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ENERGÍA

Iris Speroni*

Decenas de miles de nuevos empleos, todos ellos bien pagos.

Les paso una disertación del Dr. Bisang, del minuto 30’30” al 52”, para JONAGRO (*). Me referiré a sus primeros 10 minutos de disertación sobre energía, ya que luego pasa a hablar de otros temas.

Explica cómo los costos de los productos agropecuarios están atados al vaivén de los precios del combustible, toda vez que fertilizantes y plaguicidas son derivados de hidrocarburos. Por otro lado, el principal uso de la soja es para producir combustibles, como substituto de los hidrocarburos. 

El precio de un bien substituto se mueve en paralelo con el precio del bien que pretende substituir. Por lo que si sube el precio del petróleo (por acuerdo de la OPEP o por una guerra) aumentan: a) los precios de la mayoría de los insumos de la producción agrícola como los fertilizantes, b) sube el precio de la soja en cuanto substituto del petróleo y gas.

En la nota BIOCOMBUSTIBLES – REMAR EN EL DULCE DE LECHE, detallo las inversiones en biocombustibles en EEUU y en Argentina. 

Argentina: Fuertes inversiones en alcohol para producir alconafta tanto de caña de azúcar como de maíz. Son fuente de trabajo y riqueza para las provincias del noroeste (donde hay caña) y del centro, Córdoba principalmente, donde se produce y procesa el maíz. Luego hay numerosas plantas, algunas medias, otras gigantes, para el procesamiento de soja. El derivado es el aceite de soja, insumo para la producción de biodiésel. Está concentrado en su gran mayoría sobre la margen oeste del Río Paraná, principalmente en Santa Fe. Curiosamente, la provincia de Buenos Aires, la gran productora de soja y origen del 35%  de las exportaciones argentinas, no se dedica a procesar su producto estrella.

El Dr. Bisang explica el despropósito del manejo de la energía en Argentina. Sugiero que lo escuchen  directamente sin mi interpretación en el medio, la cual genera ruido. Argentina tiene sus destilerías a máxima capacidad. Por lo tanto un aumento de producción de petróleo sólo redundaría en exportaciones de crudo. Lo que se destila localmente no alcanza para satisfacer el mercado interno [1].

Por otro lado, Argentina es uno de los grandes exportadores de insumos para combustibles: a) maíz (que otros usan de forraje y de insumo de alconafta), b) aceite de soja (el 80% de la soja se vende procesada), insumo de biodiésel, c) en menor medida se exporta biodiésel.

En resumen: se importan combustibles terminados y se exportan insumos para combustibles [2]. 

Luego el Dr. Bisang pasa a referirse a la circulación de energía eléctrica por el país. Si bien Argentina tiene un sistema interconectado de electricidad, la provisión de potencia en el interior es altamente deficiente, con los inconvenientes que eso genera a la producción (tal vez no a los hogares), suplido por las cooperativas con generadores diésel viejos, con alto costo por Kwh. La configuración actual, determinada por los gobiernos, es altamente unitaria, concentrada en satisfacer a la Capital Federal y al GBA. El Dr. Bisang propone otra matriz de energía, donde se invierta en biodigestores en las explotaciones agropecuarias, principalmente tambos y municipios, y la producción con biodiésel en las localidades. Bueno, escúchenlo a él. Son 10’.

Ideas

Esto dispara muchas ideas de mi parte.

Tuvimos durante los 12 años de gobierno kirchnerista una predisposición al negocio del petróleo, ya sea importar gas licuado (De Vido) o precio sostén para Vaca Muerta. Razonable si el presidente es patagónico. Los senadores de las provincias patagónicas responden al lobby petrolero [3]. El kirchnerismo es una coalición de intereses patagónicos (petróleo) y el conurbano más auríferas. Al resto, que les parta un rayo. Ni siquiera promocionaron el cultivo y exportación de la cereza de Los Antiguos. 

El conurbano y los patagónicos se apoyan mutuamente, lo que resulta en 1) tarifas subsidiadas para las viviendas y fábricas del conurbano y la Capital Federal, 2) subsidios y precio sostén para el negocio petrolero y Vaca Muerta [4]. 

El gobierno de Macri pudo cambiar este esquema. Sin embargo puso al frente de Energía no a un experto en biocombustibles sino a un petrolero. Eligió un ex gerente general de una petrolera y no, por ejemplo, a uno de Ingenio Ledesma [5]. 

El gobierno de Alberto Fernández es la continuación de los anteriores (kirchnerismo y macrismo). 

Veamos los números de 2022 en combustibles.

En lo que va del año, Argentina exportó casi siete mil millones de dólares de combustibles. La mitad en petróleo crudo, dos mil millones de carburantes y mil millones de gas.

Miremos ahora las importaciones del 2022:

Se importaron casi doce mil millones, en su totalidad combustibles refinados.

Éste es el desacierto que señala Bisang. Importamos combustibles refinados cuando, con el suplemento de biocombustibles, es una demanda que podríamos satisfacer localmente con facilidad. 

El futuro

Lo que se ve es un presente innecesariamente complicado pero con grandes perspectivas a futuro.

El mercado local de combustibles podría en su totalidad proveerse con biocombustibles. Más o menos lo que hizo EEUU. El campo debería usar exclusivamente biocombustibles. En transporte: movimiento de insumos, cosecha, animales vía camiones y FFCC. Uso de maquinaria agrícola. En las explotaciones: biodigestores y autogeneradores a biodiésel. Luego, en las zonas urbanas: biodigestores para manejo de basura orgánica; alconafta y biodiésel para automóviles y transporte público. La generación térmica de electricidad debería ser preferentemente a gas. En su defecto, biodiésel con alta proporción de “bio”. 

En muy poco tiempo, deberíamos pasar de la importación de combustibles a no importar en absoluto. Sería una distribución más federal de la riqueza.

Un aparte para Vaca Muerta. Si realmente hay gas y petróleo (supongamos) y si los precios internacionales favorecen [6] la única propuesta de los gobiernos (Cristina Fernández-Mauricio Macri-Alberto Fernández) es exportar el gas (de ahí una planta de GNL en Bahía Blanca [7]) o exportar crudo. Si el gobierno estuviera realmente interesado en la explotación de Vaca Muerta para la prosperidad nacional, ya estaría erigiendo nuevas destilerías.

Si hubiera gas en Vaca Muerta, lo primero es proveer al consumo interno, tanto a fábricas, hogares como a la generación termoeléctrica y al transporte. El gas es un combustible no contaminante y barato. Si tuviéramos excedentes, la prioridad debería ser la fabricación de fertilizantes. Un objetivo geopolítico debería ser el autoabastecimiento de fertilizantes. Y si hay excedentes de fertilizantes para exportar, aún mejor. Más trabajo para miles de personas. Las plantas de fertilizantes podrían instalarse en Neuquén, sur de Mendoza y Río Negro (menos empleado público, más trabajo productivo bien pago) y aumentar el polo petroquímico de Bahía Blanca.

Acá es donde los senadores de las provincias del centro, NEA y NOA debería exigir el aumento del porcentaje “bio” en la alconafta y biodiésel y el uso libre de tanto de B20 y B100 como de E15 y E85, a elección del consumidor, como sucede en EEUU. Los FFCC, las termoeléctricas, el uso interno de maquinaria agrícola y generadores domésticos deberían acceder libremente a la proporción de biodiésel que el consumidor desee.

El otro punto crítico que plantea el Dr. Bisang es la federalización de la generación eléctrica para que todo el país tenga acceso no sólo en cantidad sino en calidad (potencia). Para eso es conveniente la proliferación de biodigestores. Es una inversión módica que genera gran autonomía. En explotaciones agrícolas (tambos, criaderos de cerdos, otros) y en comunas para tratamiento de residuos orgánicos. 

Es mi convicción que debemos incrementar la inversión en generación nuclear y construir todas las represas hidroeléctricas que nuestra geografía permita [8]. Dicho esto, la generación termoeléctrica a gas producido por biodigestores elimina las distancias de nuestro país. Mejor que utilizar diésel o gas de 2000 km de distancia.

Como marco general, propongo dejar de exportar forraje e insumo para combustibles que harán otros. No hay que exportar tortas de soja a Alemania (que ésta traduce en exportaciones de carne de cerdo por U$D 6.000 millones anuales) sino exportar nosotros US$ 6.000 millones de carne de cerdo. Debemos dejar de exportar tortas y pellets de soja a Holanda y Francia que ellas transforman en exportación de queso de US$ 4.000 millones cada una, sino nosotros exportar US$ 4.000 millones en queso de leche de vaca, cabra u oveja [9]. Trabajo en la Pampa Húmeda, NEA, NOA y Patagonia para miles de personas. A buenos sueldos promedio. Explotaciones que a su vez necesitarán su propia electricidad (gas de biodigestores).

Hay un futuro próspero y promisorio al alcance de la mano. Con decenas de miles de nuevos empleos, todos ellos bien pagos.

No van a ser las actuales coaliciones de gobierno (tanto FdT como JxC) quienes los harán. Sus compromisos son con otros.

Sólo tenemos que atrevernos.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Como lo demostró el faltante del invierno de 2022.

[2] Comentario mío: Esto se agrava ya que el gobierno limita el uso de alconafta y biodiésel (supuestamente para mantener parte del mercado de las petroleras). Las proporciones argentinas son muy inferiores a las autorizadas por el gobierno de EEUU para su mercado doméstico.

[3] 3 senadores x 5 provincias = 15 senadores.

[4] Ejemplos: a) parte del impuesto a la riqueza por única vez, iniciativa de Heller (diputado por capital federal, FdT) tenía por destino inversiones en petróleo, b) la iniciativa del diputado Kirchner (provincia de Buenos Aires, FdT) proponía la baja de uso de biodiésel en el diésel; mayor negocio petroleras, menor negocio provincias del centro del país. Ambos proyectos convertidos en ley con el voto “opositor”.

[5] Autorizó, para dar ejemplos, las importaciones carísimas de gas licuado vía Chile (Shell) y precio sostén 50% más alto que el mercado para abastecer la generadoras termoeléctricas a gas.

[6] Vaca Muerta es rentable únicamente con precios internacionales altos.

[7] Me surge la pregunta: ¿Por qué en Bahía Blanca y no en un puerto de Río Negro o Chubut?

[8] Sin despreciar a las pequeñas generadoras hidroeléctricas. El objetivo no debe ser una gigantesca represa para que la electricidad llegue a la Capital Federal. Una pequeña que regule el nivel de agua de la zona y que genere módicamente para las localidades aledañas es más que suficiente.

[9] Imaginen el impacto que puede tener en La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta exportaciones de queso de leche de cabra por US$ 2.000 millones anuales. Mejor que suspirar por inversiones auríferas.

 

(*) JONAGRO organizada por CRA, realizada en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el 1º de diciembre de 2022.

Bloque con la participación del diputado Vara, el Dr. Bisang y los señores Passerini y García Moritano.

 

Notas relacionadas

Biocombustibles – remar en el dulce de leche

http://restaurarg.blogspot.com/2022/06/biocombustibles-remar-en-el-dulce-de.html

 

Artículo publicado el 03/12/2022 por Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2022/12/energia.html

REFLEXIONES ESTRATÉGICAS INSPIRADAS POR EL CORONAVIRUS

Juan Carlos Neves*

Cuando comenzó el conflicto en Malvinas, tanto los países europeos integrantes de la OTAN como los Estados Unidos impusieron un embargo a Argentina que impidió la obtención de suministros esenciales para sostener el esfuerzo bélico.

Ello motivó que no dispusiéramos de otros medios que aquellos con que contábamos al comienzo de la guerra o los que pudieran ser provistos por las empresas nacionales de nuestra industria para la defensa.

Un caso paradigmático fue la disponibilidad de misiles Exocet Aire-Mar. La Armada Argentina solo disponía de cinco misiles de estas características y los utilizó con gran eficacia hundiendo al buque logístico “Atlantic Conveyor”, al Destructor “HMS Sheffield”, orgullo de la marina británica, y presumiblemente averiando el Portaaviones “HMS Invincible”. Pero a pesar de todos los esfuerzos realizados por el gobierno argentino fue imposible adquirir nuevas unidades una vez iniciado el conflicto ya que los misiles eran de origen francés y este país no solo se negó a proveerlos, sino que cesó oficialmente el apoyo para poner a punto las unidades ya vendidas y además brindó información a los británicos para facilitar la interceptación de estas armas.

Esta experiencia nos dejó como enseñanza la necesidad de asegurar la disponibilidad de insumos bélicos de producción nacional ya que, en caso de conflicto, que es justamente cuando más se los necesita, la mayor parte de los países se niegan a aportar armas al beligerante. Sin embargo, a pesar de estas evidencias, durante la Presidencia de Carlos Saúl Menem y el mandato de su Ministro Domingo Cavallo todo el complejo de producción para la defensa fue desarticulado siendo los casos más notables la fábrica que producía misiles Cóndor y el astillero de submarinos Domeq García. Si bien se adujeron razones presupuestarias, fue notoria la imposición de Estados Unidos a instancias del Reino Unido para quienes resultaba inaceptable la independencia armamentística de un país como la Argentina, que había demostrado tener la voluntad para desarrollar políticas independientes y la disposición para defender sus intereses nacionales utilizando la fuerza de ser necesario.

La pandemia del coronavirus vuelve a enfrentarnos con otro caso en que se siente profundamente la carencia de producción nacional de insumos vitales para situaciones de crisis, en este caso de origen sanitario.

Tanto el Presidente Alberto Fernández como su Ministro de Salud han reconocido públicamente que no se hacen las pruebas en la cantidad necesaria porque no se disponen de suficientes unidades de los elementos para determinar infectados, dado que son importados y muy requeridos en este momento en todo el mundo. Obviamente, los países que los producen priorizan sus propias necesidades y eventualmente las de sus aliados más cercanos. Sin embargo, la industria farmacológica argentina y el nivel de nuestros investigadores en la materia, permitiría desarrollar estos productos (como están intentando ahora de apuro) si lo tuviéramos entre nuestras prioridades. Lo mismo puede aplicarse al desarrollo de vacunas y a cuestiones más sencillas como respiradores, los que son producidos en el país por una única empresa y en cantidades limitadas.

Como me dijera en una oportunidad el prestigioso científico Conrado Varotto, presidente de la Comisión Nacional Aeroespacial: los únicos productos que no podemos producir son los que nos venden. Sucede que pocos países están dispuestos a invertir el tiempo y el dinero necesario para un desarrollo autónomo de algo que puede conseguirse en el mercado y Argentina no es la excepción.

La lógica económica de producir allí donde resulta más barato, generalmente por el menor costo de mano de obra derivado de las precarias condiciones laborales, ha llevado a que China tenga el monopolio de numerosos productos entre ellos los insumos medicinales. Sin embargo, debemos considerar que la lógica económica no es la única fuente de motivación para determinar los modos de acción para la producción, ya que existe una lógica estratégica que debe ser considerada so pena de sufrir graves consecuencias.

Esta no es solo una conclusión personal. Numerosos analistas de diversos países reconocen el error de tener una enorme dependencia de China en el área de insumos medicinales y ahora están sufriendo las consecuencias. Es absolutamente necesario que tomemos nota de esta segunda lección y actuemos en consecuencia.

¿Significa esto que tenemos que producir todo nacional, atados al eslogan de “vivir con lo nuestro”?

No, por cierto. No tiene sentido reinventar la rueda o lograr una patente de un motor de combustión convencional o cuestiones similares. De lo que se trata es de identificar las áreas de importancia estratégica y los elementos críticos para garantizar la supervivencia ante graves eventos infrecuentes, pero de ocurrencia posible y probable, y trabajar para contar con ellos en el mediano plazo.

Las circunstancias nos han hecho evidentes dos sectores que claramente entran en la categoría de estratégicos. El de la Defensa y el Farmacológico pues nuestra salud depende fuertemente de vacunas y otros productos importados que pueden tornarse escasos cuando más se los necesite.

Una tercera área que por suerte tenemos cubierta es el agua y la alimentación, ya que las características geográficas de nuestro país y el desarrollo tecnológico de la agroindustria aseguran la disponibilidad y la autosuficiencia.

Quedan sin embargo otros espacios a considerar en una lista que no es excluyente.

Uno de ellos es la Energía, de la que en distintos períodos de nuestra historia hemos pasado a ser importadores o exportadores y de la que no solo hay que considerar la producción sino la capacidad de distribución y la disponibilidad de refinerías y tecnología. Es necesario poner el énfasis en las fuentes alternativas de energía tales como la hidráulica, solar, eólica, mareomotriz, etc., que, a diferencia de las térmicas basadas en el consumo de sustancias fósiles, son renovables. En el caso particular de Argentina también debemos mantener la ventaja de disponer el conocimiento, el combustible (uranio) y la experiencia que nos permiten utilizar la energía nuclear.

Aunque menos obvio, debemos destacar la enorme dependencia que tenemos en el área de comunicaciones de elementos que no controlamos. Si una circunstancia inesperada como una tormenta de meteoritos, una inusual actividad solar o un acto de terrorismo a gran escala afectara los satélites de comunicaciones tenemos la seguridad de que los países que controlan estos artefactos asegurarían su propia necesidad y nos dejaría incomunicados. Es imperioso dar continuidad al programa ARSAT de satélites de comunicaciones de origen nacional y debemos disponer de alternativas aumentando las redes de fibra óptica que nos garanticen las comunicaciones internas en el ámbito nacional ante una catástrofe de esta naturaleza. Como dato cabe aportar que la red de fibra óptica nacional está alrededor de los 33.000 km contra más de un millón de su equivalente en España en un territorio mucho menor.

Finalmente, e insisto que sin agotar el análisis acerca de cuáles son las áreas que requieren desarrollos autónomos, debemos alertar que Argentina exporta más del ochenta por ciento de sus productos por vía marítima pero no dispone de una flota mercante de bandera. Todo el flete del comercio exterior es dependiente de terceros y es susceptible de ser bloqueado o embargado casi sin alternativas. Fortalecer la existencia y el funcionamiento de empresas navieras argentinas es también una necesidad estratégica.

Concluyendo, el coronavirus nos ha demostrado una vez más que no podemos vivir en un mundo complejo sin tener desarrolladas ciertas áreas estratégicas que irresponsablemente ignoramos corridos por la eterna coyuntura en que vive nuestro país. Por supuesto que una de las claves para llevar adelante una previsión estratégica racional es tener una economía sana y eliminar la enorme dependencia que genera la condición de deudor moroso.

La solución para esta falencia es mucho más integral, ya que requiere gobernantes y funcionarios idóneos, eliminar la corrupción, producir con eficiencia y no gastar más de lo que produce. Receta sencilla pero que ha probado ser muy difícil de cumplir en nuestra querida patria.

Quizás el sufrimiento y las carencias que se evidenciaron con la epidemia nos otorguen el incentivo para generar cambios inmediatos en lo económico y ponernos a pensar en lo estratégico, si queremos asegurar un futuro deseable.

 

* Contralmirante Retirado, Veterano de Guerra de Malvinas. Licenciado en Sistemas Navales. Master en Relaciones Internacionales. Master en Ciencias en Management. Presidente del Partido Nueva Unión Ciudadana. Coordinador Político de ENCENDER (Encuentro de Centro Derecha).

RENTAS DE GUERRA

Alberto Hutschenreuter*

La confrontación entre rusos y ucranianos sigue su curso en el país del este de Europa. La posibilidad de un acuerdo para cesar el fuego no parece estar cerca, pues, como advierte Richard Haass, difícilmente Kiev vaya a aceptar una situación tan desfavorable: más del 20 por ciento del territorio (geoeconómicamente importante) se encuentra bajo control de las fuerzas rusas. Pero, además, la «potencia civil» europea y Estados Unidos prosiguen suministrando capacidades a Ucrania, situación que prolonga la guerra sin que ello implique que Ucrania revierta lo perdido. Por último, en su reciente cumbre de Madrid, la OTAN, lejos de realizar algún anuncio relativo con descartar eventuales nuevas ampliaciones, aprobó un concepto que incrementa la acumulación militar de la Alianza, principalmente en el noreste de Europa.

El origen de esta innecesaria guerra comprende tres niveles. Un nivel mayor relativo con la rivalidad entre Occidente (Estados Unidos) y Rusia; un nivel que implica a Kiev y Moscú; y finalmente, el nivel interno en Ucrania, es decir, la confrontación que tenía lugar desde 2014 entre las fuerzas ucranianas y las fuerzas filo-rusas del este del territorio. Todos los niveles se encuentran relacionados, nos ayudan a comprender la guerra y, acaso lo más relevante, nos aportan datos al momento de comprender la decisión de Moscú de movilizar sus fuerzas el 24 de febrero.

En el nivel superior o estratégico, el propósito de Estados Unidos ha sido, desde hace bastante tiempo, lograr ganancias de poder frente a Rusia, es decir, debilitar a este actor con el objetivo de evitar que (eventualmente) se convirtiera en un poder euroasiático preeminente que volviera a desafiar la supremacía de Occidente. Una «Yalta sin Rusia» significaba que no solamente no había nada que repartir con el gran poder (ya no superpotencia, como bien advirtió Leon Aron), sino que había que vigilarla en su propia frontera: la ampliación de la OTAN fue una estrategia de rentabilización de la victoria estadounidense en la Guerra Fría dirigida a ese proyecto.

La negativa de Occidente a proporcionar a Rusia garantías relativas con que la OTAN abandonaría nuevos ciclos de ampliación, negativa que, en buena medida, determinó la invasión rusa a Ucrania, necesariamente hay que interpretarla como una continuidad de aquella estrategia occidental, pues la guerra no solo impactaría sensiblemente en el prestigio estratégico-internacional de Rusia, la aislaría y afectaría su frente económico basado en exportaciones de materias primas (hay que señalar que la guerra dilatará, una vez más, las necesarias reformas que necesita llevar adelante Rusia para aspirar a desplegarse como un poder cabal).

Pero también hay en esta guerra búsqueda de rentas que no apuntan solo a Rusia. La guerra precipitó un cúmulo de sanciones por parte de Occidente (actualmente hay siete grados de puniciones activas sobre Rusia), siendo una de las más importantes la relativa con dejar de importar dichas materias primas, especialmente los suministros energéticos (según la Oficina Europea de Estadística, Eurostat, en 2021 la Unión Europea importó de Rusia el 40 por ciento del gas y el 28 por ciento de petróleo que consumió).

Pero la guerra también fungió como una oportunidad para alcanzar uno de los propósitos más ansiados por parte de Estados Unidos en relación con desacoplar a Europa de Rusia, particularmente a Alemania, el país de la UE que había logrado que el suministro de recursos proveniente de Rusia fuera de territorio ruso a territorio alemán: de eso se trató el gasoducto ampliado «Nord Stream 2», hoy paralizado.

La energía supone poder para aquel que la detenta y dependencia para aquel que la requiere. En estos términos, Rusia ostenta una capacidad de «disuasión energética»; más todavía, una capacidad de «suasión» (para utilizar el concepto de Edward Luttwak) en materia de energía, es decir, un recurso que le permite a Moscú capacidad para disuadir y persuadir, algo que, sumado a otras estrategias rusas destinadas a hacer vulnerables a los países o debilitar asociaciones entre países, son inaceptables para el primero.

Como dijimos, el propósito estadounidense relativo con el desacople energético Europa-Rusia era anterior a la guerra; y si bien durante la presidencia de Trump Estados Unidos fue crítico con Europa en algunas cuestiones, fue con el regreso de los demócratas cuando se buscó reafirmar la alianza atlanto-occidental. Ese regreso significó también retomar la estrategia de post-contención frente a Rusia.

Pero el objetivo no solo ha sido desconectar el vínculo energético Europa-Rusia, sino algo que completa la estrategia de separación: que la UE pase a depender (con el tiempo) de fuentes de energía estadounidenses (hay que tener presente que, gracias a la técnica conocida como «fracking», en 2021 Estados Unidos ha sido el mayor productor de petróleo del mundo, seguido por Arabia Saudita y Rusia; asimismo, también lo es en producción de gas, seguido por Rusia e Irán).

En relación con ese segundo propósito estadounidense, la de ser el «nuevo grifo» de Europa, que exige que los países europeos construyan más terminales de gas natural licuado, es interesante destacar que, desde principios de 2022 hasta abril, Estados Unidos envió a Europa tres cuartas partes de todo su gas natural licuado. Este aumento significa que Estados Unidos se ha convertido en el actor que suministra la mitad de las importaciones de gas licuado natural de Europa, esto es, el doble de la participación registrada en 2021, según datos del sitio de Bloomberg.

Esa técnica de explotación de recursos (relativamente reciente) le ha permitido a Washington no solo dejar de depender de fuentes externas ubicadas en áreas inestables, una meta establecida tras el 11-S, e incluso de nuevas plazas alternativas, logrando así revertir la preocupante situación de vulnerabilidad que sufría a principios del siglo XXI: la de ser el mayor consumidor de esas fuentes del globo y disponer de pocas reservas nacionales.

Otros actores podrán llegar a suplir las compras que realizaba la UE a Rusia, de hecho, China e India han incrementado sensiblemente sus adquisiciones a ese país, confirmando así una tendencia de la política exterior de Rusia desde que las relaciones de este país con Occidente quedaron cada vez más comprometidas como consecuencia del envenenamiento de Navalny en 2020.

La guerra en Ucrania es una confrontación innecesaria, pero ello no quita que sea funcional para algunas de las partes. Sin duda, ha sido funcional para Estados Unidos en relación con una estrategia frente a Rusia que puso en marcha desde el mismo momento que acabó la Guerra Fría. Pero también la guerra fungió favorable para que aquel país lograra un propósito largamente anhelado: que Europa no mantenga vínculos geo-energéticos con Rusia.

Europa nunca ha abandonado su zona de confort estratégico-militar, esto es, su condición de «protectorado estratégico estadounidense». Ahora posiblemente sumará la de «protectorado energético» de la potencia mayor. Son las «rentas» de la guerra.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Miembro e investigador de la SAEEG. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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