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GUAYANA ESEQUIBA: EVOLUCIÓN DE LA CADENA TITULATIVA DESDE UNZAGA Y AMÉZAGA HASTA HOY

Abraham Gómez R.*

La Sala Juzgadora de la ONU ha decidido en una serie de sentencias, que sentaron jurisprudencias, que un Título Jurídico preexistente prevalece sobre una circunstancial administración u ocupación ilegítima de un territorio en controversia, por parte de otro Estado, en condición de usurpador.

Sobre el anterior particular, estamos obligados a decir en verdad y justicia que la República Cooperativa de Guyana no posee el más mínimo documento de acreditación sobre la extensión territorial que el Imperio Británico nos desgajó (a partir de 1814) y los gobiernos guyaneses han venido alentando tal delito de apoderamiento.

En el actual Proceso jurisdiccional en que nos encontramos, la delegación de la excolonia inglesa ha abusado de la honorabilidad de la Corte cuando incurre en la conocida falacia post hoc ergo propter hoc (“después de haber recibido del Reino Unido esa extensión territorial, en consecuencia, nos pertenece”).

Ese correlato forzado nunca será un indicador fiable y menos admisible en un juicio con las características en el cual nos encontramos. Están obligados a demostrar y probar con justos títulos traslaticios: ¿Cómo adquirieron esos 159.500 km2?

Guyana no posee títulos de nada sobre la Guayana Esequiba ni por descubrimiento, ni por conquista, ni por asentamiento o tratado; ni por prescripción o por abandono del anterior descubridor.

Contrariamente, Venezuela enarbola, orgullosamente, el acaudalamiento de dos Justos Títulos para comparecer ( en abril de 2024) y probar ( en la debida ocasión), con plena seguridad, por ante la Corte Internacional de Justicia que la Guayana Esequiba desde siempre ha sido nuestra; por lo que consideramos írrito y de nulidad absoluta el Laudo Arbitral de París, del 03 de octubre de 1899, cuyo contenido ―sin validez, eficacia ni fuerza jurídica― pretende borrar la gesta histórica de nuestros libertadores. de la cual nos sentimos honrados los venezolanos.

En base a ese citado “laudo”, que constituye un adefesio jurídico, es donde la contraparte asienta su causa de pedir, por ante la Sala Jurisdicente.

Prestemos atención a esta breve narrativa. Al producirse las Reformas Borbónicas, una de sus consecuencias directas y favorables para las provincias de España que estaban desarticuladas e inconexas con el Virreinato de   la Nueva Granada; constituyó ―precisamente— la creación de la Capitanía General de Venezuela, por Real Cédula de Carlos III, el día 8 de septiembre de 1777, en cuyo documento nombra a Luis Unzaga y Amézaga, como su primer Capitán General.

Así entonces, las provincias de Maracaibo, Venezuela (Caracas), Nueva Andalucía (los actuales estados Anzoátegui, Monagas y Sucre), Margarita, Trinidad y Guayana (hasta la mitad del rio Esequibo).

Estas provincias, que para ese momento se encontraban sin una determinada configuración político-administrativa, nacen al mundo como Capitanía General.

«Yo el Rey, pido que cumplan las órdenes en asuntos de mi Real Servicio. He tenido a bien resolver los muchos inconvenientes y para lograr la unidad, por lo respectivo al manejo de mi Real Hacienda  y evitar el retardo de las providencias por las distancias con el Nuevo Reyno de Granada  y lo que en lo sucesivo  les comunicare en todo lo gubernativo y militar, procedo a crear la Capitanía General de Venezuela, con Caracas de capital; y que así mismo den cumplimiento los Gobernadores de las Provincias de Maracaibo, y Guayana a las Provisiones que en lo sucesivo despachare mi Real Audiencia de Santo Domingo, admitiendo para ante ella las apelaciones que se interpusieren según y en la forma que lo han hecho, o debido hacer para ante la de Santa Fe, que así es mi voluntad. Dada en San Ildefonso a ocho de septiembre de mil setecientos setenta y siete, –en lo gobernativo y militar. las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita (hasta este entonces dependientes del Virreinato de Nueva Granada) y ordenando a los gobernadores de dichas provincias que obedezcan al Capitán General de la Provincia de Venezuela y que cumplan sus órdenes».

(Cita parcial de la Real Cédula de Carlos III, donde crea la Capitanía General de Venezuela. 08 de septiembre de 1777).

Esa actitud integrativa y unificadora en lo político-territorial comporta, en sí misma, una realidad jurídica nueva; que viene a conferirnos nuestra partida de nacimiento; con lo cual quedaron integradas, bajo una misma jurisdicción política y militar las principales provincias que, posteriormente, conformaron el territorio de la República de Venezuela.

Hoy ese documento es nuestro primer Justo Título, de pleno derecho ―iuris et de iure―, prueba constituyente directa; por cuanto, significa el basamento y génesis de nuestra territorialidad; incluyendo- por supuesto- la provincia de Guayana (hasta la mitad del rio Esequibo), que había sido fundada en 1532.

Al proseguir con nuestro relato histórico-jurídico, nos conseguimos con otro Justo Título traslaticio que nos respalda.

Me refiero al total reconocimiento de nuestra independencia, contemplado en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela”, suscrito el 30 de marzo de 1845:

«Yo, Su Majestad Isabel II, Reina de España usando de la facultad que me compete por decreto de las Cortes generales del Reino de 4 de diciembre de 1836, renuncio por sí, mis herederos y sucesores, la soberanía, derechos y acciones que me corresponde sobre el territorio americano, conocido bajo el antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela, hoy República de Venezuela. A consecuencia de esta renuncia y cesión, S.M.C. reconoce como Nación libre, soberana e independiente a la República de Venezuela…» (Omissis)

Aunque poseemos muchos más elementos de probanzas ―con similar fuerza y densidad―; por lo pronto, diremos que bastan esos dos Justos Títulos traslaticios, análogos a juicios idénticos en la Corte que ya han sentado absoluta jurisprudencia y han sido admitidos como pruebas constituyentes directas, revestidos de intangibilidad.

Sin embargo, podemos reforzar, al día de hoy, con el acertado contenido del artículo 10 de nuestra vigente Constitución Nacional:

«El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad».

En lo más actual e inmediato. Habiendo llevado Guyana el caso, unilateralmente, a la Corte para arreglo judicial, nosotros estamos dispuestos a encarar la controversia para honrar la memoria de quienes nos antecedieron en esta lucha, por el presente de Venezuela y por las generaciones futuras; para lo cual estamos estructurando el memorial de contestación de la demanda y otras probables estrategias procesales.

Nuestra petición de justicia tiene suficiente fuerza jurídica, cartográfica e histórica; como también, el rigor moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Comisión por la Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial. Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela. Asesor de la ONG MI Mapa.

 

¿Y AHORA QUÉ?

F. Javier Blasco*

Aunque parezca imposible que una nueva debacle ocurriera bajo ninguna circunstancia, si ha ocurrido. Sánchez está, de nuevo, a las puertas de proclamarse presidente del Gobierno de España a pesar de todo lo dicho y hecho por el personaje, sus mariachis y el coro de babosos palmeros que viven de los réditos y prebendas derivadas de su mandato, del enchufe y sumergidas en una convulsiva, patética y preocupante ignorancia o en un apestoso conformismo o simplemente, en un dejar pasar cualquier cosa, hechos que asustan hasta el menos pintado.

Para los que nacimos, crecimos y fuimos educados en una mal llamada y siempre denostada dictadura; para los que, siendo bien jóvenes, acogimos con mucha alegría y más esperanza la llegada de una floreciente democracia basada en los «pilares» de lo que creímos firmemente y denominamos, con todo boato y máximo respeto, la Carta Magna ―por cierto, elaborada por un ramillete de amiguetes, conchabados al máximo para no herir susceptibilidades ni pisar callos sangrantes a comunistas, separatistas y todo tipo de especímenes de baja estofa, cuya meta solo tiene un claro y fuerte objetivo común, destruir España― y por supuesto, para los que hemos quemado nuestros no pocos esfuerzos personales y colectivos de los irrecuperables años productivos, no entendemos ni aceptamos la situación de desorden, conchaveo y despropósito alcanzado por los actuales dirigentes y por muchos de los moradores de un realmente invertebrado, desgastado y vetusto territorio, que no se parece en nada al otrora eje y luz del mundo, cuna de culturas, ciencias o arte y propietario de una gran lengua de proyección universal.

No será porque algunos, aunque pocos analistas de la política, no hayamos venido anunciando los temores y preocupaciones de que esto pudiera volver a suceder e incluso llegara a degenerar aún más. Situación, que se auguraba por la gran capacidad de resiliencia real de un perillán que lleva años demostrando que mientras le quede alguna pluma colgando de su cuero cabelludo, no se le puede dar por desplumado y es impensable que, en dicha situación, se le dé por muerto o fuera de combate.

Hombre que resiste por su labia, tejemanejes y a base de tremendas e infumables mentiras (denominadas ahora, por él mismo, cambios de opinión); pero no por su brillantez ni por su acierto en hacer las cosas y mucho menos, en manejar la economía de un país al que ha sumido en una deuda y un déficit sin parangón a lo largo de la historia; alguien que nunca aparece como culpable a los ojos propios y trata ocultarlo a los de los demás; que busca siempre cabezas de turco sobre las que descargar toda responsabilidad, para luego sacrificarlos en la plaza pública si fuera menester; que carece de escrúpulos y de dignidad y cuyo narcisismo, egocentrismo y carácter dictatorial hace que siempre obre por su cuenta, saltándose los cánones y preceptos mínimos y necesarios en una democracia; que dice una cosa y su contraria en una misma conferencia, discurso o entrevista sin inmutarse mínimamente; que miente reiterada y descaradamente, mientras acusa de hacerlo a sus contrincantes políticos, sin que se le mueva un solo musculo de la faz

Un petimetre con profundas raíces felonas, que es capaz de aliarse con todos y cada uno de los mayores enemigos de España ―y hasta con el mismísimo diablo, si fuera preciso― por mantener su trasero bien acomodado en un sillón que jamás le ha correspondido real, aunque sí, legalmente.

Y para colmo, es un personaje que se pavonea por el mundo como si fuera capaz de arreglar todos los problemas internacionales de calado, como un adelantado al tiempo; en definitiva, un visionario que siempre tiene la razón y que, sin duda, interpreta y está convencido de que el resto de dirigentes de su entorno, tarde o temprano, acabarán copiando sus mágicas pócimas y recetas.

Pero en esta tarea no está solo, conoce a la perfección las bajezas, necesidades y los costosos caprichos de los separatistas, terroristas y de los pobres de espíritu y volubles regionalistas a los que convierte en peleles y férreos aliados a nada que les muestre u ofrezca una morterada de millones gratis total, tremendas condonaciones de deuda o increíbles concesiones en el uso y exigencia de las lenguas, los trenes de cercanías o el control de la circulación por carretera; u otros asuntos no menores como la expulsión de la guardia civil de determinados territorios y funciones ―expulsión, realizada con nocturnidad, alevosía y plagada de humillaciones― o el oscuro y cochambroso espectáculo de las transferencias de competencias legales, incluido el control de los presos a los que, previamente, ha cambiado de ubicación para facilitarle la labor y por último, como guinda de un apestoso pastel, aparece la impagable labor de propaganda y de robo de escaños que le proporciona Vox a lo largo de los procesos electorales tanto en sus fases previas, como en plena campaña.

Hace años que sesudos analistas políticos, demoscópicos e insignes periodistas aseguran que el problema de la derecha española está en Vox. Problema, que no solo viene derivado de la escisión de los votos entre dos partidos ―cosa que también ocurre en la izquierda e incluso de forma más agravada― sino del espíritu revanchista, casi guerra civilista que hace patente en sus programas y discursos, en su forma desproporcionada y más que exigente a la hora de solicitar compensaciones en sillones y cargos de responsabilidad por sus escuálidas aportaciones en escaños ―a pesar del reciente e inútil gesto, cuando todo el pescado está vendido, de apoyar al PP sin pedir entrar en el gobierno― y por las discrepancias patentes que plantean los acogidos a tales privilegios nada más entrar en sus respectivos gobiernos.

Ondear la bandera del miedo en España con el lema de que «viene la derecha» es algo de lo más sencillo y fructífero que se puede hacer para restarle votos al único partido de centro derecha, que trata de ser equilibrado y sopesado ante tanto despropósito individual y colectivo.

En los dos recientes procesos electorales ha quedado bien patente que, de no alcanzar una mayoría absoluta, el Partido Popular por sí mismo, es imposible gobernar por las trabas y exigencias de Vox, las excentricidades y declaraciones pasadas de tono de muchos o la mayoría de sus dirigentes y por los programas de mínimos que asustan a todos los que prevén una gobernanza en coalición entre ambos partidos.

En esta ocasión, Sánchez tras no haber ganado las elecciones, pero al ser consciente de que con sus votos y el rebaño de todos aquellos a su izquierda y algo de derecha (al menos formalmente -PNV y Junts) le basta y sobra para volver a la Moncloa, aunque en esta ocasión, su apuesta Frankenstein sea aún más fuerte que las anteriores y, sobre todo, mucho más patética y dura para la existencia y supervivencia de España o la solvencia de sus arcas, en momentos que ya apuntan hacia un mayor grado de dificultad.

Tras mentirnos a todos, ha hecho las maletas y se ha ido de vacaciones con su familia, cerrando las puertas y oídos a todos, incluso a aquellos que ganaron las elecciones y que le ofrecen la única posibilidad de eludir tener que vender o poner aun en mayor riesgo la integridad y la solvencia de España. Además, lo ha hecho viajando de improviso a Marruecos, un país con el que es público y notorio que lleva mucho tiempo en deuda y que no baja el pistón de presión y exigencias hacia España a pesar de las muchas concesiones ya realizadas por Sánchez. Concesiones graves casi todas, realizadas sin consultar con nadie y, ni siquiera, con los organismos que disponemos para estos menesteres y con los que el preceptivo realizar dichas consultas.

Los separatistas, golpistas, terroristas e incluso el gobierno de Gibraltar y muchos de los países al otro lado del charco, celebran que Sánchez tenga todas las de ganar en este embate, mientras la mitad de los españoles, nos quedamos con un palmo de narices, esperando que nuevas desgracias nos va a acarrear esta «agravada» situación y tratando de explicarnos que falló el pasado 23 a pesar de que todas las encuestas, incluso las del CIS, no daban este resultado ni por aproximación.

Fuimos nosotros y nuestra manía o chovinismo de no escuchar nunca a los que realmente saben de política, los que a pesar de los continuos decrecientes resultados de Vox, siguieron confiando en apostar a caballo perdedor ―aún a pesar del ejemplo de la honrosa retirada de Ciudadanos del proceso electoral, para facilitar la situación y que no se perdieran más votos contra el sanchismo― los que hemos facilitado que esta situación se repita y agrave sin darnos cuenta de que con este tipo de «juegos», llevamos el mismo camino que aquellos otrora países democráticos que, desde la dictadura de Pinochet hasta nuestros días, han protagonizado diversos procesos políticos internos ―de entre los que destacan las maniobras de Erdogan y Putin, más una larga lista de países latino americanos como Venezuela y otros del entorno bolivariano― con el resultado de la desaparición de diversas democracias por defunción de las mismas. Defunción que no suele acaecer de forma súbita o con el pueblo en armas en la calle, sino con el avance de un lento y progresivo mal, que empieza con el debilitamiento de las instituciones y organismos esenciales del Estado, a lo que se le une el férreo control de los medios y la prensa y acaba con la putrefacción de las formas, modos, usos y costumbres de las normas políticas tradicionales y puramente democráticas para convertir aquellos países en entes autocráticos, gobernados, en todo el proceso, por ególatras tiranos de gran tirón popular.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

EL ACUERDO MERCOSUR-UNIÓN EUROPEA NO DEBERÍA APROBARSE

César Augusto Lerena*

Artículo publicado por el “El Economista”, 25/07/2023

 

El 1° de julio de 2019 se cerró el preacuerdo comercial entre la Unión Europea y el MERCOSUR y si bien ya nos hemos referido a este Acuerdo (César Lerena “Claroscuros del acuerdo del MERCOSUR con la Unión Europea en materia pesquera e industrial naval”, 30/06/2019; “El Acuerdo EUROSUR y el Brexit…”, 19/07/2019), habiéndose instalado la discusión nuevamente, nos parece importante fundamentar las razones por las que la Argentina y el resto de los países del MERCOSUR, no deberían firmar, en las condiciones pre acordadas- este Acuerdo.

La actividad pesquera ya tiene experiencias en materia de acuerdos con la Unión Europea y, muy especialmente con la lamentable instrumentación que le dieron las entonces autoridades al «Acuerdo sobre las Relaciones en materia de Pesca Marítima con la C.E.E.» sancionado el 20/04/1994 por Ley 24.315 y ello debería servirnos para que, de una vez, acordemos condiciones equilibradas para nuestro país.

Trataremos de ser optimistas, evitando caer en el triunfalismo retozón ―hasta el llanto― del ex Canciller Jorge Faurie o en la crítica sin aportes. Nos referiremos, a algunos requerimientos que el Estado argentino debería formular al MERCOSUR y éste a la Unión Europea.

Para que se trate de un «Asociación Estratégica» como se ha calificado este Acuerdo, pese a que se trata de un mero intercambio de bienes y no una asociación entre el sector productivo nacional y el mercado europeo, deberían reunirse una serie de medidas instrumentales y, por tal motivo, para que Argentina firme este Acuerdo, en materia pesquera deberían tenerse en cuenta los siguientes puntos:

1) A la firma del Acuerdo, los productos pesqueros destinados a las góndolas en la Unión Europea deberían estar libres de todo arancel de importación y limitaciones de volumen u otra barrera paraarancelaria.

La política arancelaria incidirá de distinta forma en la actividad pesquera. Para ubicarnos en la relación del sector pesquero con la Unión Europea hay que tener presente que la Argentina exporta unos 2 mil millones de dólares por año y solo el 36% de ese monto se destinada a los países de Europa y, el 60% de estas exportaciones son commodities, con reducido o nulo valor agregado; de tal modo que si no se promueve la industrialización en Argentina, exportando valor agregado y productos destinados directamente a las góndolas, la quita será irrelevante. Y en este sentido, ¡pequeño problema!, el gobierno argentino debe resolver definitivamente el problema de la inflación y del costo interno del país, ya que los productos argentinos compiten en desventaja con el I.P.C. de España (5,7%), Italia (11,2%) o Francia (4,5%), sus primeros compradores europeos. A todo ello, hay que agregar que los productos pesqueros de los países europeos están directa o indirectamente subsidiados ya que tienen líneas de crédito de bajo interés y no sufren la carga impositiva y burocrática de nuestro país.

2) Las materias primas capturadas en Malvinas, cualquiera fuese el pabellón del buque, debería ser gravada la importación en la Unión Europea, dando por terminado el período de excepción a la pesca en el Acuerdo del Brexit.

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda (RUGB) ya no pertenece a la Unión Europea, de modo que es inadmisible que ingresen sin aranceles a esa Comunidad productos pesqueros extraídos en el área de Malvinas, aún para ser transformadas en Europa. Es inadmisible, por tratarse de una discriminación y porque se trata de un territorio argentino usurpado por el RUGB. Soberanía argentina que ha sido inclusive reconocida por España, pese a lo cual sus buques se encuentran asociados con isleños de Malvinas.

3) Todas las materias primas y productos que ingresen a la Unión Europea provenientes del Atlántico Suroccidental deberían estar certificadas en su origen y trazabilidad por el MERCOSUR, de modo de evitar la pesca ilegal en la región.

El Acuerdo, debería contemplar que las autoridades competentes del MERCOSUR, certifiquen el origen y trazabilidad de todas las capturas que buques europeos realicen en el Atlántico Suroccidental.

4) Dar por finalizada la pesca por parte de buques pertenecientes a la Unión Europea en el área de Malvinas en cumplimiento de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional; la Ley Federal de Pesca 24.922 y la Res. 41/11 de la O.N.U. del 27/10/1986 que declaró «Zona de paz y cooperación del Atlántico Sur».

El 25% de las descargas en el Puerto de Vigo (España), uno de los más importantes puertos pesqueros de Europa, tienen origen en Malvinas. Ello demuestra, la dependencia que con Europa tiene el comercio de Malvinas.

En materia de Asociación Estratégica, esté Acuerdo debe terminar con la pesca clandestina de buques europeos que se asocian en esta materia con el RUGB en Malvinas para hacerse de los recursos pesqueros de Argentina.

La Res. 41/11 de la ONU del 27/10/1986 declaró «Zona de paz y cooperación del Atlántico Sur» y resaltó «la determinación de los pueblos de los Estados de la región del Atlántico Sur de preservar su independencia, soberanía e integridad territorial y de desarrollar sus relaciones en condiciones de paz y libertad».

5) El Acuerdo no debería alcanzar la captura de buques de la Unión Europea en la ZEE del MERCOSUR y viceversa.

La apertura de las Licitaciones Públicas en materia pesquera y a la luz de las próximas renovaciones de las Cuotas y Autorizaciones de Captura, podrían dar lugar a la competencia de las empresas europeas en un plano de igualdad con las empresas argentinas, situación que, en atención a que el recurso pesquero se trata de un bien agotable, el ingreso de nuevos actores se haría en base al cierre de las empresas existentes. Empresas europeas que podrían estar recibiendo subsidios (como ocurrió en los Acuerdos con la C.E.E. en 1994) y competir en una desigualdad de condiciones con las pequeñas y medianas y, aún grandes, empresas nacionales.

6) Otorgar créditos a tasa europea a la construcción de buques en astilleros del MERCOSUR, que construyan buques para empresas que exporten a la Unión Europea.

A partir de este Acuerdo, la importación de buques, por ejemplo, de España, podría estar libre de todo gravamen de importación en la Argentina y ello habrá de significar el cierre de toda la industria naval del país, que compite en inferioridad de condiciones con las actividades que en esta materia se encuentran subsidiadas en Europa. Por tal motivo la Unión debe promover el otorgamiento de créditos a tasa europea para la construcción de buques en el ámbito del MERCOSUR e inclusive para la adquisición de aquellos insumos destinados a la construcción que no puedan fabricarse en el país.

7) La equiparación de las normas de seguridad sanitaria, regulaciones y estándares técnicos.

En la Pesca este ítem es neutro por cuanto nuestro país tiene altos estándares de sanidad y calidad, utilizando sistemas de autocontrol desde 1998 con la aplicación de los planes HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control). La Argentina, en la pesca, desde hace más de 40 años está habilitada para exportar a los mercados más exigentes, como la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, etc. y sus establecimientos procesadores exportadores, en muchos casos, tienen mejores estructuras y utilizan procedimientos acordes a los de Europa y Estados Unidos.

8) La equiparación del transporte marítima y fluvial.

El gobierno argentino ha dado muestras de desinterés respecto a ocupar con buques argentinos la vía de navegación Paraná-Paraguay y, las embarcaciones que transportan bienes por esta vía lo hacen con bandera paraguaya, boliviana, uruguaya y otras nacionalidades, motivo por el cual, el libre acceso de buques europeos, podría profundizar la ausencia de ocupación argentina en el transporte fluvial y el desarrollo regional. Por razones de diverso orden la flota con pabellón nacional no es competitiva con respecto a la de sus vecinos. Por otra parte, la Argentina ha desatendido la construcción y el mantenimiento de la flota mercante marina, lo que le lleva a transferir ingentes recursos económicos en materia de flete; perder competitividad y, sostener una contaminación ambiental derivada del transporte terrestre. El Acuerdo debe contemplar un desarrollo y uso equitativo del transporte naval de las mercaderías.

9) La sostenibilidad de las especies y el cuidado del medio marino.

La Argentina es firmante del Acuerdo de París y se ha obligado a la lucha contra el calentamiento global, pero el Acuerdo también establece la obligatoriedad de cumplir con la Convención del Comercio Internacional de Especies Protegidas de Fauna y Flora Salvaje, la Convención de la Diversidad Biológica y los Códigos de Conducta de la FAO. Si bien la Argentina no ha hecho nada para eliminar la pesca ilegal (INDNR) de los recursos migratorios originarios de la ZEE, está en perfectas condiciones de hacerlo, cumpliendo todas las exigencias relativas al cuidado de los recursos y, tiene en el INIDEP, el organismo técnico competente para establecer las capturas máximas sostenibles y las vedas necesarias para asegurar a perpetuidad el recurso. No obstante, deben limitarse perfectamente las cuestiones ambientales para evitar eventuales barreras paraarancelarias.

10) La equiparación del régimen laboral.

La actividad pesquera en general cumple con las obligaciones de la Organización Internacional del Trabajo, pero, tiene deudas muy importantes relativas al trabajo no registrado y, a la seguridad del personal embarcado debido a la vetustez de los buques que, en promedio, superan los 40 años de antigüedad, generando un alto riesgo para los trabajadores. Ello está ligado a lo ya dicho, respecto a la construcción de buques en la Argentina y, la erradicación del trabajo no registrado; una tarea que a poco de verificar las toneladas producidas por las distintas empresas sería fácil detectar y regularizar.

Todos los puntos precedentes resultan centrales, en atención a la particular situación que vive la Argentina y los países orientales de América del sur con la apropiación de recursos pesqueros migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) por parte de buques extranjeros que pescan en alta mar y, embarcaciones extranjeras que extraen nuestros recursos pesqueros en el área de Malvinas con licencias ilegales del RUGB.

Las asimetrías entre ambos bloques; la escasa integración y desarrollo del MERCOSUR y, la política de desindustrialización promovido desde el gobierno, al menos en el área de la actividad pesquera, donde se ha propiciado la mera extracción por sobre el procesamiento industrial, la radicación poblacional e industrial y la ocupación de mano de obra argentina en las áreas más despobladas de la nación, requiriéndose por lo tanto, un profundo cambio para agregar valor a los productos argentinos, que hoy se ve limitada por la política proteccionista de Europa.

Un Acuerdo de esta naturaleza no puede llevarse adelante sin un plan participativo de cada uno de los sectores productivos y exportadores.

Por cierto, la burocracia del Gobierno debería promover y facilitar urgente las bases para promover el comercio, la industria nacional y la exportación de las pequeñas y medianas empresas mediante la reforma federal y social de la actividad pesquera; la eliminación de los impuestos al gasoil destinados a la captura; el incremento de los controles; la eficiencia y transparencia de los servicios portuarios y aduaneros; los trámites administrativos simplificados; la desgravación del IVA; la asistencia técnica y financiera; la responsabilidad social, laboral y su capacitación continua y, la revalorización del producto argentino, estandarizarlo en el MERCOSUR si se quiere poner en marcha a las cientos de empresas pesqueras distribuidas en todo el litoral marítimo, que podrían exportar productos con gran valor agregado a la Unión Europea.

El Acuerdo no puede reiterar lo que eran las consignas al virreinato en 1796, donde «América debía entregar a España las materias primas, y esta devolvérselas prontas manufacturadas» (Rosa, José María. “Los tiempos españoles. El Virreinato”. Ed. Granda, p: 412, 1965).

Los países desarrollados vienen por los recursos y las proteínas, está en los gobiernos argentinos, buscar el mayor rédito económico y social, a partir de un Acuerdo equitativo.

  

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente de la Fundación Agustina Lerena (Fundada el 21/10/2002), Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana, CESPEL (Fundada el 02/04/1989).

Autor de “Malvinas 1982-2022. Una gesta heroica y 40 años de entrega” (2021) y de “Pesca Ilegal y Recursos Pesqueros Migratorios Originarios de los Estados Ribereños de Latinoamérica y El Caribe” (2022).