólares: ya tiene fecha la primera venta de la megaproducción de cerdos china en Argentina, https://news.agrofy.com.ar/noticia/195057/inversion-129-millones-dolares-ya-tiene-fecha-primera-venta-megaproduccion-cerdos?utm_source=NoticiasDeCampo&utm_medium=twitter

[2] El que me toca es un chancho, http://restaurarg.blogspot.com/2020/07/el-que-me-toca-es-un-chancho.html 

[3] Marvin Harris.“Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas”. Madrid: Alianza Editorial, 2004, ISBN 9788420639635.

[4] Más de lo mismo, https://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html?showComment=1627767400541#c7547941675660102512

 

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/07/mas-chancho.html

PERROS PROTECTORES DE GANADO, OVEJAS Y AVES

Agustín Saavedra Weise*

Vivimos esta ya iniciada tercera década del siglo XXI bajo el signo de un sano conservadurismo. Hay que conservar la naturaleza, debe conservarse el medio ambiente, tenemos que conservar especies salvajes en vías de extinción, etc. Y todos nosotros —en mayor o menor grado— participamos de esa política: queremos conservar y no destruir, acrecentar lo bueno y disminuir lo malo. En este contexto, uno de los principales problemas que se le presenta a la gente de campo criadora de animales es la protección de estos. Obligados muchas veces por ese legítimo afán de proteger sus diversos hatos, sectores rurales optan por lo más simple: matar o poner trampas. Sin embargo, hay otras soluciones mucho más humanas e imaginativas.

Al respecto, una iniciativa interesante que en la actualidad impulsa el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de la Argentina (INTA) en asociación con otras entidades internacionales de protección de la vida silvestre, es la de usar perros entrenados para cuidar ganado, especies originarias, ovejas y hasta diversos tipos de aves. Así se evita el acoso de animales silvestres y que los productores forzadamente los eliminen. Cuando los perros detectan una presencia extraña adoptan actitudes de defensa, con movimientos y ladridos amenazantes dirigidos al intruso de turno. Esto generalmente interrumpe el comportamiento de caza del animal de turno —o de potenciales cuatreros humanos— y evita el acercamiento al ganado. Los grandes felinos de la región sudamericana (puma y jaguar) por lo general se asustan ante la presencia de perros y aunque en un enfrentamiento podrían destrozarlos, su instinto de prudencia los hace fugar para evitar ser lesionados por querer conseguir su presa.

Los perros son pues una excelente manera de crear un incontestable mecanismo de disuasión, que además no es muy caro y procura el equilibrio de las especies, o sea, preserva el valor de la conservación del medio ambiente.

Por supuesto que no se trata de cualquier tipo de perro. Hay que procurar la mejor raza para cada tipo de protección. Un excelente perro múltiple como el ovejero alemán (y su primo el ovejero belga) es altamente recomendado para todo menos para proteger aves, sean gallinas, palomas, avestruces o pavos. Parece ser que el ruido de las alas excita su instinto primitivo de cazador y el resultado es contraproducente. Salvo esta excepción, hay varias razas caninas establecidas por siglos para proteger ganado vacuno u ovino y para espantar a quienes quieren aprovecharse de alguna vicuña o animal nativo que se quiere preservar, como también para cuidar gallineros y palomares. Es más: los perros pastores viven con los hatos y rebaños, pasando a formar parte de ellos.

En el oriente boliviano se usan perros tanto para cuidar como para cazar, pero falta el elemento cualitativo; el 90% de esos canes son “chapis” criollos. La línea de sangre y la raza que se use para cada caso es factor fundamental. Si bien cualquier noble pichicho debidamente entrenado puede hacer el trabajo, no es lo mismo que canes que ya llevan en su instinto el condicionamiento para proteger.

Nuestros productores pecuarios deberían tomar contacto con el INTA en Buenos Aires y coordinar algún tipo de asistencia que les permita mejorar la calidad de sus perros guardianes y de paso, evitar así la matanza forzada de animales silvestres. Con ello ayudarán a mantener el equilibrio natural del medio ambiente sin tener que eliminar al depredador, sobre todo ahora que el cazador supremo —el icónico e imponente jaguar— está en peligro de extinción.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

 

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, https://eldeber.com.bo/opinion/perros-protectores-de-ganado-ovejas-y-aves_226793