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LAS PROVINCIAS DEL LITORAL DEL PARANÁ DEBEN ADMINISTRAR SU JURISDICCIÓN FLUVIAL

César Augusto Lerena*

Cuando al concesionar ríos, mares y puertos se resigna la soberanía nacional.

A instancias de Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla enfrentó el 20 de noviembre de 1845 en la batalla de la Vuelta de Obligado a la escuadra anglo-francesa, quien pretendía colonizar nuestro país relacionándose en forma directa con Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Paraguay desconociendo la autoridad de Rosas en las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. Se trató de la ofensiva de una importante flota muy superior en cantidad y modernidad a las escasas naves argentinas. Los sucesivos combates que sucedieron a la de Vuelta de Obligado ―como Quebracho― donde el invasor sufrió grandes pérdidas, lo hicieron desistir de este proceso colonizador, por lo que esta gesta fue muy importante para la consolidación nacional y un desaliento a aquellos adeptos de las “potencias civilizadoras”. Por tal razón, en 1974 se sancionó la ley 20.770 declarando el 20 de noviembre, “Día de la Soberanía Nacional” que el anuncio de licitar la privatización de la red fluvial más importante de la Argentina distorsiona. O esta ley dictada hace 50 años no tenía suficiente razón de ser o es una muestra elocuente del desinterés de los gobiernos argentinos por administrar eficientemente el Estado, descuidando los espacios, el comercio y la soberanía nacional. 

Ya habían entendido los portugueses en el siglo XV, luego los ingleses, los brasileños y rioplatenses que la Banda Oriental y la Cuenca del Plata eran estratégicamente fundamentales por su proyección al Atlántico Sur y su acceso al Paraná, constituyéndose en una verdadera «bisagra» del desarrollo regional.

Hacia fines de 1776 se tenía clara la necesidad de controlar el Río de la Plata, la navegación en los ríos, la cabecera norte y la meridional del Atlántico Sudoccidental y el paso al Pacífico y el 22 de febrero de 1904 se tomaba posesión de la Antártida. ¿Dónde quedó esta geopolítica del siglo XVIII? que, bajo pretexto de un Estado ineficiente, primero se desarma toda la flota fluvial argentina; luego este gobierno profundiza la dependencia comercial con el Puerto de Montevideo y ahora pretende insistir en extranjerizar la red troncal Paraguay-Paraná, reiterando un método que sí está probado: que el Estado no audita las concesiones y que no existe certeza de las cargas que efectivamente se transportan.

Los resultados están a la vista, desde la década del 80 a la fecha el transporte en el Río Paraguay-Paraná con buques de bandera argentina pasó del 70% a menos del 10% y el tráfico se realiza con barcos de bandera extranjera que usufructúan los millones de dólares que la Argentina destina al dragado de esta red troncal.

Previo dictado del Decreto 699/24 que en su artículo 3º dispuso la disolución total del Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable, un organismo descentralizado que incluía a las provincias del Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones, Santa Fe y de Buenos Aires; el gobierno nacional ha anunciado el llamado a la licitación 1/24 para otorgar por treinta años, con una prórroga de otros treinta, la explotación de la más importante red fluvial Paraguay-Paraná y el Río de la Plata, a través de la cual la Argentina transporta el 85% de sus productos exportables y sus importaciones. Un acto inconsulto que deja de lado los derechos provinciales, concediendo a empresas extranjeras la administración de estos ríos, dando además continuidad, la dependencia del transporte con el puerto de Montevideo, ante la falta de anuncios de la construcción nacional del Canal Magdalena que, como ya se ha dicho, reduciría tiempos y abarataría los fletes de mercaderías, favoreciendo el desarrollo regional, además de establecer la conectividad entre los puertos fluviales y marítimos sin el paso obligado por este puerto vecino, recuperando con esta integralidad la soberanía plena de nuestras aguas, archipiélagos y la estratégica área bioceánica y antártica. La Soberanía Hídrica.

Los ríos Paraguay y Paraná son de jurisdicción de las Provincias del Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones, Santa Fe y Buenos Aires, además, del Río de la Plata de esta última y no pueden ser concesionados sin el debido acuerdo interprovincial; por lo cual, no habiendo las Provincias intervenido ni aprobado los pliegos de condiciones se estaría afectando las autonomías provinciales, sus intereses económicos, sociales y ambientales e implicaría una imposición de tasas que requeriría la autorización de las legislaturas provinciales y, en todo caso, reservando a la Nación, las cuestiones relativas a la navegación, la defensa y la seguridad nacional.

Se trata de un canal natural de navegación de unos 3.400 km de largo que permite el transporte fluvial entre los puertos de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay y, sólo en la Argentina hay 72 puertos ―muchos de ellos privados― de los cuales, 1 está emplazado en Misiones, 1 en Formosa, 5 en el Chaco, 33 en Santa Fe, 9 en Entre Ríos y 23 en la Provincia de Buenos Aires y donde unas 4.000 embarcaciones extranjeros en 2020 transportaron una carga de 74 millones de toneladas ―el 83% de los graneles sólidos y líquidos que exporta Argentina― además de 19 millones de toneladas de cabotaje, transportándose también 146 mil contenedores, 750 mil vehículos y 320 mil pasajeros, por un valor FOB del orden de los 70 mil millones de dólares.

Esta licitación limita la intervención de la vía troncal del Río Paraná y del Río de La Plata exterior hasta el Km. 239,1 del Canal Punta Indio, obligando al comercio argentino nacional e internacional a ingresar y egresar a través del Puerto de Montevideo, impidiendo, de esta forma, la conexión directa con el Atlántico Sur y entre los puertos fluviales y marítimos argentinos, además de encarecer los costos y demorar el transporte, colocando a la Argentina como si se tratara de un país mediterráneo, en una cesión de su autonomía inaceptable, a pesar de los km fluviales citados y los 6.816 Km (CONICET) de costas sobre el Atlántico Sur.

En estos meses el gobierno nacional ha cambiado las reglas de juego de supervivencia de las provincias que hasta la fecha encontraban sustento, un tanto extorsivo, en los aportes extraordinarios que aquel hacía para sostener las administraciones. En este escenario, los gobiernos provinciales deberían trabajar para asegurar su autonomía, de modo tal, de no ser presas de la voluntad del gobierno central que no hace más que devolverles parcialmente lo que les extrae y mal administra, aunque ahora ya no queda margen, las provincias deben “destetarse” para sobrevivir y aquellas del litoral del Paraná avanzar para administrar, entre otras cosas, la vía fluvial Paraguay-Paraná, procediendo a gestar las acciones necesarias para oponerse a esta pretensión inconstitucional del poder ejecutivo nacional de otorgar a empresas extranjeras la administración de los ríos de jurisdicción provincial, sin tener en cuenta el desarrollo regional, la generación de riqueza y las cuestiones relativas al cuidado ambiental del medio fluvial y el poder de policía no delegado a la Nación, además de incrementar mediante la aplicación de peajes ―no acordados con las provincias y los productores regionales― un aumento en el costo de los fletes del transporte de los productos originados en la región y ello ―como ya sucedió― bajo pretexto de asegurar la rentabilidad del concesionario será permanentemente actualizado, sujeto a un sin número de imponderables, por ejemplo, sequías, etc., y otra vez sin intervención de las provincias.

El citado Decreto 699/2024 refiere a que la Constitución Nacional en su art. 126º prohíbe “expedir leyes sobre comercio, o navegación interior o exterior, ni establecer aduanas provinciales o derechos de tonelaje”, como parte de los fundamentos para excluir a las Provincias a la hora de las decisiones; pero, a nuestro entender, una cosa es la libre navegación y los aspectos reglamentarios y de control de ésta y otras son facultades relativas a la administración, la realización de obras y la fiscalización de su territorio fluvial que las provincias no han delegado a la Nación, para las cuales se requeriría su intervención y aprobación de la decisión de extranjerizar las tareas que pudieran realizarse en los ríos y la consecuente aprobación de los pliegos licitatorios y las correspondientes evaluaciones de ofertas y eventuales rechazos y/o adjudicaciones.

Los ríos Paraná y Paraguay “atraviesan” las provincias argentinas. Estos ríos son parte integrante de sus territorios y por lo tanto las provincias no terminan en ellos, sino que son parte de su jurisdicción territorial fluvial. Formosa limita al este en el Río Paraguay con la República del Paraguay, al igual que al noroeste lo hace Misiones en el Río Paraná. El Chaco limita al este en el Río Paraguay con la República del Paraguay y en el Río Paraná con Corrientes y esta Provincia limita al norte en el Paraná con la República del Paraguay y al oste con la Provincia de Santa Fe. Ésta por su parte, limita al este en el Río Paraná con la Provincia de Entre Ríos. A su vez esta Provincia al sudoeste limita en el Río Paraná con la Provincia de Buenos Aires y ésta limita al norte en el Río Uruguay y el Río de la Plata con la República Oriental del Uruguay. Qué tiene que hacer la Nación en estos espacios fluviales de jurisdicción provincial más que garantizar la libre navegación y prestar en forma eficiente los controles limítrofes con la República del Paraguay y Uruguay, en materia aduanera y de seguridad nacional.

El gobierno nacional no podría licitar nada en estas jurisdicciones fluviales de las provincias y tampoco, obviamente, licitar las cuestiones aduaneras y relativas a la seguridad nacional y, por el contrario, debería prestar urgente y eficiente atención a estos temas, porque reiteradamente se denuncia la existencia de contrabando y narcotráfico en el transporte y los ámbitos portuarios.

Por otra parte, cruzar “el charco” y buscar la integración entre los rioplatenses no puede significar dependencia de ninguna de las partes y si bien es entendible que el Uruguay desee profundizar sus canales de aguas profundas del acceso al puerto de Montevideo (y así lo aceptaron las autoridades del CARP en 2018) para favorecer su comercio; pero es absolutamente inentendible que la Argentina no haya mejorado sus vías de navegación para reducir sus tiempos de transporte, los costos de servicios en las esperas de los buques, la reducción de valores de mantenimiento y dragado de los canales, etc., y, fundamentalmente, la integración de sus vías fluviales nacionales con las marítimas del Atlántico Suroccidental, con el consiguiente desarrollo regional y de los pueblos, cuya producción y comercio pueden acrecentarse a través de la utilización de los ríos y del mar argentino. Cuestiones que se alcanzarían con la construcción del “Canal Magdalena” (Ruta del Sur) de unos 55,6 km que correría en doble vía en paralelo a la ribera bonaerense y cuyo proyecto fue elaborado hace más de veinte años, mediante el cual, con la traza propuesta, se reducirían unos 42,7 km de recorrido, unas dos horas de navegación, sin tener en cuenta las horas y días de espera actuales, con una inversión que ―según informan los expertos― podría recuperarse en unos diez años y cuyos estudios se encontrarían finalizados, certificados, acreditados y aprobados en la Comisión Administradora del Río de la Plata.

A las estructuras del Estado hay que hacerlas eficientes, de eso se trata conducir un gobierno. La solución no es cerrar, concesionar o privatizar, sino reorganizar y poner a caminar a un país que está en stand-by y, con ello, la soberanía nacional. Y ésta, no se declama se ejerce.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Web: cesarlerena.com.ar

MÁS CHANCHO

Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Otro riesgo para los productores locales es que parte de la producción de las granjas «chinas» sea volcada al mercado interno, con precios por debajo del costo de producción.

 

De acuerdo con a la información brindada por Cronista Comercial[1], el plan de instalar granjas de cerdos chinas en Argentina sigue su marcha.

En su momento planteé mis objeciones al proyecto[2].

Los políticos continúan con la iniciativa, sin importar qué daño puedan provocar.

Como por ejemplo, mandar a la quiebra a los productores locales de porcinos.

La producción local de carne de cerdo crece sin pausa en la última década. En base a inversión propia, básicamente reinversión de rentabilidad, el sector creció al 8% anual. Al límite biológico, cuando se crece con madres propias.

Este tema no es menor. No importar animales nos ha permitido mantener la sanidad del rodeo.

Uno de los grandes puntos oscuros del proyecto sostenido por Cancillería y el embajador Vaca Narvaja es el riesgo de terminar como China o Alemania. China nunca dio a conocer las razones por las cuales debió sacrificar millones de animales ni cuáles medidas tomó para evitar una repetición del evento. Ya sufrió dos pandemias porcinas (amén de aviares) en menos de diez años.

En las discusiones previas, uno de los interesados en este proyecto sostuvo, en un primer momento, que no pensaban importar madres. Como al mismo tiempo proponía construir un lazareto, me permití dudarlo. Luego resultó que sí, que iban a importar, pero no de China sino de Canadá.

El proyecto propone cría intensiva, con concentraciones de 12.500 individuos cada una. Para que tengamos una idea, un cerdo es en peso, en cantidad de comida y en cantidad de desechos, como un humano. Más de cien kilos, comida, orina, heces[3]. Una granja de 12.500 cerdos tiene el impacto ambiental de una ciudad de 12.500 humanos. Con la única diferencia que, pobrecitos, los tienen más confinados. Toneladas de granos, hectolitros de agua, toneladas de desechos orgánicos. Diarios.

Los que vienen con esta idea sostienen contar con todas las respuestas. Magia. Van a tratar las heces y con eso generar energía, van a comprar soja y maíz y generar burlanda y pellets.

En sí, no tiene nada de malo. La gente de Río Cuarto, en Córdoba, lo hace desde hace años, con comprobado éxito.

El problema es que esto lo van a dirigir chinos con método chino. El mismo método que provocó la enfermedad de millones de animales y que concluyó con el sacrificio de cientos de millones de ellos. Una crueldad fruto de la falta de higiene. ¿Esto queremos importar? ¿A cambio de qué?

La nota de Dinatale es muy interesante. Informa que actualmente en el Chaco producen carne de cerdos y la venden a China.

Una relación clara y limpia. Los chaqueños ofrecen un producto de calidad, con condiciones sanitarias impecables. Lo venden al mundo. Clientes satisfechos lo compran. Ésa es la única relación sana. Toda otra es enferma y por lo tanto para desconfiar.

Si el gobierno chino está preocupado por la disponibilidad de volúmenes —duda razonable si tenemos en cuenta que el gobierno argentino prohibió las exportaciones de carne vacuna, restricción que afectó particularmente al comercio con China— lo que debe solicitar son contratos de compra con cláusulas de abastecimiento.

La actual iniciativa tal como está descripta en el Cronista Comercial proporciona un riesgo gigantesco para los actuales productores locales de cerdo.

El gobierno extranjero contará con garantías a diferencia de los locales: exenciones impositivas, exenciones de aranceles aduaneros, excepción de liquidar divisas por exportación (al igual que las mineras y las petroleras).

Otro riesgo para los productores locales es que parte de esta producción sea volcada al mercado interno, con precios por debajo del costo de producción. Perdón, del costo de producción de los locales. Quienes, a consecuencia de estos actos, entren en dificultades económicas, no tendrán alternativa sino vender sus madres. Justo, justo lo que este emprendimiento del gobierno chino en conjunto con Vaca Narvaja-De Mendiguren-Kulfas necesita.

Con las “fábricas” chinas de cerdos, los productores locales van a vivir con el corazón en la boca. Serán furgón de cola para satisfacer la demanda externa y rogarán todos los días que parte de la producción no termine en el mercado doméstico.

Amén de alguna genialidad del gobierno argentino de turno, como “prohibir” las exportaciones para forzar la “baja de precio” en el mercado doméstico. ¿Les suena?

Será un riesgo también para quienes producen otras carnes de exportación, ya que nuestros compradores sospecharán de la condición sanitaria de nuestro país con estas “fábricas” instaladas en Argentina. 

Sabemos los millones de dólares que cuesta cada año vacunar contra la aftosa. ¿Quieren tener una “aftosa 2” con los chanchos?

Si la enfermedad se extiende a Paraguay, Brasil o Uruguay ¿vamos a pagar resarcimientos?

Entiendo la posición del gobernador del Chaco. Prometen trabajo. Pero realmente, ¿360 puestos de trabajo valen la pena todos los riesgos que la provincia toma? ¿360 x 3 = 1.080 puestos de trabajo valen la pena?

¿No es mejor exigirle al gobierno central rentabilidad para los actuales productores así pueden crecer en su métier en lugar de comprarse todos los boletos para una pesadilla zoosanitaria?

¿No es mejor que el gobierno del Chaco exija para sus productores las mismas condiciones que Cancillería y Kulfas están dispuestos a regalarle al gobierno chino?

¿Qué podría pedir el gobernador del Chaco para incentivar la cría de cerdos en su provincia?

    • Que los productores no tengan la obligación de liquidar los dólares en el BCRA (privilegio que van a tener las granjas chinas).
    • Que los frigoríficos no deban liquidar dólares de exportación en el BCRA.
    • Créditos del Banco Nación y BICE para plantas de biodiesel y biodigestores[4].

En resumen, lo mismo que Kulfas-De Mendiguren-Cancillería van a darle a los chinos (con la nuestra).

El acuerdo Chaco-China debería consistir entonces en compromisos de provisión por nuestra parte y de compra y pago por la contraparte.

De esa forma se garantiza trabajo, rentabilidad y control sanitario para los chaqueños.

Los argentinos producimos. Los chinos compran. La cosa sana.

El negocio como está planteado es claro: comprar el maíz a precio doméstico (con dólar a $ 95 y detraída la alícuota del derecho de exportación) y disponer de dólares de $ 180 para pagar sueldos, combustible y maquinaria. En esas condiciones cualquiera está dispuesto a invertir.

Las cámaras del sector deberían tomar nota y ponerse en pie de guerra. Tener en cuenta las siguientes premisas: a. los funcionarios mienten, b. los funcionarios mienten siempre, c. los funcionarios son malas personas; desprecian y detestan a los productores argentinos, d. el ministro Kulfas ha demostrado la verdad de las premisas a, b, c en su tratamiento de los cierres de exportaciones de carne vacuna donde ha tenido y tiene un papel activo en la destrucción de valor y en perjudicar a los productores para favorecer a dos o tres operadores.

Los productores locales de carne porcina, organizados en sus cámaras, podrían impedir la instalación de estos complejos productivos. Probablemente con un amparo o una medida de no innovar.

Su fundamento es:

    • riesgos sanitarios a la luz de lo sucedido en China y en Alemania (con los mismos métodos que se quieren imponer en Argentina).
    • riesgo de dumping a la producción local,
    • insuficiencia de madres.
    • riesgo de importación de animales vivos.
    • deslealtad en el tratamiento impositivo, crediticio y cambiario.

Si los productores argentinos no toman en serio los riesgos de que se instalen estas plantas, pueden despedirse del dinero invertido. Los tendrán vendiendo a costo (como los tamberos), trabajando a riesgo y ganando 1% sobre capital. O condenados a vender carne en negro para subsistir. En resumen, en pocos años, van a perder todo. Las únicas granjas que sobrevivirán serán las de propiedad del gobierno chino y alguna otra propiedad de funcionarios públicos.

No es descabellado. Después de todo, la principal cerealera argentina es propiedad del gobierno chino. ¿Por qué no tendrán en un futuro el monopolio de la producción y exportación de carne porcina?

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Inversión de 129 millones de dólares: ya tiene fecha la primera venta de la megaproducción de cerdos china en Argentina, https://news.agrofy.com.ar/noticia/195057/inversion-129-millones-dolares-ya-tiene-fecha-primera-venta-megaproduccion-cerdos?utm_source=NoticiasDeCampo&utm_medium=twitter

[2] El que me toca es un chancho, http://restaurarg.blogspot.com/2020/07/el-que-me-toca-es-un-chancho.html 

[3] Marvin Harris.“Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas”. Madrid: Alianza Editorial, 2004, ISBN 9788420639635.

[4] Más de lo mismo, https://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html?showComment=1627767400541#c7547941675660102512

 

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/07/mas-chancho.html