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IRÁN Y EL «CAMINO DE DAMASCO» DE NETANYAHU

Roberto Mansilla Blanco* (Artículo para SAAEG)

 

Biden calcula igualmente cómo controlar a un cada vez más díscolo Netanyahu que ha iniciado con la guerra en Gaza una huida hacia adelante de proporciones imprevisibles tanto en el terreno militar como en el político y diplomático.

 

Seis meses después de iniciar la invasión militar de Gaza, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu vive probablemente la coyuntura más decisiva para su gobierno. Los resultados militares se perciben estériles toda vez han propiciado un caos humanitario sin precedentes, lo cual ha llevado a que Tel Aviv observara síntomas de cierto aislamiento diplomático, particularmente ante el aparente distanciamiento por parte de su aliado estratégico estadounidense.

La abstención de Washington el pasado 25 de marzo en la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU que autorizó el Alto al Fuego en Gaza y el estupor internacional causado ante el ataque israelí el 1° de abril contra un convoy de la ONG World Central Kitchen (WCK), con saldo de siete cooperantes fallecidos bajo el argumento erróneo de albergar militantes de Hamás, son sucesos que parecían a priori dejar a Netanyahu en una situación de cierta precariedad política. En el plano interno volvían las protestas dentro de Israel, aspecto que ilustra igualmente el malestar ciudadano por el curso de las operaciones militares en Gaza.

1. Irán: el conveniente «enemigo común»

No obstante, para Netanyahu, atizar la espiral belicista supone una herramienta efectiva para reconducir sus intereses en un Oriente Próximo cada vez más inflamado por la llama militarista. Y aquí entra un actor clave en la ecuación, particularmente para Washington y Tel Aviv: la República Islámica de Irán.

El 1° de abril, Israel atacó el Consulado iraní en Damasco, causando la muerte de trece personas, entre ellos siete cargos militares pertenecientes a la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) destacando el del «número 2» de ese cuerpo, Mohammed Reza Zahedi. Este ataque quirúrgico israelí recuerda al realizado en Bagdad en 2020 por EEUU (entonces bajo la presidencia de Donald Trump) y que causó la muerte del alto comandante del IRGC, Qasem Soleimani.

La reacción iraní no se hizo esperar. Tras utilizar el ardid retórico clamando «venganza», este 13 de abril fuentes militares israelíes y la agencia estatal iraní IRNA confirmaron que Teherán realizó varios ataques retaliativos contra territorio israelí. Tras estos ataques, el Lider Supremo iraní Alí Jamenei afirmó que «el régimen sionista será castigado».

De este modo la retaliación iraní recondiciona y reafirma la inalterable alianza estratégica entre EEUU e Israel, toda vez Tel Aviv busca con ello recuperar la solidaridad internacional ante el reciente clima de aislamiento exterior. El objetivo es enfocar la atención en un enemigo común, Irán, cuyo peso geopolítico es clave en la región, con capacidad de influencia a la hora de atacar objetivos occidentales e israelíes desde Siria y Líbano hasta Yemen y el Mar Rojo.

Así, y tras la anunciada «venganza» por parte de Irán, Biden no dudó en reafirmar su apoyo «inquebrantable» a Israel toda vez las alianzas militares entre Washington y Tel Aviv se están afianzando. Por otro lado, previo al ataque iraní, se observó también la renovación de los combates en el sur del Líbano entre el movimiento islamista Hizbulá e Israel.

La probabilidad de un ataque iraní motivó a que, días antes, las fuerzas de seguridad israelíes aplicaran el protocolo de máxima alerta. Washington también había enviado a Israel a altos cargos como el Jefe del Mando Central del Ejército y máximo jefe estadounidense en Oriente Próximo, Michael «Erick» Kurilla, lo cual certifica el conocimiento previo de estos ataques iraníes que, por otro lado, ocurren en una coyuntura concreta, la Pascua judía.

Debe tomarse en cuenta el carácter sin precedentes de este ataque iraní contra objetivos israelíes. Con todo, el mismo puede determinar un efecto disuasivo, enfocado en recuperar posiciones ante el nuevo equilibrio militar regional. En un ataque anunciado durante semanas, lo cual define cierto sentido de teatralidad por parte iraní, Teherán utilizó 170 drones, 30 misiles crucero y 120 misiles balísticos impactando principalmente en el sur de Israel, una zona escasamente poblada.

A sabiendas de poder ser interceptados por la denominada «Cúpula de Hierro» israelí, Irán buscaba también minimizar los costos civiles, intentando así amortiguar la posibilidad de una respuesta desproporcionada por parte de Israel y evitando reproducir así una situación similar a la invasión de Gaza tras los atentados terroristas de Hamás en territorio israelí en octubre pasado.

Por tanto, el ataque israelí en Damasco y la posterior reacción retaliativa iraní certifican un «golpe de efecto» de Netanyahu con la intención de diluir las críticas externas por la invasión de Gaza y recuperar así la confianza de Washington recolocando la atención en el enemigo común iraní. La sintonía en materia de cooperación en inteligencia entre Washington y Tel Aviv volvía así a recuperarse. Horas antes de anunciar el IDF israelí el ataque iraní, el presidente Biden aseguró en una rueda de prensa que Irán «atacará más pronto que tarde» y que «estamos dedicados a la defensa de Israel. Apoyaremos a Israel. Irán no tendrá éxito».

Por otro lado y más allá de la retórica, Teherán no desestima los canales diplomáticos, en gran medida condicionado por el peligroso escenario de una eventual guerra directa no sólo contra Israel sino también con EEUU. Previo al ataque, Teherán llegó a minimizar la posibilidad de retaliación contra Israel toda vez mostró públicamente su respaldo a las negociaciones en El Cairo incluso apoyando un alto al fuego en Gaza que permita abrir un nuevo equilibrio de fuerzas entre Israel y Hamás.

2. Biden: dilemas convertidos en certezas

Ante este panorama de complejidades traducidas por la invasión de Gaza, para Netanyahu resultaba imperativo ejercer un eje de presión y reaccionar aún fuera inflamando aún más el panorama regional. Con un alto al fuego precario en Gaza, las negociaciones que se llevan actualmente a cabo en El Cairo implican un espacio de cierta ralentización de los combates tanto para Israel como para el movimiento islamista palestino Hamás. Al mismo tiempo se aprecia un clamor cada vez mayor a nivel internacional para finalizar la guerra en Gaza e incluso establecer sanciones contra Israel ante las intermitencias y dificultades de asistencia humanitaria.

Este contexto aborda interrogantes vitales para la situación de un Netanyahu y su estamento militar que parecieran afrontar en solitario una guerra que pierde gas y entusiasmo dentro de la sociedad israelí, toda vez la comunidad internacional comienza a darle la espalda y exigir el final de la tragedia gazatí. Este último factor es mucho más evidente ante la súbita tirantez, cuando menos en cuanto a las declaraciones oficiales, en las relaciones israelíes con su aliado estratégico estadounidense.

La histórica abstención de Washington en el Consejo de Seguridad ha sido interpretada con notable apresuramiento en los medios como una especie de «parteaguas», en este caso crítico, dentro de la históricamente inalterable relación estratégica entre Washington y Tel Aviv. Esta tirantez también se ha evidenciado en las declaraciones oficiales del presidente estadounidense Joseph Biden criticando abiertamente la ofensiva militar de Netanyahu y su indolencia ante el drama humanitario palestino.

Con este panorama no parecían presentarse los mejores momentos para las relaciones israelo-estadounidenses. Pero un análisis más profundo implica observar hasta qué punto es cierto este aparente distanciamiento de Biden con Netanyahu y cómo a pesar de la tirantez dialéctica, sigue siendo inalterable esa relación estratégica entre EEUU e Israel.

         2.1. Guerras calientes con elecciones a la vista

El tema parece acuciante para un Biden que se juega la reelección presidencial en noviembre próximo con dos frentes de guerra abiertos (Ucrania y Gaza) en las que los intereses de Washington se han visto contrariados. Las preocupaciones del equipo electoral de Biden se acrecientan ante el avance electoral de Donald Trump, que augura su posible retorno a la Casa Blanca, con la posibilida de imprimir un giro copernicano de los intereses exteriores de Biden, especialmente en el caso ucraniano y de los compromisos «atlantistas» vía OTAN.

La perpetuación de estas dos guerras abiertas e inconclusas, cada vez más impopulares para un electorado estadounidense visiblemente polarizado, explica la premura de un Biden que busca ralentizar sus efectos vía alto al fuego en Gaza pero sin tener certeza sobre lo que puede suceder en el frente ucraniano. Un frente donde el recién reelecto presidente ruso Vladímir Putin parece preparar una contraofensiva militar a gran escala, presumiblemente con el foco estratégico en dos objetivos: la toma de Járkov, que permitiría el control del centro de Ucrania y una pista de lanzamiento para mayores presiones y ataques hacia la capital Kiev; y Odesa, estratégico puerto cuya eventual posesión le permitiría a Rusia controlar definitivamente los puertos del mar Negro.

Con ello el Kremlin buscaría establecer un corredor estratégico clave hacia la República Pridnestroviana de Transnistria, un Estado de facto tradicionalmente prorruso que hoy recobra su importancia estratégica y es observado como foco de ampliación del conflicto ucraniano en este caso hacia Moldavia, país que no reconoce la legitimidad transnistria y que está en la órbita de influencia de la OTAN y la UE.

Incapaz o quizás poco convencido de impulsar una iniciativa diplomática eficaz más allá de la abstención sobre el alto al fuego en Gaza y el apoyo a las negociaciones en El Cairo, Washington observa también cómo China mueve sus piezas en el terreno diplomático. Si bien muestra oficialmente la consistencia de la alianza con Moscú, Beijing vuelve a tomar la iniciativa como actor capacitado para propiciar un diálogo entre Rusia y Ucrania que eventualmente implique un alto al fuego o una tregua. Al mismo tiempo, China también ha pulsado la tecla diplomática en Gaza, con la visita a Israel y Palestina de un alto emisario del gobierno de Xi Jinping.

Pero también está el terreno geopolítico. Irán ha sido un prolífico aliado de Rusia en Ucrania enviando, principalmente, drones al Ejército ruso para sus operaciones militares en el frente. Tomando en cuenta el actual contexto de creciente tensión entre Israel e Irán con posibilidades de una escalada bélica, Washington refuerza aún más su alianza con Israel con la intención de crear una tenaza regional contra Irán, obligando a Teherán a concentrar su atención en cómo será la respuesta israelí. Ello implicaría la intención de EEUU e Israel de neutralizar la cooperación militar entre Irán y Rusia.

Pero también podríamos observar otro escenario hipotético. Con un frente ucraniano estancado a la espera del «deshielo primaveral» que permita viabilizar algún tipo de ofensiva militar, Moscú podría observar con atención la posibilidad de un conflicto in crescendo entre Irán e Israel para distraer la atención mundial y propiciar una posible ofensiva en el frente ucraniano.

Ante el ataque iraní a Israel, la Cancillería rusa emitió un comunicado pidiendo «moderación» para evitar una «escalada del conflicto en Oriente Próximo» toda vez criticó la «incapacidad del Consejo de Seguridad de la ONU» para invocar el Derecho Internacional tras el ataque israelí al Consulado iraní en Damasco. En un tono similar, China expresó igualmente su «preocupación» por la crisis pidiendo «contención».

3. Netanyahu se encomienda a la «línea dura»

El primer ministro israelí ha anunciado que se han cumplido los objetivos militares previstos en el norte de Gaza toda vez ordena una retirada momentánea del sur de la franja y prepara una ofensiva militar hacia Rafah, muy probablemente presionado por el sector de la línea dura política y militar que apoya su gobierno. Se advierte así un punto de inflexión orientado a expulsar a la atribulada población palestina y arrinconar a Hamás, confinándolo en ese territorio muy próximo a Egipto.

Así mismo, las protestas internas contra Netanyahu, que en ningún momento muestran algún tipo de solidaridad hacia el drama palestino, implican también nuevos equilibrios de fuerzas políticas internas dentro del tradicionalmente atomizado mapa político israelí. Si bien es cierto que las protestas son dirigidas por sectores de la sociedad civil israelí opuestos a la deriva ultranacionalista y religiosa de Netanyahu, es también palpable el malestar ciudadanos no sólo porque los objetivos militares en Gaza no se han alcanzado o siguen siendo poco realistas sino también porque esta guerra implica observar un nivel de vulnerabilidad para la seguridad israelí tanto internamente como en la diáspora judía vía atentados terroristas.

Este escenario ha persuadido aún más a Netanyahu a encomendarse ciegamente al apoyo de su estamento militar y del influyente lobby de los colonos judíos, reactivado y cada vez más desafiante y agresivo, que ahora observa al norte de Gaza como su nuevo centro de operaciones, incluso en materia turística y económica.

De este modo, la «rejudeización» de Gaza (no olvidemos que fue el «halcón» ex primer ministro israelí Ariel Sharon el que ordenó la salida de los colonos judíos en 2005) implica para estos sectores ultraderechistas y sionistas la expulsión definitiva del pueblo palestino y la recreación de la vieja aspiración de Netanyahu y de sectores ultranacionalistas y sionistas de sellar la fronteras históricas del Gran Israel. El establishment de poder en Tel Aviv parece cohesionado en torno a esta idea, aparentemente sin reparar en qué tipo de reacción social y política interna y externa pueda generar.

4. Esperando a Trump

Expectante ante lo que pase en Ucrania y ahora entre Israel e Irán, Biden atiende con preocupación la vorágine de acontecimientos que amenazan con inflamar aún más el ya de por sí crítico panorama en Oriente Próximo. Entrando en la recta decisiva de la carrera electoral para la Casa Blanca, Biden calcula igualmente cómo controlar a un cada vez más díscolo Netanyahu que ha iniciado con la guerra en Gaza una huida hacia adelante de proporciones imprevisibles tanto en el terreno militar como en el político y diplomático.

Pero el primer ministro israelí también juega sus cartas en las elecciones estadounidenses, buscando prorrogar la guerra ante la posibilidad del retorno de su «amigo» Trump a la Casa Blanca, visible defensor de las tesis revisionistas nacionalistas y supremacistas israelíes. La sintonía entre Trump y Netanyahu ya se hizo patente durante el mandato presidencial del hoy candidato republicano (2017-2021) y que se confirmaron ante la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, la política anti iraní de Trump y su indiferencia ante la situación de los palestinos.

Sea cual sea el resultado electoral de noviembre en EEUU, Netanyahu seguirá teniendo las espaldas cubiertas incluso si su gobierno llegase igualmente a confrontar problemas internos vía protestas sociales y militares ante la indefinición de una guerra en Gaza cada vez más estéril y catastrófica, donde Hamás no parece dar síntomas de sucumbir e Irán entra cada vez más en juego. Unas protestas que ya tienen una dimensión regional por sus efectos humanitarios y socioeconómicos, tal y como se ha observado estos días con las manifestaciones en Jordania.

En la historia bíblica se reseña la conversión al cristianismo de Saulo de Tarso (posteriormente San Pablo) durante el Camino a Damasco. En el caso de Netanyahu, su particular «Camino a Damasco» nada tiene que ver con una conversión religiosa pero sí con una reconversión de alianzas y prioridades geopolíticas.

Contrariado ante el punto bajo de sus relaciones con Biden, el eficaz ataque ordenado por Netanyahu al Consulado iraní en la capital siria y la posterior respuesta iraní atacando  territorio israelí recompuso de inmediato la fluidez de esas relaciones con Washington volviendo al punto original de la necesidad de afianzar la alianza estratégica contra el enemigo común.

Más allá de la difícil coyuntura y el clima de cierta tirantez en sus relaciones con Washington, Netanyahu y el establishment político y militar israelí son conscientes de que estas alianzas estratégicas siguen teniendo un peso irreversible. Y más todavía si en el horizonte se avecina el retorno de Trump.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina.

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Y EUROPA SE VOLVIÓ «MILITARISTA»

Roberto Mansilla Blanco*

Imagen: TheAndrasBarta en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/europa-viaje-mapa-mundo-conexiones-1264062/

El presidente francés Emmanuel Macron y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, «llamaron a filas» para construir la Europa de la Defensa ante la «amenaza rusa». Alemania retoma el servicio militar obligatorio. Suecia, como Finlandia, abandona su histórica neutralidad e ingresa definitivamente en la OTAN. En vísperas de unas elecciones presidenciales en Rusia (15-17 de marzo) con un Vladimir Putin cada vez más fortalecido y que ya acelera sus estrategias para el nuevo período 2024-2030; con comicios parlamentarios europeos (junio) que intuyen el posible avance de partidos euroescépticos e incluso prorrusos; y ante la perspectiva de un retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en las presidenciales estadounidenses de noviembre, Bruselas quiere «cortar por lo sano» y asegurar un modelo propio de defensa.

Ante estas inesperadas declaraciones de tintes belicistas por parte de Macron y von der Leyen puede que estemos en el momento de decir adiós a la Europa que hasta ahora me los conocía. La Unión Europea (UE) siempre fue observado como un espacio dinámico de integración económica y social aunque políticamente más endeble y militarmente casi inexistente por estar precisamente supeditada al «paraguas defensivo» de la OTAN.

Pero la guerra de Ucrania contempla otra perspectiva: la Europa de 2024 aparentemente se prepara para una posible nueva guerra contra un viejo enemigo, Rusia. Putin respondió inmediatamente a Macron y von der Leyen sobre las «peligrosas consecuencias» de una eventual implicación directa de Europa y de la OTAN en Ucrania.

No olvidemos a Polonia, cuyo peso geopolítico y militar comienza a forjarse como la nueva avanzadilla de la OTAN contra Rusia. La población polaca de Rzeszów, a escasos kilómetros de la frontera con Bielorrusia (con un gobierno, el de Lukashenko, aliado de Putin) se está convirtiendo en la nueva gran base de operaciones de la OTAN, con masiva presencia de soldados estadounidenses. Y Polonia, con viejas aspiraciones geopolíticas desempolvadas por la guerra ucraniana, no se queda atrás en el ardor militarista aumentando su presupuesto en defensa y observando una cada vez mayor inclinación social hacia el entrenamiento militar o paramilitar.

En esta nueva dinámica del conflicto ucraniano entra también un Estado de facto, Transnistria, de mayoritaria población étnica y lingüística rusa y que pide ahora protección a Moscú ante las «amenazas» contra su soberanía e integridad estatal ante las históricas reclamaciones territoriales de Moldavia y Ucrania. Cabe recordar que desde la desintegración de la URSS en 1991, Transnistria, una especie de parque temático de reminiscencias soviéticas, no es reconocida como entidad estatal por ningún país ni por la ONU a pesar de contar con el tácito apoyo de Moscú y con un contingente militar ruso, el VII Ejército. Con ciertos matices pero sin perder la perspectiva, lo de Transnistria recuerda el contexto del Donbás previo a la invasión militar rusa y Ucrania.

Pero es hoy en Bruselas, además de Moscú y Kiev, donde mejor se observa el ardor militarista. Washington calcula a la distancia con la velada intención de someter definitivamente a Europa y romper cualquier ecuación geopolítica que implique tentativamente un acercamiento europeo al eje euroasiático sino-ruso, cada vez más fortalecido con la guerra ucraniana. En el caso ruso, el factor energético sigue siendo esencial para Europa, a pesar de las sanciones por la guerra.

Dos años después del comienzo de la guerra en Ucrania y con una masacre humanitaria en vivo y directo en Gaza (sin que la UE tenga capacidad de maniobra por su sumisión al «atlantismo» de Washington), Europa ve cómo se desliza casi a ciegas hacia un imprevisible escenario bélico que, curiosamente, nadie garantiza que exactamente sucederá; pero mejor estar prevenidos, por si acaso, como aparentemente conciben Macron y von der Leyen. Cobra así importancia la vieja frase del general estadounidense Patton: «en tiempos de paz, prepárense para la guerra». Y eso que no estamos precisamente en tiempos de paz.

Este ardor militarista «preventivo» europeo contrasta con su negativa a la hora de apoyar opciones diplomáticas en Ucrania que no signifiquen otra cosa que la «derrota definitiva de Putin». Tras recibir al presidente ucraniano Volodymir Zelenski, el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan presentó una iniciativa de negociación para intentar acabar con la guerra ucraniana. Pero ni Estados Unidos ni Europa quieren una pax turca aunque Ankara sea miembro estratégico de la OTAN. Y no lo quieren por la capacidad turca de interlocución entre el «atlantismo» y el «eje euroasiático», lo cual alteraría esos intereses estratégicos «atlantistas».

Una paz en Ucrania sin sus condiciones es inaceptable para Washington. Así fue en el caso de China con su plan de paz en 2023 y ahora con una nueva iniciativa diplomática por parte de Beijing. Hoy lo es con un incómodo actor como Erdogan (Europa le critica su autoritarismo) que, al mismo tiempo, implique fortalecer el peso de un interlocutor válido con capacidad para dialogar con Putin y Zelenski. Como era de prever, el presidente ucraniano también rechazó con indignación una iniciativa de paz del Vaticano que le instaba a rendirse en el terreno militar para propiciar la negociación.

Muy probablemente instigada por Washington, Bruselas desperdicia así una oportunidad interesante para sumarse a una serie de iniciativas diplomáticas (China, Turquía, Vaticano) que le podrían reportar una imagen más apropiada de resolución de conflictos y menos belicista, en consonancia con los parámetros de la línea dura «atlantista» vía OTAN.

De este modo, Bruselas parece apostar por la opción militarista. Hoy las empresas privadas (como BlackRock) y los «perros de la guerra» vuelven a darse la mano con los ejércitos europeos. Ese modelo de «privatización de la guerra» con implicación de gobiernos aliados ya fue ensayado por Washington en Irak tras la ilegítima invasión de 2003. Hoy Europa prevé incrementar su gasto militar hasta un 5% del PIB para los próximos años. Viendo esto, cabe preguntarse: ¿cómo queda el gasto social en tiempos de crisis económica? ¿Estamos ante el final de esa «Europa del bienestar» de la posguerra?

La narrativa belicista comienza a marcar la pauta en los mass media europeos. Para algunos, la guerra es «inevitable» e incluso hasta necesaria. Discursos que recuerdan a los que se emitían desde las Cancillerías europeas previo a la I Guerra Mundial (1914-1918) Rusia es hoy el enemigo. Mañana lo será seguramente China. Precisamente ambos enemigos que la OTAN no dudó en identificar en la cumbre de Madrid de 2022.

Está por verse si esta paranoia de guerra «inevitable» que se está instalando en Europa finalmente se convertirá en una estrategia por parte de Bruselas para forzar a la creación de un Ejército europeo menos «atlantista» que no dependa de la OTAN ante posibles escenarios imprevistos, entre ellos el retorno de Trump a la Casa Blanca. Y quien sabe si en contextos de crisis socioeconómica como el que vive Europa, con malestar en las calles ante protestas como la de los agricultores y camioneros, los servicios sociales, etc., reactivar el complejo militar-industrial vía escenarios preventivos de guerra se convierta en un catalizador para el empleo y para mitigar ese malestar social. Se atiza así el temor y el miedo ante un «nuevo-viejo» enemigo exterior (Rusia, China) que se muestra capacitado para hacer frente a una hegemonía «atlantista» hoy contestada y que amenaza con propiciar su declive.

Ahora bien, esta Europa (y también la OTAN) precisamente desacostumbrada a la guerra tras varias décadas de inocente «belle èpoque», ¿está realmente preparada para ir a la guerra, ahora contra un rival cuando menos competente? ¿Será que este ardor militarista esconde, en el fondo, la crisis y la incapacidad del Occidente «atlantista» por reconducirse como actor de resolución de conflictos?

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina.

 

Artículo originalmente publicado en Novas do Eixo Atlántico (en gallego): https://www.novasdoeixoatlantico.com/e-europa-volveuse-militarista-roberto-mansilla-blanco/

 

CHINA, MODERNIZACIÓN, DESARROLLO DE ALTO NIVEL Y NUEVO MUNDO GLOBAL

Giancarlo Elia Valori*

  1. China está entrando en el tiempo de las «dos sesiones». ¿Cómo ve la importancia de las «Dos Sesiones» en China y las decisiones tomadas por el gobierno chino para el gobierno y el pueblo?

En primer lugar, hay que decir de entrada que este año se cumple el 75º aniversario de la fundación de la República Popular China. Es un año emblemático para alcanzar los objetivos del 14º Plan Quinquenal.

El fomento de la modernización es el principal logro de estos planes nacionales. Por lo tanto, la víspera de las dos sesiones es una oportunidad para debatir mejor las ideas y las reflexiones para el futuro marco general y para la dirección práctica de estos nuevos esfuerzos, haciendo hincapié en que la modernización es la guía y que todos los centros nacionales, desde todo el Partido hasta las regiones y municipios individuales, deben centrarse en estos objetivos. La República Popular China es un país grande con más de 1.400 millones de habitantes y su población total supera a la de los países desarrollados existentes. La modernización con una enorme población tiene como objetivo la prosperidad común de todos los grupos étnicos y pueblos chinos.

Frente a la contradicción entre la creciente necesidad de la gente de una vida mejor y el desarrollo desequilibrado e inadecuado, es necesario aprovechar plenamente las ventajas del sistema socialista con peculiaridades chinas y utilizarlas para forjar una mayor confianza y fuerza social en la China contemporánea.

En los últimos 75 años, la República Popular China ha pasado de ser un país pobre a convertirse en la segunda economía más importante del mundo, con el sistema manufacturero más grande del mundo (durante los últimos catorce años), así como las formas de apoyo más amplias y estructuradas.

Desde el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, el Comité Central del Partido, con Xi Jinping a la cabeza, se ha unido y liderado en la estabilización de la economía y la promoción del desarrollo; la lucha contra la pobreza; el control de las epidemias; evitar grandes desastres; responder a situaciones y resolver crisis. El esfuerzo nacional ha logrado resultados y cambios históricos, impulsando y ampliando con éxito las etapas de modernización.

Por lo tanto, la importante tarea de las Dos Sesiones Nacionales es garantizar que las ideas expresadas recientemente por los dirigentes se conviertan en la voluntad del país y en la acción común de los grupos étnicos de la República Popular China a través de procedimientos legales, basados en las tareas primarias y en una planificación cuidadosa de un desarrollo de alta calidad.

  1. China siempre ha puesto el «desarrollo de alta calidad» entre las prioridades de la agenda de gobierno, destacándolo como la primera y más importante tarea en los esfuerzos de China por construir un país socialista moderno en todos los aspectos. ¿Cómo ve la búsqueda de un «desarrollo de alta calidad» en la economía china? ¿Cómo interpreta sus connotaciones específicas?

El desarrollo de nuevas fuerzas productivas fue propuesto por el secretario general Xi Jinping en septiembre de 2023. El estado de productividad avanzada, en el que la innovación juega un papel protagonista, es fundamental para promover la autosuficiencia científica y tecnológica de alto nivel. En cuanto al desarrollo regional coordinado, el Secretario General Xi Jinping también organizó una serie de reuniones, centradas en el desarrollo regional y pronunció discursos de apertura, orientando así la dirección del desarrollo aprovechando plenamente las ventajas de cada region, la creación de una estructura económica regional con ventajas complementarias y un desarrollo de alta calidad y convertir la energía potencial de las brechas de desarrollo en el impulso de un avance coordinado.

La alta calidad es también la capacidad de fomentar un desarrollo financiero notable. Desde la Conferencia Central sobre el Trabajo Financiero, en la que se propone que las finanzas proporcionen servicios de alta calidad para el desarrollo económico y social, hasta las declaraciones del Secretario General Xi Jinping, quien durante la ceremonia de apertura hizo hincapié en la organización de un taller especial sobre la promoción del desarrollo financiero para los cuadros dirigentes a nivel provincial y ministerial que se adhieren firmemente a las peculiaridades chinas. Por lo tanto, el contenido pertinente de las Dos Sesiones Nacionales de este año sobre el desarrollo financiero de alta calidad ha atraído mucha atención de todos los sectores de la sociedad.

En este sentido, es fundamental seguir mejorando las funciones del mercado financiero, fortalecer las bases institucionales y orientar el flujo de recursos financieros hacia las industrias y empresas que están en consonancia con la dirección estratégica del desarrollo nacional.

Seguir mejorando la vida, el bienestar y la felicidad social de las personas es el objetivo final de promover un desarrollo de calidad. Cuanto más severa y compleja es la economía, más importante es centrarse en los problemas de subsistencia de los ciudadanos y asegurar sus medios básicos de subsistencia.

Creo que las dos sesiones de este año seguirán centrándose en la revitalización rural y los medios de vida de los campesinos, en particular en el aumento del apoyo industrial a las zonas rurales, así como en cursos de actualización para guiar a los jóvenes a participar en la mencionada revitalización rural.

El 19 de febrero, la 4ª reunión de la Comisión Central para la Profundización Integral de las Reformas dio una señal importante en el aspecto legislativo: «Este año es otro período importante para la profundización integral de las reformas. La tarea principal es planificar nuevas reformas integrales de profundización. Esto no es solo un seguimiento práctico de la profundización integral de las reformas después de la 3ª Sesión Plenaria del XVIII Comité Central del PCCh, sino también un nuevo capítulo en la nueva era de promoción de la modernización al estilo chino».

El año pasado, de acuerdo con los nuevos requisitos para profundizar de manera integral las reformas en la promoción de la modernización al estilo chino, una serie de importantes medidas de reforma proporcionaron impulso y vitalidad. Se resolvieron los problemas relacionados con las necesidades urgentes de un desarrollo de alta calidad y las cuestiones que la gente esperaba ansiosamente que se abordaran. Era necesario estudiar y organizar la aplicación de la reforma de las instituciones del Partido y del Estado, mejorar el sistema de liderazgo, optimizar la distribución de las responsabilidades institucionales en áreas clave como la ciencia, la tecnología, las finanzas, etc., y las tareas de reforma a nivel central se completaron sustancialmente.

Una de las experiencias exitosas de reforma y apertura de los últimos cuarenta años ha sido seguir ampliando la autonomía de las entidades de mercado y fortalecer continuamente el papel del mercado en la asignación de recursos. En la República Popular China se ha seguido la dirección de la reforma orientada al mercado para desempeñar mejor la función de gobernanza y garantizar el papel decisivo del propio mercado. Esto se debe a que, en general, los representantes y miembros de los comités consideran que se deben seguir aplicando medidas de reforma para ampliar la demanda interna, optimizar la estructura, aumentar la confianza, garantizar los medios de subsistencia de las personas, Prevenir riesgos y enfocarse en resolver los problemas más críticos y urgentes.

Las empresas privadas son una fuerza importante para el desarrollo de alta calidad de China y promotores proactivos de la profundización de la reforma y la creación de nuevas situaciones, mediante la introducción de leyes y reglamentos para promover el desarrollo de la economía privada y fortalecer la confianza y la vitalidad del mercado para explorar y eliminar las dificultades, cuellos de botella y obstáculos en el desarrollo de las empresas privadas, así como implementar los requisitos para promover su crecimiento.

  1. En un período de turbulencia económica mundial, ¿qué contribución hace el modelo de desarrollo de alta calidad de China a la estabilidad de la economía mundial?

El mundo actual se caracteriza por el caos y los cambios centenarios se desmoronan, mientras que otros nuevos avanzan en progresión geométrica. El mundo ha entrado en una nueva fase de agitación y cambio. El impulso del crecimiento económico mundial es insuficiente y la inestabilidad, la incertidumbre y los factores impredecibles están aumentando. El hecho de estar rezagados con respecto al mundo desde la segunda mitad del siglo XIX y las fortalezas para impulsar las tendencias globales actuales demostraron plenamente que los saltos cualitativos hacia adelante se promueven mutuamente.

La modernización al estilo chino es una innovación importante en la teoría y la práctica de la modernización global. No existe un modelo único de modernización ni un estándar de modernización universalmente aplicable en el mundo. Durante mucho tiempo, algunos países han monopolizado el discurso de la modernización y se han adherido a la «teoría occidentalcéntrica», han apoyado el llamado «Consenso de Washington» y han amplificado continuamente la ilusión de que «la modernización es occidentalización» y que «la civilización occidental es la civilización moderna», la perfecta donde todos son buenos y los malos están del otro lado. Algunos de los principales países occidentales afirman que tienen la economía más desarrollada y la tecnología más avanzada del mundo, pero tienen la polarización más severa entre ricos y pobres y registran el mayor número de muertes relacionadas con el trabajo. «Libre y democrático», pero sigue habiendo muertes entre las minorías étnicas, feminicidios y discriminación contra las minorías étnicas. Las venganzas y divisiones sociales se han profundizado como nunca antes.

La visión china del mundo, de los valores, de la historia, de la civilización, de la democracia popular y socialista, de la ecología, etc., y de sus grandes prácticas contenidas en la modernización a la china, hacen saltar por los aires el mito de «modernización = occidentalización» y abandonan el modelo occidental centrado en el capital. La expansión del materialismo, el abandono de la fe, la expansión externa (es decir, el neocolonialismo y el imperialismo), así como el saqueo y las guerras contra pueblos indefensos, están creando un modelo de modernización relativamente nuevo, el modelo chino, que proporciona una solución para que la sociedad humana logre la paz y la estabilidad a largo plazo; erradicar la pobreza extrema, promover el desarrollo común y responder a desafíos como el cambio climático.

La República Popular China no sólo está practicando la modernización sino que también se embarca en su propio camino innovador para superar los errores y las deficiencias de la modernización al estilo occidental.

El modelo de desarrollo de alta calidad al estilo chino ofrece una nueva opción a los países en desarrollo. Los Estados que alguna vez se llamaron Estados del Tercer y Cuarto Mundo tienen el derecho y la capacidad de explorar independientemente sus propios caminos únicos hacia la modernización de acuerdo con sus propias condiciones nacionales. Durante un tiempo, algunos de estos países se hicieron la ilusión ―y se vieron obligados a hacerlo― de que estaban «aprendiendo de Occidente» y copiando los modelos occidentales. Como resultado, es evidente que no pudieron adaptarse y cayeron en un atolladero de estancamiento a largo plazo en el desarrollo y la situación social, lo que dio lugar a la inestabilidad política. Independientemente de las enormes diferencias en los niveles de desarrollo, historia y cultura entre los países, algunos Estados grandes interfieren arbitrariamente en los asuntos internos de otros; imponer sus sistemas políticos y valores a los demás con violencia militar y bombas a los civiles, implementar una «transformación democrática» y planificar «revoluciones de colores», causando disturbios, conflictos y desastres humanitarios, marcando en consecuencia su camino con sangre.

Desde la mencionada fundación de la República Popular China ―especialmente después de la fase de reforma y apertura― se han necesitado décadas para completar el proceso de industrialización por el que han pasado los países desarrollados occidentales durante cientos de años. China ha creado un milagro de rápido desarrollo económico y social a largo plazo que ha traído estabilidad y ha cambiado profundamente el proceso de desarrollo en la historia mundial. El informe del Banco Mundial señaló que de 2013 a 2021 la tasa de contribución promedio de China al crecimiento económico mundial alcanzó el 38,6%, superando la tasa de contribución combinada de los países del G7. Por lo tanto, la práctica exitosa del desarrollo de alta calidad al estilo chino ha dado a los países en desarrollo nuevas esperanzas y opciones, lo que ha desencadenado una ola de «mirar hacia el este» y «aprender de China».

  1. El cambio en el panorama económico ha provocado la presión de Estados Unidos y una tendencia de desacoplamiento liderada por Estados Unidos. Para resolver este problema, ¿cuál cree que es el tema más crítico?

Las relaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos, China y Europa, y China, Japón y Corea del Sur siguen viéndose afectadas por la tendencia subyacente de desacoplamiento a largo plazo. Es poco probable que las relaciones chino-estadounidenses vuelvan a los mejores tiempos y es difícil que China vuelva a la fase en la que era un importante socio comercial de Estados Unidos.

China ha pasado de ser el mayor socio comercial de Estados Unidos al tercero, superado por México y Canadá. China solía ser el mayor socio comercial de Alemania, pero ahora ha sido superado por Estados Unidos.

Las economías desarrolladas, lideradas por Estados Unidos, implementan el «near-shoring» y el «friendly-shoring» para lograr la competencia y la seguridad económica. Desde 2019 Estados Unidos ha comenzado a promover vigorosamente la creación de la Zona de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, de modo que Estados Unidos representa ahora una parte cada vez mayor de las importaciones de la zona de libre comercio y la «externalización de la deslocalización» se ha convertido en una tendencia alternativa.

El término «externalización amistosa» se refiere a las alianzas de «externalización» de la cadena industrial establecidas con aliados con demandas políticas y modelos de gobernanza similares para lograr lo que consideran la seguridad de la cadena industrial.

La tendencia del «near-shoring» y del «friendly-shoring» promovida por Estados Unidos frenará la globalización a corto plazo y tendrá un impacto en gigantes como China que tienen una posición importante en la cadena global de la industria manufacturera.

Otro punto conflictivo es la guerra tecnológica y las restricciones a la transferencia de tecnología avanzada. Las recientes relaciones entre China y Estados Unidos no han alcanzado un consenso sustancial, sino que solo han visto un gran avance en la cuestión fundamental de prevenir un conflicto feroz. Teniendo en cuenta todo el año 2024, se cree que las restricciones a la guerra tecnológica y la transferencia de tecnología avanzada no se relajarán, sino que se volverán más estrictas. Se trata de una exigencia fundamental imparable en la ola de la antiglobalización política.

También hay que decir que las economías desarrolladas deben pasar de la debilidad a la realidad y fomentar la revitalización de la industria manufacturera. Los fuertes vínculos internos compensan las deficiencias y evitan el riesgo de quedarse atascado. Las economías desarrolladas están revitalizando la industria manufacturera impidiendo que los gigantes industriales ―con las empresas chinas en su centro― mejoren su contenido tecnológico y ganen más cuotas en la cadena industrial.

Bajo la ola de décadas de globalización, la profunda división del trabajo ha convertido a muchas clases medias y bajas de las economías desarrolladas en perdedoras y las demandas políticas antiglobalización se han vuelto cada vez más intensas. En este contexto, los países desarrollados están promoviendo la relocalización y la revitalización a gran escala, al tiempo que siguen reforzando sus ventajas tecnológicas. Como contramedida, China promoverá cadenas fuertes para llenar vacíos, promover el volumen de negocios interno y evitar cuellos de botella.

En primer lugar, la tendencia a la fragmentación de la cadena de suministro industrial mundial reduce la eficiencia de la asignación de recursos mundiales y aumenta los costes de producción de diversas materias primas, lo que aumenta lentamente la inflación mundial.

Si todas las economías del mundo construyeran las mismas fábricas y fabricaran los mismos productos, habría un grave exceso de capacidad y duplicación de recursos. De hecho, la tendencia a la fragmentación y duplicación de la inversión en recursos está reduciendo la eficiencia de la asignación de recursos mundiales y, en última instancia, aumentando el costo de producción de materias primas.

Originalmente, una gran cantidad de materias primas se producirían solo en los distritos industriales chinos y se exportarían a los Estados Unidos. Pero ahora China produce materias primas básicas y las exporta a Vietnam o México y luego a Estados Unidos. En este proceso, la cadena industrial intermedia se ha alargado en un 30%, lo que ha aumentado el costo de producción de bienes y ha ralentizado la entrega eficiente de bienes. Además de las tendencias a largo plazo mencionadas anteriormente, las causas también incluyen las crisis energéticas y la escasez de materiales causada por guerras y conflictos regionales.

El estancamiento del crecimiento se debe al fuerte ciclo del dólar estadounidense, que ha provocado una disminución del crecimiento económico mundial. Los continuos conflictos geopolíticos también han afectado al crecimiento económico mundial, que ha seguido disminuyendo.

Estados Unidos sube las tasas de interés del dólar estadounidense y el dólar vuelve a tener importancia a nivel mundial. El fuerte ciclo del dólar estadounidense y su patrón de financiación harán que todo el crecimiento económico mundial disminuya. La velocidad de desarrollo de países como Vietnam, India, etc., disminuirá, al igual que la tasa de crecimiento de economías desarrolladas como Japón y Europa.

Por lo tanto, las economías desarrolladas, lideradas por Estados Unidos y Europa a cuestas, están subiendo significativamente los tipos de interés para frenar la inflación. Estimamos que la tasa de inflación general se mantendrá en torno al 4% en 2024: sigue siendo un nivel elevado.

Esta situación de estanflación, es decir, cuando tanto un aumento generalizado de los precios como la falta de crecimiento de la economía están presentes simultáneamente en el mismo mercado, en términos reales no es un buen augurio para la economía mundial en 2024. Las Naciones Unidas han pronosticado recientemente que la tasa de crecimiento económico mundial en 2024 se desacelerará del 2,7% en 2023 al 2,4% en 2024, lo que está muy por debajo de la tasa de crecimiento promedio del 3% antes de la pandemia, y es una caída muy pronunciada.

La razón principal se deriva en última instancia de la intensificación de la disociación y la duplicación de la asignación de recursos, lo que da lugar a una disminución de la eficiencia económica mundial, así como de la fuerte situación cíclica del dólar de los Estados Unidos, que tiene un efecto represivo en la economía mundial.

  1. La narrativa occidental de «el colapso económico de China» y «la economía de China ha alcanzado su punto máximo» ha sido constante, ¿por qué?

La posición prominente de China en la fabricación industrial ha atraído la atención mundial, en particular su gran éxito en el suministro de productos de alta calidad y bajo precio a los consumidores de todo el mundo. Como ya se ha mencionado, China es actualmente el mayor país manufacturero del mundo y su industria sigue expandiéndose, ayudando así a la mayoría de los países en desarrollo ―y también a otros países― a resistir y resistir el impacto de la desaceleración del crecimiento económico causada por la pandemia de COVID-19.

El desarrollo de la manufactura y otras áreas productivas ha mejorado la imagen de China en el país y en el extranjero, pero también ha atraído algunas críticas duras e irrazonables por parte de los Estados Unidos y de sus subordinados. Golpear a China parece haberse convertido en una tradición política en las relaciones y tratos de los países occidentales con el Imperio Medio, y de vez en cuando se repite la misma vieja historia. Los países occidentales suelen utilizar trucos para fabricar y distorsionar los hechos de la nada con el fin de atacar y vilipendiar la imagen de China, pero nunca mencionan su contribución. Prefieren destacar el «enfoque misionero» occidental al llevar al «mundo libre» al otro lado con bombas inteligentes y masacres, así como provocar guerras periféricas para no socavar su propia producción bélica.

El presidente de Estados Unidos, George Biden, y la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, han utilizado recientemente los términos «bomba de relojería» y «factores de riesgo para la economía estadounidense», respectivamente, para comentar la economía china. Según ellos, el gobierno chino liderado por el presidente Xi Jinping no ha logrado traer prosperidad al país de 1.400 millones de habitantes, mientras que su estrategia económica hasta la fecha ha sido en gran medida especulativa en lugar de basarse en proyecciones realistas.

Aunque Estados Unidos es muy consciente de los esfuerzos de China para abordar el desempleo urbano y rural, la producción de alimentos y el desarrollo industrial para eliminar con éxito la pobreza, esos ataques verbales infundados seguirán ocurriendo pase lo que pase. De hecho, los esfuerzos del presidente Xi Jinping han permitido que la economía china siga creciendo, cumpliendo así la promesa de los fundadores de la República Popular China y convirtiéndola en una China mejor día a día.

La implicación de la retórica de los políticos estadounidenses es que, teniendo en cuenta la contribución de la industria manufacturera de China a la producción y el consumo mundiales, la economía de China, una vez colapsada, tendrá un impacto negativo en todos, y el desarrollo económico y social de la mayoría de los países del mundo se enfrentará a problemas de los que Estados Unidos y los propios países occidentales no serán inmunes. Los políticos mencionados han recordado repetidamente a los ciudadanos los peligros y su experiencia durante la pandemia de Covid-19, cuando la producción industrial en China se ralentizó y las cadenas de suministro globales se interrumpieron, lo que aumentó la inflación y redujo los ingresos.

Las estadísticas, en cambio, muestran, en paridad Covid-19 para todos, que la industria manufacturera de China representa más del 28% del total mundial, mientras que Estados Unidos está en alrededor del 16%. Además, según datos de la Brookings Institution ―un centro de investigación sin ánimo de lucro fundado en 1916 y con sede en Washington D.C.―, desde 2018 China mantiene unos ingresos anuales de más de dos billones de dólares, lo que demuestra plenamente los logros de China en materia de gobernanza económica ante la enorme incertidumbre global. Además, el gobierno chino insiste en centrarse en las personas, centrándose en el desarrollo de alta calidad, persiguiendo bajas emisiones de carbono, innovación y sostenibilidad y mejorando continuamente el medio ambiente rural y el nivel de vida de las personas.

También debemos darnos cuenta de que los resultados económicos no pueden ser estáticos. Lo más importante es mejorar continuamente la capacidad de gestión y control de riesgos, estar siempre preparados para hacer frente ―como dicen los chinos― a los cisnes negros y a los rinocerontes grises, y al mismo tiempo optimizar la producción y la distribución. De hecho, la economía china sigue mejorando: en el primer semestre de 2023, el PIB chino creció un 5,5%; y en agosto del mismo año, el valor agregado industrial aumentó un 4,5%. Tanto a corto como a largo plazo la economía china mantendrá su impulso de crecimiento.

Está claro que los políticos occidentales, algunos de ellos por posición de poder y otros por temor a las represalias por parte de la Metrópolis, distorsionan los hechos y vilipendian la economía china porque consideran a China como un «extranjero» que no sigue ni se adhiere al camino de desarrollo político y económico de Occidente. Por lo tanto, es esencialmente la trillada historia de Hollywood: «Aquí están los buenos» y «Ahí están los malos». Llamarlo una disputa ideológica sería demasiado elogio.

De hecho, hemos sido testigos de la fuerte resiliencia de la economía china bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, e incluso frente a enormes incertidumbres como el brote de COVID-19, China ha mantenido su posición como el principal país manufacturero. Por lo tanto, la propaganda de los países occidentales que empaña la imagen de China es engañosa. Este tipo de método político que pretende utilizar las cuestiones internacionales para desviar los conflictos internos hace tiempo que quedó obsoleto en el mundo actual.

  1. China ha sido durante mucho tiempo una fuerza impulsora en la recuperación económica mundial, ¿continuará esta tendencia en 2024? ¿Confía en esta perspectiva?

Cito al Fondo Monetario Internacional, que recientemente elevó sus previsiones de crecimiento para la economía china y las economías emergentes de Asia en 2024. Al mismo tiempo, basándose en el crecimiento resiliente de las principales economías, como la de China, el FMI ha elevado sus previsiones de crecimiento económico mundial para este año en 0,2 puntos porcentuales, hasta el 3,1%. El FMI ha hecho hincapié en que la revisión al alza de las previsiones de crecimiento económico de China refleja la continuación del impulso de crecimiento de la economía china el año pasado, superior al esperado, y el papel impulsor de la introducción de políticas pertinentes por parte del gobierno chino.

El Fondo Monetario Internacional afirmó en su último «Informe de Perspectivas de la Economía Mundial» que es probable que el crecimiento económico mundial experimente una nueva tendencia al alza en 2024. Entre los factores clave se encuentra la aceleración de la recuperación económica de China.

Las expectativas optimistas sobre el crecimiento económico en China también han impulsado la confianza en el crecimiento económico regional. El FMI pronostica que, dado que el crecimiento económico de China puede superar las expectativas, se espera que la tasa general de crecimiento económico de las economías emergentes de Asia alcance el 5,2% este año, 0,4 puntos porcentuales más que lo previsto en octubre del año pasado.

No solo el FMI, sino también instituciones financieras internacionales como Goldman Sachs y UBS Group AG (una empresa suiza de servicios financieros con sede en Zúrich y Basilea), han publicado recientemente informes en los que afirman que los sectores de consumo y servicios de China continuarán su tendencia de recuperación pospandemia en 2024. La Unidad de Inteligencia de The Economist del Reino Unido y otros predicen que los fundamentos económicos de China serán más sólidos en 2024.

Sonali Jain-Chandra, jefa de la delegación del FMI en China para el Informe de Consulta del Artículo IV, dijo a los periodistas que las políticas implementadas por el gobierno chino tendrían un impacto positivo en la economía, y agregó que la investigación relacionada con el FMI muestra que cada punto porcentual de crecimiento económico en China impulsaría el crecimiento económico de otros países en 0,3 puntos porcentuales. Cree que el crecimiento económico de China seguirá siendo superior a la media mundial en 2024 y que China será el mayor contribuyente al crecimiento económico mundial en 2024.

Esto es suficiente para tener confianza en esta perspectiva.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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