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OBSERVATORIO ARGENTINO – ALEMÁN DE GEODESIA (AGGO)


Observatorio Argentino – Alemán de Geodesia

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Bundesamt für Kartographie und Geodäsie

 

AGGO es el único observatorio geodésico de América Latina que integra la red global de observatorios fundamentales (Fig. 1). Está ubicado en el Parque Pereyra Iraola, en el municipio bonaerense de Berazategui. Su ubicación estratégica en el hemisferio sur le confiere una gran visibilidad internacional que contribuye a fortalecer el liderazgo que la Argentina ejerce sobre la región, en todo lo concerniente a las ciencias y las tecnologías geoespaciales.


Figura 1. Red global de observatorios geodésicos fundamentales. Las ‘porciones’ de las ‘tortas’ representan las técnicas de medición instaladas en cada observatorio. La figura es elocuente en cuanto al rol estratégico que juega AGGO, por su ubicación en el hemisferio sur, por ser el único observatorio de su tipo en América Latina y por ser uno de los tres observatorios más equipados del mundo.

AGGO es una iniciativa conjunta de los gobiernos de la Argentina y Alemania, fundada en un convenio bilateral suscrito en noviembre de 2013 entre el CONICET y la Agencia Alemana de Cartografía y Geodesia (BKG[1]). El proyecto fue concebido como una respuesta concreta al llamamiento de las Naciones Unidas[2] a fortalecer la cooperación internacional para mejorar el Marco de Referencia Geodésico Global (GGRF por sus siglas en inglés).

Las Naciones Unidas han identificado a los datos espaciales como un insumo imprescindible para el desarrollo sostenible y al GGRF como una componente esencial de la infraestructura global de datos espaciales. La nomenclatura “datos espaciales”, engloba a una enorme diversidad de datos cuyo denominador común es el de estar vinculados a un lugar específico del planeta. Tales datos se obtienen de muy variadas maneras, ya sea desplegando censistas en el terreno, instrumentos en la tierra, el aire o el mar o en satélites artificiales. En todos los casos, el dato debe contar con la información que permite asociarlo con el lugar donde fue recabado. La asociación entre dato y lugar es lo que se denomina “georreferenciación”. La forma más difundida de georreferenciar los datos es mediante los Sistemas de Navegación Satelital Global (GNSS por sus siglas en inglés), de los que el GPS es el más conocido.

Los datos espaciales son generados por muchísimos actores. En la Argentina, por ejemplo, numerosos organismos dependientes de la Presidencia de la Nación (Jefatura de Gabinete de Ministros, Ministerio de Agroindustria, Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Ministerio de Defensa, etc.); organismos técnicos del Estado Nacional (Administración de Parques Nacionales, Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, Cámara Nacional Electoral, Comisión Nacional de Actividades Espaciales, Dirección Nacional de Vialidad, Instituto Geográfico Nacional, Instituto Nacional de Estadística y Censos, Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, Servicio de Hidrografía Naval, Servicio Geológico Minero Argentino, etc.); y una larga lista de organismos provinciales, municipales, organizaciones civiles intermedias y empresas privadas.

Para poder integrar la información recabada por actores tan diversos en una infraestructura de datos espaciales, ya sea a escala nacional, regional o global, es necesario que todos los actores adhieran a un protocolo de intercambio que incluye acuerdos científicos, tecnológicos y políticos. Una condición sine qua non de tal protocolo es que la información espacial esté georreferenciada en el GGRF. El GGRF está “anclado” al planeta por los observatorios fundamentales que se muestran en la Fig. 1. A partir de ellos se instalan otros observatorios de menor jerarquía que lo van extendiendo a escala continental, nacional, provincial y municipal. Por ejemplo, en la Argentina, a escala nacional, el GGRF está materializado por la red de estaciones GNSS permanentes que opera el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En la actualidad, esa red está “anclada” al planeta a través de observatorios fundamentales muy lejanos, todos ubicados en otros continentes. La llegada de AGGO permitirá contar con un punto de anclaje en nuestro propio territorio.

En febrero de 2019 el CONICET firmó un convenio con el Ministerio de Defensa gracias al cual AGGO fue provisto de personal técnico y científico de las Fuerzas Armadas, necesario para operar los dos instrumentos más importantes del Observatorio. Este hecho permitió pasar de la fase de puesta a punto del instrumental a la fase de producción de datos. Gracias a ello, la Argentina es hoy un agente activo dentro de la red global de observatorios fundamentales. El personal técnico de las Fuerzas Armadas adquiere en AGGO una capacitación muy especializada en temas vinculados con la informática, la electrónica, la óptica, la geodesia, la topografía y la cartografía. Dicha formación se adquiere a través de clases teóricas impartidas por los expertos de AGGO y mediante una práctica intensa que involucra la operación de instrumentos muy sofisticados que solo son accesibles en pocos lugares del mundo.

AGGO cuenta con un instrumental sofisticado, valuado en más de € 15 millones, que fue aportado mayormente por la contraparte alemana, en tanto que el CONICET aportó la infraestructura necesaria para albergar dichos instrumentos. El convenio binacional le asigna a Alemania la mayor parte en la responsabilidad de mantener los equipos (aproximadamente un millón de Euros por año), en tanto que sobre el CONICET recae la de financiar los costos operativos y del personal científico.

Varios organismos nacionales desarrollan programas de trabajo basados en AGGO, entre ellos, el IGN y el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), responsables de la cartografía terrestre, fluvial y marítima del país; la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), responsable de la implementación de la Plan Espacial Nacional; y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), responsable de la metrología; etc.

A los antes mencionados se agregan un extensa red de centros educativos, de investigación y desarrollo en las universidades de La Plata, Buenos Aires, Cuyo, San Juan, Rosario, Tucumán, Santiago del Estero, del Sur, etc., que usan los datos generados por AGGO para abordar una gran variedad de problemáticas relacionadas con el estudio del planeta y de sus procesos de cambio, por ejemplo: ordenamiento territorial, inundaciones, terremotos, vulcanismo, movimientos de glaciares, variaciones del nivel del mar, variaciones del almacenamiento de agua subterránea, propagación de ondas electromagnéticas en la atmósfera, determinación precisa de la gravedad, el tiempo y la frecuencia, etc.

Instrumental de AGGO

AGGO es una Observatorio Geodésico Fundamental cuyo principal objetivo es contribuir al desarrollo de las infraestructuras nacionales de datos espaciales y al estudio de la geodinámica y el cambio global. ‘Fundamental’ alude a que reúne todas las técnicas de medición de la Geodesia moderna (Fig. 1): un radiotelescopio para interferometría de línea de base muy larga (VLBI[3]); un telescopio láser para telemetría a satélites artificiales (SLR[4]), varios receptores de señales de los sistemas globales de navegación apoyados en satélites (GNSS[5]), gravímetros de alta precisión (absoluto y superconductor), relojes atómicos (Rubidio y MASER de Hidrógeno), sismógrafos, sensores meteorológicos e hidrológicos, etc.

Los diferentes instrumentos de AGGO funcionan en forma permanente y coordinada con los restantes observatorios geodésicos fundamentales que conforman la red global. La función primaria de todos los observatorios es garantizar la producción y puesta en disponibilidad de los datos, de acuerdo con los estándares internacionales.

Radiotelescopio

6m radiotelescopio offset, foco primario

recepción de banda S (2.22.35 GHz) y X (89 GHz)

participación en la red de servicio rápido en el IVS

Sistema de Satellite Laser Ranging, SLR

telescopio de 50 cm apertura

láser safiro titanio de dos colores, 847nm, 423.5nm

repetición pulsos: 100 Hz

ancho de pulsos: 40 ps

energía de pulsos: 15 mJ

mide satélites desde órbita baja hasta geoestacionaria

Gravímetro Super Conductor

resolución: 10 nGal

Gravímetro Absoluto

mide la gravedad absoluta g = 979924069,75 μGal

resolución: 2 Gal

principio: caída libre

Sensores complementarios:

Sismómetro de banda ancha

Estación meteorológica

Humedad de suelo

Inclinómetros

Referencias

[1] Bundesamt für Kartographie und Geodäsie

[2] Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas del 26 de febrero de 2015, A/RES/69/266, «A Global Geodetic Reference Frame for Sustainable Development».

[3] Very Long Baseline Interferometry

[4] Satellite Laser Ranging

[5] Global Navigation Satellite Systems

 

Se agradece la difusión de este artículo.

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EL ACUERDO EUROSUR Y EL BREXIT. LA INDUSTRIA PESQUERA Y LA SOBERANÍA NACIONAL.

César Augusto Lerena*

Ya nos referimos a las asimetrías entre la Unión Europea y el MERCOSUR y el Acuerdo, que llamaremos en adelante EUROSUR y, las dificultades de Argentina, respecto a la inflación, los costos de fletes e insumos, las dificultades portuarias, la burocracia, los impuestos y desindustrialización, entre otras cuestiones, que quitan competitividad a los productos industriales pesqueros. Suponiendo, que pudiésemos resolver esta cuestión de fondo, con la que convivimos desde hace muchas décadas, es muy poco probable que Argentina logre un comercio equitativo con Europa, si este Acuerdo se limita a un mero intercambio de bienes y no a una verdadera “Asociación Estratégica”, que, pese a los anuncios, no parece ser. Más bien, se asemeja mucho a las consignas del Virreinato del Río de la Plata de 1796, donde incluso varios relevantes hombres de Buenos Aires y Montevideo entendían que «América debía entregar a España las materias primas, y esta devolvérselas prontas manufacturadas».

Trataremos de ser optimistas, evitando caer en el triunfalismo retozón —hasta el llanto— del Canciller Jorge Faurie o en la crítica sin aportes de alguna oposición desinformada y, me referiré, a algunos requerimientos que el Estado argentino debería formularle a los negociadores de la Unión Europea, para que desde el punto de vista de la soberanía nacional y, en el ámbito de la actividad pesquera, este Acuerdo, mute hacia una Asociación Estratégica y pueda ser provechoso para la industria del país, sus empresas, los trabajadores y sus comunidades.

La actividad pesquera ya tiene experiencias en materia de acuerdos con la Unión Europea y, muy especialmente con la lamentable instrumentación que le dieron las entonces autoridades al «Acuerdo sobre las Relaciones en Materia de Pesca Marítima con la Comunidad Económica Europea» sancionado el 20 de abril de 1994 por Ley 24.315, y ello, debería servirnos para que, de una vez por todas, acordemos condiciones equilibradas para nuestro país que luego no se distorsionen. 

La Asociación Estratégica con España y otros miembros de la Unión Europea. Los buques españoles pescan con licencia británica en las aguas argentinas de Malvinas y, dentro y fuera de la Zona Económica Exclusiva Argentina. Algunas de sus empresas de este país se han asociado a inglesas en Malvinas y se aprestan, incluso, a construir un puerto en las Islas. También, operan con base en puertos de Uruguay. Las capturas de estos buques de bandera española en el Atlántico Sur, son consideradas de origen español y, por lo tanto, ingresan a la Unión Europea sin aranceles (los  británicos ya evalúan ingresar a la UE bajo otra bandera a partir del Brexit) pese, a que estas capturas debieran considerarse ilegales (INDNR) conforme al Reglamento (CE) Nº 1005/2008 incisos 7, 22, 26, 30 y s.s. del Consejo que refiere, a las actividades pesqueras realizadas en la Alta Mar y en las aguas marítimas sometidas a la jurisdicción o soberanía de los países ribereños sin tomar las medidas adecuadas y, además, por aplicación de las Res. de la ONU Nº 31/49; 2065/65; 3171/73 y 3175/73 y la Convención de las Naciones Unidas del Derecho del Mar, por cuanto los buques españoles pescan con permisos ilegales británicos en aguas argentinas de Malvinas o los recursos migratorios que tienen origen en la Z.E.E. Argentina, resultando, absolutamente inaceptables las “Reglas de Origen. Sección A” del Acuerdo EUROSUR. Sería un absurdo y un daño gravísimo para la Argentina, que el gobierno nacional acepte que los buques de Bandera (los extranjeros que pescan en el Atlántico Sur) puedan considerar sus capturas y procesos a bordo como originarios de los países de bandera. Eso sería liberar definitivamente el mar argentino a todos los buques extranjeros, incluso, a los que capturan con licencia ilegal británica en Malvinas. Teniendo en cuenta, que España es el primer comprador (24%) de productos pesqueros argentinos mientras que la Argentina tiene en su territorio marítimo el recurso, para darle el carácter de Asociación Estratégica a este Acuerdo, el gobierno nacional debería acordar con la Unión Europea la importación a la brevedad posible de todos los productos argentinos listos para el consumo final, incluso las conservas, libres de aranceles, no solo por una cuestión económica, sino para iniciar gradualmente el cambio de la matriz argentina, donde el 60% de las exportaciones son commodities, convenir la radicación industrial de euro-empresas en el continente argentino y/o la creación de sociedades mixtas entre empresarios argentinos y europeos que promuevan la modernización de la flota nacional, que exploten, transformen y agreguen valor a los recursos pesqueros; participen en la construcción y ampliación portuaria pesquera e inversiones destinadas a la acuicultura; y, al mismo tiempo, el cese inmediato de las capturas de sus países miembros en el Atlántico Sudoccidental que no se ajusten a la Ley 24.922 y, la Argentina debería liberar de impuestos a la importación de insumos para la industria pesquera y naval pesquera y, establecer determinados reembolsos por determinada cantidad años que, habrían de compensarse con el mayor empleo y la caída de subsidios a la desocupación y, el cobro de derechos de extracción y, claro está, la finalización de las asociaciones españolas-británicas en Malvinas que depredan nuestros recursos y luego ingresan cientos de miles de toneladas a la U.E. sin aranceles, compitiendo deslealmente con las empresas radicadas en el continente argentino.

Todo ello se enmarcaría, además, en la Res. 41/11 de la O.N.U. del 27 de octubre de 1986 que declaró «Zona de paz y cooperación del Atlántico Sur» y resaltó «la determinación de los pueblos de los Estados de la región del Atlántico Sur de preservar su independencia, soberanía e integridad territorial y de desarrollar sus relaciones en condiciones de paz y libertad».

Mientras tanto, la Argentina debería hacer un Acuerdo de Integración y Desarrollo Binacional con Uruguay, que dinamice y complemente el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo que, entre otras cosas, de fin al apoyo logístico que Uruguay le presta en sus puertos a los buques españoles, chinos, coreanos y taiwaneses que pescan ilegalmente en el Atlántico Sur y, desaliente la construcción del megapuerto chino en Uruguay y, en compensación, promover asociaciones mixtas con empresas uruguayas para la pesca del calamar y otras especies, exceptuar de impuestos y otras medidas para beneficio mutuo de las empresas que se acojan a un régimen especial de fomento e integración binacional, postergada desde las luchas por la independencia. 

La Asociación Estratégica con la Unión Europea con relación al Brexit, Malvinas y la pesca ilegal británica en el área. Desde 1976 los buques extranjeros con licencia británica de Malvinas han extraído ilegalmente un promedio anual de 200 mil toneladas de recursos pesqueros en el mar argentino aledaño a Malvinas por un valor de U$S 475 millones de dólares a la primera venta, es decir, que la Argentina ha perdido anualmente en la comercialización final un negocio valuado en unos 3.325 millones de dólares. Para entender la magnitud de esta cifra, diremos que, con ella, se podría renovar en un año toda la flota pesquera nacional (559 buques) o, si se recuperasen esas toneladas para la Argentina, dos millones de niños y adolescentes podrían cubrir sus necesidades diarias de proteínas de la mejorar calidad biológica los 365 días del año, que, complementadas con hidratos carbonos complejos (arroz, pastas, vegetales) que habitualmente se incluyen en los planes sociales, les permitían acceder a la totalidad de sus requerimientos calóricos diarios y, asegurar argentinos sanos y capaces para el futuro. Esa cifra multiplicada por los 42 años transcurridos (1976-2018) desde que los británicos explotan ilegalmente el recurso pesquero argentino, significa una pérdida total para la Nación Argentina del orden de los 140 mil millones de dólares, una cifra que hubiese permitido un desarrollo fenomenal de todas las provincias patagónicas del litoral marítimo.
El 94% de las exportaciones pesqueras y un tercio de las exportaciones de carne de Malvinas se destinan a la Unión Europea. En el Puerto de Vigo (España), uno de los más importantes puertos pesqueros de Europa, el 25% de sus descargas tienen origen en Malvinas. Ello demuestra, la dependencia que con Europa tiene el comercio de Malvinas. A partir del Acuerdo EUROSUR y, hacerse efectivo el Brexit, los productos pesqueros capturados por buques no europeos en Malvinas deberán pagar aranceles, pudiendo incluso ser considerados ilegales, dificultándose, por lo tanto, su comercialización. Nosotros entendemos, que este efecto será económicamente negativo para las Islas, pero, fundamentalmente, les generará un mayor aislamiento, ya que el Reino Unido no podrá seguir ejerciendo el rol protector, como lo ha venido haciendo en el campo militar y facilitando la comercialización en la Unión Europea. El medio Penguin News de las Islas es elocuente al respecto: «La FIG (el gobierno ilegal isleño) no cuestiona el Brexit; respetamos el derecho de los ciudadanos del Reino Unido a determinar su propio futuro. Sin embargo, es de vital importancia que se mantenga nuestro acceso actual a los mercados de la UE. Cualquier disminución podría tener un impacto perjudicial en la economía de las Islas Malvinas (Falkland en el texto original) y en los ingresos del gobierno» (sic), por su parte Mike Poole, Gerente General de Fortuna en las Islas dice que «sufrirán el impacto de la suba de aranceles”.

En esta situación, se le presentan a la Argentina, dos escenarios: seguir esperando eternamente que algún día los ingleses se resuelvan a negociar soberanía, sin que ello signifique reconocimiento alguno y aceptando graciosamente que bajo licencias ilegales británicas se extraigan del Atlántico Sur 200/250 mil toneladas anuales de recursos pesqueros argentinos y desequilibrando el ecosistema o, en su lugar, buscar una fórmula que potencie sinérgicamente los resquicios positivos de este Acuerdo EUROSUR.

Entendiendo, que los recursos que se capturan en el mar argentino de Malvinas y adyacente a éste en la Alta Mar, son recursos argentinos que se originan en el área continental argentina, en el Mar Territorial, la Zona Contigua y la Zona Económica Exclusiva Argentina y, también, que Malvinas es parte del territorio nacional, sería interesante ratificar la incorporación de las Islas al Acuerdo y, otorgarles los permisos de pesca a través de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, bonificándoles los correspondientes derechos de extracción, como la Argentina ya hizo con los buques de la URSS en 1967, con el fin de generar un reconocimiento tácito de la soberanía argentina. No me extenderé sobre la instrumentación por confidencialidad.

Al respecto vale la pena relatar una importante determinación política de un alto funcionario de esa época: pese a que la Cancillería a cargo de Nicanor Costa Mendez coincidía con la posición de Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS de reservar a los países ribereños solo 12 millas, el gobierno nacional, a través de la Secretaría Legal y Técnica, promovió en diciembre de 1966 la sanción de la Ley 17.094 que estableció, entre otras cosas, que «la soberanía de la Nación Argentina se extendía al mar adyacente a su territorio hasta una distancia de 200 millas marinas…». Para ese entonces, 70 buques rusos pescaban a la vista de Mar del Plata, por lo cual, el gobierno acordó establecer con la URSS un canon pesquero por buque y por temporada de pesca de veinte dólares, una suma que, por lo irrisoria, fue rápidamente aprobada por Moscú, quién de hecho, reconoció nuestras 200 millas, rompiéndose el alineamiento que sobre este tema tenía la URSS con Estados Unidos y Gran Bretaña.

El Reino Unido no puede negar el origen en el mar aledaño al continente argentino de la mayoría de los recursos que migran a Malvinas y, por lo tanto, la titularidad de Argentina de estos; circunstancia, que sería fácilmente demostrable por nuestros científicos. En este momento, frente al Acuerdo y el Brexit, y ante el cobro de aranceles a los productos de Malvinas, sería la oportunidad para que la Argentina (Tierra del Fuego…) les otorgue los correspondientes permisos de pesca a todas las embarcaciones que pesquen en esa área, de modo que ingresen sin arancel alguno a Europa. No estaríamos discutiendo soberanía, sino la titularidad de los recursos que, sin lugar a duda, migran desde el área continental de Argentina hacia las Malvinas Argentinas, su área GAP (espacio de 1.400 Km2) y la Alta Mar de la región. Iguales permisos podrían extenderse a título gratuito por determinada cantidad de años a toda la flota extranjera que pesque en la Alta Mar, de modo de facilitar el ingreso de sus capturas a la Unión Europea, reafirmar nuestro dominio y evitar la prescripción; por supuesto con un ordenamiento determinado, que no explicaremos aquí y, extensiva a toda la flota argentina con permiso de pesca de gran altura que capture en la ZEE más allá de determinado número de millas marinas y en la Alta Mar. Los efectos de ocupación del mar, entendemos serían superlativos. Sería un paso gigante hacia la ratificación de nuestra soberanía nacional en el Archipiélago y, el Acuerdo, el Brexit, los aranceles y la dificultad comercial que deberán enfrentar los isleños, podrían ayudar. ¿Un tanto ingenuo pensar que los británicos aceptarían? Menos ingenuo que imaginar que, por la fórmula del paraguas, los británicos no continuarían incrementando la ocupación en el Atlántico Sur o, que los rusos, con dos mil buques pescando, aceptarían pagar un canon a argentina cuando el mundo desconocía los derechos de los países ribereños sobre las 200 millas. Salir de la inercia del reclamo ya sería importante.

Se calcula que Gran Bretaña deberá abonarle a la Unión Europea unos cien mil millones de euros antes de 2025 y otros tantos pagos hasta 2064. El Reino Unido podría iniciar negociaciones en estos años con terceros países, pero, no podrán entrar en vigor, hasta no finalizar este período de transición. El socio comercial más importante del Reino Unido es la Unión Europea, donde van a parar el 45% de sus exportaciones y se estima que estas caerían un 8% de aquí al 2022, tiempo en el que perderían el empleo unas 60 mil personas, ello, sin evaluar los conflictos que se provocará en las fronteras con Europa e Irlanda. Escocia duda y el temor al Brexit sin acuerdo ya hundió la cotización de la libra esterlina al menor valor del año 1,1062 euros, razón por la cual, no parecen estar las cosas fáciles para los ingleses y mucho menos para los que ocupan Malvinas. Tal vez haya llegado la hora para los británicos ocupantes de las islas, de mirar con más cariño al continente argentino.

Por cierto, la burocracia del Gobierno debería promover y facilitar urgente las bases para promover el comercio, la industria nacional y la exportación de las pequeñas y medianas empresas mediante la reforma federal y social de la actividad pesquera; la eliminación de los impuestos al gasoil destinados a la captura; la trazabilidad; el autocontrol de los procesos sustentables; el registro de las marcas y las certificaciones de origen, calidad, seguridad alimentaria y ambiente; la eficiencia y transparencia de los servicios portuarios y aduaneros; los trámites administrativos simplificados; la desgravación del IVA; la asistencia técnica y financiera; la responsabilidad social, laboral y su capacitación continua;  la revalorización de los productos argentinos, a la par de su estandarización en el MERCOSUR si se quiere poner en marcha a las cientos de empresas pesqueras distribuidas en todo el litoral marítimo que podrían exportar productos con gran valor agregado a la Unión Europea, a la par de avanzar hacia la recuperación de la soberanía en Malvinas.

Nada que la Argentina no pueda hacer con un gobierno comprometido, eficiente y transparente. Y de eso hablamos en estos días, ¿o no?

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Ctes), ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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LOS HOMBRES QUE NOS DIERON LA PATAGONIA. Estanislao Zeballos y los derechos soberanos de la Argentina*

Marcelo Javier de los Reyes**

Introducción

Esta presentación tiene por objetivo realizar un reconocimiento no sólo a la obra de Estanislao S. Zeballos sino a los hombres que se propusieron seriamente forjar un país que ocupara un espacio de consideración en la comunidad de naciones.

Estimo que es oportuno hacer este reconocimiento en un tiempo en que la memoria de mucho de ellos —tal el caso del General Julio A. Roca y del mismo Estanislao Zeballos— es cuestionada desde ciertos sectores ideológicos y con una absoluta incomprensión de que la historia no se juzga a partir de los valores actuales sino que debemos situarnos en el contexto de la época que vamos a analizar[1].

Estanislao Zeballos

Luego de presentar los datos más relevantes de la vida de Estanislao Zeballos, procederé a hacer un recorte no sólo de su extensa obra sino también de los libros que consideré pertinente considerar a los efectos de este trabajo.

Debo aclarar, asimismo, que por cuestiones prácticas no tomaré sus obras por orden cronológico sino a partir de una consideración práctica. De tal modo que primero tomaré Viaje al país de los Araucanos (1881), luego seguiré con La conquista de las quince mil leguas (1878) y Callvucurá y la Dinastía de los Piedras (1884), sin impedimento de recurrir a uno u otro en caso en de ser necesario.

La intención de este trabajo es comprender el “problema del indio” —a sabiendas que hoy no es correcto hablar de indio— y la preocupación que ocasionaba tanto durante la colonia como a la joven república.

La situación actual, tal como nos la revela la información de los medios, nos demuestra que las diferentes campañas al desierto han dejado espacios para la discusión y que hoy, nuevamente, constituyen otro elemento más que divide a la sociedad argentina.

En principio me referiré a algunos datos biográficos para presentar a Estanislao S. Zeballos y luego tomaré, recortadamente, su obra ya mencionada.

Acerca de Estanislao Zeballos

Estanislao Severo Zeballos nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el 22 de julio de 1854.

En 1866 se trasladó a Buenos Aires para cursar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional.

Durante la epidemia de fiebre amarilla (1870-1871) Zeballos colaboró con José C. Paz en la Comisión Popular de Salubridad, lo que lo llevó a contraer la enfermedad.

En 1872, en el marco del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, junto a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios residentes en Buenos Aires interesados en la ciencia, fundó la Sociedad de Estímulo Científico, que luego dio origen a la Sociedad Científica Argentina[2]. Zeballos redactó los estatutos de la sociedad y a comienzos de 1876 integraría la comisión redactora de los Anales de la Sociedad Científica Argentina, con permanencia hasta la actualidad.

En forma personal y desde esa sociedad, brindó su apoyo a la expedición que realizó el Perito Francisco Pascasio Moreno (1852-1919) a los ríos Negro y Limay, cuya información fue más tarde utilizada para proponer el traslado de la frontera hasta el río Negro en su obra La conquista de quince mil leguas, publicada en 1878.

Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde tuvo una participación activa en general pero particularmente en ocasión del suicidio del estudiante Roberto Sánchez, ocurrida en diciembre de 1871. Este hecho derivó en un alzamiento generalizado del alumnado, la separación de los docentes responsables, la sanción de una reforma universitaria y, a propuesta del propio Zeballos, la fundación del primer centro estudiantil y de un órgano de prensa, ambos denominados “13 de diciembre”, la fecha en que Sánchez se había quitado la vida[3].

A los 20 años obtuvo el título de Abogado en 1874 y desde ese momento se dedicó a la docencia y, simultáneamente, trabajó como cronista en el diario La Prensa a partir de un ofrecimiento que le hizo su propietario, José C. Paz[4].

También en 1874 participó de las fuerzas mitristas, promotoras de un proceso revolucionario contra el gobierno nacional, que terminó fracasando y por lo que debió pasar un tiempo en prisión.

Para sostenerse durante su estadía en Buenos Aires, durante algún tiempo fue escribiente del naturalista alemán Germán Burmeister, Director del Museo Público. En 1875 presentó a la Sociedad Científica Argentina el proyecto de fundación del Museo de Ciencias Naturales.

Apoyó la expedición de Francisco Pascasio Moreno para explorar las cuencas de los ríos Negro y Limay. Años después recogió las informaciones obtenidas, proponiendo el traslado de la frontera Sur hasta el río Negro en su obra ‘La conquista de quince mil leguas’, publicada en 1878. Escribió el libro en pocas semanas, a pedido del General Julio A. Roca, con la finalidad de convencer a los miembros del Congreso Nacional de financiar la campaña expedicionaria al Desierto que ya estaba iniciando el entonces ministro de guerra.

En 1879 fundó el Instituto Geográfico Argentino, del que fue su primer presidente y por esa época gestionó una subvención a Florentino Ameghino para la publicación de sus estudios sobre los mamíferos fósiles.

Escribió varias obras que tratan sobre derecho: El Derecho privado humano, La legislación de emergencia, Estudio crítico de la legislación comparada; su influencia sobre la soberanía, etc. Entre 1898 y 1923 dirigió la Revista de Derecho, Historia y Letras, fundada por él.

Más de una tercera parte de su extensa obra se relaciona con temas históricos, particularmente referidos a la conquista y exploración del territorio nacional en el sur y a la historia socio-cultural.

Luego de la campaña de Roca, a fines de 1879, Zeballos viajó por el norte de la Patagonia y procedió a dejar por escrito sus observaciones en Viaje al país de los araucanos, publicado en 1881, el que sería el primer tomo de una trilogía, de la que formaría parte La Región del Trigo, del año 1883, y A través de las cabañas, de 1888. Luego escribió unas crónicas sobre los caciques Callvucurá y Painé y sobre una inexistente cacica huilliche, Relmú.

Cabe mencionar que Zeballos también se desempeñó como diputado de la Legislatura de Buenos Aires (1879) y como diputado nacional entre 1880 y 1892. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de los presidentes Juárez Celman (1886–1890) y Carlos Pellegrini (1890-1892) y de Figueroa Alcorta (1906).

Entre 1912 y 1926 fue nuevamente electo diputado nacional.

Fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1918.

Por invitación del Institut of Politics de la Universidad de Harvard viajó a los Estados Unidos para participar de “Conferencias de Williamstown”, que fueron publicadas en inglés, póstumamente en 1927.

Zeballos falleció en Liverpool el 4 de octubre de 1923. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.

Viaje al país de los araucanos (1881)

Si bien este libro es posterior a la campaña de Roca, es relevante para situar el origen de los araucanos.

En Viaje al país de los araucanos, cuyo título es ya de por si sugestivo, Zeballos nos habla de un país denominado Raullco por los nativos, “de co ‘agua’ y Raull ‘detenida’ ‘estancada’ lo que significa ‘región empapada’ o ‘pantanosa’. Este es el nombre con que se designa a la región sur de Chile, nombre que fue desfigurado y que dio lugar a otro más conocido por nosotros: Arauco[5]. Define a este país de la siguiente manera:

Al sur de Chile se extiende un país de topografía encantadoramente accidentada. Al Oeste el mar bate sus límites de granito, al Centro trepan a las cumbres selvas vírgenes de vegetación antártica, en que descuellan el roble, las araucarias y la hayas entrelazados sus troncos corpulentos por vigorosos parásitos , sumisos y audaces, emblema de los pequeños que medran a la sombra de los grandes; entre el mar y la selvas, llanos extensos, con los señalados en las carta con el nombre Hipinco y cerrando al este el cuadro de tantas grandezas los Andes con sus nieves permanentes: Tal es el panorama.[6]

Zeballos nos habla de que los pobladores de Arauco toman dimensión histórica ante la expedición de Pedro Valdivia, lanzada desde el Perú quien llevó a cabo las primeras fundaciones españolas en esa región pero en la que tanto él como su hueste encontraron la muerte en la batalla de Tucapel, el 26 de diciembre de 1553. Este sería el primer lanzamiento araucano contra la dominación extranjera.

Agrega Zeballos:

A los trescientos años, los araucanos continúan en armas, con virilidad asombrosa, diezmados, cubiertos sus campos innumerables cadáveres, cautivas por millares sus familias, incendiados mil veces sus aduares y abrumados por todos los recursos que el arte de la guerra ha desplegado prodigiosamente en los tiempos modernos, a los cuales oponen sus pechos indomables, las lanzas primitivas y las piedras de los Andes.

El telégrafo anuncia, en efecto, que no repuestos aun de los sangrientos combates sufridos al Oriente de los Andes, en lucha con las armas argentinas durante los años corridos de 1879 a 1881, acaban de confederarse levantándose de nuevo en pavoroso son de venganza y reconquista a los trescientos veintinueve años de su famosa victoria de Tucapel, y las ciudades chilenas de Imperial, Angol, Concepción y tantas otras, sobre cuyos muros blandieron los ejércitos de Caupolicán y de Lautaro los endebles arcos, acaban de ver por la centésima vez sus campiñas invadidas por el indómito Araucano y arrasadas entre el fragor de la muerte y el incendio.[7]

La conquista de quince mil leguas (1878)

En su libro Soy Roca, una biografía escrita en primera persona, Félix Luna le hace decir al protagonista:

El plan era también político. Para llevarlo a cabo era necesario, previamente, persuadir a la opinión pública y convencer al Congreso. Se trataba de que los legisladores sancionaran una ley autorizando la inversión necesaria para llevar la frontera hasta los ríos Negro y Neuquén, cumpliendo así la ley 215 que se había sancionado durante la presidencia de Sarmiento, en plena guerra del Paraguay, que ordenaba fijar allí la frontera. El Congreso autorizaría a disponer de los medios para llevarla a cabo si una corriente importante de opinión se manifestaba a favor de mi plan. Necesitaba un vocero, alguien que pudiera difundir mi pensamiento, y me hablaron de un joven abogado rosarino que podía escribir algo. Era el doctor Estanislao Zeballos, que a los 24 años era tan inteligente y activo como ahora. Conversamos, quedó seducido por la idea, y en un tiempo increíblemente corto redactó uno de esos libros que hacen época. Reseñaba antecedentes históricos, daba noticias geográficas y presentaba todo el asunto como una apuesta histórica a la que los argentinos no podían negarse. Su título fue todo un hallazgo, atractivo como el de una novela de aventuras: La Conquista de Quince Mil Leguas. Yo agregué una carta introductoria para dejar en claro que el libro de Zeballos no hacía otra cosa que exponer mis propias ideas y conseguí, además, hacerlo imprimir por cuenta del gobierno nacional.[8]

En 1878 fue publicada la segunda edición de la obra de Estanislao Zeballos titulada La conquista de quince mil leguas. Estudio sobre la traslación de la frontera sud de la república al Río Negro dedicado á los gefes y oficiales del ejército expedicionario, en la que se presenta al autor como “(ABOGADO), ex-director de La Prensa, fundador y ex-secretario de la Sociedad Científica Argentina, miembro de la Sociedad Geográfica Italiana, Oficial de Honor distinguido con la medalla de oro de la Academia Pico de Bolonia, miembro honorario y activo de varias sociedades nacionales”[9].

Esta obra la escribió a los 23 años y la inició dirigiéndose al Señor Ministro de Guerra y Marina general Don Julio A. Roca, quien ejerció ese cargo entre enero de 1878 y el 9 de octubre de 1879, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), a quien sucedió en su primera presidencia en 1880.

Estanislao Zeballos le escribía, entonces, al general Roca:

Conocedor V. E. de mi consagración al estudio de la cuestión Fronteras, tuvo á bien invitarme á redactar algunos apuntes sobre los antecedentes de la ocupación del rio Negro y sobre otros datos históricos y científicos, convenientes para demostrar al país la practicabilidad de aquella empresa, y para proporcionar á los gefes y oficiales del ejército expedicionario un conocimiento sintético de la obra en que van á colaborar. V. E. me hizo ofrecer además que el Gobierno Nacional compraria la edición de mi obra en remuneración de mi trabajo.

Acepté con placer la invitación, renunciando desde luego á toda remuneración, pues me he consagrado á estos estudios, sin interés de lucrar con ellos, inspirándome en el principio de moral que encierra el siguiente pensamiento de un autor célebre: «La ociosidad pesa y atormenta; el alma es un fuego que es necesario alimentar».

Ofrezco, pues, al Gobierno la obra, de la cual puede hacer el uso que convenga á sus planes.[10]

De este libro se publicaron 500 ejemplares “por cuenta del Tesoro Nacional” para que fueran distribuidos, en parte, entre los jefes y oficiales que integrarían la expedición que llevaría la presencia nacional hasta el río Negro.

El Ministro Julio A. Roca le respondió a Zeballos ponderando su trabajo y poniendo en valor los territorios que se incorporarían por su importancia económica y como lugar de residencia de la inmigración europea que por entonces arribaba al país[11].

General Julio Argentino Roca

En la carta que le dirigió a Zeballos le expresó la necesidad de realizar “estudios hidrográficos” sobre las innumerables corrientes que se desprenden de los Andes desde San Rafael a Nahuel Huapi y se precipitan al mar por los ríos Colorado y Negro. La intención de Roca era que la producción agrícola y minera de la provincia de Mendoza fuera transportada a través del río Colorado hacia Bahía Blanca, localidad que se constituiría en un gran centro comercial y un polo de desarrollo para la región[12].

La primera edición se agotó en una semana, según expresa el autor en la “Advertencia de la segunda edición” que es a la que he tenido acceso y en la cual el autor señala que la realiza

[…] para satisfacer el interés despertado por la obra, y con el fin de llevar adelante mi propósito patriótico de prestijiar lá ocupación de la línea estratéjica del rio Negro, demostrando la practicabilidad de la operación fundado en la doble autoridad de la Historia y de la Ciencia.[13]

En esa edición reforzó la parte histórica luego de haber revisado más de mil cuatrocientos manuscritos sobre el río Negro, coleccionados y clasificados laboriosamente por el Jefe del Archivo General de la Provincia, entre los que se encontraba la correspondencia original entre el virrey Juan José Vértiz ―quien desempeñó esa función entre el 26 de junio de 1778 y el 6 de marzo de 1784― y Francisco de Biedma y Narváez o Francisco de Viedma, quien formó parte de la expedición organizada por el virrey Vértiz y dirigida por Juan de la Piedra, cuyo objetivo era la construcción de fuertes y colonias en el sector de las costas patagónicas.

En la parte histórica describe las exploraciones y ocupaciones del río Negro llevadas a cabo por los españoles, utilizando para ello los documentos del archivo general de la Provincia, como así también la expedición de 1833, ya durante el gobierno del General Juan Ramón González Balcarce (17 de diciembre de 1832 – 4 de noviembre de 1833).

Del mismo modo, en la anticipación de los temas que aborda en su obra, observo un párrafo que entiendo que es relevante para la comprensión de algunas cuestiones que aún hoy forman parte del debate:

Consecuencias diplomáticas de un error del padre Falkner sobre el rio Negro. Refutación de las interpretaciones arbitrarias, con que los diplomáticos chilenos explotan dicho error en contra de los evidentes y clarísimos derechos de la República Argentina á las tierras australes, desde el rio Negro al cabo de Hornos.[14]

Agrega en esa segunda advertencia:

Del punto de vista de la descripción del territorio, cuyo extracto he tomado del diario de Bejarano, el croquis adelanta también á todas las cartas publicadas hasta ahora, designando los principales paraderos, con sus nombres araucanos y situándolos en distancias aproximadas calculadas en leguas.

En este párrafo nótese que mantendrá los nombres “araucanos”, siendo ésta la primera vez que menciona algo relativo a ese pueblo en esta obra.

Zeballos comenta que “un crítico distinguido ha observado de paso la brevedad de las noticias etnográficas” que ha tratado en el capítulo VIII, a quien le da la razón y en seguida aclara que no era su intención “hacer un estudio de las costumbres y organización social de los indios”, sino limitarse sólo a aquellos aspectos que los ligaban con “la empresa militar” que lo ocupa. A pesar de aclarar que, paralelamente está escribiendo una “obra especial” dedicada al “primitivo hombre”, decidió tomar en cuenta esas observaciones y proceder a una ampliación de ese capítulo[15].

Para comprender la dimensión que Zeballos le da a la ocupación del territorio, vale citar el siguiente párrafo:

Entonces al canal de Suez, al ferrocarril americano interoceánico, á la perforación de las grandes montañas para dar paso á la locomotora, y á la red del telégrafo que ciñe los contornos del planeta, la República Arjentina habrá añadido como obra fecunda del progreso sur-americano, la conquista de sus quince mil leguas de lozana tierra.[16]

A su juicio, en el futuro, esta empresa “será recordada entre las grandes campañas de la civilización, que ilustran el siglo XIX”.

Zeballos percibía que el territorio por conquistar era mucho mayor que el que la Argentina ya controlaba[17]. Nos describe que en 1768, al concluir el “virreinato de Bucarelli” ―en realidad Francisco de Paula Bucarelli no fue virrey sino gobernador de Buenos Aires entre los años 1766 y 1770―, la ciudad de Buenos Aires “yacía en un rincón de las pampas, rodeada de pocos fuertes que formaban como una línea de circunvalación á menos de treinta leguas de sus arrabales”.

Es a partir del virreinato de Vértiz que se comienza a avanzar sobre la frontera sur, pues la orden era dominar el río Salado, en ese entonces en poder de los aborígenes.

El autor nos recuerda que en 1780 los indios llevaron a cabo una cruenta invasión al poblado de Luján que les demostró a los pobladores la fragilidad de la línea de frontera y de sus medios de defensa.

La corona española intentó avanzar hacia el sur y con el propósito de llegar al río Negro y de llevar a cabo estudios para fundar establecimientos en la costa patagónica, para defenderse de la política británica[18].

Zeballos menciona que, en 1774, apareció la obra histórica, descriptiva, geográfica y etnográfica del misionero jesuita Thomas Falkner, quien vivió cuarenta años en las reducciones de indios de las sierras del Volcán y del río Colorado y recorriendo los campos desde la Patagonia hasta Tucumán y el Chaco. Su obra “fue editada en inglés, con el propósito de servir á los intereses de la Corona Británica contra los de España, á cuyo servicio se hallaba Falkner”, según escribe el autor[19].

Falkner cometió el error de suponer que el río argentino Negro y el río chileno Tolten, “cuyos cursos siguen casi por la misma latitud, eran una misma corriente de agua”, lo que hubiese permitido unir el Atlántico con el Pacífico a través de los Andes[20].

Esto llevó a que en 1778 la corona española ordenase el establecimiento de fuertes y poblaciones en la costa del Río de la Plata hasta el estrecho de Magallanes, más aún en vista de las ambiciones británicas sobre la región[21]. Esta fue la empresa que debió llevar adelante, como ya mencioné, Francisco de Biedma por instrucciones de la corona impartidas al virrey Vértiz. Fue así como se procedió a la fundación de Carmen de Patagones. En esa oportunidad también el alférez de la Real Armada, Basilio Villarino, el piloto al frente de la expedición exploratoria del río Negro, sugirió “la idea de ocupar Choele-Choel y la confluencia de los rios Neuquen y Negro, arrebatando así a los salvages dos pasos indispensables, que les sirven para realizar sus saqueos en las pampas de Buenos Aires”.

A partir de la frase de Falkner en la que expresa “que el rio Negro se interna por cerca de trescientas leguas del reino de Chile” y de las instrucciones dadas por el Ministro de la corona española, Galvez, el 8 de junio de 1778 ―para establecer fuertes y poblaciones en la costa del Río de la Plata hasta el estrecho de Magallanes―, el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Adolfo Ibañez Gutiérrez, en una nota del 28 de enero de 1874, pretendía que el “reino de Chile era la Patagonia”[22].

Es así como las regiones pampeana y patagónica ofrecen dos serias amenazas a la joven República Argentina: el “problema del indio” y la expansión de Chile, ambas en buena medida asociadas, habida cuenta que, por un lado, la aparición de los araucanos de este lado de la cordillera de los Andes ocurrió tanto por presiones internas de ese país y, en otras oportunidades, con la ayuda de milicianos chilenos y, por el otro, porque el robo de las miles de cabezas de ganado que llevaban a cabo los malones sobre Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Cuyo, tenía por finalidad su venta en Chile.

Zeballos nos recuerda, asimismo, la expedición de Félix de Azara y sus recomendaciones al virrey ―formuladas en Buenos Aires, el 31 de julio de 1796― que incluía el establecimiento de la línea de frontera en el río Negro.

Fuente: Alberto Rex González, Argentina Indígena. Vísperas de la conquista. 

La Junta de 1810 también manifestó su preocupación por proteger la campaña de los malones y actuó en consecuencia al despachar una expedición a Salinas al mando del Coronel Pedro Andrés García[23]. Sin embargo, le cupo al Brigadier General Juan Manuel de Rosas organizar una expedición con la intención de trasladar la frontera al río Negro. Ésta tuvo lugar en 1833 y estuvo al mando del Brigadier General Juan Facundo Quiroga, quien “no se movió de Cuyo, dejando libre el campo a Rosas”[24]. La división de la izquierda estuvo integrada por las fuerzas de Buenos Aires al mando del propio Rosas y tenía por objetivo atacar a los indios del sur de la provincia y ocupar las líneas de los ríos Colorado y Negro. La división del Centro fue constituida por tropas de Córdoba, siendo su jefe el General José Ruiz Huidobro. La división de la derecha era liderada por el Brigadier General José Félix Aldao y compuesta por fuerzas de Mendoza y San Luis.

En el detalle de esta expedición, Zeballos informa que el Coronel Martiniano Rodríguez se enfrentó a las tribus borogas que “habían sido el azote de Chile y de la República Argentina, bajo el mando del famoso Pincheira, que los capitaneaba”[25]. Agrega que mientras la expedición seguía adentrándose en el desierto, esas tribus que contaban unos 3.000 indios de lanza, se quedaron en Salinas a las órdenes de los caciques mayores, Caefuiquir, Rondeau y Melingueo.

La columna de Rosas provocó la muerte de un gran número de aborígenes y el sometimiento de una parte considerable de ellos. Zeballos dice que Rosas les demostró la superioridad de su ejército pero también influyeron los consejos del “cacique chileno Venancio Coellapan”, quien mantenía buenas relaciones con Rosas y era muy influyente en esas tribus borogas[26].

No obstante, el autor señala que la expedición de 1833 fracasó en su objetivo de avanzar las fronteras debido a la retirada de las divisiones del Centro y de la Derecha.

Entre 1863 y 1864 la opinión presionaba a los legisladores para que encontrasen una solución al problema de la frontera, por lo que el diputado Nicasio Oroño promovía establecerla en el río Negro.

En 1867 el Congreso de la Nación recibió una fuerte presión de la opinión pública para impulsar el traslado de la frontera al río Negro. Los senadores Gerónimo del Barco, Juan Llerena y Mauricio Daract presentaron un proyecto de ley que fijaba como línea de frontera el río Neuquén, desde su nacimiento en los Andes hasta su confluencia con el río Negro y desde allí hasta la desembocadura del Negro en el Atlántico[27]. De alguna manera la ley sancionada en 1867 era el resultado de las gestiones del diputado Nicasio Oroño.

Callvucurá y la dinastía de los Piedra (1884)

Como podrá apreciarse, ya avanzado el siglo XIX, la cuestión del indio seguía sin resolverse y eso tenía una clara explicación,

Dice Zeballos:

En 1833 cuando Rosas marchó sobre las hordas salvajes de los desiertos australes, permanecía en la comarca indígena, de La que Salinas Grande ha sido capital, una numerosa tribu de indios vorogas, originarios de la gran familia trasandina moradora al sur del rio chileno de Imperial, en las márgenes del arroyo Vorohué, vulgo Voroa.[28]

La capital de Salinas grande era Masallé y su jefe supremo era el cacique Rondeau. Las tribus voroganas vivían allí con cierta tranquilidad manteniendo relaciones comerciales con otras tribus araucanas de Chile. En 1835 recibieron emisarios que les anunciaron a los voroganos la llegada de una caravana chilena a Chilihué (“Nueva Chile”) a diez leguas de Salinas Grande. Los emisarios le anunciaron a Rondeau que iban en paz y a comerciar y que solicitaban su soberana protección en las comarcas de su mando. Rondeau “mandó chasquis para convocar a sus hermanos, caciques y capitanejos al parlamento con que resolvía recibir la caravana del Mulú Mapú o ‘País de la humedad’, como llamaban a la región meridional de la Araucanía por la abundancia de la lluvias”[29].

La comitiva que provenía de las orillas del océano Pacífico y que habían atravesado los Andes y la pampa hasta llegar a Masallé debía ser toda una fiesta de hermandad.

Los recién venidos descendieron el médano a la furia de los caballos, blandiendo sus formidables lanzas y atronando los aires con feroces alaridos. Los humildes caminantes se transformaron en sangrientos enemigos.

Rondeau, Melin, Venancio, Alun, Callvuquirque y muchos capitanes y ancianos adivinos fueron degollados, y entre el clamoreo aterrador de la horda criminal, resonó en los desiertos por primera vez el nombre del caudillo vencedor. Callvucurá será aclamado, sobre el médano ensangrentado de Masallé Cacique General del inmenso imperio de la Pampa.[30]

Este episodio ha pasado a la historia con el nombre de “Masacre de Masallé” y significó el inicio de la hegemonía de Callvucurá (Callvú, azul; curá, piedra), que se impuso por todas las tribus de la región.

Las tribus de los indios argentinos, conocidos generalmente por pampas desconfiaron de Callvucurá y se acercaron a las poblaciones cristianas en busca de protección. Tales son los casos de las tribus de los caciques Cachul y Catriel en Azul.

Callvucurá bien pronto había firmado tratados con Rosas “que lo obligaba a defender el territorio argentino contra los indios chilenos y marchaba a cortar la retirada de los invasores”[31].

A partir de 1852, una vez derrotado Rosas las tribus de Callvucurá y otras asolaron las poblaciones cristianas de la provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa fe y Cuyo. Sus tropas dominaban amplias regiones y asolaban a las ciudades, como la de Azul, la que en 1855 fue tomada por ellas, causando la muerte de 300 vecinos. El propio Coronel Bartolomé Mitre marchó a Azul para recuperar la ciudad pero debió retirarse ante el acoso de los indígenas.

Tal era la situación que provocaban los malones que en 1877 el Ministro de Guerra y Marina Adolfo Alsina propuso la construcción de una zanja perimetral y de fortines para evitar los malones y el robo del ganado. A la muerte de Alsina fue llamado a ocupar su puesto de Ministro de Guerra y Marina el General Julio Argentino Roca quien hasta el momento tenía el cargo de comandante en jefe de las fronteras del sur interior.

Roca entonces llevó a cabo su teoría expuesta en 1875 a Alsina de avanzar sobre el desierto para lo cual había solicitado un año para prepararlo y otro para lograrlo. Sin duda, la dupla Roca-Zeballos fue la que permitió que las tropas del Estado Nacional llegaran al río Negro el 25 de mayo 1879.

¿”Mapuches” o “araucanos”?

Cómo podemos apreciar, Zeballos jamás menciona a una tribu denominada “mapuche”.

Menciona a los “puelches” o “gentes del este” (al este de los Andes), los “ranculches” o gente de las totoras”, a los “picunches” o “gentes del norte” (tierras andinas y de Cuyo) los “huilliches”o “gentes del sur”, los “pehuenches” o “habitantes de los pinares” (pehuén, pinar), los “moluches” o “habitantes del oeste” pero no menciona en su obra a los “mapuches”.

Por su parte, el arqueólogo, antropólogo y médico Alberto Rex González se refiere a los “araucanos” y afirma que el área Pampa-Patagonia, en el momento de la conquista, estuvo habitada en su mayor parte por pueblos cazadores nómadas. Su delimitación “comprende el territorio desde el pie de la cordillera de los Andes hasta el litoral del río de la Plata y del océano Atlántico y desde el estrecho de Magallanes hasta el sur de San Luis y Córdoba”. Agrega que “en épocas coloniales esta área recibió el aporte de los grupos araucanos venidos desde el occidente de la cordillera de los Andes; eran nómadas ecuestres que cambiaron casi por completo la fisionomía cultural y económica de los pueblos autóctonos”[32]. De este modo, hace mención a un proceso que es denominado por los historiadores y los antropólogos como “araucanización” o “araucanización de las pampas”, tomando el concepto introducido por el etnólogo, antropólogo y americanista —español radicado en Argentina— Salvador Canals Frau (1893-1958).

De esa línea de pensamiento también participa el paleontólogo, arqueólogo, doctor en ciencias Rodolfo Casamiquela (1932-2008), autor de numerosas publicaciones sobre los orígenes del poblamiento humano en la Patagonia y quien patrocinó el reconocimiento a la etnia tehuelche como pueblo originario de la parte norte de la región. En el mismo sentido se expresa el historiador Roberto Edelmiro Porcel quien, al hablar de los mapuches lo considera un “pueblo invasor”[33]. Tampoco el propio Callvucurá mencionó el término “mapuche”.

He procurado buscar el origen del nombre “mapuche”, que se traduce por “gente de la tierra”, es decir, se trata de un concepto vago o amplio.

Se considera que fue inventado hacia fines del siglo XIX o comienzos del XX, en oportunidad de las disputas limítrofes entre Chile y Argentina y sería una “creación” que respondería a una política expansionista de Chile. No obstante, puedo afirmar que encontré el nombre de “Mapuche” como seudónimo del coronel Manuel José Olascoaga quien, en su destierro en Chile por haber apoyado la “Revuelta de los Colorados”, contra el gobierno nacional y la guerra del Paraguay (1864-1870), escribió la novela El Sargento Claro. La guerra de Chile., obra que vaticina un conflicto armado entre Argentina y Chile. Cabe agregar que luego de la campaña de 1879, la ley 1532 de 1884 creó los territorios nacionales y que el coronel Olascoaga fue nombrado gobernador del Neuquén, instalándose en Chos Malal, primera capital neuquina[34].

Fuera de este caso, antropólogos, arqueólogos e historiadores han hablado y escrito de los araucanos como los nativos del otro lado de la cordillera y del proceso de “araucanización”, es decir, del proceso de aculturación que sufrieron las poblaciones aborígenes que ocupaban el actual territorio nacional, primero impuesto a través del comercio y de las relaciones amistosas y luego a través de la guerra.

Los verdaderos pobladores de las regiones pampeana y patagónica fueron los pampas, conocidos genéricamente como tehuelches, patagones. Al norte del río Chubut se los conocía como guénaken y al sur de ese río como aóniken, incluyendo entre estos a los selknam u onas.

Reflexiones finales

En función de lo expuesto, puede considerarse la visión estratégica de militares y civiles como Roca, Zeballos, Oroño, Olascoaga y tantos otros, quienes soñaron en pacificar el territorio y expandirse hacia el sur, conforme lo consideraban las propias autoridades de la corona española ante la amenaza británica, lo que ha sido real con la ocupación de las islas Malvinas, sin olvidar las invasiones de 1806 y 1807 a Buenos Aires. Por otro lado, Roca, como Ministro de Guerra y Marina daba cumplimiento a lo que ordenaba la ley de 1867 pero que no podía llevarse a cabo debido a la simultánea guerra del Paraguay, que recién finalizó en 1870.

Cabe tener bien presente que la campaña de Roca se llevó a cabo en momentos en que se produce la guerra del Pacífico (1879-1883), que involucró a Chile contra Bolivia y Perú. Para cuando Chile decidió avanzar de manera firme hacia el sur, la Argentina ya había llevado a cabo su campaña aprovechando esa distracción.

Debido a que las fuerzas de Chile, ya en la época de Rosas, se encontraban merodeando y llevando a cabo establecimientos en la zona del estrecho de Magallanes y en territorio de Santa Cruz, a fines de 1878 se envió una expedición de la Armada Argentina a la Patagonia con el objeto de sostener los derechos de la República Argentina en esa región, en momentos en que se preveía una guerra entre ambos países.

La expedición fue encabezada por el Comodoro Luis Py y se la considera la primera operación de una división naval argentina, y a ella se debe que el 1º de diciembre fuera instituido como Día de la Flota de Mar Argentina.

De tal manera que la campaña al desierto respondió a una necesidad de poner fin al robo de ganado de las estancias argentinas —que era llevado a Chile para su venta—, al incendio de los campos, a la matanza y secuestro de ciudadanos argentinos e inmigrantes por parte de grupos indígenas que provenían del otro lado de los Andes y que paulatinamente se fueron instalando en territorio nacional, muchas veces con apoyo de las distintas facciones en pugna en Chile, es decir, tanto milicias patriotas como realistas.

De alguna manera, la campaña al sur tuvo un doble sentido: neutralizar a los aborígenes provenientes de Chile y reaccionar ante una política expansionista chilena.

Debe tenerse en cuenta que no se registra una etnia denominada “mapuche”, hasta que en 1960, en el Primer Congreso del Área Araucana Argentina se propuso que a los araucanos se los denominara “mapuches” pero que en la actualidad engloba a un sinnúmero de pueblos que sufrieron el proceso de araucanización, como los propios tehuelches. Hoy algunas comunidades se manifiestan “Tehuelche-Mapuche”, que es tan incorrecta como cuando se habla de “sirio-libanés”. Por otro lado, los tehuelches fueron prácticamente exterminados por los araucanos mediante la guerra. Muchos de los que quedan, a raíz de ese proceso de aracucanización, desconocen que en realidad son tehuelches. De tal modo que al hablar de “mapuche” se logra darle invisibilidad a los tehuelches y a otros pueblos que habitaban el actual territorio argentino.

Finalmente, a quienes consideren la “lucha pacífica del pueblo mapuche” les recomiendo que descarguen de la web, de algún sitio mapuche, el manual “Kutralwe. Herramientas para las luchas”.

* La presente exposición fue presentada en el Seminario Permanente de Historia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por el Dr. Tulio Ortíz, el día 18/10/2017.

** Licenciado en Historia, graduado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Referencias:

[1] Este enfrentamiento hacia nuestra historia ha llevado a que alguno escribiera un grafiti sobre una pared en la Av. Julio Argentino Roca (Diagonal Norte) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la leyenda: “es preferible un mayo francés a un julio argentino”.

[2] Norma Isabel Sánchez. “La Sociedad Científica Argentina, 140 años de historia”. Sociedad Científica Argentina, <http://cientifica.org.ar/site/index.php/es/mnuhistoria>

[3] Luciana B. Scotti. “Estanislao S. Zeballos: maestro de la escuela argentina de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Buenos Aires”, p. 154.

[4] Para profundizar acerca de la labor de Estanislao S. Zeballos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, ver el mencionado trabajo de la Dra. Luciana B. Scotti.

[5] Estanislao S. Zeballos. Viaje al país de los araucanos. Buenos Aires: El Elefante Blanco, 2005, p. 487-488.

[6] Idem.

[7] Ibíd., p. 491-492.

[8] Félix Luna. Soy Roca. Buenos Aires: Sudamericana, 1991, p. 136-137.

[9] Estanislao Zeballos. La conquista quince mil leguas. Buenos Aires: Establecimiento tipográfico a vapor de “La Prensa”, 1878, Versión digitalizada en 2010 por la Fundación Instituto Internacional de la Lengua Española con fondos de la University of Toronto <http://www.fiile.org.ar/uploadsarchivos/_1878__la_conquista_de_quincemil_leguas__foto_.pdf>.

[10] Ibíd., p. 5-6.

[11] Ibíd., p. 8.

[12] Ibíd., p. 8-9.

[13] Ibíd., p. 11.

[14] Ibíd., p. 11.

[15] Ibíd., p. 16.

[16] Ibíd., p. 17.

[17] Dice Zeballos: “Estamos en la cuestión fronteras como en el día de la partida: con un inmenso territorio al frente para conquistar y con otro más pequeño á retaguardia para defender, por medio de un sistema débil y desacreditado”.

[18] Estanislao Zeballos. Op. cit., p. 22.

[19] Ibíd., p. 22-23.

[20] Ibíd., p. 24.

[21] Zeballos indica que estas instrucciones fueron impartidas por el Ministro Gálvez, en Aranjuez, el 8 de junio de 1778.

[22] Estanislao Zeballos. Op. cit., p. 24.

[23] Ibíd., p.34.

[24] Ibíd., p.35.

[25] Ibíd., p.38.

[26] Ibíd., p.41.

[27] Ibíd., p.46.

[28] Estanislao S. Zeballos. Callvucurá, Painé, Relmu Buenos Aires: El Elefante Blanco, 2007, p. 29

[29] Ibíd., p. 31.

[30] Ibid., 32.

[31] Ibid., p. 39.

[32] Alberto Rex González. Argentina indígena vísperas de la conquista. Buenos Aires: Paidós, 1993, 171 p.

[33] Roberto Edelmiro Porcel. La araucanización de nuestra pampa. Los tehuelches y pehuenches. Los mapuches invasores. Buenos Aires: edición del autor, 2007, 60 p.

[34] “Olascoaga, el gobernador escritor”. En: +Neuquén, 30/05/2017, <http://masneuquen.com/olascoaga-el-gobernador-escritor/>, [consulta: 15/07/2017].